domingo, 30 de enero de 2011

Evangelio del día y comentarios a la Palabra diaria
Año
ImparDel 24/01/2011 al 29/01/2011
Tercera Semana del Tiempo Ordinario Descargar toda la semana en un sólo archivo PDF Introducción a la semana Esta semana la carta a los Hebreos insiste en la novedad del sacerdocio de Cristo, que lleva a plenitud los sacrificios de la alianza antigua, sellando una nueva y definitiva alianza con Dios. Ésta implica una íntima unión con Él, gracias a la ofrenda personal de Cristo (no hay alianza sin ofrenda), que, al identificarse con nosotros, nos asoció a su propia ofrenda para que fuéramos así gratos a Dios como él y capaces de interceder también nosotros por los demás, participando de su propio sacerdocio. Ahora bien, para que esa ofrenda suya dé fruto en la vida de cada uno, la carta exhorta a los destinatarios a reavivar una conducta que se ha ido debilitando entre ellos: la adhesión personal a Cristo por la fe, que ya en otro tiempo les ayudó a soportar numerosos padecimientos. No deben descuidar nunca esa actitud, que es la que conduce a la salvación definitiva.

El evangelio de Marcos va mostrándonos la actividad de Jesús a través de parábolas y signos que revelan su personalidad de enviado de Dios. Esta realidad invita a aceptar su palabra y tratar de vivir un nuevo tipo de relaciones con los demás, inaugurando ya el reino que él predica y que está llamado a crecer como una simiente vigorosa y fecunda.

Testigos de ese reino presente ya en nuestra historia son, esta semana: san Francisco de Sales (patrono de los periodistas por la agilidad de su pluma al servicio de la catequesis), cuya encantadora espiritualidad, especialmente dirigida a los laicos, manifiesta el gusto por “estas tres virtudes insignificantes: la dulzura del corazón, la pobreza de espíritu y la sencillez de la vida”; los santos Timoteo y Tito, íntimos colaboradores de san Pablo; y el teólogo dominico santo Tomás de Aquino, ejemplo admirable de creyente que busca entender y dar a conocer su fe, y guía excepcional que enseña a iluminar desde esa misma fe los problemas de la vida humana, como ha reconocido la autoridad de la Iglesia en numerosas ocasiones.

Fray Emilio García Álvarez
Convento de Santo Domingo. Caleruega (Burgos)

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