domingo, 28 de diciembre de 2008

La Sagrada Familia



En medio de una fuerte crisis en torno a la integridad de la familia, Dios Amor nos brinda nuevamente el modelo pleno de amor familiar al presentarnos a Jesús, María y José.
La Sagrada Familia nos habla de todo aquello que cada familia anhela auténtica y profundamente, puesto que desde la intensa comunión hay una total entrega amorosa por parte de cada miembro de la familia santa elevando cada acto generoso hacia Dios, como el aroma del incienso, para darle gloria.-
Por ello, a la luz de la Sagrada Escritura, veamos algunos rasgos importantes de San José, Santa María y el Niño Jesús.-
San José
Es el jefe de la familia y actúa siempre como Dios le manda, muchas veces sin comprender el por qué de lo que Dios le pide, pero teniendo fe y confianza en Él.
"Al despertarse, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa". (Mt 1, 24-25) Cuando se entera que María estaba embarazada piensa en abandonarla porque la quería mucho y no deseaba denunciarla públicamente (como era la costumbre de la época), pero el Ángel de Dios se le apareció en sueños y le dijo que lo que había sido engendrado en el vientre de María era obra del Espíritu Santo y que no temiera en recibirla.
"Ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús" (Mt 1, 25) Cuando nace el niño, él le pone el nombre de Jesús, como el Ángel le había dicho.
Luego, cuando Herodes tenía intenciones de matar al Niño Jesús y ante otro aviso del Ángel del Señor, José toma a su familia y marcha hacia Egipto.
Por último, con la muerte de Herodes y ante un nuevo aviso del Ángel de Dios, lleva a su familia a instalarse en Nazaret.
San José, Casto Esposo de Santa María, acoge a Jesús en su corazón paternal, educándolo, cuidándolo, amándolo como si fuere hijo suyo. El Niño Jesús aprende de su "santo padre adoptivo" muchas cosas, entre estas, el oficio de carpintero.
La Santísima Virgen María

Desde el momento de la Anunciación, María es el modelo de entrega a Dios.
"He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu Palabra" (Lc 1, 38) En la Anunciación, María responde con un Sí rotundo desde una libertad poseída, poniéndose en las manos de Dios.-
En Santa María vemos una continua vivencia de la dinámica de la alegría-dolor: criando, educando, siguiendo de cerca a su Hijo Jesús mostrándole en todo momento un auténtico amor maternal.-
"Su madre conservaba estas cosas en su corazón" (Lc 2, 52) Ella fue vislumbrando lentamente el misterio trascendente de la vida de Jesús, manteniéndose fielmente unida a Él.-
El niño Jesús
Desde chico, Jesús demuestra que es el Hijo de Dios y que cumple fielmente lo que su Padre le manda.-
"Vivía sujeto a ellos" (Lc 2, 51) Como niño, Él obedecía a su madre y a su padre adoptivo, y permanecía siempre junto a ellos. María y José fueron sus primeros educadores.-
"El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la Gracia de Dios estaba con Él" (Lc 2, 40) Jesús aprende el oficio de carpintero de su padre adoptivo José.-
"¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?" (Lc 2, 49) Cuando Jesús se queda en el Templo, a los doce años, se puede pensar que desobedece a sus padres y que eso está mal. No es así, Jesús demuestra en este hecho su plena independencia con respecto a todo vínculo humano cuando está de por medio el Plan de su Padre y la Misión que Él le ha encomendado.-
La Sagrada familia, modelo de fe y de fidelidad
Queridos hermanos y hermanas:
En este primer domingo después de la Navidad, la Iglesia celebra la fiesta de la Sagrada Familia.
Como en el belén, la mirada de fe nos permite abrazar al mismo tiempo al Niño divino y a las personas que están con él: su Madre santísima, y José, su padre putativo. ¡Qué luz irradia este icono de grupo de la santa Navidad! Luz de misericordia y salvación para el mundo entero, luz de verdad para todo hombre para la familia humana y para cada familia. ¡Cuán hermoso es para los esposos reflejarse en la Virgen María y en su esposo José! ¡Cómo consuela a los padres especialmente si tienen un hijo pequeño! ¡Cómo ilumina a los novios que piensan en sus proyectos de vida! .
El hecho de reunirnos ante la cueva de Belén para contemplar en ella a la Sagrada Familia, nos permite gustar de modo especial el don de la intimidad familiar y nos impulsa a brindar calor humano y solidaridad concreta en las situaciones por desgracia numerosas en las que por varios motivos falta la paz, falta la armonía, en una palabra, falta la "familia".
El mensaje que viene de la Sagrada Familia es ante todo un mensaje de fe: la casa de Nazaret es una casa en la que Dios ocupa verdaderamente un lugar central. Para María y José esta opción de fe se concreta en el servicio al Hijo de Dios que se le confió, pero se expresa también en su amor recíproco, rico en ternura espiritual y fidelidad.
María y José enseñan con su vida que el matrimonio es una alianza entre el hombre y la mujer, alianza que los compromete a la fidelidad recíproca, y que se apoya en la confianza común en Dios. Se trata de una alianza tan noble, profunda y definitiva, que constituye para los creyentes el sacramento del amor de Cristo y de la Iglesia. La fidelidad de los cónyuges es, a su vez, como una roca sólida en la que se apoya la confianza de los hijos. Cuando padres e hijos respiran juntos esa atmósfera de fe, tienen una energía que les permite afrontar incluso pruebas difíciles, como muestra la experiencia de la Sagrada Familia.
Es necesario alimentar esa atmósfera de fe. En esta perspectiva se va preparando el segundo Encuentro mundial con las familias, que tendrá lugar en Río de Janeiro los días 4 y 5 de octubre de 1997. Se tratará de una gran fiesta de las familias de América Latina y de todo el mundo que renovará el mensaje del primer Encuentro, celebrado aquí, en Roma, con ocasión del Año internacional de la familia.
Encomiendo a María, "Reina de la familia", a todas las familias del mundo especialmente a las que atraviesan grandes dificultades, e invoco sobre ellas su protección materna.-
La Sagrada familia, modelo de fe y de fidelidad
Meditación dominical de  Juan Pablo II


 Oremos
Dios, de quien proviene toda paternidad
en el cielo y en la tierra:
Padre, que eres amor y vida,
haz que cada familia humana
que habita en nuestro suelo, sea,
por medio de tu Hijo Jesucristo,"nacido de mujer"
y mediante el Espíritu Santo, fuente de Caridad Divina,
un verdadero santuario de vida
y amor para las nuevas generaciones.
Haz que tu gracia guíe los pensamientos
y las obras de los cónyuges,
para bien propio y de todas las familias del mundo.
Haz que las jóvenes generaciones
encuentren en la familia un fuerte sostén humano,
para que crezcan en la verdad y el amor.
Haz que el amor, reforzado por la gracia
del Sacramento del Matrimonio,
se manifieste más fuerte que cualquier debilidad
o crisis que puedan padecer nuestras familias.
Te pedimos por intermedio de la Familia de Nazareth,
que la Iglesia pueda cumplir una misión fecunda
en nuestra familia, en medio de
todas las naciones de la tierra.
Por Cristo, nuestro Señor, Camino, Verdad y Vida,
por los siglos de los siglos. Amén.
Juan Pablo II 


Santos Inocentes Mártires


El día de hoy se conmemora a los Niños Inocentes que el cruel Herodes mandó matar.-
Según señala el Evangelio de San Mateo, Herodes llamó a los Sumos Sacerdotes para preguntarles en qué sitio exacto iba a nacer el rey de Israel, al que habían anunciado los profetas. Ellos le contestaron: "Tiene que ser en Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas diciendo: "Y tú, Belén, no eres la menor entre las ciudades de Judá, porque de ti saldrá el jefe que será el pastor de mi pueblo de Israel" (Miq. 5, 1).-
Entonces Herodes se propuso averiguar exactamente dónde estaba el niño, para después mandar a sus soldados a que lo mataran. Y fingiendo dijo a los Reyes Magos: - "Vayan y averigüen acerca de ese niño, cuando lo encuentren regresan y me lo informan, para ir yo también a adorarlo". Los magos se fueron a Belén guiados por la estrella que se les apareció otra vez, al salir de Jerusalén, y llenos de alegría encontraron al Divino Niño Jesús junto a la Virgen María y San José; lo adoraron y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. En sueños recibieron el aviso divino de que no volvieran a Jerusalén y regresaron a sus países por otros caminos, y el pérfido Herodes se quedó sin saber dónde estaba el recién nacido. Esto lo enfureció hasta el extremo, por lo que rodeó con su ejército la pequeña ciudad de Belén, y dio la orden de matar a todos los niñitos menores de dos años, en la ciudad y alrededores.-
El mismo evangelista San Mateo afirmará que en ese día se cumplió lo que había avisado el profeta Jeremías: "Un griterío se oye en Ramá (cerca de Belén), es Raquel (la esposa de Israel) que llora a sus hijos, y no se quiere consolar, porque ya no existen" (Jer. 31, 15).


Oremos


Que la poderosa intercesión de los santos inocente mártires sea nuestra ayuda, Señor, y que su oración nos haga fuertes en la confesión intrépida de tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Sagrada Familia ,   Los Santos Inocentes ,   San Teodoro
Libro de Génesis 15,1-6.21,1-3.
Después de estos acontecimientos, la palabra del Señor llegó a Abrám en una visión, en estos términos: "No temas, Abrám. Yo soy para ti un escudo. Tu recompensa será muy grande".
"Señor, respondió Abrám, ¿para qué me darás algo, si yo sigo sin tener hijos, y el heredero de mi casa será Eliezer de Damasco?".
Después añadió: "Tú no me has dado un descendiente, y un servidor de mi casa será mi heredero".
Entonces el Señor le dirigió esta palabra: "No, ese no será tu heredero; tu heredero será alguien que nacerá de ti.
Luego lo llevó afuera y continuó diciéndole: "Mira hacia el cielo y si puedes, cuenta las estrellas". Y añadió: "Así será tu descendencia".
Abrám creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación.
El Señor visitó a Sara como lo había dicho, y obró con ella conforme a su promesa.
En el momento anunciado por Dios, Sara concibió y dio un hijo a Abraham, que ya era anciano.
Cuando nació el niño que le dio Sara, Abraham le puso el nombre de Isaac.
Salmo 105(104),1-6.8-9.
¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre, hagan conocer entre los pueblos sus proezas;
canten al Señor con instrumentos musicales, pregonen todas sus maravillas!
¡Gloríense en su santo Nombre, alégrense los que buscan al Señor!
¡Recurran al Señor y a su poder, busquen constantemente su rostro;
recuerden las maravillas que él obró, sus portentos y los juicios de su boca!
Descendientes de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido:
El se acuerda eternamente de su alianza, de la palabra que dio por mil generaciones,
del pacto que selló con Abraham, del juramento que hizo a Isaac:
Carta a los Hebreos 11,8.11-12.17-19.
Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba.
También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía.
Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar.
Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas,
a aquel de quien se había anunciado: De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre.
Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aun para resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo.
Evangelio según San Lucas 2,22-40.
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor,
como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor.
También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él
y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor.
Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley,
Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:
"Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido,
porque mis ojos han visto la salvación
que preparaste delante de todos los pueblos:
luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel".
Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él.
Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción,
y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos".
Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido.
Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones.
Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea.
El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él. 


Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de la Hermanas Misioneras de la Caridad
Un camino muy simple


«Regresaron a Galilea, a su pueblo de Nazaret»

     Podéis orar a la Sagrada Familia por vuestra familia:
 Padre nuestro que estás en el cielo, tú nos has dado un modelo de vida
en la Sagrada Familia de Nazaret.
     Ayúdanos, Padre amantísimo, a hacer de nuestra familia
un nuevo Nazaret donde reine la alegría y la paz.
     Que sea profundamente contemplativa,
intensamente eucarística y vibrante de gozo.
     Ayúdanos a permanecer unidos en los gozos y en las penas
gracias a la oración familiar.
     Enséñanos a reconocer a Jesús
en cada miembro de nuestra familia,
particularmente cuando sufre y está herida.
     Que el Corazón eucarístico de Jesús
haga nuestros corazones suaves y humildes, semejantes al suyo (Mt 11,29).
     Ayúdanos a cumplir santamente nuestra vocación familiar.
Que nos podamos amar los unos a los otros
como Dios nos ama a cada uno
cada día más,
y nos perdonemos mutuamente nuestras faltas
así como tú perdonas nuestros pecados.
     Ayúdanos, Padre amantísimo,
a acoger todo lo que nos das
con una amplia sonrisa.
     Corazón inmaculado de María, causa de nuestra alegría,
ora por nosotros.
     Santos ángeles de la guardia,
permaneced junto a nosotros,
guiadnos, protegednos.
     Amén.


sábado, 27 de diciembre de 2008

SAN JUAN EVANGELISTA

Evangelista San Juan

San Juan tuvo la inmensa dicha de ser el discípulo más amado por Jesús. Nació en Galilea y fue hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el mayor.


 San Juan era pescador, tal como su hermano y su padre, y según señalan los antiguos relatos, al parecer fue San Juan, que también fue discípulo de Juan el Bautista, uno de los dos primeros discípulos de Jesús junto con Andrés. La primera vez que Juan conoció a Jesús estaba con su hermano Santiago, y con sus amigos Simón y Andrés remendando las redes a la orilla del lago; el Señor pasó cerca y les dijo:       "Vengan conmigo y los haré pescadores de almas".


 Ante este subliminal llamado, el apóstol dejó inmediatamente sus redes, a su padre y lo siguió.       Juan evangelista conformó junto con Pedro y Santiago, el pequeño grupo de preferidos que Jesús llevaba a todas partes y que presenciaron sus más grandes milagros. Los tres estuvieron presentes en la Transfiguración, y presenciaron la resurrección de la hija de Jairo. Los tres presenciaron la agonía de Cristo en el Huerto de los Olivos; y junto con Pedro se encargó de preparar la Última Cena.       A Juan y su hermano Santiago les puso Jesús un sobrenombre: "Hijos del trueno", debido al carácter impetuoso que ambos tenían.


 Estos dos hermanos vanidosos y malgeniados se volvieron humildes, amables y bondadosos cuando recibieron el Espíritu Santo. Juan, en la Última Cena, tuvo el honor de recostar su cabeza sobre el corazón de Cristo. Fue el único de los apóstoles que estuvo presente en el Calvario. Y recibió de Él en sus últimos momentos el más precioso de los regalos. Cristo le encomendó que se encargara de cuidar a la Madre Santísima María, como si fuera su propia madre, diciéndole: "He ahí a tu madre". Y diciendo a María: "He ahí a tu hijo".         El domingo de la resurrección, fue el primero de los apóstoles en llegar al sepulcro vacío de Jesús. Después de la resurrección de Cristo, en la segunda pesca milagrosa, Juan fue el primero en reconocer a Jesús en la orilla.


 Luego Pedro le preguntó al Señor señalando a Juan: "¿Y éste qué?". Jesús le respondió: "Y si yo quiero que se quede hasta que yo venga, a ti qué?". Con esto algunos creyeron que el Señor había anunciado que Juan no moriría. Pero lo que anunció fue que se quedaría vivo por bastante tiempo, hasta que el reinado de Cristo se hubiera extendido mucho. Y en efecto vivió hasta el año 100, y fue el único apóstol al cual no lograron matar los perseguidores. Juan se encargó de cuidar a María Santísima como el más cariñoso de los hijos.       Con Ella se fue a evangelizar a Éfeso y la acompañó hasta la hora de su gloriosa muerte. El emperador Domiciano quiso matar al apóstol San Juan y lo hizo echar en una olla de aceite hirviente, pero él salió de allá más joven y más sano de lo que había entrado, siendo desterrado de la isla de Patmos, donde fue escrito el Apocalipsis. Después volvió otra vez a Éfeso donde escribió el Evangelio.


 A San Juan Evangelista se le representa con un águila al lado, como símbolo de la elevada espiritualidad que transmite con sus escritos. Ningún otro libro tiene tan elevados pensamientos como su Evangelio.       Según señala San Jerónimo cuando San Juan era ya muy anciano se hacía llevar a las reuniones de los cristianos y lo único que les decía siempre era esto: "hermanos, ámense los unos a otros". Una vez le preguntaron por qué repetía siempre lo mismo, y respondió: "es que ese es el mandato de Jesús, y si lo cumplimos, todo lo demás vendrá por añadidura". San Epifanio señaló que San Juan murió hacia el año 100 a los 94 años de edad


San Juan   « San Juan, natural de Betsaida de Galilea, fue hijo de Zebedeo y de Salomé, y hermano de Santiago el Mayor. Siendo primeramente discípulo de San Juan Bautista y buscándolo con todo corazón el reino de Dios, siguió después a Jesús, y llegó à ser pronto su discípulo predilecto.


 Desde la cruz el Señor le confió su Santísima Madre, de la cual Juan, en adelante, cuidó como de la propia.-    Juan era aquél discípulo «al cual Jesús amaba» y que en la última Cena estaba «recostado sobre el pecho de Jesús» (Juan 13, 23 ), como amigo de su corazón y testigo íntimo de su amor y de sus penas.


 Después de la Resurrección se quedó Juan en Jerusalén como una de las «columnas de la Iglesia» (Gal 2,9 ), y mas tarde se trasladó à Efeso del Asia Menor. Desterrado por Domiciano ( 81 – 96 ) à la isla de Patmos, escribió allí El Apocalipsis.-    À la muerte del tirano pudo regresar à Efeso, ignorándose la fecha y todo detalle de su muerte.-    Además de El Apocalipsis y tres Epístolas, compuso à fines del primer siglo El Evangelio que lleva su nombre, que tiene por objeto robustecer la fe en las mesianidad y divinidad de Jesucristo, á la par que sirve para completar los Evangelios anteriores, principalmente desde el punto de vista espiritual, por lo cual ha sido llamado el Evangelista del amor.


 Su lenguaje es de lo más alto que nos ha legado la Escritura Sagrada, como se ve en el prólogo, que, por la sublimidad sobrenatural de su asunto –los orígenes eterno del Verbo- , no tiene semejante en toda la literatura humana»

Oremos   Himno

Vosotros, que escuchasteis la llamada de viva voz que Cristo os dirigía, abrid nuestro vivid y nuestra alma al mensaje de amor que Él nos envía.


Vosotros, que invitados al banquete  gustasteis el sabor del nuevo vino, llenad el vaso, del amor que ofrece, al sediento de Dios en su camino.


Vosotros, que tuvisteis tan gran suerte de verle dar à muertos nueva vida, no dejéis que el pecado y  que la muerte nos priven de la vida recibida.


Vosotros, que los visteis ya glorioso, hecho Señor de Gloria sempiterna, haced que nuestro amor conozca el gozo de vivir junto à Él la vida eterna.- Amén

Epístola I de San Juan 1,1-4.
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les anunciamos.
Porque la Vida se hizo visible, y nosotros la vimos y somos testigos, y les anunciamos la Vida eterna, que existía junto al Padre y que se nos ha manifestado.
Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos también a ustedes, para que vivan en comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
Les escribimos esto para que nuestra alegría sea completa.
Salmo 97(96),1-2.5-6.11-12.
¡El Señor reina! Alégrese la tierra, regocíjense las islas incontables.
Nubes y Tinieblas lo rodean, la Justicia y el Derecho son la base de su trono.
Las montañas se derriten como cera delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra.
Los cielos proclaman su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria.
Nace la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón.
Alégrense, justos, en el Señor y alaben su santo Nombre.
Evangelio según San Juan 20,2-8.
Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo,
y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.

 Juan Escot Erigene (?- hacia 870), benedictino irlandés
Homilía sobre el prólogo de san Juan, §2


«Lo que existía desde el principio..., lo que hemos contemplado..., os lo anunciamos»

     Pedro y Juan corrieron los dos al sepulcro. El sepulcro de Cristo es la Escritura santa, en la que los misterios más oscuros de su divinidad y de su humanidad están protegidos, me atrevo a decirlo, por una muralla rocosa. Pero Juan corre más que Pedro, porque el poder de la contemplación totalmente purificada penetra los secretos de las obras divinas con una mirada más penetrante y más viva que el poder de la acción, que todavía tiene necesidad de ser purificada.


  Sin embargo es Pedro quien entra primero en el sepulcro; Juan le sigue. Los dos corren, y los dos entran. Aquí Pedro es la imagen de la fe, y Juan representa la inteligencia... La fe, pues, debe entrar la primera en el sepulcro, imagen de la Escritura santa, y la inteligencia entra detrás de ésa...
Pedro, que representa también la práctica de las virtudes, por el poder de la fe y de la acción ve al Hijo de Dios encerrado de manera inefable y maravillosa en los límites de la carne. Juan, que representa la más alta contemplación de la verdad, admira al Verbo de Dios, perfecto en sí mismo e infinito en su origen, es decir, en su Padre. Pedro, conducido por la revelación divina, mira al mismo tiempo las cosas eternas y las cosas de este mundo, unidas en Cristo. Juan contempla y anuncia la eternidad del Verbo para darlo a conocer a las almas creyentes.
 Digo, pues, que Juan es un águila espiritual de vuelo rápido, que ve a Dios; le llamo el teólogo. Domina toda la creación visible e invisible, va mucho más allá de las facultades del intelecto, y entra divinizado en Dios que le da a compartir su propia vida divina.


San Esteban
A San Esteban se le llama "protomártir" porque fue el primer mártir de toda la historia católica. San Esteban era uno de los hombres de confianza de los apóstoles; habló y defendió muy bien a Jesús, que entre los judíos generó cierto desconcierto. Por tal razón, la tradición señala que fue llevado ante el Tribunal Supremo de la Nación, el Sanedrín, para ser acusado con falsos testigos, los cuales argumentaron que Esteban afirmaba que Jesús iba a destruir el templo y a acabar con las leyes de Moisés.
Sin embargo, el santo no se atemorizó, y por el contrario, pronunció un impresionante discurso en el cual fue recordando toda la historia del pueblo de Israel (Hechos 7) y a través del cual exhortó a los judíos a rectificar, reprendiéndolos por haber llegado al extremo de no sólo no reconocer al Salvador, sino de haberlo además crucificado.
Llenos de ira, éstos lo arrastraron fuera de la ciudad y lo apedrearon.
Los que lo apedreaban dejaron sus vestidos junto a un joven llamado Saulo (el futuro San Pablo que se convertirá por las oraciones de este mártir) y que aprobaba aquel delito. Mientras lo apedreaban, Esteban decía: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Y de rodillas dijo con fuerte voz: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado". Y diciendo esto, murió.
Los cristianos lo rescataron y dieron a su cuerpo digna sepultura.


Oremos
Dios todopoderoso y eterno, que concediste a San Esteban luchar por la fe hasta derramar su sangre, haz que, ayudados por su intercesión, soportemos por tu amor nuestras dificultades y con valentía caminemos hacia ti que eres la fuente de toda vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


Libro de los Hechos de los Apóstoles 6,8-10.7,54-59.
Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y signos en el pueblo.
Algunos miembros de la sinagoga llamada "de los Libertos", como también otros, originarios de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia, se presentaron para discutir con él.
Pero como no encontraban argumentos, frente a la sabiduría y al espíritu que se manifestaba en su palabra,
Al oír esto, se enfurecieron y rechinaban los dientes contra él.
Esteban, lleno del Espíritu Santo y con los ojos fijos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios.
Entonces exclamó: "Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios".
Ellos comenzaron a vociferar y, tapándose los oídos, se precipitaron sobre él como un solo hombre;
y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo apedrearon. Los testigos se quitaron los mantos, confiándolos a un joven llamado Saulo.
Mientras lo apedreaban, Esteban oraba, diciendo: "Señor Jesús, recibe mi espíritu".
Salmo 31(30),3-4.6.7.8.17.21.
inclina tu oído hacia mí y ven pronto a socorrerme. Sé para mí una roca protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo,
porque tú eres mi Roca y mi baluarte: por tu Nombre, guíame y condúceme.
Yo pongo mi vida en tus manos: tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
Yo detesto a los que veneran ídolos vanos y confío en el Señor.
¡Tu amor será mi gozo y mi alegría! Cuando tú viste mi aflicción y supiste que mi vida peligraba,
Que brille tu rostro sobre tu servidor, sálvame por tu misericordia;
Tú los ocultas al amparo de tu rostro de las intrigas de los hombres; y los escondes en tu Tienda de campaña, lejos de las lenguas pendencieras.
Evangelio según San Mateo 10,17-22.
Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas.
A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos.
Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento,
porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.
El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir.
Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará. 
San Fulgencio de Ruspe (467-532), obispo
Sermón 3, para la fiesta de san Esteban
«En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.» (Jn 13,35)


     La misma caridad que hizo bajar a Cristo del cielo a la tierra, ha levantado a Esteban de la tierra al cielo. El amor, que precedió en el Rey, ha brillado a continuación en el soldado...
 Allí donde precedió Esteban, martirizado por las piedras de Pablo, lo ha seguido éste, ayudado por las oraciones de Esteban. ¡Oh vida verdadera, hermanos míos, en la que Pablo no queda confundido de la muerte de Esteban, en la que Esteban se alegra de la compañía de Pablo, porque ambos participan de la misma caridad! El amor en Esteban triunfó de la crueldad de los judíos, y en Pablo «la caridad cubrió la multitud de sus pecados» (1P 4,8). En ambos fue el amor respectivo el que los hizo dignos de poseer el Reino de los cielos.
 El amor es la fuente y el origen de todos los bienes, egregia protección, camino que conduce al cielo. El que camina en la caridad no puede temer ni errar. Ella dirige, protege, encamina. Por ello, hermanos, ya que Cristo construyó una escalera de caridad por la que todo cristiano puede ascender al cielo, guardad fielmente la pura caridad, ejercitadla mutuamente unos con otros y, progresando en ella, alcanzad la perfección. 
 Navidad de Nuestro Señor Jesucristo
Cantamos con el himno de I Vísperas de esta fiesta: "Hoy grande gozo en el cielo, todos hacen, porque en un barrio del suelo, nace Dios." ¡Qué gran gozo y alegría, tengo yo! Nace en mí, nace en cualquiera, si hay amor; nace donde hay verdadera comprensión. ¡Qué gran gozo y alegría, tiene Dios. Amén.


Las tinieblas dieron paso a la luz. Las profecías a la realidad. El Martirologio anuncia así este venturoso día, el más bello que contemplaron los siglos: "Jesucristo, eterno Dios e Hijo del eterno Padre, queriendo consagrar el mundo con su misericordiosísimo advenimiento, concebido del Espíritu Santo, pasados nueve meses después de su concepción, nace en Belén de Judá, de la Virgen María, hecho Hombre".


Ha llegado la plenitud de los tiempos, las semanas anunciadas por el profeta Daniel. Los ángeles lo anunciaron a los pastores: "Os anuncio una gran alegría para vosotros y para todo el pueblo: cerca de aquí, en la ciudad de David, acaba de naceros un Salvador, el Cristo, el Señor". A esta inmensa alegría se suman también los cielos y los aires, ya que desde allí se oye el sublime cántico: "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres a quienes Dios ama".


Este día divide toda la historia de la humanidad en dos mitades: Hasta él y desde él. Cristo es el eje de la historia de toda la humanidad y para todos los tiempos. Es la Buena Noticia por excelencia. Por ello el mundo, por los siglos de los siglos, sólo podrá corresponder a tanto amor y benevolencia de parte de Dios, celebrando esta reina de las fiestas con inmenso amor y gratitud. El Hijo de Dios se hace hijo de mujer para hacer al hijo del hombre hijo de Dios.


Las palabras tan profundas de San Juan tienen cumplimiento este día: "En el principio estaba el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios... Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros". Ha llegado la plenitud de los tiempos, de la que habla San Pablo, y el Hijo de Dios quiso nacer de Mujer, y esta Mujer era María.


El himno del Oficio de Lecturas de este día canta los efectos de esta Venida, de este Nacimiento tan singular: "La plenitud del tiempo está cumplida; rocío bienhechor, baja del cielo, trae nueva vida, al mundo pecador. ¡Oh santa noche! Hoy Cristo nacía, en mísero portal; Hijo de Dios recibe de María, la carne del mortal. Hoy, Señor Jesús, el hombre en este suelo, cantar quiere tu amor, y, junto con los ángeles del cielo, te ofrece su loor. Este Jesús en brazos de María, es nuestra redención; cielos y tierra con su brazo unía, de paz y de perdón. Tú eres el Rey de paz, de ti recibe, su luz el porvenir; Ángel del gran Consejo, por ti vive, cuanto llega a existir".


El cristiano hoy debe saltar de alegría. Debe ser generoso. Nadie debiera hoy pasar hambre ni tener sed. Debiera desaparecer la guerra, el odio, el terrorismo, el pecado, la maldad del corazón del hombre. Ante un Niño que a la vez es Dios sólo cabe la postura de clavarse de rodillas y decirle: Te amo, perdóname. Lo viene así a cantar el precioso himno de Laudes: "Hermanos, Dios ha nacido, desde un pesebre. Aleluya. Hermanos, cantad conmigo: «Gloria a Dios en las alturas» . ...Hoy mueren todos los odios, y renacen las ternuras... El corazón más perdido, ya sabe que alguien le busca . ...El cielo ya no está solo, la tierra ya no está a oscuras".
¡Alegría, hermanos, hoy es Navidad! Siempre que hagamos algo bueno... ¡Es Navidad! Que lo sea todos los días de nuestra vida.


Oración
Dios todopoderoso, concédenos que, al vernos envueltos en la luz nueva de tu Palabra hecha carne, hagamos resplandecer en nuestras obras la fe que haces brillar en nuestra mente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


La Natividad del Señor

Invitatorio
Ø Ant. A Cristo que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Ø Salmo 94 (Invitación a la Alabanza Divina)
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándoles gracias aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses; tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes. Suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz: “No endurezcáis el corazón en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años aquella generación me repugnó y dije: “ Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino: por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”.
Ø Ant. A Cristo que por nosotros ha nacido venid adorémosle.
Ø Laudes (Himno)
Hoy grandes gozo en el cielo todos tienen, porque en un barrio del suelo nace Dios.
¡Que gran gozo y alegría tengo yo! Mas no nace solamente en Belén, nace donde hay un caliente corazón.
¡Que gran gozo y alegría tengo  yo! Nace en mí, nace en cualquiera si hay amor; nace donde hay verdadera comprensión.
¡Que gran gozo y alegría tiene Dios! Amén
Ø Ant. 1. “¿ A quién habéis visto, pastores? Hablad contádnoslo, ¿quién se ha aparecido en la tierra? “Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.” Aleluya.
Ø Salmo 62, 2-9 (El alma sedienta de Dios)
¡Oh Dios!; tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.
Ø > Ant. 1. “¿ A quién habéis visto, pastores? Hablad contádnoslo, ¿quién se ha aparecido en la tierra? “Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.” Aleluya.
Ø Ant. 2.  El ángel dijo a los pastores: “ Os anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo”. Aleluya
Ø Cántico Dn 3, 57-58. 56 (Toda la creación alabe al Señor)
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor; ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al
Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid  al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor; ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Ø Ant. 2.  El ángel dijo a los pastores: “ Os anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo”. Aleluya
Ø Ant. 3.  Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios poderoso. Aleluya.
Ø Salmo 149  (Alegría de los Santos)
Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas; con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos:
Para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles.
Ø Ant. 3.  Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios poderoso. Aleluya.
Lectura Breve  (Hb. 1, 1-2)
 A través de muchas etapas y de muchas maneras habló Dios en otro tiempo a nuestros antepasados por ministerio de los profetas; en estos tiempos, que son los últimos, nos ha hablado por medio de su Hijo, a quién ha constituido heredero de todas las cosas y por quién creó los mundos.
Responsorio Breve
Ø V.   El Señor revela su salvación. Aleluya, Aleluya.
Ø R.   El Señor revela su salvación. Aleluya, Aleluya.
Ø V.   Los confines de la tierra la han contemplado.
Ø R.  Aleluya, Aleluya.
Ø V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Ø R.   El Señor revela su salvación. Aleluya, Aleluya.
Cántico Evangélico
Ø Ant. Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Aleluya.
Cántico de Zacarías  (Lc 1, 68–79)
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahan.
Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que  nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Ø Ant. Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Aleluya.
Preces
Glorifiquemos a Cristo, Palabra eterna del Padre, engendrado antes de los siglos y nacido por nosotros en el tiempo, y aclamémoslo, diciendo:
Ø Que se goce la tierra. Señor, ante tu venida.
Cristo, Palabra eterna, que al venir al mundo anunciaste la alegría a la tierra; alegra nuestros corazones con la gracia de tu visita.
Ø Que se goce la tierra. Señor, ante tu venida.
Salvador del mundo, que con tu nacimiento nos has revelado la fidelidad de Dios, haz que nosotros seamos también fieles a las promesas de nuestro bautismo.
Ø Que se goce la tierra. Señor, ante tu venida.
Rey del cielo y de la tierra, que por tus ángeles anunciaste la paz a los hombres, conserva nuestras vidas en tu paz.
Ø Que se goce la tierra. Señor, ante tu venida.
Señor, tú que viniste para ser la vid verdadera que nos diera el fruto de la vida, haz que permanezcamos siempre en ti y demos fruto abundante.
Ø Que se goce la tierra. Señor, ante tu venida.
Se pueden añadir intenciones libres....................
Ø Que se goce la tierra. Señor, ante tu venida.
Con el deseo de que la Luz de Cristo ilumine a todos los hombres y que su amor se extienda por toda la tierra, pidamos al Padre que su reino venga a nosotros: Padre nuestro.


Oración


Dios todopoderoso, concédenos que, al vernos envueltos en la luz nueva de tu Palabra hecha carne, hagamos resplandecer en nuestras obras la fe que haces brillar en nuestra mente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. 
San Basilio (hacia 330-379), monje y obispo de Cesarea en Capadocia, doctor de la Iglesia
Homilía sobre el nacimiento de Cristo; PG 31, 147


«Hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre»

     «Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría» (Mt 2,10). Hoy, también nosotros, acogemos en nuestros corazones esta gran alegría, alegría que los ángeles anuncian a los pastores. Adoremos con los magos, démosle gloria con los pastores, cantemos con los ángeles: «Hoy nos ha nacido un salvador que es Cristo, el Señor; el Señor Dios se nos ha aparecido»...
     Esta fiesta es común a la creación entera: en el cielo las estrellas corren, los magos llegan de países paganos, la tierra le recibe en una gruta. No hay nada que no contribuya a esta fiesta, nada que no venga con las manos llenas. También nosotros, hagamos estallar un canto de alegría...; festejemos la salvación del mundo, el día del nacimiento de la humanidad. Hoy ha sido abolida la condena que golpeó a Adán. Que nadie diga nunca jamás: «Eres tierra y a la tierra volverás» (Gn 3,19) sino: «Unido al que ha bajado del cielo, eres exaltado en el cielo»...
     «Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, eterno es su poder» (Is 9,5)... ¡Qué abismo de bondad y de amor hacia los hombres! Únete, pues, en la alegría a los que reciben a su Señor que baja del cielo, y a los que adoran al Gran Dios en este niño. El poder de Dios se manifiesta en este cuerpo como la luz por las ventanas, y resplandece a los ojos de aquellos que tiene limpio el corazón (Mt 5,8). Entonces, con  ellos podremos «con el rostro descubierto reflejar como en un espejo la gloria del Señor, y ser transfigurados en esa misma imagen cada vez más gloriosos» (2C 3,18), por la gracia de nuestro Señor Jesucristo y su amor por los hombres.


jueves 25 Diciembre 2008
La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo ,   La Natividad del Señor  (Oración especial )
Libro de Isaías 52,7-10.
¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz, del que anuncia la felicidad, del que proclama la salvación, y dice a Sión: "¡Tu Dios reina!".
¡Escucha! Tus centinelas levantan la voz, gritan todos juntos de alegría, porque ellos ven con sus propios ojos el regreso del Señor a Sión,
¡Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén, porque el Señor consuela a su Pueblo, él redime a Jerusalén!
El Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, verán la salvación de nuestro Dios.
Salmo 98(97),1-6.
Salmo. Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria.
El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos.
Canten al Señor con el arpa y al son de instrumentos musicales;
con clarines y sonidos de trompeta aclamen al Señor, que es Rey.
Carta a los Hebreos 1,1-6.
Después de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los Profetas, en muchas ocasiones y de diversas maneras,
ahora, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo el mundo.
El es el resplandor de su gloria y la impronta de su ser. El sostiene el universo con su Palabra poderosa, y después de realizar la purificación de los pecados, se sentó a la derecha del trono de Dios en lo más alto del cielo.
Así llegó a ser tan superior a los ángeles, cuanto incomparablemente mayor que el de ellos es el Nombre que recibió en herencia.
¿Acaso dijo Dios alguna vez a un ángel: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy? ¿Y de qué ángel dijo: Yo seré un padre para él y él será para mi un hijo?
Y al introducir a su Primogénito en el mundo, Dios dice: Que todos los ángeles de Dios lo adoren.
Evangelio según San Juan 1,1-18.
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo".
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.
miércoles 24 Diciembre 2008
 San Gregorio ,   San Charbel Makhuf
Libro de Isaías 9,1-6.
El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz.
Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia. como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín.
Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián.
Porque todas las botas usadas en la refriega y las túnicas manchadas de sangre, serán presa de las llamas, pasto del fuego.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: "Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz".
Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David y para su reino; él lo establecerá y lo sostendrá por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto.
Salmo 96(95),1-2.2-3.11-12.13.
Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre, día tras día, proclamen su victoria.
canten al Señor, bendigan su Nombre, día tras día, proclamen su victoria.
Anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos.
Alégrese el cielo y exulte la tierra, resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos, griten de gozo los árboles del bosque.
Griten de gozo delante del Señor, porque él viene a gobernar la tierra: él gobernará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad.
Carta de San Pablo a Tito 2,11-14.
Porque la gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado.
Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad,
mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús.
El se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.
Evangelio según San Lucas 2,1-14.
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo.
Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria.
Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David,
para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre;
y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche.
De pronto, se les apareció el Angel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor,
pero el Angel les dijo: "No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo:
Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.
Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre".
Y junto con el Angel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
"¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!". 


San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense del siglo XII y doctor de la Iglesia
5º sermón para la vigilia de Navidad.


«La gloria del Señor lo envolvió con su luz»

     La noche envolvía al mundo entero antes de que se elevara la luz verdadera, antes del nacimiento de Cristo; también en cada uno de nosotros, antes de nuestra conversión y de nuestra regeneración interior, reinaba la noche. ¿Acaso sobre el rostro de la tierra no había la noche más profunda y las tinieblas más espesas cuando nuestros padres honraban a dioses falsos?... ¿Y no había sobre nosotros otra sombría noche cuando vivíamos sin Dios en este mundo, siguiendo nuestras pasiones y los atractivos de este mundo, haciendo cosas de las cuales hoy nos enrojecemos por ser también obra de las tinieblas?... 
     Pero ahora os habéis liberado de vuestro sueño, os habéis santificado, pasando a ser hijos de la luz, hijos del día y no de las tinieblas ni de la noche (1Tes 5,5)... «Mañana veréis en vosotros la majestad de Dios». Hoy, el Hijo se ha hecho justicia venida de Dios; mañana, se manifestará como vida nuestra, para que aparezcamos con él en la gloria. Hoy, por nosotros, ha nacido un niño, para privar que nos elevemos en un a gloria vana y, convirtiéndonos, lleguemos a ser como niños. Mañana se va a mostrar en toda su grandeza para incitar nuestra alabanza y para que también nosotros podamos ser glorificados y alabados cuando Dios otorgará a cada uno su gloria... «Seremos semejantes a él porque le veremos tal cual es» (1Jn 3,2). Hoy, en efecto, no le vemos en sí mismo sino como en un espejo (1C 13,12); ahora recibe lo que se eleva de nosotros. Pero mañana le veremos en nosotros, cuando nos dará lo que depende de él, cuando se mostrará tal cual es en sí mismo y nos tomará para elevarnos hasta él.


lunes, 22 de diciembre de 2008

«Se le soltó la boca y la lengua empezó a hablar bendiciendo a Di

Tiempo de Navidad  y Epifanía
El tiempo de Navidad celebra los primeros misterios salvadores de la
vida del Señor, misterios que son anuncio y comienzo de nuestra redención,
que culmina en el Misterio de la Pascua. En este sentido las Normas
Universales del Año litúrgico y del Calendario en el número 32 señalan:
"después de la anual evocación del misterio pascual la Iglesia no tiene
nada más santo que la celebración del nacimiento del Señor y de sus
principales manifestaciones"; marcando, no sólo la importancia en sí de la
celebración de los misterios de la Navidad, sino también resaltando su
vinculación con la Pascua. El Verbo de Dios se hace hombre por nosotros
y por nuestra salvación, es decir, nace para morir y resucitar. No es de
extrañar que en los antiguos calendarios litúrgicos romanos figuran la
siguiente expresión en el día 25 de diciembre: Nacimiento del Señor en la
carne: Pascua.
La liturgia de la Navidad y de la Epifanía celebra la alabanza y la acción
de gracias al Señor de la gloria que se manifiesta como salvador uniéndose
a la humildad de nuestra carne, para que en un maravilloso intercambio,
nosotros nos hagamos partícipes de su naturaleza divina. En el nacimiento
del Verbo, la luz, que estaba junto al Padre, se nos manifiesta con
un nuevo resplandor, un resplandor de plenitud del día, pues Cristo sin
dejar la gloria del Padre aparece en nuestro mundo, se nos manifiesta y
revela (Cf. Prefacios de Navidad).  
El tiempo de la Navidad, es la alabanza
de la Iglesia por el esplendor de la gloria de la palabra encarnada, dando
gracias por el comienzo del tiempo de la plenitud de la revelación. Todo en
Navidad hace referencia a la manifestación del Verbo de Dios: a los
pastores, a los Magos, a Simeón y Ana; en la vida de familia en Nazaret;
en la sabiduría niño Jesús entre los doctores y su crecimiento en santidad
y gracia; para concluir con los grandes signos que inauguran el ministerio
público del Mesías: el bautismo de Jesús y las bodas de Caná.
Al mismo tiempo, expresa en el memorial de la celebración, que la revelación de Cristo se cumple en la Iglesia, prolongación de la humanidad del Verbo en
la historia. Así, las fiestas de los Santos Inocentes y de San Esteban,
primeros mártires de Cristo, como también la fiesta y la lectura continuada
de la primera carta de San Juan muestran los signos de cómo el misterio
Pascual, anunciado en la Encarnación del Verbo, se realiza, eficazmente,
en la Iglesia.
Por supuesto, la preocupación litúrgica no es cronológica sino
mistagógica, es decir, no es evocar acontecimientos pasados, sino entrar
en comunión con el Señor vivo en la celebración de sus misterios. Es
Cristo el que en el tiempo de Navidad otorga a su Iglesia la posibilidad de
celebrar el don que le ha otorgado al hacerse hombre y habitar entre los
hombres. Navidad es el misterio de los desposorios de Dios con la humanidad, porque a través de la humanidad de Cristo, Dios se ha unido a todo hombre, dando el auténtico sentido a la vida humana, iluminándola con la luz de la verdad, de la paz y del amor de Dios, entregado en la vida de
Cristo y manifestado en la Eucaristía, memorial perpetuo del sacrificio de
Cristo en la Cruz, de su Resurrección gloriosa y del envío del Espíritu
Santo.
Así todos los acontecimientos celebrados en este tiempo, y de
manera explícita en la revelación del anciano Simeón y la persecución de
Herodes, nos anuncian la futura entrega de Cristo por amor a nosotros
y a Dios, así como nuestra necesidad de entregarnos en comunión con
él, con su cuerpo, para tener la vida eterna. Una comunión en su muerte,
que se hará sacramentalmente efectiva en nuestro bautismo, en
donde Dios nos hará hijos en el Unigénito amado, haciéndonos partícipes
de su Resurrección.
Libro de Malaquías 3,1-4.23-24.
Yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino delante de mí. Y en seguida entrará en su Templo el Señor que ustedes buscan; y el Angel de la alianza que ustedes desean ya viene, dice el Señor de los ejércitos.
¿Quién podrá soportar el Día de su venida? ¿Quién permanecerá de pie cuando aparezca? Porque él es como el fuego del fundidor y como la lejía de los lavanderos.
El se sentará para fundir y purificar: purificará a los hijos de Leví y los depurará como al oro y la plata; y ellos serán para el Señor los que presentan la ofrenda conforme a la justicia.
La ofrenda de Judá y de Jerusalén será agradable al Señor, como en los tiempos pasados, como en los primeros años.
Yo les voy a enviar a Elías, el profeta, antes que llegue el Día del Señor, grande y terrible.
El hará volver el corazón de los padres hacia sus hijos y el corazón de los hijos hacia sus padres, para que yo no venga a castigar el país con el exterminio total.
Salmo 25(24),4-5.8-9.10.14.
Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador, y yo espero en ti todo el día.
El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres.
Todos los senderos del Señor son amor y fidelidad, para los que observan los preceptos de su alianza.
El Señor da su amistad a los que lo temen y les hace conocer su alianza.
Evangelio según San Lucas 1,57-66.
Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo.
Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.
A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre;
pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan".
Ellos le decían: "No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre".
Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran.
Este pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es Juan". Todos quedaron admirados.
Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.
Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea.
Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?". Porque la mano del Señor estaba con él.

 San Ireneo de Lyón (hacia 130-hacia 280), obispo, teólogo y mártir
Contra la herejías III, 10,1


«Se le soltó la boca y la lengua empezó a hablar bendiciendo a Dios»

     A propósito de Juan Bautista leemos en Lucas: «Será grande a los ojos del Señor, y convertirá mucho israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto» (1,15-17). ¿Por qué, pues, ha preparado un pueblo, y delante qué Señor él ha sido grande? Sin ninguna duda que delante de Aquel que ha dicho que Juan era «más que un profeta» y que «no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista» (Mt 11,9.11). Porque él preparaba un pueblo anunciando por adelantado a sus compañeros de servidumbre la venida del Señor, y predicándoles la penitencia a fin de que, cuando el Señor se hiciera presente, todos se encontraran en estado de recibir su perdón y poder regresar a Aquel para quien se habían hecho extraños por sus pecados...
Sí, «en su misericordia» Dios «nos ha visitado, Sol que viene de lo alto; y ha brillado para los que estaban sentados en tinieblas y en sombras de muerte, y ha dirigido nuestros pasos por el camino de la paz» (Lc 1,78-79). Es en estos términos que Zacarías, liberado ya del mutismo en que había caído a causa de su incredulidad, y lleno de un Espíritu nuevo, bendecía a Dios de una nueva manera. Porque en adelante todo era nuevo, por el hecho de que el Verbo, por un proceso nuevo venía a cumplir el primer designio de su venida en la carne para que el hombre, que se había alejado de Dios, fuera por él reintegrado en la amistad con Dios .Y es por ello que este hombre aprendía a honorar a Dios de una manera nueva


Los Misterios del Rosario






El Rosario con el Papa Juan Pablo IILos invito a orar con el corazón y no sólo por hábito. Algunos vienen pero no quieren progresar en la oración. Por tanto, Yo quiero suplicarles: oren para que en todo momento la oración prevalezca en sus corazones.Medjugorje,  2 de mayo de 1985 Medjugorje
Miércoles 03 diciembre 2008



“¡Queridos hijos! Dios los ha elegido para realizar sus grandes proyectos en este santo tiempo de alegre espera. Hijos míos, sean humildes. Por medio de vuestra humildad Dios, con su sabiduría, hará de sus almas una morada elegida. La iluminarán con las buenas obras y así, con corazón abierto, esperarán el nacimiento de mi Hijo en todo su amor generoso. Les doy gracias, hijos queridos.”

Medjugorje, mensaje del 2 de diciembre
dado a través de Mirjana

 


 

 Los Misterios del Rosario

A la contemplación del rostro de Cristo sólo se llega escuchando, en el Espíritu, la voz del Padre, pues «nadie conoce bien al Hijo sino el Padre»...


 

Misterios Gozosos  (lunes y sábados)




  1. La Anunciación del ángel a María Santísima y la Encarnación del Hijo de Dios (Lucas 1, 26-38)
  2. La Visitación de María Santísima a su prima Isabel (Lucas 1, 39-56)
  3. El Nacimiento del Hijo de Dios en el portal de Belén (Lucas 2, 1-20)
  4. La Presentación del Niño Jesús en el templo y la Purificación de María Santísima (Lucas 2, 22-38)
  5. El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo (Lucas 2, 41-50)

Misterios Luminosos  (jueves)

  1. El Bautismo de Jesús por Juan en el Río Jordán (Mateo 3, 13-17; Marcos 1, 9-11; Lucas 3, 21-22)
  2. La Autorrevelación de Jesús en las bodas de Caná (Juan 2, 1-11)
  3. El Anuncio del Reino de Dios e invitación a la conversión (Mateo 4, 12-17; Marcos 1, 14-15; Lucas 4, 14-21)
  4. La Transfiguración de Cristo en el monte Tabor (Mateo 17, 1-8; Marcos 9, 2-8; Lucas 9, 28-36)
  5. La institución de la Eucaristía (Mateo 26, 26-29; Marcos 14, 22-25; Lucas 22,19-20)

Misterios Dolorosos  (martes y viernes)

  1. La Oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní (Mateo 26, 36-46; Marcos 14, 32-42; Lucas 22, 39-46)
  2. La Flagelación de Jesús atado a la columna (Juan 18, 36-40; 19, 1)
  3. La Coronación de espinas (Mateo 27, 27-30; Marcos 15, 16-19; Juan 19, 2-3)
  4. Jesús con la Cruz a cuestas camino al Calvario (Mateo, 27, 31-32; Marcos 15, 20-21; Lucas 23, 26-31; Juan 19, 14-22)
  5. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo (Lucas 23, 33-34, 44-46; Juan 19, 25-37)

Misterios Gloriosos
(miércoles y domingos)



  1. La Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo (Mateo 28, 1-7; Marcos 16, 1-9; Lucas 24, 1-8; Juan 20, 1-9)
  2. La Ascensión de Jesús al Cielo (Marcos 16, 19; Lucas 24, 50-51; Hechos 1, 9-11)
  3. La Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles el día de Pentecostés (Hechos 2, 1-4)
  4. La Asunción de la Virgen María al Cielo (Salmo 16, 8-11; 1Corintios 15, 20-22)
  5. La Coronación de María como Reina y Señora de todo lo creado (Apocalipsis 12, 1; Lucas 1, 48-49)  

El Rosario con el Papa Juan Pablo II  P. Clemente Larose, C.S.V. Legión de María Org

En octubre 2002, al empezar el vigésimo quinto aniversario de su pontificado, el Papa Juan Pablo II nos ha dado una linda carta pastoral sobre el Rosario de la Virgen María proclamando el Año del Rosario. A veces, al recibir un nuevo documento, lo leemos rápidamente y le archivamos sin apreciarlo a su verdadero valor. Al leer y releer con atención esa carta del Papa, nos demos cuenta que no ha sido escrita solamente con su cabeza, pero sobre todo con su corazón. ¿Quién no conoce su amor por María y su divisa "Totus Tuus"? De allí, nos viene lo que es tal vez uno de los más lindos documentos de su pontificado.


Una persona que se inscribe a un programa de condicionamiento físico para mantenerse en forma y conservar la salud se busca primero un buen director técnico, y sigue sus consejos para alcanzar buenos resultados. No hay edad para pensar que no podemos mejorar. Lo mismo para nuestra manera de rezar el Rosario.


En Fátima, cuando la Virgen preguntó a Francisco si rezaba bien su rosario, contestó: "¡OH, no muy bien, Señora!". Sus esfuerzos para rezarle mejor han hecho que alcanzó una gran santidad en los dos años de vida que le quedaban.


Hay de esas oraciones que son siempre buenas. Nos hemos acostumbrado a "decir el rosario", tal vez desde nuestra infancia, pero, ¿cómo lo rezamos?. El Rosario que tiene la sencillez de una oración popular, es capaz de hacernos avanzar en el camino de la santidad si le rezamos como de debe.                           

Un color espiritual

Según los misterios que meditamos, el rosario da a nuestros días un cierto "color" espiritual de alegría, de esperanza, de tristeza, de agradecimiento, etc. Hay que dejarse mecer por la contemplación de los diferentes momentos de la vida de María ligada a la vida de Jesús. Ese método de oración basado en la repetición sirve a favorecer su asimilación. Los enamorados no se cansan de repetirse las palabritas de amor, que parecen siempre nuevas según los sentimientos que las inspiran.


No debemos sorprendernos de la necesidad de un método para mejorar nuestra manera de "rezar el Rosario". Hay personas que buscan en las otras religiones nuevas maneras de meditar, que tienen elementos positivos y a veces compatibles con nuestra experiencia cristiana. Pero, a veces esos elementos extraños esconden un fondo ideológico inaceptable.


Le meditación del rosario contiene unas características propias que responden a las exigencias específicas de la vida cristiana. Aún si el Rosario debe ser en sí una contemplación, no debemos olvidar su meta verdadera que es de introducirnos de manera natural en la vida de Cristo, y de hacernos "respirar" sus sentimientos, como lo ha hecho María.

Modo de empleo

En su carta pastoral, el Papa, nos comunica su experiencia personal. Sigámosle. El anuncio del misterio y la posibilidad de contemplar una estampa que le representa ayudan a concentrar nuestra atención. El elemento visual permite fijarnos sobre los diferentes momentos de la vida de Cristo y favorece la concentración del espíritu sobre el misterio enunciado. Es evidente que el rosario es limitado a unos momentos principales de la vida de Cristo. Pero, desde allí nos puede conducir fácilmente a contemplar el resto del Evangelio, sobre todo cuando se reza en unos momentos de recogimiento prolongados.


Es provechoso favorecer una mayor profundidad de la meditación leyendo el pasaje bíblico que le corresponde. La palabra inspirada debe ser escuchada con la certeza que es Palabra de Dios, pronunciada para mí, hoy. No se trata de recordar una información ya conocida, sino de dejar el Señor hablarnos al corazón en ese mismo instante. Se preconiza un tiempo de silencio para ayudar a la asimilación del misterio mencionado. El redescubrimiento del valor del silencio es uno de los secretos para la práctica de la contemplación y de la meditación. Es el gran descubrimiento de los jóvenes de Taizé. Tomar conciencia del hecho de que nuestra sociedad es condicionada por la tecnología y los medios de comunicación social, nos lleva a redescubrir la necesidad del silencio.


Veamos ahora cada una de las tres principales oraciones que componen el rosario mismo.


El "Padre Nuestro"
Es la oración misma que Jesús enseñó a sus apóstoles. Con el Padre Nuestro, Jesús nos introduce en la intimidad de su Padre, lo que hace de nosotros sus hermanos al comunicarnos su Espíritu. Formamos "su" gran familia. El Padre Nuestro deviene como el fundamento de la meditación que seguirá con el rezo meditativo de los Ave María.

El "Dios te Salve María"
Los diez "Dios te Salve María", rezados lentamente, hacen del rosario una oración mariana por excelencia. Esa repetición nos ayuda a contemplar con alegría, admiración y agradecimiento el más grande milagro de la historia. Esas palabras del Arcángel Gabriel dirigidas a María y las palabras de su prima Isabel expresan la admiración del Cielo y de la tierra para ella. Es la admiración de Dios por su obra maestra, la Encarnación del Verbo en el seno virginal de María.
El nombre de Jesús, en el corazón del Ave María, es el hilo que nos orienta hacia la secunda parte de la oración, en donde dirigiéndonos a María, confiamos a su maternal intercesión nuestra vida presente y la hora de nuestra muerte.

El "Gloria al Padre"
No damos siempre la importancia merecida al "Gloria al Padre". Esa alabanza a la Trinidad es la meta de la contemplación cristiana. Cristo mismo es el camino que nos conduce al Padre en el Espíritu. Al rezar esa alabanza como se debe, nos ubicamos frente al misterio de las tres Personas Divinas que debemos alabar, adorar y agradecer.
Es importante que el "Gloria" que es la sima de la contemplación sea bien subrayado. En vez de devenir una simple conclusión, eleva nuestra contemplación a la altura del Tabor, en donde "es tan agradable vivir".

Como buenos deportivos sigamos nuestro director técnico, el Papa Juan Pablo II, revisemos nuestros métodos y seamos fieles a nuestro entrenamiento cotidiano. El mismo rosario, que hemos rezado como una rutina durante muchos años, puede devenir una oración totalmente diferente, capaz de hacernos descubrir ese tesoro que está a nuestro alcance, pero que tal vez no hemos sabido apreciar como se debe.

Un deseo para terminar

¡Qué esa llamada del Papa no sea hecha en vano! Si nuestra primera lectura de la Carta Pastoral sobre el rosario ha sido rápida, volvamos a leerla para descubrir toda su profundidad y toda su riqueza. Aún, si el año del Rosario ha concluido, no hemos terminado de aprender. Nos falta todavía mucho trecho. Seguramente, después de habernos puestos a la escuela del Papa con perseverancia, nuestra manera de "orar" el rosario será ciertamente transformada.






La historia del Santo Rosario

Predicar el Salterio no es otra cosa que inducir al pueblo a devoción, penitencia, desprecio del mundo y reverencia a la Iglesia...


La historia del Santo Rosario  Fr. Carlos Amado Luarca  Dominicos Org Mx                                      Vosotros me preguntáis si fue santo Domingo realmente el fundador del Rosario; os declaráis perplejos y llenos de dudas sobre este punto. Mas ¿qué hacéis de tantos oráculos de soberanos Pontífices como León X, Pío V, Gregorio XIII, Sixto V, Clemente VIII, Alejandro VII, Inocencio XI, Benedicto XIII, y otros varios, todos unánimes en atribuir a santo Domingo la institución del Santísimo Rosario? (Benedicto XIV PP)  

El Salterio de María        

Cuando la furia de los emperadores se desbordó sobre los primeros cristianos, se decretaron en todo el Imperio Romano las llamadas persecuciones romanas, iniciadas en el año 64 por el emperador Nerón y abolidas definitivamente hasta el año 313 por el emperador Constantino, el primer emperador cristiano de Roma.                                                                                      Durante ese tiempo, muchos cristianos dieron el testimonio de su fe derramando su propia sangre en medio de los más increíbles tormentos. Sin embargo, no todos los cristianos se sintieron llamados a dar la vida de una manera cruenta en la defensa de su fe. Algunos de ellos, sabiéndose débiles, prefirieron salir de las ciudades y refugiarse en los desiertos, donde encontraron en la soledad un medio maravilloso de comunicación con Dios.

Durante las persecuciones y sobre todo al terminar éstas, aquellos ermitaños comenzaron a organizarse en formas cada vez más complejas, hasta dar por resultado el nacimiento de los grandes monasterios en el siglo VI con san Benito de Nursia, mientras que elevaban sus rezos de una manera también cada vez más organizada.


Comenzaron los ermitaños por recitar diariamente los 150 salmos que componen el Salterio de la Sagrada Escritura. Son estos 150 poemas que recogen la oración del antiguo pueblo de Israel, y que contienen al mismo tiempo elementos que nos ayudan a elevar nuestra mente a Dios para contemplar su verdad y su amor infinitos.


Poco a poco esa recitación de los salmos se hizo parte fundamental de la vida de los ermitaños que al organizarse en monasterios, se transformó en el rezo del oficio divino, también llamado "Liturgia de las Horas", porque se reparten a lo largo del día para santificarlo. Sin embargo, como muchos de aquellos monjes trabajaban duramente en los campos para lograr el sostenimiento de su monasterio, además de que, como sucedía en el mundo antiguo, eran pocos los que sabían leer para seguir los grandes libros corales, surgió el cambiar la recitación de los salmos, o al menos de algunos de ellos, por el rezo del "Padre Nuestro" o de algunas otras oraciones.


Muy pronto nació también el llamado "Salterio de María" conocido también como "Horas de la Virgen", que derivó con el tiempo hacia el llamado "Oficio Parvo" constituido también por una serie de salmos, distribuidos en las diferentes horas del día en honor de la Santísima Virgen María.


Como sucedía con la "Liturgia de las Horas", en el "Salterio de María" los monjes empezaron a cambiar los salmos por oraciones a la Madre de Dios, dando origen a las primeras manifestaciones de lo que más tarde sería el Rosario. Santo Domingo y el nacimiento del Rosario


Santo Domingo de Guzmán, es considerado con toda justicia el padre y fundador del Rosario, pues logró unir lo que en esencia es el rezo de esta maravillosa devoción: la recitación de las plegarias a la Madre del Redentor, con la meditación de los misterios de la vida, muerte y resurrección de Cristo; porque el rezo del Rosario consiste fundamentalmente en la meditación de esos misterios al tiempo que se repite el rezo del "Avemaría", y esto es precisamente lo que el santo Patriarca de los Predicadores (Dominicos) formuló, al unir la contemplación de los misterios de nuestra redención a la invocación a la Madre del Redentor.


En efecto, la contemplación de las verdades de la fe, a partir de la oración y del estudio, es el medio fundamental que santo Domingo encuentra para prepararse eficazmente para la predicación del Evangelio, y el Rosario, es el compendio de estas verdades de la fe, que meditadas de la mano de María, nos da la oportunidad de adentrarnos en una profunda contemplación.


El propio santo Domingo, que vivía en una oración constante, "hablando con Dios o de Dios", "estaba tan acostumbrado a arrodillarse, que en los viajes, en las posadas, después de las fatigas del día y del camino, mientras los hermanos dormían y se entregaban al descanso, volvía a sus genuflexiones como a su propio ejercicio y ministerio", nos relata un autor contemporáneo del Santo, y a cada una de estas genuflexiones correspondía a una alabanza a la bienaventurada Virgen María, y "con tal ejemplo, más con los hechos que con las palabras enseñaba a los hermanos a orar de esta misma manera".


Así, los frailes antiguos de la Orden de Predicadores, siguiendo el ejemplo de santo Domingo, según nos relata otro autor de la época, "hechas las dichas devociones a la Virgen bienaventurada, unos se arrodillaban cien, otros, doscientas veces entre el día y la noche, y decían otras tantas veces el Avemaría"; devoción que las monjas dominicas, imitando al santo Patriarca también multiplicaban sus genuflexiones mientras repetían la salutación a la bienaventurada Virgen María.


Para los frailes, monjas y seglares de la Orden de Predicadores que repetían ya el "Avemaría" desde muy antiguo, esta plegaria es no solamente una invocación a María; sino también una profesión de fe católica, pues entre los errores de los albigenses estaba el negar la maternidad divina de María.


El Maestro de la Orden Humberto de Romans (+1277) tratando del modo de orar de los novicios de la Orden, dice expresamente: "En primer lugar el novicio después de los Maitines de la bienaventurada Virgen medite y considere con ardor los beneficios de Dios, a saber, sobre la encarnación, nacimiento, pasión y otras cosas en general... y después diga el Padrenuestro y el Dios te salve, María... Después de Completas recuerde los beneficios de Dios, de la forma indicada al principio de estos 'Modos de orar'... y podrá también añadir Salve Regina, etc., con otras antífonas y oraciones de la bienaventurada Virgen".


Así, dentro de la Orden de Predicadores y alrededor de ella, comenzó a difundirse esta saludable devoción, que poco a poco fue organizándose hasta alcanzar la manera como hoy la conocemos.    


La organización de los Misterios del Rosario


Durante los siglos XIII y XIV, las meditaciones de los gozos y dolores de la Madre del Señor fueron ampliamente difundidas desde diferentes partes. Ugo Fulco, quien más tarde sería Papa con el nombre de Clemente IV (1265-1268), escribió un poema sobre "los siete gozos de la Virgen": la Anunciación, el Nacimiento, la Adoración de los Reyes, la Resurrección, la Ascensión, la Asunción y la Coronación de la Virgen. San Vicente Ferrer (1350-1419), por su parte, comparte esta devoción a los gozos de María, con la única diferencia que añade la Venida del Espíritu Santo, resumiendo la Asunción y la Coronación en un sólo gozo: la Glorificación de la Virgen.


Por su parte, los frailes de la Orden de los Servitas, nacidos en 1249, con el apoyo de san Pedro de Verona, inician su devoción a los "dolores de la Virgen", que se reducía a recitar un Padrenuestro y siete Avemarías por cada uno de los siete dolores de la Virgen Santísima.


Ya en el siglo XV, los misterios del Rosario llegaron a su expresión actual. A mediados de ese siglo, fray Alan de la Roche, mejor conocido como venerable Alan de la Roche, también conocido como Alano de Rupe (1428-1478), promovió una cruzada de predicación sobre el "Salterio de Cristo y de María" como él llamaba al Rosario, "hablando de él con tanto calor y atribuyéndole tales virtudes por sus preces y meditaciones, que compendiaba en él lo más esencial de la vida cristiana. Tan comprensivo concibe él el Salterio mariano que llega a escribir en uno de sus arrebatos: "Constantemente afirmo: predicar el Salterio no es otra cosa que inducir al pueblo a devoción, penitencia, desprecio del mundo y reverencia a la Iglesia".


La intensa actividad desarrollada por este gran apóstol, fundador de la Cofradía del Rosario en la ciudad de Douai (Francia) el año de 1470, a la que tan sólo en la región de Flandes se adhirieron unas cincuenta mil personas durante su vida, según él mismo lo relata, y el apostolado rosariano del convento de Colonia (Alemania), encabezado por su prior el padre Jacobo Sprenger en esos mismos años, en los que se fundó la Cofradía de Colonia, modelo de todas las demás, siendo la primera con aprobación apostólica (1476) , lograron que el Papa Sixto IV en la bula "Ea quae ex fidelium", firmada en mayo de 1479, consagrara el Rosario como fórmula maravillosa de oración para la vida de la Iglesia, estableciendo ya quince decenas de Avemarías precedidas por un Padrenuestro, prohibiéndose más tarde nuevas formas de "rosarios" distintas de ésta.


Por fin, san Pío V (1566-1572), por medio de la bula "Consueverunt Romani Pontifices", del 17 de septiembre de 1569, establece definitivamente la forma del rezo del Rosario a la manera como lo conocemos actualmente.


El desarrollo de la Cofradía del Rosario se manifestó de manera especial en la creación de movimientos apostólicos de oración que se convirtieron poco a poco en elementos medulares de la misma Cofradía. En 1635, fray Timoteo Ricci (+ 1643), fundó en el convento de San Marcos de Florencia el primer movimiento del Rosario Perpetuo, fomentando también la saludable costumbre del rezo público del Rosario en las iglesias, alternando dos coros. Esta nueva devoción se propagó ampliamente por Italia y Francia principalmente, y luego por toda Europa. Originalmente, en el Rosario Perpetuo, sólo se exigía el rezar el rosario completo en una hora de guardia anual.


Además surgió también, de acuerdo a lo que nos refiere san Luis María Grignon de Monfort, la asociación del Rosario cotidiano, en el que cada persona se comprometía a rezar diariamente los quince misterios del Rosario.


La celebración de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario


La intensa labor desarrollada por el Papa san Pío V en el corto tiempo de su pontificado (1566-1572), se concentró en las reformas pedidas por el concilio de Trento (1547-1563). Así publica el Catecismo Romano (1566); declara a santo Tomás de Aquino como "Doctor de la Iglesia", para impulsar la renovación de la formación teológica de los clérigos en los seminarios (1567), publica el Breviario Romano (1568), y el Misal Romano (1570) en uso hasta la reforma del Vaticano II.


El propio Pío V, Antonio Ghislieri, fraile dominico que tomara el nombre de Pío al ingresar a la Orden en el convento de Voghera en 1518 con tan sólo catorce años de edad, se distinguió por un ardiente amor a la Madre del Señor. Siendo ya Sumo Pontífice, logró unir a los príncipes cristianos de su tiempo en una cruzada común contra los otomanos, que desde Chipre se disponían a invadir Europa penetrando por Nápoles al sur de Italia, logrando una célebre victoria naval en el golfo de Lepanto, el 7 de octubre de 1571. El Papa atribuyó la victoria a la especial protección de María en su devoción del Rosario, a quien había encomendado, junto con toda la Iglesia, la cruzada, y para conmemorar su patrocinio instituyó la fiesta de Nuestra Señora de la Victoria que se celebró el primer domingo de octubre de 1572, y que el Papa Gregorio XIII confirmó con el título del Santísimo Rosario.


Años más tarde, Clemente XI extendió esta fiesta a toda la Iglesia Universal, y el Papa León XIII, llamado también el Papa del Rosario por medio de la Encíclica "Supremi Apostolatus" del 1º de septiembre de 1883, extendió la celebración de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario a todo el mes de octubre, como hasta hoy se celebra entre nosotros, siendo el Papa san Pío X, quien fijó definitivamente para toda la Iglesia Católica la fiesta el día 7 de octubre.


El 16 de octubre de 2002, el Papa Juan Pablo II publicó la Carta Apostólica "Rosarium Virginis Mariae", sobre el Rosario de la Virgen María, en la que introduce cinco nuevos misterios, los Misterios de la Luz o Luminosos. Con esta carta Apostólica, el Papa daba comienzo al "Año del Rosario", que se extendió hasta el mes de octubre de 2003, ofreciéndolo especialmente por la paz en el mundo y en la familia.







¿Qué es el Santo Rosario?

El Rosario o salterio de la Virgen, es un modo piadosísimo de oración, al alcance de todos, que consiste en ir repitiendo el saludo del ángel a María...

¿Qué es el Santo Rosario? 


La mejor definición del Rosario la dio el Papa San Pío V en su "Bula" de 1569: "El Rosario o salterio de la Santísima Virgen, es un modo piadosísimo de oración, al alcance de todos, que consiste en ir repitiendo el saludo que el ángel le dio a María; interponiendo un Padrenuestro entre cada diez Avemarías y tratando de ir meditando mientras tanto en la Vida de Nuestro Señor".


En ese entonces, el Rosario constaba de 15 Padrenuestros y 150 Avemarías, que se rezaban meditando 15 escenas de la vida de Jesús. Estas 15 escenas se dividían en tres grupos o misterios: Misterios de Gozo o Gozosos, Misterios de Dolor o Dolorosos y Misterios de Gloria o Gloriosos. En el año 2002, el Papa Juan Pablo II añadió 5 nuevos misterios al rezó del Rosario, los Misterios de la Luz o Luminosos.


La palabra Rosario significa "Corona de Rosas" o "Ramillete de Rosas". Nuestra Señora ha revelado a varias personas que cada vez que rezan el Ave María le están dando a ella una hermosa rosa... y que al completar cada Rosario le han hecho una corona de rosas con sus oraciones.


El Rosario esta compuesto de dos elementos: la oración mental y la oración verbal...



  • La oración mental no es otra cosa que la meditación de los principales misterios o acontecimientos en la vida de Jesús... pero contemplándolos desde los ojos y el corazón de su Santísima Madre.
  • La oración verbal consiste en recitar veinte decenas (para el Rosario completo) o cinco decenas (para un grupo de Misterios) de Ave Marías, cada decena encabezada por un Padre Nuestro, mientras meditamos sobre los misterios del Rosario.

El rezó del Santo Rosario es una de las mejores formas de honrar a la Madre de Dios. Vale la pena recordar que entre las muchas apariciones de la Santísima Virgen, ella siempre ha insistido en el Rezo del Rosario. Es así como, por ejemplo, el 13 de mayo de 1917 en un pueblo de Portugal llamado Cova de Iria, la Santísima Virgen insiste en la importancia de rezar el Rosario a los tres pastorcitos, en una de sus muchas apariciones a estos tres videntes. Además de Fátima, vemos la misma exhortación de la Virgen en Medjugorje.


Siendo el Santo Rosario un sacramental, contiene los principales misterios de nuestra religión Católica, que nutre y sostiene la fe, eleva la mente hasta las verdades reveladas, nos invita a perseverar en la conquista de la patria celestial, acrecienta la piedad de los fieles y promueve y robustece las virtudes.


El Rosario es alto en dignidad y eficacia, podría decirse que es la oración más fácil para los que, como María, son sencillos y humildes de corazón... Por eso, el Rosario es la oración más hermosa que podemos dirigir a nuestra Madre para que interceda por nosotros ante el trono de Dios.


El Santo Rosario prolonga la vida litúrgica de la Iglesia pero no la sustituye, al contrario, la enriquece. Es por ello, que el Santo Rosario se enmarca como una plegaria dentro de la religiosidad popular que contiene un gran tesoro de valores que responde con sabiduría cristiana a los grandes interrogantes de la existencia.


El paso del tiempo, las costumbres modernas y la innovación en las formas de oración, no pueden dejar a un lado el rezo del Santa Rosario. De hecho, los Santos Padres y los santos han tenido una profunda devoción a este sacramental. Los ejemplos más recientes los tenemos en el Padre Pío, la Madre Teresa de Calcuta y el Papa Juan Pablo II... todos devotos fervientes de María Santísima y del rezo del Santo Rosario. Nosotros como católicos y como amantes de la Reina del Cielo también hemos de abrazar esta piadosa devoción.


Es digno de recordar que la familia que reza unida permanece unida... que la recitación piadosa y consciente del Santo Rosario nos traiga la paz al alma y nos una mas estrechamente a María para vivir auténticamente nuestro cristianismo.







Promesas, Bendiciones y Beneficios del Rosario

Quien rece el Rosario devotamente, y lleve los misterios como testimonio de vida no conocerá la desdicha, Dios no lo castigará en su justicia, y si es justo, permanecerá en la gracia de Dios, y tendrá la recompensa de la vida eterna...

Promesas, Bendiciones y Beneficios del Rosario


Promesas del Rosario



  1. Aquellos que recen con enorme fe el Rosario recibirán gracias especiales.
  2. Prometo mi protección y las gracias más grandes a aquellos que recen el Rosario.
  3. El Rosario es una arma poderosa para no ir al infierno, destruirá los vicios, disminuirá los pecados, y defendernos de las herejías.
  4. Se otorgará la virtud y las buenas obras abundarán, se otorgará la piedad de Dios para las almas, rescatará a los corazones de la gente de su amor terrenal y vanidades, y los elevará en su dedeo por las cosas eternas. Las mismas almas se santificarán por este medio.
  5. El alma que se encomiende a mí en el Rosario no perecerá.
  6. Quien rece el Rosario devotamente, y lleve los misterios como testimonio de vida no conocerá la desdicha. Dios no lo castigará en su justicia, no tendrá una muerte violenta, y si es justo, permanecerá en la gracia de Dios, y tendrá la recompensa de la vida eterna.
  7. Aquel que sea verdadero devoto del Rosario no perecerá sin los Sagrados Sacramentos.
  8. Aquellos que recen con mucha fe el Santo Rosario en vida y en la hora de su muerte encontrarán la luz de Dios y la plenitud de su gracia, en la hora de la muerte participarán en el paraíso por los méritos de los Santos.
  9. Libraré del purgatorio a quienes recen el Rosario devotamente.
  10. Los niños devotos al Rosario merecerán un alto grado de Gloria en el cielo.
  11. Obtendrán todo lo que me pidan mediante el Rosario.
  12. Aquellos que propaguen mi Rosario serán asistidos por mí en sus necesidades.
  13. Mi hijo me ha concedido que todo aquel que se encomiende a mí al rezar el Rosario tendrá como intercesores a toda la corte celestial en vida y a la hora de la muerte.
  14. Son mis niños aquellos que recitan el Rosario, y hermanos y hermanas de mi único hijo, Jesucristo.
  15. La devoción a mi Rosario es una gran señal de profecía.

Bendiciones del Rosario



  1. Los pecadores son perdonados.
  2. Las almas sedientas son refrescadas.
  3. Aquellos que son soberbios encuentran la sencillez.
  4. Aquellos que sufren encontrarán consuelo.
  5. Aquellos que están intranquilos encontrarán paz.
  6. Los pobres encontrarán paz.
  7. Los religiosos son reformados.
  8. Los vivos aprenderán a sobrepasar el orgullo.
  9. Los muertos (las almas santas) aliviarán sus dolores por privilegios.

Beneficios del Rosario



  1. Nos otorga gradualmente un conocimiento completo de Jesucristo.
  2. Purifica nuestras almas, lavando nuestras culpas.
  3. Nos da la victoria sobre nuestros enemigos.
  4. Nos facilita practicar la virtud.
  5. Nos enciende el amor a Nuestro Señor.
  6. Nos enriquece con gracias y méritos.
  7. Nos provee con lo necesario para pagar nuestras deudas a Dios y a nuestros familiares cercanos, y finalmente, se obtiene toda clase de gracia de nuestro Dios todopoderoso.






Letanías Lauretanas

Desde ahora
todas las generaciones me llamarán bienaventurada,
porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso...


Letanías Lauretanas

Después de rezar los Misterios del Rosario, muchas personas suelen rezar las "Letanías Lauretanas" o "Loretanas", pues provienen del Santuario Mariano de Loreto en Italia... La palabra letanía significa súplica o ruego, ruegos públicos... y son invocaciones que honran a la Santísima Virgen, Madre de Dios, con símbolos y figuras tomados sobre todo de la Sagrada Escritura...

Iniciamos las Letanías con una invocación a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo... reconociendo nuestra naturaleza indigna y pecadora, e imploramos su misericordia...
Quien dirige las Letanías hace la invocación... y todos le respondemos repitiéndola... 
        Señor, ten piedad de nosotros...
        Cristo, ten piedad de nosotros...
        Señor, ten piedad de nosotros...
        Cristo, óyenos...
        Cristo, escúchanos...
A las siguientes respondemos... "Ten misericordia de nosotros..." 
        Dios, Padre Celestial...
        Dios, Hijo, Redentor del mundo...
        Dios, Espíritu Santo...
        Trinidad Santa, un solo Dios...
En el rezo de la Letanías buscamos honrar a la Santísima Virgen María e implorar su intercesión por nosotros y por nuestras intenciones... a las invocaciones que siguen todos respondemos... "Ruega por nosotros..."






Sobre los Misterios del Santo Rosario

El rezo del Rosario se trata de recordar a Cristo con María... comprender a Cristo desde María... configurarse a Cristo con María... rogar a Cristo con María... anunciar a Cristo con María...


Sobre los Misterios del Santo Rosario  SS Juan Pablo II  "Rosarium Virginis Mariae"


El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología.


En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio. En él resuena la oración de María, su perenne Magnificat por la obra de la Encarnación redentora en su seno virginal. Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor.


El Rosario, precisamente a partir de la experiencia de María, es una oración marcadamente contemplativa. Sin esta dimensión, se desnaturalizaría, como subrayó Pablo VI: "Sin contemplación, el Rosario es un cuerpo sin alma y su rezo corre el peligro de convertirse en mecánica repetición de fórmulas y de contradecir la advertencia de Jesús: "Cuando oréis, no seáis charlatanes como los paganos, que creen ser escuchados en virtud de su locuacidad" (Mateo 6, 7). Por su naturaleza el rezo del Rosario exige un ritmo tranquilo y un reflexivo remanso, que favorezca en quien ora la meditación de los misterios de la vida del Señor, vistos a través del corazón de Aquella que estuvo más cerca del Señor, y que desvelen su insondable riqueza".


Durante el rezo del Rosario se trata de recordar a Cristo con María... comprender a Cristo desde María... configurarse a Cristo con María... rogar a Cristo con María... anunciar a Cristo con María...


A la contemplación del rostro de Cristo sólo se llega escuchando, en el Espíritu, la voz del Padre, pues "nadie conoce bien al Hijo sino el Padre" (Mateo 11, 27). Cerca de Cesarea de Felipe, ante la confesión de Pedro, Jesús puntualiza de dónde proviene esta clara intuición sobre su identidad: "No te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos" (Mateo 16, 17). Así pues, es necesaria la revelación de lo alto. Pero, para acogerla, es indispensable ponerse a la escucha: "Sólo la experiencia del silencio y de la oración ofrece el horizonte adecuado en el que puede madurar y desarrollarse el conocimiento más auténtico, fiel y coherente, de aquel misterio"


Misterios Gozosos  (lunes y sábados)


El primer ciclo, el de los "misterios gozosos", se caracteriza efectivamente por el gozo que produce el acontecimiento de la encarnación. Esto es evidente desde la anunciación, cuando el saludo de Gabriel a la Virgen de Nazaret se une a la invitación a la alegría mesiánica: "Alégrate, María". A este anuncio apunta toda la historia de la salvación, es más, en cierto modo, la historia misma del mundo. En efecto, si el designio del Padre es de recapitular en Cristo todas las cosas (cf. Efesios 1, 10), el don divino con el que el Padre se acerca a María para hacerla Madre de su Hijo alcanza a todo el universo. A su vez, toda la humanidad está como implicada en el fiat con el que Ella responde prontamente a la voluntad de Dios.


El regocijo se percibe en la escena del encuentro con Isabel, dónde la voz misma de María y la presencia de Cristo en su seno hacen "saltar de alegría" a Juan (cf. Lucas 1, 44). Repleta de gozo es la escena de Belén, donde el nacimiento del divino Niño, el Salvador del mundo, es cantado por los ángeles y anunciado a los pastores como "una gran alegría" (Lucas 2, 10).


Pero ya los dos últimos misterios, aun conservando el sabor de la alegría, anticipan indicios del drama. En efecto, la presentación en el templo, a la vez que expresa la dicha de la consagración y extasía al viejo Simeón, contiene también la profecía de que el Niño será "señal de contradicción" para Israel y de que una espada traspasará el alma de la Madre (cf. Lucas 2, 34-35). Gozoso y dramático al mismo tiempo es también el episodio de Jesús de 12 años en el templo. Aparece con su sabiduría divina mientras escucha y pregunta, y ejerciendo sustancialmente el papel de quien 'enseña'. La revelación de su misterio de Hijo, dedicado enteramente a las cosas del Padre, anuncia aquella radicalidad evangélica que, ante las exigencias absolutas del Reino, cuestiona hasta los más profundos lazos de afecto humano. José y María mismos, sobresaltados y angustiados, "no comprendieron" sus palabras (Lucas 2, 50).


De este modo, meditar los "misterios gozosos" significa adentrarse en los motivos últimos de la alegría cristiana y en su sentido más profundo. Significa fijar la mirada sobre lo concreto del misterio de la Encarnación y sobre el sombrío preanuncio del misterio del dolor salvífico. María nos ayuda a aprender el secreto de la alegría cristiana, recordándonos que el cristianismo es ante todo evangelion, 'buena noticia', que tiene su centro o, mejor dicho, su contenido mismo, en la persona de Cristo, el Verbo hecho carne, único Salvador del mundo.


  1. La Anunciación del ángel a María Santísima y la Encarnación del Hijo de Dios
  2. La Visitación de María Santísima a su prima Isabel
  3. El Nacimiento del Hijo de Dios en el portal de Belén
  4. La Presentación del Niño Jesús en el templo y la Purificación de María Santísima
  5. El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo

  Misterios Luminosos (jueves)


Pasando de la infancia y de la vida de Nazaret a la vida pública de Jesús, la contemplación nos lleva a los misterios que se pueden llamar de manera especial "misterios de luz". En realidad, todo el misterio de Cristo es luz. Él es "la luz del mundo" (Juan 8, 12). Pero esta dimensión se manifiesta sobre todo en los años de la vida pública, cuando anuncia el evangelio del Reino.


Cada uno de estos misterios revela el Reino ya presente en la persona misma de Jesús. Misterio de luz es ante todo el Bautismo en el Jordán. En él, mientras Cristo, como inocente que se hace 'pecado' por nosotros (cf. 2Corintios 5, 21), entra en el agua del río, el cielo se abre y la voz del Padre lo proclama Hijo predilecto (cf. Mateo 3, 17 par.), y el Espíritu desciende sobre Él para investirlo de la misión que le espera. Misterio de luz es el comienzo de los signos en Caná (cf. Juan 2, 1-12), cuando Cristo, transformando el agua en vino, abre el corazón de los discípulos a la fe gracias a la intervención de María, la primera creyente. Misterio de luz es la predicación con la cual Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la conversión (cf. Marcos 1, 15), perdonando los pecados de quien se acerca a Él con humilde fe (cf. Marcos 2, 3-13; Lucas 7, 47-48), iniciando así el ministerio de misericordia que Él continuará ejerciendo hasta el fin del mundo, especialmente a través del sacramento de la Reconciliación confiado a la Iglesia. Misterio de luz por excelencia es la Transfiguración, que según la tradición tuvo lugar en el Monte Tabor. La gloria de la Divinidad resplandece en el rostro de Cristo, mientras el Padre lo acredita ante los apóstoles extasiados para que lo "escuchen" (cf. Lucas 9, 35 par.) y se dispongan a vivir con Él el momento doloroso de la Pasión, a fin de llegar con Él a la alegría de la Resurrección y a una vida transfigurada por el Espíritu Santo. Misterio de luz es, por fin, la institución de la Eucaristía, en la cual Cristo se hace alimento con su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino, dando testimonio de su amor por la humanidad "hasta el extremo" (Juan13, 1) y por cuya salvación se ofrecerá en sacrificio.


Excepto en el de Caná, en estos misterios la presencia de María queda en el trasfondo. Los Evangelios apenas insinúan su eventual presencia en algún que otro momento de la predicación de Jesús (cf. Marcos 3, 31-35; Juan 2, 12) y nada dicen sobre su presencia en el Cenáculo en el momento de la institución de la Eucaristía. Pero, de algún modo, el cometido que desempeña en Caná acompaña toda la misión de Cristo. La revelación, que en el Bautismo en el Jordán proviene directamente del Padre y ha resonado en el Bautista, aparece también en labios de María en Caná y se convierte en su gran invitación materna dirigida a la Iglesia de todos los tiempos: "Haced lo que él os diga" (Juan 2, 5). Es una exhortación que introduce muy bien las palabras y signos de Cristo durante su vida pública, siendo como el telón de fondo mariano de todos los "misterios de luz".


  1. El Bautismo de Jesús por Juan en el Río Jordán
  2. La Autorrevelación de Jesús en las bodas de Caná
  3. El Anuncio del Reino de Dios e invitación a la conversión
  4. La Transfiguración de Cristo en el monte Tabor
  5. La institución de la Eucaristía

 Misterios Dolorosos (martes y viernes)


Los Evangelios dan gran relieve a los "misterios del dolor" de Cristo. La piedad cristiana, especialmente en la Cuaresma, con la práctica del Vía Crucis, se ha detenido siempre sobre cada uno de los momentos de la Pasión, intuyendo que ellos son el culmen de la revelación del amor y la fuente de nuestra salvación. El Rosario escoge algunos momentos de la Pasión, invitando al orante a fijar en ellos la mirada de su corazón y a revivirlos. El itinerario meditativo se abre con Getsemaní, donde Cristo vive un momento particularmente angustioso frente a la voluntad del Padre, contra la cual la debilidad de la carne se sentiría inclinada a rebelarse. Allí, Cristo se pone en lugar de todas las tentaciones de la humanidad y frente a todos los pecados de los hombres, para decirle al Padre: "no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lucas 22, 42 par.). Este "sí" suyo cambia el "no" de los progenitores en el Edén. Y cuánto le costaría esta adhesión a la voluntad del Padre se muestra en los misterios siguientes, en los que, con la flagelación, la coronación de espinas, la subida al Calvario y la muerte en cruz, se ve sumido en la mayor ignominia: ¡Ecce homo!


En este oprobio no sólo se revela el amor de Dios, sino el sentido mismo del hombre. Ecce homo: quien quiera conocer al hombre, ha de saber descubrir su sentido, su raíz y su cumplimiento en Cristo, Dios que se humilla por amor "hasta la muerte y muerte de cruz" (Filipenses 2, 8). Los misterios de dolor llevan el creyente a revivir la muerte de Jesús poniéndose al pie de la cruz junto a María, para penetrar con ella en la inmensidad del amor de Dios al hombre y sentir toda su fuerza regeneradora.


  1. La Oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní
  2. La Flagelación de Jesús atado a la columna
  3. La Coronación de espinas
  4. Jesús con la Cruz a cuestas camino al Calvario
  5. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo

 Misterios Gloriosos  (miércoles y domingos)
"La contemplación del rostro de Cristo no puede reducirse a su imagen de crucificado. ¡Él es el Resucitado!" (Carta Apostólica "Novo millennio ineunte", 2001). El Rosario ha expresado siempre esta convicción de fe, invitando al creyente a superar la oscuridad de la Pasión para fijarse en la gloria de Cristo en su Resurrección y en su Ascensión. Contemplando al Resucitado, el cristiano descubre de nuevo las razones de la propia fe (cf. 1Corintios 15, 14), y revive la alegría no solamente de aquellos a los que Cristo se manifestó - los Apóstoles, la Magdalena, los discípulos de Emaús -, sino también el gozo de María, que experimentó de modo intenso la nueva vida del Hijo glorificado. A esta gloria, que con la Ascensión pone a Cristo a la derecha del Padre, sería elevada Ella misma con la Asunción, anticipando así, por especialísimo privilegio, el destino reservado a todos los justos con la resurrección de la carne. Al fin, coronada de gloria -como aparece en el último misterio glorioso-, María resplandece como Reina de los Ángeles y los Santos, anticipación y culmen de la condición escatológica del Iglesia.


En el centro de este itinerario de gloria del Hijo y de la Madre, el Rosario considera, en el tercer misterio glorioso, Pentecostés, que muestra el rostro de la Iglesia como una familia reunida con María, avivada por la efusión impetuosa del Espíritu y dispuesta para la misión evangelizadora. La contemplación de éste, como de los otros misterios gloriosos, ha de llevar a los creyentes a tomar conciencia cada vez más viva de su nueva vida en Cristo, en el seno de la Iglesia; una vida cuyo gran 'icono' es la escena de Pentecostés. De este modo, los misterios gloriosos alimentan en los creyentes la esperanza en la meta escatológica, hacia la cual se encaminan como miembros del Pueblo de Dios peregrino en la historia. Esto les impulsará necesariamente a dar un testimonio valiente de aquel "gozoso anuncio" que da sentido a toda su vida.


  1. La Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo
  2. La Ascensión de Jesús al Cielo
  3. La Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles el día de Pentecostés
  4. La Asunción de la Virgen María al Cielo
  5. La Coronación de María como Reina y Señora de todo lo creado