Cipecar - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad
VÍA CRUCIS CON TEXTOS DEL
LIBRO DE LA VIDA DE SANTA
TERESA
(Se coloca una cruz delante del
grupo. Tres lectores: uno lee la
estación, otro lee el texto de la
Santa, otro lee el comentario).
Represéntate a Cristo delante de
ti.
Siempre que pienses de Él,
acuérdate de su amor por ti, que
amor saca amor.
Acostúmbrate a enamorarte de
su humanidad.
Tráele siempre contigo.
Mira que te mira.
Acompáñale.
Habla con Él.
Pídele por tus necesidades.
Quéjate a Él de tus trabajos.
Alégrate de estar con Él.
No te olvides de Él en esta hora.
Dile palabras que te salgan del corazón (Vida 12,2 y 13,22).
PRIMERA ESTACIÓN: JESÚS, CONDENADO A MUERTE
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
Su Majestad ha sido el libro verdadero adonde he visto las verdades. ¡Bendito
sea tal libro, que deja impreso lo que se ha de leer y hacer, de manera que no se
puede olvidar! (V 26,5).
- Andar el camino de la vida en compañía de Jesús es un grito de
esperanza. Con Él, la muerte no tiene la última palabra.
- Hoy abro mi corazón a Ti, Señor Jesús, para aprender verdades: el amor
es más fuerte el odio, el amor no entiende de límites ni de treguas, la vida se nos
da a chorros cuando Tú subes camino del Calvario.
- Padre nuestro
SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS
No dejen de considerar muchas veces la Pasión y vida de Cristo, que es de
donde nos ha venido y viene todo bien (V 13,13).
- ¡La cruz! Signo y recuerdo de la entrega con más pasión y más
gratuidad jamás vivida.
- Cuando el camino es áspero y las cargas insoportables, sabemos que
Tú nunca nos dejas solos.
TERCERA ESTACÓN: JESÚS CAE EN TIERRA POR PRIMERA VEZ
Si quiere ganar libertad de espíritu y no andar siempre atribulado, comience a
no se espantar de la cruz, y verá cómo se la ayuda también a llevar el Señor y
con el contento que anda (V 11,17).
- Miles de hombres y mujeres mordiendo el polvo cada día, aplastados por
la depresión y la tristeza, por la violencia y la explotación, por la pobreza o la
debilidad.
- Señor Jesús, tu ternura nos levanta; tus ojos nos regalan una mirada de
compasión para los que están caídos.
CUARTA ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE
Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes ¿Qué más
queremos de un tan buen amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y
tribulaciones como hacen los del mundo? Bienaventurado quien de verdad le
amare y siempre le trajere cabe sí (V 22,7).
- La Madre sale al encuentro. ¡Cuántas veces salen las madres al encuentro!
Su presencia fortalece, ¡y de qué manera!
- Cuando voy a tu encuentro, Señor Jesús, me hallo con la luz de tu mirada y
sé nunca me dejarás en el camino.
QUINTA ESTACIÓN: JESÚS, AYUDADO POR UN CIRINEO
Bien de todos los bienes y Jesús mío, ordenad luego modos cómo haga algo por
Vos, que no hay ya quien sufra recibir tanto y no pagar nada. Cueste lo que
costare, Señor, no queráis que vaya delante de Vos tan vacías las manos (V
21,5).
- Al arrimar el hombro a toda situación injusta y dolorosa, ¡somos cirineos de
Jesús!
- ¿Cómo es que necesitas mi ayuda, Señor Jesús? Aquí tienes mis manos.
SEXTA ESTACIÓN: LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS
Quisiera yo siempre traer delante de los ojos su retrato e imagen, ya que no
podía traerle tan esculpido en mi alma como yo quisiera (V 22,4).
- El gesto de una mujer: tan gratuito y valiente. Así es el amor. Sólo cuando
consolamos y cortamos la hemorragia de los que sangran podemos descubrir y
bordar en nuestro pañuelo el rostro de Cristo.
- Cuando te miro, Señor Jesús, con la cruz a cuestas, tu rostro se queda
grabado en mi corazón y toda mi vida se abre a tu amor.
SÉPTIMA ESTACIÓN: JESÚS CAE EN TIERRA POR SEGUNDA VEZ
Acuérdense de sus palabras y miren lo que ha hecho conmigo, que primero me
cansé de ofenderle, que Su Majestad dejó de perdonarme. Nunca se cansa de dar
ni se pueden agotar sus misericordias; no nos cansemos nosotros de recibir (V
19,15).
- Marcados por heridas profundas: soledad, fracaso, desprecio, falta de afecto.
Sumergidos en el pecado. Caídos al dar por bueno lo que es mediocre y al llamar
virtud a lo que es cántaro agrietado. Abrazados una y otra vez a la mentira.
- Si caigo, Señor Jesús, por segunda vez, Tú me das la mano.
OCTAVA ESTACIÓN: JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
No me ha venido trabajo que, mirándoos a Vos cuál estuvisteis delante de los
jueces, no se me haga bueno de sufrir. Con tan buen amigo presente, con tan
buen capitán que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir: es
ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo verdadero (V 22,6).
- Nunca nadie como Jesús dio un papel tan protagonista a la mujer. Quiso beber
del cántaro de la Samaritana, perdonó a la que tanto amó, se dejó embalsamar y
querer por ellas.
- A las abatidas de la tierra, Tú, Señor Jesús, les dices palabras de aliento; ¡eres
el Amigo verdadero!
NOVENA ESTACIÓN: JESÚS CAE EN TIERRA POR TERCERA VEZ
Que ésta llamo yo verdadera caída, la que aborrece el camino (la oración) por
donde ganó tanto bien Allí entenderá lo que hace y ganará arrepentimiento del
Señor y fortaleza para levantarse (V 15,3).
- Pueblos enteros, caídos, incapaces de ponerse de pie. Gentes desorientadas,
sin saber qué hacer ni por dónde ir. ¡Tantas personas sin camino!
- Pero si, desde el suelo, abro los ojos, te veo a Ti, caído por nosotros, gritando
al oído: ¡Animo! ¡Levántate!
DÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS, DESPOJADO DE SUS VESTIDOS
Es muy buen amigo Cristo, porque le miramos Hombre y vémosle con flaquezas
y trabajos, y es compañía (V 22,10).
- ¡Qué afán por despojar al pobre de su vestido, al hambriento de su pan, a
todos los pequeños de su dignidad! Queremos ser hermanos, pero hacemos trizas
la paz. Queremos compartir, pero no dejamos que el pan sea pan nuestro en una
mesa común. Queremos respirar aire limpio, pero no respetamos la naturaleza.
- Y Tú, Señor Jesús, te dejas desnudar de la vida para que vestirme con
una túnica de alegría. ¡Cuánto amor el tuyo! ¡Cuánta ingratitud la mía!
UNDÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS, CLAVADO EN LA CRUZ
Siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo
tantas mercedes que amor saca amor (V 22,14).
- En lo alto de la cruz se vislumbra el triunfo de la vida sobre la muerte.
Jesús no es un fracasado. Lo absurdo es vencido por la esperanza.
- Al pie de la cruz, Señor Jesús, abro mis manos y recojo tu amor. ¿Cuándo
se despertará mi amor por Ti?
DUODÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
Díjome una vez el Señor que pusiese los ojos en lo que Él había padecido, y
todo se me haría fácil (V 26,3).
- Pequeño en la cuna y pequeño en la cruz, pero fuerte para fortalecer toda
rodilla vacilante. Nacido en el silencio y muerto en la soledad, pero dando siempre
motivos de aliento a todos los abatidos.
- Pero tu semilla de amor ya está sembrada en mi corazón; el fruto no tardará
en asomarse.
DÉCIMO TERCERA ESTACIÓN: JESÚS EN LOS BRAZOS DE SU MADRE
Es bueno pensar las penas que allí tuvo y por qué las tuvo y quién es el que las
tuvo y el amor con que las pasó Se esté allí con El (V 13,22).
- Toda una vida en los brazos de la Madre; la que sintió el primer aliento,
recoge ahora el último suspiro. Todo se ha cumplido.
- Señor Jesús, abro mis brazos para acogerte, como María. Al tocar tu cuerpo
muerto, tu amor me recorre por dentro, tu vida vence mi pecado.
DÉCIMO CUARTA ESTACIÓN: JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO
Poníame en las manos de Dios, que Él sabía lo que me convenía, que cumpliese
en mí lo que era su voluntad en todo (V 27,1).
- Ningún sepulcro puede retener el grito imparable de la vida. La tierra pronto
se llenará de risas y cantares. Una fe de resurrección pide ir más allá del monte
de las lágrimas.
- Señor Jesús, cierro los ojos y me pongo confiadamente en tus manos. Hágase
en mí tu proyecto. Amén.
Canto y bendición con la cruz: Victoria, tú reinarás, oh Cruz, tú nos salvarás.
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