domingo, 2 de agosto de 2009

Nuestra Señora de los Ángeles


Nuestra
Señora de los Ángeles


La ciudad de  Cartago,
como muchas otras en la época colonial, segregaba a  los blancos de los indios y
mestizos.  A todo  el que no fuera blanco puro se le había prohibido  el acceso
a la ciudad, donde una cruz de piedra  señalaba la división y los
límites.

Estamos en los alrededores del  año 1635, en la sección llamada
"Puebla de los Pardos"  y Juana Pereira, una pobre mestiza, se ha levantado
al  amanecer para, como todos los días, buscar la leña que  necesita.  Es el 2
de agosto, fiesta de la  Virgen de los Angeles, y la luz del alba que  ilumina
el sendero entre los árboles, le permite a la  india descubrir una pequeña
imagen de la Virgen, sencillamente tallada  en una piedra oscura, visiblemente
colocada sobre una gran roca  en la vereda del camino.   Con gran alegría  Juana
Pereira recogió aquel tesoro, sin imaginar que otras cinco  veces más lo
volvería a hallar en el mismo sitio,  pues la imagen desaparecía de armarios,
cofres, y hasta del  sagrario parroquial, para regresar tenazmente a la roca
donde había  sido encontrada.  Entonces todos entendieron que la Virgen
quería  tener allí un lugar de oración donde pudiera dar su  amor a los humildes
y los pobres.

La imagen, tallada en  piedra del lugar, es muy pequeña,
pues mide aproximadamente sólo  tres pulgadas de longitud.  Nuestra Señora de
los Angeles  lleva cargado a Jesús en el brazo izquierdo, en el  que
graciosamente recoge los pliegues del manto que la cubre  desde la cabeza. Su
rostro es redondeado y dulce, sus  ojos son rasgados, como achinados, y su boca
es delicada.   Su color es plomizo con algunos destellos dorados como  diminutas
estrellas repartidas por toda la escultura.

La Virgen se
presenta  actualmente a la veneración de sus fieles en un hermoso  ostensorio de
nobles metales y piedras preciosas, en forma de  resplandor que la rodea
totalmente, aumentando visualmente su tamaño.   De la base de esta "custodia"
brota una flor de  lis rematada por el ángel que
sostiene la imagen
de  piedra.  De esta sólo se ven los rostros de  María y el Niño Jesús, pues un
manto precioso la  protege a la vez que la embellece.

La "Negrita" como
la  llama el cariño de los costarricenses, fue coronada solemnemente el  25 de
abril de 1926.  Nueve años más tarde,  su Santidad Pío XI elevó el Santuario de
la Reina  de los Angeles a la dignidad de Basílica menor.

A
Cartago  llega un constante peregrinar de devotos que vienen a visitar  a su
Madre de los cielos; muchos entran de rodillas,  como acto de humildad y de
acción de gracias y  luego van a orar ante la roca donde fue hallada  la bendita
imagen. Esta piedra se ha ido gastando por  el roce de tantas manos que la
acarician agradecidas mientras  oran, dan gracias y piden alivio a su dolor,
sus  sufrimientos o sus necesidades. Debajo de esta piedra brota un  manantial
cuyas aguas recogen los que acuden en busca de  la misericordia y la salud.  El
agua es signo  del bautismo. No hay otra cosa que mas quiera la  Virgen a que
vivamos profundamente las gracias de nuestro
bautismo





Oremos


Oh Soberana Reina de los Ángeles, Madre
amorosísima que te dignaste escoger a nuestra amada Patria para que fuera el
trono de tus misericordias, te damos gracias por los innumerables beneficios
recibidos de tu intercesión poderosa y te suplicamos que nos protejas en todos
los momentos de nuestra vida, sobre todo cuando nos aflijan las preocupaciones;
a esa hora, Oh Virgen y Madre de Dios, haz valer tus prerrogativas de Reina y de
Madre ante la Santísima Trinidad; socórrenos desde el cielo con amor de Madre y
con esplendidez de Reina. Vela por nuestra amada patria, Oh Reina Soberana de
los Ángeles y sálvala por amor a Cristo, Nuestro Rey y Señor.
AMEN.


Nuestra
Señora de los Angeles
Decimoctavo Domingo del Tiempo Ordinario : Jn 6,24-35

Leer el
comentario del Evangelio por

Guigo el Cartujo, (?-1188), prior de
la Gran Cartuja
Meditación 10

 


«Danos siempre de ese pan»


     El pan del alma es Cristo,
«el pan vivo bajado del cielo» (Jn 6,51) que alimenta a los suyos, ahora a
través de la fe, y por la visión en el mundo futuro. Porque Cristo habita en ti
por la fe, y la fe en Cristo es Cristo en tu corazón (Ef 3,17). Posees a Cristo
en la medida que tú crees en él.

     Y en verdad Cristo es un solo pan,
«porque no hay más que un solo Señor, una sola fe» (Ef 4,5) para todos los
creyentes aunque del mismo don de la fe unos reciban más y otros menos... Así
como la verdad es una, así también una sola fe en la verdad es la única guía y
alimento para los creyentes, y «el mismo y único Espíritu obra todo esto,
repartiendo a cada uno en particular como a él le parece» (1C
12,11).

     Así pues, vivimos todos del mismo pan y cada uno recibe su
parte; y sin embargo Cristo está todo entero para todos, excepto para los que
rompen la unidad... En el don que yo recibo poseo a Cristo entero y Cristo me
posee todo entero, igual que el miembro que pertenece al cuerpo entero posee, a
cambio, al cuerpo entero. Esta porción de fe que tú has recibido compartiéndola
con los demás es como el trozo pequeño de pan que tienes en tu boca. Pero si tú
no meditas de manera frecuente y piadosa eso que crees, si no lo masticas, esto
es, triturándolo y pasándolo de nuevo por los dientes, es decir, por los
sentidos de tu espíritu, no pasará de tu garganta, es decir, no llegará hasta tu
inteligencia. Pues, en efecto, ¿cómo podrás comprender bien lo que raramente y
con negligencia meditas, sobre todo tratándose de una cosa tenue e invisible?...
Que por la meditación, pues, «la Ley del Señor esté siempre en tu boca» (Ex,
3,9) a fin de que en ti nazca la buena inteligencia de estas cosas. A través de
la buena comprensión el alimento espiritual llega hasta tu corazón, para que
aprecies lo que has comprendido y lo recojas con amor.


Primera Lectura:

 Lectura del libro del Éxodo
(16,2-4.12-15):

En aquellos días, en el desierto, comenzaron todos a
murmurar contra Moisés y Aarón, y les decían: “¡Ojalá el Señor nos hubiera hecho
morir en Egipto! Allí nos sentábamos junto a las ollas de carne, y comíamos
hasta hartarnos; pero vosotros nos habéis traído al desierto para matarnos a
todos de hambre.” Entonces el Señor dijo a Moisés: “Voy a hacer que os llueva
comida del cielo. La gente saldrá a diario a recoger únicamente lo necesario
para el día. Quiero ver quién obedece mis instrucciones y quién no.” Y el Señor
se dirigió a Moisés y le dijo: “He oído murmurar a los israelitas. Habla con
ellos y diles: ‘Al atardecer comeréis carne, y por la mañana comeréis hasta
quedar satisfechos. Así sabréis que yo soy el Señor vuestro Dios.’” Aquella
misma tarde llegaron codornices, las cuales llenaron el campamento; y por la
mañana había una capa de rocío alrededor del campamento. Después que el rocío se
hubo evaporado, algo muy fino, parecido a la escarcha, quedó sobre la superficie
del desierto. Los israelitas, no sabiendo qué era aquello, al verlo se decían
unos a otros: “¿Y esto qué es?” Moisés les dijo: “Éste es el pan que el Señor os
da como alimento.”

Palabra de Dios


Salmo:

 Salmo 77

R./ El Señor les dio un trigo
celeste.

Lo que oímos y aprendimos,
lo que nuestros padres nos
contaron,
lo contaremos a la futura generación:
las alabanzas del Señor,
su poder. R./

Dio orden a las altas nubes,
abrió las compuertas
del cielo:
hizo llover sobre ellos maná,
les dio un trigo celeste.
R./

Y el hombre comió pan de ángeles,
les mandó provisiones
hasta la hartura.
Los hizo entrar por las santas fronteras,
hasta el monte
que su diestra había adquirido. R./


Segunda Lectura:

 Lectura de la carta del apóstol san Pablo a
los Efesios (4,17.20-24):

En el nombre del Señor os digo y encargo
que no viváis más como los paganos, que viven de acuerdo con sus vanos
pensamientos. Pero vosotros no conocisteis a Cristo para vivir de ese modo, si
es que realmente oísteis acerca de él; esto es, si de Jesús aprendisteis en qué
consiste la verdad. En cuanto a vuestra antigua manera de vivir, despojaos de
vuestra vieja naturaleza, que está corrompida por los malos deseos engañosos.
Debéis renovaros en vuestra mente y en vuestro espíritu, y revestiros de la
nueva naturaleza, creada a imagen de Dios y que se manifiesta en una vida recta
y pura, fundada en la verdad.

Palabra de Dios
Evangelio según San Juan
6,24-35.

Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus
discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca
de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo
llegaste?". Jesús les respondió: "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque
vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el
alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les
dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su
sello". Ellos le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de
Dios?". Jesús les respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que
él ha enviado". Y volvieron a preguntarle: "¿Qué signos haces para que veamos y
creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el
desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo".
Jesús respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo;
mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que
desciende del cielo y da Vida al mundo". Ellos le dijeron: "Señor, danos siempre
de ese pan". Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí
jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed. 

“Yo soy el Pan de Vida”





       Ya tenemos experiencia de la vida que nos ha tocado vivir. Ya tenemos
unos años y sabemos lo que puede dar de sí. A algunos se les han caído los
ideales que tuvieron de jóvenes. Otros ni siquiera llegaron a tener esos ideales
y se quedaron con la mirada a ras de tierra. Lo suyo fue un sobrevivir más que un vivir. Y es una pena.

       Porque la vocación a la que hemos sido llamados es a ser hijos e
hijas de Dios. Nada menos. Traducido en otro lenguaje no menos verdadero:
estamos llamados a ser personas en plenitud, libres y responsables, capaces de
tomar decisiones y de comprometernos para construir un mundo más humano, donde
todos sean respetados por su dignidad.
       Hay personas que por los
condicionamientos sociales, por su pobreza de miras, etc. han bajado los ojos y
el nivel de sus aspiraciones. Se conforman con tener el plato lleno, con llenar
la andorga todos los días. Y nada más. Jesús les dio de comer y ellos se
quedaron conformes y satisfechos. Siguieron a Jesús pensando que aquel banquete
gratuito se podía repetir y repetir. ¡Todas sus aspiraciones estaban cumplidas!
¡Todos sus sueños satisfechos!

Buscaban
pan y encontraron a Jesús
       Pero Jesús no dejaba a nadie en su
sitio. Su mensaje invitaba a salir de uno mismo, a levantar la cabeza y mirar al
horizonte, a descubrir el camino que tenemos por delante, lleno de desafíos y
peligros pero también de oportunidades. Por eso, a los que se le acercan en
busca de más pan –aunque sea duro– los provoca con sus palabras: “No trabajéis
por la comida que se acaba sino por la comida que permanece y os da vida
eterna”. Dicho con otras palabras del mismo Jesús: “No sólo de pan
vive el hombre”. O traducido a términos más laicos  pero llenos de sentido
religioso: la persona humana necesita el pan material pero también el pan de la
justicia, el pan del amor, el pan de la fraternidad, el pan de la libertad. La
vida de la persona no es sólo comer, es mucho más.
       Jesús llama a los
que le escuchan a romper el ciclo repetitivo en el que pueden caer las personas:
comer, saciarse, descansar, trabajar, comer, saciarse, descansar, trabajar.
¡Vivir para comer y comer para vivir! Eso no es todo hay algo más. Hay que
levantar los ojos y descubrirlo. El secreto está ahí, a la vista.
       El
secreto es que el milagro que experimentaron unos días antes aquella gente –la
lectura del Evangelio que escuchamos el domingo pasado– no consistió sólo en la
multiplicación de los panes y los peces. El milagro fue también la fraternidad
creada, la capacidad de Jesús de sentar a todos en paz y hacerlos compartir los
mismos alimentos. Por un momento nadie pensó si el vecino era puro o impuro, si
era digno de comer con él o si había que excluirlo de la comunión y echarlo de
la comunidad.

Soñar el sueño de Dios
       Aquello fue un
sueño. El más antiguo sueño de la humanidad hecho realidad por un momento.
También fue el sueño de Dios para nosotros, su anhelo más profundo: que seamos
una familia, que compartamos lo que tenemos en justicia y fraternidad. Eso es la
eucaristía: vivir y experimentar el sueño de Dios para nosotros.
        ¿Y
dónde está ese pan? Ahí viene la respuesta de Jesús. Clara y contundente. “Yo
soy el pan de vida. El que viene a mí nunca más tendrá hambre.” El pan material es alimento para el camino pero la vida
está en el camino. El maná de los israelitas no era la Tierra Prometida. Era
sólo el signo de Dios que les acompañaba y alimentaba en el camino hacia ella.
Pero ese alimento no les dispensó de hacer ellos mismos el camino, día a día,
paso a paso. Y allí en la Tierra Prometida encontrarían la vida.
      
Tenemos que renovarnos en la mente y en el espíritu –segunda lectura–. Para
crecer como personas, como hijos e hijas de Dios, libres y responsables. Para
asumir el camino, con sus dificultades y desafíos. Para seguir a Jesús en pos de
la verdadera vida. Para hacer realidad en este mundo el sueño de Dios, que es el
mismo sueño de Jesús: el Reino. En el camino encontraremos el pan que nos irá
dando la vida, iremos haciendo fraternidad, justicia, libertad, amor. Iremos
haciendo el Reino. Y viviremos la Vida que Jesús nos regala.
 

Fernando Torres Pérez cmf

Primera Lectura:

 Levítico: 25, 1. 8-17

El Señor
dijo a Moisés en la montaña del Sinaí:
«Contarás siete semanas de años, siete
por siete, o sea, cuarenta y nueve años. El día diez del séptimo mes, el día de
la Expiación, harán sonar las trompetas y las harán sonar por todo el
país.
Declararán santo el año cincuenta y proclamarán la liberación para
todos los habitantes del país. Será para ustedes año de jubileo y podrá recobrar
cada uno sus propiedades y volver a su familia.
El año cincuenta será para
ustedes un año de jubileo; no sembrarán ni cosecharán lo que los campos
produzcan por sí mismos; no harán la vendimia de las viñas sin cultivar, puesto
que es año jubilar, y será sagrado para ustedes. Comerán de los productos de la
cosecha anterior.
En este año jubilar todos recobrarán sus propiedades.
Cuando le vendas o le compres alguna cosa a tu prójimo, no lo engañes. Ponle
precio a lo que compres a tu prójimo, atendiendo al número de años transcurridos
desde el último jubileo; él te venderá a ti en proporción a las cosechas
anuales. Mientras más años falten para el jubileo, más aumentará el precio;
mientras menos tiempo falte, más rebajarás el precio; porque lo que tu prójimo
te vende son las cosechas que faltan.
Ninguno de ustedes haga daño a su
hermano; antes bien, teman a su Dios, porque yo soy el Señor, Dios de
ustedes».

Palabra de Dios


Salmo:

 Salmo 66

Que te alaben, Señor,
todos los pueblos.

Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve,
Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu
obra salvadora.
R.

Las naciones con júbilo te canten, porque
juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la
tierra a las naciones.
R.

La tierra ha producido ya sus frutos,
Dios nos ha bendecido. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo
entero.
R.


Evangelio:

 Mateo 14, 1-12
En aquel tiempo, el rey
Herodes oyó lo que contaban de Jesús, y dijo a sus cortesanos:
«Es Juan el
Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas
milagrosas».
Es que Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la
cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Filipo, porque Juan le decía
que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida,
tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta.
El día del
cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías bailó delante de todos, y le gustó
tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella, aconsejada por su madre,
le dijo:
«Dame, ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el
Bautista».
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no
quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó degollar a Juan
en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la
joven y ella se la llevó a su madre.
Después vinieron los discípulos de Juan,
recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a
Jesús.

Palabra del Señor

Viernes de la 17ª semana de Tiempo Ordinario


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Primera Lectura:

 Lectura del libro del Levítico 23,
1.4-11.15-16.27.34b-37


El Señor dijo a Moisés:
«Estas son las
festividades del Señor, en las que convocarán a asambleas litúrgicas. El día
catorce del primer mes, al atardecer, es la fiesta de la Pascua del Señor. El
día quince del mismo mes es la fiesta de los panes sin levadura, dedicada al
Señor. Comerán panes sin levadura durante siete días. El primer día de éstos se
reunirán en asamblea litúrgica y no harán ningún trabajo. Los siete días harán
ofrendas al Señor. El día séptimo se volverán a reunir en asamblea litúrgica y
no harán ningún trabajo de siervos».
El Señor volvió a hablar a Moisés y le
dijo:
«Di a los israelitas: Cuando entren en la tierra que yo les voy a dar y
recojan la cosecha, le llevarán la primera gavilla al sacerdote, quien la
agitará ritualmente en presencia del Señor, el día siguiente al sábado para que
sea aceptada.
Pasadas siete semanas completas, contando desde el día
siguiente al sábado en que lleven la gavilla para la agitación ritual, hasta el
día siguiente al séptimo sábado, es decir, a los cincuenta días, harán una nueva
ofrenda al Señor.
El día diez del séptimo mes es el día de la expiación. Se
reunirán en asamblea litúrgica, harán penitencia y presentarán una ofrenda al
Señor. El día quince de este séptimo mes comienza la fiesta de los Campamentos,
dedicada al Señor, y dura siete días. El primer día se reunirán en asamblea
litúrgica. No harán trabajos serviles. Los siete días harán ofrendas al Señor.
El octavo día volverán a reunirse en asamblea litúrgica y a hacer una ofrenda al
Señor. Es día de reunión religiosa solemne. No harán trabajos serviles.
Estas
son las festividades del Señor, en las que se reunirán en asamblea litúrgica y
ofrecerán al Señor oblaciones, holocaustos y ofrendas, sacrificios de comunión y
libaciones, según corresponde a cada día».

Palabra de Dios


Salmo:

 Salmo 80

R. Aclamemos al Señor,
nuestro Dios.


Entonemos un canto al son de las guitarras y del arpa.
Que suene la trompeta en esta fiesta que conmemora nuestra
alianza.R.

Porque ésta es una ley en Israel, es un precepto que el
Dios de Jacob estableció para su pueblo, cuando lo rescató de
Egipto.R.

«No tendrás otro Dios fuera de mí ni adorarás a dioses
extranjeros. Pues yo, el Señor, soy el Dios tuyo, el que te sacó de Egipto, tu
destierro».R.


Evangelio:

 † Lectura del santo Evangelio según san
Mateo
13, 54-58

aquel tiempo, Jesús llegó a su tierra y se puso a
enseñar a la gente en la sinagoga, de tal forma, que todos estaban asombrados y
se preguntaban:
«¿De dónde ha sacado éste esa sabiduría y esos poderes
milagrosos? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es María su madre, y no son sus
hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven entre nosotros todas sus
hermanas? ¿De dónde, pues, ha sacado todas estas cosas?»
Y se negaban a creer
en él. Entonces Jesús les dijo:
«Un profeta no es despreciado más que en su
patria y en su casa».
Y no hizo muchos milagros allí por la incredulidad de
ellos.Palabra del Señor

Viernes de la 17ª semana de Tiempo Ordinario


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Querido amigo/a:

Hoy aparece Jesús en su pueblo.
La gente le conoce. Le vio gatear de niño. Le vio aprender a leer. Le vio dar
sus primeros pasos con el martillo y las maderas... Por eso se extrañan de que
pueda ahora enseñar, mostrar algo nuevo, algo que sea distinto de lo de
siempre...

Los vecinos de Jesús se han perdido algunas de sus lecciones.
No le han oído hablar del Reino, que empieza con lo pequeño. Creen que ya lo
saben todo de él. No le han visto hacer ningún signo y ya le niegan la
posibilidad de hacerlo... Con esa actitud, poco se puede hacer.

Este
evangelio nos invita a no despreciar lo cercano, lo conocido, lo de cada día.
Dios puede hablar a través de ello, como a los paisanos de Jesús les intentó
hablar a través de su vecino...

¿Qué te dicen los cercanos? ¿Qué ves en
la calle, en el barrio, en los telediarios de la televisión? ¿Qué ves en tu
gente, en tu trabajo, en tu medio? Dios puede estar hablándote a través de todo
ello, llamándote a hacer algo, o a hacerlo de otra manera...

No quites
valor a lo de cada día. En medio de todo ello vamos fraguando la vida. La
familia, el grupo, el trabajo, las lecturas, la oración cotidiana... Como decía
Santa Teresa, “Dios está entre los pucheros”.
Que tengas un buen día...
cotidiano.

Tu hermano en la fe:

Luis Manuel Suárez, claretiano  

Jueves de la 17ª semana de Tiempo Ordinario


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Primera Lectura:

 Éxodo 40, 16-21. 34-38

En aquellos
días, Moisés hizo todo ajustándose a lo que el Señor le habla mandado.

El
día uno del mes primero del segundo año fue construido el santuario. Moisés
construyó el santuario, colocó las basas, puso los tablones con sus trancas y
plantó las columnas; montó la tienda sobre el santuario y puso la cubierta sobre
la tienda; como el Señor se lo habla ordenado a Moisés.

Colocó el
documento de la alianza en el arca, sujetó al arca los varales y la cubrió con
la placa. Después la metió en el santuario y colocó la cortina de modo que
tapase el arca de la alianza; como el Señor se lo había ordenado a
Moisés.

Entonces la nube cubrió la tienda del encuentro, y la gloria del
Señor llenó el santuario.

Moisés no pudo entrar en la tienda del
encuentro, porque la nube se había posado sobre ella, y la gloria del Señor
llenaba el santuario.

Cuando la nube se alzaba del santuario, los
israelitas levantaban el campamento, en todas las etapas. Pero, cuando la nube
no se alzaba, los israelitas esperaban hasta que se alzase.

De día la
nube del Señor se posaba sobre el santuario, y de noche el fuego, en todas sus
etapas, a la vista de toda la casa de Israel.

Palabra de
Dios


Salmo:

 Sal 83, 3. 4. 5-6a y 8a. 11

R. ¡Qué
deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!


Mi alma se consume
y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo.
R.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios
mío. R.

Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza; caminan de baluarte en baluarte.
R.

Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa, y prefiero el
umbral de la casa de Dios a vivir con los malvados. R.


Evangelio:

 Mateo 13, 47-53

En aquel tiempo,
dijo Jesús a la gente:

-«El reino de los cielos se parece también a la
red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la
arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los
tiran.

Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles,
separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será
el llanto y el rechinar de dientes.

¿Entendéis bien todo esto?
»

Ellos les contestaron:

-«Sí.»

Él les dijo:

-«Ya
veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de
familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo. »

Cuando Jesús
acabó estas parábolas, partió de allí.

Palabra del Señor
Querido amigo/a:

Hoy Jesús nos presenta el Reino como una gran red, con
la que los marineros salen a pescar... y que recoge todo lo que hay. Y que
cuando está llena, se sube a la barca y se va seleccionando, para quedarse con
lo bueno y desechar lo que no sirve.

Es normal: no todo es lo mismo. Como
se dice por aquí, “no da igual ocho que ochenta”. Para el Dios del Reino hay
cosas que tienen mucho valor, pero hay otras que no sirven, porque no construyen
humanidad, Reino, Vida.
La vida es el tiempo de la libertad. Se nos ha
regalado un tiempo y unas capacidades, y con ello podemos hacer muchas cosas.
Podemos construir... o destruir. También podemos darnos cuenta y arrepentirnos.
La vida es también tiempo de perdón y de reconciliación.

Por eso, al
final, no será lo mismo una vida entregada -de las múltiples maneras que se
puede entregar-, que una vida guardada, malgastada –de las muchas formas que
también se puede hacer esto-. El final de la vida será la verdad y la
consolidación de lo que fue.

Dios quiere que todos los hombres y mujeres
se salven... En su casa hay sitio para tod@s, y ya nos lo ha preparado. Pero
respeta nuestra libertad. Malgastar la vida es como decidir quedarse fuera de la
fiesta, del banquete que nos ha preparado... y que ya estamos pudiendo gustar
aquí en la tierra.

La vida eterna es vivir con Dios y con los otros. La
muerte eterna es vivir sin Dios y sin los demás. Ambas empiezan ahora, pero se
consolidarán al final... aunque no nos toca a nosotros determinarlo, sino al
Dios de Jesucristo, que respeta nuestra libertad a la vez que es
misericordioso...

Pero sobre todo no nos toca a nosotros hacer el juicio
antes de tiempo. La red con los peces tiene su selección al final, no durante la
pesca.

Sigamos caminando, dando pasos hacia la Vida y ayudando a otros a
vivir ya de la plenitud que Dios nos ofrece.
Ojalá que nadie se quede fuera
de la fiesta...

Tu hermano en la fe:

Miércoles de la 17ª semana de Tiempo Ordinario


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Primera Lectura:

 Éxodo 34, 29-35

Cuando Moisés bajó
del monte Sinaí con las dos tablas de la alianza en la mano, no sabía que tenia
radiante la piel de la cara, de haber hablado con el Señor. Pero Aarón y todos
los israelitas vieron a Moisés con la piel de la cara radiante, y no se
atrevieron a acercarse a él.

Cuando Moisés los llamó, se acercaron Aarón
y los jefes de la comunidad, y Moisés les habló.

Después se acercaron
todos los israelitas, y Moisés les comunicó las órdenes que el Señor le habla
dado en el monte Sinaí.

Y, cuando terminó de hablar con ellos, se echó un
velo por la cara.

Cuando entraba a la presencia del Señor para hablar con
él, se quitaba el velo hasta la salida. Cuando salía, comunicaba a los
israelitas lo que le habían mandado. Los israelitas veían la piel de su cara
radiante, y Moisés se volvía a echar el velo por la cara, hasta que volvía a
hablar con Dios.

Palabra de Dios


Salmo:

 Salmo responsorial: 98

R. Santo eres,
Señor, Dios nuestro.


Ensalzad al Señor, Dios nuestro, /postraos ante
el estrado de sus pies: / Él es santo. R.

Moisés y Aarón con sus
sacerdotes, / Samuel con los que invocan su nombre, / invocaban al Señor, / y él
respondía. R.

Dios les hablaba desde la columna de nube; / oyeron
sus mandatos y la ley que les dio. R.

Ensalzad al Señor, Dios
nuestro; / postraos ante su monte santo: / Santo es el Señor, nuestro Dios.
R.


Evangelio:

 Mateo 13, 44-46

En aquel tiempo,
dijo Jesús a la gente:

-«El reino de los cielos se parece a un tesoro
escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de
alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El reino de los
cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una
de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.Palabra
del Señor
 Manuel Suárez, claretiano
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Querido amigo/a:

Hoy Jesús nos vuelve a hablar
del Reino de Dios. Se ve que es el tema de la semana...
En realidad, la
humanidad siempre ha buscado “el secreto de la felicidad”, “la piedra de la
sabiduría”, “el elixir de la eterna juventud”... “el tesoro”.
Pues bien,
Jesús dice que eso, encontrar el tesoro de la vida y el secreto de la
existencia, es como encontrar el Reino. El que lo encuentra, es capaz de dejarlo
todo por ello.
Su rostro se vuelve luminoso, como el de Moisés
(“contempladlo, y quedaréis radiantes”, dice un Salmo).
Sus manos se abren,
para dar y recibir.
Su corazón se esponja, con un sitio para todos.
La
vida se vuelve confianza, en la salud y en la enfermedad.
El mundo se
transforma en la casa de todos.
El futuro se contempla con
esperanza...
“Reino de Dios”. Los dos términos son importantes. Porque el
Reino no es anónimo, sino que tiene un Padre, Alguien para quien somos alguien,
con nombre, con historia, con futuro. Y “Dios del Reino”, porque no es un Dios
aislado, alejado, abstraído... Es un Dios que se da a la humanidad, que inaugura
un reinado nuevo, que se preocupa por todos.


“Venga tu Reino,
Señor.
Venga a nosotros
y que lo acojamos, lo amasemos y lo
repartamos
a manos llenas”.

Tu hermano en la fe:Luis Manuel Suárez, claretiano 

Martes de la 17ª semana de Tiempo Ordinario.


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Primera Lectura:

 Éxodo 33, 7-11; 34, 5b-9. 28

En
aquellos días, Moisés levantó la tienda de Dios y la plantó fuera, a distancia
del campamento, y la llamó «tienda del encuentro». El que tenia que visitar al
Señor salía fuera del campamento y se dirigía a la tienda del
encuentro.

Cuando Moisés salía en dirección a la tienda, todo el pueblo
se levantaba y esperaba a la entrada de sus tiendas, mirando a Moisés hasta que
éste entraba en la tienda; en cuanto él entraba, la columna de nube bajaba y se
quedaba a la entrada de la tienda, mientras él hablaba con el Señor, y el Señor
hablaba con Moisés.

Cuando el pueblo vela la columna de nube a la puerta
de la tienda, se levantaba y se prosternaba, cada uno a la entrada de su
tienda.

El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con
un amigo. Después él volvia al campamento, mientras Josué, hijo de Nun, su joven
ayudante, no se apartaba de la tienda.

Y Moisés pronunció el nombre del
Señor.

El Señor pasó ante él, proclamando:

-«Señor, Señor, Dios
compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad.
Misericordioso hasta la milésima generación, que perdona culpa, delito y pecado,
pero no deja impune y castiga la culpa de los padres en los hijos y nietos,
hasta la tercera y cuarta generación.»

Moisés, al momento, se inclinó y
se echó por tierra.

Y le dijo:

-«Si he obtenido tu favor, que mi
Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona
nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.»

Moisés estuvo
allí con el Señor cuarenta días con sus cuarenta noches: no comió pan ni bebió
agua; y escribió en las tablas las cláusulas del pacto, los diez
mandamientos.

Palabra de Dios.


Salmo:

 Sal 102, 6-7. 8-9. 10-11. 12-13

R. El
Señor es compasivo y misericordioso.


El Señor hace justicia y
defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los
hijos de Israel. R.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento
a la ira y rico en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor
perpetuo. R.

No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos
paga según nuestras culpas. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta
su bondad sobre sus fieles. R.

Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. Como un padre siente ternura por sus
hijos, siente el Señor ternura por sus fieles. R.


Evangelio:

 Mateo 13, 36-43

En aquel tiempo,
Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a
decirle:

-«Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»

Él les
contestó:

-«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el
campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son
los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha
es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.

Lo mismo que se
arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre
enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y
malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar
de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre.
El que tenga oídos, que oiga.»

Palabra del Señor
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Querido amigo/a:

Hoy se nos cuenta una escena
cotidiana de Jesús. “Dejó a la gente y se fue a casa”. Jesús también descansa.
Jesús también toma distancia. Jesús también comparte con los suyos.

Allí,
en la casa, sus amigos le piden que les aclare, que no entendieron bien. Y él
les explicaría, hasta que pareciera que entendían... Y comerían, y descansarían,
y hablarían de mil cosas, y de cómo iba la misión, y de sus familias de
origen... y de lo que les preocupaba, y de la situación del pueblo, y de...
tantas cosas...

Los cristianos estamos llamados a tener intimidad con
Jesús. Como Moisés, que hablaba “cara a cara” con Dios. Una fe que no se cultiva
en la oración es como una amistad que no se ejercita en el encuentro, en el
trato, en la conversación.
En su tiempo, entre las multitudes de Galilea
había quien seguía a Jesús a distancia, con encuentros esporádicos, de tarde en
tarde... Pero desde que está Resucitado, accesible en todo tiempo y en todo
lugar, la invitación es a seguirle de cerca, tenerle presente, intimar con él:
en la oración breve o larga de cada día; en la celebración de cada domingo; en
la confianza con que se puede vivir la vida...

Tampoco es cuestión de
estar todo el día pensando en Jesús... pero sí buscar esos momentos de
intimidad, y vivir todo en la onda de estar en su presencia, procurando abrir
los mismos caminos que él intentó: caminos de Reino.
Que tengas una buena
jornada.
Tu hermano en la fe:Luis Manuel Suárez, claretiano
Lunes de la 17ª semana de Tiempo Ordinario.

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Primera Lectura:

 Lectura del libro del Éxodo 32, 15-24.
30-34

En aquellos días, Moisés se volvió y bajó del monte con las dos
tablas de la alianza en la mano. Las tablas estaban escritas por ambos lados;
eran hechura de Dios, y la escritura era escritura de Dios, grabada en las
tablas. Al oír Josué el griterío del pueblo, dijo a Moisés:
-«Se oyen gritos
de guerra en el campamento.» 
Contestó él: 
-«No es grito de victoria, no
es grito de derrota, que son cantos lo que oigo.» 
Al acercarse al campamento
y ver el becerro y las danzas, Moisés, enfurecido, tiró las tablas y las rompió
al pie del monte. Después agarró el becerro que habían hecho, lo quemó y lo
trituró hasta hacerlo polvo, que echó en agua, haciéndoselo beber a los
israelitas. Moisés dijo a Aarón: 
-« ¿Qué te ha hecho este pueblo, para que
nos acarreases tan enorme pecado? » 
Contestó Aarón: 
-«No se irrite mi
señor. Sabes que este pueblo es perverso. Me dijeron: "Haznos un Dios que vaya
delante de nosotros, pues a ese Moisés que nos sacó de Egipto no sabemos qué le
ha pasado." Yo les dije: "Quien tenga oro que se desprenda de él y me lo dé"; yo
lo eché al fuego, y salió este becerro.» 
Al día siguiente, Moisés dijo al
pueblo: 
-«Habéis cometido un pecado gravísimo; pero ahora subiré al Señor a
expiar vuestro pecado.» 
Volvió, pues, Moisés al Señor y le dijo: 
-«Este
pueblo ha cometido un pecado gravísimo, haciéndose dioses de oro. Pero ahora, o
perdonas su pecado o me borras del libro de tu registro. » 
El Señor
respondió: 
-«Al que haya pecado contra mí lo borraré del libro. Ahora ve y
guía a tu pueblo al sitio que te dije; mi ángel irá delante de ti; y cuando
llegue el día de la cuenta, les pediré cuentas de su pecado.»

Palabra
de Dios.


Salmo:

 Sal 105, 19-20. 21-22. 23

R. Dad
gracias al Señor porque es bueno.

En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición; cambiaron su gloria por la imagen de un toro que
come hierba. R

Se olvidaron de Dios, su salvador, que había
hecho prodigios en Egipto, maravillas en el país de Cam, portentos junto al mar
Rojo. R

Dios hablaba ya de aniquilarlos; pero Moisés, su
elegido, se puso en la brecha frente a él, para apartar su cólera del
exterminio. R.


Evangelio:

 Lectura del santo evangelio según san Mateo
13, 31-35

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la
gente:

-«El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno
siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es
más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y
vienen los pájaros a anidar en sus ramas.»

Les dijo otra
parábola:

-«El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la
amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.»

Jesús
expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía
nada.

Así se cumplió el oráculo del profeta:

«Abriré mi boca
diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del
mundo.»

Palabra del Señor.
Querido amigo/a:

El evangelio de hoy “huele” a Jesús. Esa era su forma de
hablar: en parábolas, con comparaciones sencillas, para que todos los que
quisieran le entendiesen. Y ese era su tema preferido: el Reino. Dicen los
entendidos que de las dos cosas que más habló Jesús fue de Dios Padre y del
Reino. Hoy nos habla del Reino...

¿Qué es el Reino de Dios? Se entiende
mejor si lo traducimos por “reinado”: el mundo anda un poco a la deriva, entre
nuestras ansias de tener y de poder. Así le pasaba a Israel, cuyos reyes y
gobernantes no siempre buscaban el bien común, sino que a veces preferían el
bien propio o el de unos pocos... Así las cosas, el pueblo de Israel esperaba un
rey que protegiese a todos, especialmente a los más débiles... en cuyo reino se
pudiese vivir la paz, el encuentro, la justicia, la comunicación, la
esperanza... la vida.

Jesús aparece entre nosotros como “profeta del
reino”: el viene anunciando que ese Reino esperado ya está aquí; que el reinado
de Dios se inaugura con sus palabras y con sus obras; que todo puede ser
nuevo...

Y anuncia ese reino a todos, empezando por los de abajo,
comparándolo con un grano de mostaza que, siendo pequeño, crece hasta dar cobijo
a los pájaros... o la levadura, que aunque casi no se ve, es capaz de fermentar
toda la masa del pan. En otras ocasiones nos habló de la sal, que siendo pequeña
es capaz de dar sabor...

Hoy también podemos decir que el Reino es como
la vela que encendemos en la Vigilia Pascual, que siendo pequeña, unida a otras
muchas, es capaz de iluminar una catedral... o como una chispa, que cuando
prende es capaz de dar fuego, calor, luz... o como una palabra de aliento, que
en un momento determinado es capaz de levantar una vida...

Es el
misterio de lo pequeño. Es el misterio del Reino. Es el misterio de la vida de
Jesús, escondida y enterrada en un rincón de nuestro mundo, que ha prendido la
mayor de las revoluciones de la historia: somos hijos y hermanos, y podemos
vivir como tales. ¡Qué grande...!

¿A qué más podremos comparar el Reino /
el Reinado de Dios? Si se te ocurre alguna, compártela en este foro... Y, sobre
todo, busca cómo puedes tú, en tu vida, acoger y ayudar a crecer este Reino que
se nos da.
Que tengas un buen día.

Tu hermano en la fe:Luis Manuel Suárez, claretiano 

Dad gracias al Señor porque es bueno.

Lunes de la 17ª semana de Tiempo Ordinario.Lectura del libro del Éxodo 32, 15-24. 30-34

En aquellos días,
Moisés se volvió y bajó del monte con las dos tablas de la alianza en la mano.
Las tablas estaban escritas por ambos lados; eran hechura de Dios, y la
escritura era escritura de Dios, grabada en las tablas. Al oír Josué el griterío
del pueblo, dijo a Moisés:
-«Se oyen gritos de guerra en el campamento.»

Contestó él:
-«No es grito de victoria, no es grito de derrota, que son
cantos lo que oigo.»
Al acercarse al campamento y ver el becerro y las
danzas, Moisés, enfurecido, tiró las tablas y las rompió al pie del monte.
Después agarró el becerro que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta hacerlo
polvo, que echó en agua, haciéndoselo beber a los israelitas. Moisés dijo a
Aarón:
-« ¿Qué te ha hecho este pueblo, para que nos acarreases tan enorme
pecado? »
Contestó Aarón:
-«No se irrite mi señor. Sabes que este pueblo
es perverso. Me dijeron: "Haznos un Dios que vaya delante de nosotros, pues a
ese Moisés que nos sacó de Egipto no sabemos qué le ha pasado." Yo les dije:
"Quien tenga oro que se desprenda de él y me lo dé"; yo lo eché al fuego, y
salió este becerro.»
Al día siguiente, Moisés dijo al pueblo:
-«Habéis
cometido un pecado gravísimo; pero ahora subiré al Señor a expiar vuestro
pecado.»
Volvió, pues, Moisés al Señor y le dijo:
-«Este pueblo ha
cometido un pecado gravísimo, haciéndose dioses de oro. Pero ahora, o perdonas
su pecado o me borras del libro de tu registro. »
El Señor respondió:

-«Al que haya pecado contra mí lo borraré del libro. Ahora ve y guía a tu
pueblo al sitio que te dije; mi ángel irá delante de ti; y cuando llegue el día
de la cuenta, les pediré cuentas de su pecado.»

Palabra de
Dios.


Sal 105, 19-20. 21-22. 23

R. Dad gracias al Señor porque es
bueno.


En Horeb se hicieron un becerro, adoraron un ídolo de
fundición; cambiaron su gloria por la imagen de un toro que come hierba.
R.

Se olvidaron de Dios, su salvador, que había hecho prodigios
en Egipto, maravillas en el país de Cam, portentos junto al mar Rojo. R.


Dios hablaba ya de aniquilarlos; pero Moisés, su elegido, se puso en la
brecha frente a él, para apartar su cólera del exterminio. R.


 


Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 31-35

En aquel
tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente:

-«El reino de los
cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es
la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se
hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en
sus ramas.»

Les dijo otra parábola:

-«El reino de los cielos se
parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta
para que todo fermente.»

Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y
sin parábolas no les exponía nada.

Así se cumplió el oráculo del
profeta:

«Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde
la fundación del mundo.»

Palabra del Señor.


Oración Colecta


Controla nuestra impaciencia, Señor,
cuando
tratamos de imponer
tu verdad, justicia y paz
en una Iglesia y en un
mundo
no dispuestos todavía a acogerlas.
En nuestra impotencia y
desaliento
que aprendamos a aceptar
que todo verdadero crecimiento viene
de ti.
Nosotros solamente podemos
plantar la pequeña semilla,
pero eres
tú quien la hace crecer
hasta llegar a ser un árbol
que puede dar
cobijo
a todos los que acepten tu palabra
Te lo pedimos por Cristo nuestro
Señor.

Intenciones

  • Que la diminuta chispa de fe, todavía viva en los corazones de muchos que
    abandonan la Iglesia, no se apague totalmente, sino que crezca de nuevo y sea
    luz brillante que les guíe a Dios y a sus hermanos, oremos:
    R/ Señor, que venga a nosotros tu
    Reino.


  • Que los misioneros sigan sembrando la semilla de la alegre Buena Noticia del
    Señor en nuestro mundo, que con frecuencia se muestra indiferente y hostil al
    evangelio, oremos:
    R/ Señor, que venga a
    nosotros tu Reino.


  • Que las semillas del compartir y de la unidad sigan creciendo en nuestras
    comunidades cristianas, hasta que lleguen a ser un solo corazón y una sola alma
    en el Señor, que las reúne en esta mesa de la eucaristía, oremos:
    R/ Señor, que venga a nosotros tu
    Reino.

Oración sobre las
Ofrendas



Oh Dios, Padre paciente y
todopoderoso:
traemos ante ti estos frutos: el pan y el vino,
que han
crecido de pequeñas semillas de trigo
y de pequeños brotes de la vid.
Por
el poder de tu Espíritu
ellos se convertirán en el cuerpo y sangre de
Jesús,
tu Hijo entre nosotros.
Que la semilla de su vida y de su
mensaje
dé mucho fruto en nosotros, tu pueblo,
y nos haga ser el cuerpo
místico de Cristo para el mundo,
Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro
Señor

Oración después de la
Comunión



Oh Dios, Padre nuestro:
Con mano generosa has
sembrado en nosotros
la semilla de todo lo bueno y verdadero,
tu Hijo
Jesucristo.
Aunque nuestra fe y amor
parezcan ahora insignificantes y
desalentadores,
danos la esperanza y la fuerza
para que él pueda unirnos
en una comunidad
donde la justicia la verdad y la libertad
prevalezcan
hasta que la cosecha esté madura para la siega.
Danos esto por
mediación de Cristo tu Hijo, nuestro Señor.
Bendición
Todo crecimiento es lento, tan
lento que es casi invisible. Todo lo que crece necesita tiempo. Ese es el modo
cómo la palabra de Dios, en la que creemos, tiene que crecer en medio de
nosotros y construir un reino donde la gente responda al Dios fiel fidelidad y
realice los planes del mismo Dios.
Que la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes.

 





Querido amigo/a:

El evangelio de hoy “huele” a Jesús. Esa era su forma
de hablar: en parábolas, con comparaciones sencillas, para que todos los que
quisieran le entendiesen. Y ese era su tema preferido: el Reino. Dicen los
entendidos que de las dos cosas que más habló Jesús fue de Dios Padre y del
Reino. Hoy nos habla del Reino...

¿Qué es el Reino de Dios? Se entiende
mejor si lo traducimos por “reinado”: el mundo anda un poco a la deriva, entre
nuestras ansias de tener y de poder. Así le pasaba a Israel, cuyos reyes y
gobernantes no siempre buscaban el bien común, sino que a veces preferían el
bien propio o el de unos pocos... Así las cosas, el pueblo de Israel esperaba un
rey que protegiese a todos, especialmente a los más débiles... en cuyo reino se
pudiese vivir la paz, el encuentro, la justicia, la comunicación, la
esperanza... la vida.

Jesús aparece entre nosotros como “profeta del
reino”: el viene anunciando que ese Reino esperado ya está aquí; que el reinado
de Dios se inaugura con sus palabras y con sus obras; que todo puede ser
nuevo...

Y anuncia ese reino a todos, empezando por los de abajo,
comparándolo con un grano de mostaza que, siendo pequeño, crece hasta dar cobijo
a los pájaros... o la levadura, que aunque casi no se ve, es capaz de fermentar
toda la masa del pan. En otras ocasiones nos habló de la sal, que siendo pequeña
es capaz de dar sabor...

Hoy también podemos decir que el Reino es como
la vela que encendemos en la Vigilia Pascual, que siendo pequeña, unida a otras
muchas, es capaz de iluminar una catedral... o como una chispa, que cuando
prende es capaz de dar fuego, calor, luz... o como una palabra de aliento, que
en un momento determinado es capaz de levantar una vida...

Es el
misterio de lo pequeño. Es el misterio del Reino. Es el misterio de la vida de
Jesús, escondida y enterrada en un rincón de nuestro mundo, que ha prendido la
mayor de las revoluciones de la historia: somos hijos y hermanos, y podemos
vivir como tales. ¡Qué grande...!

¿A qué más podremos comparar el Reino /
el Reinado de Dios? Si se te ocurre alguna, compártela en este foro... Y, sobre
todo, busca cómo puedes tú, en tu vida, acoger y ayudar a crecer este Reino que
se nos da.
Que tengas un buen día.

Tu hermano en la fe:Luis Manuel Suárez, claretiano (luismacmf@yahoo.es)


viernes, 17 de julio de 2009

Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 Domingo 16 del Tiempo Ordinario.

 Lectura del libro de Jeremías
(23,1-6):

Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas
de mi rebaño –oráculo del Señor–. Por eso, así dice el Señor, Dios de Israel: «A
los pastores que pastorean mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, las
expulsasteis, no las guardasteis; pues yo os tomaré cuentas, por la maldad de
vuestras acciones –oráculo del Señor–. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas
de todos los países adonde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas,
para que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las pastoreen; ya no
temerán ni se espantarán, y ninguna se perderá –oráculo del Señor–.
Mirad que
llegan días –oráculo del Señor– en que suscitaré a David un vástago legítimo:
reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus días se
salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre:
El-Señor-nuestra-justicia.»Palabra de Dios


Salmo: 22

R/. El Señor es mi pastor, nada me
falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me
hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
R/.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su
nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas
conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

Preparas una mesa
ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi
copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos
los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
R/.
 Lectura de la carta del apóstol san Pablo a
los Efesios (2,13-18):


Ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la
sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz.
Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro
que los separaba: el odio. Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas,
haciendo las paces, para crear con los dos, en él, un solo hombre nuevo.
Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la
cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia de la paz: paz a
vosotros, los de lejos; paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos
acercarnos al Padre con un mismo Espíritu. Palabra de Dios
 Lectura del santo evangelio según san Marcos
(6,30-34):

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con
Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Él les dijo: «Venid
vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.» Porque eran tantos los
que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a
un sitio tranquilo y apartado.
Muchos los
Domingo 16 del Tiempo Ordinario.

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Jesús, líder para la libertad

        Parece que este mundo está necesitado de líderes. Nos encanta tener
grandes figuras que nos guíen, que nos orienten, que nos declaren con palabras
sencillas lo que está mal y lo que está bien, que nos digan lo que podemos y
debemos hacer. Hay líderes de muchos tipos. Están los políticos (Chaves, Obama,
Fidel y muchos otros). Podemos no estar de acuerdo con sus ideas pero son
personas que lideran, que guían a los demás. Hay muchos que los siguen
ciegamente. No es necesario pensar ni reflexionar sobre lo que dice el líder. Lo
que dice está, por supuesto, bien dicho, es bueno, es justo, es la verdad.

       
También hay líderes religiosos. No vamos a decir nombres. Arrastran multitudes.
Entroncan con sentimientos muy profundos de las personas. Muchas veces, la
mayoría a Dios gracias, lideran para el bien. Hay muchos otros líderes
parciales: líderes en la literatura, en la ciencia, en el deporte, etc. Pero el
efecto es siempre el mismo: los líderes, la mayor parte de las veces,  impiden
que las personas piensen y hagan su propio camino, que tomen sus propias
decisiones. Si el literato de moda dice que tal novela es muy mala, ya puede su
autor buscar otro trabajo, no logrará vender ni un ejemplar. Hasta pasa en los
colegios y escuelas. Cuando el líder de la clase señala a uno de sus compañeros
como cobardica o acusica o miedoso, todos los demás lo seguirán sin pensar en lo
que van a hacer. Y en la moda, donde siempre hay líderes que nos dicen lo que
tenemos que vestir.

Un liderazgo
diferente

        El liderazgo de Jesús es diferente. Hay que tener
cuidado al hablar de la imagen del pastor. El pastor tradicional cuida a las
ovejas porque éstas son tontas, no saben adonde ir y morirían si no fuese por el
pastor. Algo de eso se puede aplicar a nosotros. Pero no todo. La verdad, la
gran verdad, es que Jesús nos libera de todas las ataduras para que seamos
libres, para que tomemos nuestras propias decisiones, para que arriesguemos en
la construcción del Reino, para que hacernos hermanos de nuestros hermanos sea
la mayor urgencia que sintamos en nuestra vida.
       
Jesús y sus apóstoles están cansados y, por eso, buscan un sitio para descansar.
Normal. Pero hay urgencias que van más allá de las propias necesidades: “Jesús
vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin
pastor”. Ahí está la clave de la lectura: la compasión. No como la solemos
entender en el sentido de alguien que desde arriba mira hacia abajo y siente
pena de lo que está pasando la otra persona sino como el que se abaja, se pone
al nivel del otro y se com-padece con él, siente con él, experimenta sus
sentimientos. Jesús no juzga sino que se acerca y comparte. Esa es la actitud de
Jesús. Por eso, es la actitud que Dios tiene con nosotros. Y, por eso, debería
ser la nuestra con nuestros hermanos y hermanas. Así y no de otra forma se
construye el Reino de Dios, la fraternidad, la familia de los hijos e hijas de
Dios.
        Jesús no está interesado en ser un líder que arrastre y domine
a sus seguidores. Jesús lidera para la libertad. Lo suyo es participar en la
creación del hombre nuevo, del hombre reconciliado, liberado del odio y la
enemistad (segunda lectura). Los seguidores de Jesús son los hombres y mujeres
libres, capaces de estrechar la mano a todos, sin prejuicios de ningún tipo, sin
miedo porque al otro no se le ve nunca como amenaza sino como hijo o hija de
Dios. Es otra forma de ser líder. Es otra forma de ser pastor, fundada en la
libertad, la justicia y el derecho (primera lectura).

Libres para liberar
        Todos tenemos
que aprender a ser pastores de nuestros hermanos, a compadecernos con ellos, a
ponernos a su nivel, como hacía Jesús. Y reconocer nuestros errores, pedir
perdón porque a veces nos hemos aprovechado del rebaño en vez de servirlo y
promover su libertad. Y
darnos cuenta de que siempre podemos aprender a ser mejores pastores, desde el
papa hasta el último (¿o primer?) cristiano. La historia de la Iglesia nos dice
que hemos metido muchas veces la pata. No hay ninguna razón para suponer que
somos mejores que nuestros padres. Por eso, hay que ponerse en camino, fijarnos
en Jesús y pedirle que nos enseñe a ser pastores, a sentir con nuestros hermanos
y hermanas, como él hizo siempre.
        Y liberarnos, claro está, de los
líderes que nos esclavizan y oprimen, que nos impiden ser nosotros mismos y
asumir nuestras propias responsabilidades, que nos dicen lo que tenemos que
hacer y hacen que renunciemos a pensar por nosotros mismos. Esos líderes nunca
son buenos líderes. El liderazgo de Jesús fue liberador. Y no podemos renunciar
a la libertad que él nos regaló con el precio de su sangre.

 vieron marcharse y los
reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel
sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio
lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles
con calma.Palabra del Señor

Lectura del libro del Éxodo 12, 37-42
En aquellos días, los
israelitas marcharon de Ramsés hacia Sucot: eran seiscientos mil hombres de a
pie, sin contar los niños; y les seguía una multitud inmensa, con ovejas y vacas
y enorme cantidad de ganado.
Cocieron la masa que hablan sacado de Egipto,
haciendo hogazas de pan ázimo, pues no había fermentado, porque los egipcios los
echaban y no los dejaban detenerse; y tampoco se llevaron provisiones.
La
estancia de los israelitas en Egipto duró cuatrocientos treinta
años.
Cumplidos los cuatrocientos treinta años, el mismo día, salieron de
Egipto las legiones del Señor.
Noche en que veló el Señor para sacarlos de
Egipto: noche de vela para los israelitas por todas las generaciones.
 Sal 135, 1 y 23-24. 10-12. 13-15
R.
Porque es eterna su misericordia

En nuestra humillación, se acordó de
nosotros :R.
Y nos libró de nuestros opresores: R.
Él hirió a
Egipto en sus primogénitos: R.
Y sacó a Israel de aquel país: R.
Con mano poderosa, con brazo extendido: R.
Él dividió en dos
partes el mar Rojo: R.
Y condujo por en medio a Israel: R.
 Mateo 12, 14-21
En aquel tiempo,
los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús.
Pero Jesús se enteró, se
marchó de allí, y muchos le siguieron.
Él los curó a todos, mandándoles que
no lo descubrieran.
Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías:
«Mirad a
mi siervo, mi elegido, mi alnado, mi predilecto.
Sobre él he puesto mi
espíritu para que anuncie el derecho a las naciones.
No porfiará, no gritará,
no voceará por las calles.
La caña cascada no la quebrará, el pábilo
vacilante no lo apagará, hasta implantar el derecho; en su nombre esperarán las
naciones.»

Sábado de la 15ª semana de Tiempo Ordinario.


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 En aquellos días, los israelitas comenzaron una larga
marcha. Salían de Egipto donde habían vivido, mal que bien, 430 años. Se dice
pronto. Y ahora tomaban todas su cosas y tenían que salir a toda prisa. Ni
siquiera tuvieron tiempo para que la masa del pan fermentase. No tenían muy
claro a dónde se dirigían. Confiaban en Moisés, aunque el tiempo demostró que
incluso esa confianza era muy frágil. El camino se prometía duro y la promesa de
la Tierra estaba muy lejana. No se veía en el horizonte. Dejaban atrás su casa
de siempre. Sus calles. Los rincones donde habían jugado de pequeños. Más
adelante en el camino, cuando sientan las punzadas del hambre, se acordarán con
pena de los ajos y cebollas que tenían en abundancia en Egipto. Pero les guiaba
Moisés y salieron. Su fe no era muy fuerte pero lo suficiente para ponerse en
camino.
  Cientos de años después, los oprimidos se volvieron a encontrar
con un salvador: Jesús. Su fe seguía siendo vacilante. Pero Jesús les curaba de
sus enfermedades, les liberaba de la opresión, les abría un horizonte que,
aunque lejano, hablaba de libertad. Y de nuevo se pusieron en camino. Jesús es
el elegido, el amado, el predilecto, el que anuncia el derecho a las
naciones.
  Hoy seguimos manteniendo la esperanza. En nuestro mundo sigue
habiendo mucha opresión, demasiada injusticia. La podemos sentir personalmente o
la sentimos por empatía con nuestros hermanos y hermanas que más sufren. Nuestra
fe es flaca. En ocasiones sentimos ganas de abandonar y nos preguntamos si
valdrá la pena tanta lucha. Pero Dios, el Abbá de Jesús, nos sigue invitando a
levantar la cabeza y mirar al horizonte, porque se acerca nuestra liberación, la
de todos. Porque ya está implantando su derecho. Hoy, sábado, mantengamos la
esperanza. Y sigamos caminando.


Fernando Torres
Misionero Claretiano
Lectura del libro del Éxodo 11, 10-12, 14

En aquellos días, Moisés
y Aarón hicieron muchos prodigios en presencia del Faraón; pero el Señor hizo
que el Faraón se empeñara en no dejar marchar a los israelitas de su
territorio.
Dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de
Egipto:
-«Este mes será para vosotros el principal de los meses; será
para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: "El
diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si
la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de
casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta
terminarlo.
Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o
cabrito.
Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea
de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas
y el dintel de la casa donde lo hayáis comido.
Esa noche comeréis la
carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas.
No
comeréis de ella nada crudo ni cocido en agua, sino asado a fuego: con cabeza,
patas y entrañas. No dejaréis restos para la mañana siguiente; y, si sobra algo,
lo quemaréis.
Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los
pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua,
el paso del Señor.
Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando
muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de
todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor.
La sangre será vuestra señal
en las casas donde estéis; cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará
la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto.
Este día será
para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta del Señor, ley perpetua
para todas las generaciones. "»
Salmo:
 Sal 115, 12-13. 15-16be. 17-18
R.
Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.

Mucho
le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Siervo tuyo soy, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas. R.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando
tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo.
R.


Evangelio:

 Mateo 12, 1-8
Un sábado de
aquéllos, Jesús atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre,
empezaron a arrancar espigas y a comérselas. Los fariseos, al verlo, le
dijeron:
-«Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está
permitida en sábado.»
Les replicó:
-«¿No habéis leído lo que hizo
David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y
comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a
sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes.
¿Y no habéis leído en la Ley
que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en
culpa?
Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo.
Si
comprendierais lo que significa "quiero misericordia y no sacrificio", no
condenaríais a los que no tienen culpa.
porque el Hijo del hombre es
señor del sábado.»
 de la 15ª semana de Tiempo Ordinario. Nuestra Señora del
Carmen.
Viernes de la 15ª semana de Tiempo Ordinario

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    La lectura del Éxodo y la del Evangelio tienen un
punto en común: las dos hablan de comer. En la primera se habla de una comida
que salva, que libera. Los que participan en la comida ritual de la Pascua son
los que se libran de la muerte y ya se ponen en camino hacia una tierra nueva.
Los discípulos que comen espigas en el Evangelio lo hacen porque tienen hambre.
Lo suyo es también una comida de vida. No saciar el hambre significaría morir,
poner el punto final a la vida que tenemos. Lo curioso es la intervención de los
fariseos. Son los intérpretes de la ley. Y su interpretación hace que la comida
que salva y da la vida se convierta en comida de muerte y condenación. Ellos
condenan a los que comen. Sus muchos estudios de la ley les han hecho llegar a
la conclusión de que hay que alabar a Dios, que hay que hacerlo en sábado y que
coger las espigas, sacar los granos y comerlos significa no alabar a Dios sino
ofender lo. Los discípulos no han cumplido la sagrada ley del sábado y por eso
han incurrido en pecado. Están condenados. La ley del sábado se impone sobre la
ley de la vida.

  Es tremendo que se pueda llegar a manipular la religión
de esa manera. Hay que volver a recordar una y otra vez la frase de aquel santo
padre: "La gloria de Dios es la vida del hombre" (San Ireneo, siglo II). Alabar
a Dios no puede ir contra la vida del hombre. Porque no hay otra forma de dar
gloria a Dios que promover la vida de la persona humana, una vida en plenitud
tanto material como espiritual, una vida en libertad, en responsabilidad. Los
fariseos, y tantos otros a lo largo de la historia, se equivocan de medio a
medio. Los israelitas del Éxodo dieron gloria a Dios con aquella comida ritual,
con la primera Pascua. Gracias a ella tomaron fuerzas para el camino hacia la
Tierra Prometida. Atender a los hambrientos se convierte así en nuestra primera
tarea, en la tarea más espiritual que podemos imaginar, en la mejor manera de
dar gloria a Dios. No hay celebración litúrgica que la iguale.


Fernando Torres
Misionero Claretiano 
Primera Lectura:
 Lectura del libro del Éxodo 3,
13-20

En aquellos días, Moisés, después de oír la voz del Señor desde
la zarza ardiendo, le replicó:
-«Mira, yo iré a los israelitas y les
diré: "El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. " Si ellos me
preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?»
Dios dijo a
Moisés:
_«"Soy el que soy"; esto dirás a los israelitas: " 'Yo-soy me
envía a vosotros."»
Dios añadió:
-«Esto dirás a los israelitas:
"Yahvé (Él-es), Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de
Jacob, me envía a vosotros. Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de
generación en generación."
Vete, reúne a los ancianos de Israel y diles:
"El Señor, Dios de vuestros padres, de Abrahán, de Isaac y de Jacob, se me ha
aparecido y me ha dicho: 'Os tengo presentes y veo cómo os tratan los egipcios.
He decidido sacaros de la opresión egipcia y llevaros al país de los cananeos,
hititas, amorreos, fereceos, heveos y jebuseos, a una tierra que mana leche y
miel.' "
Ellos te harán caso, y tú, con los ancianos de Israel, te
presentarás al rey de Egipto y le diréis: "El Señor Dios de los hebreos nos ha
encontrado, y nosotros tenemos que hacer un viaje de tres jornadas por el
desierto para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios."
Yo sé que el
rey de Egipto no os dejará marchar si no es a la fuerza; pero yo extenderé la
mano, heriré a Egipto con prodigios que haré en el país, y entonces os dejará
marchar.»


Salmo:

 Sal 104, 1 y 5. 8-9. 24-25. 26-27
R.
El Señor se acuerda de su alianza eternamente.

Dad gracias al Señor,
invocad su nombre, dad a conocer sus hazañas a los pueblos. Recordad las
maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca. R.
Se
acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada, por mil generaciones; de
la alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac. R.
Dios hizo
a su pueblo muy fecundo, más poderoso que sus enemigos. A éstos les cambió el
corazón para que odiasen a su pueblo, y usaran malas artes con sus siervos.
R.
Pero envió a Moisés, su siervo, y a Aarón, su escogido, que hicieron
contra ellos sus signos, prodigios en la tierra de Cam. R.


Evangelio:

 Mateo 11, 28-30
En aquel tiempo,
exclamó Jesús:
-«Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y
yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mi, que soy manso y humilde de
corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga
ligera.»

Jueves de la 15ª semana de Tiempo Ordinario. Nuestra Señora del
Carmen.


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    Una fiesta más de María. Pero una fiesta, la del
Carmen, que me trae recuerdos y nostalgias de mi niñez. Me hace pensar en el
escapulario de la Virgen del Carmen que mi madre me colocó al cuello siendo
niño. Ella también lo llevaba. Y mis tías y mis hermanos. Y todo el mundo. Era
algo así como llevar la Virgen a cuestas, estar con ella todo el día, llevarla
pegada a la piel. Una presencia que animaba a llevar una vida cristiana no sólo
cuando se estaba en la Iglesia rezando, asistiendo a misa o participando en
algún acto. También estaba María con nosotros cuando se iba al Colegio, cuando
se daba una vuelta con los amigos, cuando se estudiaba o trabajaba. Luego,
venían las Avemarías, las Salves, los Rosarios, el Mes de Mayo, la novena al
Corazón de María y a la Virgen del Carmen. Todo nos ayudaba a tener presente a
María, la madre de Jesús.
  Hoy, pasado el Vaticano II, muchas de esas
devociones han caído. Pero a veces tengo la impresión de que, habiendo limpiado
nuestra fe de muchas adherencias accidentales, se nos ha ido la mano y hemos
perdido algo de lo esencial. María sigue siendo un elemento clave en la vida
cristiana. María es la que se sitúa en medio de la comunidad cristiana y nos
recuerda y señala siempre a Jesús. De la que nos dijo "Haced lo que Él os diga",
dice Jesús en el Evangelio de hoy que "Estos son mi madre y mis hermanos. El que
cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi
madre".
  Ahí nos lleva la presencia de María en nuestras vidas: a
enfrentarnos con el Evangelio, a mirar de frente a nuestro Padre Dios y cumplir
su voluntad, que no es otra cosa que edificar aquí y ahora su reino. María es
esa presencia continua, amorosa, silenciosa pero expresiva, que nos recuerda que
no hay otra cosa que valga la pena hacer más que amar a los hermanos y crear
fraternidad. Cuando era pequeño, era eso lo que me decía el escapulario que me
puso mi madre. Hoy nos hace falta volver a recordarlo.


Fernando Torres 
Misionero
Claretiano
Miércoles de la 15ª semana de Tiempo Ordinario.

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    La primera lectura nos narra el comienzo de una
gran amistad. Es una amistad inusitada, inusual y un tanto desequilibrada. Es la
amistad entre un pastor y Dios. Todo empieza por la curiosidad. Por aquellos
pagos llegó Moisés con sus ovejas. Y, un poco aburrido de tanto vagar en soledad
por el monte, ve con curiosidad una zarza que arde sin consumirse. Se dejó
llevar por la curiosidad y... se encontró en la presencia de Dios, de Yahvé. Y
Dios cambió su vida. De pastor a liberador. De aburrida a arriesgada. Siempre en
el límite de lo increíble. Pero siempre cercano a su amigo, que le dará fuerzas
para cumplir la misión que le encomendará: liberar a los israelitas de la
opresión de los egipcios. No es una misión pequeña y Moisés se siente incapaz de
llevarla adelante. Pero Dios le promete su presencia y su asistencia.
 
Todo se resuelve en el Evangelio. Desde él se nos hace comprensible esa amistad
tan extraña entre el pastor y Dios Todopoderoso. Y la misión tan grande que le
encomienda. Es que Dios, el Abba de Jesús, esconde su grandeza a los sabios y
entendidos y se revela a la gente sencilla. Hasta a un pastor que era
oficialmente impuro desde el punto de vista de las autoridades religiosas
judías. No sólo eso. Dios es capaz de transformar a un humilde pastor en el
liberador de un pueblo. Dios se hace cercano a los más humildes, a los últimos
de nuestro mundo. "Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes",
cantará María en el Magnificat. Dios desprecia a los que se sienten seguros de
sí mismos, de su poder y de su sabiduría, y se acerca a los pobres y sencillos,
les brinda su amistad.
  Hoy necesitamos seguir escuchando con el corazón
estas lecturas. Porque nos devuelven la esperanza. Y, sobre todo, devuelven la
esperanza a los pobres, a los marginados, a los últimos. ¡Dios está cerca de
ellos y no dejará de atender sus gritos de socorro!


Fernando
Torres

Misionero Claretiano

Lectura del libro del Éxodo 3, 1-6. 9-12
En aquellos días, Moisés
pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño
trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios.
El
ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se
fijó: la zarza ardía sin consumirse.
Moisés se dijo:
-«Voy a
acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la
zarza. »
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde
la zarza:
-«Moisés, Moisés.»
Respondió él:
-«Aquí estoy.
»
Dijo Dios:
-«No te acerques; quítate las sandalias de los pies,
pues el sitio que pisas es terreno sagrado.»
Y añadió:
-«Yo soy el
Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de
Jacob.»
Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios.
El Señor
le dijo:
-«El clamor de los israelitas ha llegado a mí, y he visto cómo
los tiranizan los egipcios.
Y ahora marcha, te envió al Faraón para que
saques a mi pueblo, a los israelitas.»
Moisés replicó a Dios:

¿Quién soy yo para acudir al Faraón o para sacar a los israelitas de
Egipto?»
Respondió Dios:
-«Yo estoy contigo; y ésta es la señal de
que yo te envió: cuando saques al pueblo de Egipto, daréis culto a Dios en esta
montaña.»


Salmo:

 Sal 102, 1-2. 3-4. 6-7
R. El Señor es
compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi
ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.
R.
Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata
tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. R.
El Señor hace
justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus
hazañas a los hijos de Israel. R.


Evangelio:

 Mateo 11, 25-27
En aquel tiempo,
exclamó Jesús:
-«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque
has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la
gente sencilla. Si, Padre, así te ha parecido mejor.
Todo me lo ha
entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al
Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
»
Lectura del libro del Éxodo 2, 1-15a

aquellos días, un hombre de
la tribu de Leví se casó con una mujer de la misma tribu; ella concibió y dio a
luz un niño. Viendo qué hermoso era, lo tuvo escondido tres meses. No pudiendo
tenerlo escondido por más tiempo, tomó una cesta de mimbre, la embadurnó de
barro y pez, colocó en ella a la criatura, y la depositó entre los juncos, junto
a la orilla del Nilo.

Una hermana del niño observaba a distancia para ver
en qué paraba.
La hija del Faraón bajó a bañarse en el Nilo, mientras sus
criadas la seguían por la orilla. Al descubrir la cesta entre los juncos, mandó
a la criada a recogerla.
La abrió, miró dentro, y encontró un niño
llorando.
Conmovida, comentó:
-«Es un niño de los
hebreos.»
Entonces, la hermana del niño dijo a la hija del
Faraón:
-«¿Quieres que vaya a buscarle una nodriza hebrea que críe al
niño?»
Respondió la hija del Faraón:
-«Anda.»
La muchacha
fue y llamó a la madre del niño.
La hija del Faraón le
dijo:
-«Llévate al niño y críamelo, y yo te pagaré.»
La mujer tomó
al niño y lo crió.
Cuando creció el muchacho, se lo llevó a la hija del
Faraón, que lo adoptó como hijo y lo llamó Moisés, diciendo:
-«Lo he
sacado del agua.»
Pasaron los años, Moisés creció, fue adonde estaban sus
hermanos, y los encontró transportando cargas. Y vio cómo un egipcio maltrataba
a un hebreo, uno de sus hermanos.
Miró a un lado y a otro, y, viendo que
no había nadie, mató al egipcio y lo enterró en la arena.
Al día
siguiente, salió y encontró a dos hebreos riñendo, y dijo al
culpable:
-«¿Por qué golpeas a tu compañero?»
Él le
contestó:
-«¿Quién te ha nombrado jefe y juez nuestro? ¿Es que pretendes
matarme como mataste al egipcio?»
Moisés se asustó pensando: «La cosa se
ha sabido.»
Cuando el Faraón se enteró del hecho, buscó a Moisés para
darle muerte; pero Moisés huyó del Faraón y se refugió en el país de
Madián.


Salmo:

 Sal 68, 3. 14. 30-31. 33-34

R.
Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Me estoy
hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer pie;
he entrado en la hondura
del agua, me arrastra la corriente. R.
Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me
ayude. R.
Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de
gracias. R.
Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y
revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus
cautivos. R.


Evangelio:

 Mateo 11, 20-24
En aquel tiempo,
se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde habla hecho casi todos sus
milagros, porque no se habían convertido:
-«¡ Ay de ti, Corozaín, ay de
ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en
vosotras, hace tiempo que se habrian convertido, cubiertas de sayal y
ceniza.
Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a
Sidón que a vosotras.
Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás
al infierno.
Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en
ti, habría durado hasta hoy.
Os digo que el día del juicio le será más
llevadero a Sodoma que a ti.»

Martes de la 15ª semana de Tiempo Ordinario


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 Comienza hoy en la primera lectura la lectura de la
historia de Moisés y, por extensión, la historia de la liberación de Israel de
la opresión de los egipcios. Dios actuó en favor de su pueblo con brazo
extendido y mano poderosa. Dios escuchó el clamor de los hebreos, sometidos a
esclavitud por los egipcios. Dios no podía no escuchar el clamor de los que
sufrían la injusticia. Al final, como dice un teólogo moderno, todo empezó
porque Dios intervino en un conflicto laboral en favor de los que siempre llevan
la peor parte.
  Ese relato ha sido y es un elemento clave en la
espiritualidad judía y cristiana. La relectura del libro del Éxodo se impone
para comprender al Dios de Jesús, un Dios-Abbá que desea la libertad para
nosotros, sus hijos, que nos rescata de la opresión y de la injusticia, y nos
abre el futuro y el horizonte a un reino de fraternidad y de justicia, de
libertad y de amor. Está bien que la liturgia diaria nos invite a la escucha
atenta y orante de aquel relato en el que se fundan nuestras esperanzas. También
nosotros sentimos la opresión y la injusticia. También nosotros vivimos
aterrados por el dolor y la muerte que en todas sus formas nos atenazan. Y
sentimos vivamente la necesidad de la esperanza. Dios se nos hace necesario
porque es el único que da sentido a nuestra lucha, a nuestro compromiso diario
en favor del reino o, lo que es lo mismo, en favor de nuestros hermanos y
hermanas.
  Lo malo es cuando no queremos ver los signos de Dios
presentes en nuestra historia. A los que están ciegos por no querer abrir los
ojos, sólo les rodea la oscuridad. El Dios que liberó a los hebreos por medio de
Moisés se manifestó totalmente en Jesús. Y en él y por él sigue actuando en el
día a día de nuestra historia. Hoy la palabra de Jesús en el Evangelio nos
desafía a descubrirse vivo y actuando en nuestro mundo, en nuestra historia
personal y comunitaria. ¡Abrid los ojos y dejaros guiar por la luz!


Fernando Torres
Misionero Claretiano
Lectura del libro del Éxodo 1, 8-14. 22
En aquellos días, subió al
trono en Egipto un Faraón nuevo, que no había conocido a José, y dijo a su
pueblo: -«Mirad, el pueblo de Israel está siendo más numeroso y fuerte que
nosotros; vamos a vencerlo con astucia, pues si no, cuando se declare la guerra,
se aliará con el enemigo, nos atacará, y después se marchará de nuestra tierra.»
Así, pues, nombraron capataces que los oprimieron con cargas, en la construcción
de las ciudades granero, Pitom y Ramsés. Pero, cuanto más los aprimían, ellos
crecían y se propagaban más. Hartos de los israelitas, los egipcios les
impusieron trabajos crueles, y les amargaron la vida con dura esclavitud: el
trabajo del barro, de los ladrillos, y toda clase de trabajos del campo; les
imponían trabajos crueles. Entonces el Faraón ordenó a toda su gente: -«Cuando
nazca un niño, echadlo al Nilo; si es niña, dejadla con vida.»
Palabra
de Dios.


Salmo:

 Sal 123, 1-3. 4-6. 7-8
R. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor.

Si el Señor no hubiera estado de
nuestra parte - que lo diga Israel -, si el Señor no hubiera estado de nuestra
parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos: tanto ardía
su ira contra nosotros.
R.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las
aguas espumantes. Bendito el Señor, que no nos entregó en presa a sus dientes.
R.
Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del
cazador; la trampa se rompió, y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del
Señor, que hizo el cielo y la tierra.
R.


Evangelio:

 Lectura del santo evangelio según san Mateo
10, 34-11,1

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: -«No penséis
que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino
espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a
la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa. El
que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mi; el que quiere
a su hijo o a su hija más que a mi no es digno de mi; y el que no coge su cruz y
me sigue no es digno de mi. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda
su vida por mi la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el
que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es
profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo
tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua
fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su
paga, os lo aseguro. » Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce
discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus
ciudades.
Palabra del Señor