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sábado, 20 de diciembre de 2008

Apuntes sobre Jesús y sus tiempos





Apuntes sobre Jesús y sus tiempos

Luego aparecerá, por fin, otro reino que suscitará Dios y durará para siempre...


Apuntes sobre Jesús y sus tiempos                                                                                       Guido Adolfo Rojas Zamorano"Verdades de la Fe Católica II"


Jesús nació en el año 749 del imperio romano, Augusto César reinaba desde hacia 31 años; y para resaltar su grandeza y poderío hizo cerrar en señal de paz universal el templo del dios Jano, uno de los más importantes de la capital romana. Este acontecimiento había sido profetizado por Daniel, diciendo que "Dios ha dado a un imperio la fuerza y la gloria gozando de una paz universal, luego aparecerá, por fin, otro reino que suscitará Dios y durará para siempre". El profeta Isaías identificó al Hijo del Altísimo como el "Príncipe de la paz" (9,6).


Escritores y pensadores paganos habían proclamado el advenimiento de un Hombre Salvador, así por ejemplo:


  1. Confucio (500 a.C.), mencionó en la China a un "Santo" que era "un rey al que hemos de reconocer para poder salvarnos".
  2. Sócrates (399 a.C.), filósofo griego, habló de un "Sabio universal".
  3. Tácito (116 d.C.), y Suetonio (120 d.C.); escritores romanos, afirmaban que "era universal la creencia en antiguas profecías de que de Oriente vendría el Rey del mundo".

 A las sibilas (adivinas que predecían el futuro en Roma) se les atribuye:



  1. El nacimiento de Cristo
  2. El eclipse solar cuando murió en la cruz
  3. La resurrección de los muertos
  4. El día del juicio final

 En el siglo XIII, San Buenaventura relataba en un sermón de Navidad, que en el día del nacimiento del Mesías pasaron cosas asombrosas:



  1. Una estrella brillante apareció en el cielo, por el lado de Oriente, en ella se veía la figura de un hermoso niño en cuya cabeza relucía una cruz.
  2. En Roma, al medio día apareció sobre el capitolio, junto al sol, un círculo dorado, teniendo en el centro una bellísima mujer, portando un niño. Viendo esta señal el emperador Augusto ofreció incienso y se negó desde entonces a ser llamado dios.

 La gruta donde nació el Salvador era conocida por los primeros cristianos, el emperador Adriano (117-138) ordenó levantar una estatua del dios Adonis para borrar el recuerdo de este acontecimiento. La emperatriz Santa Elena en el año 330 la transformó en un magnifico santuario conocido como la "Basílica de la Natividad". En el 529, judíos samaritanos la quemaron, por lo que el emperador Justiniano (527-565) la reedificó, quedando así hasta hoy. Hoy en día está en poder de los ortodoxos griegos, que la comparten con los padres franciscanos y la comunidad cristiana Armenia.


En el interior de la Basílica de la Natividad se ve una estrella de plata dorada con 14 rayos que representan las estaciones del Vía Crucis. Ahí mismo se lee la siguiente inscripción: "Aquí de la Virgen María, nació Jesucristo". Al lado de este recinto se encuentra el lugar que ocupó el pesebre donde María reclinó al pequeño Niño sobre la paja, y donde fue adorado por los pastores. Este es el lugar donde los católicos celebran la eucaristía.


Sobre el año del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo se tiene por seguro que fue 6 o 7 años antes de la era actual. El error se debió a los cálculos hechos por el clérigo romano Dionisio el "exiguo" en el siglo IV.


La palabra Navidad viene del latín "Nativitas", o sea "nacimiento del Señor". Mientras que los católicos romanos la celebramos el 25 de diciembre, los ortodoxos lo hacen el 6 de enero y los armenios el 18 del mismo mes.


El 25 de diciembre se celebraba la fiesta de Mitra, el dios solar, en esta época los romanos gozaban de paz y la gente se repartía regalos, este acontecimiento se extendía hasta el día de año nuevo. La Iglesia Católica en el siglo IV bajo el reinado de Constantino cristianizó esta fiesta, teniendo en cuenta que Jesús era "la luz verdadera que alumbra a toda la humanidad" (Juan 1,9), también llamado la "luz de las naciones" (Isaías 42,6).


Existe tres cosas en común entre Cristo y el dios persa Mitra:


  1. Ambos nacerían en una cueva
  2. Serían visitados por pastores
  3. Morirían para salvar la humanidad

 En los tiempos del Mesías hubo cuatro gobernantes que llevaron el nombre de Herodes:



  1. Herodes el "grande", rey de Israel; que mandó a matar a los niños inocentes en Belén
  2. Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y de Perea (hijo del anterior); mandó a decapitar a Juan Bautista
  3. Herodes Agripa I (Nieto de Herodes el Grande), fue quien ajustició al apóstol Santiago y encarceló a Pedro
  4. Herodes Agripa II, delante de quien compadeció Pablo cuando estuvo visitando a Festa en Cesárea

 Los magos en la antigüedad cumplían varias funciones: eran astrólogos, médicos, sacerdotes y consejeros de los reyes. Según la tradición los tres Reyes Magos eran hermanos:



  1. Melkor, rey de Persia
  2. Baltasar, rey de la India
  3. Gaspar, rey de Arabia

 Después de la resurrección del Señor, el apóstol Tomás los encontró en Saba (India), donde fueron bautizados y consagrados obispos, labor que cumplieron hasta su martirio en el año 70 d. C.; siendo enterrados junto en un mismo sarcófago. Sus reliquias fueron llevadas primero a Constantinopla por Santa Elena. Posteriormente, Federico Barbaroja, en el siglo XII, las trasladó a la catedral de Colonia (Alemania), donde hoy reposan sus cenizas con las coronas que llevaron durante su existencia.


La Iglesia Católica recuerda los cinco grandes dolores de San José:


  1. Ver nacer al Divino niño en un pobre pesebre
  2. La huida a Egipto ante la amenaza de muerte del rey Herodes
  3. La presentación de Jesús en el templo, cuando el profeta Simeón anunció que sería causa de división entre los hombres
  4. La pérdida de Jesús en el templo, y su búsqueda durante tres días
  5. La separación de Jesús y María al llegarle la hora de la muerte

 Los cuatro momentos importantes en la vida del Hijo de Dios en el mundo son:



  1. Su nacimiento por medio de la Virgen María
  2. Su muerte en la cruz
  3. Su triunfal resurrección
  4. El regreso al cielo a la presencia del Padre Eterno

 Ciudades bíblicas de Israel:



  1. Belén (Casa de Pan), fue la aldea donde nació el rey David, José y Jesús
  2. Nazareth (Flor de Galilea), donde el Mesías vivió su vida privada por 30 años, lugar de origen de la Virgen María
  3. Caná de Galilea, donde el Divino Maestro realizó su primer milagro al transformar el agua en vino. Lugar de nacimiento del apóstol Natanael
  4. Cafarnaún (Bella Ciudad), la segunda patria del Señor, donde más milagros realizó, y donde predicó con mayor elocuencia. Aquí se encontraba también la casa del apóstol Pedro
  5. Tiberíades situada junto al mar, fundada por Herodes Antipas, tetrarca de Galilea; quien le dio este nombre en honor del emperador Tiberio César
  6. Sebaste en la antigua Samaria, en esta ciudad según la tradición Herodes mandó a decapitar a Juan Bautista
  7. Betania (Casa de la Pobreza), lugar de descanso de Cristo en el hogar de sus amigos los hermanos Lázaro, Marta y María Magdalena
  8. Betsaida (Casa de los Pescadores), cerca del río Jordán; cuna de los apóstoles Andrés, Pedro y Felipe
  9. Jerusalén (Ciudad de la Paz), la capital de Israel; aquí fue donde el Verbo de Dios murió y resucitó
  10. Emmaús el sitio donde el Salvador resucitado efectuó la "fracción del pan" delante de sus discípulos Cleofás y Simón

 En Nazareth se encuentra:



  1. La casa de la Santísima Virgen o Basílica de la Anunciación, era una gruta clavada en una colina que señala el lugar donde la Madre del Redentor recibió el anuncio del ángel San Gabriel
  2. La casa de San José, que sirvió de morada a la sagrada Familia, y donde Jesús pasó treinta años de su vida privada

 En tiempos de Cristo vivían en Palestina un millón de judíos, la población de Jerusalén era de unos 25 o 30,000 habitantes; para la pascua podían llegar más de 180,000 peregrinos. Otros hebreos vivían en diferentes ciudades de Asia Menor conocidas como diásporas.


Las mujeres israelitas se casaban a partir de los 12 años, y los hombres después de los 14 años.


La sangre judía sólo se hereda por la madre.


Las mujeres no participaban de la vida pública, cuando salían a la calle debían cubrirse el rostro, algunas incluso no se descubrían ni siquiera en la casa. Sin embargo, el Señor trató a la mujer en un plano de igualdad, entre sus discípulos se encontraban muchas de ellas incluyendo a su madre María.


Las sinagogas eran lugares de culto, escuelas bíblicas, hospederías y centro de difusión y propagación del judaísmo entre los paganos. Los niños asistían desde los seis años, a partir de los doce era considerado como mayor de edad, y por lo tanto responsable del cumplimiento de la ley mosaica, y además apto para leer los rollos sagrados. Para las niñas no había una ceremonia especial.


Los judíos de familias importantes mandaban a sus hijos entre los 16 o 18 años, a estudiar con algún rabino o sabio famoso, como lo hizo Saulo de Tarso (más tarde el apóstol Pablo), con Gamaliel.


A Jesús lo llamaban como rabí (maestro), por sus grandes conocimientos en la Escritura Hebrea.


Uno de los títulos que más utilizaba el Ungido de Dios para referirse así mismo, era el de "Hijo del hombre", reconociendo su misión mesiánica.


Juan Bautista era hijo de Zacarías y de Isabel ambos de estirpe sacerdotal. El nombre de Juan quiere decir "Dios es propicio"; es considerado como el último de los grandes profetas de Israel y precursor del Mesías, es llamado como "la voz del desierto". Fue decapitado por Herodes Antipas en la fortaleza de Maqueronte, a orillas del mar muerto. Aquí se construyó una iglesia sobre su sepulcro. Según la tradición la cabeza del santo profeta fue llevada después a la iglesia de San Silvestre de Roma. La tumba de este santo profeta se encuentra en la actualidad dentro de la mezquita de Damasco en Siria.


En 1999 se descubrió a orillas del río Jordán una cueva bajo las ruinas de una iglesia bizantina del siglo IV, los arqueólogos la identificaron como el sitio donde vivía Juan el Bautista. Las ruinas de otras tres iglesias fueron halladas cerca de esta gruta, demostrando el carácter sagrado del lugar.


En nuestros días existen en algunas comarcas del Oriente los llamados cristianos de San Juan Bautista. El origen de esta secta parece remontarse a ciertos discípulos del mismo que se adhirieron a los herejes de los primeros siglos.


Las tres tentaciones que Cristo Jesús resistió al Demonio en el desierto son:


  1. Convertir las piedras en pan
  2. Tirarse de lo alto del templo de Jerusalén, para que los ángeles del cielo lo salvaran
  3. Que se arrodillara para adorarlo

 Los discípulos del Señor estaban conformados por pescadores, viudas, huérfanos, gente pobre, enfermos y lisiados, ex-prostitutas como María Magdalena, y extranjeros entre romanos y griegos.


Los leprosos eran considerados como "impuros", tenían que vivir afuera de las ciudades, y cuando entraban en ellas para pedir limosna lo hacían cubriéndose la cara con un velo, y anunciar su paso al sonar de una campanilla.


El título de apóstol quiere decir "enviado", eran doce por las doce tribus de Israel, ellos fueron:


  • Andrés y Pedro: hermanos y pescadores del mar de Galilea
  • Santiago el "Mayor" y Juan el "Discípulo amado": hijos de Zebedeo y Salomé, eran pescadores y amigos de los dos primeros. Por sus temperamentos Jesús les dio el título de "Hijos del trueno"
  • Santiago el "Menor" y Judas Tadeo: hermanos y primos del Señor
  • Felipe y Bartolomé (Natanael): amigos
  • Mateo el "publicano": cobrador de impuestos
  • Simón el "ex Celote" (guerrillero)
  • Tomás el "gemelo"
  • Judas Iscariote el "traidor"

 Nuestro Señor les dio varias misiones y poderes:



  1. Predicar el evangelio (la buena nueva)
  2. Perdonar los pecados
  3. Bautizar
  4. Celebrar la eucaristía
  5. Hacer milagros en su Nombre
  6. Expulsar demonios
  7. Hablar varios idiomas (lenguas)
  8. Resucitar a los muertos

 Según la tradición cristiana el final de los apóstoles y algunos discípulos, fue el siguiente:



  • Pedro: crucificado en Roma por el emperador Nerón hacia el año 64 o 67. Sus restos se encuentran en el Vaticano.
  • Pablo: decapitado en Roma por el emperador Nerón, y por la misma época del príncipe de los apóstoles. Sus reliquias están en las iglesias de San Pablo extramuros y San Juan de Letrán.
  • Santiago el "Mayor": evangelizó España, fue decapitado en Jerusalén en el año 42, fue el primer apóstol en dar su vida por el Divino Maestro. Su cuerpo fue trasladado a la región de Galicia (España). Hoy se encuentra en la iglesia de Santiago de Compostela.
  • Juan: después de la resurrección está casi constantemente junto a Pedro, bajo el emperador Domiciano fue echado a una caldera de aceite hirviente de la que salió ileso, fue desterrado a la isla de Patmos, y murió de anciano en la ciudad de Efeso.
  • Santiago el "Menor": Obispo de la Ciudad de la Paz después del martirio de Santiago el "Mayor". Fue arrojado del pináculo del templo y luego apedreado en el año 61 o 62, por el sumo sacerdote Anás II.
  • Andrés: predicó el evangelio en Asia Menor, murió crucificado en forma de X en Patras de Acaya. Sus reliquias fueron trasladas a Constantinopla y después a Amalfi. Su cabeza llevada a Roma en 1462, fue restituida a Grecia por el papa Pablo VI.
  • Bartolomé: evangelizó en Arabia y la India, después se dirigió a Armenia donde suscitó fuertes envidias de los sacerdotes paganos, el hermano del rey Polimio, de nombre Astiage, dio la orden de despellejarlo y luego decapitarlo.
  • Felipe: murió crucificado en Hierápolis bajo el reinado de Domiciano o de Trajano a la edad de 87 años. Se dice que sus reliquias fueron llevadas a Roma y colocadas junto a las de Santiago el "Menor" en la iglesia de los Santos Apóstoles.
  • Matías: hizo apostolado en Etiopía, según se cree fue decapitado.
  • Judas Tadeo: predicó en Judea, Samaria, Siria, Arabia, Mesopotamia y en la lejana Libia. Murió en Beirut, aunque otros relatos afirman que él y San Simón sufrieron el martirio en Suanis (Persia).
  • Tomás: su labor apostólica la realizó en la India donde fue martirizado.
  • Mateo: predicó entre los judíos y después en otros pueblos, una antigua tradición menciona que como jefe misionero no murió mártir; en cambio, otra fuente menos segura, afirma que fue lapidado, quemado y decapitado en Etiopía; de donde sus restos fueron llevados a Paestum, en el Golfo Salernitavo, y en el siglo X a Salerno donde se encuentra hasta nuestros días.
  • Simón: se cree que con el apóstol Judas Tadeo recorrieron las provincias del imperio persa. Otra fuente atestigua que fue a Egipto, Libia y Manitania; padeció el martirio durante el imperio de Trajano, en el año 107, a la edad de 120 años.
  • Bernabé: evangelizó al lado de Pablo en Antioquía, Chipre, Italia. Murió en Chipre, pero también escritos apócrifos hablan de su martirio por lapidación a manos de los judíos hacia el año 70 en la diáspora de Salamina.
  • Marcos (o Juan Marcos): era primo o sobrino de Bernabé, compañero de Pedro en sus viajes misioneros en Oriente y en Roma, donde escribió su evangelio. Probablemente murió en el año 68 de muerte natural, y según otra crónica, como mártir en Alejandría (Egipto), atado con una cuerda en el cuello, luego arrojaron su cuerpo a las llamas. Sus reliquias se encuentran al parecer en la Basílica de Venecia (Italia).
  • Lucas: acompañó a Pablo desde su segundo viaje apostólico, falleció a la edad de 84 años en Beocia.
  • Timoteo: fue puesto al frente de la iglesia de Efeso, donde permaneció hasta su martirio a causa de un motín popular en el año 97.
  • Tito: Obispo de Creta, evangelizó en Dalmacia; murió en Creta en edad avanzada.
  • Simón: remplazó a su hermano Santiago el "Menor" como obispo de la Ciudad Santa por más de cuatro décadas, hasta que sufrió el martirio durante las persecuciones de Trajano; tenía más de cien años.
  • Judas Iscariote: se ahorcó a las afueras de Jerusalén, "cayendo de cabeza , se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron" en un terreno que fue conocido como Acéldama, que quiere decir "campo de sangre".

 Los lugares donde el Unigénito de Dios dio a conocer la Buena Nueva fueron:



  1. Las sinagogas
  2. El Templo de Jerusalén
  3. Aldeas y campos
  4. En las casas
  5. A orillas del mar subido en una barca

 En año 2000 se encontró cerca del mar de Galilea, los restos de una embarcación judía de los tiempos de Cristo, algunos creen que es la misma barca de Pedro donde el Primogénito de Dios predicó el evangelio.


Para Orígenes la expulsión de los mercaderes del templo, fue uno de los hechos más importantes en la vida de Cristo.


Santa Fotina, es considerada como la mujer samaritana a la que Nuestro Señor le pidió de beber agua. Según diversos relatos se retiró a Cartago con uno de sus hijos; allí predicó el evangelio y murió en prisión en tiempos del emperador Nerón.


María Magdalena, la discípula fiel del Maestro, y primer testigo de su resurrección; según una tradición griega fue a vivir a Efeso, en donde probablemente murió.


Lázaro hermano de Marta y de la anterior, según una antigua tradición oriental fue obispo y mártir de Chipre en el reinado de Nerón. Sus reliquias fueron trasladadas en el año 900 por el emperador León VI, de Chipre a Constantinopla juntos con las de su hermana María Magdalena, que habían sido encontrada en Efeso. Desde el siglo IV, los cristianos de Jerusalén, iban en procesión a su tumba en Betania de Judea, el sábado antes del domingo de ramos.


En el monte de los Olivos se encuentra la capilla del "Pater Nostre", donde el Hijo de Dios enseñó a sus discípulos esta bella oración, que se encuentra escrita en sus paredes en 35 idiomas.


La entrada triunfal del Salvador a la Ciudad Santa montado en un burro, fue de la misma forma como lo hacían los antiguos reyes de Israel (Zacarías 9,9).


Según la tradición la casa del Cenáculo pertenecía a la familia de San Marcos, aquí sucedieron hechos sobresalientes:


  1. La celebración de la última cena el jueves santo
  2. El Señor resucitado se aparece a los apóstoles
  3. La venida del Espíritu Santo en la fiesta del Pentecostés
  4. Pedro liberado de prisión por un ángel, se encuentra con los discípulos que oraban por él

 San Epifanio, narraba que el Cenáculo fue preservado de la destrucción de Jerusalén en el año 70 de nuestra era, por los ejércitos romanos.


Los médicos han explicado que el "sudor de sangre" de Jesús en el huerto del Getsemaní, se debe a ciertos casos de tensión mental extrema.


A las afueras de la Ciudad Santa se localiza el valle de la Gehenna, aquí se encuentran unas cuevas, una de ellas se llama la del "refugio de los apóstoles"; porque según la tradición, ocho de ellos se escondieron en aquel lugar después del arresto del Señor.


En el valle de Kidrón hay una serie de cámaras funerarias excavadas en la roca, según una tradición del siglo VI, en una de ellas permaneció Santiago el "Menor" desde que Jesús es hecho prisionero hasta su resurrección. Al lado, se encuentra la tumba de Zacarías, padre de Juan Bautista.


Descendiendo del monte Sión, está la "gruta del arrepentimiento" en la iglesia de San Pedro en Gallicante (del canto del gallo). Según la tradición, en esta cueva fue donde el apóstol habiendo salido del palacio de Caifás, lloró amargamente.


En noviembre de 1990, se encontró en el "bosque de la paz" a la salida de Jerusalén, una tumba de piedra caliza que parece contener los restos de José Caifás, sumo sacerdote que entregó a Jesús a Poncio Pilatos.


En el Talmud (libro histórico y religiosos judío, escrito a finales del siglo I de nuestra era), se narra que el gran consejo de ancianos del sanedrín, lanzó contra Cristo la gran ex comunión que equivalía a la pena de muerte contra el culpable y contra los que le dieran asilo. La sentencia era pública al sonido de las trompetas, por los sacerdotes que precedían las asambleas de las cuatrocientas sinagogas de la Ciudad Santa. Por esta razón, Jesucristo, fue declarado excluido solemnemente de la sinagoga, y proclamado como mago y seductor del pueblo de Dios. Las acusaciones que se hicieron contra el Divino Maestro fueron:


  1. Perdonar los pecados en su Nombre
  2. Recibir poder de Satanás
  3. Hacer milagros el día sagrado (Sábado)
  4. Creerse superior al templo de Jerusalén
  5. Hacerse llamar Hijo de Dios
  6. Hacerse llamar rey de los judíos

 El juicio contra el Hijo del hombre, a la luz de los códigos judíos y romanos, presentó las siguientes anomalías:



  1. Arresto con soborno y conspiración
  2. Pruebas insuficientes
  3. Falsos testigos
  4. Ausencia de citación y acusaciones formales
  5. Juicio adelantado en horas impropias y en día prohibido por la ley judía
  6. Carencia de abogado defensor
  7. Doble juicio por el mismo delito
  8. Doble castigo por la misma falta

 Antiguos relatos afirman que en el año 36, Pilatos fue llamado desde Roma por el emperador Tiberio, y según el teólogo e historiador de la Iglesia Eusebio de Cesárea, acabó suicidándose al ahogarse en un lago. Algunas leyendas afirman por el contrario, que se convirtió al cristianismo y murió mártir. La Iglesia Copta lo venera así y celebra su fiesta religiosa el 25 de junio.


La crucifixión era el peor castigo de la ley romana reservado solo para los esclavos, los rebeldes y los prisioneros de guerra de otras naciones.


La vía dolorosa que recorrió Jesús al Gólgota, era un camino de piedra en forma ascendente de unos tres kilómetros. En el trayecto se encuentra con varios personajes:


  1. María su Madre, y el apóstol Juan
  2. La Verónica que le limpió el rostro
  3. Un grupo de mujeres que las llamó "hijas de Jerusalén"
  4. Simón el Cirineo, que le ayudó a cargar la cruz

 Sobre la mujer que le secó la cara al Señor, la tradición la nombra como Sefarina. El título de Verónica sería una alusión al sagrado rostro, en griego la palabra Vera Icon quiere decir "verdadera imagen". Cuando Saulo persiguió a la Iglesia naciente, esta santa mujer dejó Palestina, llevándose consigo la preciada reliquia.


Sobre el hombre que le ayudó a Cristo Jesús a llevar el madero al Calvario, se sabe que era de Cirene, en África. Se convirtió en un discípulo fervoroso, mientras que sus dos hijos: Alejandro y Rufo, fueron apóstoles de la verdadera fe.


Con respecto a la leyenda del "judío errante", existen dos versiones; una occidental y otra oriental, considerándose más antigua la primera de ellas:


La leyenda occidental asegura que se llamaba Ashaverus, que era zapatero y que tenía una pequeña tienda a la entrada de Jerusalén, cerca del sitio por donde el Mesías pasó con la cruz a cuestas, Habiendo solicitado Jesús al judío que le dejara descansar un momento, éste se negó y encolerizado lo golpeó con una herramienta al tiempo que le decía "anda". Por este acto Ashaverus recibió la condena del Hijo de Dios, quien le dijo: "Yo luego descansaré, pero tú andarás sin cesar hasta que vuelva". Desde entonces aquel judío comenzó a recorrer la Tierra, y sus cansados pies jamás pudieron detenerse porque cada vez que quería hacerlo las palabras de Cristo eran la fuerza que lo impulsaban a continuar.


La leyenda oriental afirma que el nombre del judío era Cortafilo, y que oficiaba como portero de Poncio Pilatos. Cuando sacaron al Mesías de la presencia del gobernador romano, le dio una puñalada por la espalda, diciéndole "anda". Jesucristo le respondió: "El Hijo del hombre se va, pero tú esperarás a que vuelva". Después de esto Cortafilo se convirtió al cristianismo recibiendo el bautizo de manos de Ananías, quien le dio el nombre de José; pero continuando su peregrinación en este Mundo. Dicen que el judío errante no lleva más que cinco monedas de cobre. Hay quienes afirman que lo han visto en varios lugares e incluso un autor de la Edad Media, logró establecer que cada cien años sufre una terrible enfermedad que se recupera, pues no puede morir sino hasta el fin de los tiempos.


Preguntando una vez San Bernardo al Señor en la oración, cuál había sido el mayor dolor que había sufrido en el curso de su Pasión; Este respondió: "Yo tuve una llaga en la espalda de tres dedos de profundidad que me hizo la cruz llevándola sobre mis hombros; ésta ha sido la de mayor dolor y pena que todas las otras".


Las siete palabras del Mesías en la cruz fueron:


  1. "Padre, perdónales porque no saben lo que hacen" (Lucas 23,34)
  2. "Hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lucas 23,43)
  3. "He ahí a tu Hijo". "He ahí a tu Madre" (Juan 19,26-27)
  4. "Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?" (Marcos 15,34; Mateo 27,46)
  5. "Tengo sed" (Juan 19,28)
  6. "Todo está cumplido" (Juan 19,30)
  7. "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lucas 23,46)

 En los tiempos del Mesías algunos crucificados tardaban días enteros en morir, otros en cambio eran rematados de tres maneras:



  1. Les atravesaban el corazón con una lanza, como hicieron con el Señor
  2. Les partían las piernas para que fallecieran por asfixia, como hicieron con los dos ladrones
  3. Los golpeaban con un mazo en el pecho, para provocar un paro cardiaco

 Sobre el eclipse solar que se produjo el viernes santo (Lucas 23, 44-45), fue predicho por el profeta Amos (8,9); y testificado por los historiadores profanos como Thallus Liberto, en el reinado del emperador Tiberio; quien dice que en ese tiempo "Una horrible oscuridad cubrió el universo entero". Flegón, liberto por el emperador Adriano, escribió cien años después "que hubo en esa época un eclipse de sol tan completo, como nadie lo vio semejante".


Después de morir el Redentor del mundo, se produjo un temblor de tierra, que partió transversalmente la roca del calvario, como se ve hoy en día.


En Jerusalén hay dos lugares que se discuten podría ser el sitio donde estuvo la tumba de Cristo Jesús:


  1. La basílica del Santo Sepulcro o de la Resurrección: Ha sido venerada durante dieciséis siglos como el lugar más sagrado del cristianismo. Fue construida por el emperador Constantino; hoy en día su custodia está en poder de las iglesias católica, ortodoxa griega y armenia.
  2. El jardín de la tumba: se encuentra afuera de las murallas de la Ciudad Santa, es un sepulcro tallado en piedra, fue descubierto en 1867. Data del período de la ocupación romana, y se piensa que pertenecía a José de Arimatea. Hay además una colina cercana en forma de cráneo humano, que hace recordar al Calvario o Gólgota (calavera). Este sitio es reconocido por muchas iglesias protestantes como el lugar bíblico de la crucifixión.

 De manera errónea otras religiones han querido identificar el lugar donde está el cuerpo del Hijo de Dios, así por ejemplo:



  1. Para los seguidores de la secta evangélica islámica "Adhmadayya", Cristo sobrevivió a la cruz, y murió de viejo a los 120 años; su tumba se localiza en Srinagar, la capital del estado de Cachemira, al norte de la India; donde el Mesías fue en busca de las diez tribus perdidas de Israel.
  2. En 1935, el sacerdote sintoísta Koma Takeuchi, anunció según un documento hebreo perteneciente a su familia, que había descubierto el sepulcro de Jesucristo en una colina de Salingo, pueblo septentrional del Japón.

 Las dos pruebas bíblicas de la resurrección del Hijo de Dios, son:



  1. La tumba vacía que encontró María Magdalena el día domingo
  2. Las diversas apariciones a los apóstoles y discípulos

 San Esteban, el diácono (servidor), que fue el primer mártir del cristianismo, al ser lapidado en presencia de Saulo a las afueras de la Ciudad de Dios por orden del sanedrín, por el delito de blasfemia (Mentira religiosa). En el siglo V el sacerdote Luciano escribió a cerca del descubrimiento de las reliquias del santo, las que hoy se cree, reposan en la iglesia de San Lorenzo en Roma.


En el libro del Apocalipsis (5,5), se nombra a Jesús con el título simbólico de "el León de la tribu de Judá".


viernes, 19 de diciembre de 2008

Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo’»

Libro de los Jueces 13,2-7.24-25.
Había un hombre de Sorá, del clan de los danitas, que se llamaba Manóaj. Su mujer era estéril y no tenía hijos.
El Angel del Señor se apareció a la mujer y le dijo: "Tú eres estéril y no has tenido hijos, pero vas a concebir y a dar a luz un hijo.
Ahora, deja de beber vino o cualquier bebida fermentada, y no comas nada impuro.
Porque concebirás y darás a luz un hijo. La navaja nunca pasará por su cabeza, porque el niño estará consagrado a Dios desde el seno materno. El comenzará a salvar a Israel del poder de los filisteos".
La mujer fue a decir a su marido: "Un hombre de Dios ha venido a verme. Su aspecto era tan imponente, que parecía un ángel de Dios. Yo no le pregunté de dónde era, ni él me dio a conocer su nombre.
Pero me dijo: "Concebirás y darás a luz un hijo. En adelante, no bebas vino, ni comas nada impuro, porque el niño estará consagrado a Dios desde el seno de su madre hasta el día de su muerte".
La mujer dio a luz un hijo y lo llamó Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo.
Y el espíritu del Señor comenzó a actuar sobre él en el Campamento de Dan, entre Sorá y Estaol.
Salmo 71(70),3-4.5-6.16-17.
Sé para mí una roca protectora, tú que decidiste venir siempre en mi ayuda, porque tú eres mi Roca y mi fortaleza.
¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío, de las garras del malvado y del violento!
Porque tú, Señor, eres mi esperanza y mi seguridad desde mi juventud.
En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre; desde el seno materno fuiste mi protector, y mi alabanza está siempre ante ti.
Vendré a celebrar las proezas del Señor, evocaré tu justicia, que es sólo tuya.
Dios mío, tú me enseñaste desde mi juventud, y hasta hoy he narrado tus maravillas.
Evangelio según San Lucas 1,5-25.
En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón.
Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor.
Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada.
Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios,
le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso.
Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso.
Entonces se le apareció el Angel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.
Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo.
Pero el Angel le dijo: "No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan.
El será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento,
porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre,
y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios.
Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto".
Pero Zacarías dijo al Angel: "¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada".
El Angel le respondió: "Yo soy Gabriel , el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia.
Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo".
Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías, extrañado de que permaneciera tanto tiempo en el Santuario.
Cuando salió, no podía hablarles, y todos comprendieron que había tenido alguna visión en el Santuario. El se expresaba por señas, porque se había quedado mudo.
Al cumplirse el tiempo de su servicio en el Templo, regresó a su casa.
Poco después, su esposa Isabel concibió un hijo y permaneció oculta durante cinco meses.
Ella pensaba: "Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres".
«El ángel le dijo: ‘No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo’»


Hoy, el ángel Gabriel anuncia al sacerdote Zacarías el nacimiento “sobrenatural” de Juan el Bautista, que preparará la misión del Mesías. Dios, en su amorosa providencia, prepara el nacimiento de Jesús con el nacimiento de Juan, el Bautista. Aunque Isabel sea estéril, no importa. Dios quiere hacer el milagro por amor a nosotros, sus criaturas.


Pero Zacarías no manifiesta en el momento oportuno la visión sobrenatural de la fe: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad» (Lc 1,18). Tiene una mirada excesivamente humana. Le falta la docilidad confiada en los planes de Dios, que siempre son más grandes que los nuestros: ¡en este caso, ni más mi menos que la Encarnación del Hijo de Dios para la salvación del género humano! El ángel encuentra a Zacarías como “despistado”, lento para las cosas de Dios, como estando en “fuera de juego”.


Cuando ya faltan pocos días para la Navidad, conviene que el Ángel del Señor nos encuentre preparados, como María. Es necesario tratar de mantener la presencia de Dios a lo largo del día, intensificar nuestro amor a Jesucristo en nuestro tiempos de oración, recibir con mucha devoción la Sagrada Comunión: ¡porque Jesús nace y viene a nosotros! Y que no nos falte la visión sobrenatural en todos los quehaceres de nuestra vida. Hemos de poner visión sobrenatural en nuestro trabajo profesional, en nuestros estudios, en nuestros apostolados, incluso en los contratiempos de la jornada. ¡Nada escapa a la providencia divina! Con la certeza y la alegría de saber que nosotros colaboramos con los ángeles y con el Señor en los planes amorosos y salvadores de Dios.

Libro de Jeremías 23,5-8.
Llegarán los días -oráculo del Señor- en que suscitaré para David un germen justo; él reinará como rey y será prudente, practicará la justicia y el derecho en el país.
En sus días, Judá estará a salvo e Israel habitará seguro. Y se lo llamará con este nombre: "El Señor es nuestra justicia". Por eso, llegarán los días -oráculo del Señor- en que ya no se dirá: "Por la vida del Señor que hizo subir a los israelitas del país de Egipto",
sino más bien: "por la vida del Señor que hizo subir a los descendientes de la casa de Israel, y los hizo llegar del país del Norte y de todos los países adonde los había expulsado, para que habiten en su propio suelo".
Salmo 72,1.12-13.18-19.
De Salomón. Concede, Señor, tu justicia al rey y tu rectitud al descendiente de reyes,
Porque él librará al pobre que suplica y al humilde que está desamparado.
Tendrá compasión del débil y del pobre, y salvará la vida de los indigentes.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, el único que hace maravillas.
Sea bendito eternamente su Nombre glorioso y que su gloria llene toda la tierra. ¡Amén! ¡Amén!
Evangelio según San Mateo 1,18-24.
Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.
Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados".
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta:
La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros".
Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa, 

Papa Benedicto XVI


San José, modelo de escucha

     El silencio de san José es un silencio impregnado de la contemplación del misterio de Dios, en una actitud de disponibilidad total a las voluntades divinas. En otras palabras, el silencio de san José no manifiesta un vacío interior, sino por el contrario, una plenitud de fe que lleva en su corazón, y guía cada uno de sus pensamientos y cada una de sus acciones. Un silencio gracias al cual José, al unísono con María, conserva la Palabra de Dios, conocida a través de las Santas Escrituras, confrontándolas permanentemente con los acontecimientos de la vida de Jesús; un silencio entretejido de oración continua, de bendición del Señor, de adoración de su voluntad y de confianza absoluta en su providencia.
      ¡Dejémonos «contaminar» por el silencio de san José! Tenemos necesidad de ello en un mundo a menudo tan ruidoso que no favorece en absoluto el recogimiento y la escucha de la voz de Dios. En este tiempo de preparación a la Navidad, cultivemos el recogimiento interior, para acoger y conservar a Jesús en nuestra vida.

San Lázaro

San Lázaro tuvo la dicha de ser el protagonista de uno de los milagros más impresionantes de Jesucristo, ya que fue resucitado por el Señor después de cuatro días de haber fallecido.
Según las Sagradas Escrituras, Lázaro enfermó gravemente y dos de sus hermanas Marta y María enviaron con urgencia un mensajero al lugar donde se encontraba Jesús con el siguiente mensaje: "Aquél a quien Tú amas, está enfermo". Bellísimo modo de decir con pocas palabras muchas cosas. Si lo amas, estamos seguros de que vendrás, y si vienes, se librará de la muerte.
El santo fallece y recién al cuarto día llegó el Señor. Las dos hermanas salen al encuentro de Jesús en medio de lágrimas y sollozos diciéndole: "Oh, Señor ¡si hubieras estado aquí! ¡Si hubieras oído cómo te llamaba Lázaro! Sólo una palabra tenía en sus labios: 'Jesús'. No tenía otra palabra en su boca. Te llamaba en su agonía. ¡Deseaba tanto verte! Oh Señor: sí hubieras estado aquí no se habría muerto nuestro hermano".
Jesús responde: - "Yo soy la resurrección y la Vida. Los que creen en Mí, no morirán para siempre". Jesús, al verlas llorar se conmovió y también lloró. Nuestro Redentor verdadero Dios y verdadero hombre, sintió también el dolor ante la muerte de un ser querido. Los judíos que estaban allí en gran número, exclamaron: "¡Miren cuánto lo amaba!". Jesús dijo: ¡Lázaro, yo te mando, sal fuera! Y Lázaro se levantó....

Libro de Génesis 49,2.8-10.
Reúnanse y escuchen, hijos de Jacob, oigan a Israel, su padre.
A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, tomarás a tus enemigos por la nuca y los hijos de tu padre se postrarán ante ti.
Judá es un cachorro de león, - ¡Has vuelto de la matanza, hijo mío!- Se recuesta, se tiende como un león, como una leona: ¿quién lo hará levantar?
El cetro no se apartará de Judá ni el bastón de mando de entre sus piernas, hasta que llegue aquel a quien le pertenece y a quien los pueblos deben obediencia.
Salmo 72(71),3-4.7-8.17.
Que las montañas traigan al pueblo la paz, y las colinas, la justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo, socorra a los hijos de los pobres y aplaste al opresor.
Que en sus días florezca la justicia y abunde la paz, mientras dure la luna;
que domine de un mar hasta el otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra.
Que perdure su nombre para siempre y su linaje permanezca como el sol; que él sea la bendición de todos los pueblos y todas las naciones lo proclamen feliz. * * *
Evangelio según San Mateo 1,1-17.
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:
Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos.
Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de estos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón;
Esrón, padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón.
Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de este fue Rut. Obed fue padre de Jesé;
Jesé, padre del rey David. David fue padre de Salomón, y la madre de este fue la que había sido mujer de Urías.
Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asá;
Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías.
Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías;
Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón; Amón, padre de Josías;
Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia.
Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel;
Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor.
Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud;
Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de Jacob.
Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
El total de las generaciones es, por lo tanto: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta el destierro en Babilonia, catorce generaciones; desde el destierro en Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones. 
Ruperto de Deutz (hacia 1075-1130), monje benedictino
Del Oficio Divino, 3, 18
        «Todas las naciones del mundo se llamarán benditas por causa tuya»

     Se nos lee la genealogía de Cristo en san Mateo. Esta costumbre, tradicional en la santa Iglesia, tiene un bello y misterioso motivo. Porque en verdad esta lectura nos presenta la escalera que Jacob vio de noche durante un sueño (Gn 28,11s). En lo alto de esta escalera, que por la parte alta tocaba al cielo, el Señor, apoyado en ella, se apareció a Jacob y le prometió darle en herencia la tierra... Ahora bien, sabemos que «estas cosas sucedieron en figura para nosotros» (1C 10,11), ¿Qué prefiguraba, pues, esta escalera sino la casta de la que Jesucristo debía nacer, casta que el santo evangelista, con boca divina, ha hecho subir de manera tal que acaba en Cristo pasando por José? Es en este José a quien Jesús, niño pequeño, se apoyó. A través de la «puerta del cielo» (Gn 28,17)..., es decir, por la Bienaventurada Virgen María, hecho niño por nosotros, salió gimiendo... Durante el sueño, Jacob oyó que el Señor le decía: «Todas las naciones del mundo se llamarán benditas por causa tuya» y ahora por el nacimiento de Cristo, se cumple esta realidad.
     Es  esto mismo lo que el evangelista veía cuando puso en su genealogía a Rahab la prostituta y a Ruth la moabita; porque veía muy claro que Cristo no vino en la carne solamente para los judíos, sino también para los paganos, él que se digno recibir antepasadas salidas de entre los paganos. Venidos, pues, de los dos pueblos, judíos y paganos, como los dos lados de la escalera, los padres antiguos, situados a diferentes grados, sostienen a Cristo Señor que sale de lo alto de los cielos. Y todos los santos ángeles bajan y suben a lo largo de esta escalera, y todos los elegidos entran, primero, en el movimiento de descenso de esta escalera para recibir, humildemente, la fe en la encarnación del Señor, y seguidamente son elevados a fin de contemplar la gloria de su divinidad.


martes, 16 de diciembre de 2008

Arrepentirse y creer en la palabra de Dios

Santos Ananías, Azarías y Misael

Eran tres niños hebreos, que en tiempos del destierro del pueblo de Israel estaban empleados en la corte de Babilonia, donde se los conocía con los nombres de Sidrach, Misach y Abdénago.
Su bella historia está narrada en el libro del profeta Daniel. Durante el reinado de Nabucodonosor, fueron arrojados a un horno ardiente por negarse a adorar la estatua de oro de este rey.
Dice la Biblia que mientras estaban en el horno, caminaban entre el fuego sin quemarse y entonaban un sublime cántico de alabanza a Dios. Aún hoy se canta el himno de los tres jóvenes que comienza diciendo: "Obras todas del Señor, bendecid al Señor".


 Santos Ananías, Azarías y Misael  Himno
Testigos de la sangre
con sangre rubricada,
frutos de amor cortados
al golpe de la espada.
Testigos del amor
En sumisión callada;
Canto y cielo en los labios
Al golpe de la espada.
Testigos del dolor
De vida enamorada;
Diario placer de muerte
Al golpe de la espada.
Testigos del cansancio
De una vida inmolada
Al golpe del Evangelio
Y al golpe de la espada.
Demos gracias al Padre
Por la sangre sagrada;
Pidamos ser sus mártires,
Y a cada madrugada
Poder mirar la vida
Al golpe de la espada. Amén


Santa Adelaida

Siendo muy joven contrajo matrimonio con Lotario, rey de Italia, pero éste murió joven al parecer envenenado por los que deseaban quitarle su reino. La santa quedó viuda de sólo 19 años. El usurpador Berengario quería casarla con su hijo, pero como la santa se negó rotundamente a esta unión, Berengario la encerró en una prisión y le quitó todos sus poderes y títulos.
El Padre Martín, su capellán, se quedaba admirado porque Santa Adelaida no se quejaba ni protestaba y seguía tratando a todos los carceleros con exquisita amabilidad y dulzura ya que todo lo que sucedía lo aceptaba como venido de las manos de Dios. El P. Martín logró liberar a la santa y la refugió en el castillo de Canossa.
Sin embargo, Berengario atacó aquel castillo y Santa Adelaida envió a sus embajadores hacia Alemania para pedir la ayuda de Otón, el Emperador. Pronto llegó éste con su ejército, derrotó e hizo prisionero a Berengario y concedió la libertad a la santa reina. El emperador alemán se enamoró de Adelaida y le pidió que fuera su esposa. Ella aceptó, y el Sumo Pontífice Juan XII coronó a Otón como emperador y a Adelaida como emperatriz.
Otón el grande reinó durante 36 años, y mientras tanto su santa esposa se dedicaba a socorrer a los pobres, a edificar templos y a ayudar a misioneros, religiosos y predicadores.
Fundó varios monasterios y se preocupó por la evangelización de los que todavía no conocían la religión católica. Se esforzaba mucho por reconciliar a los que estaban peleados. Su director espiritual fue en ese tiempo San Odilón, el cual dejó escrito: "La vida de esta reina es una maravilla de gracia y de bondad".
Cuando su nieto, Otón III se posesionó como emperador, ella se retiró a un monasterio, y allí pasó sus últimos días dedicada a la oración y a meditar en las verdades eternas.
Murió el 16 de diciembre del año 999.


Oremos


Concédenos, Señor, un conocimiento profundo y un amor intenso a tu santo nombre, semejantes a los que diste a santa Adelaida, para que así, sirviéndote con sinceridad y lealtad, a ejemplo suyo  también nosotros te agrademos con nuestra fe y con nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


Santa Adelaida ,   Santos Ananías, Azarías y Misael
Libro de Sofonías 3,1-2.9-13.
¡Ay de la rebelde, de la impura, de la ciudad opresora!
Ella no escuchó el llamado, no aprendió la lección, no puso su confianza en el Señor ni se acercó a su Dios.
Entonces, yo haré que sean puros los labios de los pueblos, para que todos invoquen el nombre el Señor y lo sirvan con el mismo empeño.
Desde más allá de los ríos de Cus, mis adoradores, los que están dispersos, me traerán ofrendas.
Aquel día, ya no tendrás que avergonzarte de las malas acciones con las que me has ofendido, porque yo apartaré a esos jactanciosos prepotentes que están en medio de ti, y ya no volverás a engreírte sobre mi santa Montaña.
Yo dejaré en medio de ti a un pueblo pobre y humilde, que se refugiará en el nombre del Señor.
El resto de Israel no cometerá injusticias ni hablará falsamente; y no se encontrarán en su boca palabras engañosas. Ellos pacerán y descansarán sin que nadie los perturbe.
Salmo 34(33),2-3.6-7.17-18.19.23.
Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor; que lo oigan los humildes y se alegren.
Miren hacia él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor: él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.
pero el Señor rechaza a los que hacen el mal para borrar su recuerdo de la tierra.
Cuando ellos claman, el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca del que sufre y salva a los que están abatidos.
Pero el Señor rescata a sus servidores, y los que se refugian en él no serán castigados.
Evangelio según San Mateo 21,28-32.
"¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: 'Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña'.
El respondió: 'No quiero'. Pero después se arrepintió y fue.
Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: 'Voy, Señor', pero no fue.
¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?". "El primero", le respondieron. Jesús les dijo: "Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios.
En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él. 


Isaac de la Estrella (?- hacia 1171), monje cisterciense
1er Sermón para el 2º domingo de Cuaresma


Arrepentirse y creer en la palabra de Dios

     Hermanos, es llegado el momento de salir, cada uno por su lado, del lugar en que nos ha colocado nuestro pecado. Salgamos de nuestra Babilonia para encontrarnos con Dios nuestro Salvador, tal como nos lo dice el profeta: «prepárate, Israel, a salir al encuentro de tu Dios, porque viene» (Am 4,12). Salgamos del abismo de nuestro pecado y aceptemos ir al encuentro del Señor que asume «una carne semejante a la nuestra» (Rm 8,3). Salgamos de la voluntad de pecar y vayamos a hacer penitencia por nuestros pecados. Entonces encontraremos a Cristo: él mismo ha expiado el pecado que de ninguna manera él había cometido. Entonces, el que salva a los penitentes nos concederá la salvación...: «Tiene misericordia con los que se convierten» (Si 12,3 Vulg).
     Me diréis:... «¿Quién puede, por sí mismo, salir del pecado?». Sí, verdaderamente, el pecado más grande es el amor al pecado, le deseo de pecar. Sal, pues, de este deseo..., odia el pecado y verás como sales de él. Si tu odias el pecado, has encontrado a Cristo allí donde se encuentra. A los que odian el pecado..., Cristo les perdona las faltas esperando poder arrancar la raíz de nuestros malos hábitos.
     Pero vosotros decís que incluso esto es mucho para vosotros y que sin la gracia de Dios le es imposible al hombre odiar su pecado, desear la justicia y quererse arrepentir: «¡Dad gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres!» (Sl 106,8)... Señor, sálvame de la dejadez de espíritu y de la tempestad... Oh Señor, de mano poderosa, Jesús todopoderoso, tú has liberado a mi razón del demonio de la ignorancia y arrancado mi voluntad de la peste y sus codicias, libera ahora mi capacidad de actuar a fin de que con tus santos ángeles... pueda yo también «ejecutar sus órdenes, pronto a la voz de su palabra» (Sl 102,20).


lunes, 15 de diciembre de 2008

La Reconciliación con uno mismo







La Confesión, herramienta de conversión

Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados les serán perdonados, pero a quienes se los retengáis les serán retenidos...

La Confesión, herramienta de conversión    Tomado de Arzobispado de Lima
Los Sacramentos son instrumentos que nos dejó Jesucristo que están ordenados a la santificación del hombre, a la edificación del Cuerpo de Cristo y a dar culto a Dios. Corresponden a todas las etapas y todos los momentos importantes de la vida del cristiano: dan nacimiento y crecimiento, curación y misión a la vida de fe de los creyentes. Hay aquí una cierta semejanza entre las etapas de la vida natural y las etapas de la vida espiritual (cf. S. Tomas de A. S. Th. 3, 65, 1 / Catecismo 1210).                                                                                                                                                                                                                                                       La Confesión o Reconciliación es el Sacramento mediante el cual Dios nos perdona los pecados cometidos después del Bautismo para recuperar la vida de gracia, es decir, la amistad con Dios. Se le denomina sacramento de la conversión porque realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a la conversión, la vuelta al Padre del que el hombre se había alejado por el pecado (CIC 1423 y ss) Se denomina Sacramento de la Penitencia porque consagra un proceso personal y eclesial de conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano pecador. También se le conoce como Sacramento de la Confesión porque la declaración o manifestación -la confesión de los pecados ante un sacerdote-, es un elemento esencial de este sacramento. Asimismo es Sacramento del perdón porque Dios concede al penitente, a través del sacerdote, el Perdón y la Paz, y Sacramento de Reconciliación porque otorga al pecador el inmenso amor de Dios que reconcilia. Mediante este sacramento volvemos a la vida, a la auténtica vida que habíamos perdido al alejarnos del Señor por nuestros pecados.   ¿En qué momentos nos debemos confesar?
Como seres humanos imperfectos, muchas veces caemos en pecado ya sea de pensamiento, palabra, obra u omisión. Por eso debemos confesarnos cada vez que cometamos pecado, y por lo menos una vez al año. Lo aconsejable es confesarse permanentemente para fortalecer nuestra vida espiritual en la dura lucha por resistir la tentación y acercamos más a Dios.   ¿Qué es un pecado grave?
Se comete un pecado grave cuando se cumple con tres características:




  1. Materia grave (lo que se va a hacer es algo importante)
  2. Pleno conocimiento (se sabe que es malo lo que se va a hacer)
  3. Pleno consentimiento (se elige libremente hacerlo)
    ¿Cómo se instituyó la confesión?

Existen quienes piensan que el Sacramento de la Reconciliación no fue instituido por Cristo, y que es una creación de la Iglesia. Pero es preciso aclarar que el mismo Cristo lo instituyó cuando dijo a los apóstoles: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados les serán perdonados, pero a quienes se los retengáis les serán retenidos" (Jn. 20, 23; Mt. 18, 18; 16, 18-19).


Por ello, la Iglesia es la que posee el poder de perdonar los pecados y buscar la santificación de sus miembros, a través de la penitencia y de una renovación interior. El pecador confiesa sus faltas ante un sacerdote quien, en nombre de Cristo Jesús, lo absuelve y perdona y de esta manera vuelve al camino que lo lleva a la casa del Padre.







 

Pésame Dios mío el haberte ofendido, sobre todo porque te ofendí a ti, que tanto me amas.
Propongo firmemente, con la ayuda de tu gracia, no volver a pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado, amén...

Cómo realizar una buena Confesión: La Iglesia nos propone cinco pasos a seguir para hacer una buena confesión y aprovechar así al máximo las gracias de este maravilloso sacramento. Estos pasos expresan simplemente un camino hacia la conversión, que va desde el análisis de nuestros actos, hasta la acción que demuestra el cambio que se ha realizado en nosotros.


1. Examen de Conciencia
Ponernos ante Dios que nos ama y quiere ayudarnos. Analizar nuestra vida y abrir nuestro corazón sin engaños.

2. Arrepentimiento
Sentir un dolor verdadero por haber pecado ya que hemos lastimado al quien más nos quiere: Dios.

3. Propósito de no volver a pecar
Si verdaderamente amo, no puedo seguir lastimando al amado. De nada sirve confesarnos si no queremos mejorar. Podemos caer de nuevo por debilidad, pero lo importante es la lucha, no la caída.

4. Decir los pecados al confesor
El sacerdote es un instrumento de Dios. Hagamos a un lado la "vergüenza" o el "orgullo" y abramos nuestra alma seguros de que es Dios quien nos escucha. (cuando hay verdadero arrepentimiento, la verguenza no importa )

5. Recibir la absolución y cumplir la penitencia
Es el momento más hermoso, pues recibimos el perdón de Dios. La penitencia es un acto sencillo que representa nuestra reparación por las faltas que cometimos.

Breve cuestionario para el examen de conciencia


Con el objetivo de analizar profundamente los actos que hemos hecho desde la última confesión, algunas veces puede resultar útil ayudarse de un cuestionario que nos ayude a llegar a esos rincones íntimos de la conciencia que nos pueden pasar desapercibidos.


Mi actitud y mis acciones u omisiones hacia Dios:



  • ¿Creo verdaderamente en Dios o confío más en brujerías, amuletos, supersticiones, horóscopos o "energías"?
  • ¿Amo a Dios sobre todas las cosas o amo más a las cosas materiales?
  • ¿Voy a Misa los domingos y trato de descansar ese día para dedicarlo a Dios?
  • ¿Me confieso y comulgo frecuentemente?
  • ¿Hago oración, entendida como un diálogo íntimo con Dios?
  • ¿He usado el nombre de Dios sin respeto? ¿Pido ayuda a la Virgen y al Espíritu Santo?
  • ¿Defiendo a la Iglesia y a sus representantes?

Mi actitud y mis acciones u omisiones hacia los demás:



  • ¿Trato bien a mi familia?
  • ¿Busco hacerlos felices o que se haga lo que yo digo?
  • ¿Los respeto o los maltrato?
  • ¿Trato bien a los demás?
  • ¿Soy justo con todos?
  • ¿Ayudo a los necesitados?
  • ¿He matado, robado o mentido?
  • ¿He hecho daño a alguien?
  • ¿Acostumbro hablar mal o pensar mal de los demás?

Mi actitud y mis acciones u omisiones hacia mí mismo:



  • ¿Lucho por ser mejor cada día?
  • ¿He controlado mi carácter?
  • ¿He respetado mi cuerpo y el de los demás?
  • ¿He alejado de mi mente los malos pensamientos?
  • ¿He sido fiel en mi matrimonio?
  • ¿He sido leal a mis amistades?
  • ¿Siento envidia de los demás, por lo que son o lo que tienen?


La Reconciliación con uno mismoSi decimos que estamos en comunión con Él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos la  verdad...                                                                                                                                                                                                                                        Es fácil arrinconar una verdad que todos aprendimos un día, porque cuesta reconocerla. Algo de esto encuentro en las causas que pueden haber motivado la publicación de la Exhortación Apostólica post-sinodal, Reconciliatio et Paenitentia. Con este propósito cito en n. 13 del Documento: "Como escribe el apóstol San Juan: 'Si decimos que estamos sin pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está con nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, Él que es fiel y justo nos perdonará los pecados' (1 Jn 1,8 ss). Estas palabras inspiradas, escritas en los albores de la Iglesia, nos introducen mejor que cualquier otra expresión humana en el tema del pecado, que está íntimamente ligado con el de la reconciliación. Tales palabras enfocan el problema del pecado en su perspectiva antropológica, como parte de la verdad sobre el hombre..." La verdad sobre el hombre pecador ha querido ser puesta de lado en muchos intentos de la llamada 'nueva moral'.


Partiendo de las palabras del apóstol San Juan, antes citadas, podemos decir que todos los hombres somos pecadores y, por lo tanto, que todos sentimos esa ruptura interior. Entre las múltiples consecuencias de esa ruptura del hombre consigo mismo, me parece interesante analizar un pasaje de Santo Tomás en la Suma Teológica, I-II, q. 85, a 3.


La justicia original ha sido rota por el pecado original, afirma el Santo. Por lo tanto, las fuerzas de las pasiones se han rebelado contra el mandato de la razón y, a su vez, la misma razón ha dejado de permanecer sometida a Dios. En otras palabras, se ha producido una ruptura interior en el hombre, por la cual ha perdido su unidad hacia el fin último, que es Dios. El hombre se ha disgregado en múltiples fuerzas interiores que se contraponen unas con otras. Es San Pablo quien nos lo recuerda en la Epístola a los Romanos: "Cuando yo quiero hacer el bien, me encuentro con una ley o inclinación contraria, porque el mal está pegado a mí..."(1)


Esta división interior, consecuencia del pecado original, facilita que se intente diseñar diferentes conceptos del hombre, en la medida en que se toma una parte de esta naturaleza escindida como lo esencial. Por ejemplo, si se piensa que la potencia volitiva es lo absoluto en la naturaleza del hombre o si este papel se adjudica a la afectividad o a cualquier otra facultad humana. Este olvido del pecado original, que es uno de sus principales efectos, hace que hoy tantos saberes parciales quieran erigirse en sabidurías absolutas y tomen la pretensión de sustituir las directrices de la ley divina y su participación en la criatura, la ley natural. Una correcta visión de lo que la pérdida de la justicia original significa, aclara y facilita un buen análisis posterior.


La fragmentación que tiende a la atomización de las diferentes potencias del hombre, ha causado en la razón -la inteligencia- una herida. El hombre ha perdido su trayectoria que le lleva hacia la verdad. El hombre es ignorante y puede salir de este estado con gran esfuerzo y con la ayuda de la gracia de Dios. Hay una íntima conexión entre contemplación y acción o, en otras palabras, entre la búsqueda de la verdad y la conducta moral.


Estoy profundamente convencido de que se inicia el principio del fin de una etapa en "que la ilusión de ciertos cristianos y teólogos les llevaba a buscar la respuesta teórica y práctica de esta ruptura, precisamente en la ideología burguesa y en la ideología marxista, que son precisamente origen de esta ruptura"(2). Es decir, en vez de abrirse a la Revelación que nos habla de este pecado en el origen, se prefería acudir a una ideología mítica que hablaba de una lucha de clases, como si el problema se originara fuera del hombre. Vendría a representar la imagen de quien quiere apagar el fuego echando gasolina. Alimentar la realidad de esa lucha interior con la exaltación de la lucha de clases es no entender nada del mensaje de Cristo.


"El corazón no es nunca ajeno a la verdad. En rigor no es el entendimiento el que entiende, ni la voluntad la que quiere, sino el hombre el que entiende por su entendimiento y quiere por su voluntad siempre que quiere entender y entiende lo que quiere"(3). Por eso una curación de la herida en el entendimiento necesariamente lleva consigo la curación del corazón. Como decía el Prof. Cafarra, "se trata de sanar la razón sanando el corazón, haciendo salir al hombre de la decisión de fundarse en sí mismo, de encontrarse en sí mismo, de finalizarse en sí mismo. En una palabra, perderse para encontrarse"(4). Esta es la gran verdad evangélica que el Papa Juan Pablo II proclama cuando recuerda la necesidad de predicar "la verdad sobre Jesucristo, la verdad sobre la Iglesia y la verdad sobre el hombre".


La voluntad también ha sufrido las consecuencias de este pecado en el origen. Ha sido destituida, dice Santo Tomás, de su dirección hacia el bien. Ha dejado de buscar el bien para buscar el bien 'para mi'. Esta pequeña inversión en su tendencia original origina el egoísmo que, a su vez, llevado a dimensiones sociales, causa las injusticias. Vemos pues la relación del pecado personal y sus aplicaciones en el llamado pecado social. Ese bien 'para mi' no puede ser compartido por 'el otro', surgiendo la lucha entre el 'yo' y el 'tú'. De esta dinámica surgen muchas formas de antagonismos, entre los cuales figura aquel "mal social"(5) llamado la lucha de clases. Se trata de curar esta facultad de la persona humana, siendo fiel al mensaje de Cristo. En consecuencia, será "una intensa vida teologal -la frecuencia de sacramentos, especialmente de la Penitencia y de la Eucaristía- la que permitirá sanar esta herida"(6).


"La herida de la voluntad repercute en la libertad humana. La libertad del hombre es la libertad de un ser compuesto de alma y cuerpo, inmerso en el tiempo y herido en su naturaleza"(7). De ahí, en primer lugar, que no se decida por Dios en un solo acto, por una única opción, sino con trabajo a lo largo de toda su vida. El riesgo es un fiel acompañante de la libertad creada y no hay ideología que pervierta la apertura que todo hombre tiene a forjar su destino eterno en el caminar terreno. Por lo tanto, vemos con satisfacción que la Exhortación aclara rotundamente la falsedad de la llamada 'opción fundamental'.


Pasemos a examinar el efecto del pecado original en nuestros apetitos sensitivos, tanto el irascible como el concupiscible. Es evidente que las pasiones condicionan el obrar de la persona. Este condicionamiento será todo lo profundo que se quiera en función del desorden que se permita a los apetitos. La disgregación se manifiesta en este escalón particularmente agresiva.


El apetito irascible reniega de emprender aquellas obras que le suponen esfuerzo. Busca lo cómodo, no necesariamente lo bueno. Lo que el Papa en la Exhortación llama el "secularismo que por su misma naturaleza y definición es un movimiento de ideas y costumbres, defensor de un humanismo que hace total abstracción de Dios, y que se concentra totalmente en el culto del hacer y del producir, a la vez que embriagado por el consumo y el placer, sin preocuparse por el peligro de perder la propia alma, no puede menos de minar el sentido del pecado"(8). Este intento de un humanismo ateo, aunque lo puedan atender algunos cristianos, no tiene otra explicación que la ignorancia del pecado o el no querer enmendar la propia conducta pecaminosa. El desorden de las pasiones en nuestra época es alimentado por múltiples requerimientos que las excitan, haciendo más difícil aún su recta orientación hacia el bien. Vemos que tanto el cine como la TV hacen el papel de catalizadores del mal, al proyectar una pornografía abusiva y denigrante contra la dignidad de la persona. La droga es el sedante de la búsqueda de lo arduo.


Por último, la cuarta herida causada por esta ruptura interior, deja su huella en el apetito concupiscible. La búsqueda de lo deleitable al margen del mandato de la recta razón convierten al hombre en un protagonista de la sociedad permisiva. En este campo se observa la brutalidad más descarnada. La persona, perdido el sentido del pudor y dejada de lado la ley natural, convierte las manifestaciones del amor humano en el campo del desorden puramente sexual. Se ha perdido la dimensión más profunda en el hombre: su capacidad de amar.


Las consecuencias de esta herida hacen que el matrimonio pueda degradarse a una pura búsqueda del placer sexual, sin integrarlo al nivel de la persona. Es decir, el amor-virtud desaparece y surge el sexo egoísta que destruye las uniones matrimoniales, porque no sabe el idioma del sacrificio y sólo busca la afirmación personal. He aquí el porqué de la mentalidad contraconceptiva.


Hasta aquí el comentario de la Suma Teológica. Sólo me queda resumir estas cuatro heridas, que proyectan su sombra sobre aquel sagrario interior donde la persona encuentra a Dios: la conciencia moral. Quien no lucha por restablecer la unidad perdida por la ruptura del pecado original deforma su conciencia moral. La íntima unidad que existe entre la contemplación y la acción hacen que no baste un conocimiento de la verdad para obrar rectamente; es necesaria la presencia de las virtudes que actualicen esos buenos deseos y hagan real la acción, sacándola del mero plano ideal.


Hoy más que nunca se hace necesaria una catequesis seria que ayude al hombre a formarse una recta conciencia moral, "porque este sentido del pecado tiene su raíz en ella"(9). Perdido el termómetro de la conciencia, perdido el sentido del pecado, perdido el sentido del pecado el hombre rompe consigo mismo y huye de una realidad que le agobia y deprime, porque no sabe encontrarle explicación. Tenemos así el cuadro que Santo Tomás nos pinta: "La razón pierde agudeza, principalmente en el orden práctico; la voluntad se resiste a obrar el bien; la dificultad para hacer el bien se hace cada vez mayor y la sensualidad se inflama cada vez más"(10).


He intentado una reflexión brevísima sobre algunas consecuencias de la ruptura interior generada por el pecado original y profundizada por los pecados personales. Sólo unas consideraciones finales. "El pensamiento contemporáneo aparece inclinado a profundizar en el campo de la intuición directa en vez de sacar conclusiones metafísicas a posteriori"(11). La filosofía fenomenológica ciertamente ha enriquecido nuestra conciencia de los fenómenos empíricos de la espiritualidad humana, pero no se ha decidido a dar el paso, como diría Santo Tomás, de los efectos a las causas. Este cometido le toca al teólogo si quiere diagnosticar correctamente los problemas que afectan al hombre, porque si no lo hace así corre el grave riesgo de quedarse en unas descripciones más exactas, pero que no conducen a una medicina adecuada. El fenómeno no puede ocultarnos la esencia del acto. Esta Exhortación nos facilita enormemente el camino para trascender de los efectos, que expone con gran claridad, a las causas, camino que resalta con una firmeza largamente esperada.


Eucaristia





La Eucaristía, presencia viva de Jesús
Esforzaos por usar de una sola Eucaristía... pues una sola es la carne de Nuestro Señor Jesucristo y uno sólo es el cáliz para unirnos con su sangre...

La Eucaristía, presencia viva de Jesús 
Frank Morera Ministerio Siloé                                                                                                                                                                                                 En Israel habían multitud de sacrificios; muchos de ellos iban seguidos de banquetes. Estos eran banquetes de comunión, en Hebreo "Selamin" que significa "sacrificio" que unían al pueblo entre sí y a su vez con Dios. Precedente bíblico del sacrificio y banquete de comunión en la Antigua Alianza    Levítico 6, 17-20
El Señor habló a Moisés para decirle: Dile a Aarón y a sus hijos: Esta es la Ley de la víctima ofrecida por el pecado. Será sacrificada ante el Señor en el mismo lugar donde se ofrece el sacrificio del Holocausto. Es una cosa muy sagrada. El sacerdote que la ofrenda comerá en un lugar santo, a la entrada de la tienda de las citas cualquiera que toque las carnes será santificado.
                                     Levítico 7, 15
La carne de la víctima del sacrificio de comunión será comida en el mismo día sin dejar nada para el siguiente.

El sacrificio de Holocausto era el sacrificio de ofrenda. Como vimos en Levítico 6, 17-20 la víctima ofrecida por el pecado era sacrificada en el altar del Holocausto. Cristo Jesús se hizo Ofrenda por nuestra salvación sustituyéndonos en la Cruz y cargando nuestros pecados "Víctima ofrecida por el pecado", en esta ofrenda, al igual que la ofrenda de comunión, la víctima era consumida totalmente y así se entraba en común - unión con el Dios de Israel. En nuestra Eucaristía, la víctima, nuestra ofrenda y sacrificio, tiene que ser consumida al igual que en el antiguo Israel. Hoy nuestra ofrenda no es de ovejas ni animales. Es Jesús el Señor, por eso nuestra comunión no es simbólica, como las víctimas de Israel no eran simbólicas, sino con la propia Víctima. Para el Hebreo y en la mentalidad semita es necesario entrar en comunión con el cuerpo si queremos establecer una comunión con el espíritu.


Éxodo 12, 8-10
Esa misma noche comerán el cordero asado al fuego, lo comerán con panes sin levaduras… Ustedes no guardaran nada para el día siguiente, lo que sobre quémenlo al fuego.

En la comida de la Pascua era sacrificado un cordero, macho y sin defectos. Desde antiguo se ha considerado este cordero prefigura de Jesucristo. Este cordero se debía comer completo en la cena Pascual. La Eucaristía es Nuestra Cena Pascual, en ella el cordero no puede ser una representación, es el mismo cordero el que se ingiere. Nuestro cordero ya fue señalado por Juan el Bautista (San Juan 1, 36) es Jesús, por lo tanto en la Eucaristía comemos el Cuerpo de Jesús-Cordero.
La Eucaristía en el contexto neotestamentario                                                                                                                                                                                    Juan 6, 51  Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y la daré para vida del mundo.


Juan 6 es el discurso más difícil que le tocó predicar a Jesús y de hecho el de más controversia. Jesús ya ha declarado que Él es el pan de vida.


Días antes, Jesús ha caminado sobre las aguas, desafiando todas las leyes naturales (San Marcos6, 45-52). Pocos momentos antes Jesús había multiplicado los panes (San Marcos 6, 35-43). Con estos dos hechos le ha querido decir a sus discípulos que Él hace con el pan lo que quiere (lo multiplica) y con su cuerpo también (camina sobre las aguas), o sea, que tiene poder sobre su cuerpo y sobre los panes. Ahora se adentra en el misterio y proclama que su carne es pan. ¿Difícil? ¿No caminó sobre las aguas... algo imposible para un hombre?. ¿No multiplicó los panes… algo imposible para un hombre?. Seguro que sí, pero no para Dios. El que tiene poder sobre las leyes naturales de su cuerpo y de los panes puede transformar su cuerpo en pan. En este pasaje Jesús habla claramente. El pan que nos va a dar es Su Carne, aquí esta explícito. Esta frase esta exenta de simbolismo, pero para aclarar esto más aún veamos al texto griego original.


La palabra utilizada para definir carne es "sarx", que en Griego quiere decir: "Carne, trozo de carne, cuerpo, ser vivo, hombre". Vemos una definición contundente de que Jesús utiliza la palabra que denota cuerpo de carne y que no es en ningún modo metáfora, hecho que concordará con las palabras de la Última Cena. Existen otras dos palabras en Griego para definir carne, una es "Kreas" que quiere decir: "trozos de carne" y se utiliza para cuando se habla de ingerir carne en una comida normal (Romanos 4, 21 / 1Cor 8, 13) y "Sarkinos" que quiere decir "carnal" y se utiliza en sentido simbólico (Romanos 7, 14 / 1Cor 3, 1 / 2Cor 3,3. Fíjense que Jesús no utilizó ninguna de estas dos opciones en este contexto.


San Juan 6, 55
Mi carne es comida verdadera y mi sangre es bebida verdadera.

Si quedó alguna duda de la intención de Jesús en el versículo 51, ahora las dudas deberían disiparse. Jesús declara que su cuerpo (sarx) es comida verdadera. La palabra griega utilizada por Jesús para decir verdadera es "Alethes" que proviene de "Aletheia" que quiere decir "Verdad, veracidad, sinceridad, realidad", esta palabra confirma la realidad de la presencia viva de Jesús en Cuerpo y Divinidad en la Eucaristía. Jesús no dijo en ningún momento que su carne "significa", todo lo contrario, afirma ser verdadera, "alethes". Este mismo análisis se aplica a la sangre de Jesús.


Si nos quedara duda de que Jesús habló en sentido simbólico o metafórico analicemos la reacción de los discípulos:


San Juan 6, 60
Cuando oyeron todo esto, muchos de los que habían seguido a Jesús dijeron "Este lenguaje es muy duro ¿Quién puede sufrirlo?"

Los discípulos hablaban perfecto arameo, que era la lengua habitual de Jesús y entendieron perfectamente que éste no hablaba en forma simbólica, pues si hubiera sido así, esta reacción hubiera estado de más. ¡Ellos reaccionaron escandalizados! No pueden sufrir que el "hijo del carpintero" les hable de "comer su carne y beber su sangre"… es algo demencial para ellos, es algo que sólo se entiende en Fe. Jesús al contrario de lo que hace en otras ocasiones no les va a explicar, porque es algo que no se puede explicar, es algo que hay que aceptar. Es por eso que les pregunta a los Apóstoles si también se van a marchar y Pedro contesta que aunque no entiende nada, sabe que de Jesús solo sale "vida eterna". Así la Iglesia, como Pedro, se queda en Fe con las palabras de Jesús.


San Juan 6, 61
Jesús captó en su mente que sus propios discípulos criticaban su discurso y les dijo: ¡Qué va a ser entonces cuando vean al Hijo del Hombre subir al lugar donde estaba antes!

Jesús aquí nos da una comparación. Si no entienden cómo pueden comerse su cuerpo, menos entenderán su Ascensión al cielo, o sea dice Jesús que es más fácil aceptar la Eucaristía que aceptar su Ascensión y su Glorificación como Segunda Persona de la Trinidad. Actualmente casi todas las Iglesias aceptan la Ascensión y Glorificación de Jesús, sin embargo no aceptan la Eucaristía que según Jesús es más fácil de entender.


San Mateo 26, 26-28
Mientras comían, Jesús tomo el pan y, después de pronunciar la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: Tomen y coman; esto es mi cuerpo. Después tomando una copa de vino y dando gracias, se la dio diciendo: Beban todos, porque esta es mi sangre, la sangre de la alianza, que es derramada por una muchedumbre, para el perdón de los pecados.

Llega la Última Cena. Cena Pascual donde sorpresivamente no hay cordero puesto que Jesús va a reemplazarlo. Llegado el momento Jesús solemnemente declara que el pan ES su cuerpo, en clara conexión con el discurso de San Juan 6. La palabra griega utilizada en el Evangelio traducida como "cuerpo" no es Sarx, como hubiera sido de esperar pues Sarx significa también cuerpo. La palabra utilizada es Soma que quiere decir en griego "cuerpo, cadáver, cuerpo muerto" que en este contexto de sacrificio, al darlo separado de su sangre (el vino) expresa claramente que Jesús está hablando y refiriéndose a Él cómo el Cordero Pascual comido en la Pascua Hebrea ya muerto y no de forma alguna simbólica y que faltó en la Última Cena. La misma explicación es acertada para el vino como sangre.


San Lucas 19
Hagan esto en memoria mía.

Esta orden de Jesús de ninguna forma da aspecto de simbolismo a la Eucaristía, más bien la afirma. Veamos: La palabra griega utilizada para "memoria" es anamnesis que quiere decir "recordar, refrescar la memoria, mencionar, acordarse, pensar en algo" en ningún momento la palabra memoria implica símbolo. Con esta palabra Jesús ordena a los Apóstoles que sigan repitiendo lo que Él acaba de hacer con las mismas consecuencias, instituye el orden Presbiteral o Sacerdotal al mandar a los Apóstoles a celebrar la Cena Pascual con Él como Cordero Sacrificado y en ningún momento simbólico. Con esto se cumple en el Nuevo Pacto lo ordenado a Israel en Éxodo 12, 14"


"Esta ley es para siempre: los descendientes de ustedes no dejaran de celebrar este día."

¿Sabías tú, que cuando asistes a la Eucaristía estas asistiendo a la Cena Pascual de la Nueva Alianza?.. Esto será un tema para un nuevo estudio. Regresando a nuestra palabra "anamnesis", esta palabra se utiliza en Hebreos 10, 3. "Pero en esos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados…" cada año se recuerda algo muy actual, los pecados. Memorial - actualización de una realidad. ¿Qué realidad? Nuestra comunión con Jesús de una forma íntima y tremenda comiendo su Cuerpo y bebiendo su Sangre.


Levítico 2, 2
La llevarán a los sacerdotes, los hijos de Aarón, quienes tomando un puñado de harina con aceite y todo el incienso lo quemaran sobre el altar como combustión, en memoria, en olor suave para Yahvé.

El olor de esta harina, quemada por los sacerdotes en el altar será un memorial, o sea que recordara al Padre la ofrenda al mismo tiempo que al oferente. El memorial de la Eucaristía recuerda al Padre el Sacrificio de Cristo en la cruz - único y suficiente - pero que se actualiza como sacrificio incruento, donde no hay sufrimiento; y que recuerda al Padre que somos los oferentes y los beneficiados de éste, y que por esta víctima- Jesús -debe derramar su Misericordia sobre nosotros.


En I de Corintios 11, 26 dice San Pablo "Cuantas veces comáis este pan y bebáis este cáliz, anuncias la muerte del Señor hasta que venga". Este versículo es de una importancia trascendental, pues reafirma el carácter sacrificial y escatológico de la Eucaristía. Proclamamos el sacrificio de Jesús y lo haremos hasta que Él retorne en Gloria.


I Corintios 10, 16
La copa de bendición que bendecimos, ¿No es la comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿No es una comunión con el cuerpo de Cristo?

En este Capítulo 10, San Pablo habla de un hecho real "no se debe comer carne sacrificada a los ídolos" y como alude a la presencia real de Cristo en la Eucaristía común - unión del creyente y Cristo Jesús, diciendo claramente que la comunión es el cuerpo y la sangre de Cristo.


I Corintios 1, 26-29
Así pues, cada vez que comen de este pan y beben de la copa, están proclamando la muerte del Señor hasta que venga. Por lo tanto, si alguien come el pan y bebe de la copa del Señor indignamente, peca contra el cuerpo y la sangre del Señor.

Por eso, que cada uno examine su conciencia antes de comer del pan y beber de la copa. De otra manera come su propia condenación al no reconocer el cuerpo.

Aquí San Pablo nos da una visión contundente de la presencia real de Jesús en la Eucaristía. Primeramente se peca contra el objeto que se agravia, aquí según San Pablo se agravia el Pan y la Copa al comerse indignamente, sin embargo se peca contra el Cuerpo y la Sangre del Señor, afirmación que sería un desatino si cuerpo y pan y copa y sangre no fueran lo mismo. Seguidamente va a atribuir condenación, un hecho que solo se aplica por no aceptar en Fe a Dios.
¿Qué pensaron la comunidad primitiva y los Padres de la Iglesia en el primer siglo sobre este tema


San Ignacio Obispo de Antioquía en el año 110 DC. escribe en su Carta a los de Esmirna lo siguiente
"De la Eucaristía y la oración se apartan (los herejes docetas) por que no confiesan que la Eucaristía es la carne de Nuestro Salvador Jesucristo, la que padeció por nuestros pecados, la que por bondad resucito el Padre. Por lo tanto, los que contradicen el don de Dios litigando, se van muriendo. Mejor les fuera amar para que también resucitasen."

En su carta a la Iglesia de Filadelfia les dice
"Esforzaos, por lo tanto, por usar de una sola Eucaristía; pues una sola es la carne de Nuestro Señor Jesucristo y uno sólo es el cáliz para unirnos con su sangre, un solo altar, como un solo Obispo junto con el Presbiterio y con los diáconos co-siervos míos; a fin de que cuando hagáis, todo lo hagáis según Dios."

San Justino Mártir, año 160 en su Apología 1ra.
"Este alimento se llama entre nosotros Eucaristía del cual a ninguno le es lícito participar, sino al que cree que nuestra doctrina es verdadera y ha sido purificado por el Bautismo para perdón de pecados y regeneración…. Es la sangre y la carne de aquel Jesús que se encarnó, pues los Apóstoles y los comentarios por ellos compuestos, llamados Evangelios nos lo transmitieron así…"

San Ireneo, Obispo de Lyon, año 180, libro "Adversus Haereses"
"¿Y como dicen también que la carne se corrompe y no participa de la vida (la Carne) que es alimentada por el cuerpo y la Sangre del Señor? Por lo tanto, o cambian de parecer o dejan de ofrecer las cosas dichas."

Tertuliano, año entre 160 y 220 libro "Contra Marción"
"Por lo cual, por el sacramento del pan y del cáliz, ya hemos probado en el Evangelio la verdad del cuerpo y la sangre del Señor en contra de la teoría del fantasma propugnada por Marción."

San Agustín, años 354-430
"Y siendo así que Cristo anduvo en esta carne y nos dio su misma carne para que la comiéramos, nadie puede comer su carne si no la adora, encontramos que como es posible adorar tal escabel de los pies del Señor, sin que no-sólo no pequemos adorando, sino que pequemos no adorando..."

Hermanos separados de la comunión con la Iglesia Católica opinan que cuando Jesús dijo: "Esto es mi cuerpo" lo dijo en forma de símil, como es el caso en San Juan 6, 35 donde Jesús dice: "Yo soy el pan de Vida" o como en San Juan 6, 12 donde dijo: "Yo soy la Luz del mundo" o también como en San Juan 10, 9 donde dijo "Yo soy la puerta". Evidentemente Jesús aquí se esta describiendo a sí mismo como "Pan de Vida", "Luz del mundo", "Puerta" y en otra oportunidad como "El camino", Jesús no es una "Puerta" o un "Camino" físicamente hablando... es pura simbología, pero examinemos una de estas oraciones, por ejemplo: "Yo soy la Puerta"... esta oración, y si mal no recuerdo mis años de estudiante de gramática, se compone de Sujeto y Predicado. El sujeto es de quien se habla y el predicado precedido de un verbo describe una acción al sujeto, en este caso Yo, es el sujeto o sea Cristo y soy la puerta es el predicado que describe a Cristo como la entrada a la salvación por medio de una "puerta". En la Última Cena Jesús dice "Esto es mi cuerpo". Esto es el sujeto o sea el pan y mi cuerpo es el predicado que describe al sujeto o sea Cristo (soma). ¿Ves la diferencia? En los anteriores versículos del Evangelio Cristo se describe a sí mismo como puerta, Luz, camino, etc... En la Última Cena el Pan es descrito como el mismo Cristo, su cuerpo sacrificial. Luego entonces el Pan es Cristo, lo cual es muy diferente a que Cristo sea pan.


Hermano que lees este pequeño estudio de apologética sobre la Eucaristía, la presencia real de Jesús en el pan y en el vino sólo se acepta por Fe, no por razonamiento. Pues como dijo San Agustín "Si lo entiendes, no es Dios". ¿En qué bando estas? Entre los que dejaron a Jesús moviendo la cabeza y diciendo "dura doctrina es esta!" O, cómo los que como Pedro nos quedamos diciendo "no entiendo humanamente, pero sé que tienes Palabras de Vida y además, ¿adonde ir que haya vida eterna?" Si te quedas en Fe tienes la promesa del Señor "El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de verdad, y yo lo resucitare en el ultimo día". Que así sea.

Libro de los Números 24,2-7.15-17. 
Cuando alzó los ojos y vio a Israel acampado por tribus, el espíritu de Dios vino sobre él
y pronunció su poema, diciendo: "Oráculo de Balaam hijo de Beor, oráculo del hombre de mirada penetrante;
oráculo del que oye las palabras de Dios y conoce el pensamiento del Altísimo; del que recibe visiones del Todopoderoso, en éxtasis, pero con los ojos abiertos.
¡Qué hermosas son tus carpas, Jacob, y tus moradas, Israel!
Son como quebradas que se extienden, como jardines junto a un río, como áloes que plantó el Señor, como cedros junto a las aguas.
El agua desborda de sus cántaros, su simiente tiene agua en abundancia. Su rey se eleva por encima de Agag y su reino es exaltado.
Entonces pronunció su poema, diciendo: "Oráculo de Balaam, hijo de Beor, oráculo del hombre de mirada penetrante;
oráculo del que oye las palabras de Dios y conoce el pensamiento del Altísimo; del que recibe visiones del Todopoderoso, en éxtasis pero con los ojos abiertos.
Lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no de cerca: una estrella se alza desde Jacob, un cetro surge de Israel: golpea las sienes de Moab y el cráneo de todos los hijos de Set.
Salmo 25(24),4-5.6-7.8-9.
Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador, y yo espero en ti todo el día.
Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor, porque son eternos.
No recuerdes los pecados ni las rebeldías de mi juventud: Por tu bondad, Señor, acuérdate de mi según tu fidelidad.
El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres.
Evangelio según San Mateo 21,23-27.
Jesús entró en el Templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, para decirle: "¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esa autoridad?".
Jesús les respondió: "Yo también quiero hacerles una sola pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas.
¿De dónde venía el bautismo de Juan? ¿Del cielo o de los hombres?". Ellos se hacían este razonamiento: "Si respondemos: 'Del cielo', él nos dirá: 'Entonces, ¿por qué no creyeron en él?'.
Y si decimos: 'De los hombres', debemos temer a la multitud, porque todos consideran a Juan un profeta".
Por eso respondieron a Jesús: "No sabemos". El, por su parte, les respondió: "Entonces yo tampoco les diré con qué autoridad hago esto". 
 


San Beda el Venerable (hacia 673-735), monje, doctor de la Iglesia
Sermón nº 1; CCL 122, 2


«Todos tiene a Juan por profeta»

     Si queremos saber porqué Juan bautizaba, sabiendo que su bautismo no podía perdonar los pecados, la razón es clara: para ser fiel a su ministerio de precursor, debía antes bautizar al Señor por la misma razón que había nacido antes que él, que predicaría antes que él y moriría antes que él. Al mismo tiempo era para impedir que la disputa envidiosa de los fariseos y de los escribas no influyera sobre el ministerio del Señor, en el caso que él hubiera dado primero el bautismo a los hombres. «El bautismo de Juan, ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?» Como no se atrevieron a negar que venía del cielo, se vieron forzados a reconocer que las obras del cielo de aquél de quien Juan predicaba también eran debidas a un poder que venía del cielo.
Sin embargo, aunque el bautismo de Juan no perdonaba los pecados, no dejaba, sin embargo, sin frutos a los que lo recibían... Era una señal de fe y de arrepentimiento, o sea que recordaba que todos debían abstenerse de pecado, practicar la limosna, creer en Cristo, y apresurarse a recibir su bautismo desde que él se hiciera presente, a fin de lavarse para recibir la remisión de sus pecados. Por otra parte, el desierto donde Juan permanecía representa la vida de los santos que abandonaban los placeres de este mundo. Tanto si viven en soledad o entre la multitud, sin cesar con toda la fuerza de su alma tienden a prescindir de los deseos del mundo presente; su gozo lo encuentran en no unirse más que a Dios, en el secreto de su corazón, y a no poner más que en él solo toda su esperanza. Es hacia esta soledad del alma, tan amada por Dios, que el profeta, con la ayuda del Espíritu Santo, deseaba ir cuando decía: «¿Quién me diera alas de paloma para volar y posarme?» (Sl 54,7).


domingo, 14 de diciembre de 2008

Misión apostólica





Pedro y Pablo en Roma

Después que Pedro y Pablo hubieran fundado la iglesia, pasó a ocupar el episcopado romano Lino, y después le sucedió Anacleto y tras éste Clemente, quien conoció en persona a Pedro...


Pedro y Pablo en RomaGuido Adolfo Rojas Zamorano"VerdadeCatólica"                                                                                  Misión apostólica


Decía el historiador protestante Robert Maclauner que "los inicios del cristianismo apuntan hacia Roma". Del mismo modo, agregaba San Ambrosio en el siglo IV, que "allí donde está Pedro está la Iglesia Católica". Según la tradición antigua el apóstol Pedro fue siete años obispo de Antioquía, luego al ser liberado de la cárcel en Jerusalén en el año 42, se dirigió a la capital del imperio romano, y se puso al frente de aquella comunidad cristiana que había sido escogida por Dios (1Pedro 5, 13). Eusebio y San Jerónimo sugieren que fueron veinticinco años; sin embargo, no fueron continuos, pues Pedro estuvo de nuevo en la Ciudad Santa en el año 49 o 50. Quiere decir que Roma era su sede principal, pero los apóstoles eran considerados como pertenecientes a toda la Iglesia Católica. Cuenta una leyenda piadosa que hacia el año 60 Pedro se encontraba de camino a la misma ciudad, y se le apareció Jesús que le dijo que iba para ser crucificado otra vez. El mismo Señor había anunciado que Pedro moriría por su fe, glorificando con su muerte a Dios (Juan 21, 19).


Martirio de Pedro


Cuando el primer Vicario de Cristo llegó a Roma, los cristianos la identificaban como la otra "Babilonia la grande", la ciudad construida sobre siete colinas (Apocalipsis 17, 9); era la capital de los nuevos opresores idólatras, metrópoli grande, lujosa y pecadora (14, 8; 17, 5; 18, 1ss), con un gran poder político, militar y económico. No menos corrompido era su emperador Nerón César (54-68), nombrado por San Juan en el libro de las revelaciones como la Bestia, el 666, que es un número de hombre (13, 18). Ahora bien, en el año 64 el maniático monarca mandó a incendiar la ciudad, metiéndole la culpa a los cristianos, que eran considerados como una secta judía, hostiles a la sociedad pagana, y acusados de rendirle tributo a Jesucristo en vez que al emperador y a sus ídolos. El historiador romano Tácito narra como a los cristianos se les colocaba pieles de animales para ser devorados por los leones y los mastines en el circo, o untándoles grasa de cerdo para ser luego amarrados a los postes en los jardines imperiales o en la Vía Apia, como antorchas humanas en la noche, cumpliendo así la célebre frase de Tertuliano: "la sangre de los mártires es semilla para nuevos cristianos" (comparar con Apocalipsis 18, 24).


En esta misma persecución fue hecho prisionero el apóstol Pedro en la cárcel mamertina, y luego crucificado boca abajo cerca al circo romano, en la colina vaticana. Aquí fue enterrado por sus seguidores en un cementerio contiguo; se decía que una pared de color rojo marcaba el lugar.


Pruebas históricas


Treinta años después del martirio del apóstol, el Papa San Anacleto construyó un oratorio donde los fieles se reunían. También se encuentra el testimonio del Papa San Clemente Romano, quien escribió una carta contemporánea del evangelio de San Juan (90 d.C.), en la que narra la muerte gloriosa del pescador de Galilea. En el siglo II, San Ignacio de Antioquía, San Papías, San Clemente de Alejandría, Tertuliano, el obispo Dionisio de Corintio y el llamado canon moratoriano; confirman el martirio de los príncipes de la iglesia "Pedro y Pablo" en Roma. De los relatos no cristianos resalta la crónica de Celso al emperador Adriano (117-38), quien asegura que el nombre de Pedro gozaba de popularidad en la capital del imperio. A principios del siglo III San Ireneo, obispo de Lyon, escribe la lista de los obispos de la Ciudad Eterna, en la que dice que "después de los santos apóstoles (Pedro y Pablo) hubieran fundado la iglesia, pasó a ocupar el episcopado romano Lino (mencionado por San Pablo en 2Timoteo 4, 21), y después le sucedió Anacleto y tras éste Clemente (Romano), quien conoció en persona a Pedro". Según una tradición del mismo siglo, confirmada por Tertuliano, Pedro, por humildad, pidió ser crucificado boca abajo. En el año 251, San Cipriano llama a la iglesia romana como "la silla de Pedro y la iglesia principal". Igual opinión tiene en el siglo IV el historiador eclesiástico, Eusebio de Cesarea, basado en documentos del siglo II.



El campo de la arqueología


En cuanto a las pruebas arqueológicas del sepulcro de Pedro, se tienen noticias antes que se construyera la basílica que lleva su nombre, por el emperador Constantino en el siglo IV, exactamente encima de la tumba del santo apóstol, en donde los primeros cristianos celebraban la eucaristía y enterraban en las paredes y en el suelo de las galerías a los mártires, incluyendo varios Papas (siglos I-IV). A principios del siglo XIX, las catacumbas del Vaticano fueron identificadas en su totalidad, y a finales del mismo siglo se descubrió la cripta de los Papas con los epitafios del siglo III, de Ponciano, Fabiano, Cornelio y otros. En el Vaticano se encuentran además los restos de muchos Papas de los tiempos modernos, como los cuerpos incorruptos de San Pío X y del Beato Juan XXIII, que están expuestos a la veneración pública. Asimismo, en las excavaciones efectuadas en 1915 en la gruta de la basílica de San Sebastián, se halló un muro cubierto con invocaciones a los apóstoles Pedro y Pablo, donde sus reliquias fueron llevadas por un tiempo, debido a las persecuciones del emperador Valeriano (253-60).


Desde el año 1941 se realizaron nuevas investigaciones en las catacumbas del Vaticano por orden del Papa Pío XII, el grupo estaba conformado por cuatro expertos del instituto pontificio de arqueología cristiana. Encontraron pinturas, mosaicos con símbolos de los inicios de la iglesia como el pez, la paloma, el ancla y el cordero; figuras de Cristo y escenas bíblicas, imágenes religiosas, monedas, tumbas de cristianos y paganos. En el año 1958 bajo el pontificado de Juan XXIII se dio la noticia que los arqueólogos habían dejado al descubierto un grueso muro de color rojo, al lado hallaron varias cajas de plomo llenas de restos de diferentes personas y animales domésticos. En una de las cajas se verificó por pruebas de laboratorio los huesos de un hombre robusto entre los 60 y 70 años de edad, del siglo Primero de nuestra era; los mismos fueron identificados plenamente por Pablo VI en 1968, como las "reliquias de San Pedro", que ya habían sido mencionadas en el año 200, por el clérigo romano Cayo, como el "trofeo" del Vaticano. Los huesos del apóstol fueron depositados en una capilla debajo del altar mayor de la basílica de San Pedro, y permanecen visibles en una urna con un cristal.


En otra basílica romana "San Pedro in Vincoli", se conservan según se cree las Cadenas con que ataron al santo apóstol en Jerusalén, y que fueron encontradas en una peregrinación por Eudoxia, esposa del emperador Teodosio II. Una parte de dichas Cadenas quedaron en Constantinopla, y algunos eslabones fueron enviados a Roma. Posteriormente, el Papa San León el Grande, unió milagrosamente estos eslabones con otros que se conservaban de la preciada cadena.



Martirio de Pablo


De la permanencia del apóstol de lo gentiles en la Ciudad Eterna, aparece constatada al final del libro de los hechos de los apóstoles, en la epístola a los romanos, y en la segunda carta a Timoteo; cuando estaba preso en la misma cárcel mamertina, aquí en una de sus celdas se puede observar la columna en la que se dice que fueron atados los dos santos. San Pablo por ser ciudadano romano fue decapitado en la periferia de la ciudad. La tradición cristiana asegura que la cabeza del mártir dio tres vueltas sobre la tierra, y en cada punto brotó una fuente; es por eso que este lugar es conocido como "tre fontane". La tumba de este otro príncipe de los apóstoles está en la basílica de San Pablo Extramuros, edificada también por Constantino el Grande. La iglesia se mantuvo en su forma original hasta 1823, fecha del incendio que la destruyó, siendo consagrada nuevamente en 1854. En las paredes de su interior se exhiben los Retratos de los 263 Papas sucesores de San Pedro. Igualmente, en la basílica de San Juan de Letrán, construida por el mismo emperador, es la catedral oficial del romano pontífice, y recibe el título de "iglesia madre de la cristiandad". Aquí reposa desde hace mil años las cabezas de los santos apóstoles, en dos relicarios de oro en una urna debajo del altar mayor. Hay otra reliquia de San Pedro, la mesa donde se cree celebraba la misa en las catacumbas. Esta basílica a lo largo de su historia ha estado expuesta a terremotos, saqueos e incendios; y por eso ha sido restaurada en varias ocasiones.



La fiesta litúrgica


La Iglesia Católica celebra el martirio de San Pedro y San Pablo el 29 de junio del año 67, esta es una de las conmemoraciones religiosas más antiguas y solemnes del calendario litúrgico. En el siglo IV se acostumbraba oficiar tres misas el mismo día; una en la basílica de San Pedro, la segunda en San Pablo Extramuros, y la tercera en las catacumbas de San Sebastián.


EL CÁNTICO DE LAS CRIATURAS
San Francisco de Asís

Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas,
la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.

Alabado seas, mi Señor,
en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas, mi Señor,
por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.

Alabado seas, mi Señor,
por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
¡Ay de aquellos que mueran
en pecado mortal!
Bienaventurados a los que encontrará
en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.

Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad.

La oración del zapatero...

Cuentan que un humilde zapatero tenía la costumbre de hacer siempre sus oraciones en la mañana, al mediodía y en la tarde. Se servía de un libro de plegarias porque no se sentía capaz de dirigirse al Creador con sus pobres palabras.


Un día, se sintió muy mal porque, estando de viaje, olvidó su libro. Nuestro buen zapatero le dijo entonces a Dios:


- “Perdóname, Dios mío, porque necesito orar y no sé cómo. Ahora bien, ya que Tú eres un Padre de amor voy a recitar varias veces el alfabeto desde la a hasta la z, y Tú, que eres sabio y bueno, podrás juntar las letras y sabrás qué es lo que yo te quiero decir.”

Cuenta la historia que ese día Dios reunió a sus ángeles en el cielo y les dijo conmovido que esa era la más sincera y la más bella de las oraciones que le habían hecho en mucho tiempo.


Una oración con las cualidades de la plegaria que hace milagros, cierra heridas, ilumina, fortalece y acerca los corazones, es decir, una plegaria humilde, confiada, sincera y amorosa. ¡Cuánta necesidad tenemos de estas oraciones!


Todos debemos aprender a orar con el corazón, a alabar, a bendecir, a perdonar, a agradecer. Y, claro, a tener bien presente que la oración se ve en la acción, en los buenos frutos y en un compromiso por la justicia y por la paz. En efecto, actuar sin orar es desgastarse y orar sin actuar es engañarse.



El náufrago...

Luego de un naufragio, el único sobreviviente llegó a la playa de una diminuta y deshabitada isla. Por días le pidió fervientemente a Dios que alguien le rescatara, y cada día escudriñaba el horizonte buscando ayuda... pero no parecía llegar. Cansado, finalmente optó por construirse una cabaña de madera para protegerse de los elementos y almacenar sus pocas pertenencias.

Entonces un día, tras de merodear por la isla en busca de alimento, regresó a su casa para encontrar su cabañita envuelta en llamas, con el humo ascendiendo hasta el cielo. Lo peor había ocurrido, ¡lo había perdido todo!

Quedó abrumado por la rabia y la tristeza. “Dios, ¿cómo pudiste hacerme esto?”, se lamentaba. Sin embargo, al día siguiente fue despertado por el sonido de un barco que se acercaba a la isla... ¡habían venido a rescatarlo!

- “¿Cómo supieron que estaba aquí?”, preguntó el náufrago al capitán del barco que los recató.

- “Vimos su señal de humo”, fue la respuesta.
¿Sabes?, es fácil descorazonarse cuando las cosas marchan mal... pero no debemos desanimarnos porque Dios trabaja en nuestras vidas aún en medio del dolor y el sufrimiento. La próxima vez que tu cabaña se vuelva humo, recuerda, puede ser la señal de que la ayuda y la gracia de Dios ya vienen en camino. 

La historia del burro...


Había una vez un matrimonio con un hijo de doce años y un burro que decidieron viajar, trabajar y conocer el mundo... así, se fueron los tres con su burro... pero, al pasar por el primer pueblo, la gente comentaba:

- “Mira ese chico mal educado; él arriba del burro y los pobres padres, ya mayores, llevándolo de las riendas”...

Entonces, la mujer le dijo a su esposo: “No permitamos que la gente hable mal del niño”... y el esposo lo bajó y se subió él... al llegar al segundo pueblo, la gente murmuraba:

- “Mira qué sinvergüenza ese tipo; deja que la criatura y la pobre mujer tiren del burro, mientras él va muy cómodo encima”...

Entonces, tomaron la decisión de subirla a ella al burro, mientras padre e hijo tiraban de las riendas... al pasar por el tercer pueblo, la gente comentaba:

- “Pobre hombre... después de trabajar todo el día, ¡debe llevar a la mujer sobre el burro!... y pobre hijo, ¡qué le espera con esa madre!”

Se pusieron de acuerdo y decidieron subir los tres al burro para comenzar nuevamente su peregrinaje... al llegar al pueblo siguiente, escucharon que los pobladores decían:

- “Son unas bestias, ¡más bestias que el burro que los lleva!... ¡van a partirle la columna!”

Por último, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro... pero al pasar por el pueblo siguiente no podían creer lo que las voces decían sonrientes:

- “Mira a esos tres idiotas: ¡caminan cuando tienen un burro que podría llevarlos!”

Conclusión... siempre te criticarán, hablarán mal de ti y será difícil que encuentres alguien a quien le conformen tus actitudes... entonces, deja de preocuparte tanto por lo que la gente piense de ti... y preocúpate más por escuchar la voz de Dios en tu corazón y hacer lo que Él te diga... créeme, es lo mejor... aunque no complazca a muchos...

Cuando pensabas que no miraba...

Una de las cosas más importantes en nuestro día a día... y, sin duda alguna, la más difícil de conseguir, es reflejar el amor de Cristo en nuestra persona... no me refiero a reflejarlo en situaciones extraordinarias, sino en lo ordinario, especialmente cuando pensamos que nadie nos mira...


Sobre esto trataba la reflexión que traía la hoja parroquial de esta semana... de un pequeño que le cuenta a sus padres las cosas que aprendió de ellos cuando pensaban que no miraba...


Cuando pensabas que no miraba, colgaste mi primer dibujo en la pared, y entonces quise pintar otro.

Cuando pensabas que no miraba, diste comida a un perro vagabundo, y entonces pensé lo bueno que es ser bondadoso y portarse bien con los animales.

Cuando pensabas que no miraba, hiciste un pastel de cumpleaños para mí, y aprendí que las pequeñas cosas pueden ser las mas especiales.

Cuando pensabas que no miraba, vi como preparabas comida y se la llevabas a una amiga enferma, y aprendí que tenemos que ayudarnos los unos a los otros.

Cuando pensabas que no miraba, pagabas mi entrada en el cine y no me hacías pasar por menor, y descubrí la integridad y la honestidad.

Cuando pensabas que no miraba, vi lágrimas en tus ojos, y aprendí que a veces las cosas duelen y me di cuenta de que no hay nada malo en llorar.

Cuando pensabas que no miraba, sonreíste, y vi el esplendor y la fuerza que tiene una sonrisa.

Cuando pensabas que no miraba y te preocupabas por mi, aprendí a no fallarte y a querer dar todo de mí. Cuando pensabas que no mirabas, miré... y te quiero dar las gracias por todo lo que hiciste y me hiciste sentir cuando pensabas que no miraba.

Cada uno de nosotros tenemos influencia sobre la vida de un niño... así que recuerda siempre: puede que sólo seas “alguien” en el mundo, pero hay alguien para quien tú eres el mundo.