miércoles, 1 de octubre de 2008












29 Septiembre



 


Santos Arcángeles, Miguel, Gabriel y Rafael




De todos modos, si nuestro futuro está en lo cielos, ¿por qué no anticiparlo lo más posible? ¿Por qué no vivir en la tierra, como si ya estuviéramos en el cielo? Si hemos de vivir para siempre en el cielo con nuestros hermanos, ¿por qué no entrenarnos ya ahora con verdadero amor?.


¿Por qué, durante nuestra jornada terrena, no buscamos más espacios para conversar con Jesús y con la Virgen María? ¿Por qué no cultivamos una amistad más íntima con nuestros santos predilectos? ¿Por qué no tenemos más familiaridad con los ángeles? Y esto, no para desentendernos de nuestros compromisos temporales, sino para ser más responsables. Dice Moisés en la Carta a los Hebreos: "Como si viera al Invisible, permaneció firme en su propósito". Es decir, precisamente porque vivía con perspectiva sobrenatural tuvo fuerzas para atravesar el desierto.


Este es, creo, el sentido y mensaje que nos ofrece la celebración de los arcángeles Miguel, Gabriel, y Rafael: protección y estímulo.


Miguel significa "¿quién como Dios?" Fue su divisa de guerra contra Lucifer y los ángeles rebeldes cuando quisieron igualarse con el Creador. Miguel es el jefe de la milicia celestial, es el príncipe de la luz. Es el defensor de la justicia, por lo que se le representa con una balanza. Es el protector y defensor de la Iglesia. Es la fiesta más antigua en honor de los ángeles. Es patrono de radiólogos y de los policías.


Gabriel significa "fortaleza de Dios". Es el anunciador, el gran mensajero celestial. A Daniel le anunció la venida del Mesías. A Zacarías le anunció el nacimiento del precursor de Jesús, Juan el Bautista. Y seis meses después se presentó en Nazaret y trajo a María la noticia más grande y feliz de todos los siglos: el Amor eterno la había escogido para ser madre del Redentor. Es patrono de las comunicaciones y de los filatelistas. El Embajador San Gabriel es también patrono de los embajadores.


Rafael significa "medicina de Dios". Curó a Tobit y acompañó a su hijo Tobías en el viaje que emprendió enviado por su padre. Curó también a Sara, la mujer de Tobías. Es el acompañante fiel y portador de salud. Es patrono de los novios y de los esposos. Le tienen también por patrono los caminantes, los marineros, los ciegos, los enfermos de peste, los farmacéuticos y los médicos.







Oremos  



Himno  ( laudes)

En la hora en que Cristo resucita,
Clame Miguel, el poderoso príncipe:
« ¿ Quién como tú, mi Dios, Jesús humilde?
Al pecado de los hombres descendiste
Y hoy el Padre te signa y te bendice».


En la hora en que Cristo resucita
Dice Gabriel, el que anunció a María:
« ¡ Exulta, Iglesia, virgen afligida,
el Santo vencedor es tu Mesías!
Nadie podrá dar muerte a tu alegría».


En la hora en que Cristo resucita,
Proclama Rafael, el peregrino:
« ¡Glorificad conmigo a aquel que dijo:
Yo soy la luz del mundo y el camino!


¡Bendecidle, que el viaje está cumplido!»
En la hora en que Cristo resucita,
Se ha tendido la escala misteriosa
Y el coro de los ángeles le adora:
«¡ Somos Señor, los siervos de tu gloria,
cielos y tierra cantemos tu victoria!».
Amén  


Señor Dios todopoderoso, que, con una providencia admirable, llamas a los ángeles y a los hombres para que cooperen a tu plan de salvación, haz que, durante nuestro peregrinar en la tierra, nos sintamos siempre protegidos por los ángeles, que en el cielo están en tu presencia para servirte y gozan ya contemplando tu rostro. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


Himno  ( vísperas )

Envía Cristo a tu valiente jefe,
Al ángel de la paz, a San Miguel,
Y crecerá tu pueblo, con su ayuda,
Próspero y fiel.


Visite siempre nuestro sacrotemplo
El ángel fuerte, el singular Gabriel,
Y arroje fuera al enemigo antiguo,
Falso luz bel.


Envía al ángel que a tu pueblo sana;
Manda, oh Cristo, del cielo a Rafael,
Que acompaña a tu pueblo peregrino,
Nuevo Israel.


Nos asistan tus ángeles gloriosos,
Cristo, gloria del coro angelical,
Y con ellos cantemos al Dios trino
Himno triunfal.
Amén

San Gregorio Magno (hacia 540-604), papa y doctor de la Iglesia
Homilías sobre el Evangelio, 34, 8-9


«Bendecid al Señor, ejércitos suyos, servidores que cumplís sus deseos»



     Que hay ángeles lo atestan muchas páginas de la Escritura... Pero hay que saber que el nombre de «ángel» designa la función, no el ser del que lo lleva: su oficio de mensajeros. Los que transmiten mensajes de menor importancia se llaman ángeles, los que anuncian cosas de gran trascendencia se llaman arcángeles. Por esto, a la Virgen María no le fue enviado un ángel cualquiera, sino el arcángel Gabriel, ya que un mensaje de tal trascendencia  requería que fuese transmitido por un ángel de la máxima categoría...

     Por esto, cuando se trata de alguna misión que requiere un poderespecial, es enviado Miguel, dando a entender por su actuación y por su nombre que significa: «¿Quién como Dios?» que nadie puede hacer lo que sólo Dios puede hacer. De ahí que el antiguo enemigo, que por su soberbia pretendió igualarse a Dios, diciendo: «Escalaré los cielos, por encima de los astros divinos levantaré mi trono, me igualaré al Altísimo» (Is 14,13) en Apocalipsis nos es mostrado luchando contra el arcángel Miguel y que al final de los tiempos será desposeído de su poder y destinado al extremo suplicio: «Se trabó una batalla: Miguel y sus ángeles lucharán contra el Dragón, Y también el Dragón combatirá con sus ángeles, pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos.»(Ap 12,7-8).

     A la Virgen María le fue enviado Gabriel, cuyo nombre significa «Fortaleza de Dios», porque venía a anunciar a aquel que, a pesar de su apariencia humilde, había de reducir a los Principados y Potestades. Era, pues, natural que aquel que es la fortaleza de Dios anunciara la venida del que es «el Señor de los ejércitos y héroe en las batallas» (Sl 23,8). En cuanto a Rafael, su nombre significa «Medicina de Dios». Este nombre le viene del hecho de haber curado a Tobías, cuando, tocándole los ojos con sus manos, lo libró de las tinieblas de la ceguera. Si, pues, ha sido enviado a curar, con razón es llamado «Medicina de Dios».

 


Día litúrgico: 29 de Septiembre: Los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael



Texto del Evangelio (Jn 1,47-51):   En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?». Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».


Comentario: Cardenal Jorge Mejía, Archivista y Bibliotecario de la Santa Iglesia Romana (Ciudad del Vaticano)


«Veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre»



Hoy, en la fiesta de los Santos Arcángeles, Jesús manifiesta a sus Apóstoles y a todos la presencia de sus ángeles y la relación que con Él tienen. Los ángeles están en la gloria celestial, donde alaban perennemente al Hijo del hombre, que es el Hijo de Dios. Lo rodean y están a su servicio.


«Subir y bajar» nos recuerda el episodio del sueño del Patriarca Jacob, quien dormido sobre una piedra durante su viaje a la tierra de origen de su familia (Mesopotamia), ve a los ángeles que “bajan y suben” por una misteriosa escalera que une el cielo y la tierra, mientras Dios mismo está de pié junto a él y le comunica su mensaje. Notemos la relación entre la comunicación divina y la presencia activa de los ángeles.


Así, Gabriel, Miguel y Rafael aparecen en la Biblia como presentes en las vicisitudes terrenas y llevando a los hombres —como nos dice san Gregorio el Grande— las comunicaciones, mediante su presencia y sus mismas acciones, que cambian decisivamente nuestras vidas. Se llaman, precisamente, “arcángeles”, es decir, príncipes de los ángeles, porque son enviados para las más grandes misiones.


Gabriel fue enviado para anunciar a María Santísima la concepción virginal del Hijo de Dios, que es el principio de nuestra redención (cf. Lc 1). Miguel lucha contra los ángeles rebeldes y los expulsa del cielo (cf. Ap 12). Nos anuncia, así, el misterio de la justicia divina, que también se ejerció en sus ángeles cuando se rebelaron, y nos da la seguridad de su victoria y la nuestra sobre el mal. Rafael acompaña a Tobías “junior”, lo defiende y lo aconseja y cura finalmente al padre Tobit (cf. Tob). Por esta vía, nos anuncia la presencia de los ángeles junto a cada uno de nosotros: el ángel que llamamos de la Guarda.


Aprendamos de esta celebración de los arcángeles que “suben y bajan” sobre el Hijo del hombre, que sirven a Dios, pero le sirven en beneficio nuestro. Dan gloria a la Trinidad Santísima, y lo hacen también sirviéndonos a nosotros. Y, en consecuencia, veamos qué devoción les debemos y cuánta gratitud al Padre que los envía para nuestro bien.


Libro de Daniel 7,9-10.13-14.

Yo estuve mirando hasta que fueron colocados unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestidura era blanca como la nieve y los cabellos de su cabeza como la lana pura; su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente.
Un río de fuego brotaba y corría delante de él. Miles de millares lo servían, y centenares de miles estaban de pie en su presencia. El tribunal se sentó y fueron abiertos unos libros
Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre; él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta él.
Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido.


Salmo 138(137),1-2.2-3.4-5.

De David. Te doy gracias, Señor, de todo corazón, te cantaré en presencia de los ángeles.
Me postraré ante tu santo Templo, y daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu fidelidad, porque tu promesa ha superado tu renombre.
Me postraré ante tu santo Templo, y daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu fidelidad, porque tu promesa ha superado tu renombre.
Me respondiste cada vez que te invoqué y aumentaste la fuerza de mi alma.
Que los reyes de la tierra te bendigan al oír las palabras de tu boca,
y canten los designios del Señor, porque la gloria del Señor es grande.


 



 



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