miércoles, 3 de junio de 2009

Trinidad de la Esperanza

Domingo de la Santísima Trinidad                                                                                                                                                                                                      Primera Lectura:

 Lectura del libro del Deuteronomio
(4,32-34.39-40):

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Pregunta,
pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios
creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo,
palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que
haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y
haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre
las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y
brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios,
hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos? Reconoce, pues, hoy y medita en
tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo
en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te
prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues
tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para
siempre.» 
Palabra de Dios


Salmo:

 Salmo responsorial: 32
Dichoso el
pueblo que el Señor se escogió como heredad.

La palabra del Señor es
sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el
derecho,
y su misericordia llena la tierra.
R.
La palabra del
Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos,
porque él lo
dijo, y existió,
él lo mandó, y surgió.
R.
Los ojos del Señor
están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para
librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.
R.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y
escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo
esperamos de ti.
R.


Segunda Lectura:

 Lectura de la carta del apóstol san Pablo a
los Romanos (8,14-17)
:
Los que se dejan llevar por el Espíritu de
Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud,
para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace
gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio
concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos;
herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser
también con él glorificados.
Palabra de Dios


Evangelio:

 Lectura del santo evangelio según san Mateo
(28,16-20)
:
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea,
al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero
algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno
poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y
enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»
Palabra del
Señor

Trinidad de la Vida,                            Trinidad de la
Esperanza

 Hace poco escuché sorprendido a un jugador de fútbol decir al final de
un partido decisivo en el que su equipo había salido ganador que “por fin estaba
seguro de que había un Dios y que estaba con él”. Me pregunté lo que podrían
estar pensando los jugadores del otro equipo, el de los perdedores. Por pura
lógica estarían pensando que Dios los había abandonado, como castigo por sus
faltas o simplemente porque prefería al otro equipo, o que no había Dios en
ninguna parte porque no habían logrado ganar aún siendo los mejores sobre el
terreno de juego.                            El hecho no es insólito. Durante siglos y siglos,
países, reyes, políticos, eclesiásticos, líderes de religiones varias, han
intentado poner a Dios de su parte.

Es decir, usar a Dios como el gran justificador de sus propios actos.
Y entre esos actos, se incluyen naturalmente las guerras y las mayores
crueldades imaginables. A Dios le han invocado los ejércitos de todas las
guerras y han pedido su ayuda para destruir al enemigo. 
      También ha
habido muchos que, fruto de examinar esa nuestra historia con un poco de sentido
crítico han terminado por pensar como los del equipo perdedor de más arriba: “No
hay Dios”, no hay nadie allá más arriba en quien confiar, estamos abandonados a
nuestras fuerzas. No vale la pena invocar al más allá para terminar justificando
las barbaridades que hacemos aquí. Por pura honestidad será mejor que asumamos
la autoría de nuestros actos y pongamos, si podemos, los remedios oportunos.

¿Cómo es nuestro Dios?
     
¿Es así nuestro Dios? ¿Es así el Dios de Jesús? ¿Es así el Dios que se
manifiesta en Jesús? A Dios lo han querido manipular todos pero cuando nos
acercamos al Evangelio sin prejuicios nos encontramos con Jesús y el Dios que se
revela y manifiesta en sus palabras y en sus actos, en su forma de vivir, en su
mismo ser.
      Ese Dios, al que Jesús llama “abbá” no justifica guerras, no excluye
a nadie sino que acoge y abraza y ama. El Dios de Jesús no quiere la muerte de
nadie sino la vida de todos, y lo demostró resucitando a Jesús de entre los
muertos. Su sueño es reunir a todos sus hijos en torno a la mesa común. En el
Reino los más pobres, los olvidados, los marginados, aquellos a los que les ha
tocado la peor parte en este mundo, serán los primeros. En el Reino a los
hermanos más fuertes y sanos les toca cuidar a los más débiles. En el Reino
nadie es más importante ni tiene más poder porque “el que quiera ser grande que
sea vuestro servidor”. Y el mismo Jesús lo demostró lavando los pies a sus
discípulos –haciendo lo que hace un criado– en la última cena. Los que siguen a
Jesús van abriendo camino a la nueva humanidad, creando fraternidad, dando
esperanza, alentando la vida de todos. San Juan escribió que “Dios es amor”. ¿Se
puede decir algo más? ¿No está lo suficientemente claro?
Padre, Hijo y Espíritu
      El “abbá” de
Jesús es nuestro padre. Es Dios, aquella figura terrible, poderosa, lejana,
aterradora que tantos tienen en la cabeza, se transforma en un “papá”,
“papaíto”, que no otra cosa significa “abbá”. Es Dios Padre de la vida,
protector de todos, el que acoge, el que abraza, el que da la vida y la
confirma, el que invita a su mesa.
     
Jesús es el hijo. Jesús es hombre que compartió con nosotros la vida
en toda su amplitud, la dureza del camino y la paz de un diálogo con los amigos
al atardecer, el trabajo y el descanso, el compromiso en favor de sus hermanos y
el amor por los más débiles y necesitados. Y en todo ello se nos hace patente
que ese hombre era verdaderamente el Hijo de Dios, tal como dijo el centurión al
pie de la cruz.
      Jesús no está hoy con nosotros pero, ante de irse
definitivamente, nos regaló su Espíritu. Es el Espíritu de Vida. Es el Espíritu
de Dios. Es el Espíritu que hoy, dos mil años después, sigue alentando en los
corazones de tantos y tantas el compromiso por hacer de este mundo un lugar más
justo, una casa para todos, un hogar donde nadie sea excluido. Es el Espíritu
que alienta la vida de la Iglesia para que el Evangelio no caiga en el olvido y
se siga encarnando en la vida diaria de las personas, de los creyentes. Es el
Espíritu que nos hace alabar a Dios cuando vemos que la vida triunfa, que la
justicia se aplica de verdad, que las personas recobran la esperanza en medio
del dolor. Todo eso y mucho más es el Espíritu Santo.
      Padre, Hijo y
Espíritu, comunidad de amor, así es nuestro Dios. El que quiere nuestra vida y
nuestro bien. El que nos da la vida y la esperanza.Fernando Torres Pérez, cmf  fernandotorresperez@earthlink.ne

 Primera Lectura:

 Lectura del libro de Tobías 12, 1. 5-15.
20

Así es que lo llamó y le dijo: -«Como paga, toma la mitad de
todo lo que has traído, y vete en paz. » Entonces Rafael llamó aparte a los dos
y les dijo: -«Bendecid a Dios y proclamad ante todos los vivientes los
beneficios que os ha hecho, para que todos canten himnos en su honor. Manifestad
a todos las obras del Señor como él se merece, y no seáis negligentes en darle
gracias. Si el secreto del rey hay que guardarlo, las obras de Dios hay que
publicarlas y proclamarlas como se merecen. Obrad bien, y no os vendrá ninguna
desgracia. Más vale la oración sincera y la limosna generosa que la riqueza
adquirida injustamente. Más vale hacer limosnas que atesorar dinero. La limosna
libra de la muerte y espía el pecado. Los que hacen limosna se saciarán de vida.
Los pecadores y los malhechores son enemigos de si mismos. Os descubriré toda la
verdad sin ocultaros nada. Ya os dije que si el secreto del rey hay que
guardarlo, las obras de Dios hay que publicarlas como se merecen. Pues bien,
cuando Sara y tú estabais rezando, yo presentaba al Señor de la gloria el
memorial de tu oración. Lo mismo cuando enterrabas a los muertos. Y cuando te
levantaste de la mesa sin dudar y dejaste la comida por ir a enterrar a aquel
muerto, Dios me envió para probarte; pero me ha enviado de nuevo para curarte a
ti y a tu nuera Sara. Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están al
servicio de Dios y tienen acceso ante el Señor de la gloria. Así, pues, bendecid
al Señor en la tierra, dad gracias a Dios. Yo subo ahora al que me envió.
Vosotros escribid todo lo que os ha ocurrido. »Palabra de
Dios.


Salmo:

 Tb 13, 2. 6. 7. 8

R. Bendito sea
Dios, que vive eternamente.

Él azota y se compadece, hunde hasta
el abismo y saca de él, y no hay quien escape de su mano. R.

Veréis lo que hará con vosotros, le daréis gracias a boca llena,
bendeciréis al Señor de la justicia y ensalzaréis al rey de los siglos.
R.
Yo le doy gracias en mi cautiverio, anuncio su
grandeza y su poder a un pueblo pecador. R.
Convertíos,
pecadores, obrad rectamente en su presencia: quizá os mostrará benevolencia y
tendrá compasión. R.


Evangelio:

 Lectura del santo evangelio según san
Marcos 12, 38-44

En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a
la gente, dijo: -«¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio
ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en
las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de
las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más
rigurosa.» Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a
la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una
viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo: -«Os aseguro
que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque
los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha
echado todo lo que tenía para vivir. »Palabra del
Señor.

Sábado de la 9ª semana de Tiempo Ordinario.

Querido amigo/a: La palabra de Jesús nos
muestra dos caminos opuestos de seguimiento. Podríamos simplificar afirmando que
hay dos actitudes contrapuestas en el seguimiento de Jesús. Ambas se encarnan en
los dos personajes de la secuencia que Marcos nos ofrece en el capítulo trece:
los escribas y la viuda pobre. Analicemos estas actitudes.

La actitud
de los letrados o maestros de la ley. Son los respetados y apreciados por el
pueblo. Son gente importante, pero ¿lo son para Jesús? Parece que no, puesto que
el Maestro los denuncia por ser hipócritas y corruptos, estafadores que se
aprovechan de la fe del pueblo para favorecer sus mezquinos intereses. Se
aprovechan de su reputación e influencia social para buscar su propio beneficio.
Los que son considerados gente muy apreciada por la sociedad, parece que no son
tan importantes a los ojos de Dios. ¿Por qué? ¿Quién es apreciado o importante
para Dios?

La actitud de la viuda pobre. De entrada es mujer, lo que
en su contexto la sitúa en una posición de sometimiento al varón. Además es
pobre de solemnidad, sin ninguna seguridad ni garantía de vida; y por si fuera
poco, parece deducirse del texto que es anciana, lo que la margina aún más.
Tiene casi todos los números del sorteo para estar excluida absolutamente del
sistema de pureza legal. Sólo le falta ser prostituta para completar su
currículum. ¡Menuda tarjeta de presentación!

Pero Jesús va al
interior. No importa la fachada, el estatus, sino el corazón. Los escribas
tienen buena presentación, pero un interior podrido. Es la actitud del que se
cree justo pero en realidad está lejos de Dios y además ciego para darse cuenta.
La viuda pobre presenta un aspecto lamentable pero su corazón es mucho más
grande y la invisibilidad de su ofrenda muestra la grandeza que sólo Jesús
percibe. Es la actitud de los limpios y grandes de corazón.
De nuevo
la Palabra nos confronta: ¿hacia dónde te inclinas? ¿Hacia la actitud de los
escribas o de la viuda? ¿Hacia un corazón raquítico o generoso?
Danos
Señor la actitud de la viuda pobre, la de la grandeza de corazón.Vuestro hermano en la fe:Juan Lozano, cm

Viernes de la 9ª semana de Tiempo Ordinario


Primera Lectura:

 Lectura del libro de Tobías
11,5-17

En aquellos días, Ana estaba sentada, oteando el camino
por donde tenía que llegar su hijo. Tuvo el presentimiento de que llegaba, y
dijo al padre: -«Mira, viene tu hijo con su compañero.» Rafael dijo a Tobías,
antes de llegar a casa: -«Estoy seguro de que tu padre recuperará la vista.
Úntale los ojos con la hiel del pez; el remedio hará que las nubes de los ojos
se contraigan y se le desprendan. Tu padre recobrará la vista y verá la luz.»
Ana fue corriendo a arrojarse al cuello de su hijo, diciéndole: -«Te veo, hijo,
ya puedo morirme.» Y se echó a llorar. Tobit se puso en pie y, tropezando, salió
por la puerta del patio. Tobías fue hacia él con la hiel del pez en la mano; le
sopló en los ojos, le agarró la mano y le dijo: . -«Ánimo, padre.» Le echó el
remedio, se lo aplicó y luego con las dos manos le quitó como una piel de los
lagrimales. Tobit se le arrojó al cuello, llorando, mientras decía: -«Te veo,
hijo, luz de mis ojos.» Luego añadió: -«Bendito sea Dios, bendito su gran
nombre, benditos todos sus santos ángeles. Que su nombre glorioso nos proteja,
porque si antes me castigó, ahora veo a mi hijo Tobías.» Tobías entró en casa
contento y bendiciendo a Dios a voz en cuello. Luego le contó a su padre lo bien
que les había salido el viaje: traía el dinero y se había casado con Sara, la
hija de Ragüel: -«Está ya cerca, a las puertas de Nínive.» Tobit salió al
encuentro de su nuera, hacia las puertas de Nínive. Iba contento y bendiciendo a
Dios, y los ninivitas, al verlo caminar con paso firme y sin ningún lazarillo,
se sorprendían. Tobit les confesaba abiertamente que Dios había tenido
misericordia y le había devuelto la vista. Cuando llegó cerca de Sara, mujer de
su hijo Tobías, le echó esta bendición: -«¡Bien venida, hija! Bendito sea tu
Dios, que te ha traído aquí. Bendito sea tu padre, bendito mi hijo Tobías, y
bendita tú, hija. ¡Bien venida a ésta tu casa! Que goces de alegría y bienestar.
Entra, hija.» Todos los judíos de Nínive celebraron aquel día una gran
fiesta.Palabra de Dios.


Salmo:

 Sal 145, 1-2. 6b-7. 8-9a.
9bc-10
R. Alaba, alma mía, al Señor.
Alaba, alma
mía, al Señor: alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras
exista. R.
Que mantiene su fidelidad perpetuamente, que
hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a
los cautivos. R.
El Señor abre los ojos al ciego, el
Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor
guarda a los peregrinos. R.
Sustenta al huérfano y a la
viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu
Dios, Sión, de edad en edad. 


Evangelio:

 Lectura del santo evangelio según san
Marcos 12, 35-37


En aquel tiempo, mientras enseñaba en el
templo, Jesús preguntó:
-«¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo
de David? El mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, dice: "Dijo el Señor
a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies."
Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?» La gente, que era
mucha, disfrutaba escuchándolo.Palabra del Señor.
Querido amigo/a: Jesús vuelve a enfrentarse a una pregunta de sus
adversarios que cuestiona su identidad. En esta ocasión sobre el título
mesiánico “Hijo de David”. Evidentemente el problema no está en el título, sino
en saber si este título transparenta el sentido del mesianismo de Jesús. Veamos
el trasfondo. Jesús no acepta ser “Hijo de David” por dos razones,
primero porque es más que David y segundo porque no quiere ser un rey que haga
distinciones sociales, sea nacionalista y excluyente, basándose en un estilo
violento, como hacía el rey David. Aunque Jesús pertenezca al linaje de David,
es más que eso. Su misión supera todos los títulos mesiánicos, no depende de
ellos. Su vocación es la pasión por el Reino; no  tiene más título que este. Y a
nosotros lo que nos tiene que preocupar y definir es ser “hijos de Dios”. Este
es nuestro título, no necesitamos más. 
 En la primera lectura, Tobías
se siente “hijo de Dios”, porque se encuentra sanado al recuperar la vista, Sara
ha recuperado la paz y la alegría y por todo ello está muy contento. Se siente
bendecido. 

Hoy hacemos memoria de San Bonifacio, un
misionero inglés que evangelizó con gran pasión las tierras alemanas fundando
numerosos monasterios y llevando la Palabra de Dios con gran entrega. También se
sintió un “hijo de Dios” hasta que por envidia lo asesinaron a sus ochenta años.

No importan los títulos ni los nombres, sino lo que estos
significan. Nosotros somos cristianos, “hijos de Dios” y hermanos de Cristo.
Pero, ¿nos sentimos de veras así? Esto es lo realmente importante.Vuestro hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf.

Jueves de la 9ª semana de Tiempo Ordinario. 


Primera Lectura:

 Lectura del libro de Isaías
52,13.53,12:


Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá
mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni
tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán
la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó
nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia
como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin
aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de
dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros,
despreciado y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó
nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado;
pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes.
Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos
errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él
todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la
boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía
y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en
su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi
pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los
malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca.
El
Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación;
verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por
su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de
conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de
ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre.
Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el
pecado de muchos e intercedió por los pecadores.Palabra de
Dios


Salmo:

 Salmo responsorial: 39
R. Aquí
estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Cuántas maravillas has
hecho,
Señor, Dios mío,
cuántos planes en favor nuestro;
nadie se te
puede comparar.
Intento proclamarlas, decirlas,
pero superan todo número.
R.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en
cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio.
R.
Entonces yo digo: «Aquí estoy
ˇcomo está escrito
en mi libroˇ
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu
ley en las entrañas. R.
He proclamado tu
salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios;
Señor, tú lo
sabes. R.
No he guardado en el pecho tu defensa,
he
contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu
lealtad
ante la gran asamblea. R.


Evangelio:

 Lectura del santo evangelio según san
Lucas 22, 14-20

Llegada la hora, se sentó Jesús con sus
discípulos y les dijo: -«He deseado enormemente comer esta comida pascual con
vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta
que se cumpla en el reino de Dios.» Y, tomando una copa, pronunció la acción de
gracias y dijo: -«Tornad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no
beberé desde ahora del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios.» Y,
tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
-«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.»
Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo: -«Esta copa es la nueva
alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por
vosotros.»
Palabra del Señor.
Querido amigo/a:El primer jueves, después de Pentecostés, celebramos
esta fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Los sacerdotes de la antigua
alianza, como Melquisedec, hacían sacrificios de animales en el altar. El
sacrificio del sacerdocio de hoy, que instauró Jesús también un jueves, es otro:
el servicio y la entrega. Es fácil sacrificar cosas, lo difícil es sacrificarse
uno, darse.
Celebramos hoy la fiesta del servicio. Todos los
bautizados participamos de este sacerdocio, no sólo los presbíteros. Por tanto,
todos estamos llamados a ser servidores, a dar nuestra vida como Jesús ha hecho,
para que demos vida, aunque no siempre sea fácil. Así somos mediadores, puentes
entre Dios y los hombres, participamos de este sacerdocio, dicho de otra manera.
Y por supuesto, los presbíteros. Ellos, a través de su ministerio en la Iglesia,
visibilizan este ministerio con su servicio eclesial y con su vida.
La celebración de este día es una invitación para que todos vivamos más en la
clave del servicio, de repartir este pan de vida que es Jesús para que llegue a
los que todavía no lo han saboreado. Jesús tiene que ser conocido, amado y
servido por muchos hombres y mujeres que todavía no se han encontrado con Él. Y
una manera de visibilizarlo, de despertar la inquietud por Jesús es amar desde
el servicio, un servicio que siempre suscita un interrogante, una inquietud.
Servir es una manera de evangelizar.
No permitamos que los
ministerios en la iglesia se ejerciten desde otras actitudes que no estén en la
clave del servicio, pues contaminan, dividen y dan anti testimonio de lo que es
el Reino de Dios.
Hoy podemos orar con esta pregunta: ¿cómo estoy de
entrega? ¿Dónde tengo que servir más y mejor?

Miércoles de la 9ª semana de Tiempo Ordinario


Primera Lectura:

 Lectura del libro de Tobías 3, 1 -1 la.
16-17a

En aquellos días, profundamente afligido, sollocé, me a
llorar y empecé a rezar entre sollozos: -«Señor, tú eres justo, todas tus obras
son justas; tú actúas con misericordia y lealtad, tú eres el juez del mundo. Tu,
Señor, acuérdate de mi y mírame; no me castigues por mis pecados, mis errores y
los de mis padres, cometidos en tu presencia, desobedeciendo tus mandatos. Nos
has entregado al saqueo, al destierro y a la muerte, nos has hecho refrán,
comentario y burla de todas las naciones donde nos has dispersado. SI, todas tus
sentencias son justas cuando me tratas así por mis pecados, porque no hemos
cumplido tus mandatos ni hemos procedido lealmente en tu presencia. Haz ahora de
mi lo que te guste. Manda que me quiten la vida, y desapareceré de la faz de la
tierra y en tierra me convertiré. Porque más vale morir que vivir, después de
oír ultrajes que no merezco y verme invadido de tristeza. Manda, Señor, que yo
me libre de esta prueba; déjame marchar a la eterna morada y no me apartes tu
rostro, Señor, porque más me vale morir que vivir pasando esta prueba y
escuchando tales ultrajes.» Aquel mismo día, Sara, la hija de Ragüel, el de
Ecbatana de Media, tuvo que soportar también los insultos de una criada de su
padre; porque Sara se había casado siete veces, pero el maldito demonio Asmodeo
fue matando a todos los maridos, cuando iban a unirse a ella según costumbre. La
criada le dijo: -«Eres tú la que matas a tus maridos. Te han casado ya con
siete, y no llevas el apellido ni siquiera de uno. Porque ellos hayan muerto, ¿a
qué nos castigas por su culpa? ¡Vete con ellos! ¡Que no veamos nunca ni un hijo
ni una hija tuya! » Entonces Sara, profundamente afligida, se echó a llorar y
subió al piso de arriba de la casa, con intención de ahorcarse. Pero lo pensó
otra vez, y se dijo: -« ¡Van a echárselo en cara a mi padre! Le dirán que la
única hija que tenía, tan querida, se ahorcó al verse hecha una desgraciada. Y
mandaré a la tumba a mi anciano padre, de puro dolor. Será mejor no ahorcarme,
sino pedir al Señor la muerte, y así ya no tendré que oír más insultos.»
Extendió las manos hacia la ventana y rezó. En el mismo momento, el Dios de la
gloria escuchó la oración de los dos, y envió a Rafael para
curarlos.Palabra de Dios.


Salmo:

 Sal 24, 2-3. 4-5ab. 6-7bc. 8-9
R.
A ti, Señor, levanto mi alma.

Dios mío, en ti confío, no quede
yo defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos; pues los que esperan en ti no
quedan defraudados, mientras que el fracaso malogra a los traidores.
R.
Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus
sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.
R.
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia
son eternas; acuérdate de mi con misericordia, por tu bondad, Señor. R.

El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace
caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. R.


Evangelio:

 Lectura del santo evangelio según san
Marcos 12, 18-27

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos
saduceos, de los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron: -«Maestro,
Moisés nos dejó escrito: "Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero
no hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano." Pues bien, habla
siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos; el segundo se casó con la
viuda y murió también sin hijos; lo mismo el tercero; y ninguno de los siete
dejó hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección y vuelvan a
la vida, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete han estado casados con
ella.» Jesús les respondió: -«Estáis equivocados, porque no entendéis la
Escritura ni el poder de Dios. Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres
se casarán; serán como ángeles del cielo. Y a propósito de que los muertos
resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza,
lo que le dijo Dios: "Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de
Jacob"? No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy
equivocados.»Palabra del Señor                                                                                               Vuestro hermano en la fe:Juan Lozano, cmf.
Querido amigo/a:
  ¡Claro que Dios es un Dios de vivos! No está muerto,
como muchos se han empeñado y se empeñan en defender. Veamos cómo actúa. En el
libro de Tobías, Sara, una piadosa judía, es burlada por sus criados, ya que en
sus siete matrimonios no ha podido consumar ni uno. Se siente brutalmente
humillada y se dirige a Dios para pedirle que le quite la vida. Igual que
Tobías, que también se lamenta por las desgracias que le han ocurrido y hace la
misma petición en su oración. ¿Cómo responde Dios? ¿Con la muerte?
   El
evangelio de Marcos nos muestra la burla que los saduceos hacen sobre la
resurrección. Ya sabemos que esta clase social dominante rechazaba la fe en la
resurrección y en el caso que le proponen a Jesús buscan ridiculizar esta
creencia. Llevan la ley del Levirato, por la que el hermano del difunto marido
debía dar descendencia a la mujer viuda, hasta un extremo ridículo. Jesús
interpreta la resurrección, no como una continuación de la vida mortal, sino
como un estado de vida en plenitud con Dios, entrando en una comunión en la que
se supera toda forma de relación humana, por eso no será necesario casarse
(volviendo al caso que plantean los listillos saduceos). Es otra dimensión
diferente a la nuestra, pero plena.
 Hoy hacemos memoria de San Carlos Luanga y
compañeros
. Sólo tenía 20 años cuando lo torturaron y lo mataron, quemándolo
vivo junto a otros 19 compañeros más en Uganda. El rey no quiso que estos
siervos suyos fueran cristianos ya que rezaban y se oponían a la esclavitud,
entre otras cosas.
  Dios ha optado, opta y optará siempre por la
vida. Es un Dios de vivos, no lo olvidemos. Por tanto, todo el que defienda,
promueva y luche por la vida, la propia y la de los otros, especialmente la de
los más débiles e indefensos, estará cerca de Dios y acabará encontrándose con
Él. Y a la inversa. No nos equivoquemos como los saduceos y tantos otros.            Vuestro hermano en la fe:
Primera Lectura:
Lectura del libro de Tobías 2,
9-14
Yo, Tobías, la noche de Pentecostés, cuado hube enterrado
el cadáver, después del baño fui al patio y me tumbé junto a la tapia, con la
cara destapada porque hacía calor; ya no sabía que en la tapia, encima de mí,
había un nido de gorriones; su excremento caliente me cayó en los ojos , y se me
formaron nubes. Fui a lo médicos a que me curaran; pero cuanto más ungüentos me
daban más vista perdía, hasta que me quedé completamente ciego. Estuve sin vista
cuatro años. Todos mis parientes se apenaron por mi desgracia, y Ajicar me cuidó
dos años, hasta que marchó a Elimaida. En aquella situación, mi mujer Ana se
puso hacer labores para ganar dinero. Los clientes le daban el importe cuando
les llevaba la labor terminada. El siete de marzo, al acabar una pieza y
mandársela a los clientes, éstos le dieron el importe íntegro y le regalaron un
cabrito para que lo trajese a casa. Cuando llegó, el cabrito empezó a balar. Yo
llamé a mi mujer y le dije: - “¿De dónde viene ese cabrito? ¿No será robado?
Devuélveselo al dueño, que no podemos comer nada robado.” Ana me respondió: -
“Me lo han dado de propina, además de la paga”. Pero yo no la creía y,
abochornado por su acción, insistí en que se lo devolviera al dueño. Entonces me
replicó: - “¿Y dónde están tus limosnas? ¿Dónde están tus obras de caridad? ¡Ya
ves lo que te pasa!Palabra de Dios.


Salmo:

 Sal 111, 1-2. 7-8.9
R. El corazón
del justo está firme en el Señor
Dichoso el que teme al Señor y
arma de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, La
descendencia del justo será bendita. R
No temerá la
malas noticias, su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, sin
temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos. R.


Evangelio:

 Lectura del santo evangelio según san
Marcos 12, 13-17

En aquel tiempo, enviaron a Jesús unos fariseos
y partidarios de Herodes, para cazarlo con una pregunta. Se acercaron y le
dijeron: 
-«Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa de na-die;
porque no te fijas en lo que la gente sea, sino que enseñas el camino de Dios
sinceramente. ¿Es lícito pagar impuesto al César o no? ¿Pagamos o no pagamos?»
Jesús, viendo su hipocresía, les replicó:
-« ¿Porqué intentáis cogerme?
Traedme un denario, que lo vea.» Se lo trajeron. 
Y él les preguntó: -«¿De
quién es esta cara y esta inscripción?» Le contestaron: 
-«Del César.» Les
replicó: -«Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios a Dios.» Se quedaron admirados.
Palabra del Señor.Lozano,
cmf

Querido amigo/a:En el nombre de Dios se han cometido muchas
barbaridades, sobre todo cuando algunos regímenes políticos o formas de
pensamiento han tratado de identificarse, para sacar beneficio propio, con el
proyecto de Jesús: el Reino de Dios. Este es un proyecto suprapolítico, está por
encima de la política, pues sus intereses son otros. Ojalá los regímenes
políticos se acercaran más a este gran proyecto para el mundo.
 La
cuestión que hoy nos atañe es ¿qué es del César y qué es de Dios? Jesús pide un
denario, una moneda corriente del imperio romano. El denario tenía una imagen
del emperador (entonces Tiberio) y una leyenda que afirmaba su divinidad. Dar al
César lo que es del César significa reconocer la autonomía del poder civil (creo
que hoy esto es aceptado y no genera ningún problema), pero rechazando su
divinización (en esto último no creo que haya tanto consenso). Pues a algunos
regímenes, sistemas o gobiernos les gustaría desterrar el lugar de Dios y ocupar
su puesto, ya que estorba. 
Dar a Dios lo que es de Dios, significa que Dios
no se identifica con ningún proyecto político en particular, sino con uno
suprapolítico: la felicidad de todos los hombres y mujeres comenzando por las
necesidades de los últimos de este mundo. Y en esto Dios sí tiene mucho que
decir, por mucho que se le quiera ocultar en el sótano de la vida pública.
Tampoco Dios se opone al mundo, por mucho que se empeñen algunos en vender esta
falsa imagen.
Sólo Dios merece nuestro amor y nuestra entrega total.
No confundamos los asuntos del reino de Dios, como la paz, la justicia, la
solidaridad, la libertad y la verdad con los intereses mezquinos de los imperios
y regímenes sean del signo que sean. Nunca serán tan puros, ni tan fieles, ni
tan generosos como Dios es. Devolvamos a Dios el lugar que le corresponde y no
divinicemos ningún proyecto humano, sino más bien hagámoslo más humano, como
Dios quiere. Y tú, ¿qué das a Dios y qué das al César?                                                             Vuestro hermano en la fe:Juan Lozano, cmf.

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