domingo, 30 de enero de 2011

Evangelio del día y comentarios a la Palabra diaria
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ImparDel 24/01/2011 al 29/01/2011
Tercera Semana del Tiempo Ordinario Descargar toda la semana en un sólo archivo PDF Introducción a la semana Esta semana la carta a los Hebreos insiste en la novedad del sacerdocio de Cristo, que lleva a plenitud los sacrificios de la alianza antigua, sellando una nueva y definitiva alianza con Dios. Ésta implica una íntima unión con Él, gracias a la ofrenda personal de Cristo (no hay alianza sin ofrenda), que, al identificarse con nosotros, nos asoció a su propia ofrenda para que fuéramos así gratos a Dios como él y capaces de interceder también nosotros por los demás, participando de su propio sacerdocio. Ahora bien, para que esa ofrenda suya dé fruto en la vida de cada uno, la carta exhorta a los destinatarios a reavivar una conducta que se ha ido debilitando entre ellos: la adhesión personal a Cristo por la fe, que ya en otro tiempo les ayudó a soportar numerosos padecimientos. No deben descuidar nunca esa actitud, que es la que conduce a la salvación definitiva.

El evangelio de Marcos va mostrándonos la actividad de Jesús a través de parábolas y signos que revelan su personalidad de enviado de Dios. Esta realidad invita a aceptar su palabra y tratar de vivir un nuevo tipo de relaciones con los demás, inaugurando ya el reino que él predica y que está llamado a crecer como una simiente vigorosa y fecunda.

Testigos de ese reino presente ya en nuestra historia son, esta semana: san Francisco de Sales (patrono de los periodistas por la agilidad de su pluma al servicio de la catequesis), cuya encantadora espiritualidad, especialmente dirigida a los laicos, manifiesta el gusto por “estas tres virtudes insignificantes: la dulzura del corazón, la pobreza de espíritu y la sencillez de la vida”; los santos Timoteo y Tito, íntimos colaboradores de san Pablo; y el teólogo dominico santo Tomás de Aquino, ejemplo admirable de creyente que busca entender y dar a conocer su fe, y guía excepcional que enseña a iluminar desde esa misma fe los problemas de la vida humana, como ha reconocido la autoridad de la Iglesia en numerosas ocasiones.

Fray Emilio García Álvarez
Convento de Santo Domingo. Caleruega (Burgos)

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Homilías - Predicación - Orden de Predicadores

Homilías - Predicación - Orden de Predicadores

MARCO DOMINGO 04A

MARCO DOMINGO 04A
EVANGELIO

El Reino de Dios, que se les promete a los pobres, a los sufridos, a los que lloran, a los hambrientos y sedientos, a los pacificadores, no es única y exclusivamente la salvación en el más allá, sino su iniciación en el más acá de este momento. Cuando Jesús proclamaba el Reino de Dios, simultáneamente curaba a los enfermos, daba vista a los ciegos, saciaba a los hambrientos y resucitaba a los muertos.

La dimensión última y global de las Bienaventuranzas es un sentido profundo de pobreza, que nos hace descubrir necesariamente la riqueza de los dones de Dios. Por eso nos acercamos a Dios con indigencia y sin hartura, para dejarnos llenar de El.





Lectura del santo Evangelio según San Mateo 5,1-12a.

En aquel tiempo, al ver Jesús al gentío subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos, y él se puso a hablar enseñándoles:

Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.

Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados.

Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán «los Hijos de Dios».

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Dichosos vosotros cuando os insulten, y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

MARCO DOMINGO 04A

MARCO DOMINGO 04A
el camino de las bienaventuranzas

— Las bienaventuranzas, camino de santidad y de felicidad.

— Nuestra felicidad viene de Dios.

— No perderemos la alegría si buscamos en todo al Señor.

I. Una inmensa multitud venida de todas partes rodea al Señor. De Él esperan su doctrina salvadora, que dará sentido a sus vidas. Viendo Jesús este gentío subió a un monte, donde, habiéndose sentado, se le acercaron sus discípulos, y abriendo su boca les enseñaba1.

Y es esta la ocasión que aprovecha el Señor para dar una imagen profunda del verdadero discípulo: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra. Bienaventurados los que lloran...

No resulta difícil imaginar la impresión –quizá de desconcierto y, en algunos de los oyentes, incluso de decepción– que estas palabras del Señor debieron de causar en quienes escuchaban. Jesús acababa de formular el espíritu nuevo que había venido a traer a la tierra; un espíritu que constituía un cambio completo de las usuales valoraciones humanas, como la de los fariseos, que veían en la felicidad terrena la bendición y premio de Dios y, en la infelicidad y desgracia, el castigo2. En general, «el hombre antiguo, aun en el pueblo de Israel, había buscado la riqueza, el gozo, la estimación, el poder, considerando todo esto como la fuente de toda felicidad. Jesús propone otro camino distinto. Exalta y beatifica la pobreza, la dulzura, la misericordia, la pureza y la humildad»3.

Al volver a meditar ahora, en nuestra oración, estas palabras del Señor, vemos que aún hoy día se insinúa en las personas el desconcierto ante ese contraste: la tribulación que lleva consigo el camino de las Bienaventuranzas y la felicidad que Jesús promete. «El pensamiento fundamental que Jesús quería inculcar en sus oyentes era este: solo el servir a Dios hace al hombre feliz. En medio de la pobreza, del dolor, del abandono, el verdadero siervo de Dios puede decir con San Pablo: Sobreabundo de gozo en todas mis tribulaciones. Y, por el contrario, un hombre puede ser infinitamente desgraciado aunque nade en la opulencia y viva en posesión de todos los goces de la tierra»4. No en vano aparecen en el Evangelio de San Lucas, después de las Bienaventuranzas, aquellas exclamaciones del Señor: ¡Ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestra consolación! ¡Ay de vosotros, los que os saciáis ahora (...). ¡Ay de vosotros, todos los que sois aplaudidos por los hombres, porque así hicieron sus padres con los falsos profetas!5.

Quienes escuchaban al Señor entendieron bien que aquellas Bienaventuranzas no enumeraban distintas clases de personas, no prometían la salvación a determinados grupos de la sociedad, sino que señalaban inequívocamente las disposiciones religiosas y la conducta moral que Jesús exige a todo el que quiera seguirle. «Es decir, los pobres de espíritu, los mansos, los que lloran (...) no indican personas distintas entre sí, sino que son como diversas exigencias de santidad dirigidas a quien quiere ser discípulo de Cristo»6.

El conjunto de todas las Bienaventuranzas señala el mismo ideal: la santidad. Hoy, al escuchar de nuevo, en toda su radicalidad, las palabras del Señor, reavivamos el afán de santidad como eje de toda nuestra vida. Porque «Jesucristo Señor Nuestro predicó la buena nueva para todos, sin distinción alguna. Un solo puchero y un solo alimento: mi comida es hacer la voluntad del que me ha enviado, y dar cumplimiento a su obra (Jn 4, 34). A cada uno llama a la santidad, de cada uno pide amor: jóvenes y ancianos, solteros y casados, sanos y enfermos, cultos e ignorantes, trabajen donde trabajen, estén donde estén»7. Cualesquiera que sean las circunstancias que atraviese nuestra vida, hemos de sabernos invitados a vivir la plenitud de la vida cristiana. No puede haber excusas, no podemos decirle al Señor: espera a que se solucione este problema, a que me reponga de esta enfermedad, a que deje de ser calumniado o de ser perseguido..., y entonces comenzaré de verdad a buscar la santidad. Sería un triste engaño no aprovechar esas circunstancias duras para unirnos más al Señor.

II. No desagrada a Dios que pongamos los medios oportunos para evitar el dolor, la enfermedad, la pobreza, la injusticia..., pero las Bienaventuranzas nos enseñan que el verdadero éxito de nuestra vida está en amar y cumplir la voluntad de Dios sobre nosotros. Nos muestran, a la vez, el único camino capaz de llevar al hombre a vivir con la plena dignidad humana que conviene a su condición de persona. En una época en que tantas cosas empujan hacia el envilecimiento y la degradación personal, las Bienaventuranzas son una invitación a la rectitud y a la dignidad de vida8. Por el contrario, intentar a toda costa –como si se tratara de un mal absoluto– sacudir el peso del dolor, de la tribulación, o buscar el éxito humano como un fin en sí mismo, son caminos que el Señor no puede bendecir, y que no conducen a la felicidad.

«Bienaventurado» significa «feliz», «dichoso», y en cada una de las Bienaventuranzas «comienza Jesús prometiendo la felicidad y señalando los medios de conseguirla. ¿Por qué comenzará Nuestro Señor hablando de la felicidad? Porque en todos los hombres existe una tendencia irresistible a ser felices; este es el fin que todos sus actos se proponen; pero muchas veces buscan la felicidad donde no se encuentra, donde no hallarán sino miseria»9.

El Señor nos señala aquí los caminos para ser felices sin límite y sin fin en la vida eterna, y también para serlo en esta vida, viviendo con plena dignidad, como conviene a la condición de persona. Son caminos bien diferentes a los que, con frecuencia, suele escoger el hombre.

Buscad al Señor los humildes que cumplís sus mandamientos (...). Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde, que confiará en el nombre del Señor, se nos dice en la Primera lectura de la Misa10.

La pobreza de espíritu, el hambre de justicia, la misericordia, la limpieza de corazón y el soportar ser rechazados por causa del Evangelio manifiestan una misma actitud del alma: el abandono en Dios. Y esta es la actitud que nos impulsa a confiar en Dios de un modo absoluto e incondicional. Es la postura de quien no se contenta con los bienes y consuelos de las cosas de este mundo, y tiene puesta su esperanza última más allá de estos bienes, que resultan pobres y pequeños para una capacidad tan grande como es la del corazón humano.

Bienaventurados los pobres de espíritu... Y en el Magnificat de la Virgen escuchamos: Colmó de bienes a los hambrientos, y a los ricos los despidió sin nada11. ¡Cuántos se transforman en hombres vacíos, porque se sienten satisfechos con lo que ya tienen! El Señor nos invita a no contentarnos con la felicidad que nos pueden dar unos bienes pasajeros, y nos anima a desear aquellos que Él tiene preparados para nosotros.

III. Dice Jesús a quienes le siguen –en aquel tiempo y ahora– que no será obstáculo para ser felices el que los hombres os insulten, y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el Cielo12. Así como ninguna cosa de la tierra puede dar la felicidad que todo hombre busca, tampoco nada, si estamos unidos a Dios, puede quitárnosla. Nuestra felicidad y nuestra plenitud vienen de Dios. «¡Oh vosotros que sentís más pesadamente el peso de la cruz! Vosotros que sois pobres y desamparados, los que lloráis, los que estáis perseguidos por la justicia, vosotros sobre los que se calla, vosotros los desconocidos del dolor, tened ánimo; sois los preferidos del reino de Dios, el reino de la esperanza, de la bondad y de la vida; sois los hermanos de Cristo paciente, y con Él, si queréis, salváis el mundo»13.

Pidamos al Señor que transforme nuestras almas, que realice un cambio radical en nuestros criterios sobre la felicidad y la desgracia. Somos necesariamente felices si estamos abiertos a los caminos de Dios en nuestras vidas, y si aceptamos la buena nueva del Evangelio.

Y esto, también en el caso de que otras gentes parezcan conseguir todos los bienes que se pueden alcanzar en esta corta vida. No se debe tener al rico por dichoso solo por sus riquezas –dice San Basilio–; ni al poderoso por su autoridad y dignidad; ni al fuerte por la salud de su cuerpo; ni al sabio por su gran elocuencia. Todas estas cosas son instrumentos de la virtud para los que las usan rectamente; pero ellas, en sí mismas, no contienen la felicidad14. Sabemos que, muchas veces, estos mismos bienes se convierten en males y en desgracia para la persona que los posee y para los demás, cuando no están ordenados según el querer de Dios. Sin el Señor, el corazón se sentirá siempre insatisfecho y desgraciado.

Cuando para encontrar esa felicidad los hombres ensayamos otros caminos que no son los de la voluntad de Dios, que no son los que nos ha trazado el Maestro, al final solo se encuentra soledad y tristeza. La experiencia de todos los que no quisieron entender a Dios, que les hablaba de distintas maneras, ha sido siempre la misma: han comprobado que fuera de Dios no hay felicidad estable y duradera. Lejos del Señor solo se recogen frutos amargos y, de una forma u otra, se acaba como el hijo pródigo fuera de la casa paterna: comiendo bellotas y apacentando puercos15.

Son dichosos quienes buscan a Cristo, quienes piden y fomentan el deseo de santidad. En Cristo están ya presentes todos los bienes que constituyen la verdadera felicidad. «“Laetetur cor quaerentium Dominum” —Alégrese el corazón de los que buscan al Señor.

»—Luz, para que investigues en los motivos de tu tristeza»16.

Cuando falta la alegría, ¿no estará la causa en que, en esos momentos, no buscamos de verdad al Señor en el trabajo, en quienes nos rodean, en las contradicciones? ¿No será que no estamos todavía desprendidos del todo? ¡Que se alegren los corazones que buscan al Señor!

1 Mc 5, 1-2. — 2 Cfr. Sagrada Biblia, Santos Evangelios, EUNSA, 2ª ed., Pamplona 1985, nota a Mt 5, 2. — 3 Fray Justo Pérez de Urbel, Vida de Cristo, Rialp, Madrid 1987, p. 212. — 4 Ibídem, p. 214. — 5 Lc 6, 24-26. — 6 Sagrada Biblia, Santos Evangelios, cit., nota a Mt 5, 2. — 7 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 294. — 8 Cfr. J. Orlandis, 8 Bienaventuranzas, EUNSA, Pamplona 1982, p. 30. — 9 R. Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior, vol. I, p. 188. — 10 Sof 2, 3; 3, 12-13. — 11 Lc 1, 53. — 12 Mt 5, 11-12. — 13 Conc. Vat. II, Mensaje a la Humanidad. A los pobres, a los enfermos, a todos los que sufren, 6. — 14 Cfr. San Basilio, Homilía sobre la envidia, en Cómo leer la literatura pagana, Rialp, Madrid

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

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Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

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TV Lourdes - Le direct avec la vie de Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

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miércoles, 26 de enero de 2011

SANTA RITA DE CASIA
Su fiesta se celebra el 22 de Mayo
Santa Rita nació en 1381 junto a Casia, su segunda patria, en la hermosa Umbría, tierra de Santos: Benito, Escolástica, Francisco, Clara, Angela, Gabriel... Santa Rita pertenece a esa insigne pléyade de mujeres que pasaron por todos los estados: casadas, viudas y religiosas. Por otra parte, pocos santos han gozado de tanta devoción como Santa Rita, Abogada de los imposibles. Su pasión favorita era meditar la Pasión de Jesús.

Los antiguos biógrafos esmaltan su infancia de prodigios sin cuento. Lo cierto es que fue una niña precoz, inclinada a las cosas de Dios, que sabía leer en las criaturas los mensajes del Creador. Su alma era una cuerda tensa que se deshacía en armonías dedicadas exclusivamente a Jesús.
Sentía desde niña una fuerte inclinación a la vida religiosa. Pero la Providencia divina dispuso que pasara por todos los estados, para santificarlos y extender la luz de su ejemplo y el aroma de su virtud. Fue un modelo extraordinario de esposa, de madre, de viuda y de monja.

Por conveniencias familiares se casa con Pablo Fernando, de su aldea natal. Fue un verdadero martirio, pues Pablo era caprichoso y violento. Rita acepta su papel: callar, sufrir, rezar. Su bondad y paciencia logra la conversión de su esposo. Nacen dos gemelos que les llenan de alegría. A la paz sigue la tragedia. Su esposo cae asesinado, como secuela de su antigua vida. Rita perdona y eso mismo inculca a sus hijos. Y sucede ahora una escena incomprensible desde un punto de vista natural. Al ver que no puede conseguir que abandonen la idea de venganza, pide al Señor se los lleve, por evitar un nuevo crimen, y el Señor atiende su súplica.

Vienen ahora años difíciles. Su soledad, sus lágrimas, sus oraciones. Intenta ahora cumplir el deseo de su infancia; ser religiosa. Tres veces desea entrar en las Agustinas de Casia, y las tres veces es rechazada.

Por fin, con un prodigio que parece arrancado de las Florecillas, se le aparecen San Juan Bautista, San Agustín y San Nicolás de Tolentino y en volandas es introducida en el monasterio. Es admitida, hace la profesión ese mismo año de 1417, y allí pasa 40 años, sólo para Dios.

Recorrió con ahínco el camino de la perfección, las tres vías de la vida espiritual, purgativa, iluminativa y unitiva. Ascetismo exigente, humildad, pobreza, caridad, ayunos, cilicio, vigilias. Las religiosas refieren una hermosa Florecilla. La Priora le manda regar un sarmiento seco. Rita cumple la orden rigurosamente durante varios meses y el sarmiento reverdece. Y cuentan los testigos que aún vive la parra milagrosa.
Jesús no ahorra a las almas escogidas la prueba del amor por el dolor. Rita, como Francisco de Asís, se ve sellada con uno de los estigmas de la Pasión: una espina muy dolorosa en la frente. Hay solicitaciones del demonio y de la carne, que ella calmaba aplicando una candela encendida en la mano o en el pie. Pruebas purificadoras, miradas desconfiadas, sonrisas burlonas. Rita mira al Crucifijo y en aquella escuela aprende su lección.
La hora de su muerte nos la relatan también llena de deliciosos prodigios. En el jardín del convento nacen una rosa y dos higos en pleno invierno para satisfacer sus antojos de enferma. Al morir, la celda se ilumina y las campanas tañen solas a gloria. Su cuerpo sigue incorrupto.
Cuando Rita murió, la llaga de su frente resplandecía en su rostro como una estrella en un rosal. Era el año 1457. Así premiaba Jesús con dulces consuelos el calvario de su apasionada amante. Leon XIII la canonizó el 1900.
NOVENA A SANTA RITA DE CASIA
EXHORTACIÓN para los devotos que deseen hacer con fruto esta novena
El perfecto modo de venerar a los Santos es imitar sus virtudes; porque tributar reverentes obsequios a estos escogidos de Dios, gemir al pie de su respetable altar, implorar su protección, querer mediante ella que se abran y derramen los tesoros de la gracia y beneficiciencia de nuestro Dios, y dejarse al mismo tiempo seducir y arrastrar del espíritu del mundo, del amor al placer, de la impiedad, es una devoción falsa, una dañosa hipocresía, una ilusión del corazón, un culto aparente, estéril y superficial. La devoción a los Santos debe ser verdadera, interior, activa y permanente, es decir, que imitemos su amor a Dios, su caridad con el prójimo, su penitencia, su humildad, su fe, su religión, su justicia y su celo. Tal es el modo de conseguir la misericordia del Señor, la protección de sus siervos, la remisión de las culpas y la santificación de nuestras almas.
Puestos de rodillas, delante de alguna imagen de Santa Rita,; hecha la señal de la cruz y dicho el acto de contricción, se dará comienzo la novena:
ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS
Señor Dios omnipotente y misericordioso, conviérteme para que me arrepienta de mis pecados. Tócame para que me levante y vaya a tí y tengas misericordia de mí. Líbrame Señor, de todos los males presentes y futuros, concédeme la paz espiritual y temporal. Bendice al Papa, a los Obispos y a los Sacerdotes para que guíen con acierto al Pueblo de Dios, ilumina a todos los que tienen en sus manos los destinos de nuestra Patria, para que gobiernen conforme a los principios del Evangelio, dales un corazón recto para que no se aparten del camino de tu justicia. Te pido me concedas el remedio de mis necesidades que ahora te presento..., y que pongo por intercesora a Santa Rita de Casia, a quien invocaré en esta novena. Dame, Señor tu gracia, para que un día pueda cantar tus alabanzas en el cielo. Amén.

PETICIÓN A SANTA RITA DE CASIA
Bendita y abogada de los imposibles, Santa Rita de Casia, luminoso modelo de paciencia, azote de los demonios, refugio de los necesitados, y ejemplo de vida cristiana; esposa muy amada de Cristo, coronada con una de sus sagradas espinas, te ruego, si es para gloria de Dios y bien de mi alma, que me obtengas de Dios lo que te pido en esta NOVENA; sobre todo alcánzame una conversión total y que pueda enmendarme de mi mala vida por los méritos de mi Señor Jesucristo y los méritos de su Santísima Madre. Amén.
Día primero
ORACIÓN
Dios de bondad, Señor de los ángeles, refugio de los que en ti esperan, escucha mis súplicas, por los méritos de todos los santos y en particular por los de Santa Rita de Casia, ya que siempre estuvo dispuesta a cumplir tu santa voluntad. Por su intercesión, te suplico me concedas vivir siempre como auténtico cristiano, esperando me otorgues la gracia y el favor que te pido en esta NOVENA.... si es para tu gloria y bien de mi alma. Amén.

Aquí se rezan veintidós Avemarías a santa Rita de Casia.
PALABRA DEL SEÑOR
Jesús te dice: "Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque serán consolados. Dichosos los sufridos, porque heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía. Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos". (Mateo 5, 3-12)
(Unos instantes de reflexión; y pidamos la gracia que deseamos obtener por intercesión de Santa Rita.)
Preces:
- Para que todos los hombres respeten y amen la vida como un don de Dios, y para que los cristianos demos testimonio de un modo ordenado de vivir, roguemos al Señor.
- Para que santifiquemos la vida humana, manteniendo y desarrollando en nosotros la gracia santificante, roguemos al Señor.
- Para que la vida en familia sea una convivencia centrada y dirigida por el amor de Dios, roguemos al Señor.
Padrenuestro...
ORACIÓN FINAL
Gloriosa santa Rita, tú que de prodigiosa manera participaste de la dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, alcánzame que sufra, con resignación cristiana, las penas y dificultades de vida y protégeme en todas mis necesidades. Amén.
Día segundo
PALABRA DEL SEÑOR
Jesús te dice: "El que acepta mis mandamientos y los cumple, ese me ama. El que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él". (Juan 14, 21)
(Unos instantes de reflexión; y pidamos la gracia que deseamos obtener por intercesión de Santa Rita.)
Preces:
- Para que nuestra fe nos impulse a conocer y practicar mejor todo el contenido del Evangelio, roguemos al Señor.

- Para que en todas las circunstancias, incluso las más adversas, mantengamos la fidelidad y el testimonio de la fe cristiana, roguemos al Señor.
- Para que sepamos ser apóstoles de Cristo con nuestro comportamiento cristiano, roguemos al Señor.

Padrenuestro...
ORACIÓN FINAL
Dios, Padre Santo, a quien adoran y alaban los coros angélicos, y a quienes me uno, te ofrezco y consagro todos los méritos de Santa Rita de Casia, protectora y patrona mía, especialmente el gran amor con que te amó, el desprendimiento y abandono en que tuvo todas las cosas y honores del mundo, solamente por consagrarse a ti. Te pido, Señor y Dios mío, por el amor y los méritos de esta santa portadora de paz para tu Iglesia, escuches mi petición que te hago en esta NOVENA..., si es para gloria tuya y bien de mi alma. Amén.
Día tercero
PALABRA DEL SEÑOR
Jesús te dice: "El que no toma su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo". (Lucas 14, 27)

(Unos instantes de reflexión; y pidamos la gracia que deseamos obtener por intercesión de Santa Rita.)

Preces:
- Para que nunca perdamos la esperanza por muchas que sean las exigencias o sufrimientos de la vida, roguemos al Señor.
- Para que al mismo tiempo que confiamos en Dios, mantengamos el esfuerzo por ser fieles constantemente a su voluntad, roguemos al Señor.
- Para que la juventud viva con esperanza y sepa orientar su vida con el mejor sentido cristiano, roguemos al Señor.

Padrenuestro...
ORACIÓN FINAL
Te pido, Señor, por intercesión de Santa Rita, que llenes de luz y de gozo mi corazón y que me concedas por sus méritos, el favor que te pido en esta NOVENA..., si es para gloria tuya y bien de mi alma. Amén

Día cuarto
PALABRA DEL SEÑOR
Jesús te dice: "Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos. Vosotros son mis amigos, si hacéis lo que yo os mando..., que os améis los unos a los otros". (Juan 15, 12-17)

(Unos instantes de reflexión; y pidamos la gracia que deseamos obtener por intercesión de Santa Rita.)

Preces:
- Para que todas las familias cristianas hagan de su hogar un santuario de amor donde reine Dios, roguemos al Señor.

- Para que en todos nosotros prevalezca el amor a Dios y el amor al prójimo como la ley fundamental de nuestra vida, roguemos al Señor.

- Para que los esposos cristianos eduquen a sus hijos en la práctica del amor y les enseñen a superar los inconvenientes y tendencias destructoras del egoísmo, roguemos al Señor.

Padrenuestro...
ORACIÓN FINAL
Concédeme, Señor, que a imitación de Santa Rita de Casia, pueda siempre mostrarme lleno de amor y comprensión haica mis hermanos, como ella vivió observando tu gran mandamiento y practicando los consejos evangélicos. Hoy te ofrezco, Señor, sus sufrimientos y méritos, y por su intercesión te pido me concedas vivir siempre como hijo tuyo, para que dé testimonio de ti en todas partes y me concedas lo que en esta NOVENA te pido..., si es para gloria tuya y bien de mi alma. Amén.
Día quinto
PALABRA DEL SEÑOR
Jesús te dice: "Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas". (Mateo 11, 29)

(Unos instantes de reflexión; y pidamos la gracia que deseamos obtener por intercesión de Santa Rita.)

Preces:
- Para que aprendamos a orar buscando más a Dios que nuestros propios intereses, roguemos al Señor.

- Para que en nuestra oración de súplica busquemos antes el bien de los demás que el propio, roguemos al Señor.

- Para que utilicemos la oración como instrumento de santificación, hasta conseguir permanecer en frecuente diálogo oracional con Dios, roguemos al Señor.

Padrenuestro...
ORACIÓN FINAL
Te adoro, Dios mío, y te amo de todo corazón, tú que remedias todas nuestras necesidades, te alabo, te amo y te bendigo con todos los ángeles, como a mi Dios y a mi Creador; te presento todos los méritos de tu sierva Santa Rita de Casia, patrona y abogada mía, a quien concediste el don de pacificar los corazones difíciles, y de poner paz en las familias. Humildemente te suplico, Dios nuestro, que por su intercesión, pueda unirme más a ti y me preserves del pecado y de todo mal, concediéndome la gracia que te pido en esta NOVENA..., si es para gloria tuya y bien de mi alma. Amén.
Día sexto
PALABRA DEL SEÑOR
Jesús te dice: "Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se le arroja al fuego. Por sus frutos los reconocerán". (Mateo 7, 19-20)

(Unos instantes de reflexión; y pidamos la gracia que deseamos obtener por intercesión de Santa Rita.)
Preces:
- Para que todos perseveremos, con la más santa fidelidad, en todos los compromisos de nuestro propio estado de vida, roguemos al señor.

- Para que tengamos en la Iglesia suficientes y santas vocaciones religiosas y sacerdotales, que respondan al seguimiento de Cristo con la mejor eficacia, roguemos al Señor.

- Para que las familias cristianas favorezcan y ambienten adecuadamente la vocación cristiana de sus hijos y les ayuden a encontrar la mejor orientación a la hora de elegir su estado de vida, roguemos al Señor.

Padrenuestro...
ORACIÓN FINAL
Dios nuestro, a quien adoran todas las criaturas del cielo y de la tierra, como a su Señor, yo me uno para alabarte y bendecirte y por amor a ti, amo a mi prójimo como a mí mismo y perdono todas las ofensas recibidas. Te ofrezco los méritos de tu sierva y protectora mía, Santa Rita de Casia, a quien otorgaste innumerables gracias, para vencer las más difíciles empresas; te pido me concedas por su intercesión no ofenderte más y huír de las ocasiones próximas de pecado, favoreciéndome con lo que te pido en esta NOVENA..., si es para gloria tuya y bien de mi alma. Amén.
Día séptimo
PALABRA DEL SEÑOR
Jesús te dice: "¿De qué servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?". (Lucas 9, 25)

(Unos instantes de reflexión; y pidamos la gracia que deseamos obtener por intercesión de Santa Rita.)

Preces:
- Para que seamos conscientes de que por el bautismo hemos sido consagrados a Dios, y vivamos con agrado entregados a Él y fieles a su voluntad con amor cristiano, roguemos al Señor.

- Para que avivemos nuestra conciencia de ser la Iglesia de Cristo, y nos esforcemos por colaborar con todas sus necesidades, roguemos al Señor.

- Para que en la Iglesia tengamos Religiosos santos, a ejemplo de Santa Rita, roguemos al Señor.

Padrenuestro...

ORACIÓN FINAL
Dios nuestro, que otorgaste a Santa Rita la gracia de seguir gozosamente a Cristo en una vida de pobreza y de humildad, te ofrezco todos sus méritos, particularmente su paciencia y su penitencia; haz que, a ejemplo suyo, sea mi preocupación principal en esta tierra, la de amar y seguir a tu hijo, Jesucristo. Ahora, humildemente te ruego me concedas lo que te pido en esta NOVENA..., si es para gloria tuya y bien de mi alma. Amén.

Día octavo
PALABRA DEL SEÑOR
Jesús te dice: "Yo haré lo que ustedes pidan en mi nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo". (Juan 19, 13)

(Unos instantes de reflexión; y pidamos la gracia que deseamos obtener por intercesión de Santa Rita.)

Preces:
- Para que ante las exigencias lacerantes de la vida, mantengamos la confianza en Dios y el esfuerzo por demostrar bondad, roguemos al Señor.

- Para que ningún sufrimiento, adversidad o dolor, nos aparte del amor de Dios, antes, al contrario, nos ayude a asemejarnos más a Cristo Redentor, roguemos al Señor.

- Para que ante la enfermedad, la pérdida de los seres queridos o la proximidad de la muerte, reafirmemos la fe en Cristo y nos unamos a los sentimientos de su Pasión, con plena confianza en la Resurrección, roguemos al Señor.

Padrenuestro...


ORACIÓN FINAL
Escucha, Señor, nuestra oración, perdona mis pecados, para que tu misericordia se manifieste una vez más y así pueda recibir tu perdón y tu paz. Te ruego, por intercesión de Santa Rita de Casia, mi protectora y abogada, a quien concediste el don de amarte y servirte, me concedas lo que te pido en est NOVENA..., y así poderte servir con renovado entusiasmo y disfrutar continuamente de tus beneficios. Amén.



Día noveno
PALABRA DEL SEÑOR
Jesús te dice: "Habrá más alegría en el cielo por un pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse". (Lucas 15, 7)

(Unos instantes de reflexión; y pidamos la gracia que deseamos obtener por intercesión de Santa Rita.)

Preces:
- Para que aspiremos con sincero deseo a la santidad, roguemos al Señor.

- Para que en toda circunstancia de vida demostremos que vivimos para Dios, roguemos al Señor.

- Para que, con un cristiano ejemplo de conducta alegre y bondadosa, estimulemos a otros a obrar el bien y evitar el mal, y crear entre todos una grata convivencia cristiana, roguemos al Señor.

Padrenuestro ...


ORACIÓN FINAL
A ti, Padre Santo, que siempre escuchas a tus hijos y nos concedes más de lo que pedimos, te alabo y te bendigo junto con todos los coros de los ángeles, que llenos de tu amor, te aman y quieren que seas amado, te consagro en este último día de mi NOVENA, todo mi ser, con mi inteligencia, mi corazón, mis sentidos, para que nunca cometa el pecado y me libres de toda desgracia corporal. Te ofrezco los méritos de todos los santos, especialmente los de mi protectora y abogada, Santa Rita de Casia, que quisiste asociarla a los sufrimientos de tu Pasión. Concédeme por su intercesión, lo que te pido en esta NOVENA..., si es para tu mayor gloria y bien de mi alma, y así un día pueda participar de tu gloria eterna. Amén.
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DOMUND 2011

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