viernes, 19 de junio de 2009

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús


Domingo de la 12ª semana de Tiempo Ordinario        

Lectura del libro de Job
(38,1.8-11):
El Señor habló a Job desde la tormenta: «¿Quién cerró el
mar con una puerta, cuando salía impetuoso del seno materno, cuando le puse
nubes por mantillas y nieblas por pañales, cuando le impuse un límite con
puertas y cerrojos, y le dije: "Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se
romperá la arrogancia de tus olas”?» 
Palabra de Dios

 Salmo responsorial Sal
106,23-24.25-26.28-29.30-31

R/. Dad gracias al Señor, porque es
eterna su misericordia.

Entraron en naves por el mar,
comerciando
por las aguas inmensas.
Contemplaron las obras de Dios,
sus maravillas
en el océano. R/.
Él habló y levantó un viento tormentoso,
que
alzaba las olas a lo alto;
subían al cielo, bajaban al abismo,
el
estómago revuelto por el marco. R/.
Pero gritaron al Señor en su
angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Apaciguó la tormenta en suave
brisa,
y enmudecieron las olas del mar. R/.
Se alegraron de
aquella bonanza,
y él los condujo al ansiado puerto.
en gracias al Señor
por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.
R/.
 Lectura de la segunda carta del apóstol san
Pablo a los Corintios (5,14-17):

Nos apremia el amor de Cristo, al
considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Cristo murió por todos,
para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó
por ellos. Por tanto, no valoramos a nadie según la carne. Si alguna vez
juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no. El que es de Cristo es una
criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.Palabra
de Dios.
 Lectura del santo evangelio según san Marcos
(4,35-40):

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos
a la otra orilla.»
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba;
otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían
contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un
almohadón. Lo despertaron, diciéndole:
«Maestro, ¿no te importa que nos
hundamos?»
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: «¡Silencio,
cállate!»
El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué sois
tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?»
Se quedaron espantados y se decían unos a
otros: «¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le
obedecen!»Palabra de Dios

Serenidad en medio de la Tormenta



      Cuando estábamos en el seminario menor, en invierno, cuando había galerna
en el mar, algunas veces nos dejaban salir a ver las olas que chocaban contra el
malecón que defendía el puerto. Eran terribles. Algunas de ellas llegaban con su
espuma hasta lo alto del faro, que estaba plantado sobre un promontorio enorme
que sobresalía del mar como un inmenso barco. Al chocar contra la orilla, las olas producían un estruendo horrendo.
No era seguro estar cerca de la orilla. No sería la primera vez que un golpe de
mar se llevaba a alguien y el mar no devolvía su cuerpo hasta pasados unos días.

      De vez en cuando la tormenta era tan fuerte que el malecón, hecho a
base de bloques enormes de hormigón, quedaba roto. La fuerza del agua era capaz
de reducir a pequeñas piedras aquellos bloques de muchas toneladas de peso. Pero
el peñón enorme sobre el que estaba edificado el faro, a pesar de los años y de
la fuerza de las olas, a pesar de la erosión que mostraba en su base, permanecía
inamovible.
Las agitaciones de la
vida

      En la vida pasamos también por muchas tormentas. La vida es
cambio y no siempre tranquilo. A veces la leve brisa que alivia el calor del
verano se convierte en viento huracanado que rompe, destruye, destroza y derriba
las construcciones que con tanta dificultad hemos hecho para sentirnos seguros
frente a las adversidades de la vida. Son las enfermedades, los problemas
económicos, las crisis en las vidas de las parejas, las relaciones en las
familias, las crisis de fe.
      Hay muchos problemas que nos atenazan. Hay muchos momentos
de crisis. Son como las olas que chocan continuamente contra la orilla y
terminan por romperla. Nuestro esfuerzo es siempre el de procurarnos la defensa
que nos proteja contra esos vientos impetuosos que amenazan nuestra vida y la de
los nuestros.
      En la Iglesia también sentimos las amenazas de las olas
que chocan contra esta barca del reino. Algunos viven atemorizados porque
piensan que esta sociedad nos ataca y va a terminar por hundir la frágil
barquilla que para ellos es la Iglesia. Creen que hay que construir parapetos,
que hay que reforzar la quilla, que hay que fortalecer el casco, y claman
asustados pensando que nos hundimos. Para evitarlo proponen medidas urgentes.
Algunos hasta se autoproclaman salvadores de la Iglesia.

El faro y el
dique

      Frente a tantas amenazas, hay que recordar lo del faro y
el dique. El dique, obra de la ingeniería, se rompía cada pocos años, el peñón
sobre el que se levantaba el faro, estaba allí, impasible ante las olas y los
vientos, casi se diría que eterno.
      Frente a los que se empeñan en
levantar muros y paredes y techos que nos defiendan de los vientos de este
mundo, hay que recordar que nuestro Dios es el creador de todo, también de los
vientos, que hay que confiar en él y en Jesús, su hijo y señor nuestro. Sólo él
es capaz de levantar las peñas que aguantan todo. La frágil barquilla de la
Iglesia no es tan frágil porque cuenta con la presencia de Jesús. Nuestra vida puede estar agitada por la enfermedad, los disgustos y
tantas otras cosas. Sentiremos el choque de las olas, hasta es posible que nos
mareemos y sintamos miedo. Pero sabemos que el Señor está con nosotros. Y que,
con su presencia, no hay mar ni tormenta que no podamos atravesar. Es cuestión
de confiar. Y saber que siempre, siempre, después de la tormenta, viene la
calma. Porque el Señor lo es también de la tormenta.
      Entonces, ¿nos da
lo mismo todo? No. De ninguna manera. Con Jesús nos sentimos servidores del
Reino, trabajadores de la fraternidad, atentos a las necesidades de nuestros
hermanos y hermanas. Seguros de que todo lo que hagamos en favor del Reino
estará bendecido por Dios. Y, sin desanimarnos nunca, porque sabemos que estamos
apoyados en la roca firme, la que aguanta todas las olas y vientos; porque
sabemos que nuestra barca aguantará la tormenta. En el nombre de Jesús.

Fernando Torres Pérez cmf

Sábado de la 10ª semana de Tiempo Ordinario. Inmaculado Corazón
de María.

 Isaías 61, 9-11
Desbordo de gozo
con el Señor
La estirpe de mi pueblo será célebre entre las naciones, y
sus vástagos entre los pueblos.
Los que los vean reconocerán que son la
estirpe que bendijo el Señor.
Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro
con mi Dios: porque me ha vestido con un traje de gala y me ha envuelto en un
manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con
sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus
semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los
pueblos Palabra del Señor
 Mi corazón se regocija por el Seño, mi
salvador.

Mi corazón se regocija por el señor,
mi poder se exalta
por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación.
R.
Se rompen los arcos de tus valientes,
mientras los
cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras
los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras
la madre de muchos queda baldía. R.
El Señor da la muerte y la
vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,

humilla y enaltece. R.
Él levanta del polvo al desvalido,

alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes

y que herede un trono de gloria. R.
 Lucas 2,41-51
Los padres de Jesús
solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús
cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se
volvieron; pero el niño Jesús se quedo en Jerusalén, sin que lo supieran sus
padres.
Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y
se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se
volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el
templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas;
todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que
daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
“Hijo,
¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos
angustiados.”
Él les contestó:
“¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais
que yo debía estar en la casa de mi Padre?”
Pero ellos no comprendieron
lo que quería decir.
Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su
autoridad.
Su madre conservaba todo esto en su corazón. Palabra del Señor
Queridos amigos y amigas:
Tras celebrar la Solemnidad del Corazón de
Jesús, celebramos hoy la Memoria del Inmaculado Corazón de María. Tras el Hijo
viene la Madre: la que nos lo regala y nos lleva hasta Él.

¿Y qué tiene
el Corazón de María?
“Su madre conservaba todo esto en su corazón”. El
Corazón de María está lleno de Jesús. En sus entretelas guarda toda su vida: sus
palabras, sus gestos, sus detalles… Acercarse a María es ver a Jesús desde los
ojos de la madre, que quiere entender en medio de las dudas, que busca confiar
en medio de la dificultad… que está al pie de la cruz frente a toda
desesperanza.
“Proclama mi alma la grandeza del Señor”. El Corazón de
María está lleno de alegría y de esperanza. Ella hace presente aquél “desbordo
de gozo con el Señor” que dijera Isaías. Porque es capaz de reconocer que la
Buena Noticia esperada se ha cumplido en su Hijo. Que Dios es fiel. Y que sigue
con nosotros, alentándonos en cualquier lucha. Por eso siempre hay
futuro.
“Haced lo que Él os diga”. El Corazón de María está lleno de
compromiso. Porque es el corazón de la mujer que se pone en camino, hacia la
montaña, a servir a su prima. Porque es el corazón de la mujer que, ante la
falta de vino y el peligro del fin de la fiesta, nos dice “haced lo que Él os
diga”. Los hijos de María tenemos tarea, proyecto: hacer lo que Él nos dijo
–amar, perdonar, bautizar, anunciar el Evangelio, partir el pan, dar de comer,
vestir al desnudo, visitar al enfermo…
Corazón fiel de María
sé nuestra
compañía
.
Vuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez,
claretiano (luismacmf@yahoo.es)

Viernes de la 11ª semana de Tiempo Ordinario.Solemnidad del
Sagrado Corazón de Jesús

Lectura de la profecía de Oseas 11, 1b. 3-4.
8c-9

Así diece el Señor:

-”Cuando Israel era joven, lo amé, desde
Egipto llamé a mi hijo. Yo enseñe a andar a Efraín lo alzaba en brazos; y él
comprendía que yo lo curaba.

Con cuerdas humanas, con correas de amor lo
atraía; era para ellos como el que levanta el yugo de la cerviz, me inclinaba y
le daba de comer.
Se me revuelve el corazón , se me commueven las
entrañas. No cederé al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín; que
soy Dios, y no hombre; santo en medio de ti, y no enemigo a la
puerta”Palabra de Dios
 Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6
R. Sacaréis aguas con
gozo de las fuentes de la salvación.
El Señor es mi Dios y
Salvador:
confiaré y no temeré, porque mi fuerza
y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la
salvación. R.
Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los
pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R.
Tañed para
el Señor,
que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad
jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti el santo de
Israel.» R.
 Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los
Efesios 3, 8-12. 14-19

Hermanos:
A mí, el más insignificante de
todos los santos, se me ha dado esta gracia: anunciar a los gentiles la riqueza
insondable que es Cristo, y aclarar a todos la realización del misterio,
escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo.
Así,
mediante la Iglesia, los Principados y Potestades en los cielos conocen ahora la
multiforme sabiduría de Dios, según el designio eterno, realizado en Cristo
Jesús, Señor nuestro, por quien tenemos libre y confiado acceso a Dios, por la
fe en él.
Por esta razón, doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma
nombre toda familia en el cielo y en la tierra, pidiéndole que, de los tesoros
de su gloria, os conceda por medio de su Espíritu robusteceros en lo profundo de
vuestro ser, que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, que el amor sea
vuestra raíz y vuestro cimiento; y así, con todos los santos, lograréis abarcar
lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo lo que trasciende toda
filosofía: el amor cristiano.
Así llegaréis a vuestra plenitud, según la
plenitud total de Dios.Palabra de Dios.
  Lectura del santo evangelio según san Juan 19,
31-37
En aquel tiempo, los judíos, como era el día de la Preparación,
para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado
era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los
quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al
otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había
muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza,
le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.
El que lo vio da
testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que
también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le
quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que
atravesaron.»Palabra del Señor.

Queridos amigos y amigas:
Hoy celebramos la Solemnidad del Corazón de
Jesús.
En la manera de comprender el ser humano que tenían los judíos, el
corazón simboliza el centro de la persona, allí donde se constituye el ser y se
toman las decisiones fundamentales: amor-odio; vida-muerte.
El Evangelio
nos presenta al Corazón de Jesús como un corazón entregado. Así fue toda su
vida: una entrega a la voluntad del Padre. Desde su Bautismo, esa entrega se
hace explícita en la oración confiada y en la dedicación cotidiana en palabras y
obras.
Al final de su vida, esa entrega se hace total: permanece en la
dificultad, asume su destino, lava los pies a los suyos, les regala el
mandamiento del amor, les anticipa su entrega en el pan y en el vino… muere en
la cruz amando y perdonando.
Ese es el Corazón de Jesús: lleno de Amor,
lleno de Vida. Amor entregado, amor crucificado, del que brotan el agua y la
sangre, símbolos del Bautismo y de la Eucaristía que nos hacen hijos y hermanos,
para vivir con su mismo corazón.
Desde la eternidad, el Corazón de Jesús
sigue palpitando como lo hizo en nuestro mundo: pasión por Dios, pasión por la
humanidad. Esas son las “pasiones” que se nos invitan a vivir a sus seguidores.
Ser personas de corazón de carne –no de piedra-, un corazón que palpite al ritmo
de Dios y de los demás. Entregados… como Él se entregó. “Gratis lo recibisteis,
dadlo gratis”.
Gracias, Señor, por tu
Corazón,

por tu Vida, por tu Amor.
Aleja de mi todo lo
que sea muerte y egoísmo.

Devuélveme el corazón de carne,
capaz de sentir,
com-padecer y amar de verdad.

En Ti confío.
Vuestro hermano en la
fe:
Luis Manuel Suárez, claretiano (luismacmf@yahoo.es) 

   de la 11ª semana de Tiempo Ordinario
 Lectura de la segunda carta del apóstol san
Pablo a los Corintios 9, 6-11

Hermanos: Ojalá me toleraseis unos
cuantos desvaríos; bueno, ya sé que me los toleráis. Tengo celos de vosotros,
los celos de Dios; quise desposaros con un solo marido, presentándoos a Cristo
como una virgen intacta. Pero me temo que, igual que la serpiente sedujo a Eva
con su astucia, se pervierta vuestro modo de pensar y abandone la entrega y
fidelidad a Cristo. Se presenta cualquiera predicando un Jesús diferente del que
yo predico, os propone un espíritu diferente del que recibisteis, y un Evangelio
diferente del que aceptasteis, y 1o toleráis tan tranquilos. ¿En qué soy yo
menos que esos superapóstoles? En el hablar soy inculto, de acuerdo; pero en el
saber no, como os lo he demostrado siempre y en todo. ¿Hice mal en abajarme para
elevaros a vosotros? Lo digo porque os anuncié de balde el Evangelio de Dios.
Para estar a vuestro servicio, tuve que saquear a otras Iglesias, aceptando un
subsidio; mientras estuve con vosotros, aunque pasara necesidad, no me aproveché
de nadie; los hermanos que llegaron de Macedonia proveyeron a mis necesidades.
Mi norma fue y seguirá siendo no seros gravoso en nada. Lo digo con la verdad de
Cristo que poseo; nadie en toda Acaya me quitará esta honra. ¿Por qué?, ¿porque
no os quiero? Bien lo sabe Dios.Palabra de Dios.
 Sal 110, 1-2. 3-4. 7-8
R. Justicia y
verdad son las obras de tus manos, Señor.

Doy gracias al Señor de
todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea. Grandes son las obras
del Señor, dignas de estudio para los que las aman. R.
Esplendor
y belleza son su obra, su generosidad dura por siempre; ha hecho maravillas
memorables, el Señor es piadoso y clemente. R.
Justicia y verdad
son las obras de sus manos, todos sus preceptos merecen confianza: son estables
para siempre jamás, s e han de cumplir con verdad y rectitud. R.
 Lectura del santo evangelio según san Mateo
6, 7-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuando
recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por
hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que
os hace falta antes que lo pidáis. Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo,
santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como
en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas,
pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en
la tentación, sino líbranos del Maligno." Porque si perdonáis a los demás sus
culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no
perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras
culpas.»Palabra del Señor 
de la 11ª semana de Tiempo Ordinario

 Lectura de la segunda carta del apóstol san
Pablo a los Corintios 9, 6-11

Hermanos: El que siembra tacañamente,
tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente cosechará.
Cada uno dé como haya decidido su conciencia: no a disgusto ni por compromiso;
porque al que da de buena gana lo ama Dios. Tiene Dios poder para colmaros de
toda clase de favores, de modo que, teniendo siempre lo suficiente, os sobre
para obras buenas. Como dice la Escritura: «Reparte limosna a los pobres, su
justicia es constante, sin falta.» El que proporciona semilla para sembrar y pan
para comer os proporcionará y aumentará la semilla, y multiplicará la cosecha de
vuestra justicia. Siempre seréis ricos para ser generosos, y así, por medio
nuestro, se dará gracias a Dios.Palabra de Dios.
 Sal 111, 1-2. 3-4. 9
R. Dichoso quien terne
al Señor.
Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su
linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita.
R.
En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es
constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo,
clemente y compasivo. R.
Reparte limosna a los pobres; su caridad
es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad. 
 Lectura del santo evangelio según san Mateo
6, 1-6. 16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuidad
de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por
ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por
tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como
hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser
honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio,
cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así
tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.
Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en
las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os
aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu
aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu
Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis
cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente
que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando
ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la
gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo
escondido, te recompensará.»Palabra del Señor

Martes de la 11ª semana de Tiempo Ordinario
Lectura de la segunda carta del apóstol san
Pablo a los Corintios 8, 1-9

Queremos que conozcáis, hermanos, la
gracia que Dios ha dado a las Iglesias de Macedonia: En las pruebas y desgracias
creció su alegría; y su pobreza extrema se desbordó en un derroche de
generosidad. Con todas sus fuerzas y aún por encima de sus fuerzas, os lo
aseguro, con toda espontaneidad e insistencia nos pidieron como un favor que
aceptara su aportación en la colecta a favor de los santos. Y dieron más de lo
que esperábamos: se dieron a sí mismos, primero al Señor y luego, como Dios
quería, también a nosotros. En vista de eso, como fue Tito quien empezó la cosa,
le hemos pedido que dé el último toque entre vosotros a esta obra de caridad. Ya
que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el
empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra
generosidad. No es que os lo mande; os hablo del empeño que ponen otros para
comprobar si vuestro amor es genuino. Porque ya sabéis lo generoso que fue
nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para
enriqueceros con su pobrezaPalabra de Dios.
 Sal 145, 2. 5-6. 7. 8-9a
R. Alaba,
alma mía, al Señor.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que
espera en el Señor, su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay
en él; que mantiene su fidelidad perpetuamente. R.
Que hace
justicia a los oprimidos, quEl Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a
los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los
peregrinos. R.
 Lectura del santo evangelio según san Mateo
5, 43-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Habéis oído
que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os
digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis
hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y
buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os
aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si
saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo
mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre
celestial es perfecto.Palabra del Señor

 Lectura de la segunda carta del apóstol san
Pablo a los Corintios 6, 1-10

Hermanos: Secundando su obra, os
exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo
favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad, ahora
es tiempo favorable, ahora es día de salvación. Para no poner en ridículo
nuestro ministerio, nunca damos a nadie motivo de escándalo; al contrario,
continuamente damos prueba de que somos ministros de Dios con lo mucho que
pasamos: luchas, infortunios, apuros, golpes, cárceles, motines, fatigas, noches
sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, saber, paciencia y
amabilidad, con dones del Espíritu y amor sincero, llevando la palabra de la
verdad y la fuerza de Dios. Con la derecha y con la izquierda empuñamos las
armas de la justicia, a través de honra y afrenta, de mala y buena fama. Somos
los impostores que dicen la verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los
moribundos que están bien vivos, los penados nunca ajusticiados, los afligidos
siempre alegres, los pobretones que enriquecen a muchos, los necesitados que
todo lo poseen.Palabra de Dios.
 Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4
R. El Señor da
a conocer su victoria.

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha
hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se
acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.
R.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de
nuestro Dios. Aclamad al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.
R.
 Lectura del santo evangelio según san Mateo
5, 38-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Habéis oído
que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente". Yo, en cambio, os digo: No hagáis
frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla
derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la
túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla,
acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo
rehuyas.»Palabra del Señor

martes, 16 de junio de 2009

Solemnidad del Corpus Christi.

El Misterio de nuestra fe. Comentario al Evangelio del Domingo 14
de Junio de 2009. Solemnidad del Corpus Christi.


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Angel MorenoLa Eucaristía es
misterio, acontecimiento, que exige el obsequio de la fe y, a la vez, en ella se
nos ofrece el beneficio de la creación, de la redención y de la
santificación.
La Eucaristía es la prueba del amor que Jesucristo nos
tiene, al darse en ella como víctima y altar a favor de toda la
humanidad.
La Eucaristía es prenda del banquete del Reino de los Cielos,
mientras esperamos la venida gloriosa de Cristo, anticipo de lo que anhelamos,
sentarnos a la mesa de los bendecidos de Dios.
La Eucaristía es signo y
sacramento del amor entrañable de Jesucristo, quien como padre de familia parte
y reparte el pan, y en cada trozo se da por entero a quien lo recibe, y lo
convierte en hijo de Dios, gracias al Misterio Pascual de su muerte y
resurrección.
La Eucaristía es realidad viva, presencia compañera de
Jesucristo, que como amigo y compañero del camino de la vida, se convierte en
viático, sustento cotidiano, presencia discreta que alienta, conforta, acoge,
ilumina en las distintas encrucijadas.
La Eucaristía es forma de vida,
manera de permanecer entregado y discreto en favor de todos, sin ruido ni
protagonismos, en el mayor anonadamiento y servicio.
La Eucaristía es
mirada y rostro que al contemplarlos dejan en el corazón la impronta del amor
divino, y permiten saberse acogido, conocido, amado. Gracias al Sacramento de la
presencia real de Cristo el creyente puede combatir la tentación de la soledad,
de la desesperanza, del tedio.
La Eucaristía es la suprema oración de
Cristo, en ella expía los pecados de la humanidad, a la vez que agradece y
adora, suplica y se ofrenda ante su Padre, por la acción del Espíritu en el pan
y en el vino.
La Eucaristía es el regalo esponsal. Gracias a la
Eucaristía acontece la unión total y amorosa entre Cristo y la Iglesia, formando
el mismo y único Cuerpo de Cristo.
La Eucaristía es necesidad del
creyente, posibilidad de subsistencia, celebración comunitaria y eclesial,
tiempo y lugar teológico, referencia pascual, respuesta a las preguntas más
existenciales, sentido y posibilidad después de todos los límites, realidad
subsistente y amorosa en la fragilidad, transfiguración de la materia,
divinización de quienes participan, prenda de vida futura.
La Eucaristía
concita la creación entera, se ofrece a favor de toda la humanidad y revela la
acción divina permanente y favorable por la que todo se convierte en gloria de
Dios.
La Eucaristía enseña a adorar a Dios, a amar al prójimo, a respetar
y compartir los bienes.
 Lectura del libro del Éxodo
(24,3-8):

En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que
había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: «Haremos
todo lo que dice el Señor.» Moisés puso por escrito todas las palabras del
Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce
estelas, por las doce tribus de Israel.
Y mandó a algunos jóvenes israelitas
ofrecer al Señor holocaustos y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad
de la sangre y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar.
Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el
cual respondió: «Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.» Tomó
Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo: «Ésta es la sangre de la alianza
que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.»Palabra
de Dios


Salmo: Salmo responsorial: 115

R/. Alzaré la
copa de la salvación, 

invocando el nombre del Señor.

¿Cómo pagaré
al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la
salvación,
invocando su nombre. R/.
Mucho le cuesta al
Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu
esclava;
rompiste mis cadenas. R/.
Te ofreceré un sacrificio de
alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en
presencia de todo el pueblo. R/.
Lectura de la carta a los Hebreos
(9,11-15):

Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes
definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de
hombre, es decir, no de este mundo creado. No usa sangre de machos cabríos ni de
becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para
siempre, consiguiendo la liberación eterna. Si la sangre de machos cabríos y de
toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen poder de consagrar a los
profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que,
en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha,
podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto
del Dios vivo. Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha
habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera
alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.

Palabra de Dios
Evangelio:
 Lectura del santo evangelio según san Marcos
(14,12-16.22-26):
:
El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba
el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: «¿Dónde quieres que
vayamos a prepararte la cena de Pascua?» Él envió a dos discípulos, diciéndoles:
«Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo
y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Dónde está
la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?" Os enseñará una
sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la
cena.» Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les
había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras comían, Jesús tomó un pan,
pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: «Tomad, esto es mi
cuerpo.» Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos
bebieron. Y les dijo: «Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por
todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que
beba el vino nuevo en el reino de Dios.» Después de cantar el salmo, salieron
para el monte de los Olivos.
Palabra del Señor

Sábado de la 10ª semana de Tiempo Ordinario

 Lectura de la segunda carta del apóstol san
Pablo a los Corintios 5, 14-21

Hermanos: Nos apremia el amor de
Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Cristo murió
por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y
resucitó por ellos. Por tanto, no valoramos a nadie según la carne. Si alguna
vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no. El que es de Cristo es una
criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de
Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio
de la reconciliación. Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al
mundo consigo-, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado
la palabra de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de
Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de
Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no habla pecado Dios lo
hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la
justificación de Dios.
Palabra de Dios.


Salmo:

 Sal 102, 1-2. 3-4. 8-9. 11-12
R. El
Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, y
todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus
beneficios. R.
Él perdona todas tus culpas y cura todas tus
enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.
R.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico
en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. R.

Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus
fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.
R.
 Lectura del santo evangelio según san Mateo
5, 33-37


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Habéis oído
que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al
Señor". Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el
trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén,
que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver
blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir "sí" o "no". Lo que pasa
de ahí viene del Maligno.»
Palabra del Señor

Homilia - 
Lecturas - 
Liturgia
Viva
 de la 10ª semana de Tiempo Ordinario.

 Lectura de la segunda carta del apóstol san
Pablo a los Corintios 4, 7-15


Hermanos: El tesoro del ministerio lo
llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria
es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos
aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados;
nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos
en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste
en nuestro cuerpo. Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la
muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en
nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en
vosotros. Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí,
por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien
resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con
vosotros. Todo es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será
el agradecimiento, para gloria de Dios.Palabra de Dios.


Salmo:

 Sal 115, 10-11. 15-16. 17-18
R. Te
ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.

Tenla fe, aun cuando
dije: «¡Qué desgraciado soy!» Yo decía en mi apuro: «Los hombres son unos
mentirosos.» R.
Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas.
R.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre,
Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo. R.
 Lectura del santo evangelio según san Mateo
5, 27-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Habéis oído
el mandamiento "no cometerás adulterio". Pues yo os digo: El que mira a una
mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. Si tu ojo
derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser
echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y
tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno.
Está mandado: "El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio. " Pues
yo os digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la
induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.»

Palabra del Señor de la 10ª semana de Tiempo Ordinario. San Bernabé

 Lectura del libro de los Hechos de los
apóstoles 11, 21b-26; 13, 1-3

En aquellos días, gran número creyó y
se convirtió al Señor. Llegó noticia a la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a
Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró
mucho, y exhortó a todos a seguir unidos al Señor con todo empeno; como era
hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe, una multitud considerable se
adhirió al Señor. Más tarde, salió para Tarso, en busca de Saulo; lo encontró y
se lo llevó a Antioquía. Durante un año fueron huéspedes de aquella Iglesia e
instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez llamaron a los
discípulos cristianos. En la Iglesia de Antioquia había profetas y maestros:
Bernabé, Simeón, apodado el Moreno, Lucio el Cireneo, Manahén, hermano de leche
del virrey Herodes, y Saulo. Un día que ayunaban y daban culto al Señor, dijo el
Espíritu Santo: -«Apartadme a Bernabé y a Saulo para la misión a que los he
llamado.» Volvieron a ayunar y a orar, les impusieron las manos y los
despidieron.
Palabra de Dios.


Salmo:

 Sal 97, 1. 2-3ab. 3c-4. 5-6
R. El
Señor revela a las naciones su justicia.

Cantad al Señor un cántico
nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo
brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria, revela a las
naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la
casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado la
victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread,
tocad. R. Tañed la citara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y
al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. R.
 Lectura del santo evangelio según san Mateo
10, 7-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: -«ld y
proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad
muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo
gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para
el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero
su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de
confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa,
saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se
lo merece, la paz volverá a vosotros.»
Palabra del Señor.

Miércoles de la 10ª semana de Tiempo Ordinario

 Lectura de la segunda carta del apóstol san
Pablo a los Corintios 3, 4-11

Hermanos: Esta confianza con Dios la
tenemos por Cristo. No es que por nosotros mismos estemos capacitados para
apuntarnos algo, como realización nuestra; nuestra capacidad nos viene de Dios,
que nos ha capacitado para ser ministros de una alianza nueva: no de código
escrito, sino de espíritu; porque la ley escrita mata, el Espíritu da vida.
Aquel ministerio de muerte -letras grabadas en piedra- se inauguró con gloria;
tanto que los israelitas no podían fijar la vista en el rostro de Moisés, por el
resplandor de su rostro, caduco y todo como era. Pues con cuánta mayor razón el
ministerio del Espíritu resplandecerá de gloria. Si el ministerio de la condena
se hizo con resplandor, cuánto más resplandecerá el ministerio del perdón. El
resplandor aquel ya no es resplandor, eclipsado por esta gloria incomparable. Si
lo caduco tuvo su resplandor, figuraos cuál será el de lo
permanente.
Palabra de Dios.


Salmo:

 Sal 98, 5. 6. 7. 8. 9
R. Santo eres,
Señor, Dios nuestro.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante
el estrado de sus pies: Él es santo. R.
Moisés y Aarón con sus
sacerdotes, Samuel con los que invocan su nombre, invocaban al Señor, y él
respondía. R.
Dios les hablaba desde la columna de nube; oyeron
sus mandatos y la ley que les dio. R.
Señor, Dios nuestro, tú les
respondías, tú eras para ellos un Dios de perdón, y un Dios vengador de sus
maldades. R.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro; postraos ante su
monte santo: Santo es el Señor, nuestro Dios. R.
 Lectura del santo evangelio según san Mateo
5, 17-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«No creáis
que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar
plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de
cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de
los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos
importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande
en el reino de los cielos. »Palabra del Señor
 Lectura de la segunda carta del apóstol san
Pablo a los Corintios 1, 18-22

Hermanos: ¡Dios me es testigo! La
palabra que os dirigimos no fue primero «sí» y luego «no». Cristo Jesús, el Hijo
de Dios, el que Silvano, Timoteo y yo os hemos anunciado, no fue primero «sí» y
luego «no»; en él todo se ha convertido en un «sí»; en él todas las promesas han
recibido un «si». Y por él podemos responder: «Amén» a Dios, para gloria suya.
Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. Él nos ha
ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya,
el Espíritu.
Palabra de Dios.


Salmo:

 Sal 118, 129. 130. 131. 132. 133. 135
R.
Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.

Tus preceptos son
admirables, por eso los guarda mi alma. R.
La explicación de tus
palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes. R.
Abro la
boca y respiro, ansiando tus mandamientos. R.
Vuélvete a mí y ten
misericordia, como es tu norma con los que aman tu nombre. R.
Asegura mis pasos con tu promesa, que ninguna maldad me domine. R. Haz
brillar tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus leyes. R.
 Lectura del santo evangelio según san Mateo
5, 13-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Vosotros
sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No
sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz
del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco
se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el
candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los
hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que
está en el cielo.»
Palabra del Señor 

Lunes de la 10ª semana de Tiempo Ordinario.

 Comienzo de la segunda carta del apóstol san
Pablo a los Corintios 1, 1-7

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por
designio de Dios, y el hermano Timoteo, a la Iglesia de Dios que está en Corinto
y a todos los santos que residen en toda Acaya: os deseamos la gracia y la paz
de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. ¡Bendito sea Dios, Padre de
nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo! Él nos
alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás
en cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de
Dios. Si los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, gracias a Cristo
rebosa en proporción nuestro ánimo. Si nos toca luchar, es para vuestro aliento
y salvación; si recibimos aliento, es para comunicaros un aliento con el que
podáis aguantar los mismos sufrimientos que padecemos nosotros. Nos dais firmes
motivos de esperanza, pues sabemos que si sois compañeros en el sufrir, también
lo sois en el buen ánimo.
Palabra de Dios


Salmo:

 Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9
R. Gustad y
ved qué bueno es el Señor.

Bendigo al Señor en todo momento, su
alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloria en el Señor: que los
humildes lo escuchen y se alegren. R.
Proclamad conmigo la
grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me
respondió, me libró de todas mis ansias. R.
Contempladlo, y
quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al
Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R.
El ángel del
Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el
Señor, dichoso el que se acoge a él. R.
 Lectura del santo evangelio según san Mateo
5, 1-12

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus
discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los
Cielos. Bienaventurados los mansos , porque ellos poseerán en herencia la
tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán
saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos
de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de
ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os
persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues
de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a
vosotros.                    Palabra del Señor

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD.

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Es difícil comprender el Misterio de Dios. No es posible abarcar el
infinito, ni meter el mar en un pozo de la playa, según la representación que se
le mostró a San Agustín, y quizá aún es más complicado explicar el Misterio de
la Santísima Trinidad. Los místicos son los que mejor nos han transmitido la
vivencia de Dios. Santa Teresa de Jesús escribe:

“Un día de San Pablo, estando en misa, se me representó toda esta
Humanidad sacratísima como se pinta resucitado, con tanta hermosura y majestad
como particularmente escribí a vuestra merced” (Vida 28, 3). “Vi a la Humanidad
sacratísima con más excesiva gloria que jamás la había visto. Representóseme por
una noticia admirable y clara estar metido en los pechos del Padre (Vida 38,
17). “El mismo Señor, por visión intelectual, tan grande que casi parecía
imaginaria, se me puso en los brazos a manera de como se pinta la «Quinta
angustia». Hízome temor harto esta visión, porque era muy patente y tan junta a
mí, que me hizo pensar si era ilusión. Díjome: «No te espantes de esto, que con
mayor unión, sin comparación, está mi Padre con tu ánima» (Relaciones 58,
3).
A la luz de la contemplación de diversas obras de arte que
representan a Dios en relación con su Hijo y de otras que plasman algunos
pasajes evangélicos, he descubierto, de manera más intuitiva y sobrecogida, la
relación trinitaria en la Humanidad de Cristo, y el amor de Cristo en relación
con nosotros, por el que se nos transmite todo el amor divino.
Si no puedo
explicar lo que excede a toda sabiduría humana – “el amor de Cristo, que excede
a todo conocimiento”- (Ef 3, 19), puedo, en primer lugar agradecer, lo que
acontece en el ser humano como reflejo de la relación permanente del amor
divino, y en segundo lugar, abrirme más conscientemente al ofrecimiento del amor
entrañable, fraterno e íntimo de Dios.
Jesucristo, el Hijo amado de Dios, lo
es desde siempre; el artista lo esculpe abrazado por la Virgen con la ternura de
una madre. Impresiona contemplar la fuerza y delicadeza del Padre que se citan
en la hora de la cruz y muerte del Señor.  Toda la vida de Jesús abrazada. Si
comparamos las imágenes, sorprende cómo desde el gesto del Buen Pastor al del
Buen Samaritano, la vida del hombre está abrazada por la ternura de Cristo. El
amor de Dios, el amor de Cristo es el amor del Espíritu Santo. María es
mediación amorosa trinitaria.
Al detener la mirada en las imágenes, me
vienen a la memoria los textos: “Antes de haberte formado yo en el seno materno,
te conocía, y antes de que nacieses, te tenía consagrado” (Jer 1, 5). “Si alguno
me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos
morada en él” (Jn 14, 23).
Hoy recordamos a los contemplativos y rezamos
por ellos. El lema de la jornada dice: “El Espíritu de Cristo clama en nosotros
¡Abba! Padre” (Gál 4, 6).

Carta de Buenafuente Pentecostés 2009

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Angel Moreno

 Querido “Amigo de Buenafuente”:

Con motivo del Año Paulino y del
VIII centenario de la primera regla franciscana, hemos tenido el privilegio de
peregrinar, en la semana de Pascua, por las huellas de San Pedro y San Pablo, y
tras las que dejaron San Francisco de Asís y Santa Clara, además de las de otros
muchos santos.
Hemos visto los vestigios de la casa de los apóstoles en
Roma, el sitio donde estuvieron encarcelados, donde fueron martirizados, y hemos
venerado sus sepulcros, al tiempo de profesar la fe y celebrar la Eucaristía en
los lugares más acreditados de la historia de los primeros
cristianos.
Visitar los lugares donde tuvo origen la difusión de la
Iglesia y hacerse más consciente de la ofrenda martirial de tantos seguidores
del Evangelio causa siempre renovación interior, al tiempo de darnos ocasión
para sentir la fuerza del valor de tantos que ofrecieron sus vidas como mejor
testimonio de fe.

No
se puede comprender la historia de los mártires ni la de los mejores hijos de la
Iglesia sin el don del Espíritu Santo. Él es quien infunde la fortaleza, la
alegría de ser testigos de Cristo y de compartir sus padecimientos.
El
Espíritu concede la fuerza en la debilidad, ora en nosotros, pone palabras de
sabiduría en nuestros labios a la hora de defender la fe, nos mueve a la
comunión y coincidencia de los ánimos. Como lo hizo en los tiempos apostólicos,
el Espíritu nos deja gustar el consuelo y la paz cuando realizamos las obras de
Dios y llevamos a término su voluntad.
El Espíritu nos  hace conocer la
fascinación por la belleza, no sólo la que contiene la creación, toda obra de
arte y la bondad humana, sino sobre todo la belleza de la verdad de Cristo, de
su rostro resucitado y reflejado de manera invisible en todo lo creado, en todo
lo que participa de la fuerza de la Palabra, que lo sostiene todo.
El
Espíritu Santo nos sugiere con voz interior, perceptible en la conciencia, el
seguimiento radical de Cristo, la relación de amistad con Él, el ejercicio de la
caridad, la lectura de todo acontecimiento desde la Palabra de Dios, la valentía
del testimonio.
Descubrimos la prueba de la intervención del Espíritu en
la historia al mirar a muchos hombres y mujeres que han sido fieles al don de la
santidad de vida. Y cuando nos acercamos a los lugares donde  sucedieron los
acontecimientos más emblemáticos del cristianismo primero, se nos transmiten los
impulsos del mismo Espíritu, que nos mueve a ser cada uno, según el propio don,
reflejo de la santidad divina.
Espíritu Santo, ven, y derrama tu fuerza
recreadora, que haga en nosotros y de nosotros testigos del Evangelio, a la
manera de los discípulos de Jesús.
Feliz Pascua de Pentecostés

Comentario al VII Domingo de Pascua, Fiesta de la Ascensión. (24
de Mayo de 2009)

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Angel Moreno (Buenafuente del
Sistal)

 VII Domingo de Pascua, celebración de la Ascensión del Señor

Ya han
pasado los cuarenta días luminosos del tiempo pascual, en su transcurso la
Liturgia nos ha ido mostrando el núcleo de la fe cristiana: Cristo muerto y
resucitado, que se apareció a sus apóstoles y estos dieron testimonio de que
estaba vivo.

Con motivo del
término de la cuarentena pascual, cabrían las preguntas: ¿En qué he percibido el
paso del Señor en esta Pascua? ¿Qué motivos se han afianzado en mí para creer en
Él? ¿He dado testimonio de su resurrección?
Hoy celebramos la Ascensión
del Señor, el triunfo de la humanidad en Cristo, la verdad definitiva y última
para los que creen. Estamos hechos para Dios, nuestra meta es la de Jesús
glorificado y ascendido a los cielos, junto a su Padre. Mientras tanto “a cada
uno se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo (…), para la
edificación del cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la unidad de la
fe, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud” (Ef 4,
13).
Piedra en la edícula de la Ascensión, en la que se venera
el
último vestigio del paso de Jesús por nuestra tierra,
ante el  que San
Ignacio de Loyola oró.
Se abre un tiempo nuevo, previo a Pentecostés, el
adviento del Espíritu Santo. Jesús nos manda permanecer juntos: “No os alejéis
de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre” (Act 1, 4). Es la
semana del Cenáculo, de orar con María, la madre de Jesús, suplicando los dones
del Consolador, necesarios “para ser testigos”. De ello depende la fuerza
evangelizadora y la obediencia misionera para “pregonar el Evangelio por todas
partes” (Mc 16, 20).
No es tiempo de nostalgias, ni de apetecer visiones
extraordinarias. No es momento de extroversiones, ni de perecer por miedo. Es la
gran semana de oración y de esperanza. Aún resuenan las palabras de Jesús: “Al
que me ama, le amará mi Padre, y yo también lo amaré, y me mostraré a él, y
vendremos a él y haremos morada en él. El Defensor, el Espíritu Santo, que
enviará el Padre en mi nombre será quien os loe enseñe todo” (Jn 14,
26).
La Ascensión de Jesús a los cielos no es un motivo para evadirnos de
la tierra, sino para vivir como quienes saben la meta del camino, el horizonte
de sentido, la esperanza indestructible. Jesús dijo: “Os voy a prepararos sitio”
(Jn 14, 2).
Durante los próximos días, para sentirnos convocados en la
expectación del don mayor del Resucitado, su Espíritu Santo, invocaremos los
diferentes dones del Paráclito. Como lo hicimos en el tiempo de Cuaresma, al
hilo de las lecturas bíblicas que nos propone la Liturgia, meditaremos cada día
en uno de los siete dones: SABIDURÍA, ENTENDIMIENTO, CONSEJO, FORTALEZA,
CIENCIA, PIEDAD, TEMOR DE DIOS.
Publicado
el Sábado 23 de Mayo del 2009 - Buenafuente del Sistal.