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viernes, 25 de marzo de 2011

14 DICIEMBRE


SAN JUAN DE LA CRUZ
(+ 1591)


En medio de la Moraña avilesa se encuentra Fontiveros. Está en el centro de un triángulo histórico que forman Avila, Arévalo y Madrigal. Allí nació Juan de Yepes en el año de 1542. Sus padres, Gonzalo y Catalina, eran unos pobres pañeros del lugar. La vida fue difícil para él desde el comienzo. El padre murió pronto, y la viuda hubo de pasar estrecheces enormes para sacar adelante a sus tres hijos: Francisco, Luis y Juan. Luis murió también de pocos años. Y el éxodo de la familia se impuso inevitable para buscar alguna solución. Catalina pidió ayuda a los parientes de su difunto esposo por tierras toledanas. Después se estableció en Arévalo, donde siguió trabajando en su antiguo oficio. Mas tarde se trasladó a Medina del Campo.

Medina está también en la llanada de Castilla. Tierra dura y sufrida. Apta para el soñar, para la poesía, para el vuelo místico... Pero Medina era entonces el centro comercial de Castilla. Ferias y mercados, artesanía y movimiento. Allí Juan ensayará numerosos oficios manuales, que no le gustan, aunque no sea inútil para los mismos. Pero su afición serán los estudios. Su madre le envía al colegio de la Doctrina que hay en Medina, como en casi todas las ciudades castellanas. Y entra de acólito en las agustinas de la Magdalena. Asi tuvo ocasión de conocerle don Alonso Alvarez de Toledo, que le ofrece una colocación en el hospital de la Concepción y costearle los estudios para que sea sacerdote. En 1551 han fundado en Medina un colegio los padres de la Compañía. En él estudiará Humanidades, bajo la dirección de Juan Bonifacio, S.J. el más cé'ebre de los humanistas de la todavía entonces joven institución.

Para los estudios Juan resulta muy 'agudo", y su espiritu de trabajo es admirable. Pero todo aquel esfuerzo no va a terminar en la clericatura esperada por su protector, don Alonso, y por su buena madre. Juan se siente llamado a la vida religiosa. Y escoge la Orden del Carmen, la Orden de María, donde pide el hábito en 1563. Se llamará en adelante Juan de Santa María.

Dado su talento y su virtud, fue pronto destinado al colegio de San Andrés, que la Orden tiene en Salamanca junto a la famosa Universidad. De 1564 al 1567 estudiará en ella Artes, y en el curso siguiente (1567-68) está matriculado en Teología.

Salamanca vive entonces en todo su esplendor magisterial: Mancio, Guevara, Gallo, Crajal, Luis de León.... entre otros. Fray Juan fue en su colegio "prefecto de estudiantes", que indica su aprovechamiento y la estima que le acompaña entre los demás.

Fue en 1567 cuando se ordena de misa, y viene a Medina para celebrar la primera junto a su pobre madre y su hermano Francisco. Y es entonces cuando tiene lugar un encuentro providencial e inesperado. En Medina acaba de fundar su segundo "palomarcito de la Virgen" la madre Teresa. Tiene, además, 'patentes" del general de la Orden para fundar dos monasterios de frailes reformados. Y se ha puesto al habla con fray Antonio de Heredia, prior de los carmelitas de Medina. El está decidido a comenzar. Y por él viene en conocimiento de fray Juan. Porque fray Juan desea pasar a la Cartuja, hambriento de penitencia y soledad. Fue allí, en las casas de Blas de Medina (en ellas habita de momento la madre), donde tiene lugar la entrevista, trascendental para siempre en la historia de la espiritualidad. La madre Teresa convence a fray Juan para que se una a la reforma de los frailes, para que salve el espíritu del Carmelo, amenazado por los hombres y los tiempos; esa empresa espiritual que ella lleva adelante por encargo del cielo. Aquel día, en la recreación de las mojitas, la madre ha comentado alborozada: "¡Ya tengo fraile y medio para empezar!"... El medio fraile era una alusión a la pequeña estatura de fray Juan.

Después de su curso de Teología en Salamanca, todo se precipita ya. Estamos en 1568. Va con la madre a la fundación de monjas en Valladolid, para luego instalarse en Duruelo, a finales del año. Duruelo es una alquería en tierras de Avila que han regalado a la madre Teresa, perdida entre encinares y campos de trigo. Allí se inaugura la vida descalza entre los carmelitas. Fue el 28 de noviembre de aquel año. Durante año y medio Juan (desde ahora de la Cruz) vivirá su ilusión más pura hecha realidad en aquel rincón, único en el mundo. Austeridad, alegría, silencio... Los alcores, los espinos de las veredas, los caminos blancos entre tierras pardas, la fuente, la casita que recuerda al portal de Belén... Todo es "música callada", es "soledad sonora". Todo es paz...

Pero dura poco: año y medio no más. En seguida la expansión de la reforma carmelita le arrastra en su trajín. Fue algo inevitable. Y que proporcionó al Santo contemplativo una serie de sufrimientos y trabajos que hicieron honor a su apellido monacal.

Mancera, Pastrana, el colegio de estudios de Alcalá, reclaman en poco tiempo la presencia del fraile de Fontiveros. El da comienzo a todas esas casas de formación, pues en la obra teresiana él es providencialmente el que va sembrando en ellas el ideal de perfección carmelita que lleva en el alma, y que en parte recibió de Santa Teresa.

Desde 1572 a 1577 fray Juan es confesor de la Encarnación de Avila. El visitador apostólico, Pedro Fernández, O. P., ha llevado de priora a aquel monasterio importante de monjas carmelitas a la madre Teresa, y ésta consigue del visitador que ponga allí confesores descalzos que la ayuden a tonificar aquel monasterio. En una casita próxima al convento pasará nuestro Santo, junto con un compañero, casi cinco años confesando, dirigiendo religiosas y gentes de Avila. Fue un campo de experiencias espléndido. Sobre todo, porque durante largas temporadas la primera penitente y dirigida es la madre priora, Santa Teresa de Jesús. Allí va madurando el alma y el magisterio del futuro doctor. El germen de muchas de sus doctrinas y de sus obras allí se ha incubado. Frente a los muros roqueros de Avila, en esa tierra alta y celtíbera que desafía de siglos los soles y los vientos...

Pero la obra teresiana es una obra de Dios, y, por tanto, ha de ser una obra sellada por la cruz. La persecución por parte de los padres calzados tenía que estallar. Y fue a caer sobre los representantes más destacados de la reforma, como es natural. Ya en 1576 fue sacado violentamente fray Juan de su casita de la Encarnación. Pero le devuelve a ella una orden del nuncio. En la noche del 2 de diciembre de 1577 fue apresado definitivamente. En seguida es llevado al convento carmelita de Toledo. Fueron nueve meses de durísima prisión. Su historia se ha recordado infinidad de veces. No hace falta repetirla. Las costumbres de la época explican los detalles externos. Pero aquellos nueve meses tienen una historia interna, que ha querido trazar la providencia de Dios. Son meses de cruz, de Getsemani, de noche... Pero son de una fecundidad maravillosa. El alma del santico de fray Juan madura allí bajo los soles abrasados de las gracias divinas. Y aquella vida llameante se traduce en versos, en planes de escritos, en experiencia gustosa y sabia de la obra de Dios en las almas que a Él se entregan. Mediado agosto de 1578 logra escapar de su cárcel. Fue un gesto dramático, en que intervienen Dios y la audacia y confianza de fray Juan. Pero de la prisión toledana él lleva consigo, grabados en el alma, sus poemas y su firmeza diamantina, que tendrá que utilizar en lo que le quede de vida, siempre orientada hacia Dios.

Porque hasta su muerte la vida de fray Juan será en el fondo ya la misma. Por una parte, dentro de la reforma, estará siempre comisionado en tareas de formación y dirección de frailes y monjas. En seguida recorreremos todos esos encargos que tuvo. Por otra, ocupará puestos de gobierno en un plano secundario siempre, ya que los primeros títulos los detentarán Gracián y Doria, cuyos nombres y actuación llenan dolorosamente los lustros iniciales de la reforma teresiana. Juan no ha recibido del cielo la misión de la lucha externa en primer lugar. Él sera el hombre escondido que mantiene la brasa pura y que en las contiendas de familia pone la nota de elevación y de equilibrio, que faltó tantas veces a los demás. La misma Santa, tan penetrante e intuitiva, se ha dado perfecta cuenta de ese papel que correspondía a su ''senequita . Para la empresa exterior cuenta apenas con él. Pero para la obra secreta y misteriosa de la formación espiritual de sus hijas tiene plena confianza en su padre Juan, en aquel "santico de fray Juan", cuyos ''huesecilcos harán milagros", "hombre celestial y divino. . ., (que ) no he hallado en toda Castilla otro como él, ni que tanto fervore en el camino del cielo..." Y no es que la pslcologla sobrenatural de la madre coincida en todo con la de Fray Juan. No, son en parte distintas. Pero se saben respetar y completar a su manera. Lo que seguramente no llegó a conocer Santa Teresa en toda su hondura fue la riqueza doctrinal de aquella alma y que su Influencia iba a ser, a lo largo de los siglos, de una trascendencia sin comparación posible en la espiritualidad cristiana universal. Al menos no tenemos indicio de una tal visión profética teresiana. A pesar de las luces naturales y sobrenaturales de que estuvo egregiamente dotada, el abismo que tenía que medir ¡era tan grande!

Desde Toledo fray Juan de la Cruz fue enviado de superior al convento del Calvario, en la serranía de Jaén. Tuvieron los descalzos una especie de capítulo en Almodóvar del Campo, al que asiste nuestro Santo. Y allí fue nombrado para aquella soledad de Sierra Morena. Fueron meses felices, de paz recogida y callada, de oración y cultivo de almas selectas, de contemplación y éxtasis. Reviven los dias de Duruelo otra vez. Desde el Calvario atiende a las carmelitas de Beas de Segura. Va con frecuencia a confesarlas, a proporcionarles sus primeros escritos espirituales, que se van perfilando ante aquellas almas deseosas y espléndidas. Entre ellas está por priora Ana de Jesús, que quedará de por vida tan vinculada a los avatares sanjuanistas. ¡Magnifico campo de experiencias para el santo doctor!

El 13 de junio de 1579 partía para Baeza a fundar allí un colegio de estudios para sus frailes. Baeza es la principal Universidad de Andalucia, surgida al calor del espiritu de Juan de Avila. Y la casa de los descalzos carmelitas encuentra allí acogimiento cordial y fervoroso.

Como rector de Baeza, asiste el Santo al capítulo de separación de la reforma que ha lugar en Alcalá a primeros de marzo de 1581. Allí fue elegido tercer definidor, continuando a la vez su rectorado en Baeza. En seguida será trasladado de prior al convento de los Mártires. en Granada, donde permanecerá hasta finales de 1588. Fueron estos años fecundos, en su tarea de escritor sobre todo. Aquel lugar incomparable era a propósito para hacer producir a su pluma hecha llama. El paisaje de la sierra y de la vega, la luz, el aire, el perfume, la música enredada en el viento..., todo le sirvió para terminar de poner colorido y armonía a sus poemas y para redactar serenamente después sus comentarios.

Ya durante este periodo de su vida los viajes se fueron multiplicando cada vez más. Viajes a Caravaca, a Avila para ultimar con la madre Teresa la fundación de monjas de Granada, viajes a los capítulos, que se suceden. En el de 1585 de Pastrana fue nombrado vicario provincial de Andalucia. Tuvo como consecuencia que aumentar sus actividades externas. Todo ello violentaria, sin duda, sus aspiraciones más profundas, pero la cruz de Cristo era el apellido que sellaba su vida. En 1586, fundación de descalzos en Cordoba; traslado de casa de las descalzas de Sevilla, reunión del definitorio en Madrid y fundación en la Corte de las descalzas con Ana de Jesús al frente de las mismas, fundación de descalzos en Mancha Real, preparación de la de Bujalance, etc., etc. Caminos, ventas, quebraderos de cabeza... En el capitulo de Valladolid de 1587 cesa de vicario provincial y vuelve a ser prior de Granada. Fue otro breve espacio de tiempo que pudo gozar de aquel retiro. Pudo así continuar sus quehaceres de director de almas y sus actividades literarias, siempre interrumpidas. Pero no duró mucho su quietud granadina.

En 1588 tenía lugar en Madrid el capitulo general para poner en vigor un breve de Sixto V, por el cual se organizaba de manera nueva y especial la reforma del Carmen. Era obra del padre Doria, vicario de la misma, que aquí fue electo vicario general, ya casi independiente del general de la Orden. Seis consiliarios le ayudarían en el gobierno. Y uno de ellos fue San Juan de la Cruz. Para residencia permanente del vicario general y sus consiliarios se escogió el convento de Segovia. Allí residirá casi tres años nuestro Santo, que fue, además, nombrado prior de la casa de Segovia, ya que el vicario por sus viajes inherentes al cargo estaba mucho ausente.

Tres años en la paz de Segovia. Para despachar asuntos como consiliario, para consolidar aquella fundación, para dirigir almas (Ias carmelitas, sacerdotes, seglares), para contemplar..., en aquella soledad de junto al Eresma, frente a las torres y los muros de la vieja ciudad. Noches estrelladas de Castilla, murmullo apagado de sus campos inmensos, rumor de las aguas hondas del río..., mientras en las cuevas naturales de la huerta conventual fray Juan vive intensa su vida interior, hecha de "nadas" y de unión con el "Todo".

Un día la imagen doliente de Jesús le ha preguntado que qué quería en recompensa de su amor puro y exclusivo, y Juan de la Cruz ha respondido generosamente: "Padecer, Señor, y ser menospreciado por Vos", Su oración iba a ser oída abundosamente.

En 1591 el capítulo le deja sin oficio y le arrincona como a "un trapo viejo de cocina". Fray Juan ha llegado a ser persona poco grata para el padre Nicolás Doria. Y es que nuestro Santo es la misma sencillez y sinceridad. Sabe obedecer fidelisimamente como el que más, pero sabe decir su parecer con toda llaneza cuando lléga el caso. En varios procedimientos de la marcha de la consulta no ha estado de acuerdo... Ahora hay un choque fuerte entre las monjas y los frailes a causa de la manera de organizar el gobierno de aquellas. Se sospecha que Juan está de parte de las mismas. Y se le elimina con toda facilidad y sangre fría. Es más, oficiosamente se comienza un proceso contra él, que, según la intención del que lo ejecutaba, debería terminar con la expulsión del Santo de la Orden.

Fray Juan pidió retirarse al conventito de La Peñuela, en la serranía de Jaén. Entretanto se aclaraba o no si marchaba a las Indias, para las que se había ofrecido a ir, quitándose así del medio para no ser estorbo. Pero para ese largo viaje ya no hubo lugar.

En La Peñuela vive unos cortos meses. Debió de llegar en julio de 1591. De nuevo, la soledad, el silencio, la oración recoleta y sabrosa. Por fuera... Ia reforma padece, agitada por los procedimientos del padre Doria y sus incondicionales. En los conventos teresianos andaluces el proceso contra el santito de fray Juan se realiza turbando a las almas. Él ora, y sufre, y calla... "... De lo que a mí me toca, hija, no le dé pena, que ninguna a mi me da." "Hija mía: Ya sabrá los muchos trabajos que padecemos. Dios lo permite para gloria de sus escogidos. En silencio y esperanza será nuestra fortaleza." "... Y me hallo muy bien, gloria al Señor, y estoy bueno, que la anchura del desierto ayuda mucho al alma y al cuerpo, aunque el alma muy pobre anda." "Esta mañana habemos ya venido de coger nuestros garbanzos, y así las mañanas; otro día los trillaremos: es lindo manosear estas criaturas mudas, mejor que no ser manoseados de las vivas..." "Mañana me voy a Ubeda a curar de unas calenturillas, que, como ha más de ocho días que me dan cada día y no se me quitan, paréceme habré menester de ayuda de medicina. pero con intento de volverme luego aquí, que, cierto, en esta santa soledad me hallo muy bien." Este último párrafo es de 21 de septiembre. Pocos días quedaban para la eternidad...

Ha escogido el convento de Ubeda porque en el de Baeza es más conocido y estimado. En el camino, ¡un penoso caminar enfermo!, le acompaña un lego. Y un episodio sencillo nos da esa nota humana que duerme siempre escondida en el alma de los santos. Su inapetencia le hace tener antojo de unos espárragos. No es tiempo de ellos. Pero, providencialmente, los encuentran los viajeros, como respuesta celestial a la humilde debilidad del frailecito

En Ubeda, unos dias largos, de más de dos meses, para acabar de consumarse la unión en la cruz. Una erisipela en una pierna, que poco a poco fue intoxicando todo el cuerpo. La septicemia se fue apoderando de todo él y manifestándose en tumores cada vez más impresionantes. La medicación y la cirugía se emplearon sin reparos, según lo exigía la altura de los tiempos. El prior de !a casa le trató con frialdad e inconsideración. Todo fue sufrimiento. "¡Me estoy consumiendo en dolores!" ''¡Más paciencia, más amor y mas dolor!", exclamará otras veces. Así hasta el 13 de diciembre. Esa noche agonizó santamente, dulcemente... Al filo de la media noche, desde ''el estercolero del desprecio", se fue a cantar los maitines al cielo, como él mismo repitió ese día antes de morir. Llovía copiosamente por las calles de la ciudad moruna, donde apenas era conocido el santo del Carmelo. Sin embargo, pronto se llenó el convento de gentes que querían venerar su cadáver. Y el prior mandó abrir todas las puertas para que todos le pudieran ver. Y abiertas quedaron para siempre. Y la ínterminable procesión de sus devotos, de sus discípulos, de sus admiradores, sigue acercándose a sus reliquias; reliquias de su vida y de su pluma, reliquias vivas de su eterna lección.

Recordemos brevemente sus obras literarias. Ellas le valieron en 1926 el titulo de doctor de la iglesia. (Había sido canonizado en 1726.)

Las obras mayores están provocadas por varios poemas, maravillosos poemas, que le han colocado en la cumbre del lirismo en general: poesía pura, simbólica y ardiente, cuyo misterio permanece inexplicable a pesar de su sencillez humana y de los antecedentes literarios, bíblicos y extrabíblicos que se la quieran encontrar.

Las obras que en prosa interpretan a aquellos poemas son bien conocidas: Subida del Monte Carmelo, Noche oscura del alma (estas dos forman parte de un todo, que quedó, en definitiva, sin terminar), Cantico espiritual y Llama de amor viva. A lo largo de aquellas el itinerario que el alma recorre es claro y certero. Negación y purificación de sus desórdenes bajo todos los aspectos. "Nada. nada, nada... Ni eso ni esotro..." Para entregarce al Señor a través de los actos de las virtudes teologales, fe, esperanza y caridad, que van cristificando más al alma y apretando así la mistica union. Unión en que el Dios-amor se apodera más y más del alma, que queda en Dios perdida, endiosada en su Dios.

Otros cuantos poemas, unos pocos avisos: "dichos de luz y amor": un puñado de cartas..., nos quedan también como partículas benditas, caídas de su mesa. Todo ello, riquísimo y sublime. Todo ello ha servido de manjar desde hace tres siglos a los espíritus mejores. Su gloria y magisterio se acrecen con el tiempo cada día más.

Juan de la Cruz es el doctor místico por antonomasia de la Iglesia, el representante principal de su mística en el mundo, la figura más egregia de la cultura hispana y una de las principales de la cultura universal.

BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE



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Juan de la Cruz, San

Autor: Archidiócesis de Madrid

Doctor de la Iglesia

Ávila y concretamente Fontiveros fue su patria chica. Luego lo será Castilla y de modo principal Andalucía la tierra de sus amores.

Se llamó Juan Yepes. Nació en 1542 del matrimonio que formaban Gonzalo y Catalina; eran pañeros y vivían pobres. Su padre muere pronto y la viuda se ve obligada a grandes esfuerzos para sacar adelante a sus tres hijos: Francisco, Luis y Juan. Fue inevitable el éxodo cuando se vio que no llegaba la esperada ayuda de los parientes toledanos; Catalina y sus tres hijos marcharon primero a Arévalo y luego a Medina del Campo que es el centro comercial de Castilla. Allí malviven con muchos problemas económicos, arrimando todos el hombro; pero a Juan no le van las manualidades y muestra afición al estudio.

Entra en el Colegio de la Doctrina, siendo acólito de las Agustinas de la Magdalena, donde le conoció don Alonso Álvarez de Toledo quien lo colocó en el hospital de la Concepción y le costea los estudios para sacerdote. Los jesuitas fundan en 1551 su colegio y allí estudió Humanidades. Se distinguió como un discípulo agudo.

Juan eligió la Orden del Carmen; tomó su hábito en 1563 y desde entonces se llamó Juan de Santo Matía; estudia Artes y Teología en la universidad de Salamanca como alumno del colegio que su Orden tiene en la ciudad. El esplendor del claustro es notorio: Mancio, Guevara, Gallo, Luis de León enseñan en ese momento.

En 1567 lo ordenaron sacerdote. Entonces tiene lugar el encuentro fortuito con la madre Teresa en las casas de Blas Medina. Ella ha venido a fundar su segundo "palomarcico", como le gustaba de llamar a sus conventos carmelitas reformados; trae también con ella facultades del General para fundar dos monasterios de frailes reformados y llegó a convencer a Juan para unirlo a la reforma que intentaba salvar el espíritu del Carmelo amenazado por los hombres y por los tiempos. Llegó a exclamar con gozo Teresa ante sus monjas que para empezar la reforma de los frailes ya contaba con "fraile y medio" haciendo con gracia referencia a la corta estatura de Juan; el otro fraile, o fraile entero, era el prior de los carmelitas de Medina, fray Antonio de Heredia.

Inicia su vida de carmelita descalzo en Duruelo y ahora cambia de nombre, adoptando el de Juan de la Cruz. Pasa año y medio de austeridad, alegría, oración y silencio en casa pobre entre las encinas. Luego, la expansión es inevitable; reclaman su presencia en Mancera, Pastrana y el colegio de estudios de Alcalá; ha comenzado la siembra del espíritu carmelitano.

La monja Teresa quiere y busca confesores doctos para sus monjas; ahora dispone de confesores descalzos que entienden -porque lo viven- el mismo espíritu. Por cinco años es Juan el confesor del convento de la Encarnación de Ávila. La confianza que la reformadora tiene en el reformador -aunque posiblemente no llegó a conocer toda la hondura de su alma- se verá de manifiesto en las expresiones que emplea para referirse a él; le llamará "senequita" para referirse a su ciencia, "santico de fray Juan" al hablar de su santidad, previendo que "sus huesecicos harán milagros".

No podía faltar la cruz; llegó del costado que menos cabía esperarla. Fueron los hermanos calzados los que lo tomaron preso, lo llevan preso a Toledo donde vivió nueve meses de durísima prisión. Es la hora de Getsemaní, la noche del alma, un periodo de madurez espiritual del hombre de Dios expresado en sus poemas. Logra escapar en 1578 del encierro de forma dramática, poniendo audacia y ganando confianza en Dios, con una cuerdecilla hecha con pedazos de su hábito y saliendo por el tragaluz.

En los oficios de dirección siempre aparece Juan de la Cruz como un segundón; serán los padres Gracián y Doria quienes se encarguen de la organización, Juan llevará la doctrina y cuidará del espíritu.

Se le ve presente en la serranía de Jaén, confesor de las monjas en Beas de Segura, donde se encuentra la religiosa Ana de Jesús. Después en Baeza; funda el colegio para la formación intelectual de sus frailes junto a la principal universidad andaluza. Y en Granada, en el convento de los Mártires, continuará su trabajo de escritor. En 1586 funda los descalzos de Córdoba, como los de Mancha Real.

Consiliario del padre Doria, en Segovia, por tres años. ¡Cómo no recordar su deseo-exponente de amor rendido- ante la contemplación de un Cristo doliente! "Padecer, Señor, y ser menospreciado por Vos".

En 1591 la presencia de fray Juan de la Cruz empieza a ser non grata ante el padre Doria. La realidad es que está quedando arrinconado y hasta llega a tramarse su expulsión del Carmelo.

Marcha a la serranía de Jaén, en la Peñuela, para no estorbar y se plantea la posibilidad de marchar a las Indias; allí estará más lejos. Es otro tiempo de oración solitaria y sabrosa. La reforma carmelitana vive agitada por el modo de proceder de Doria; a Juan le toca orar, sufrir y callar. Quizá tenga Dios otros planes sobre él y está preparándolo para una etapa mejor.

Aquella inapetencia tan grande provocada por las calenturas persistentes provocó un mimo de Dios haciendo que aparecieran espárragos cuando no era su tiempo para calmar el antojadizo deseo de aquel fraile que iba de camino, sin fuerzas y medio muerto de cansancio, buscando un médico.

Pasó dos meses en Úbeda. No acertó el galeno. Se presentó la erisipela en una pierna; luego vino la septicemia. Y en medio andaban los frailes con frialdad y era notoria la falta de consideración por parte del superior de la casa. Hasta que llegó el 13 de diciembre, cuando era de noche, que marchó al cielo desde el "estercolero del desprecio". Llovía.

Al final de este resumen-recuerdo de un fraile místico que supo y quiso aprovechar el mal para sacar bien, el desprecio de los hombres para hacerse más apreciado de Dios, y el mismo lenguaje para expresar lo inefable de la misteriosa intimidad con Dios con lírica palabra estremecida, pienso que será buen momento para hacer mención de algunas de las obras que le han hecho figura de la cultura hispana del siglo XVI. Subida al Monte Carmelo y Noche oscura del alma que bien pueden considerarse tanto una obra como dos; el Cántico espiritual, Llama de amor viva y algunos poemas y avisos.

Lo canonizaron en 1726. Pío XI lo hizo doctor de la Iglesia en 1926. Su gran conocedor y admirador Juan Pablo II, lo nombró patrono de los poetas

Un fraile de cuerpo entero.

Hoy, Señor, me presento ante ti
con todo lo que soy y lo que tengo.
Acudo a ti como persona sedienta, necesitada...
porque sé que en ti encontraré respuesta.
Siento que no puedo vivir con la duda todo el tiempo
y que se acerca el momento de tomar una decisión.

Deseo ponerme ante ti con un corazón abierto como el de María,
con los ojos fijos en ti esperando que me dirijas tu Palabra.
Deseo ponerme ante ti como Abraham,
con el corazón lleno de tu esperanza,
poniendo mi vida en tus manos.
Deseo ponerme ante ti como Samuel,
con los oídos y el corazón dispuestos a escuchar tu voluntad.

Aquí me tienes, Señor,
con un deseo profundo de conocer tus designios.
Quisiera tener la seguridad
de saber lo que me pides en este momento;
quisiera que me hablases claramente, como a Samuel.
Muchas veces vivo en la eterna duda.
Vivo entre dos fuerzas opuestas que me provocan indecisión
y en medio de todo no acabo de ver claro.

Sácame, Señor, de esta confusión en que vivo.
Quiero saber con certeza el camino que tengo que seguir.
Quiero entrar dentro de mí mismo
y encontrar la fuerza suficiente
para darte una respuesta sin excusas, sin pretextos.
Quiero perder tantos miedos
que me impiden ver claro
el proyecto de vida que puedas tener sobre mí.

¿Qué quieres de mí, Señor? ¡Respóndeme!
¿Quieres que sea un discípulo tuyo
para anunciarte en medio de este mundo?
Señor, ¿qué esperas de mí? ¿por qué yo y no otro?
¿Cómo tener la seguridad de que es este mi camino y no otro?

En medio de este enjambre de dudas
quiero que sepas, Señor, que haré lo que me pidas.
Si me quieres para anunciar tu Reino, cuenta conmigo, Señor.
Si necesitas mi colaboración
para llevar a todas las personas con las que me encuentre hacia ti,
cuenta conmigo, Señor.

Si me llamas a ser testigo tuyo de una forma más radical
como consagrado en medio de los hombres,
cuenta conmigo, Señor.
Y si estás con deseos de dirigir tu Palabra a mi oídos y a mi corazón,
habla, Señor, que tu siervo escucha.

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Petición de Favores al Beato Manuel Lozano
Oh Dios, que abriste el tesoro inmenso
de tu Amor a tu siervo Manuel para que
él, sumergido en el dolor, desde su sillón
de ruedas, lo proyectase a los hermanos
con su testimonio y escritos.
Concédenos que le sepamos imitar en su
aceptación dócil y esperanza ilusionada,
cuando el sufrimiento llame a la puerta
de nuestra vida, y en su generosidad
plena y ardor apostólico, cuando
tratemos de darnos a los demás;
Dígnate glorificar a tu siervo Manuel y
concédeme por su intercesión el favor
que te pido... Amén.
Comunicar favores al Postulador de la causa
de canonización “Beato Manuel Lozano”
Email: asociacion@amigosdelolo.com
c/ Viriato 27, 3º. 23700 Linares (Jaén, España)
www.amigosdelolo.com

Beato Manuel Lozano Garrido, Beato Lolo

Beato Manuel Lozano Garrido, Beato Lolo





Juan de Yepes y Álvarez (24.6.1542 – 14.12.1591), santo. Nació pobre y eligió ser pobre. En 1563 ingresó en la Orden de los Carmelitas, estudió en la famosa Universidad de Salamanca y en 1563 recibió la ordenación sacerdotal.

En estrecha colaboración con Santa Teresa de Jesús, se consagró a la reforma de su Orden y a la formación de sus religios@s. Por encargo de Santa Teresa, fundó en 1568 en Duruelo (Valladolid) la primera casa de la rama masculina de los Carmelitas Descalzos. De diciembre de 1577 hasta agosto de 1578, por malentendidos entre hermanos y por su firme fidelidad a ideales y personas, padeció cárcel. Allí justamente comenzó a escribir los poemas místicos que le han hecho famoso. Dedicado de lleno al gobierno y a la formación de sus herman@s descalz@s, encontró en su magisterio oral y en sus escritos ocasionales la forma más alta de expresión de sus experiencias.

Murió en Ubeda (Jaén) a los 49 años de edad. Fue beatificado en 1675 y canonizado en 1726. Bajo el pontificado de Pío XI fue declarado doctor de la Iglesia (1926).

Por el origen y por la función de clave y núcleo de su pensamiento, la lírica y no la prosa ocupa el primer puesto en la obra principal de este místico. El punto de partida lo constituyen los poemas de forma lírica: Romances, La fonte, Cántico espiritual, En una noche oscura, Llama de amor viva, etc.

Los primeros fueron escritos por Juan de la Cruz durante su estancia en la prisión; Otro grupo de glosas a lo divino data de 1584. Posteriormente, a petición de laic@s y religios@s, escribió tratados y declaraciones que comentataban algunos de de estos poemas. La subida del Monte Carmelo (1578-1583), (obra incompleta) y la Noche oscura del alma (1583-1585) comentan de manera complementaria el poema En una noche oscura. Los otros dos tratados llevan el título tradicional del fragmento lírico interpretado (Cántico espiritual y Llama de amor viva) y fueron escritos entre 1580 y 1584.


La primera impresión de sus obras se efectuó sorprendentemente tarde, en 1618.
Escribió comentarios a sus poemas por razones pastorales. Sin embargo, Juan de la Cruz pensaba que su lírica podía y debía actuar por sí misma.

“Por haberse, dice en el Prólogo de su Cántico espiritual, pues, estas canciones compuesto en amor de abundante inteligencia mística, no se podrán declarar al justo, ni mi intento será tal, sino sólo dar alguna luz general [...]; y esto tengo por mejor, porque los dichos de amor (los poemas) es mejor dejarlos en su anchura, para que cada uno de ellos se aproveche según su modo y caudal de espíritu, que abreviarlos a un sentido a que no se acomode todo paladar. Y así, aunque en alguna manera se declaran, no hay para qué atarse a la declaración; porque la sabiduría mística (la cual es por amor, de que las presentes canciones tratan) no ha menester distintamente entenderse para hacer efecto de amor y afición en el alma, porque es a modo de la fe, en la cual amamos a Dios sin entenderle” (Cántico, prólogo 2).

Le parece incluso que el lenguaje simbólico es más apropiado que la prosa de inspiración teológica para trasmitir todo el alcance y la riqueza humana del espíritu de amor, ya en sí mismo tan fecundo. Los comentarios son ante todo obras mistagógicas, compuestas para personas que buscan una forma de vida interior. Juan de la Cruz estaba especialmente cualificado para ser maestro de mística. Su propio tesoro de experiencias espirituales podía fundamentarlo con sólidos conocimientos teológicos. Y nos lo propone para provocar en nosotros la reviviscencia o el reverdecer de la propia gracia:

“También, ¡oh Dios y deleite mío!, en estos dichos de luz y amor de ti se quiso mi alma emplear por amor de ti, porque ya que yo, teniendo la lengua de ellos, no tengo la obra y virtud de ellos […] otras personas, provocadas por ellos, por ventura aprovechen en tu servicio y amor,” (Dichos, prólogo 1)

Los tres poemas mayores giran en torno al tema del anhelo de amor místico figurado y escenificado en un marco de idilios pastoriles. Está radicalmente inspirados en el uso alegórico del Cantar de los Cantares y poetizados en formas de la corriente y atmósfera garcilasiana. Este vivo deseo por satisfacer las ansias del apasionado amor místico es la pauta para interpretar la vida cristiana y espiritual como vida teologal. Esos tres poemas bastaron para hacer de Juan de la Cruz un clásico de la literatura española.

Así como los poemas líricos se completan entre sí armónicamente, así lo hacen también los cuatro tratados. Contienen en sí todo un sistema de teología mística. Desarrollan una doctrina en cuyo centro se halla el camino de la unión con Dios por Cristo. Este camino se explica como un proceso de purificación de todo lo humano (sentido y espíritu; entendimiento, memoria y voluntad) mediante el ejercicio activo y el influjo pasivo de las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad). Así, la Subida del Monte Carmelo trata de la purificación activa o educación teologal del hombre; mientras que el tema principal de La noche oscura es la purificación pasiva e iluminación por medio de la contemplación amorosa. Con el símbolo de la “noche” no se alude solo a la oscuridad del pecado o de la duda y la ausencia y silencio de Dios, sino al estado del alma puesta por Dios en contemplación después de superar los apegos de la voluntad y de renunciar a las imágenes y a las mociones de la mente en el camino de unión con Dios. Los otros dos tratados hablan de la unión de amor con Cristo y su consecuente transformación. Pone él mismo este símil: Así como la madera, cuando arde con el fuego, se trasforma en ardor y luz, así también el alma purificada y “vacía” es elevada en la “unión” a “vida de Dios en Dios” y en el fuego llameante del Espíritu (Llama de amor viva) se diviniza por medio del amor sustancial. El matrimonio espiritual, culmen del camino de unión como se dice en el Cántico, “consiste en una transformación total del alma en el Amado”. El Dios Trino y Uno se glorifica en el alma, y ésta goza, en la unión, de un reflejo de la Divinidad.

En las temperaturas bajo cero de la noche oscura y en las altas esferas de fuego de la Llama de amor viva, san Juan de la Cruz ha observado la acción de Dios en la vida del hombre. Historia de amor y de deseo apasionado que lleva a ambos a buscarse y fundirse. Bajo los símbolos nupciales se interpreta toda la historia de salvación y todo el camino del hombre hacia Dios como camino y aventura de amor.

Gabriel Castro, ocd



ROMANCES DE LA ESPERANZA

La larga historia de la esperanza del Antiguo Testamento la canta y recrea el himno
“Rorate coeli desuper: Cielos lloved, vuestra justicia”.

Con esta buena esperanza
que de arriba les venía,
el tedio de sus trabajos
más leve se les hacía;
pero la esperanza larga
y el deseo que crecía
de gozarse con su Esposo
contino les afligía;
por lo cual con oraciones,
con suspiros y agonía,
con lágrimas y gemidos
le rogaban noche y día
que ya se determinase
a les dar su compañía.

Unos decían: -¡Oh si fuese
en mi tiempo el alegría!
Otros: -¡Acaba, Señor;
al que has de enviar, envía!
Otros: -¡Oh si ya rompieses
esos cielos, y vería
con mis ojos que bajases,
y mi llanto cesaría!
¡Regad, nubes, de lo alto,
que la tierra lo pedía,
y ábrase ya la tierra,
que espinas nos producía,
y produzca aquella flor
con que ella florecería!
Otros decían: -¡Oh dichoso
el que en tal tiempo sería,
que merezca ver a Dios
con los ojos que tenía,
y tratarle con sus manos,
y andar en su compañía,
y gozar de los misterios
que entonces ordenaría!
...

En aquestos y otros ruegos
gran tiempo pasado había;
pero en los postreros años
el fervor mucho crecía,
cuando el viejo Simeón
en deseo se encendía,
rogando a Dios que quisiese
dejalle ver este día.
Y así, el Espíritu Santo
al buen viejo respondía;
-Que le daba su palabra
que la muerte no vería
hasta que la vida viese
que de arriba descendía.
y que él en sus mismas manos
al mismo Dios tomaría,
y le tendría en sus brazos
y consigo abrazaría.

....

Ya que el tiempo era llegado
en que hacerse convenía
el rescate de la esposa,
que en duro yugo servía
debajo de aquella ley
que Moisés dado le había,
el Padre con amor tierno
de esta manera decía:
"Ya ves, Hijo, que a tu esposa
a tu imagen hecho había,
y en lo que a ti se parece
contigo bien convenía;
pero difiere en la carne
que en tu simple ser no había
En los amores perfectos
esta ley se requería:
que se haga semejante
el amante a quien quería;
que la mayor semejanza
más deleite contenía;
el cual, sin duda, en tu esposa
grandemente crecería
si te viere semejante
en la carne que tenía".

"Mi voluntad es la tuya
-el Hijo le respondía-,
y la gloria que yo tengo
es tu voluntad ser mía,
y a mí me conviene, Padre,
lo que tu Alteza decía,
porque por esta manera
tu bondad más se vería;
veráse tu gran potencia,
justicia y sabiduría;

Iré a buscar a mi esposa,
y sobre mí tomaría
sus fatigas y trabajos,
en que tanto padecía;
y porque ella vida tenga,
yo por ella moriría,
y sacándola del lago
a ti te la volvería".

...

Entonces llamó a un arcángel
que san Gabriel se decía,
y enviólo a una doncella
que se llamaba María,
de cuyo consentimiento
el misterio se hacía;
en la cual la Trinidad
de carne al Verbo vestía;
y aunque tres hacen la obra,
en el uno se hacía;
y quedó el Verbo encarnado
en el vientre de María.
Y el que tenia sólo Padre,
ya también Madre tenía,
aunque no como cualquiera
que de varón concebía,
que de las entrañas de ella
él su carne recibía;
por lo cual Hijo de Dios
y del hombre se decía.



ORACIÓN DE ALMA ENAMORADA

El gran canto de esperanza es esta “Oración de alma enamorada” llena de pobreza y alegre confianza en que no se tardará si yo espero
¡Señor Dios, amado mío!
si todavía te acuerdas de mis pecados
para no hacer lo que te ando pidiendo,
haz en ellos, Dios mío, tu voluntad,
que es lo que yo más quiero,
y ejercita tu bondad y misericordia
y serás conocido en ellos.
Y si es que esperas a mis obras
para por ese medio concederme mi ruego,
dámelas tú y óbramelas,
y las penas que tú quisieras aceptar,
y hágase.
Y si a las obras mías no esperas,
¿qué esperas, clementísimo Señor mío?;
¿por qué te tardas?
Porque si, en fin, ha de ser gracia y misericordia la que en tu Hijo te pido,
toma mi cornadillo , pues le quieres,
y dame este bien, pues que tú también lo quieres.
¿Quién se podrá librar de los modos y términos bajos
si no le levantas tú a ti en pureza de amor, Dios mío?
¿Cómo se levantará a ti el hombre,
engendrado y criado en bajezas,
si no le levantas tú, Señor,
con la mano que le hiciste?
No me quitarás, Dios mío, lo que una vez me diste en tu único Hijo Jesucristo,
en que me diste todo lo que quiero.
Por eso me holgaré que no te tardarás si yo espero.
¿Con qué dilaciones esperas,
pues desde luego puedes amar a Dios en tu corazón?

Cipecar - ACOMPAÑAMIENTO - Testigos. Lectura espiritual - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

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ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR 03-25

ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR 03-25
II. Oramos con la Palabra
VERBO ENCARNADO del Dios eterno, doblo mi rodilla ante la grandeza de tu amor, que te ha llevado a pedir a María un lugar en su seno para asumir nuestra naturaleza. ¡Aquí está la esclava, aquí el siervo del Señor, hágase en mí según tu Palabra!

Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 publicado por EDIBESA.

III. Compartimos la Palabra
•Dios mismo os dará una señal
La liturgia, haciendo un paréntesis en este tiempo fuerte de cuaresma, nos presenta la solemnidad de la Anunciación del Señor, que tiene lecturas propias. Encaja de maravilla, porque nos hace reflexionar y celebrar el inicio de la historia de salvación, que culmina en la celebración de la Pascua.

Cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, el Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”. Es la “señal” que rehúsa pedir el rey Acaz, porque en realidad no se fía de su Dios, y por eso busca y pide ayuda humana. “La virgen está encinta y da a luz un hijo”. Se trata de una maternidad prodigiosa, prefigurada en otras que relata el Antiguo Testamento, pero sublime cual ninguna.

El Evangelio de Lucas nos inicia en el misterio: La fuerza del Altísimo hará fecundo el seno virginal de María. Su fe, su fiat, es para todos una lección, un estímulo: desde nuestra pobreza y disponibilidad, digamos con el salmista: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”.

•Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad
El pueblo de Israel se reconocía pecador, en deuda con su Dios; por eso ofrecía víctimas y ofrendas, que en realidad no tenían valor purificador definitivo. Pero llega el Hijo, Dios de Dios, que estaba junto al Padre, y asume nuestra condición humana; se ofrece en sacrificio cumpliendo la voluntad de Dios. Y por esa oblación del cuerpo de Cristo hecha una vez para siempre, somos salvados y santificados. Es lo que celebramos hoy: la Encarnación del Verbo de Dios, que hace posible su ofrenda, su inmolación en la Cruz.

•Hágase en mi según tu Palabra
María dijo SI, y el Emmanuel se hizo presente en nuestra historia. La disponibilidad, la aceptación, el amor incondicional de la Mujer, hicieron posible la maravilla de la nueva creación pajo el soplo, la fuerza del Espíritu Santo.

Al asumir Jesucristo nuestra naturaleza, valoró todo lo humano, que tiene en sí mismo un valor, aunque no definitivo y absoluto (esto nos compromete también a nosotros). Pero nos revela una realidad fundamental: que Dios es el Padre de todos, que nos acepta como hijos en su Hijo, y con Él, nos hace herederos de su gloria.

Es el don que recibimos; y que nuestra fe en la Encarnación nos mueve a vivir en la alabanza a Dios y en una intercesión continua para que todos los hombres reciban la Buena Noticia y vivan con amor sostenidos por la esperanza.

Que la Santísima Virgen del SI nos abra a la acción del Espíritu Santo, que nos configura con Cristo para gloria del Padre.

MM. Dominicas Monasterio Ntra. Sra. de la Piedad

Orden de Predicadores

Orden de Predicadores
Lecturas Anunciación del Señor
Viernes 25 de Marzo del 2011
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (7,10-14;8,10):

En aquel tiempo, el Señor habló a Acaz: «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.»
Respondió Acaz: «No la pido, no quiero tentar al Señor.»
Entonces dijo Dios: «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»

Palabra de Dios
Salmo
Sal 39,7-8a.8b-9.10.11

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy.» R/.

«Como está escrito en mi libro
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R/.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R/.

No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia
y tu lealtad ante la gran asamblea. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (10,4-10):

Es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados. Por eso, cuando Cristo entró en el mundo dijo: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad."» Primero dice: «No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni victimas expiatorias», que se ofrecen según la Ley. Después añade: «Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.» Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,26-38):
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.

Palabra del Señor
Palabra diaria
La Anunciación del Señor
Lucas 1,26-38: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo


SAN JUAN DE LA CRUZ Y LA LIBERACIÓN DEL HOMBRE ENCADENADO Daniel de Pablo Maroto, Carmelita Descalzo de “La Santa” - Ávila.
El día 14 de diciembre celebramos el aniversario de la muerte de san Juan de la Cruz en Úbeda (Jaén). Murió al amanecer de ese día, sábado de 1591, cuando Fray Juan había cumplido 49 años. Murió -como decía él- de “unas calenturillas”, en realidad, de una erisipela en el empeine del pie derecho que se fue extendiendo por la pierna. Recordando aquel acontecimiento, aprovecho para proponer una de las más hondas, pero sencillas lecciones, de su magisterio: el camino que conduce al hombre desde su innata o conquistada libertad en las sociedades modernas hasta la esclavitud y, al mismo tiempo, la senda del retorno a la libertad, reconquistada mediante el control ascético de los deseos y los instintos.
Tomemos como punto de partida de nuestra reflexión la conquista de las libertades en las sociedades modernas y bien organizadas. La libertad es un derecho objetivado, una condición natural que tiene el ser humano por el hecho de ser hombre/ mujer, es decir, ser racional, distinto de los otros vivientes y animales irracionales. Y lo que hace la sociedad evolucionada a través de sus instituciones de gobierno es reconocerlo, protegerlo en las Constituciones, en la Declaración universal de los derechos del hombre (1948), estableciendo los campos de acción, la manera de ejercerla y los límites de su ejercicio.
Eso es lo que distingue a las sociedades democráticas de las dictaduras y de los gobernantes tiranos. Tanto repugna a lo constitutivo del ser racional un gobierno tiránico, que los filósofos de Grecia y Roma, y los mismos teólogos y moralistas desde el Renacimiento en adelante, admitieron la licitud del tiranicidio en ciertos casos, no siempre con una sentencia unánime. Por eso mismo se puede concluir este discurso diciendo que no sólo estamos libres, sino que somos libres, al menos en teoría. Pero puede quedarse en un simple supuesto, una utopía, si del derecho pasamos a la historia real. El ejercicio de la libertad como derecho no ha existido siempre en la historia de la humanidad, no sólo porque los poderes constituidos la oprimen, la limitan o la eliminan, sino porque, en la vida real, el hombre es un ser encadenado a sus sueños utópicos, a sus instintos, a sus vicios y costumbres de los que se siente “dependiente”.
Y es aquí donde entra la propuesta doctrinal de san Juan de la Cruz. A la que aludo con una brevedad que traiciona necesariamente su pensamiento. Por lo menos espero que la idea abra el apetito de los lectores para seguir leyéndola en sus Obras completas.
Según el místico de Fontiveros, el hombre se encuentra en la vida ante dos caminos, uno que le conduce a la auténtica “libertad”, a sentirse libre de sí mismo y de cuanto le rodea, y otro a la “servidumbre”. ¡Con qué vigor utiliza el santo estos dos términos! Son de tal manera antitéticos, contrarios, que en tanto el hombre no supere la servidumbre de sus pasiones y apetencias o deseos desordenados no será de verdad libre, vivirá “encadenado” a sí mismo, a sus dependencias, a sus necesidades reales o supuestas. “Y todo el señorío y libertad del mundo -escribe- comparado con la libertad y señorío del espíritu de Dios, es suma servidumbre, y angustia, y cautiverio”. “La servidumbre -sigue diciendo- ninguna parte puede tener con la libertad, la cual no puede morar en el corazón sujeto a quereres, porque éste es corazón de esclavo, sino en el libre, porque es corazón de hijo” (Subida del Monte Carmelo, I, 4, 6).
San Juan de la Cruz plantea el problema de la libertad y de la servidumbre reflexionando sobre el comportamiento del hombre en relación con los “apetitos”, o sea, los apegos a las cosas temporales, como las personas, los honores, los cargos, la hacienda, etc.; y veces hasta los mismos bienes espirituales, que pueden ser las prácticas religiosas, las devociones, los lugares sagrados, etc.
Los “apetitos” son las tendencias, los impulsos interiores del hombre que piden ser satisfechos. Si el objeto de la acción es éticamente malo, en un comportamiento moral e inteligente tiene que ser rechazado como inconveniente. Pero hay objetos de nuestras acciones que son éticamente buenos o indiferentes, pero por su capacidad de seducción, porque crean hábito o dependencia, pueden ser considerados como dañinos para la salud moral, mental o física. Se convierten en una “droga” en el sentido plenario de la palabra, aunque sean diferentes a las drogas de composición química. Encadenan al hombre a su consumo del que no es fácil liberarse. El ser humano se ha convertido en un esclavo de sí mismo y sus necesidades. El hombre se cree libre, pero está, de hecho, “encadenado”.
San Juan de la Cruz ha descrito esa situación penosa en que se encuentra el hombre, creyente a no, sujeto a esas pasiones, tendencias o deseos, y ha descrito los “daños” que causan a su físico, a su psique y a su espíritu. Algunos “apetitos” privan al hombre “del espíritu de Dios” (lo sentirán sólo los creyentes en él); pero otros los sufrirán todos los seres humanos en quienes han hecho su asiento. Dice Fray Juan de la Cruz que a la persona “la cansan, atormentan, oscurecen, ensucian y enflaquecen”. Ante este panorama humano, Juan de la Cruz propone el camino de la purificación, las “noches” del sentido y del espíritu para conseguir la libertad e evitar el encadenamiento. El que no ve que los vicios eliminan o disminuyen la libertad es que tiene la mente y el corazón “encadenados”. Aunque socialmente viva en democracia... para ir a votar o escribir artículos como éste.

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal
Cipecar - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad
VÍA CRUCIS CON TEXTOS DEL
LIBRO DE LA VIDA DE SANTA
TERESA
(Se coloca una cruz delante del
grupo. Tres lectores: uno lee la
estación, otro lee el texto de la
Santa, otro lee el comentario).
Represéntate a Cristo delante de
ti.
Siempre que pienses de Él,
acuérdate de su amor por ti, que
amor saca amor.
Acostúmbrate a enamorarte de
su humanidad.
Tráele siempre contigo.
Mira que te mira.
Acompáñale.
Habla con Él.
Pídele por tus necesidades.
Quéjate a Él de tus trabajos.
Alégrate de estar con Él.
No te olvides de Él en esta hora.
Dile palabras que te salgan del corazón (Vida 12,2 y 13,22).
PRIMERA ESTACIÓN: JESÚS, CONDENADO A MUERTE
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos…
”Su Majestad ha sido el libro verdadero adonde he visto las verdades. ¡Bendito
sea tal libro, que deja impreso lo que se ha de leer y hacer, de manera que no se
puede olvidar!” (V 26,5).
- Andar el camino de la vida en compañía de Jesús es un grito de
esperanza. Con Él, la muerte no tiene la última palabra.
- Hoy abro mi corazón a Ti, Señor Jesús, para aprender verdades: el amor
es más fuerte el odio, el amor no entiende de límites ni de treguas, la vida se nos
da a chorros cuando Tú subes camino del Calvario.
- Padre nuestro…
SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS
”No dejen de considerar muchas veces la Pasión y vida de Cristo, que es de
donde nos ha venido y viene todo bien” (V 13,13).
- ¡La cruz! Signo y recuerdo de la entrega con más pasión y más
gratuidad jamás vivida.
- Cuando el camino es áspero y las cargas insoportables, sabemos que
Tú nunca nos dejas solos.
TERCERA ESTACÓN: JESÚS CAE EN TIERRA POR PRIMERA VEZ
”Si quiere ganar libertad de espíritu y no andar siempre atribulado, comience a
no se espantar de la cruz, y verá cómo se la ayuda también a llevar el Señor y
con el contento que anda” (V 11,17).
- Miles de hombres y mujeres mordiendo el polvo cada día, aplastados por
la depresión y la tristeza, por la violencia y la explotación, por la pobreza o la
debilidad.
- Señor Jesús, tu ternura nos levanta; tus ojos nos regalan una mirada de
compasión para los que están caídos.
CUARTA ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE
”Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes” ¿Qué más
queremos de un tan buen amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y
tribulaciones como hacen los del mundo? Bienaventurado quien de verdad le
amare y siempre le trajere cabe sí” (V 22,7).
- La Madre sale al encuentro. ¡Cuántas veces salen las madres al encuentro!
Su presencia fortalece, ¡y de qué manera!
- Cuando voy a tu encuentro, Señor Jesús, me hallo con la luz de tu mirada y
sé nunca me dejarás en el camino.
QUINTA ESTACIÓN: JESÚS, AYUDADO POR UN CIRINEO
”Bien de todos los bienes y Jesús mío, ordenad luego modos cómo haga algo por
Vos, que no hay ya quien sufra recibir tanto y no pagar nada. Cueste lo que
costare, Señor, no queráis que vaya delante de Vos tan vacías las manos” (V
21,5).
- Al arrimar el hombro a toda situación injusta y dolorosa, ¡somos cirineos de
Jesús!
- ¿Cómo es que necesitas mi ayuda, Señor Jesús? Aquí tienes mis manos.
SEXTA ESTACIÓN: LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS
”Quisiera yo siempre traer delante de los ojos su retrato e imagen, ya que no
podía traerle tan esculpido en mi alma como yo quisiera” (V 22,4).
- El gesto de una mujer: tan gratuito y valiente. Así es el amor. Sólo cuando
consolamos y cortamos la hemorragia de los que sangran podemos descubrir y
bordar en nuestro pañuelo el rostro de Cristo.
- Cuando te miro, Señor Jesús, con la cruz a cuestas, tu rostro se queda
grabado en mi corazón y toda mi vida se abre a tu amor.
SÉPTIMA ESTACIÓN: JESÚS CAE EN TIERRA POR SEGUNDA VEZ
”Acuérdense de sus palabras y miren lo que ha hecho conmigo, que primero me
cansé de ofenderle, que Su Majestad dejó de perdonarme. Nunca se cansa de dar
ni se pueden agotar sus misericordias; no nos cansemos nosotros de recibir” (V
19,15).
- Marcados por heridas profundas: soledad, fracaso, desprecio, falta de afecto.
Sumergidos en el pecado. Caídos al dar por bueno lo que es mediocre y al llamar
virtud a lo que es cántaro agrietado. Abrazados una y otra vez a la mentira.
- Si caigo, Señor Jesús, por segunda vez, Tú me das la mano.
OCTAVA ESTACIÓN: JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
”No me ha venido trabajo que, mirándoos a Vos cuál estuvisteis delante de los
jueces, no se me haga bueno de sufrir. Con tan buen amigo presente, con tan
buen capitán que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir: es
ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo verdadero” (V 22,6).
- Nunca nadie como Jesús dio un papel tan protagonista a la mujer. Quiso beber
del cántaro de la Samaritana, perdonó a la que tanto amó, se dejó embalsamar y
querer por ellas.
- A las abatidas de la tierra, Tú, Señor Jesús, les dices palabras de aliento; ¡eres
el Amigo verdadero!
NOVENA ESTACIÓN: JESÚS CAE EN TIERRA POR TERCERA VEZ
”Que ésta llamo yo verdadera caída, la que aborrece el camino (la oración) por
donde ganó tanto bien” Allí entenderá lo que hace y ganará arrepentimiento del
Señor y fortaleza para levantarse” (V 15,3).
- Pueblos enteros, caídos, incapaces de ponerse de pie. Gentes desorientadas,
sin saber qué hacer ni por dónde ir. ¡Tantas personas sin camino!
- Pero si, desde el suelo, abro los ojos, te veo a Ti, caído por nosotros, gritando
al oído: ¡Animo! ¡Levántate!
DÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS, DESPOJADO DE SUS VESTIDOS
”Es muy buen amigo Cristo, porque le miramos Hombre y vémosle con flaquezas
y trabajos, y es compañía” (V 22,10).
- ¡Qué afán por despojar al pobre de su vestido, al hambriento de su pan, a
todos los pequeños de su dignidad! Queremos ser hermanos, pero hacemos trizas
la paz. Queremos compartir, pero no dejamos que el pan sea pan nuestro en una
mesa común. Queremos respirar aire limpio, pero no respetamos la naturaleza.
- Y Tú, Señor Jesús, te dejas desnudar de la vida para que vestirme con
una túnica de alegría. ¡Cuánto amor el tuyo! ¡Cuánta ingratitud la mía!
UNDÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS, CLAVADO EN LA CRUZ
”Siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo
tantas mercedes” que amor saca amor” (V 22,14).
- En lo alto de la cruz se vislumbra el triunfo de la vida sobre la muerte.
Jesús no es un fracasado. Lo absurdo es vencido por la esperanza.
- Al pie de la cruz, Señor Jesús, abro mis manos y recojo tu amor. ¿Cuándo
se despertará mi amor por Ti?
DUODÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
”Díjome una vez el Señor que pusiese los ojos en lo que Él había padecido, y
todo se me haría fácil” (V 26,3).
- Pequeño en la cuna y pequeño en la cruz, pero fuerte para fortalecer toda
rodilla vacilante. Nacido en el silencio y muerto en la soledad, pero dando siempre
motivos de aliento a todos los abatidos.
- Pero tu semilla de amor ya está sembrada en mi corazón; el fruto no tardará
en asomarse.
DÉCIMO TERCERA ESTACIÓN: JESÚS EN LOS BRAZOS DE SU MADRE
”Es bueno pensar las penas que allí tuvo y por qué las tuvo y quién es el que las
tuvo y el amor con que las pasó” Se esté allí con El” (V 13,22).
- Toda una vida en los brazos de la Madre; la que sintió el primer aliento,
recoge ahora el último suspiro. Todo se ha cumplido.
- Señor Jesús, abro mis brazos para acogerte, como María. Al tocar tu cuerpo
muerto, tu amor me recorre por dentro, tu vida vence mi pecado.
DÉCIMO CUARTA ESTACIÓN: JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO
”Poníame en las manos de Dios, que Él sabía lo que me convenía, que cumpliese
en mí lo que era su voluntad en todo” (V 27,1).
- Ningún sepulcro puede retener el grito imparable de la vida. La tierra pronto
se llenará de risas y cantares. Una fe de resurrección pide ir más allá del monte
de las lágrimas.
- Señor Jesús, cierro los ojos y me pongo confiadamente en tus manos. Hágase
en mí tu proyecto. Amén.
Canto y bendición con la cruz: Victoria, tú reinarás, oh Cruz, tú nos salvarás.

Cipecar - ESCUELA DE ORACIÓN - San Juan de la Cruz - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - ESCUELA DE ORACIÓN - San Juan de la Cruz - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Beato Manuel Lozano Garrido, Beato Lolo

Beato Manuel Lozano Garrido, Beato Lolo

jueves, 24 de marzo de 2011


SALMOS PARA EL CAMINO
Salmo 1: "Dichoso quien se goza en el Señor"
Muchas veces hemos oído: dime cómo vives y te diré quién eres. La vida es como un espejo que refleja lo que vemos lo que llevamos dentro....
Salmo 7: "A Ti me acojo"
Todos tenemos la experiencia de que la injusticia es un mal enraizado en la humanidad; nos afecta a todos en diferentes escalas. El hombre...
Samo 15: “Tú eres mi bien”
Hay un icono de Rublyov, precioso, que representa a las Tres personas de la Santísima Trinidad. Un niño contemplándolo dijo: “¡Cómo se...

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Salmo 17: "Yo te amo, Señor"
Los avances científicos han ido dando respuestas evidentes a casi todas las necesidades básicas del hombre; pero hay una realidad...
Salmo 18: "Que te agraden mis palabras"
En la Capilla Sixtina, el genial Miguel Angel, al pintar la creación, dibujó a Dios y al hombre como queriéndose tocar con la mano, con la mirada y...
Salmo 21: "Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"
Se ha hecho famosa la pregunta "¿Cómo se puede hablar de Dios después de lo que pasó en los campos de concentración?" En la noche se oyen...

Cipecar - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

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El día del señor - Iglesia de San Esteban - RTVE.es

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Vía Crucis del beato Manuel Lozano Garrido (Lolo)
Textos del beato Manuel Lozano Garrido, Lolo.
I.- CONDENADO A MUERTE
Treinta y tres años tenía Él y esa mañana era también de primavera.

Sol, flores, fiesta y... tenerse que morir irremediablemente a una hora fija.

¡Si al menos le matasen bajo techo! Pero no: a la hora del mediodía, encaramado en un altozano y viendo azulear tranquilamente el humo jubiloso de chimeneas y dorarse la campiña, los montes y la dulce lejanía. ¡Qué bonita es la vida, Jesús; y qué pena también que a Ti te la hagan ahora sangre y te den la muerte.

Pero, ¿qué has podido hacer, tan grave, al margen de dar vista a los ciegos o multiplicar el copo de las barcas?

(Cartas con la señal de la Cruz, p. 164)

II.- CARGA CON LA CRUZ
La Cruz es el instrumento de Redención: a los suplicios se superpone la realidad del amor. Caminar por la Vía Dolorosa es llevar sobre los hombros el signo inconfundible de ser un elegido; oír continuamente la llamada a ser misionero del amor.

(El sillón de ruedas, p. 231)

III.- PRIMERA CAIDA
Mira, Cristo, yo también soy un condenado a muerte; llevo mi cruz a cuestas, caigo bárbaramente ante las peripecias de cada día, soy desnudado por el infortunio y a cada momento me clavan las manos los martillazos de la inutilidad. Sólo falta que mi vida sea también redentora.

(Dios habla todos los días, p. 32)

IV.- ENCUENTRA A SU MADRE
¡Qué distinto es el dolor cuando se cuenta al lado con dos ojos cordiales que lo entienden! Cuando en la hora decisiva el mundo entero estaba de espaldas y el mismo Padre corría una veladura, consintiendo una sensación de abandono, María es como una cumbre viva que tiene la estrella de la consolación en el vértice.

(Cartas con la señal de la Cruz, p. 143)

V.- EL CIRINEO
Simón: cuando el hombre caído pudo levantar la cabeza, ¿te acuerdas del modo con que te miró? ¿¡No lo vas a recordar si era como si te conectaran en los ojos una fuente de agua dulce que te iba resbalando hasta el mismo corazón!?

Simón: si tú tocas a ciegas y sabes distinguir lo que es un escardillo, la azada o el puño de un arado, dime: el tronco aquél ¿era un árbol cualquiera o le notaste el calor y la potencia de una savia que no fuese de esta vida?

Simón: ¿cuánto pesaba, verdaderamente, aquel pedazo de madera que llevabais a escote entre tú y aquel Nazareno desconocido?

Simón: cuando se está dentro de un suceso tan doloroso, ¿cómo se ven las gentes a las que estamos sirviendo de espectáculo?

¡Qué envidia de ti...; nosotros, oteando el cielo y tú, en cambio, viéndolo todo por esa puerta grande del conocimiento de Dios que es la caridad!

Cartas con la señal de la cruz, p. 176)

VI. LA VERÓNICA
Aparece de pronto una foto mía de cuando tuviera veintiún años, meses apenas antes de la enfermedad.

El ideal…: grabar en mi interior una noble y divina figura: vivir con transparencia, ensancharse en el amor de los hombres.

Mi ideal, concretado en la realidad tangible de Cristo. En consecuencia un sueño: ¡servirle de testimonio, portearle en mi persona con mi ejemplo!. Mi ambición de momento, ésa: configurarme a su medida, darle a los demás en mí.

(Las golondrinas nunca saben la hora, p.23 y Cartas con la señal de la cruz, p. 21)

VII SEGUNDA CAIDA
Con ojos de criatura no comprendo por qué has querido plantar en este barro una semilla de grandeza… Por eso quiero decirte que necesito, más que nada, de la humildad, de la reverencia de pensamiento para estar cayendo siempre en que lo que grana en esta vida es la divina flor de tu cariño, tu mano que se tiende y trabaja continuamente nuestro corazón.

(Mesa redonda con Dios p. 30)

VIII.- JESUS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
Tres actitudes ante la presencia del dolor:

La de aquél que aún no ha ido más allá del escozor de su herida: ‘Dios me ha quitado…’

La del que acepta, sin entrar en su espíritu de actividad santificante: ‘Dios me ha pedido…’

Y la de aquél que, comprendiendo el valor comunitario del sufrimiento, se da de lleno al ideal de redención: ‘Señor te ofrezco…’

(Las estrellas se ven de noche, p. 110)

IX.- TERCERA CAIDA
Por favor, Cristo mío, sé indulgente, no te canses nunca de mí. Razón tienes de más para darme la espalda. Ya ves, me nacen las canas y todavía Tú sales, como antaño, a la puerta de mi casa y allí te sientas, espera que te espera, a que yo aparezca por lo hondo del camino. Tan pobre soy, Señor, que tengo conciencia de que nunca podré remontarme por mi propio impulso. De seguro que nunca habrás puesto los ojos en un manojo de tantas debilidades. Así y todo, olvida mi ficha y dame aliento.

(Las golondrinas nunca saben la hora, p. 164)

X.- DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
Desnudo como has nacido, morirás un día, pero haz por ir más allá, siendo pobre por voluntad, y ya entonces resultará que eres gemelo de Cristo, en su riqueza humilde. ¡Menudo parentesco, amigo!

(Las estrellas se ven de noche, p. 226)

XI. CLAVADO EN LA CRUZ
¡Qué angustia, Señor; la muerte así, sin dosis; como un trueno seco y grande! Qué dura es la angustia, aunque… ¡si sabrás Tú de agonías para que yo te lo diga! Bueno, pues dame la tuya como modelo y ayúdame a remontar ese puente de la preocupación, para que yo no vea más que lo que importa y que es lo que hay al otro lado de la barrera: ¡Tú mismo, mi Señor!

(Las golondrinas nunca saben la hora, p. 152)

XII. MUERE EN LA CRUZ
Tengo sed, Señor, del agua de esa fuente. Mi corazón quema de tanta lumbre interior, de tantos ardores siempre. Me abraso de ansias de ser mejor, de notarme más fiel, más leal, más generoso, más incondicional. Mi sed es de Ti ¿por qué has de darte siempre con cuentagotas? ¡Dame más, Señor! Lléname como un aljibe, y casi en seguida, me dejas vacío, para que yo goce además el júbilo de sentir cómo te viertes!

(Las golondrinas nunca saben la hora, p. 274)

XIII. ENTREGADO A SU MADRE
Dice Jesús: Mi deseo es que la ternura, la pura, hermosa y fragante ternura humana, la vistáis todos desde la mañana a la noche. Cuando llora el hijo de mantillas, vuestra mujer lo toma en brazos y se le esponja el corazón. Y es que una madre es una cosa de la que sale como fuego, como azúcar, como serenidad, como dicha, como alegría. Os voy a hacer un seguro de ternura para siempre…Estaréis pensando que lo que digo es bonito, pero difícil. ¡Y no! ¿Veis? Es esto: ‘Os doy a mi Madre, que tiene el corazón como una montaña’; y se acabó.

(Mesa redonda con Dios, p. 223)

XIV .- SEPULTADO
El mundo es, en esta hora, como una campiña arada y llovida de rojo; a él ha descendido el único grano de la verdadera fecundidad. Cristo se deja echar como una semilla en el surco. A Él lo han sembrado sobre el mundo desde esa mano gigante que es la Cruz. Un grano, sólo uno, y qué ciclo tan aprisa… y el pan de Vida que ha de dar por los siglos esta harina tan pura. A la vera de esta sepultura se afinan los clarines y se tensan los timbales para la inmensa algarada de la madrugada del domingo. ¡Aleluya!

(Cartas con la señal de la Cruz)

Beato Manuel Lozano Garrido, 17/03/2011

Oblatas de Cristo Sacerdote: sus monasterios

Oblatas de Cristo Sacerdote: sus monasterios
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Ciudad del Vaticano,
miércoles, 16 de enero 2008

Las Virtudes Teologales
La Fe
La virtud teologal de la fe es un don de Dios. Fruto de la gracia prepara nuestra mente para aceptar los misterios revelados por Dios. Los contenidos de nuestra fe nos han sido entregados por la Iglesia a través de las Sagradas Escrituras y la tradición viva, pero la capacidad de aceptar estos misterios nos llega directamente de Dios en el acto del bautismo, o incluso antes, al momento de la conversión que lleva al bautismo. . ¿Por qué Dios nos dona esta virtud? La respuesta más sencilla es que la fe nos capacita para encontrar a Dios. Pero ¿por qué Dios prefiere el encuentro por medio de la fe en vez de revelarse empleando sencillamente medios cognitivos? Después de todo la fe implica humildad intelectual, una disposición por la que el intelecto mismo, creado por Dios con un impulso intrínseco hacia la verdad, se abstiene de utilizar independientemente todos los poderes de esta guía para apoderarse de la verdad, y bajo la influencia de la voluntad, se rinde para recibirla como don. ¿Es esta, pues, una simple degradación del intelecto? Este, en definitiva, puede llegar a la verdad empleando sus propios métodos cognitivos, experimentales o filosóficos. Dado que el intelecto puede alcanzar la verdad, ¿por qué debe entonces someterse a la fe, asumiendo una posición de discípulo adoctrinado por el Maestro que permanece oculto entre nubes de misterio? La respuesta a esta pregunta puede hallarse sencillamente en la experiencia humana. En nuestras relaciones no procedemos basándonos simplemente en conocimientos científicos. Confiamos. Donde existe confianza, hay apertura hacia el otro, hay espacio para el amor. Los conocimientos científicos no generan amor. Pero sí lo hace la confianza. Dios, por ende, ocultándose en el misterio que puede ser revelado solo por medio de la fe, nos revela un rostro humano. Mientras nos acercamos a Dios por medio de la fe, vamos aprendiendo como confiar en El y amarlo. Descubrimos que Dios no es una simple respuesta a las preguntas sobre la existencia humana o cósmica. Dios es un padre que espera nuestra confianza y nuestro amor. La humildad intelectual en la fe no debe, por tanto, entenderse peyorativamente. Es una extensión del intelecto hacia el vital encuentro con Dios, que al mismo tiempo deja intacta las capacidades intelectuales. La fe no obnubila el intelecto; nos permite simplemente ver mejor, para unir el conocimiento obtenido por medio de la filosofía con el recibido a través de la revelación, con el propósito de alcanzar la verdad que el intelecto, por sí solo, no podría alcanzar. La precisión de la lengua latina nos permite distinguir tres niveles de fe. En primer lugar encontramos la creencia que Dios existe – credo Deum esse. Esta creencia no se traduce aún en una relación personal con Dios. Muchas personas aceptan la existencia de Dios, pero no llegan a sentirse turbados por Su presencia en la vida diaria. Le sigue la aceptación del principio que Dios es verdad, creer o confiar en la palabra de Dios – credo Deo. Esta es una actitud que acepta el hecho que Dios haya hablado, que su palabra contenga importantes verdades. Esta creencia puede no superar el nivel de una simple declaración. Existe, por fin, la creencia en Dios – credo in Deum, subrayado el en, que expresa movimiento. Creer en o mejor dicho hacia Dios significa asumir todas las energías del alma y dirigirlas hacia Dios. Esta forma suprema de fe está constituida por la caridad. La fe en estos nieles no acepta simplemente la existencia de Dios y su veracidad, sino que reorganiza la vida de tal modo que Dios se transforma en el principio más importante. Todo lo sentido, dicho o hecho ha sido realizado concentrándose en Dios, confiando en Su presencia, ayuda y amor. Es esta la fe que Dios espera de nosotros, porque es precisamente esta fe la que conduce al encuentro entre el Padre Eterno y sus confiados hijos. Dios no necesita de nuestra labor, pero espera con paciencia que nuestros corazones recuperen confianza en Su gracia, reciban Su amor en las actividades diarias y acepten el misterio de Su presencia en nuestras vidas. Se debe de todas formas recordar que no es suficiente declarar nuestra fe. Debemos confesarla, cuando nuestra fe aumenta, cuando permitimos al inefable misterio de Dios penetrar en nuestras vidas, en nuestros pensamientos, sentimientos y decisiones. No existen límites para el crecimiento de la fe, porque no hay límites en la propensión hacia Dios, que es y permanecerá siendo un misterio – como el misterio de Pedro cuando fue invitado a confiar, mientras El caminaba sobre las aguas.

di Fr. Wojciech Giertych, O.P. - Teólogo de la Casa Pontificia Credits | Link | Contactos | Sponsor | Lengua: - Select - Italiano Română Français Español English Portugués Polski

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Giovanni Paolo II - Causa di Beatificazione e Canonizzazione

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JMJ 2011 Madrid - Web oficial - Juan Pablo II, creador de las Jornadas Mundiales

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Comentario al evangelio del Jueves 24 de Marzo del 2011 - Ciudad Redonda

Comentario al evangelio del Jueves 24 de Marzo del 2011 - Ciudad Redonda
Lecturas Jueves de la 2ª semana de Cuaresma
Jueves 24 de Marzo del 2011
Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (17,5-10):

Así dice el Señor: «Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto. Nada más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones.»

Palabra de Dios
Salmo
Sal 1,1-2.3.4.6

R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (16,19-31):

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle la llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas." Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán."
Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."»

Palabra del Señor

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Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

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DIÓCESIS DE CANARIAS - ISLAS CANARIAS - ESPAÑA

DIÓCESIS DE CANARIAS - ISLAS CANARIAS - ESPAÑA
 
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domingo, 20 de marzo de 2011

«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.»

Este segundo domingo de cuaresma está puesto bajo el signo de dos personajes: Abrahán y Jesucristo.
Abrahán que es invitado por Dios a abandonar los ídolos y la seguridad de la casa paterna para emprender un camino de emigración rumbo a lo desconocido para él, y que Dios le había de dar en posesión. Abrahán puso toda su confianza en Dios y se puso en camino hacia la tierra que Dios le prometía y que era totalmente desconocida para él.

Jesucristo que manifiesta en el Tabor a sus discípulos la gloria de su divinidad, una gloria que él llevaba oculta bajo los velos de su humanidad, y que él quiso manifestarles en ese momento para que pudieran tenerlo en cuenta a la hora de la prueba, su pasión.

En el contexto litúrgico de la Cuaresma, Abrahán es el signo de la cuaresma. Y Jesucristo transfigurado, el signo del final de la cuaresma. Abrahán es el signo de la cuaresma porque la cuaresma es una invitación a salir de la propia seguridad y de la propia comodidad para emprender un camino nuevo rumbo a la Pascua sin que sepamos lo que el Señor nos tiene reservado para entrar en ella. Jesucristo transfigurado es el signo del final de la cuaresma porque la cuaresma no termina en el viernes santo, con la muerte del Señor, ni en el sábado santo por la mañana como antes, sino en la celebración de la Vigilia del sábado santo, la Madre de todas las Vigilias, como la llamaba san Agustín, en que los cristianos celebramos no la vuelta a la vida, sino la Resurrección gloriosa de nuestro Señor Jesucristo, llena de luz y de esplendor y de esperanza.

Fr. Aristónico Montero Galán O.P.
Convento de San Pedro Mártir (Madrid)

Homilías - Predicación - Orden de Predicadores

Homilías - Predicación - Orden de Predicadores
A este Jesús debemos encontrar nosotros en nuestra vida ordinaria, en medio del trabajo, en la calle, en quienes nos rodean, en la oración, cuando perdona, en el sacramento de la Penitencia, y, sobre todo, en la Sagrada Eucaristía, donde se encuentra verdadera, real y sustancialmente presente. Pero normalmente no se nos muestra con particulares manifestaciones. Más aún, hemos de aprender a descubrir al Señor detrás de lo ordinario, de lo corriente, huyendo de la tentación de desear lo extraordinario.

Nunca debemos olvidar que aquel Jesús con el que estuvieron en el monte Tabor aquellos tres privilegiados es el mismo que está junto a nosotros cada día. «Cuando Dios os concede la gracia de sentir su presencia y desea que le habléis como al amigo más querido, exponedle vuestros sentimientos con toda libertad y confianza. Se anticipa a darse a conocer a los que le anhelan (Sab 6, 14). Sin esperar a que os acerquéis a Él, se anticipa cuando deseáis su amor, y se os presenta, concediéndoos las gracias y remedios que necesitáis. Solo espera de vosotros una palabra para demostraros que está a vuestro lado y dispuesto a escucharos y consolaros: Sus oídos están atentos a la oración (Sal 33, 16) (...).

»Los demás amigos, los del mundo, tienen horas que pasan conversando juntos y horas en que están separados; pero entre Dios y vosotros, si queréis, jamás habrá una hora de separación»19.

¿No será nuestra vida distinta en esta Cuaresma, y siempre, si actualizáramos más frecuentemente esa presencia divina en lo habitual de cada día, si procuráramos decir más jaculatorias, más actos de amor y de desagravio, más comuniones espirituales...? «Para tu examen diario: ¿he dejado pasar alguna hora, sin hablar con mi Padre Dios?... ¿He conversado con Él, con amor de hijo? —¡Puedes!»20.

1 Antífona de entrada. Sal 26, 8-9. — 2 Cfr. Mc 9, 2. — 3 Cfr. Lc 9, 28. — 4 Lc 9, 29. — 5 Cfr. Lc 9, 31. — 6 San León Magno, Sermón, 51, 3. — 7 2 Pdr 1, 17-18. — 8 San Beda, Comentario sobre San Marcos 8, 30; 1, 3. — 9 Cfr. 2 Cor, 5, 2. — 10 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 139. — 11 San Juan Crisóstomo, Epístola 1 a Teodoro, 11. — 12 San Josemaría Escrivá, en Hoja informativa n. 1, de su proceso de beatificación, p. 5. — 13 Santa Teresa, Camino de perfección, 20, 2. — 14 Cfr. Mc 9, 7. — 15 Ex 40, 34-35. — 16 Ex 19, 9. — 17 Juan Pablo II, Enc. Redemptor hominis, 7. — 18 Mt 17, 8. — 19 S. Alfonso Mª de Ligorio, Cómo conversar continua y familiarmente con Dios, Ed. Crítica, Roma 1933, 63. — 20 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 657.

MARCO CUARESMA 02A

MARCO CUARESMA 02A

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal