El Misterio de nuestra fe. Comentario al Evangelio del Domingo 14
de Junio de 2009. Solemnidad del Corpus Christi.
Angel MorenoLa Eucaristía es
misterio, acontecimiento, que exige el obsequio de la fe y, a la vez, en ella se
nos ofrece el beneficio de la creación, de la redención y de la
santificación.
La Eucaristía es la prueba del amor que Jesucristo nos
tiene, al darse en ella como víctima y altar a favor de toda la
humanidad.
La Eucaristía es prenda del banquete del Reino de los Cielos,
mientras esperamos la venida gloriosa de Cristo, anticipo de lo que anhelamos,
sentarnos a la mesa de los bendecidos de Dios.
La Eucaristía es signo y
sacramento del amor entrañable de Jesucristo, quien como padre de familia parte
y reparte el pan, y en cada trozo se da por entero a quien lo recibe, y lo
convierte en hijo de Dios, gracias al Misterio Pascual de su muerte y
resurrección.
La Eucaristía es realidad viva, presencia compañera de
Jesucristo, que como amigo y compañero del camino de la vida, se convierte en
viático, sustento cotidiano, presencia discreta que alienta, conforta, acoge,
ilumina en las distintas encrucijadas.
La Eucaristía es forma de vida,
manera de permanecer entregado y discreto en favor de todos, sin ruido ni
protagonismos, en el mayor anonadamiento y servicio.
La Eucaristía es
mirada y rostro que al contemplarlos dejan en el corazón la impronta del amor
divino, y permiten saberse acogido, conocido, amado. Gracias al Sacramento de la
presencia real de Cristo el creyente puede combatir la tentación de la soledad,
de la desesperanza, del tedio.
La Eucaristía es la suprema oración de
Cristo, en ella expía los pecados de la humanidad, a la vez que agradece y
adora, suplica y se ofrenda ante su Padre, por la acción del Espíritu en el pan
y en el vino.
La Eucaristía es el regalo esponsal. Gracias a la
Eucaristía acontece la unión total y amorosa entre Cristo y la Iglesia, formando
el mismo y único Cuerpo de Cristo.
La Eucaristía es necesidad del
creyente, posibilidad de subsistencia, celebración comunitaria y eclesial,
tiempo y lugar teológico, referencia pascual, respuesta a las preguntas más
existenciales, sentido y posibilidad después de todos los límites, realidad
subsistente y amorosa en la fragilidad, transfiguración de la materia,
divinización de quienes participan, prenda de vida futura.
La Eucaristía
concita la creación entera, se ofrece a favor de toda la humanidad y revela la
acción divina permanente y favorable por la que todo se convierte en gloria de
Dios.
La Eucaristía enseña a adorar a Dios, a amar al prójimo, a respetar
y compartir los bienes.
de Junio de 2009. Solemnidad del Corpus Christi.
Angel MorenoLa Eucaristía es
misterio, acontecimiento, que exige el obsequio de la fe y, a la vez, en ella se
nos ofrece el beneficio de la creación, de la redención y de la
santificación.
La Eucaristía es la prueba del amor que Jesucristo nos
tiene, al darse en ella como víctima y altar a favor de toda la
humanidad.
La Eucaristía es prenda del banquete del Reino de los Cielos,
mientras esperamos la venida gloriosa de Cristo, anticipo de lo que anhelamos,
sentarnos a la mesa de los bendecidos de Dios.
La Eucaristía es signo y
sacramento del amor entrañable de Jesucristo, quien como padre de familia parte
y reparte el pan, y en cada trozo se da por entero a quien lo recibe, y lo
convierte en hijo de Dios, gracias al Misterio Pascual de su muerte y
resurrección.
La Eucaristía es realidad viva, presencia compañera de
Jesucristo, que como amigo y compañero del camino de la vida, se convierte en
viático, sustento cotidiano, presencia discreta que alienta, conforta, acoge,
ilumina en las distintas encrucijadas.
La Eucaristía es forma de vida,
manera de permanecer entregado y discreto en favor de todos, sin ruido ni
protagonismos, en el mayor anonadamiento y servicio.
La Eucaristía es
mirada y rostro que al contemplarlos dejan en el corazón la impronta del amor
divino, y permiten saberse acogido, conocido, amado. Gracias al Sacramento de la
presencia real de Cristo el creyente puede combatir la tentación de la soledad,
de la desesperanza, del tedio.
La Eucaristía es la suprema oración de
Cristo, en ella expía los pecados de la humanidad, a la vez que agradece y
adora, suplica y se ofrenda ante su Padre, por la acción del Espíritu en el pan
y en el vino.
La Eucaristía es el regalo esponsal. Gracias a la
Eucaristía acontece la unión total y amorosa entre Cristo y la Iglesia, formando
el mismo y único Cuerpo de Cristo.
La Eucaristía es necesidad del
creyente, posibilidad de subsistencia, celebración comunitaria y eclesial,
tiempo y lugar teológico, referencia pascual, respuesta a las preguntas más
existenciales, sentido y posibilidad después de todos los límites, realidad
subsistente y amorosa en la fragilidad, transfiguración de la materia,
divinización de quienes participan, prenda de vida futura.
La Eucaristía
concita la creación entera, se ofrece a favor de toda la humanidad y revela la
acción divina permanente y favorable por la que todo se convierte en gloria de
Dios.
La Eucaristía enseña a adorar a Dios, a amar al prójimo, a respetar
y compartir los bienes.
Lectura del libro del Éxodo
(24,3-8):
En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que
había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: «Haremos
todo lo que dice el Señor.» Moisés puso por escrito todas las palabras del
Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce
estelas, por las doce tribus de Israel.
Y mandó a algunos jóvenes israelitas
ofrecer al Señor holocaustos y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad
de la sangre y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar.
Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el
cual respondió: «Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.» Tomó
Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo: «Ésta es la sangre de la alianza
que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.»Palabra
de Dios
(24,3-8):
En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que
había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: «Haremos
todo lo que dice el Señor.» Moisés puso por escrito todas las palabras del
Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce
estelas, por las doce tribus de Israel.
Y mandó a algunos jóvenes israelitas
ofrecer al Señor holocaustos y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad
de la sangre y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar.
Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el
cual respondió: «Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.» Tomó
Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo: «Ésta es la sangre de la alianza
que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.»Palabra
de Dios
Salmo: Salmo responsorial: 115
R/. Alzaré la
copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor.
¿Cómo pagaréal Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la
salvación,
invocando su nombre. R/.
Mucho le cuesta al
Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu
esclava;
rompiste mis cadenas. R/.
Te ofreceré un sacrificio de
alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en
presencia de todo el pueblo. R/.
Lectura de la carta a los Hebreos
(9,11-15):
Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes
definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de
hombre, es decir, no de este mundo creado. No usa sangre de machos cabríos ni de
becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para
siempre, consiguiendo la liberación eterna. Si la sangre de machos cabríos y de
toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen poder de consagrar a los
profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que,
en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha,
podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto
del Dios vivo. Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha
habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera
alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.
Palabra de Dios
(9,11-15):
Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes
definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de
hombre, es decir, no de este mundo creado. No usa sangre de machos cabríos ni de
becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para
siempre, consiguiendo la liberación eterna. Si la sangre de machos cabríos y de
toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen poder de consagrar a los
profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que,
en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha,
podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto
del Dios vivo. Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha
habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera
alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.
Palabra de Dios
Evangelio:
Lectura del santo evangelio según san Marcos
(14,12-16.22-26)::
(14,12-16.22-26)::
El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba
el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: «¿Dónde quieres que
vayamos a prepararte la cena de Pascua?» Él envió a dos discípulos, diciéndoles:
«Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo
y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Dónde está
la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?" Os enseñará una
sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la
cena.» Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les
había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras comían, Jesús tomó un pan,
pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: «Tomad, esto es mi
cuerpo.» Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos
bebieron. Y les dijo: «Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por
todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que
beba el vino nuevo en el reino de Dios.» Después de cantar el salmo, salieron
para el monte de los Olivos.
el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: «¿Dónde quieres que
vayamos a prepararte la cena de Pascua?» Él envió a dos discípulos, diciéndoles:
«Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo
y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Dónde está
la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?" Os enseñará una
sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la
cena.» Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les
había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras comían, Jesús tomó un pan,
pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: «Tomad, esto es mi
cuerpo.» Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos
bebieron. Y les dijo: «Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por
todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que
beba el vino nuevo en el reino de Dios.» Después de cantar el salmo, salieron
para el monte de los Olivos.
Palabra del Señor
Sábado de la 10ª semana de Tiempo Ordinario
Lectura de la segunda carta del apóstol san
Pablo a los Corintios 5, 14-21
Hermanos: Nos apremia el amor de
Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Cristo murió
por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y
resucitó por ellos. Por tanto, no valoramos a nadie según la carne. Si alguna
vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no. El que es de Cristo es una
criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de
Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio
de la reconciliación. Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al
mundo consigo-, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado
la palabra de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de
Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de
Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no habla pecado Dios lo
hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la
justificación de Dios.
Palabra de Dios.
Pablo a los Corintios 5, 14-21
Hermanos: Nos apremia el amor de
Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Cristo murió
por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y
resucitó por ellos. Por tanto, no valoramos a nadie según la carne. Si alguna
vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no. El que es de Cristo es una
criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de
Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio
de la reconciliación. Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al
mundo consigo-, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado
la palabra de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de
Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de
Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no habla pecado Dios lo
hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la
justificación de Dios.
Palabra de Dios.
Salmo:
Sal 102, 1-2. 3-4. 8-9. 11-12R. El
Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma mía, al Señor, y
todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus
beneficios. R.
Él perdona todas tus culpas y cura todas tus
enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.
R.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico
en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. R.
Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus
fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
5, 33-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Habéis oído
que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al
Señor". Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el
trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén,
que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver
blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir "sí" o "no". Lo que pasa
de ahí viene del Maligno.»
Palabra del Señor
5, 33-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Habéis oído
que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al
Señor". Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el
trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén,
que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver
blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir "sí" o "no". Lo que pasa
de ahí viene del Maligno.»
Palabra del Señor
Homilia -
Lecturas -
Liturgia
Viva de la 10ª semana de Tiempo Ordinario.
Lectura de la segunda carta del apóstol san
Pablo a los Corintios 4, 7-15
Hermanos: El tesoro del ministerio lo
llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria
es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos
aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados;
nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos
en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste
en nuestro cuerpo. Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la
muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en
nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en
vosotros. Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí,
por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien
resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con
vosotros. Todo es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será
el agradecimiento, para gloria de Dios.Palabra de Dios.
Pablo a los Corintios 4, 7-15
Hermanos: El tesoro del ministerio lo
llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria
es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos
aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados;
nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos
en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste
en nuestro cuerpo. Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la
muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en
nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en
vosotros. Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí,
por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien
resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con
vosotros. Todo es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será
el agradecimiento, para gloria de Dios.Palabra de Dios.
Salmo:
Sal 115, 10-11. 15-16. 17-18R. Te
ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.
Tenla fe, aun cuando
dije: «¡Qué desgraciado soy!» Yo decía en mi apuro: «Los hombres son unos
mentirosos.» R.
Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas.
R.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre,
Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo. R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
5, 27-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Habéis oído
el mandamiento "no cometerás adulterio". Pues yo os digo: El que mira a una
mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. Si tu ojo
derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser
echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y
tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno.
Está mandado: "El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio. " Pues
yo os digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la
induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.»
5, 27-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Habéis oído
el mandamiento "no cometerás adulterio". Pues yo os digo: El que mira a una
mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. Si tu ojo
derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser
echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y
tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno.
Está mandado: "El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio. " Pues
yo os digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la
induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.»
Palabra del Señor de la 10ª semana de Tiempo Ordinario. San Bernabé
Lectura del libro de los Hechos de los
apóstoles 11, 21b-26; 13, 1-3
En aquellos días, gran número creyó y
se convirtió al Señor. Llegó noticia a la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a
Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró
mucho, y exhortó a todos a seguir unidos al Señor con todo empeno; como era
hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe, una multitud considerable se
adhirió al Señor. Más tarde, salió para Tarso, en busca de Saulo; lo encontró y
se lo llevó a Antioquía. Durante un año fueron huéspedes de aquella Iglesia e
instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez llamaron a los
discípulos cristianos. En la Iglesia de Antioquia había profetas y maestros:
Bernabé, Simeón, apodado el Moreno, Lucio el Cireneo, Manahén, hermano de leche
del virrey Herodes, y Saulo. Un día que ayunaban y daban culto al Señor, dijo el
Espíritu Santo: -«Apartadme a Bernabé y a Saulo para la misión a que los he
llamado.» Volvieron a ayunar y a orar, les impusieron las manos y los
despidieron.
Palabra de Dios.
apóstoles 11, 21b-26; 13, 1-3
En aquellos días, gran número creyó y
se convirtió al Señor. Llegó noticia a la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a
Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró
mucho, y exhortó a todos a seguir unidos al Señor con todo empeno; como era
hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe, una multitud considerable se
adhirió al Señor. Más tarde, salió para Tarso, en busca de Saulo; lo encontró y
se lo llevó a Antioquía. Durante un año fueron huéspedes de aquella Iglesia e
instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez llamaron a los
discípulos cristianos. En la Iglesia de Antioquia había profetas y maestros:
Bernabé, Simeón, apodado el Moreno, Lucio el Cireneo, Manahén, hermano de leche
del virrey Herodes, y Saulo. Un día que ayunaban y daban culto al Señor, dijo el
Espíritu Santo: -«Apartadme a Bernabé y a Saulo para la misión a que los he
llamado.» Volvieron a ayunar y a orar, les impusieron las manos y los
despidieron.
Palabra de Dios.
Salmo:
Sal 97, 1. 2-3ab. 3c-4. 5-6R. El
Señor revela a las naciones su justicia.
Cantad al Señor un cántico
nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo
brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria, revela a las
naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la
casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado la
victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread,
tocad. R. Tañed la citara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y
al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
10, 7-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: -«ld y
proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad
muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo
gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para
el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero
su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de
confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa,
saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se
lo merece, la paz volverá a vosotros.»
Palabra del Señor.
10, 7-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: -«ld y
proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad
muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo
gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para
el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero
su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de
confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa,
saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se
lo merece, la paz volverá a vosotros.»
Palabra del Señor.
Miércoles de la 10ª semana de Tiempo Ordinario
Lectura de la segunda carta del apóstol san
Pablo a los Corintios 3, 4-11
Hermanos: Esta confianza con Dios la
tenemos por Cristo. No es que por nosotros mismos estemos capacitados para
apuntarnos algo, como realización nuestra; nuestra capacidad nos viene de Dios,
que nos ha capacitado para ser ministros de una alianza nueva: no de código
escrito, sino de espíritu; porque la ley escrita mata, el Espíritu da vida.
Aquel ministerio de muerte -letras grabadas en piedra- se inauguró con gloria;
tanto que los israelitas no podían fijar la vista en el rostro de Moisés, por el
resplandor de su rostro, caduco y todo como era. Pues con cuánta mayor razón el
ministerio del Espíritu resplandecerá de gloria. Si el ministerio de la condena
se hizo con resplandor, cuánto más resplandecerá el ministerio del perdón. El
resplandor aquel ya no es resplandor, eclipsado por esta gloria incomparable. Si
lo caduco tuvo su resplandor, figuraos cuál será el de lo
permanente.
Palabra de Dios.
Pablo a los Corintios 3, 4-11
Hermanos: Esta confianza con Dios la
tenemos por Cristo. No es que por nosotros mismos estemos capacitados para
apuntarnos algo, como realización nuestra; nuestra capacidad nos viene de Dios,
que nos ha capacitado para ser ministros de una alianza nueva: no de código
escrito, sino de espíritu; porque la ley escrita mata, el Espíritu da vida.
Aquel ministerio de muerte -letras grabadas en piedra- se inauguró con gloria;
tanto que los israelitas no podían fijar la vista en el rostro de Moisés, por el
resplandor de su rostro, caduco y todo como era. Pues con cuánta mayor razón el
ministerio del Espíritu resplandecerá de gloria. Si el ministerio de la condena
se hizo con resplandor, cuánto más resplandecerá el ministerio del perdón. El
resplandor aquel ya no es resplandor, eclipsado por esta gloria incomparable. Si
lo caduco tuvo su resplandor, figuraos cuál será el de lo
permanente.
Palabra de Dios.
Salmo:
Sal 98, 5. 6. 7. 8. 9R. Santo eres,
Señor, Dios nuestro.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante
el estrado de sus pies: Él es santo. R.
Moisés y Aarón con sus
sacerdotes, Samuel con los que invocan su nombre, invocaban al Señor, y él
respondía. R.
Dios les hablaba desde la columna de nube; oyeron
sus mandatos y la ley que les dio. R.
Señor, Dios nuestro, tú les
respondías, tú eras para ellos un Dios de perdón, y un Dios vengador de sus
maldades. R.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro; postraos ante su
monte santo: Santo es el Señor, nuestro Dios. R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
5, 17-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«No creáis
que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar
plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de
cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de
los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos
importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande
en el reino de los cielos. »Palabra del Señor
5, 17-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«No creáis
que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar
plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de
cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de
los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos
importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande
en el reino de los cielos. »Palabra del Señor
Pablo a los Corintios 1, 18-22
Hermanos: ¡Dios me es testigo! La
palabra que os dirigimos no fue primero «sí» y luego «no». Cristo Jesús, el Hijo
de Dios, el que Silvano, Timoteo y yo os hemos anunciado, no fue primero «sí» y
luego «no»; en él todo se ha convertido en un «sí»; en él todas las promesas han
recibido un «si». Y por él podemos responder: «Amén» a Dios, para gloria suya.
Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. Él nos ha
ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya,
el Espíritu.
Palabra de Dios.
Salmo:
Sal 118, 129. 130. 131. 132. 133. 135R.
Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.
Tus preceptos son
admirables, por eso los guarda mi alma. R.
La explicación de tus
palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes. R.
Abro la
boca y respiro, ansiando tus mandamientos. R.
Vuélvete a mí y ten
misericordia, como es tu norma con los que aman tu nombre. R.
Asegura mis pasos con tu promesa, que ninguna maldad me domine. R. Haz
brillar tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus leyes. R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
5, 13-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Vosotros
sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No
sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz
del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco
se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el
candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los
hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que
está en el cielo.»
Palabra del Señor
5, 13-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Vosotros
sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No
sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz
del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco
se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el
candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los
hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que
está en el cielo.»
Palabra del Señor
Lunes de la 10ª semana de Tiempo Ordinario.
Comienzo de la segunda carta del apóstol san
Pablo a los Corintios 1, 1-7
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por
designio de Dios, y el hermano Timoteo, a la Iglesia de Dios que está en Corinto
y a todos los santos que residen en toda Acaya: os deseamos la gracia y la paz
de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. ¡Bendito sea Dios, Padre de
nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo! Él nos
alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás
en cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de
Dios. Si los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, gracias a Cristo
rebosa en proporción nuestro ánimo. Si nos toca luchar, es para vuestro aliento
y salvación; si recibimos aliento, es para comunicaros un aliento con el que
podáis aguantar los mismos sufrimientos que padecemos nosotros. Nos dais firmes
motivos de esperanza, pues sabemos que si sois compañeros en el sufrir, también
lo sois en el buen ánimo.
Palabra de Dios
Pablo a los Corintios 1, 1-7
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por
designio de Dios, y el hermano Timoteo, a la Iglesia de Dios que está en Corinto
y a todos los santos que residen en toda Acaya: os deseamos la gracia y la paz
de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. ¡Bendito sea Dios, Padre de
nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo! Él nos
alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás
en cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de
Dios. Si los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, gracias a Cristo
rebosa en proporción nuestro ánimo. Si nos toca luchar, es para vuestro aliento
y salvación; si recibimos aliento, es para comunicaros un aliento con el que
podáis aguantar los mismos sufrimientos que padecemos nosotros. Nos dais firmes
motivos de esperanza, pues sabemos que si sois compañeros en el sufrir, también
lo sois en el buen ánimo.
Palabra de Dios
Salmo:
Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9R. Gustad y
ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento, su
alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloria en el Señor: que los
humildes lo escuchen y se alegren. R.
Proclamad conmigo la
grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me
respondió, me libró de todas mis ansias. R.
Contempladlo, y
quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al
Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R.
El ángel del
Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el
Señor, dichoso el que se acoge a él. R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
5, 1-12
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus
discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los
Cielos. Bienaventurados los mansos , porque ellos poseerán en herencia la
tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán
saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos
de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de
ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os
persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues
de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a
vosotros. Palabra del Señor
5, 1-12
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus
discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los
Cielos. Bienaventurados los mansos , porque ellos poseerán en herencia la
tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán
saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos
de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de
ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os
persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues
de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a
vosotros. Palabra del Señor
SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD.
infinito, ni meter el mar en un pozo de la playa, según la representación que se
le mostró a San Agustín, y quizá aún es más complicado explicar el Misterio de
la Santísima Trinidad. Los místicos son los que mejor nos han transmitido la
vivencia de Dios. Santa Teresa de Jesús escribe:
“Un día de San Pablo, estando en misa, se me representó toda esta
Humanidad sacratísima como se pinta resucitado, con tanta hermosura y majestad
como particularmente escribí a vuestra merced” (Vida 28, 3). “Vi a la Humanidad
sacratísima con más excesiva gloria que jamás la había visto. Representóseme por
una noticia admirable y clara estar metido en los pechos del Padre (Vida 38,
17). “El mismo Señor, por visión intelectual, tan grande que casi parecía
imaginaria, se me puso en los brazos a manera de como se pinta la «Quinta
angustia». Hízome temor harto esta visión, porque era muy patente y tan junta a
mí, que me hizo pensar si era ilusión. Díjome: «No te espantes de esto, que con
mayor unión, sin comparación, está mi Padre con tu ánima» (Relaciones 58,
3).
A la luz de la contemplación de diversas obras de arte que
representan a Dios en relación con su Hijo y de otras que plasman algunos
pasajes evangélicos, he descubierto, de manera más intuitiva y sobrecogida, la
relación trinitaria en la Humanidad de Cristo, y el amor de Cristo en relación
con nosotros, por el que se nos transmite todo el amor divino.
Si no puedo
explicar lo que excede a toda sabiduría humana – “el amor de Cristo, que excede
a todo conocimiento”- (Ef 3, 19), puedo, en primer lugar agradecer, lo que
acontece en el ser humano como reflejo de la relación permanente del amor
divino, y en segundo lugar, abrirme más conscientemente al ofrecimiento del amor
entrañable, fraterno e íntimo de Dios.
Jesucristo, el Hijo amado de Dios, lo
es desde siempre; el artista lo esculpe abrazado por la Virgen con la ternura de
una madre. Impresiona contemplar la fuerza y delicadeza del Padre que se citan
en la hora de la cruz y muerte del Señor. Toda la vida de Jesús abrazada. Si
comparamos las imágenes, sorprende cómo desde el gesto del Buen Pastor al del
Buen Samaritano, la vida del hombre está abrazada por la ternura de Cristo. El
amor de Dios, el amor de Cristo es el amor del Espíritu Santo. María es
mediación amorosa trinitaria.
Al detener la mirada en las imágenes, me
vienen a la memoria los textos: “Antes de haberte formado yo en el seno materno,
te conocía, y antes de que nacieses, te tenía consagrado” (Jer 1, 5). “Si alguno
me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos
morada en él” (Jn 14, 23).
Hoy recordamos a los contemplativos y rezamos
por ellos. El lema de la jornada dice: “El Espíritu de Cristo clama en nosotros
¡Abba! Padre” (Gál 4, 6).
Es difícil comprender el Misterio de Dios. No es posible abarcar el
infinito, ni meter el mar en un pozo de la playa, según la representación que se
le mostró a San Agustín, y quizá aún es más complicado explicar el Misterio de
la Santísima Trinidad. Los místicos son los que mejor nos han transmitido la
vivencia de Dios. Santa Teresa de Jesús escribe:
“Un día de San Pablo, estando en misa, se me representó toda esta
Humanidad sacratísima como se pinta resucitado, con tanta hermosura y majestad
como particularmente escribí a vuestra merced” (Vida 28, 3). “Vi a la Humanidad
sacratísima con más excesiva gloria que jamás la había visto. Representóseme por
una noticia admirable y clara estar metido en los pechos del Padre (Vida 38,
17). “El mismo Señor, por visión intelectual, tan grande que casi parecía
imaginaria, se me puso en los brazos a manera de como se pinta la «Quinta
angustia». Hízome temor harto esta visión, porque era muy patente y tan junta a
mí, que me hizo pensar si era ilusión. Díjome: «No te espantes de esto, que con
mayor unión, sin comparación, está mi Padre con tu ánima» (Relaciones 58,
3).
A la luz de la contemplación de diversas obras de arte que
representan a Dios en relación con su Hijo y de otras que plasman algunos
pasajes evangélicos, he descubierto, de manera más intuitiva y sobrecogida, la
relación trinitaria en la Humanidad de Cristo, y el amor de Cristo en relación
con nosotros, por el que se nos transmite todo el amor divino.
Si no puedo
explicar lo que excede a toda sabiduría humana – “el amor de Cristo, que excede
a todo conocimiento”- (Ef 3, 19), puedo, en primer lugar agradecer, lo que
acontece en el ser humano como reflejo de la relación permanente del amor
divino, y en segundo lugar, abrirme más conscientemente al ofrecimiento del amor
entrañable, fraterno e íntimo de Dios.
Jesucristo, el Hijo amado de Dios, lo
es desde siempre; el artista lo esculpe abrazado por la Virgen con la ternura de
una madre. Impresiona contemplar la fuerza y delicadeza del Padre que se citan
en la hora de la cruz y muerte del Señor. Toda la vida de Jesús abrazada. Si
comparamos las imágenes, sorprende cómo desde el gesto del Buen Pastor al del
Buen Samaritano, la vida del hombre está abrazada por la ternura de Cristo. El
amor de Dios, el amor de Cristo es el amor del Espíritu Santo. María es
mediación amorosa trinitaria.
Al detener la mirada en las imágenes, me
vienen a la memoria los textos: “Antes de haberte formado yo en el seno materno,
te conocía, y antes de que nacieses, te tenía consagrado” (Jer 1, 5). “Si alguno
me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos
morada en él” (Jn 14, 23).
Hoy recordamos a los contemplativos y rezamos
por ellos. El lema de la jornada dice: “El Espíritu de Cristo clama en nosotros
¡Abba! Padre” (Gál 4, 6).
Carta de Buenafuente Pentecostés 2009
Angel Moreno
VIII centenario de la primera regla franciscana, hemos tenido el privilegio de
peregrinar, en la semana de Pascua, por las huellas de San Pedro y San Pablo, y
tras las que dejaron San Francisco de Asís y Santa Clara, además de las de otros
muchos santos.
Hemos visto los vestigios de la casa de los apóstoles en
Roma, el sitio donde estuvieron encarcelados, donde fueron martirizados, y hemos
venerado sus sepulcros, al tiempo de profesar la fe y celebrar la Eucaristía en
los lugares más acreditados de la historia de los primeros
cristianos.
Visitar los lugares donde tuvo origen la difusión de la
Iglesia y hacerse más consciente de la ofrenda martirial de tantos seguidores
del Evangelio causa siempre renovación interior, al tiempo de darnos ocasión
para sentir la fuerza del valor de tantos que ofrecieron sus vidas como mejor
testimonio de fe.
No
se puede comprender la historia de los mártires ni la de los mejores hijos de la
Iglesia sin el don del Espíritu Santo. Él es quien infunde la fortaleza, la
alegría de ser testigos de Cristo y de compartir sus padecimientos.
El
Espíritu concede la fuerza en la debilidad, ora en nosotros, pone palabras de
sabiduría en nuestros labios a la hora de defender la fe, nos mueve a la
comunión y coincidencia de los ánimos. Como lo hizo en los tiempos apostólicos,
el Espíritu nos deja gustar el consuelo y la paz cuando realizamos las obras de
Dios y llevamos a término su voluntad.
El Espíritu nos hace conocer la
fascinación por la belleza, no sólo la que contiene la creación, toda obra de
arte y la bondad humana, sino sobre todo la belleza de la verdad de Cristo, de
su rostro resucitado y reflejado de manera invisible en todo lo creado, en todo
lo que participa de la fuerza de la Palabra, que lo sostiene todo.
El
Espíritu Santo nos sugiere con voz interior, perceptible en la conciencia, el
seguimiento radical de Cristo, la relación de amistad con Él, el ejercicio de la
caridad, la lectura de todo acontecimiento desde la Palabra de Dios, la valentía
del testimonio.
Descubrimos la prueba de la intervención del Espíritu en
la historia al mirar a muchos hombres y mujeres que han sido fieles al don de la
santidad de vida. Y cuando nos acercamos a los lugares donde sucedieron los
acontecimientos más emblemáticos del cristianismo primero, se nos transmiten los
impulsos del mismo Espíritu, que nos mueve a ser cada uno, según el propio don,
reflejo de la santidad divina.
Espíritu Santo, ven, y derrama tu fuerza
recreadora, que haga en nosotros y de nosotros testigos del Evangelio, a la
manera de los discípulos de Jesús.
Feliz Pascua de Pentecostés
Angel Moreno
Querido “Amigo de Buenafuente”:
Con motivo del Año Paulino y delVIII centenario de la primera regla franciscana, hemos tenido el privilegio de
peregrinar, en la semana de Pascua, por las huellas de San Pedro y San Pablo, y
tras las que dejaron San Francisco de Asís y Santa Clara, además de las de otros
muchos santos.
Hemos visto los vestigios de la casa de los apóstoles en
Roma, el sitio donde estuvieron encarcelados, donde fueron martirizados, y hemos
venerado sus sepulcros, al tiempo de profesar la fe y celebrar la Eucaristía en
los lugares más acreditados de la historia de los primeros
cristianos.
Visitar los lugares donde tuvo origen la difusión de la
Iglesia y hacerse más consciente de la ofrenda martirial de tantos seguidores
del Evangelio causa siempre renovación interior, al tiempo de darnos ocasión
para sentir la fuerza del valor de tantos que ofrecieron sus vidas como mejor
testimonio de fe.
No
se puede comprender la historia de los mártires ni la de los mejores hijos de la
Iglesia sin el don del Espíritu Santo. Él es quien infunde la fortaleza, la
alegría de ser testigos de Cristo y de compartir sus padecimientos.
El
Espíritu concede la fuerza en la debilidad, ora en nosotros, pone palabras de
sabiduría en nuestros labios a la hora de defender la fe, nos mueve a la
comunión y coincidencia de los ánimos. Como lo hizo en los tiempos apostólicos,
el Espíritu nos deja gustar el consuelo y la paz cuando realizamos las obras de
Dios y llevamos a término su voluntad.
El Espíritu nos hace conocer la
fascinación por la belleza, no sólo la que contiene la creación, toda obra de
arte y la bondad humana, sino sobre todo la belleza de la verdad de Cristo, de
su rostro resucitado y reflejado de manera invisible en todo lo creado, en todo
lo que participa de la fuerza de la Palabra, que lo sostiene todo.
El
Espíritu Santo nos sugiere con voz interior, perceptible en la conciencia, el
seguimiento radical de Cristo, la relación de amistad con Él, el ejercicio de la
caridad, la lectura de todo acontecimiento desde la Palabra de Dios, la valentía
del testimonio.
Descubrimos la prueba de la intervención del Espíritu en
la historia al mirar a muchos hombres y mujeres que han sido fieles al don de la
santidad de vida. Y cuando nos acercamos a los lugares donde sucedieron los
acontecimientos más emblemáticos del cristianismo primero, se nos transmiten los
impulsos del mismo Espíritu, que nos mueve a ser cada uno, según el propio don,
reflejo de la santidad divina.
Espíritu Santo, ven, y derrama tu fuerza
recreadora, que haga en nosotros y de nosotros testigos del Evangelio, a la
manera de los discípulos de Jesús.
Feliz Pascua de Pentecostés
Comentario al VII Domingo de Pascua, Fiesta de la Ascensión. (24
de Mayo de 2009)
Angel Moreno (Buenafuente del
Sistal)
pasado los cuarenta días luminosos del tiempo pascual, en su transcurso la
Liturgia nos ha ido mostrando el núcleo de la fe cristiana: Cristo muerto y
resucitado, que se apareció a sus apóstoles y estos dieron testimonio de que
estaba vivo.
Con motivo del
término de la cuarentena pascual, cabrían las preguntas: ¿En qué he percibido el
paso del Señor en esta Pascua? ¿Qué motivos se han afianzado en mí para creer en
Él? ¿He dado testimonio de su resurrección?
Hoy celebramos la Ascensión
del Señor, el triunfo de la humanidad en Cristo, la verdad definitiva y última
para los que creen. Estamos hechos para Dios, nuestra meta es la de Jesús
glorificado y ascendido a los cielos, junto a su Padre. Mientras tanto “a cada
uno se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo (…), para la
edificación del cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la unidad de la
fe, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud” (Ef 4,
13).
Piedra en la edícula de la Ascensión, en la que se venera
el
último vestigio del paso de Jesús por nuestra tierra,
ante el que San
Ignacio de Loyola oró.
Se abre un tiempo nuevo, previo a Pentecostés, el
adviento del Espíritu Santo. Jesús nos manda permanecer juntos: “No os alejéis
de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre” (Act 1, 4). Es la
semana del Cenáculo, de orar con María, la madre de Jesús, suplicando los dones
del Consolador, necesarios “para ser testigos”. De ello depende la fuerza
evangelizadora y la obediencia misionera para “pregonar el Evangelio por todas
partes” (Mc 16, 20).
No es tiempo de nostalgias, ni de apetecer visiones
extraordinarias. No es momento de extroversiones, ni de perecer por miedo. Es la
gran semana de oración y de esperanza. Aún resuenan las palabras de Jesús: “Al
que me ama, le amará mi Padre, y yo también lo amaré, y me mostraré a él, y
vendremos a él y haremos morada en él. El Defensor, el Espíritu Santo, que
enviará el Padre en mi nombre será quien os loe enseñe todo” (Jn 14,
26).
La Ascensión de Jesús a los cielos no es un motivo para evadirnos de
la tierra, sino para vivir como quienes saben la meta del camino, el horizonte
de sentido, la esperanza indestructible. Jesús dijo: “Os voy a prepararos sitio”
(Jn 14, 2).
Durante los próximos días, para sentirnos convocados en la
expectación del don mayor del Resucitado, su Espíritu Santo, invocaremos los
diferentes dones del Paráclito. Como lo hicimos en el tiempo de Cuaresma, al
hilo de las lecturas bíblicas que nos propone la Liturgia, meditaremos cada día
en uno de los siete dones: SABIDURÍA, ENTENDIMIENTO, CONSEJO, FORTALEZA,
CIENCIA, PIEDAD, TEMOR DE DIOS.
de Mayo de 2009)
Angel Moreno (Buenafuente del
Sistal)
VII Domingo de Pascua, celebración de la Ascensión del Señor
Ya hanpasado los cuarenta días luminosos del tiempo pascual, en su transcurso la
Liturgia nos ha ido mostrando el núcleo de la fe cristiana: Cristo muerto y
resucitado, que se apareció a sus apóstoles y estos dieron testimonio de que
estaba vivo.
Con motivo del
término de la cuarentena pascual, cabrían las preguntas: ¿En qué he percibido el
paso del Señor en esta Pascua? ¿Qué motivos se han afianzado en mí para creer en
Él? ¿He dado testimonio de su resurrección?
Hoy celebramos la Ascensión
del Señor, el triunfo de la humanidad en Cristo, la verdad definitiva y última
para los que creen. Estamos hechos para Dios, nuestra meta es la de Jesús
glorificado y ascendido a los cielos, junto a su Padre. Mientras tanto “a cada
uno se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo (…), para la
edificación del cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la unidad de la
fe, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud” (Ef 4,
13).
Piedra en la edícula de la Ascensión, en la que se venera
el
último vestigio del paso de Jesús por nuestra tierra,
ante el que San
Ignacio de Loyola oró.
Se abre un tiempo nuevo, previo a Pentecostés, el
adviento del Espíritu Santo. Jesús nos manda permanecer juntos: “No os alejéis
de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre” (Act 1, 4). Es la
semana del Cenáculo, de orar con María, la madre de Jesús, suplicando los dones
del Consolador, necesarios “para ser testigos”. De ello depende la fuerza
evangelizadora y la obediencia misionera para “pregonar el Evangelio por todas
partes” (Mc 16, 20).
No es tiempo de nostalgias, ni de apetecer visiones
extraordinarias. No es momento de extroversiones, ni de perecer por miedo. Es la
gran semana de oración y de esperanza. Aún resuenan las palabras de Jesús: “Al
que me ama, le amará mi Padre, y yo también lo amaré, y me mostraré a él, y
vendremos a él y haremos morada en él. El Defensor, el Espíritu Santo, que
enviará el Padre en mi nombre será quien os loe enseñe todo” (Jn 14,
26).
La Ascensión de Jesús a los cielos no es un motivo para evadirnos de
la tierra, sino para vivir como quienes saben la meta del camino, el horizonte
de sentido, la esperanza indestructible. Jesús dijo: “Os voy a prepararos sitio”
(Jn 14, 2).
Durante los próximos días, para sentirnos convocados en la
expectación del don mayor del Resucitado, su Espíritu Santo, invocaremos los
diferentes dones del Paráclito. Como lo hicimos en el tiempo de Cuaresma, al
hilo de las lecturas bíblicas que nos propone la Liturgia, meditaremos cada día
en uno de los siete dones: SABIDURÍA, ENTENDIMIENTO, CONSEJO, FORTALEZA,
CIENCIA, PIEDAD, TEMOR DE DIOS.
Publicado
el Sábado 23 de Mayo del 2009 - Buenafuente del Sistal.
el Sábado 23 de Mayo del 2009 - Buenafuente del Sistal.
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