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domingo, 28 de diciembre de 2008

NAVIDAD 08

 


DÍA SEXTO


Jesús es consagrado a Dios


 


1. Canto para empezar


 


2. Oración para todos los días


Como en el primer día.


 


3. Presentación del tema


María y José llevaron al Niño al Templo de Jerusalén para consagrarlo a Dios. Lo habían recibido de Dios y en manos de Dios lo ponían.


La ceremonia fue sencilla. No hubo gastos extraordinarios. Ellos dieron la ofrenda de los pobres: una pareja de tórtolas.


Un anciano, llamado Simeón, había pasado su vida esperando el consuelo de encontrarse con el Salvador, luz y gloria de su pueblo. Y su fe fue tan grande, que lo consiguió. Para nosotros es modelo de la perseverante búsqueda del Señor. Todo el que lo busca con constancia, lo encuentra siempre.


Simeón, inspirado por el Espíritu Santo, le dijo a María cosas duras: el Niño estaba destinado a ser "señal de contradicción" y motivo de conflictos; ella misma se vería traspasada por un sufrimiento mortal. El esperaba la salvación de Israel, pero, como creyente de experiencia, sabía que la salvación sólo vendría a través del dolor.


Simeón ve claro también que Jesús es el centro de la vida y de la historia. El Mesías-Luz viene a liberarnos de la obscuridad de la opresión. O estamos con El o contra El. Es señal de vida o de muerte; causa de caída o de vida plena. Bandera discutida: uno puede estar a su favor o en su contra, pero nunca indiferente.


Ana, una anciana que también les encontró en el templo, simboliza a todas esas buenas mujeres serviciales que esperan sólo en Dios. Ellas merecen también, como Simeón, encontrarse con Jesús como Salvador. Ana daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la liberación de su pueblo.


Un anciano y una anciana son los dos primeros que desde las profundidades de su fe se dan cuenta de que aquel niño pobre es mucho más de lo que aparece por de fuera: es el Salvador del mundo.


 


4. Lectura del Evangelio: Lucas 2,22-38


Asimismo, cuando llegó el día en que, de acuerdo a la Ley de Moisés, debían cumpir el rito de la purificación de la madre, llevaron al niño a Jerusalén. Allí lo consagraron al Señor, tal como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. Además ofrecieron el sacrificio que ordena la Ley: una pareja de tórtolas o dos pichones.


Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era muy bueno y piadoso y el Espíritu Santo estaba con él. Esperaba los tiempos en que Dios atendiera a Israel y sabía por una revelación del Espíritu Santo que no moriría antes de haber visto al Cristo del Señor.


Vino, pues, al Templo, inspirado por el Espíritu, cuando sus padres traían al Niñito para cumpir con él los mandatos de la Ley.


Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios con estas palabras:


Señor, ahora, ya puedes dejar que tu servidor muera en paz,


como le has dicho.


Porque mis ojos han visto a tu Salvador


que tú preparaste para presentarlo a todas las naciones.


Luz para iluminar a todos los pueblos


y gloria de tu pueblo, Israel.


Su padre y su madre estaban maravillados por todo lo que decía Simeón del Niño. Simeón los felicitó y, después, dijo a María, su madre: "Mira, este niño debe ser causa tanto de caída como de resurrección para la gente de Israel. Será puesto como una señal que muchos rechazarán, y a ti misma una espada te atravesará el alma. Pero en eso los hombres mostrarán claramente lo que sienten en sus corazones".


Había también una mujer de edad muy avanzada, llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Tenía ochenta y cuatro años. Después de siete años de casada, había perdido muy joven a su marido y, siendo viuda, no se apartaba del Templo, sirviendo día y noche al Señor con ayunos y oraciones. Ella también tenía don de profecía. Llegando en ese mismo momento, comenzó a alabar a Dios y a hablar del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.


 


5. Diálogo comunitario


a) ¿Esperamos, como Simeón y Ana, encontrarnos con Jesús? ¿Quién es Jesús para nosotros? ¿Cuál es nuestra esperanza en El?


b) ¿Qué tipos de sufrimientos estamos dispuestos a pasar con tal de encontrarnos con Jesús? ¿En qué consiste eso de sufrir por Cristo?


c) A ejemplo de María, ¿sabemos guardar en el corazón todo lo que se dice sobre Jesús?


d) Los padres de Jesús ofrecieron a su Hijo a Dios, reconociendo con ello que venía de Dios y era para Dios. ¿Sabemos también nosotros ofrecer de veras a Dios a nuestros hijos?


e) ¿Mandamos a nuestros hijos a la catequesis? ¿Participamos los padres en la catequesis?


 


6. Oración comunitaria


- Creemos que nuestro encuentro personal con Jesús es lo más importante que nos puede pasar en nuestra vida.


- Que nuestros ojos vean a tu Salvador, Señor


- Tú eres, Jesús, la luz que ilumina a todos los pueblos.


- Perdón, Jesús, porque muchas veces no nos importa demasiado el encontrarnos contigo.


- Te rogamos que, a ejemplo de Simeón y Ana, también nosotros sepamos hablar del Niño a todos los que esperan la liberación.


- A ejemplo de María y José, te ofrecemos y te consagramos, Señor, a nuestros hijos.


(Se pueden añadir las oraciones que cada uno quiera)


- Padre Nuestro, Ave María y Bendito.


 


7. Canto de despedida


TEXTOS PARA NAVIDAD (I)


 


1.


-Dios se ha hecho hombre.
Este es uno de los aspectos centrales de la Navidad. Viene  resaltado por casi todas las lecturas y por los textos de oración: "Ha aparecido la gloria de  Dios:, "la aparición gloriosa del gran Dios y Señor nuestro JC" (Tt 2. 11-14), "ha aparecido la  bondad de Dios" (Tt 3. 4) y, sobre todo, el prólogo del evang. de s. Jn cuya lectura no  debiera omitirse.


Por eso, la actitud espiritual que debemos avivar entre los fieles en esta fiesta es la  alabanza gozosa y la acción de gracias porque el Verbo de Dios, la Palabra que creó todas  las cosas, se nos ha manifestado como una gran luz y ha acampado entre nosotros, se ha  hecho uno de nosotros. En este sentido iría bien hacer una lectura reflexionada del prefacio  II de Navidad.


-La divinización del hombre.
Es la contrapartida. Porque el misterio de estos días se  expresa en términos de intercambio: Dios se ha hecho hombre para que nosotros seamos  dioses. Es decir, para que nosotros nos hagamos partícipes de la naturaleza divina.  También éste es un motivo de acción de gracias del que la asamblea debe ser consciente.  La Iglesia, sobre todo la oriental, es muy consciente de que, desde el momento mismo de la  encarnación, lo humano ha sido reconciliado con lo divino, y la alianza de amor de Dios con  el hombre ha sido restablecida para siempre.


-La solidaridad de Dios con el hombre culmina en la cruz.
Al mismo tiempo hay que  resaltar que el misterio de reconciliación iniciado en la encarnación culmina en la Pascua,  cuando Cristo, hecho hombre como nosotros se solidariza con nuestra situación de pobreza  hasta la muerte de cruz. Por eso Navidad debe proyectarse hacia la Pascua. El misterio de  Dios hecho hombre, pobre y humilde como nosotros, que celebramos en Navidad, se  consuma al entregar Cristo su vida en la cruz. De este modo se garantiza la centralidad de la  Pascua.





2. ENC/KENOSIS


Grande es nuestro Dios e infinito su poder. Ahora se ha mostrado tal como es: ¡Pequeño  es nuestro Dios e infinito su amor! Y porque su amor es infinito, se ha acercado a nosotros.  No tuvo miedo a la materia, no dudó en asumir la condición humana, a veces trágica y, en  muchos aspectos, absurda. ¿Quién podría imaginar que Dios se hiciera hombre de este  modo? A nadie se le oculta la condición humana. A pesar de su bondad fundamental, el  hombre es también un ser fracasado en la historia. Puede ser un lobo para los demás y una  máquina autodestructora para consigo mismo. Cada cual lo sabe por propia experiencia: es  difícil soportarse a sí mismo con hombría; pero aún más difícil es abrirse a los demás,  escucharlos y tratar de amarlos tal como son, con sus miserias y limitaciones. Y, sin  embargo, Dios quiso ser hombre.


La gente está tan cansada de decir y oír decir que "el Verbo se hizo carne", que llega a no  reflexionar lo que esto significa. Él quiso realmente ser como uno de nosotros, como tú y  como yo, menos en el pecado: un hombre limitado que crece, que aprende y que pregunta;  un hombre capaz de oír y de responder. Dios no asumió una humanidad abstracta de animal  racional, sino que desde el primer momento de su concepción asumió un ser histórico: Jesús  de Nazaret, un judío por raza y por religión, que se formó en el reducido espacio del seno  materno; que creció en el reducido espacio de una patria insignificante; que maduró en el  reducido espacio de una minúscula y remota aldea; que trabajó en un medio limitado y muy  poco culto, donde no se hablaba griego ni latín, las lenguas de la época, sino un dialecto, el  arameo, con acento de Galilea; que sintió la opresión de las fuerzas de ocupación de su  país; que conoció el hambre, la sed, la soledad, las lágrimas por la muerte del amigo, la  alegría de la amistad, la tristeza, el temor, las tentaciones y el horror a la muerte; y que pasó  por la noche oscura del abandono de Dios. Todo esto lo asumió Dios en JC. Nada de ello se  le ahorró. Asumió todo lo que es auténticamente humano y pertenece a nuestra condición,  como la justa ira y la sana alegría, la bondad y la dureza, la amistad y el conflicto, la vida y la  muerte. Todo esto está presente en la frágil figura del Niño que comienza a gimotear en el  pesebre, entre el buey y el asno (...).


Dios, en su amor inconmensurable, se dispone a comunicarse totalmente a un ser  diferente de sí; es decir, a un ser creado, no divino, para expresar el carácter absolutamente  extraordinario de su propio amor. Ha creado una naturaleza humana que fuera capaz de  recibirlo sin dejar de ser naturaleza humana creada y limitada. Dios ha querido divinizarla, no  como un teofanismo pagano en el que Dios aparezca como un Moloc que lo usurpa todo y lo  transforma en su propia realidad divina. Lo Divino de Dios consiste en respetar la alteridad;  la criatura seguirá siendo criatura y, al mismo tiempo, albergará dentro de sí a Aquél a quien  ni siquiera el cielo puede contener. Al comunicarse a la criatura, por lo tanto, Dios hace que  la criatura siga siendo aún más criatura, aún más diferente de lo Divino (...).


Jesús de Nazaret fue aquel hombre, eternamente pensado y querido por Dios para, en él,  poder el mismo Dios derramar todo su amor infinito. Hoy, en el pesebre, asistimos a la  manifestación de "la bondad y el amor a los hombres de Dios, nuestro Salvador" (Tt 3. Esta humanidad santa es la humanidad de Dios. Mediante ella, Dios hace concreto su  amor para con nosotros; un amor ardiente que se ofrece; un amor respetuoso que se  insinúa; un amor que conquista el corazón y le obliga a amar. Jesucristo hace realidad el  proyecto de Dios de hacerse hombre y el proyecto del hombre de hacerse Dios.


-Jesucristo: sacramento del encuentro entre Dios y el hombre
Jesucristo se manifiesta  como el lugar donde se encuentran el hombre que busca a Dios y Dios que busca al  hombre.


Él es la encrucijada en la que se cruzan el camino descendente de Dios y el camino  ascendente del hombre. 


LEONARDO BOFF
ENCARNACION
LA HUMANIDAD Y LA JOVIALIDAD DE NUESTRO DIOS
SAL TERRAE





3. ENC/ESPIRITUALISMO  


Tentación de dualismo. Porque si todo el hombre debe entregarse a Dios nada quedará  para entregarse exclusivamente al mundo. Por ello, todo el hombre deberá buscar a Dios en  el mundo. Todo el hombre se entregará al mundo y en él a Dios. La dimensión religiosa no  formará una realidad "aparte" sino que será la dimensión profunda de la realidad mundana. La acusación más grave que podría hacerse a la fe sería la de recluirse, ausentarse del  mundo por temor a mancharse o desfigurarse en lugar de lanzarse a dar al mundo la figura  divina por la que "la creación entera gime y sufre dolores de parto hasta el momento  presente".


Según Congar "tal vez la mayor desgracia del catolicismo moderno es haberse convertido  en teoría y catequesis sobre el "en sí" de Dios y de la religión, sin insistir al mismo tiempo  sobre la dimensión de "para el hombre" que todo eso encierra. El hombre y el mundo sin  Dios con los que nos enfrentamos actualmente, han nacido en parte de una reacción contra  ese Dios sin hombre y sin mundo".


Desde que Dios se ha hecho hombre, es el hombre la medida de todas las cosas. La  razón es que sobre él gravitan el plan de Dios, los proyectos, los riesgos, las conquistas.  Así, centrarnos sobre el hombre no es traicionar, sino obedecer a nuestra fe.





4. D/VIDA-LEY 


EL DIOS DE JESÚS: DIOS DE VIDA, NO DE LEY. 


Una de esas perspectivas podría ser ésta: Jesús viene a decirnos que el Dios creador es  "anterior" al Dios de la ley; que Dios es Dios de vida, no de ley. Por eso, a partir de este  Dios-Vida de Jesús, el criterio por el que debemos distinguir lo bueno de lo malo no es el  hecho de estar de acuerdo con la ley o en contra de ella, sino el hecho de estar en favor de  la vida o en su contra.


El dios judío era un dios de ley, tan guardián y celoso de la misma que llega a ponerla  incluso por encima del hombre. Ese dios, esa ley que él defiende, no da vida sino con  reticencias y muy limitadamente; más bien es un dios y una ley que dan muerte a sus  transgresores. El Dios de Jesús no tiene nada que ver con ese dios de la ley; el Dios de  Jesús es creador y, en consecuencia, se nos revela como dador y mantenedor de la vida. Y la vida no es cualquier cosa. La vida, estar vivo, ser un "ser vivo" es la mayor grandeza  del hombre; más aún: la vida es la verdad más auténtica y profunda del hombre. Esa vida  que empieza por un corazón que late, por unos pulmones que respiran, por un estómago  que digiere y asimila; pero que también está formada por una ilusión que alienta, por un  amor que se comparte, por una esperanza que no ceja; vida personal, humana, vida en  plenitud que viene a traernos la Palabra que se hace carne: "ella contenía la vida, y esa vida  era la luz del hombre" (/Jn/01/04).


Jesús no viene a revelarnos escondidos secretos, ocultos arcanos en los que estaría  cifrado el sentido de la vida. El viene para ser la vida, darnos la vida, llenarnos de esa vida  que es capaz de acabar con la misma muerte.


L. GRACIETA
DABAR 1988, 5





5.


Sin verbo no tiene sentido la frase. Sin el Verbo de Dios no tiene sentido la vida, el  trabajo, la alegría, el dolor, el amor y la muerte.





6. NV/V 


VIVIR PARA VIVIR. 


No vivimos para comer, ni para estudiar, ni para trabajar, ni para rezar.  Todo lo contrario, comemos, estudiamos, trabajamos o rezamos para vivir. No vivimos para  nada; pues la vida no es medio, sino fin. Vivimos para vivir. Que eso significa creer en la  vida eterna.


Creer en la vida eterna no es creer que hay dos vidas, ésta y la otra; sino aceptar que ya  vivimos, optar por la vida, amarla y pronunciarnos en favor de todo cuanto la hace posible y  en contra de todo cuanto la mortifica.


Pero la vida eterna no tiene por qué ser necesariamente esta forma de vivir; pues  sospechamos y buscamos desesperadamente otra. Más aún, esta forma de vida, este modo  de entenderla y domesticarla, no tiene futuro, si no se introducen modificaciones  sustanciales; pues el egoísmo de nuestros planes y la vanidad de nuestros dogmatismos  nos hacen reconocer, a pesar de todo, que "esto no es vida". Y ciertamente no lo es, porque  parecemos empeñados en no dejar vivir en paz. ¡Cómo si la vida y la libertad fueran  inventos patentados por políticos, pontífices o señores de este mundo! ¡Y no! La vida es lo  primero y lo que decide, la última palabra, luz y claridad en las tinieblas de nuestras  decisiones. No, claro, la vida que nos han dejado y seguimos despellejando; sino la vida sin  aditamentos, la que soñamos despiertos, la que centellea en la utopía y deslumbra en lo  imposible, la vida que queremos porque es nuestra y nos la ha dado "el que no se vuelve  atrás". 


Navidad es recobrar la fe en la vida. En la nuestra y en la de todos. No es recordar que  nació el niño Jesús; sino creer que ese niño, de nombre Jesús, es el Hijo de Dios. En  Navidad no sólo nace una nueva vida. Nace de nuevo la vida, es decir, viene al mundo la  vida, la vida que había en Dios y que es luz que ilumina a todo hombre, para que, si la  recibe y cree, pueda comenzar a vivir para siempre.


EUCARISTÍA 1976, 68





7. NV/VACACIONES


VACACIONES DE NAVIDAD 


Las vacaciones -la vacación- se imponen a la Navidad, desplazando cada vez más las  fiestas cristianas más importantes del año. Ya no son simplemente Navidad o Semana  Santa, sino vacaciones: Vacaciones-de-Navidad, Vacaciones-de-semana-santa, así. El  carácter religioso se pone en minúscula, mejor dicho, se pospone, se aleja y se diluye  masivamente. Porque lo masivo es la vacación, el cese en el estudio y en el trabajo, para  recuperar la libertad enajenada.


Sin embargo queda indeleble en el posesivo "de Navidad" el carácter religioso y cristiano  del evento. Y queda mucho más, aunque escondido como el rescoldo bajo la ceniza,  invisible pero dando calor. Porque la Navidad, la fe en la Navidad, ha generado usos y  costumbres, tradiciones y celebraciones en las más variadas culturas y en las más  sorprendentes formas. Los Reyes Magos o Papa Noel, el belén o el árbol, los turrones y  aguinaldos, los crismas y villancicos, las felicitaciones, las luces, los colores, los regalos, los  parabienes se multiplican como si, por fin, estuviéramos en Jauja sin crisis económicas, sin  problemas familiares, sin preocupaciones, sin enemigos, sin cicaterías..


Claro que todo ese ambiente festivo y alegre no logra hacer desaparecer la miseria, el  hambre, la pobreza, la injusticia, el dolor, las guerras... Pero en Navidad se cotiza al alza la  buena voluntad mientras que baja muchos enteros la mala uva que domina en la bolsa de la  vida. En Navidad el mundo, el occidental, ¡claro! no funciona como el resto del año.  Disminuye el egoísmo, la cicatería, las rencillas y zancadillas, el individualismo, el  aislamiento, el ensimismamiento... al paso que crece la buena voluntad, la generosidad, el  altruismo, el diálogo, la amistad, la vuelta a casa, que es como volver a la raíz, al ser  humano que somos.


Y yo pienso que todo eso será por algo. Y me pregunto por qué no ha de ser siempre así.  ¿Por qué la Navidad es sólo una fiesta en el año y no es el nacimiento de una nueva era,  recuperada cada año con nuevo empeño?


EUCARISTÍA 1992, 59





8. PO/EMMANUEL 


Emmanuel,
Dios con nosotros:
la salvación nos llega
nos sonríe a todos.


Emmanuel,
Dios en nosotros:
la soledad vencida,
plenitud de gozo.


Emmanuel,
Dios por nosotros:
se acabaron los miedos,
y los estorbos.


Emmanuel,
Dios para nosotros:
nos entrega su vida,
nos lo entrega todo.


Dios Emmanuel,
con, en, por, para nosotros:
es la buena noticia
que estremece el cosmos.


EUCARISTÍA 1989, 60





9. Jn/PROLOGO


IMPORTANCIA DEL PROLOGO DE JUAN.


Me parece que en el conjunto de la predicación de este tiempo de Navidad-Epifanía,  debería hoy darse especial relieve al comentario del texto evangélico, del llamada prólogo  de Juan.


Especialmente si no se leyó el día de Navidad. Leyendo su texto completo (por lo menos,  nunca omitir el versículo final: "A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el  seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer").


No se trata de combatir la vivencia que podríamos denominar "infantil" o puramente  "sentimental" de la Navidad. Pero sí de ir más allá. De anunciar lo que realmente significa  para el cristiano el misterio de la Encarnación. Y, para ello, el evangelio que se lee hoy es  peculiarmente importante. Subrayaría dos aspectos: "Y la Palabra se hizo carne, y acampó  entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno  de gracia y de verdad". Es el centro de la celebración de Navidad-Epifanía: la encarnación  -con todo lo que significa de plena comunión de Dios con el hombre, afirmación básica que  recuerdan las plegarias eucarísticas: "hecho hombre" (plegaria II), "compartió en todo  nuestra condición humana" (plegaria IV)...- y la manifestación o "epifanía" de Dios en Jesús:  la Palabra -la revelación del Dios "que nadie ha visto jamás"- se hace conocible, palpable,  compartiendo la vida humana. Y es a través de este camino humano de la Palabra, del Hijo  de Dios, como vislumbramos su gloria, es decir, su Vida, que es gracia de salvación, verdad  o salvación.


ENC/DIVINIZACION: "A cuantos le recibieron, les da poder para ser  hijos de Dios, si creen en su nombre". La comunión descendente -en la simbología bíblica-  del Hijo de Dios que asume y comparte el vivir humano, causa una posibilidad de  comunicación ascendente del hombre que "recibe" (acoge, cree) la Palabra de Dios y así  deviene -por gracia- hijo de Dios. Quizá sea éste un aspecto del mensaje de Navidad poco  presente en la predicación habitual de estos días: no sólo es Dios quien se encarnó sino  que -al encarnarse- nos abre el camino de vivir y ser hijos de Dios. La encarnación es  divinización. Es aquello del "admirable comercio" que expresa el realismo de la acción de  Dios: el va y viene de su acción, de su gracia, de su salvación. "Si creen en su nombre", es  decir, si le acogen y reciben como luz para nuestra vida. Dicho de otro modo: si seguimos el  camino humano de Jesús, entramos en comunión con la vida de Dios.


EL D/CONOCIDO D/DESCONOCIDO. Quizá sería conveniente hoy -por lo menos en  ciertos ambientes- remarcar un aspecto aparentemente paradójico de la fe cristiana. Me refiero a la simultánea afirmación del Dios desconocido -"a Dios nadie lo ha visto  jamás"- y del Dios conocido -"hemos contemplado su gloria"-. Porque padecemos una  tradición de utilizar el nombre de Dios en vano (es decir, de parecer que lo sabemos todo de  Dios, de lo que es y quiere), que ha causado en parte una pérdida de fe en este Dios del  que no se ha respetado su trascendencia. Pero, en cambio y sorprendentemente, no hemos  anunciado con la suficiente firmeza que a este Dios desconocido y trascendente (que está  más allá de todas nuestras imaginaciones y normas) le conocemos a través de su Palabra  hecha carne, a través del hombre Jesús de Nazaret. Para decirlo de otro modo: el cristiano  no es creyente en el Dios de las "religiones" sino en el Dios que se manifiesta en Jesucristo.  Un Dios que es siempre desconocido-conocido, al cual sólo podemos conocer y acercarnos  -vivir en comunión con El- a través de la vida y la palabra de Jesucristo. Y de la acción de su  Espíritu en la Iglesia, en los cristianos, en todos los hombres de buena voluntad.


LA CELEBRACIÓN DOMINICAL. Hoy podría ser conveniente notar que cada domingo es  una celebración de este misterio-realidad de comunión y presencia de Dios en nuestra vida.  Quizá, ya que es primer domingo del año, se podría exhortar a vivir la participación en la  misa dominical durante todo el año como un acto de fe y, al mismo tiempo, como un alimento  siempre necesario para esta comunión de vida entre Dios y nosotros, por Jesucristo y  abiertos a la acción vivificante del Espíritu. Aquello que decíamos antes de la acción  descendente y ascendente se realiza cada domingo en la celebración eucarística. La misa  dominical es una celebración de comunión que debe continuar durante toda la semana. 


J. GOMIS
MISA DOMINICAL 1982, 1





10. ALEGRIA/NV  


¿DONDE SITUARNOS? Cuando el papa ·León-MAGNO-SAN el Grande  escribió su famoso sermón de Navidad, decía: "Queridos, nuestro Salvador ha nacido hoy:  ¿alegraos!; no hay lugar para la tristeza donde se celebra el día del nacimiento de la  vida...". Esto ocurría por el año 450 y era la misma fiesta que nosotros celebramos, pero  también es cierto que celebramos otra Navidad. Quizá para aquel papa el sentido político  que había tenido la fiesta del 25 de diciembre carecía de interés, porque los cristianos de  Roma, ya antes del año 300, celebraban, en lugar del "nacimiento del sol invencible", el  "nacimiento del sol de justicia, Cristo", una especie de protesta contra el orden del Imperio  de Roma que abarcaba todo el orbe de la tierra, un manifiesto contra el divinizado culto al  emperador... Los cristianos querían celebrar la inquebrantable esperanza en la nueva  justicia (la de Dios) que se ordena al amor y que hace de los hombres y de las relaciones  públicas algo totalmente nuevo.


Otros dicen que se trató más bien de una fiesta de acción de gracias por la liberación que  Constantino llevó a la Iglesia con respecto al mundo pagano. Así, también la fiesta,  sustituyendo otra anterior, tendría un carácter de renovación política: ¡Cómo tendría que  sonar el "hoy ha nacido nuestro salvador", cuando esta palabra "SOTER=salvador" era un  título que se le daba al emperador romano! Y para colmo aún añadían los cristianos que  "Hijo de Dios" era aquel Cristo y no el poderoso emperador que recibía ese título... Por  supuesto, tenía que sonar la proclamación del Evangelio en la Antigüedad como una  subversión, como una revolución de valores.


Las fiestas cambian, ciertamente. De otra manera quiso ver la Navidad, por ejemplo,  Francisco de Asís en 1223, cuando, tres años antes de su muerte, marchó  una Noche Buena con sus hermanos y hermanas de Greccio a celebrar la fiesta en el  bosque, cantando allí el Evangelio navideño delante de una mula y un buey, en una gruta  llena de heno y paja... Naturalmente aquello quiso significar algo más que un juego piadoso  de sencillez y soledad.


Francisco quiso salir de las ricas iglesias de la ciudad donde se sentaban los ricos, los  nobles, con la distinción de sitios y también de cleros, con los privilegios de todos aquéllos: y  quiso ir a sentir la oscuridad, el frío y la pobreza.


Y así podríamos repasar mucho más la historia para ver distintos colores de la Navidad. Pero, ¿cómo es hoy la cosa? ¿Qué sentido damos al nacimiento de Jesús? Hace años  que se alzan las lamentaciones que piden recuperar la fiesta de las garras del mundo del  consumo y del mundo de la guerra que no cesa, para meterla en la celebración vivida de la  comunidad de fe. Claro está que muchos no se sentirían a gusto celebrándola con el  Oratorio de Navidad de Bach, ni adorando la imagen de un niño, ni con una predicación de  un místico del siglo XIV. Es lógico que muchos querían pasar de interpretaciones nuevas o  antiguas.


Tal vez estemos algunos muy pobres en ideas y con pocas perspectivas, pero  quisiéramos quizá que al menos quedase en nosotros no mucho más que una profunda  esperanza: que ese pequeño y desvalido cuerpo de Cristo crezca en nosotros, en cada uno  y en la vida pública. ¡Ojalá quede la esperanza!


EUCARISTÍA 1987, 60





11. TEMPORALISMO/ESPIRITUALISMO


NAVIDAD Y DOCETISMO. Ya en el siglo primero de nuestra era cristiana se trató de  desvirtuar la realidad de la encarnación del Hijo de Dios, pretendiendo que Dios se había  hecho hombre solo aparentemente.


Hoy, después de veinte siglos, persiste el intento de herejía en tantos y tantos que, de mil  formas distintas, parecen interpretar la encarnación como si Dios se hubiese hecho hombre  "a medias". Y no deja de resultar irónica la postura de tales cristianos que, sabiendo que  Dios se ha hecho hombre para salvar a los hombres, parecen más interesados en salvar a  Dios que a sus hermanos.


No es Dios el que necesita ser salvado por los hombres -¡como iba a ser Dios!- sino los  hombres los que necesitan ser salvados por Dios. Por eso Dios se hace hombre, para salvar  a los hombres.


Y por eso, claro está, los cristianos estamos comprometidos en la salvación de la  humanidad. Esa parece que es claramente la voluntad de Dios al hacerse carne y aceptar  nuestra condición humana. Sin embargo... discutimos y seguiremos discutiendo de  horizontalismo, de temporalismo, de compromiso, de encarnación...


Para unos será una exigencia clara del misterio de la "Navidad": para otros, en cambio,  será una desvirtuación de la religión, que preferirían encerrarla en la cárcel de cristal de una  espiritualismo, en abierta contradicción con la realidad de la encarnación del Hijo de Dios. Navidad significa que Dios se ha hecho hombre. Y si se ha hecho hombre de verdad  -¿quién lo duda?- ha sido con todas las consecuencias. No es lícito reducir la Navidad a una  anécdota en la historia. No es justo ridiculizar la presencia de Dios hecho hombre a un viaje  de turismo de Dios por la tierra. Si el pecado del mundo ha llevado a Dios, por amor, a  hacerse hombre para hacerse cargo de nuestros problemas. ¿Cómo se puede exigir a los  cristianos, y en virtud de qué religión, dejar de lado las cuestiones humanas para dedicarse  a Dios? Pues Dios "por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo y se  hizo hombre". 


EUCARISTÍA 1973, 6





12.


El hecho del nacimiento de Jesús tiene una importancia capital. Los hechos concomitantes  la tienen menos. Por el contrario, la meditación que el "midrash", por una parte, y Lucas, por  otra, tejen en torno a esos hechos es decisiva, puesto que nos ayudan a pasar del hecho al  misterio, de la historia a la doctrina que encierra. Ahora bien, la reflexión de la comunidad  primitiva y de San Lucas recae a la vez sobre el carácter humano, soberano y divino del  recién nacido de Belén. Nos invita a mantener firmemente la fe en las dos naturalezas del  Hombre-Dios.


Pues bien, la fiesta de Navidad ha sido establecida precisamente para luchar contra las  herejías que alteraban la personalidad de Cristo. Reduciendo a Cristo a una persona  humana, el arrianismo se constituyó en guía de cuantos no toman en consideración más  que al hombre para salvarle y transforman la Iglesia en institución humana, política o social.  Reduciendo a Cristo a su naturaleza divina, el monofisismo se constituía en patrón del  integrismo, despreciando muchas veces hasta la creación y la naturaleza humana, e  incluso el esfuerzo del hombre.


Toda la liturgia de Navidad ha sido elaborada en épocas en que la Iglesia luchaba contra  las herejías que todo se lo asignaban a Dios o, por el contrario, todo al hombre. Pues bien,  nuestra pastoral de Navidad corre hoy el peligro de derivar hacia uno y otro de esos  excesos, ya sea no considerando en Navidad más que los problemas humanos de paz o de  pobreza y las soluciones humanas que se pueden aplicar, ya sea no considerando más que  la divinidad de Cristo hasta el punto de olvidar su actividad humana y de no observar los  aplazamientos de la fe humana en la sacramentalización y la conversión de los hombres. Una visión exacta de la personalidad de Cristo nos permite, por lo demás, renovar, con  motivo de la Navidad, nuestra manera de celebrar la Eucaristía adquiriendo más conciencia  de que no es un rito mágico bajado del cielo, sino un encuentro del hombre y de Dios,  preparado y celebrado por mediación del sacerdote. 


MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA I
MAROVA MADRID 1969.Pág. 198





13. NV/SOLIDARIDAD  EU/SOLIDARIDAD 


Navidad debe ser el comienzo de la solidaridad. Si Dios se hace hombre en Jesús, en él  todos los hombres somos hermanos y miembros de la misma familia. Ninguna razón, ningún  pretexto, ninguna ley económica o de mercado puede prevalecer sobre este hecho  fundamental. Es injusto todo progreso nacional o regional, mientras más de medio mundo se  ve impedido de alcanzar lo elemental para la vida. Dios se ha hecho hombre y ha querido  estar entre los pobres, para que nadie aspire a enriquecerse, y menos a costa de los otros,  al precio del despojo de unos, del hambre de otros, de la miseria de tantos.


SENTADOS A LA MESA DEL SEÑOR. La eucaristía, en la que celebramos el amor y la  solidaridad de Dios que dio su vida para darnos la vida, es siempre un imperativo de  solidaridad. Sólo podemos celebrar el amor de Dios, si nos amamos unos a otros. Sólo  podemos celebrar la solidaridad de Dios, si somos solidarios entre nosotros. En la mesa del  Señor, todos tenemos un sitio, todos tenemos invitación, todos disponemos del pan y la  palabra.


Pero no ocurre así en la mesa del desarrollo, donde unos viven muertos de hambre y  otros abandonados, desasistidos, solos y olvidados. La solidaridad y el amor de Dios son  una apelación inexcusable para que construyamos una nueva sociedad donde haya pan y  palabra para todos. Donde todos puedan satisfacer sus necesidades y todos puedan vivir  en comunión.


EUCARISTÍA 1988, 61





14. J/SOL:


"Diversas circunstancias han conducido a la Iglesia a situar la celebración del nacimiento  del Señor en el solsticio de invierno. No es ello una simple coincidencia fortuita, sino que  ahí debemos ver el esclarecimiento de una verdad de fe, a saber, que Cristo no es  solamente el Salvador de la humanidad, sino también el Redentor de los siglos y de la  creación entera" (J. LEMARIE, "La Manifestación del Señor").


"Si el sol se oscurece en el momento de la pasión de Cristo, en su nacimiento es  necesario que resplandezca más deslumbrante que de ordinario... Si este nacimiento es  algo tan extraordinario, extraordinarios también son los homenajes que se le rinden. En este  día en que nace el Señor, los ribazos están en vela, los ángeles se regocijan el sol ofrece  sus homenajes y la estrella sus servicios. De esta forma los ángeles y los collados expresan  su alegría; los elementos que no tienen voz manifiestan su alegría mediante sus buenos  servicios" (Sermón atribuido a san ·Ambrosio-SAN, pero, más probablemente, el autor es  san Máximo de Turín, del siglo V).


"En casi todos los textos patrísticos aparece esta misma idea: que el Sol Invictus es la  figura de Cristo, verdadera luz que ilumina a todo hombre... Comienza un nuevo año que  conocerá la sucesión alternativa de la luz y las tinieblas predominando sucesivamente.  Progresando sucesivamente según el ritmo creciente de la luz, el Misterio de Cristo se  desenvuelve a lo largo de todo este primer semestre que alcanzará su plenitud en el  estallido pascual de la vida y en los fuegos de Pentecostés. El sol se encontrará entonces  en su cenit. Pero esta manifestación de alegría está contenida ya en la victoria inicial. La  alegría primaveral y la magnificencia del verano están ya en germen en esta salida nueva  del Sol Invictus. Así sucede en el Misterio de Cristo: la alegría pascual tiene su origen  primero en el Misterio de la Encarnación, y el esplendor de la parusía de la Jerusalén  celestial será el último fruto de la venida de Dios sobre la tierra. Todo este misterio de  resurrección y de vida está contenido en a Encarnación y Natividad del Señor» (J.  LEMARIE, o. c.). 


HEUSCHEN
LA BIBLIA CADA SEMANA
EDIC. MAROVA/MADRID 1965.Pág 55 s.





15. A-D/CREER 


Alguien te ama 


Lo importante no es que creas que ha nacido un niño, ni siquiera que ha nacido Dios, sino  que ha nacido un Dios que te ama, te salva, te busca. Has de creer que ya estamos todos  salvados. Has de creer que alguien te ama gratuita e incondicionalmente, que la vida toda  tiene ya sentido. Va a nacer un niño que se llamará «Yahveh salva» o Jesús. Has de creer  que El es el único Salvador, que «no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por  el cual podemos salvarnos» (Hch. 4, 12). Has de creer que no te salvarán los señores de la  tierra ni las influencias ni el dinero ni tus hermosas cualidades. Has de creer que tú no te  puedes salvar solo. Has de creer que Jesús es tu Salvador. 


FUEGO EN LA TIERRA
ADVIENTO Y NAVIDAD 1988.Pág. 98





16. ENCARNACIÓN/DIVINIZACIÓN  ESPIRITUALISMO/TEMPORALISMO
V/CR/DICOTOMIA.


"Compartió en todo nuestra condición humana", dice la plegaria eucarística IV. Me  atrevería a decir que esta afirmación básica de la fe cristiana no está adecuadamente  presente en nuestra predicación. Me parece que -quizás inconscientemente- mantenemos  la dicotomía entre el "Dios en el cielo" (la trascendencia absoluta) y el "hombre en la tierra"  (tanto los "valores humanos" como el "pecado humano"). Cuando el mensaje cristiano -muy  propio de este tiempo de Navidad-Epifanía- es el sacramento unitivo entre Dios y el  hombre, basado en el Dios-hombre, como signo y realidad de una comunión entre Dios y el  hombre.


Las consecuencias son claras: a Dios le conocemos a través de un hombre, del hombre  Jesús. Que comulga con la vida humana y la comparte. Y el camino de "divinización" -es  decir, de cada vez mayor comunión real con la vida y el amor, la justicia y la libertad, la  bondad y la verdad... que es Dios- pasa por el seguimiento del camino que es Jesús, hijo  de María, hombre de su pueblo y de su tiempo, niño en Belén y plenamente adulto en la  cruz de Jerusalén, vivo para siempre ahora en el cielo y en la tierra. Dicho de otro modo: no  hay vida cristiana sin divinización de nuestra vida humana y sin humanización de la vida  divina. Es el misterio de la Encarnación (que, no lo olvidemos, produjo las primeras y  grandes herejías que -de algún modo- siguen presentes en nuestro modo de concebir el  cristianismo: es la gran dificultad de admitir que un Dios sea hombre o que un hombre sea  Dios).


J. GOMIS
MISA DOMINICAL 1981, 24





17.


¿Cómo no amar a este mundo y a estos hombres, a esta historia y a este tiempo? Lo que  Jesús amó es digno de nuestro amor, no faltaba más. Sin adjetivos. Que si nuestro tiempo  es mejor o peor. Que si estos hombres son más religiosos o menos. Que si este pueblo me  cae simpático o antipático. Este es el mundo en que Jesús vivió, gozó, sufrió, consoló, curó y  murió, y al que ha dejado su presencia en el Espíritu que nos hace hijos. ¿Puede un  cristiano dejar de amar a este mundo? 


NO HAY TESTIMONIO SIN REENCARNACIÓN. Pero  no se puede contemplar a Jesús en el mundo y amar a Jesús en el mundo sin comenzar por  donde él: estar en el mundo. Jesús acampó entre nosotros no sólo para amarnos sino para  enseñarnos el camino de trasmitir a los demás, nuestros hermanos, este amor salvador. Los  cristianos muchas veces hemos parecido estar como "ausentes" en el mundo, siendo así  que la pedagogía de la evangelización, de la Buena Nueva es empezar por donde Jesús:  tomar carne en nuestro mundo, sentirnos uno más, en sus alegrías y tristezas, en sus  esperanzas y fracasos. Por eso, acertadamente el documento programático de la  evangelización en el mundo contemporáneo (Evangelii Nuntiandi, de Pablo VI) nos vuelve a  la pedagogía de Jesús: primero, situarse-encarnarse- solidarizarse, callar y aprender  mucho; segundo, contemplar esa realidad que vivimos a la luz de la Palabra y el Proyecto de  Dios; y sólo en tercer lugar, atrevernos a dar testimonio del amor de Jesús, con nuestras  palabras y opciones solidarias. Desde que "la Palabra se hizo carne y acampó entre  nosotros" ya no es posible hablar de Dios de memoria, en teoría, desde las ideas  prefabricadas, sino en un difícil y permanente proceso de encarnación solidaria. 


J. M. ALEMANY
DABAR 1990, 5





18. PO/MARIA-NOCHEBUENA


MARÍA NOCHEBUENA

Como miga de pan,
de tu carne de trigo, 
María Nochebuena,
un Hijo te ha nacido.

Bendita seas tú,
que tal Hijo has cocido
en ese vientre tuyo
sellado y tan florido.

Como miga de amor,
en ti Dios se ha hecho Hijo,
bocado para el pobre
y menos para el rico.

María Nochebuena,
trigal lleno de trigo,
parir al "Dios que salva"
¡qué gran cosecha ha sido!





19.


El viejo y pobre establo de los países antiguos, de los países pobres, del país de Jesús,  no es el pórtico de columnas y capiteles, ni la caballeriza científica de los ricos de hoy en  día, ni el belén elegante de la Nochebuena. El establo no es otra cosa que cuatro paredes  toscas, un empedrado mugriento y un techo de vigas y de lajas. El verdadero establo es  lóbrego, sucio, maloliente; lo único limpio en él es el pesebre, donde el amo dispone el heno  y los piensos.


.............. 


Ese es el verdadero establo en que Jesús fue parido. El primer aposento del único puro  entre todos los nacidos de mujer fue el lugar más asqueroso del mundo. El Hijo del Hombre,  que había de ser devorado por las bestias que se llaman hombres, tuvo como primera cuna  el pesebre en que los animales desmenuzan las flores milagrosas de la primavera. No nació Jesús de casualidad en un establo. ¿No es acaso el mundo un establo inmenso  en el que los hombres engullen y estercolan? ¿No transforman acaso, por arte de una  alquimia infernal, las cosas más bellas, más puras y divinas en excrementos? Y a  continuación se tumban a sus anchas sobre los montones de estiércol y dicen que están  "gozando de la vida".


G. PAPINI
HISTORIA DE CRISTO





20. BELEN/PATRIA-J


La "patria chica" de Jesús


Belén, de ayer a hoy


"Pero ti, Belén de Efrata, pequeña entre las familias de Judá, de ti saldrá el que ha de ser  jefe de Israel, y cuyo origen es antiguo, inmemorial, y se afirmará y apacentará con la  fortaleza de Yahvé, con la majestad del nombre de su Dios. Y habrá seguridad, porque su  prestigio se extenderá hasta los confines de la tierra. (Libro del profeta Miqueas. 5, 2-4).


A diez kilómetros de Jerusalén y tras superar varios controles del ejército israelí, edificada  sobre dos colinas que miran al desierto de Judea, se encuentra el pueblo en el que nació  Jesús, su "patria chica": Belén. En la actualidad es una ciudad fundamentalmente árabe  ­muchos de ellos cristianos­ con unos 35.000 habitantes.


En el Antiguo Testamento, Belén era conocida por ser la cuna de David, elegido por Dios  como rey de Israel y de quien, según la Promesa, nacería el Mesías. En el Nuevo  Testamento, los evangelistas san Mateo y san Lucas afirman que el nacimiento de Jesús  tuvo lugar en Belén, en tiempos del rey Herodes, bajo César Augusto, señalando además  que se produjo en un lugar donde había un pesebre y que allí el Niño fue envuelto en  pañales y colocado por la Virgen María. Ésta era precisamente la señal dada a los pastores  por el ángel para reconocer al Salvador anunciado.


Los primeros cristianos ya veneraron el sitio ­en concreto una gruta­ como lugar sagrado  y, apoyado por testimonios, entre otros el de Orígenes, que conocía bien el sitio, el  emperador Constantino mandó edificar una gran basílica sobre la cueva del nacimiento,  inaugurada en el año 339. No mucho después sería saqueada y destruida. La actual es una  basílica bizantina construida por el emperador Justiniano en el año 529 y adornada por  hermosos mosaicos.


Construida con cuatro filas de columnas, la basílica tiene forma de cruz latina con el  transepto rematado en ábside, igual que la nave central de 54 metros. El techo es de  madera tallada con tres cuerpos superpuestos. La propiedad y el culto de la basílica lo  comparten tres confesiones cristianas: la greco­ortodoxa, la armenia y la latina o católica.  Adosada a la basílica y comunicada con ella, los frailes franciscanos rigen también la Iglesia  de Santa Catalina que hoy es la parroquia católica-latina de Belén.


Este sería la segunda Nochebuena de Belén sin la presencia del Ejército Israelí en su  calles, después de 28 años de ocupación militar.


De nuevo el presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Araft, acompañará al Patriarca  latino de Jerusalén, el también palestino, Michel Sabbah, en la Misa del Gallo que la  comunidad parroquial de Belén celebre en el templo de Santa Catalina. Con la retirada de las tropas israelíes no se han alejado los problemas al pueblo  palestino de Belén, la paz sigue siendo extremadamente frágil, sobre todo con el actual  primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu y su política de asentamientos.


El centro de interés de la basílica lo constituye la Gruta de la Natividad que se encuentra  bajo el presbiterio, lugar donde se sitúa el nacimiento de Cristo. Es un espacio de reducidas  dimensiones (12,3x 3,5 metros) y bastante deteriorado, de forma rectangular con un  pequeño ábside en el extremo oriental donde se encuentra un altar, debajo del cual, una  estrella de plata señala el sitio exacto donde Cristo nació de la Virgen María.


A tres kilómetros de Belén está otro de los lugares navideños: Bet Sahur, conocido como  el "Campo de los pastores".


Es el sitio donde señala la tradición el anuncio del nacimiento de Cristo por parte del  ángel a los pastores. En la actualidad es una población de unos 6.000 habitantes, en su  mayoría árabes cristianos. Allí se levanta una moderna iglesia construida por los  franciscanos, guardianes de los Santos Lugares.


Cada año, por estas fechas, Belén se llena de peregrinos.


Ojalá que la paz anunciada allí por los ángeles para los hombres de buena voluntad, se  haga realidad en la "patria chica" de Jesús.


J. M. Gil-Tamayo





21. Carta del Arzobispo 


La gente buena cuando Jesús nació


Retablo de personajes navideños


Visité, no hace mucho, el famoso museo murciano de imaginería religiosa, obra del genial  escultor del siglo XVIII Francisco Salcillo. Sobresale allí un prodigioso Belén, con cientos,  quizá miles, de figuritas de exquisita artesanía: plantas, animales, personas, campos,  plazas, calles y casitas. Críos por todas las esquinas, muchachitas y mozuelos, gentes  adultas, corrillos de vecinos, viejecitos tomando el sol.


Un fabuloso retablo viviente, en el que apenas se aprecia que las figuras no se mueven.  Uno mismo, sin notarlo, le pone voz a los vendedores ambulantes, murmullo a los  riachuelos, gorjeos a los pájaros, gritos a los niños. Los labradores, pastores, albañiles y  vendedores, las amas de casa y las lavanderas, están como suspensos en el tiempo,  fijados por el artista en un silencio de adoración. Los árboles y las plantas, los animales y  las personas irradian bondad y fraternidad, alegría y emoción religiosa. Lo de Salcillo es un  Belén viviente, aunque no semoviente. Los castillos, las granjas, los caminos, los riachuelos  apuntan al Portalico. Allí María y José; allí el Niño Dios. Detrás, absortos, la mula y el buey.  Acampó entre nosotros. Belén, casa de pan y de paz.


¿Fue la navidad de Jesús como la plasmó Salcillo? ¿Eran los personajes rústicos de  Belén como los labriegos murcianos del siglo XVIII? ¿Qué destila el misterio de la Navidad,  tal como nos lo describen Lucas y Mateo en sus respectivos Evangelios de la infancia?  Diríase que los trazos negativos son fuertes y oscuros: Jesús no encontró albergue en  Belén y nace en un pesebre; los maestros de Israel no le echaron cuenta, Herodes lo  persiguió a muerte; sus padres, con él, tuvieron que emigrar a Egipto. Fueron muy duros los  prólogos de su asentamiento definitivo y, pensamos que apacible, en Nazaret. Sea cual sea  la lectura del Evangelio de la infancia, se entrecruzan astillas de la cruz en la cuna del Niño  Dios.


Con todo, lo que más se desprende de los evangelios y lo que ha prevalecido siempre en  las celebraciones cristianas de este misterio, son los sentimientos de alegría, de esperanza  y de paz. ³Os anuncio un gran gozo... os ha nacido un Salvador² (Lc. 2, 10­11). Esto dicen  los ángeles a los pastores. Y los Magos, al redescubrir la estrella, ³sintieron un grandísimo  gozo y, llegando a la casa vieron al niño con María, su madre, y, de hinojos, lo adoraron...²  (Mt. 2,10 -11). Los mismos sentimientos se destilan de la pequeña galería de personajes  navideños a los que paso a referirme.


El papel de San José


Nos saltamos a María, porque ella es la Navidad. También lo es, en su medida, San  José, pero su protagonismo es discreto, aunque ocupa el primer puesto entre los que  asumieron activamente la venida del Mesías. Ejerció de padre suyo, como esposo de  María. Antes de conocer el misterio, quiso desaparecer de escena para no empañar la fama  de la Virgen.


Fiado en Yahvé su Dios, siguió las indicaciones del ángel: la acogió en matrimonio, fue  sombra protectora para ella y para el Niño, los sostuvo con su trabajo, ejerció de padre de  familia.


¿Conocen ustedes alguna palabra de San José? Yo tampoco. No era ciertamente  sordomudo. Pero, frente a tanto bocazas, he ahí a un hombre hecho y derecho, un israelita  sin tacha, fiel a su Dios y a los suyos, intermediario eficacísimo en la venida de Cristo al  mundo. Claro que "como era justo" dice san Mateo, con palabra inspirada, pues ya estÁ  dicho todo. José, canonizado por el santo Evangelio.


La figura de Zacarías


Sacerdote dignísimo del templo de Jerusalén, esposo de Isabel. "Ambos eran justos en la  presencia de Dios e irreprochables caminaban en los preceptos y observancias del Señor"  (Lc. 1, 5-6). Un día, mientras oficia en el Sancta santorum, le habla el Ángel del Señor: "Tu  mujer anciana y estéril te dará un hijo, al que llamarás Juan y será grande en la presencia  del Señor, que viene a preparar al Señor un pueblo bien dispuesto" (Cf. ibid. 8-17). Lo demás, ya lo conocemos. Zacarías duda y pregunta.


Queda mudo por su falta de confianza en el anuncio. Pero tanto él como su esposa  siguen fieles al Señor y preparan la venida del Bautista. Cuando éste nace, su padre  recobra el habla y lo presenta a todos en estos términos: "Te llamarás profeta del Altísimo,  porque irás delante del Señor a preparar sus caminos..." (Ibid. v.76) Zacarías presenta una  estampa de hombre justo, de adorador del Padre, de esposo fiel, de padre generoso. De  servidor del culto y de la palabra. De creyente ejemplar en la espera ardiente del Mesías.  Nos hizo quedar bien a los clérigos como miembro del estamento eclesiástico.


Su esposa Isabel


De ella, está dicha la mitad con lo hablado sobre su marido.  Mujer orante y estéril. Por eso le diría el ángel a Zacarías que Dios había escuchado la  oración de la pareja. Ella lo reconoció agradecida: "Al Señor le plugo quitar mi oprobio  delante de los hombres" (v.25). Vamos calando así en la interioridad religiosa de Isabel, que  se nos manifestará a raudales en la escena de la Visitación.


"Así que oyó Isabel -dice San Lucas- el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno  e Isabel se llenó del Espíritu Santo y clamó a voz en grito: Bendita tú entre las mujeres y  bendito el fruto de tu vientre. ¿De dónde a mí que la madre de mis Señor venga a  visitarme?" (vv.42-44).


Ella compartió con María los secretos de Dios. Completó, en elogio de su prima, las palabras del Ángel.  Fue visitada por el Espíritu. Experimentó la grandeza soberana de aquellos  acontecimientos y se sintió pobre ante ellos. Canonizada también por el Evangelio, Isabel  esposa y madre, orante humilde, abierta a la comunicación espiritual. Como tantas mujeres asombrosas, que todos conocemos.


Los pastores de Belén


Estaban de guardia, junto al ganado, en las colinas de Belén, quizá de tertulia nocturna,  quizá tumbados ya sobre el petate. En todo caso, cumpliendo su deber y bien avenidos  entre sé. Gente creyente y sencilla, con religiosidad popular, sin mucha teología. Oyeron  con júbilo el anuncio del ángel sobre el nacimiento del Mesías, acudieron presurosos a  Belén a rendir su homenaje al Salvador y contaron luego a cada hijo de vecino lo que  habían visto y vivido. "Y cuantos los oían se maravillaban, dice el Evangelio, de lo que les  decían los pastores" (Lc. 2,18). Humildes, creyentes y testigos. ¿Hay quién da más? 


El anciano Simeón


"Hombre justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel y el Espíritu de Dios  estaba en él" (Ibid. v.25) Venía desde tiempo esperando al niño en el templo de Jerusalén y  sabía, por una luz especial de Dios, que no moriría sin verlo. Lleno del Espíritu Santo tomó  al Niño en sus brazos y prorrumpió en un cántico: "Ya puedo morir en paz porque mis ojos  han visto al Salvador".


Llamó a Jesús luz de las gentes y signo de contradicción, dos títulos de Jesucristo para  siempre. Le anunció también a María su compasión redentora. Santo, místico, profeta,  Simeón. Inigualable acogedor de Jesús en la Tierra.


Ana, la profetisa


Otro ejemplar fuera de serie. Sesenta años de viudez, durante los cuales "no se apartaba  del templo, sirviendo con ayunos y oraciones, noche y día". Estaba allí cuando llegó Jesús  y "hablaba de él a cuantos esperaban el consuelo de Israel" (v. 38). Un caso, sin duda,  excepcional. Mujer orante y penitente, purificada hasta la transparencia. Ojos limpios y  abiertos, como los de Simeón, para descubrir al Mesías de Dios.


Lengua movida por el Espíritu para anunciar el misterio de Cristo a cuantos esperaban su  advenimiento redentor. Santa patrona de tantas beatas, de las que a veces hacemos  irrisión y que son morada de Dios y buen olor de Cristo.


Los magos de Oriente


Personajes de historia, con hado de leyenda. Por eso los han fijado en tres, los han  elevado a Reyes, han situado sus tierras de origen en Media, en Cádiz o en Etiopía. Su  mensaje es hermoso, donde los haya. Gente con inquietud intelectual y espiritual. Muy al  estilo del Oriente y de la época, escudriñan los cielos. Si nunca hubieran mirado hacia  arriba, jamás habrían descubierto la estrella inquietante.


Lo que más no fue el verla, sino seguirla, soportar la prueba de su desaparición temporal  y buscar datos más ciertos entre los doctores de Jerusalén. Volcar luego su corazón y sus  tesoros a los pies del Niño y de María. Eso, tan bello, es la corteza del acontecimiento,  porque el meollo, la ventana del misterio, es la Epifanía, que celebra el 6 de enero toda la  cristiandad. Los magos son, más que los autores, los agraciados con una manifestación  singular de Cristo a los gentiles. Ellos fueron los adelantados de todos los venidos a la fe  desde fuera del judaísmo. Abrieron paso al nuevo Pueblo de Dios, de toda raza, pueblo y  nación. A nosotros.


Antonio Montero
Arzobispo de Mérida-Badajoz





22.


La Navidad es, por sí misma, un contraste grandioso, por no decir que escandaloso,  entre la grandeza soberana de Dios y la insignificancia tremenda del nacimiento de su Hijo,  un bebé que llora y ríe, que mama y moja los pañales, igualito que nosotros, como cualquier  hijo de Adán, semejante en todo a los demás nacidos, menos en el pecado. Él se hizo pobre  para hacernos ricos y apostó sin titubeos por todas las pobrezas, de las que no nos  escapamos ni uno. Gentes hay tan necesitadas, que no tienen más que dinero. Otros están  escadenados a sí mismos, prisioneros del propio egoísmo, más solos que la una, por más  que intenten sofocar con ruido y con alcohol su tremenda indigencia interior.


Antonio Montero





23.


Y para finalizar, un pensamiento navideño que he recibido y me ha hecho pensar mucho. Es de Anselm Grün: “Nuestra vida puede parecer un palacio. Pero todo palacio esconde un establo. El establo de la mediocridad y del desorden. El que no siempre huele bien y que queremos ocultar de las miradas de los otros. Es precisamente ahí y en ningún otro sitio donde Dios quiere nacer en mi vida”.


La Sagrada Familia



En medio de una fuerte crisis en torno a la integridad de la familia, Dios Amor nos brinda nuevamente el modelo pleno de amor familiar al presentarnos a Jesús, María y José.
La Sagrada Familia nos habla de todo aquello que cada familia anhela auténtica y profundamente, puesto que desde la intensa comunión hay una total entrega amorosa por parte de cada miembro de la familia santa elevando cada acto generoso hacia Dios, como el aroma del incienso, para darle gloria.-
Por ello, a la luz de la Sagrada Escritura, veamos algunos rasgos importantes de San José, Santa María y el Niño Jesús.-
San José
Es el jefe de la familia y actúa siempre como Dios le manda, muchas veces sin comprender el por qué de lo que Dios le pide, pero teniendo fe y confianza en Él.
"Al despertarse, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa". (Mt 1, 24-25) Cuando se entera que María estaba embarazada piensa en abandonarla porque la quería mucho y no deseaba denunciarla públicamente (como era la costumbre de la época), pero el Ángel de Dios se le apareció en sueños y le dijo que lo que había sido engendrado en el vientre de María era obra del Espíritu Santo y que no temiera en recibirla.
"Ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús" (Mt 1, 25) Cuando nace el niño, él le pone el nombre de Jesús, como el Ángel le había dicho.
Luego, cuando Herodes tenía intenciones de matar al Niño Jesús y ante otro aviso del Ángel del Señor, José toma a su familia y marcha hacia Egipto.
Por último, con la muerte de Herodes y ante un nuevo aviso del Ángel de Dios, lleva a su familia a instalarse en Nazaret.
San José, Casto Esposo de Santa María, acoge a Jesús en su corazón paternal, educándolo, cuidándolo, amándolo como si fuere hijo suyo. El Niño Jesús aprende de su "santo padre adoptivo" muchas cosas, entre estas, el oficio de carpintero.
La Santísima Virgen María

Desde el momento de la Anunciación, María es el modelo de entrega a Dios.
"He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu Palabra" (Lc 1, 38) En la Anunciación, María responde con un Sí rotundo desde una libertad poseída, poniéndose en las manos de Dios.-
En Santa María vemos una continua vivencia de la dinámica de la alegría-dolor: criando, educando, siguiendo de cerca a su Hijo Jesús mostrándole en todo momento un auténtico amor maternal.-
"Su madre conservaba estas cosas en su corazón" (Lc 2, 52) Ella fue vislumbrando lentamente el misterio trascendente de la vida de Jesús, manteniéndose fielmente unida a Él.-
El niño Jesús
Desde chico, Jesús demuestra que es el Hijo de Dios y que cumple fielmente lo que su Padre le manda.-
"Vivía sujeto a ellos" (Lc 2, 51) Como niño, Él obedecía a su madre y a su padre adoptivo, y permanecía siempre junto a ellos. María y José fueron sus primeros educadores.-
"El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la Gracia de Dios estaba con Él" (Lc 2, 40) Jesús aprende el oficio de carpintero de su padre adoptivo José.-
"¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?" (Lc 2, 49) Cuando Jesús se queda en el Templo, a los doce años, se puede pensar que desobedece a sus padres y que eso está mal. No es así, Jesús demuestra en este hecho su plena independencia con respecto a todo vínculo humano cuando está de por medio el Plan de su Padre y la Misión que Él le ha encomendado.-
La Sagrada familia, modelo de fe y de fidelidad
Queridos hermanos y hermanas:
En este primer domingo después de la Navidad, la Iglesia celebra la fiesta de la Sagrada Familia.
Como en el belén, la mirada de fe nos permite abrazar al mismo tiempo al Niño divino y a las personas que están con él: su Madre santísima, y José, su padre putativo. ¡Qué luz irradia este icono de grupo de la santa Navidad! Luz de misericordia y salvación para el mundo entero, luz de verdad para todo hombre para la familia humana y para cada familia. ¡Cuán hermoso es para los esposos reflejarse en la Virgen María y en su esposo José! ¡Cómo consuela a los padres especialmente si tienen un hijo pequeño! ¡Cómo ilumina a los novios que piensan en sus proyectos de vida! .
El hecho de reunirnos ante la cueva de Belén para contemplar en ella a la Sagrada Familia, nos permite gustar de modo especial el don de la intimidad familiar y nos impulsa a brindar calor humano y solidaridad concreta en las situaciones por desgracia numerosas en las que por varios motivos falta la paz, falta la armonía, en una palabra, falta la "familia".
El mensaje que viene de la Sagrada Familia es ante todo un mensaje de fe: la casa de Nazaret es una casa en la que Dios ocupa verdaderamente un lugar central. Para María y José esta opción de fe se concreta en el servicio al Hijo de Dios que se le confió, pero se expresa también en su amor recíproco, rico en ternura espiritual y fidelidad.
María y José enseñan con su vida que el matrimonio es una alianza entre el hombre y la mujer, alianza que los compromete a la fidelidad recíproca, y que se apoya en la confianza común en Dios. Se trata de una alianza tan noble, profunda y definitiva, que constituye para los creyentes el sacramento del amor de Cristo y de la Iglesia. La fidelidad de los cónyuges es, a su vez, como una roca sólida en la que se apoya la confianza de los hijos. Cuando padres e hijos respiran juntos esa atmósfera de fe, tienen una energía que les permite afrontar incluso pruebas difíciles, como muestra la experiencia de la Sagrada Familia.
Es necesario alimentar esa atmósfera de fe. En esta perspectiva se va preparando el segundo Encuentro mundial con las familias, que tendrá lugar en Río de Janeiro los días 4 y 5 de octubre de 1997. Se tratará de una gran fiesta de las familias de América Latina y de todo el mundo que renovará el mensaje del primer Encuentro, celebrado aquí, en Roma, con ocasión del Año internacional de la familia.
Encomiendo a María, "Reina de la familia", a todas las familias del mundo especialmente a las que atraviesan grandes dificultades, e invoco sobre ellas su protección materna.-
La Sagrada familia, modelo de fe y de fidelidad
Meditación dominical de  Juan Pablo II


 Oremos
Dios, de quien proviene toda paternidad
en el cielo y en la tierra:
Padre, que eres amor y vida,
haz que cada familia humana
que habita en nuestro suelo, sea,
por medio de tu Hijo Jesucristo,"nacido de mujer"
y mediante el Espíritu Santo, fuente de Caridad Divina,
un verdadero santuario de vida
y amor para las nuevas generaciones.
Haz que tu gracia guíe los pensamientos
y las obras de los cónyuges,
para bien propio y de todas las familias del mundo.
Haz que las jóvenes generaciones
encuentren en la familia un fuerte sostén humano,
para que crezcan en la verdad y el amor.
Haz que el amor, reforzado por la gracia
del Sacramento del Matrimonio,
se manifieste más fuerte que cualquier debilidad
o crisis que puedan padecer nuestras familias.
Te pedimos por intermedio de la Familia de Nazareth,
que la Iglesia pueda cumplir una misión fecunda
en nuestra familia, en medio de
todas las naciones de la tierra.
Por Cristo, nuestro Señor, Camino, Verdad y Vida,
por los siglos de los siglos. Amén.
Juan Pablo II 


Santos Inocentes Mártires


El día de hoy se conmemora a los Niños Inocentes que el cruel Herodes mandó matar.-
Según señala el Evangelio de San Mateo, Herodes llamó a los Sumos Sacerdotes para preguntarles en qué sitio exacto iba a nacer el rey de Israel, al que habían anunciado los profetas. Ellos le contestaron: "Tiene que ser en Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas diciendo: "Y tú, Belén, no eres la menor entre las ciudades de Judá, porque de ti saldrá el jefe que será el pastor de mi pueblo de Israel" (Miq. 5, 1).-
Entonces Herodes se propuso averiguar exactamente dónde estaba el niño, para después mandar a sus soldados a que lo mataran. Y fingiendo dijo a los Reyes Magos: - "Vayan y averigüen acerca de ese niño, cuando lo encuentren regresan y me lo informan, para ir yo también a adorarlo". Los magos se fueron a Belén guiados por la estrella que se les apareció otra vez, al salir de Jerusalén, y llenos de alegría encontraron al Divino Niño Jesús junto a la Virgen María y San José; lo adoraron y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. En sueños recibieron el aviso divino de que no volvieran a Jerusalén y regresaron a sus países por otros caminos, y el pérfido Herodes se quedó sin saber dónde estaba el recién nacido. Esto lo enfureció hasta el extremo, por lo que rodeó con su ejército la pequeña ciudad de Belén, y dio la orden de matar a todos los niñitos menores de dos años, en la ciudad y alrededores.-
El mismo evangelista San Mateo afirmará que en ese día se cumplió lo que había avisado el profeta Jeremías: "Un griterío se oye en Ramá (cerca de Belén), es Raquel (la esposa de Israel) que llora a sus hijos, y no se quiere consolar, porque ya no existen" (Jer. 31, 15).


Oremos


Que la poderosa intercesión de los santos inocente mártires sea nuestra ayuda, Señor, y que su oración nos haga fuertes en la confesión intrépida de tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Sagrada Familia ,   Los Santos Inocentes ,   San Teodoro
Libro de Génesis 15,1-6.21,1-3.
Después de estos acontecimientos, la palabra del Señor llegó a Abrám en una visión, en estos términos: "No temas, Abrám. Yo soy para ti un escudo. Tu recompensa será muy grande".
"Señor, respondió Abrám, ¿para qué me darás algo, si yo sigo sin tener hijos, y el heredero de mi casa será Eliezer de Damasco?".
Después añadió: "Tú no me has dado un descendiente, y un servidor de mi casa será mi heredero".
Entonces el Señor le dirigió esta palabra: "No, ese no será tu heredero; tu heredero será alguien que nacerá de ti.
Luego lo llevó afuera y continuó diciéndole: "Mira hacia el cielo y si puedes, cuenta las estrellas". Y añadió: "Así será tu descendencia".
Abrám creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación.
El Señor visitó a Sara como lo había dicho, y obró con ella conforme a su promesa.
En el momento anunciado por Dios, Sara concibió y dio un hijo a Abraham, que ya era anciano.
Cuando nació el niño que le dio Sara, Abraham le puso el nombre de Isaac.
Salmo 105(104),1-6.8-9.
¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre, hagan conocer entre los pueblos sus proezas;
canten al Señor con instrumentos musicales, pregonen todas sus maravillas!
¡Gloríense en su santo Nombre, alégrense los que buscan al Señor!
¡Recurran al Señor y a su poder, busquen constantemente su rostro;
recuerden las maravillas que él obró, sus portentos y los juicios de su boca!
Descendientes de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido:
El se acuerda eternamente de su alianza, de la palabra que dio por mil generaciones,
del pacto que selló con Abraham, del juramento que hizo a Isaac:
Carta a los Hebreos 11,8.11-12.17-19.
Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba.
También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía.
Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar.
Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas,
a aquel de quien se había anunciado: De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre.
Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aun para resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo.
Evangelio según San Lucas 2,22-40.
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor,
como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor.
También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él
y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor.
Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley,
Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:
"Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido,
porque mis ojos han visto la salvación
que preparaste delante de todos los pueblos:
luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel".
Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él.
Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción,
y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos".
Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido.
Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones.
Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea.
El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él. 


Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de la Hermanas Misioneras de la Caridad
Un camino muy simple


«Regresaron a Galilea, a su pueblo de Nazaret»

     Podéis orar a la Sagrada Familia por vuestra familia:
 Padre nuestro que estás en el cielo, tú nos has dado un modelo de vida
en la Sagrada Familia de Nazaret.
     Ayúdanos, Padre amantísimo, a hacer de nuestra familia
un nuevo Nazaret donde reine la alegría y la paz.
     Que sea profundamente contemplativa,
intensamente eucarística y vibrante de gozo.
     Ayúdanos a permanecer unidos en los gozos y en las penas
gracias a la oración familiar.
     Enséñanos a reconocer a Jesús
en cada miembro de nuestra familia,
particularmente cuando sufre y está herida.
     Que el Corazón eucarístico de Jesús
haga nuestros corazones suaves y humildes, semejantes al suyo (Mt 11,29).
     Ayúdanos a cumplir santamente nuestra vocación familiar.
Que nos podamos amar los unos a los otros
como Dios nos ama a cada uno
cada día más,
y nos perdonemos mutuamente nuestras faltas
así como tú perdonas nuestros pecados.
     Ayúdanos, Padre amantísimo,
a acoger todo lo que nos das
con una amplia sonrisa.
     Corazón inmaculado de María, causa de nuestra alegría,
ora por nosotros.
     Santos ángeles de la guardia,
permaneced junto a nosotros,
guiadnos, protegednos.
     Amén.


sábado, 27 de diciembre de 2008

SAN JUAN EVANGELISTA

Evangelista San Juan

San Juan tuvo la inmensa dicha de ser el discípulo más amado por Jesús. Nació en Galilea y fue hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el mayor.


 San Juan era pescador, tal como su hermano y su padre, y según señalan los antiguos relatos, al parecer fue San Juan, que también fue discípulo de Juan el Bautista, uno de los dos primeros discípulos de Jesús junto con Andrés. La primera vez que Juan conoció a Jesús estaba con su hermano Santiago, y con sus amigos Simón y Andrés remendando las redes a la orilla del lago; el Señor pasó cerca y les dijo:       "Vengan conmigo y los haré pescadores de almas".


 Ante este subliminal llamado, el apóstol dejó inmediatamente sus redes, a su padre y lo siguió.       Juan evangelista conformó junto con Pedro y Santiago, el pequeño grupo de preferidos que Jesús llevaba a todas partes y que presenciaron sus más grandes milagros. Los tres estuvieron presentes en la Transfiguración, y presenciaron la resurrección de la hija de Jairo. Los tres presenciaron la agonía de Cristo en el Huerto de los Olivos; y junto con Pedro se encargó de preparar la Última Cena.       A Juan y su hermano Santiago les puso Jesús un sobrenombre: "Hijos del trueno", debido al carácter impetuoso que ambos tenían.


 Estos dos hermanos vanidosos y malgeniados se volvieron humildes, amables y bondadosos cuando recibieron el Espíritu Santo. Juan, en la Última Cena, tuvo el honor de recostar su cabeza sobre el corazón de Cristo. Fue el único de los apóstoles que estuvo presente en el Calvario. Y recibió de Él en sus últimos momentos el más precioso de los regalos. Cristo le encomendó que se encargara de cuidar a la Madre Santísima María, como si fuera su propia madre, diciéndole: "He ahí a tu madre". Y diciendo a María: "He ahí a tu hijo".         El domingo de la resurrección, fue el primero de los apóstoles en llegar al sepulcro vacío de Jesús. Después de la resurrección de Cristo, en la segunda pesca milagrosa, Juan fue el primero en reconocer a Jesús en la orilla.


 Luego Pedro le preguntó al Señor señalando a Juan: "¿Y éste qué?". Jesús le respondió: "Y si yo quiero que se quede hasta que yo venga, a ti qué?". Con esto algunos creyeron que el Señor había anunciado que Juan no moriría. Pero lo que anunció fue que se quedaría vivo por bastante tiempo, hasta que el reinado de Cristo se hubiera extendido mucho. Y en efecto vivió hasta el año 100, y fue el único apóstol al cual no lograron matar los perseguidores. Juan se encargó de cuidar a María Santísima como el más cariñoso de los hijos.       Con Ella se fue a evangelizar a Éfeso y la acompañó hasta la hora de su gloriosa muerte. El emperador Domiciano quiso matar al apóstol San Juan y lo hizo echar en una olla de aceite hirviente, pero él salió de allá más joven y más sano de lo que había entrado, siendo desterrado de la isla de Patmos, donde fue escrito el Apocalipsis. Después volvió otra vez a Éfeso donde escribió el Evangelio.


 A San Juan Evangelista se le representa con un águila al lado, como símbolo de la elevada espiritualidad que transmite con sus escritos. Ningún otro libro tiene tan elevados pensamientos como su Evangelio.       Según señala San Jerónimo cuando San Juan era ya muy anciano se hacía llevar a las reuniones de los cristianos y lo único que les decía siempre era esto: "hermanos, ámense los unos a otros". Una vez le preguntaron por qué repetía siempre lo mismo, y respondió: "es que ese es el mandato de Jesús, y si lo cumplimos, todo lo demás vendrá por añadidura". San Epifanio señaló que San Juan murió hacia el año 100 a los 94 años de edad


San Juan   « San Juan, natural de Betsaida de Galilea, fue hijo de Zebedeo y de Salomé, y hermano de Santiago el Mayor. Siendo primeramente discípulo de San Juan Bautista y buscándolo con todo corazón el reino de Dios, siguió después a Jesús, y llegó à ser pronto su discípulo predilecto.


 Desde la cruz el Señor le confió su Santísima Madre, de la cual Juan, en adelante, cuidó como de la propia.-    Juan era aquél discípulo «al cual Jesús amaba» y que en la última Cena estaba «recostado sobre el pecho de Jesús» (Juan 13, 23 ), como amigo de su corazón y testigo íntimo de su amor y de sus penas.


 Después de la Resurrección se quedó Juan en Jerusalén como una de las «columnas de la Iglesia» (Gal 2,9 ), y mas tarde se trasladó à Efeso del Asia Menor. Desterrado por Domiciano ( 81 – 96 ) à la isla de Patmos, escribió allí El Apocalipsis.-    À la muerte del tirano pudo regresar à Efeso, ignorándose la fecha y todo detalle de su muerte.-    Además de El Apocalipsis y tres Epístolas, compuso à fines del primer siglo El Evangelio que lleva su nombre, que tiene por objeto robustecer la fe en las mesianidad y divinidad de Jesucristo, á la par que sirve para completar los Evangelios anteriores, principalmente desde el punto de vista espiritual, por lo cual ha sido llamado el Evangelista del amor.


 Su lenguaje es de lo más alto que nos ha legado la Escritura Sagrada, como se ve en el prólogo, que, por la sublimidad sobrenatural de su asunto –los orígenes eterno del Verbo- , no tiene semejante en toda la literatura humana»

Oremos   Himno

Vosotros, que escuchasteis la llamada de viva voz que Cristo os dirigía, abrid nuestro vivid y nuestra alma al mensaje de amor que Él nos envía.


Vosotros, que invitados al banquete  gustasteis el sabor del nuevo vino, llenad el vaso, del amor que ofrece, al sediento de Dios en su camino.


Vosotros, que tuvisteis tan gran suerte de verle dar à muertos nueva vida, no dejéis que el pecado y  que la muerte nos priven de la vida recibida.


Vosotros, que los visteis ya glorioso, hecho Señor de Gloria sempiterna, haced que nuestro amor conozca el gozo de vivir junto à Él la vida eterna.- Amén

Epístola I de San Juan 1,1-4.
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les anunciamos.
Porque la Vida se hizo visible, y nosotros la vimos y somos testigos, y les anunciamos la Vida eterna, que existía junto al Padre y que se nos ha manifestado.
Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos también a ustedes, para que vivan en comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
Les escribimos esto para que nuestra alegría sea completa.
Salmo 97(96),1-2.5-6.11-12.
¡El Señor reina! Alégrese la tierra, regocíjense las islas incontables.
Nubes y Tinieblas lo rodean, la Justicia y el Derecho son la base de su trono.
Las montañas se derriten como cera delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra.
Los cielos proclaman su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria.
Nace la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón.
Alégrense, justos, en el Señor y alaben su santo Nombre.
Evangelio según San Juan 20,2-8.
Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo,
y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.

 Juan Escot Erigene (?- hacia 870), benedictino irlandés
Homilía sobre el prólogo de san Juan, §2


«Lo que existía desde el principio..., lo que hemos contemplado..., os lo anunciamos»

     Pedro y Juan corrieron los dos al sepulcro. El sepulcro de Cristo es la Escritura santa, en la que los misterios más oscuros de su divinidad y de su humanidad están protegidos, me atrevo a decirlo, por una muralla rocosa. Pero Juan corre más que Pedro, porque el poder de la contemplación totalmente purificada penetra los secretos de las obras divinas con una mirada más penetrante y más viva que el poder de la acción, que todavía tiene necesidad de ser purificada.


  Sin embargo es Pedro quien entra primero en el sepulcro; Juan le sigue. Los dos corren, y los dos entran. Aquí Pedro es la imagen de la fe, y Juan representa la inteligencia... La fe, pues, debe entrar la primera en el sepulcro, imagen de la Escritura santa, y la inteligencia entra detrás de ésa...
Pedro, que representa también la práctica de las virtudes, por el poder de la fe y de la acción ve al Hijo de Dios encerrado de manera inefable y maravillosa en los límites de la carne. Juan, que representa la más alta contemplación de la verdad, admira al Verbo de Dios, perfecto en sí mismo e infinito en su origen, es decir, en su Padre. Pedro, conducido por la revelación divina, mira al mismo tiempo las cosas eternas y las cosas de este mundo, unidas en Cristo. Juan contempla y anuncia la eternidad del Verbo para darlo a conocer a las almas creyentes.
 Digo, pues, que Juan es un águila espiritual de vuelo rápido, que ve a Dios; le llamo el teólogo. Domina toda la creación visible e invisible, va mucho más allá de las facultades del intelecto, y entra divinizado en Dios que le da a compartir su propia vida divina.


San Esteban
A San Esteban se le llama "protomártir" porque fue el primer mártir de toda la historia católica. San Esteban era uno de los hombres de confianza de los apóstoles; habló y defendió muy bien a Jesús, que entre los judíos generó cierto desconcierto. Por tal razón, la tradición señala que fue llevado ante el Tribunal Supremo de la Nación, el Sanedrín, para ser acusado con falsos testigos, los cuales argumentaron que Esteban afirmaba que Jesús iba a destruir el templo y a acabar con las leyes de Moisés.
Sin embargo, el santo no se atemorizó, y por el contrario, pronunció un impresionante discurso en el cual fue recordando toda la historia del pueblo de Israel (Hechos 7) y a través del cual exhortó a los judíos a rectificar, reprendiéndolos por haber llegado al extremo de no sólo no reconocer al Salvador, sino de haberlo además crucificado.
Llenos de ira, éstos lo arrastraron fuera de la ciudad y lo apedrearon.
Los que lo apedreaban dejaron sus vestidos junto a un joven llamado Saulo (el futuro San Pablo que se convertirá por las oraciones de este mártir) y que aprobaba aquel delito. Mientras lo apedreaban, Esteban decía: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Y de rodillas dijo con fuerte voz: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado". Y diciendo esto, murió.
Los cristianos lo rescataron y dieron a su cuerpo digna sepultura.


Oremos
Dios todopoderoso y eterno, que concediste a San Esteban luchar por la fe hasta derramar su sangre, haz que, ayudados por su intercesión, soportemos por tu amor nuestras dificultades y con valentía caminemos hacia ti que eres la fuente de toda vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


Libro de los Hechos de los Apóstoles 6,8-10.7,54-59.
Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y signos en el pueblo.
Algunos miembros de la sinagoga llamada "de los Libertos", como también otros, originarios de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia, se presentaron para discutir con él.
Pero como no encontraban argumentos, frente a la sabiduría y al espíritu que se manifestaba en su palabra,
Al oír esto, se enfurecieron y rechinaban los dientes contra él.
Esteban, lleno del Espíritu Santo y con los ojos fijos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios.
Entonces exclamó: "Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios".
Ellos comenzaron a vociferar y, tapándose los oídos, se precipitaron sobre él como un solo hombre;
y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo apedrearon. Los testigos se quitaron los mantos, confiándolos a un joven llamado Saulo.
Mientras lo apedreaban, Esteban oraba, diciendo: "Señor Jesús, recibe mi espíritu".
Salmo 31(30),3-4.6.7.8.17.21.
inclina tu oído hacia mí y ven pronto a socorrerme. Sé para mí una roca protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo,
porque tú eres mi Roca y mi baluarte: por tu Nombre, guíame y condúceme.
Yo pongo mi vida en tus manos: tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
Yo detesto a los que veneran ídolos vanos y confío en el Señor.
¡Tu amor será mi gozo y mi alegría! Cuando tú viste mi aflicción y supiste que mi vida peligraba,
Que brille tu rostro sobre tu servidor, sálvame por tu misericordia;
Tú los ocultas al amparo de tu rostro de las intrigas de los hombres; y los escondes en tu Tienda de campaña, lejos de las lenguas pendencieras.
Evangelio según San Mateo 10,17-22.
Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas.
A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos.
Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento,
porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.
El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir.
Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará. 
San Fulgencio de Ruspe (467-532), obispo
Sermón 3, para la fiesta de san Esteban
«En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.» (Jn 13,35)


     La misma caridad que hizo bajar a Cristo del cielo a la tierra, ha levantado a Esteban de la tierra al cielo. El amor, que precedió en el Rey, ha brillado a continuación en el soldado...
 Allí donde precedió Esteban, martirizado por las piedras de Pablo, lo ha seguido éste, ayudado por las oraciones de Esteban. ¡Oh vida verdadera, hermanos míos, en la que Pablo no queda confundido de la muerte de Esteban, en la que Esteban se alegra de la compañía de Pablo, porque ambos participan de la misma caridad! El amor en Esteban triunfó de la crueldad de los judíos, y en Pablo «la caridad cubrió la multitud de sus pecados» (1P 4,8). En ambos fue el amor respectivo el que los hizo dignos de poseer el Reino de los cielos.
 El amor es la fuente y el origen de todos los bienes, egregia protección, camino que conduce al cielo. El que camina en la caridad no puede temer ni errar. Ella dirige, protege, encamina. Por ello, hermanos, ya que Cristo construyó una escalera de caridad por la que todo cristiano puede ascender al cielo, guardad fielmente la pura caridad, ejercitadla mutuamente unos con otros y, progresando en ella, alcanzad la perfección. 
 Navidad de Nuestro Señor Jesucristo
Cantamos con el himno de I Vísperas de esta fiesta: "Hoy grande gozo en el cielo, todos hacen, porque en un barrio del suelo, nace Dios." ¡Qué gran gozo y alegría, tengo yo! Nace en mí, nace en cualquiera, si hay amor; nace donde hay verdadera comprensión. ¡Qué gran gozo y alegría, tiene Dios. Amén.


Las tinieblas dieron paso a la luz. Las profecías a la realidad. El Martirologio anuncia así este venturoso día, el más bello que contemplaron los siglos: "Jesucristo, eterno Dios e Hijo del eterno Padre, queriendo consagrar el mundo con su misericordiosísimo advenimiento, concebido del Espíritu Santo, pasados nueve meses después de su concepción, nace en Belén de Judá, de la Virgen María, hecho Hombre".


Ha llegado la plenitud de los tiempos, las semanas anunciadas por el profeta Daniel. Los ángeles lo anunciaron a los pastores: "Os anuncio una gran alegría para vosotros y para todo el pueblo: cerca de aquí, en la ciudad de David, acaba de naceros un Salvador, el Cristo, el Señor". A esta inmensa alegría se suman también los cielos y los aires, ya que desde allí se oye el sublime cántico: "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres a quienes Dios ama".


Este día divide toda la historia de la humanidad en dos mitades: Hasta él y desde él. Cristo es el eje de la historia de toda la humanidad y para todos los tiempos. Es la Buena Noticia por excelencia. Por ello el mundo, por los siglos de los siglos, sólo podrá corresponder a tanto amor y benevolencia de parte de Dios, celebrando esta reina de las fiestas con inmenso amor y gratitud. El Hijo de Dios se hace hijo de mujer para hacer al hijo del hombre hijo de Dios.


Las palabras tan profundas de San Juan tienen cumplimiento este día: "En el principio estaba el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios... Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros". Ha llegado la plenitud de los tiempos, de la que habla San Pablo, y el Hijo de Dios quiso nacer de Mujer, y esta Mujer era María.


El himno del Oficio de Lecturas de este día canta los efectos de esta Venida, de este Nacimiento tan singular: "La plenitud del tiempo está cumplida; rocío bienhechor, baja del cielo, trae nueva vida, al mundo pecador. ¡Oh santa noche! Hoy Cristo nacía, en mísero portal; Hijo de Dios recibe de María, la carne del mortal. Hoy, Señor Jesús, el hombre en este suelo, cantar quiere tu amor, y, junto con los ángeles del cielo, te ofrece su loor. Este Jesús en brazos de María, es nuestra redención; cielos y tierra con su brazo unía, de paz y de perdón. Tú eres el Rey de paz, de ti recibe, su luz el porvenir; Ángel del gran Consejo, por ti vive, cuanto llega a existir".


El cristiano hoy debe saltar de alegría. Debe ser generoso. Nadie debiera hoy pasar hambre ni tener sed. Debiera desaparecer la guerra, el odio, el terrorismo, el pecado, la maldad del corazón del hombre. Ante un Niño que a la vez es Dios sólo cabe la postura de clavarse de rodillas y decirle: Te amo, perdóname. Lo viene así a cantar el precioso himno de Laudes: "Hermanos, Dios ha nacido, desde un pesebre. Aleluya. Hermanos, cantad conmigo: «Gloria a Dios en las alturas» . ...Hoy mueren todos los odios, y renacen las ternuras... El corazón más perdido, ya sabe que alguien le busca . ...El cielo ya no está solo, la tierra ya no está a oscuras".
¡Alegría, hermanos, hoy es Navidad! Siempre que hagamos algo bueno... ¡Es Navidad! Que lo sea todos los días de nuestra vida.


Oración
Dios todopoderoso, concédenos que, al vernos envueltos en la luz nueva de tu Palabra hecha carne, hagamos resplandecer en nuestras obras la fe que haces brillar en nuestra mente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


La Natividad del Señor

Invitatorio
Ø Ant. A Cristo que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Ø Salmo 94 (Invitación a la Alabanza Divina)
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándoles gracias aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses; tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes. Suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz: “No endurezcáis el corazón en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años aquella generación me repugnó y dije: “ Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino: por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”.
Ø Ant. A Cristo que por nosotros ha nacido venid adorémosle.
Ø Laudes (Himno)
Hoy grandes gozo en el cielo todos tienen, porque en un barrio del suelo nace Dios.
¡Que gran gozo y alegría tengo yo! Mas no nace solamente en Belén, nace donde hay un caliente corazón.
¡Que gran gozo y alegría tengo  yo! Nace en mí, nace en cualquiera si hay amor; nace donde hay verdadera comprensión.
¡Que gran gozo y alegría tiene Dios! Amén
Ø Ant. 1. “¿ A quién habéis visto, pastores? Hablad contádnoslo, ¿quién se ha aparecido en la tierra? “Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.” Aleluya.
Ø Salmo 62, 2-9 (El alma sedienta de Dios)
¡Oh Dios!; tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.
Ø > Ant. 1. “¿ A quién habéis visto, pastores? Hablad contádnoslo, ¿quién se ha aparecido en la tierra? “Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.” Aleluya.
Ø Ant. 2.  El ángel dijo a los pastores: “ Os anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo”. Aleluya
Ø Cántico Dn 3, 57-58. 56 (Toda la creación alabe al Señor)
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor; ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al
Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid  al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor; ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Ø Ant. 2.  El ángel dijo a los pastores: “ Os anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo”. Aleluya
Ø Ant. 3.  Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios poderoso. Aleluya.
Ø Salmo 149  (Alegría de los Santos)
Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas; con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos:
Para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles.
Ø Ant. 3.  Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios poderoso. Aleluya.
Lectura Breve  (Hb. 1, 1-2)
 A través de muchas etapas y de muchas maneras habló Dios en otro tiempo a nuestros antepasados por ministerio de los profetas; en estos tiempos, que son los últimos, nos ha hablado por medio de su Hijo, a quién ha constituido heredero de todas las cosas y por quién creó los mundos.
Responsorio Breve
Ø V.   El Señor revela su salvación. Aleluya, Aleluya.
Ø R.   El Señor revela su salvación. Aleluya, Aleluya.
Ø V.   Los confines de la tierra la han contemplado.
Ø R.  Aleluya, Aleluya.
Ø V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Ø R.   El Señor revela su salvación. Aleluya, Aleluya.
Cántico Evangélico
Ø Ant. Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Aleluya.
Cántico de Zacarías  (Lc 1, 68–79)
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahan.
Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que  nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Ø Ant. Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Aleluya.
Preces
Glorifiquemos a Cristo, Palabra eterna del Padre, engendrado antes de los siglos y nacido por nosotros en el tiempo, y aclamémoslo, diciendo:
Ø Que se goce la tierra. Señor, ante tu venida.
Cristo, Palabra eterna, que al venir al mundo anunciaste la alegría a la tierra; alegra nuestros corazones con la gracia de tu visita.
Ø Que se goce la tierra. Señor, ante tu venida.
Salvador del mundo, que con tu nacimiento nos has revelado la fidelidad de Dios, haz que nosotros seamos también fieles a las promesas de nuestro bautismo.
Ø Que se goce la tierra. Señor, ante tu venida.
Rey del cielo y de la tierra, que por tus ángeles anunciaste la paz a los hombres, conserva nuestras vidas en tu paz.
Ø Que se goce la tierra. Señor, ante tu venida.
Señor, tú que viniste para ser la vid verdadera que nos diera el fruto de la vida, haz que permanezcamos siempre en ti y demos fruto abundante.
Ø Que se goce la tierra. Señor, ante tu venida.
Se pueden añadir intenciones libres....................
Ø Que se goce la tierra. Señor, ante tu venida.
Con el deseo de que la Luz de Cristo ilumine a todos los hombres y que su amor se extienda por toda la tierra, pidamos al Padre que su reino venga a nosotros: Padre nuestro.


Oración


Dios todopoderoso, concédenos que, al vernos envueltos en la luz nueva de tu Palabra hecha carne, hagamos resplandecer en nuestras obras la fe que haces brillar en nuestra mente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. 
San Basilio (hacia 330-379), monje y obispo de Cesarea en Capadocia, doctor de la Iglesia
Homilía sobre el nacimiento de Cristo; PG 31, 147


«Hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre»

     «Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría» (Mt 2,10). Hoy, también nosotros, acogemos en nuestros corazones esta gran alegría, alegría que los ángeles anuncian a los pastores. Adoremos con los magos, démosle gloria con los pastores, cantemos con los ángeles: «Hoy nos ha nacido un salvador que es Cristo, el Señor; el Señor Dios se nos ha aparecido»...
     Esta fiesta es común a la creación entera: en el cielo las estrellas corren, los magos llegan de países paganos, la tierra le recibe en una gruta. No hay nada que no contribuya a esta fiesta, nada que no venga con las manos llenas. También nosotros, hagamos estallar un canto de alegría...; festejemos la salvación del mundo, el día del nacimiento de la humanidad. Hoy ha sido abolida la condena que golpeó a Adán. Que nadie diga nunca jamás: «Eres tierra y a la tierra volverás» (Gn 3,19) sino: «Unido al que ha bajado del cielo, eres exaltado en el cielo»...
     «Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, eterno es su poder» (Is 9,5)... ¡Qué abismo de bondad y de amor hacia los hombres! Únete, pues, en la alegría a los que reciben a su Señor que baja del cielo, y a los que adoran al Gran Dios en este niño. El poder de Dios se manifiesta en este cuerpo como la luz por las ventanas, y resplandece a los ojos de aquellos que tiene limpio el corazón (Mt 5,8). Entonces, con  ellos podremos «con el rostro descubierto reflejar como en un espejo la gloria del Señor, y ser transfigurados en esa misma imagen cada vez más gloriosos» (2C 3,18), por la gracia de nuestro Señor Jesucristo y su amor por los hombres.


jueves 25 Diciembre 2008
La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo ,   La Natividad del Señor  (Oración especial )
Libro de Isaías 52,7-10.
¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz, del que anuncia la felicidad, del que proclama la salvación, y dice a Sión: "¡Tu Dios reina!".
¡Escucha! Tus centinelas levantan la voz, gritan todos juntos de alegría, porque ellos ven con sus propios ojos el regreso del Señor a Sión,
¡Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén, porque el Señor consuela a su Pueblo, él redime a Jerusalén!
El Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, verán la salvación de nuestro Dios.
Salmo 98(97),1-6.
Salmo. Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria.
El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos.
Canten al Señor con el arpa y al son de instrumentos musicales;
con clarines y sonidos de trompeta aclamen al Señor, que es Rey.
Carta a los Hebreos 1,1-6.
Después de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los Profetas, en muchas ocasiones y de diversas maneras,
ahora, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo el mundo.
El es el resplandor de su gloria y la impronta de su ser. El sostiene el universo con su Palabra poderosa, y después de realizar la purificación de los pecados, se sentó a la derecha del trono de Dios en lo más alto del cielo.
Así llegó a ser tan superior a los ángeles, cuanto incomparablemente mayor que el de ellos es el Nombre que recibió en herencia.
¿Acaso dijo Dios alguna vez a un ángel: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy? ¿Y de qué ángel dijo: Yo seré un padre para él y él será para mi un hijo?
Y al introducir a su Primogénito en el mundo, Dios dice: Que todos los ángeles de Dios lo adoren.
Evangelio según San Juan 1,1-18.
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo".
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.
miércoles 24 Diciembre 2008
 San Gregorio ,   San Charbel Makhuf
Libro de Isaías 9,1-6.
El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz.
Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia. como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín.
Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián.
Porque todas las botas usadas en la refriega y las túnicas manchadas de sangre, serán presa de las llamas, pasto del fuego.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: "Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz".
Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David y para su reino; él lo establecerá y lo sostendrá por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto.
Salmo 96(95),1-2.2-3.11-12.13.
Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre, día tras día, proclamen su victoria.
canten al Señor, bendigan su Nombre, día tras día, proclamen su victoria.
Anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos.
Alégrese el cielo y exulte la tierra, resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos, griten de gozo los árboles del bosque.
Griten de gozo delante del Señor, porque él viene a gobernar la tierra: él gobernará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad.
Carta de San Pablo a Tito 2,11-14.
Porque la gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado.
Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad,
mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús.
El se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.
Evangelio según San Lucas 2,1-14.
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo.
Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria.
Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David,
para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre;
y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche.
De pronto, se les apareció el Angel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor,
pero el Angel les dijo: "No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo:
Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.
Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre".
Y junto con el Angel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
"¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!". 


San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense del siglo XII y doctor de la Iglesia
5º sermón para la vigilia de Navidad.


«La gloria del Señor lo envolvió con su luz»

     La noche envolvía al mundo entero antes de que se elevara la luz verdadera, antes del nacimiento de Cristo; también en cada uno de nosotros, antes de nuestra conversión y de nuestra regeneración interior, reinaba la noche. ¿Acaso sobre el rostro de la tierra no había la noche más profunda y las tinieblas más espesas cuando nuestros padres honraban a dioses falsos?... ¿Y no había sobre nosotros otra sombría noche cuando vivíamos sin Dios en este mundo, siguiendo nuestras pasiones y los atractivos de este mundo, haciendo cosas de las cuales hoy nos enrojecemos por ser también obra de las tinieblas?... 
     Pero ahora os habéis liberado de vuestro sueño, os habéis santificado, pasando a ser hijos de la luz, hijos del día y no de las tinieblas ni de la noche (1Tes 5,5)... «Mañana veréis en vosotros la majestad de Dios». Hoy, el Hijo se ha hecho justicia venida de Dios; mañana, se manifestará como vida nuestra, para que aparezcamos con él en la gloria. Hoy, por nosotros, ha nacido un niño, para privar que nos elevemos en un a gloria vana y, convirtiéndonos, lleguemos a ser como niños. Mañana se va a mostrar en toda su grandeza para incitar nuestra alabanza y para que también nosotros podamos ser glorificados y alabados cuando Dios otorgará a cada uno su gloria... «Seremos semejantes a él porque le veremos tal cual es» (1Jn 3,2). Hoy, en efecto, no le vemos en sí mismo sino como en un espejo (1C 13,12); ahora recibe lo que se eleva de nosotros. Pero mañana le veremos en nosotros, cuando nos dará lo que depende de él, cuando se mostrará tal cual es en sí mismo y nos tomará para elevarnos hasta él.


lunes, 22 de diciembre de 2008

«Se le soltó la boca y la lengua empezó a hablar bendiciendo a Di

Tiempo de Navidad  y Epifanía
El tiempo de Navidad celebra los primeros misterios salvadores de la
vida del Señor, misterios que son anuncio y comienzo de nuestra redención,
que culmina en el Misterio de la Pascua. En este sentido las Normas
Universales del Año litúrgico y del Calendario en el número 32 señalan:
"después de la anual evocación del misterio pascual la Iglesia no tiene
nada más santo que la celebración del nacimiento del Señor y de sus
principales manifestaciones"; marcando, no sólo la importancia en sí de la
celebración de los misterios de la Navidad, sino también resaltando su
vinculación con la Pascua. El Verbo de Dios se hace hombre por nosotros
y por nuestra salvación, es decir, nace para morir y resucitar. No es de
extrañar que en los antiguos calendarios litúrgicos romanos figuran la
siguiente expresión en el día 25 de diciembre: Nacimiento del Señor en la
carne: Pascua.
La liturgia de la Navidad y de la Epifanía celebra la alabanza y la acción
de gracias al Señor de la gloria que se manifiesta como salvador uniéndose
a la humildad de nuestra carne, para que en un maravilloso intercambio,
nosotros nos hagamos partícipes de su naturaleza divina. En el nacimiento
del Verbo, la luz, que estaba junto al Padre, se nos manifiesta con
un nuevo resplandor, un resplandor de plenitud del día, pues Cristo sin
dejar la gloria del Padre aparece en nuestro mundo, se nos manifiesta y
revela (Cf. Prefacios de Navidad).  
El tiempo de la Navidad, es la alabanza
de la Iglesia por el esplendor de la gloria de la palabra encarnada, dando
gracias por el comienzo del tiempo de la plenitud de la revelación. Todo en
Navidad hace referencia a la manifestación del Verbo de Dios: a los
pastores, a los Magos, a Simeón y Ana; en la vida de familia en Nazaret;
en la sabiduría niño Jesús entre los doctores y su crecimiento en santidad
y gracia; para concluir con los grandes signos que inauguran el ministerio
público del Mesías: el bautismo de Jesús y las bodas de Caná.
Al mismo tiempo, expresa en el memorial de la celebración, que la revelación de Cristo se cumple en la Iglesia, prolongación de la humanidad del Verbo en
la historia. Así, las fiestas de los Santos Inocentes y de San Esteban,
primeros mártires de Cristo, como también la fiesta y la lectura continuada
de la primera carta de San Juan muestran los signos de cómo el misterio
Pascual, anunciado en la Encarnación del Verbo, se realiza, eficazmente,
en la Iglesia.
Por supuesto, la preocupación litúrgica no es cronológica sino
mistagógica, es decir, no es evocar acontecimientos pasados, sino entrar
en comunión con el Señor vivo en la celebración de sus misterios. Es
Cristo el que en el tiempo de Navidad otorga a su Iglesia la posibilidad de
celebrar el don que le ha otorgado al hacerse hombre y habitar entre los
hombres. Navidad es el misterio de los desposorios de Dios con la humanidad, porque a través de la humanidad de Cristo, Dios se ha unido a todo hombre, dando el auténtico sentido a la vida humana, iluminándola con la luz de la verdad, de la paz y del amor de Dios, entregado en la vida de
Cristo y manifestado en la Eucaristía, memorial perpetuo del sacrificio de
Cristo en la Cruz, de su Resurrección gloriosa y del envío del Espíritu
Santo.
Así todos los acontecimientos celebrados en este tiempo, y de
manera explícita en la revelación del anciano Simeón y la persecución de
Herodes, nos anuncian la futura entrega de Cristo por amor a nosotros
y a Dios, así como nuestra necesidad de entregarnos en comunión con
él, con su cuerpo, para tener la vida eterna. Una comunión en su muerte,
que se hará sacramentalmente efectiva en nuestro bautismo, en
donde Dios nos hará hijos en el Unigénito amado, haciéndonos partícipes
de su Resurrección.
Libro de Malaquías 3,1-4.23-24.
Yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino delante de mí. Y en seguida entrará en su Templo el Señor que ustedes buscan; y el Angel de la alianza que ustedes desean ya viene, dice el Señor de los ejércitos.
¿Quién podrá soportar el Día de su venida? ¿Quién permanecerá de pie cuando aparezca? Porque él es como el fuego del fundidor y como la lejía de los lavanderos.
El se sentará para fundir y purificar: purificará a los hijos de Leví y los depurará como al oro y la plata; y ellos serán para el Señor los que presentan la ofrenda conforme a la justicia.
La ofrenda de Judá y de Jerusalén será agradable al Señor, como en los tiempos pasados, como en los primeros años.
Yo les voy a enviar a Elías, el profeta, antes que llegue el Día del Señor, grande y terrible.
El hará volver el corazón de los padres hacia sus hijos y el corazón de los hijos hacia sus padres, para que yo no venga a castigar el país con el exterminio total.
Salmo 25(24),4-5.8-9.10.14.
Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador, y yo espero en ti todo el día.
El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres.
Todos los senderos del Señor son amor y fidelidad, para los que observan los preceptos de su alianza.
El Señor da su amistad a los que lo temen y les hace conocer su alianza.
Evangelio según San Lucas 1,57-66.
Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo.
Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.
A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre;
pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan".
Ellos le decían: "No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre".
Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran.
Este pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es Juan". Todos quedaron admirados.
Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.
Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea.
Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?". Porque la mano del Señor estaba con él.

 San Ireneo de Lyón (hacia 130-hacia 280), obispo, teólogo y mártir
Contra la herejías III, 10,1


«Se le soltó la boca y la lengua empezó a hablar bendiciendo a Dios»

     A propósito de Juan Bautista leemos en Lucas: «Será grande a los ojos del Señor, y convertirá mucho israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto» (1,15-17). ¿Por qué, pues, ha preparado un pueblo, y delante qué Señor él ha sido grande? Sin ninguna duda que delante de Aquel que ha dicho que Juan era «más que un profeta» y que «no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista» (Mt 11,9.11). Porque él preparaba un pueblo anunciando por adelantado a sus compañeros de servidumbre la venida del Señor, y predicándoles la penitencia a fin de que, cuando el Señor se hiciera presente, todos se encontraran en estado de recibir su perdón y poder regresar a Aquel para quien se habían hecho extraños por sus pecados...
Sí, «en su misericordia» Dios «nos ha visitado, Sol que viene de lo alto; y ha brillado para los que estaban sentados en tinieblas y en sombras de muerte, y ha dirigido nuestros pasos por el camino de la paz» (Lc 1,78-79). Es en estos términos que Zacarías, liberado ya del mutismo en que había caído a causa de su incredulidad, y lleno de un Espíritu nuevo, bendecía a Dios de una nueva manera. Porque en adelante todo era nuevo, por el hecho de que el Verbo, por un proceso nuevo venía a cumplir el primer designio de su venida en la carne para que el hombre, que se había alejado de Dios, fuera por él reintegrado en la amistad con Dios .Y es por ello que este hombre aprendía a honorar a Dios de una manera nueva