5º Domingo de Pascua
Lecturas: Hch 9,26-31; Salmo 21,26-32; 1Jn
3,18-24
Evangelio: Juan 15,1-8
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Yo soy la verdadera
vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca,
y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis
limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así
tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los
sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque
sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el
sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si
permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis,
y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante;
así seréis discípulos míos”.
v. 1: Yo soy LA VID VERDADERA;
Mi Padre es EL VIÑADOR.
Vosotros sois LOS SARMIENTOS.
Esta alegoría me trae a la memoria
el caso de un arquitecto joven que en una ciudad populosa de América no sabía lo
que era un sarmiento.
Se supone que todos los que leen u
oigan esta pieza del evangelio de Juan saben lo que es un sarmiento, cómo
conviene podar la vid para que los nuevos sarmientos vengan con fuerza y den
abundante fruto.
También este texto, tendríamos que
leerlo, como orado proféticamente por varios cristianos/as orantes.
Conviene pues leerlo y orarlo en
unidades separadas, casi versículo por versículo.
v. 2: El viñador
poda (limpia dice el texto) los sarmientos para que
den más fruto.
Bien tristes y pobres quedan las
vides cuando se les poda. Todos esperan que en el verano comiencen
a dar nuevos brotes o sarmientos. El texto orante no se fija en este aspecto de
posible noche del cristiano.
v. 3: Vosotros ya estáis
limpios (podados), gracias a la Palabra de Cristo.
La Palabra de Cristo tiene tal poder
purificador, que produce una poda.
v. 4: Permaneced en mí, como
yo en vosotros, es decir, sigamos bien unidos vosotros y Yo, dice
Jesús.
El sarmiento no
puede dar fruto por sí mismo;
tampoco
vosotros si no estáis unidos a Mí.
Hermoso elemento alegórico.
Podríamos estirar la alegoría y decir con todo respeto que la Vid (Cristo)
necesita de sarmientos bien podados (nosotros bien purificados por la noche)
para dar fruto abundante.
v. 5: Otro carismático repite la
idea de Yo soy la Vid; vosotros, los sarmientos.
El que está unido a mí, ése
da mucho fruto.
Separados de mí no
podéis hacer NADA.
v. 6: El sarmiento-cristiano que
no está unido a Cristo, es arrojado fuera, se seca y se queman con los
rastrojos.
v. 7: Un carismático sale de la
alegoría en su oración profética y proclama el dicho:
Si permanecéis en mí y mis
palabras permanecen en vosotros,
Pedid lo que queráis y
lo conseguiréis.
v. 8: Otro orante cristiano
conecta la Gloria del Padre con el fruto
abundante y el ser discípulos de Jesús, donde el vínculo con la
alegoría de la Vid-Sarmientos-Viñador está en la palabra
fruto abundante.
La gloria de mi Padre
está
en que deis mucho
fruto
y seáis mis
discípulos.
Señor Jesús, gustosos queremos
estar bien unidos a ti, para que las tribulaciones de la vida común con nuestros
hermanos los mortales, se conviertan en las tijeras de poda de nuestro Padre,
que cuidadosamente las usa para limpiarnos de los elementos que obstaculizan dar
fruto en Tu Reino. Así, queremos que la gloria de tu Padre esté en nosotros tus
discípulos. Amén.Lectura orante del Evangelio: Juan 15,1-8
3,18-24
vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca,
y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis
limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así
tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los
sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque
sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el
sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si
permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis,
y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante;
así seréis discípulos míos”.
Mi Padre es EL VIÑADOR.
Vosotros sois LOS SARMIENTOS.
el caso de un arquitecto joven que en una ciudad populosa de América no sabía lo
que era un sarmiento.
oigan esta pieza del evangelio de Juan saben lo que es un sarmiento, cómo
conviene podar la vid para que los nuevos sarmientos vengan con fuerza y den
abundante fruto.
leerlo, como orado proféticamente por varios cristianos/as orantes.
unidades separadas, casi versículo por versículo.
poda (limpia dice el texto) los sarmientos para que
den más fruto.
vides cuando se les poda. Todos esperan que en el verano comiencen
a dar nuevos brotes o sarmientos. El texto orante no se fija en este aspecto de
posible noche del cristiano.
limpios (podados), gracias a la Palabra de Cristo.
purificador, que produce una poda.
yo en vosotros, es decir, sigamos bien unidos vosotros y Yo, dice
Jesús.
puede dar fruto por sí mismo;
vosotros si no estáis unidos a Mí.
Podríamos estirar la alegoría y decir con todo respeto que la Vid (Cristo)
necesita de sarmientos bien podados (nosotros bien purificados por la noche)
para dar fruto abundante.
idea de Yo soy la Vid; vosotros, los sarmientos.
da mucho fruto.
podéis hacer NADA.
no está unido a Cristo, es arrojado fuera, se seca y se queman con los
rastrojos.
alegoría en su oración profética y proclama el dicho:
palabras permanecen en vosotros,
lo conseguiréis.
conecta la Gloria del Padre con el fruto
abundante y el ser discípulos de Jesús, donde el vínculo con la
alegoría de la Vid-Sarmientos-Viñador está en la palabra
fruto abundante.
Quinto Domingo de Pascua
La oración es el manantial
que embellece tu vida.
De la oración nacen energías
de compasión y de servicio.
La oración forja personas
nuevas, libres y liberadoras.
Yo soy la verdadera
vid y mi Padre es el labrador. Jesús se atreve a decir quién es y qué
significa el Padre en su vida. Jesús nos coloca a nosotros, los sarmientos,
junto a El y junto al Padre. ¿Quién soy yo? ¿Qué importancia tiene Dios en mí?
La respuesta a estas preguntas es fundamental para comenzar un camino de
oración. La humildad, tan necesaria para situarnos bien en la vida, proviene de
andar en la verdad. No sé definirme sin Ti. No quiero mirarme ni entenderme
sin Ti. Mi corazón se ensancha, como una tienda de lonas en el desierto, para
acoger a los demás.
Permaneced en mí y
yo en vosotros. Es
preciso crear un espacio en el corazón para el Señor. La interioridad es el
espacio donde acontece el encuentro entre Dios y nosotros; en el corazón se da
la presencia, se realiza la comunión. Jesús hace su obra en el silencio. Las
mejores cosas nacen en la interioridad habitada. Consciente de que habitas
en mí y de que tu amor me recorre por dentro, te bendigo con todo mi ser. Me
despierto en tu presencia, camino en tu presencia, vivo en tu presencia.
Sin mí no podéis
hacer nada. En el
misterio de la interioridad Jesús es amigo de dar, ahí es donde quiere hacer
algo grande en nosotros. De Él vienen todos los bienes. No podemos hacer lo que
Dios quiere sin la presencia de Jesús. No podemos ser respuesta del Padre para
los hijos más pequeños sin la presencia de Jesús. Jesús hace posible la
fidelidad, da fuerzas para trabajar por la justicia de los oprimidos, nos
sensibiliza para compartir el pan con los hambrientos, libera y capacita para
abrir caminos de liberación, nos regala la luz de la esperanza para caminar en
medio de la noche. A veces te olvido, Señor. Pretendo caminar a solas.
Olvido que tú estás en mi corazón. Tú mantienes encendido el fuego de la
comunidad. Tú tienes siempre preparado el pan y el vino para que repongamos
nuestras fuerzas y emprendamos decididamente el camino del Evangelio.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que
deis fruto abundante. Se alegra el Padre cuando vivimos en
plenitud. Se alegran los pobres de la tierra cuando damos frutos de justicia y
de paz. Se alegra la creación cuando pasamos del abuso al respeto y cuidado de
la vida. Tú, Señor, siempre quieres la vida, eres amigo de la vida. Gracias
al Espíritu Santo, mi vida refleja como en un espejo tu gloria. Gracias al
Espíritu mi vida puede ser un humilde reflejo de tu pasar haciendo el bien por
nuestra tierra.
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