lunes, 15 de diciembre de 2008

Eucaristia





La Eucaristía, presencia viva de Jesús
Esforzaos por usar de una sola Eucaristía... pues una sola es la carne de Nuestro Señor Jesucristo y uno sólo es el cáliz para unirnos con su sangre...

La Eucaristía, presencia viva de Jesús 
Frank Morera Ministerio Siloé                                                                                                                                                                                                 En Israel habían multitud de sacrificios; muchos de ellos iban seguidos de banquetes. Estos eran banquetes de comunión, en Hebreo "Selamin" que significa "sacrificio" que unían al pueblo entre sí y a su vez con Dios. Precedente bíblico del sacrificio y banquete de comunión en la Antigua Alianza    Levítico 6, 17-20
El Señor habló a Moisés para decirle: Dile a Aarón y a sus hijos: Esta es la Ley de la víctima ofrecida por el pecado. Será sacrificada ante el Señor en el mismo lugar donde se ofrece el sacrificio del Holocausto. Es una cosa muy sagrada. El sacerdote que la ofrenda comerá en un lugar santo, a la entrada de la tienda de las citas cualquiera que toque las carnes será santificado.
                                     Levítico 7, 15
La carne de la víctima del sacrificio de comunión será comida en el mismo día sin dejar nada para el siguiente.

El sacrificio de Holocausto era el sacrificio de ofrenda. Como vimos en Levítico 6, 17-20 la víctima ofrecida por el pecado era sacrificada en el altar del Holocausto. Cristo Jesús se hizo Ofrenda por nuestra salvación sustituyéndonos en la Cruz y cargando nuestros pecados "Víctima ofrecida por el pecado", en esta ofrenda, al igual que la ofrenda de comunión, la víctima era consumida totalmente y así se entraba en común - unión con el Dios de Israel. En nuestra Eucaristía, la víctima, nuestra ofrenda y sacrificio, tiene que ser consumida al igual que en el antiguo Israel. Hoy nuestra ofrenda no es de ovejas ni animales. Es Jesús el Señor, por eso nuestra comunión no es simbólica, como las víctimas de Israel no eran simbólicas, sino con la propia Víctima. Para el Hebreo y en la mentalidad semita es necesario entrar en comunión con el cuerpo si queremos establecer una comunión con el espíritu.


Éxodo 12, 8-10
Esa misma noche comerán el cordero asado al fuego, lo comerán con panes sin levaduras… Ustedes no guardaran nada para el día siguiente, lo que sobre quémenlo al fuego.

En la comida de la Pascua era sacrificado un cordero, macho y sin defectos. Desde antiguo se ha considerado este cordero prefigura de Jesucristo. Este cordero se debía comer completo en la cena Pascual. La Eucaristía es Nuestra Cena Pascual, en ella el cordero no puede ser una representación, es el mismo cordero el que se ingiere. Nuestro cordero ya fue señalado por Juan el Bautista (San Juan 1, 36) es Jesús, por lo tanto en la Eucaristía comemos el Cuerpo de Jesús-Cordero.
La Eucaristía en el contexto neotestamentario                                                                                                                                                                                    Juan 6, 51  Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y la daré para vida del mundo.


Juan 6 es el discurso más difícil que le tocó predicar a Jesús y de hecho el de más controversia. Jesús ya ha declarado que Él es el pan de vida.


Días antes, Jesús ha caminado sobre las aguas, desafiando todas las leyes naturales (San Marcos6, 45-52). Pocos momentos antes Jesús había multiplicado los panes (San Marcos 6, 35-43). Con estos dos hechos le ha querido decir a sus discípulos que Él hace con el pan lo que quiere (lo multiplica) y con su cuerpo también (camina sobre las aguas), o sea, que tiene poder sobre su cuerpo y sobre los panes. Ahora se adentra en el misterio y proclama que su carne es pan. ¿Difícil? ¿No caminó sobre las aguas... algo imposible para un hombre?. ¿No multiplicó los panes… algo imposible para un hombre?. Seguro que sí, pero no para Dios. El que tiene poder sobre las leyes naturales de su cuerpo y de los panes puede transformar su cuerpo en pan. En este pasaje Jesús habla claramente. El pan que nos va a dar es Su Carne, aquí esta explícito. Esta frase esta exenta de simbolismo, pero para aclarar esto más aún veamos al texto griego original.


La palabra utilizada para definir carne es "sarx", que en Griego quiere decir: "Carne, trozo de carne, cuerpo, ser vivo, hombre". Vemos una definición contundente de que Jesús utiliza la palabra que denota cuerpo de carne y que no es en ningún modo metáfora, hecho que concordará con las palabras de la Última Cena. Existen otras dos palabras en Griego para definir carne, una es "Kreas" que quiere decir: "trozos de carne" y se utiliza para cuando se habla de ingerir carne en una comida normal (Romanos 4, 21 / 1Cor 8, 13) y "Sarkinos" que quiere decir "carnal" y se utiliza en sentido simbólico (Romanos 7, 14 / 1Cor 3, 1 / 2Cor 3,3. Fíjense que Jesús no utilizó ninguna de estas dos opciones en este contexto.


San Juan 6, 55
Mi carne es comida verdadera y mi sangre es bebida verdadera.

Si quedó alguna duda de la intención de Jesús en el versículo 51, ahora las dudas deberían disiparse. Jesús declara que su cuerpo (sarx) es comida verdadera. La palabra griega utilizada por Jesús para decir verdadera es "Alethes" que proviene de "Aletheia" que quiere decir "Verdad, veracidad, sinceridad, realidad", esta palabra confirma la realidad de la presencia viva de Jesús en Cuerpo y Divinidad en la Eucaristía. Jesús no dijo en ningún momento que su carne "significa", todo lo contrario, afirma ser verdadera, "alethes". Este mismo análisis se aplica a la sangre de Jesús.


Si nos quedara duda de que Jesús habló en sentido simbólico o metafórico analicemos la reacción de los discípulos:


San Juan 6, 60
Cuando oyeron todo esto, muchos de los que habían seguido a Jesús dijeron "Este lenguaje es muy duro ¿Quién puede sufrirlo?"

Los discípulos hablaban perfecto arameo, que era la lengua habitual de Jesús y entendieron perfectamente que éste no hablaba en forma simbólica, pues si hubiera sido así, esta reacción hubiera estado de más. ¡Ellos reaccionaron escandalizados! No pueden sufrir que el "hijo del carpintero" les hable de "comer su carne y beber su sangre"… es algo demencial para ellos, es algo que sólo se entiende en Fe. Jesús al contrario de lo que hace en otras ocasiones no les va a explicar, porque es algo que no se puede explicar, es algo que hay que aceptar. Es por eso que les pregunta a los Apóstoles si también se van a marchar y Pedro contesta que aunque no entiende nada, sabe que de Jesús solo sale "vida eterna". Así la Iglesia, como Pedro, se queda en Fe con las palabras de Jesús.


San Juan 6, 61
Jesús captó en su mente que sus propios discípulos criticaban su discurso y les dijo: ¡Qué va a ser entonces cuando vean al Hijo del Hombre subir al lugar donde estaba antes!

Jesús aquí nos da una comparación. Si no entienden cómo pueden comerse su cuerpo, menos entenderán su Ascensión al cielo, o sea dice Jesús que es más fácil aceptar la Eucaristía que aceptar su Ascensión y su Glorificación como Segunda Persona de la Trinidad. Actualmente casi todas las Iglesias aceptan la Ascensión y Glorificación de Jesús, sin embargo no aceptan la Eucaristía que según Jesús es más fácil de entender.


San Mateo 26, 26-28
Mientras comían, Jesús tomo el pan y, después de pronunciar la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: Tomen y coman; esto es mi cuerpo. Después tomando una copa de vino y dando gracias, se la dio diciendo: Beban todos, porque esta es mi sangre, la sangre de la alianza, que es derramada por una muchedumbre, para el perdón de los pecados.

Llega la Última Cena. Cena Pascual donde sorpresivamente no hay cordero puesto que Jesús va a reemplazarlo. Llegado el momento Jesús solemnemente declara que el pan ES su cuerpo, en clara conexión con el discurso de San Juan 6. La palabra griega utilizada en el Evangelio traducida como "cuerpo" no es Sarx, como hubiera sido de esperar pues Sarx significa también cuerpo. La palabra utilizada es Soma que quiere decir en griego "cuerpo, cadáver, cuerpo muerto" que en este contexto de sacrificio, al darlo separado de su sangre (el vino) expresa claramente que Jesús está hablando y refiriéndose a Él cómo el Cordero Pascual comido en la Pascua Hebrea ya muerto y no de forma alguna simbólica y que faltó en la Última Cena. La misma explicación es acertada para el vino como sangre.


San Lucas 19
Hagan esto en memoria mía.

Esta orden de Jesús de ninguna forma da aspecto de simbolismo a la Eucaristía, más bien la afirma. Veamos: La palabra griega utilizada para "memoria" es anamnesis que quiere decir "recordar, refrescar la memoria, mencionar, acordarse, pensar en algo" en ningún momento la palabra memoria implica símbolo. Con esta palabra Jesús ordena a los Apóstoles que sigan repitiendo lo que Él acaba de hacer con las mismas consecuencias, instituye el orden Presbiteral o Sacerdotal al mandar a los Apóstoles a celebrar la Cena Pascual con Él como Cordero Sacrificado y en ningún momento simbólico. Con esto se cumple en el Nuevo Pacto lo ordenado a Israel en Éxodo 12, 14"


"Esta ley es para siempre: los descendientes de ustedes no dejaran de celebrar este día."

¿Sabías tú, que cuando asistes a la Eucaristía estas asistiendo a la Cena Pascual de la Nueva Alianza?.. Esto será un tema para un nuevo estudio. Regresando a nuestra palabra "anamnesis", esta palabra se utiliza en Hebreos 10, 3. "Pero en esos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados…" cada año se recuerda algo muy actual, los pecados. Memorial - actualización de una realidad. ¿Qué realidad? Nuestra comunión con Jesús de una forma íntima y tremenda comiendo su Cuerpo y bebiendo su Sangre.


Levítico 2, 2
La llevarán a los sacerdotes, los hijos de Aarón, quienes tomando un puñado de harina con aceite y todo el incienso lo quemaran sobre el altar como combustión, en memoria, en olor suave para Yahvé.

El olor de esta harina, quemada por los sacerdotes en el altar será un memorial, o sea que recordara al Padre la ofrenda al mismo tiempo que al oferente. El memorial de la Eucaristía recuerda al Padre el Sacrificio de Cristo en la cruz - único y suficiente - pero que se actualiza como sacrificio incruento, donde no hay sufrimiento; y que recuerda al Padre que somos los oferentes y los beneficiados de éste, y que por esta víctima- Jesús -debe derramar su Misericordia sobre nosotros.


En I de Corintios 11, 26 dice San Pablo "Cuantas veces comáis este pan y bebáis este cáliz, anuncias la muerte del Señor hasta que venga". Este versículo es de una importancia trascendental, pues reafirma el carácter sacrificial y escatológico de la Eucaristía. Proclamamos el sacrificio de Jesús y lo haremos hasta que Él retorne en Gloria.


I Corintios 10, 16
La copa de bendición que bendecimos, ¿No es la comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿No es una comunión con el cuerpo de Cristo?

En este Capítulo 10, San Pablo habla de un hecho real "no se debe comer carne sacrificada a los ídolos" y como alude a la presencia real de Cristo en la Eucaristía común - unión del creyente y Cristo Jesús, diciendo claramente que la comunión es el cuerpo y la sangre de Cristo.


I Corintios 1, 26-29
Así pues, cada vez que comen de este pan y beben de la copa, están proclamando la muerte del Señor hasta que venga. Por lo tanto, si alguien come el pan y bebe de la copa del Señor indignamente, peca contra el cuerpo y la sangre del Señor.

Por eso, que cada uno examine su conciencia antes de comer del pan y beber de la copa. De otra manera come su propia condenación al no reconocer el cuerpo.

Aquí San Pablo nos da una visión contundente de la presencia real de Jesús en la Eucaristía. Primeramente se peca contra el objeto que se agravia, aquí según San Pablo se agravia el Pan y la Copa al comerse indignamente, sin embargo se peca contra el Cuerpo y la Sangre del Señor, afirmación que sería un desatino si cuerpo y pan y copa y sangre no fueran lo mismo. Seguidamente va a atribuir condenación, un hecho que solo se aplica por no aceptar en Fe a Dios.
¿Qué pensaron la comunidad primitiva y los Padres de la Iglesia en el primer siglo sobre este tema


San Ignacio Obispo de Antioquía en el año 110 DC. escribe en su Carta a los de Esmirna lo siguiente
"De la Eucaristía y la oración se apartan (los herejes docetas) por que no confiesan que la Eucaristía es la carne de Nuestro Salvador Jesucristo, la que padeció por nuestros pecados, la que por bondad resucito el Padre. Por lo tanto, los que contradicen el don de Dios litigando, se van muriendo. Mejor les fuera amar para que también resucitasen."

En su carta a la Iglesia de Filadelfia les dice
"Esforzaos, por lo tanto, por usar de una sola Eucaristía; pues una sola es la carne de Nuestro Señor Jesucristo y uno sólo es el cáliz para unirnos con su sangre, un solo altar, como un solo Obispo junto con el Presbiterio y con los diáconos co-siervos míos; a fin de que cuando hagáis, todo lo hagáis según Dios."

San Justino Mártir, año 160 en su Apología 1ra.
"Este alimento se llama entre nosotros Eucaristía del cual a ninguno le es lícito participar, sino al que cree que nuestra doctrina es verdadera y ha sido purificado por el Bautismo para perdón de pecados y regeneración…. Es la sangre y la carne de aquel Jesús que se encarnó, pues los Apóstoles y los comentarios por ellos compuestos, llamados Evangelios nos lo transmitieron así…"

San Ireneo, Obispo de Lyon, año 180, libro "Adversus Haereses"
"¿Y como dicen también que la carne se corrompe y no participa de la vida (la Carne) que es alimentada por el cuerpo y la Sangre del Señor? Por lo tanto, o cambian de parecer o dejan de ofrecer las cosas dichas."

Tertuliano, año entre 160 y 220 libro "Contra Marción"
"Por lo cual, por el sacramento del pan y del cáliz, ya hemos probado en el Evangelio la verdad del cuerpo y la sangre del Señor en contra de la teoría del fantasma propugnada por Marción."

San Agustín, años 354-430
"Y siendo así que Cristo anduvo en esta carne y nos dio su misma carne para que la comiéramos, nadie puede comer su carne si no la adora, encontramos que como es posible adorar tal escabel de los pies del Señor, sin que no-sólo no pequemos adorando, sino que pequemos no adorando..."

Hermanos separados de la comunión con la Iglesia Católica opinan que cuando Jesús dijo: "Esto es mi cuerpo" lo dijo en forma de símil, como es el caso en San Juan 6, 35 donde Jesús dice: "Yo soy el pan de Vida" o como en San Juan 6, 12 donde dijo: "Yo soy la Luz del mundo" o también como en San Juan 10, 9 donde dijo "Yo soy la puerta". Evidentemente Jesús aquí se esta describiendo a sí mismo como "Pan de Vida", "Luz del mundo", "Puerta" y en otra oportunidad como "El camino", Jesús no es una "Puerta" o un "Camino" físicamente hablando... es pura simbología, pero examinemos una de estas oraciones, por ejemplo: "Yo soy la Puerta"... esta oración, y si mal no recuerdo mis años de estudiante de gramática, se compone de Sujeto y Predicado. El sujeto es de quien se habla y el predicado precedido de un verbo describe una acción al sujeto, en este caso Yo, es el sujeto o sea Cristo y soy la puerta es el predicado que describe a Cristo como la entrada a la salvación por medio de una "puerta". En la Última Cena Jesús dice "Esto es mi cuerpo". Esto es el sujeto o sea el pan y mi cuerpo es el predicado que describe al sujeto o sea Cristo (soma). ¿Ves la diferencia? En los anteriores versículos del Evangelio Cristo se describe a sí mismo como puerta, Luz, camino, etc... En la Última Cena el Pan es descrito como el mismo Cristo, su cuerpo sacrificial. Luego entonces el Pan es Cristo, lo cual es muy diferente a que Cristo sea pan.


Hermano que lees este pequeño estudio de apologética sobre la Eucaristía, la presencia real de Jesús en el pan y en el vino sólo se acepta por Fe, no por razonamiento. Pues como dijo San Agustín "Si lo entiendes, no es Dios". ¿En qué bando estas? Entre los que dejaron a Jesús moviendo la cabeza y diciendo "dura doctrina es esta!" O, cómo los que como Pedro nos quedamos diciendo "no entiendo humanamente, pero sé que tienes Palabras de Vida y además, ¿adonde ir que haya vida eterna?" Si te quedas en Fe tienes la promesa del Señor "El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de verdad, y yo lo resucitare en el ultimo día". Que así sea.

Libro de los Números 24,2-7.15-17. 
Cuando alzó los ojos y vio a Israel acampado por tribus, el espíritu de Dios vino sobre él
y pronunció su poema, diciendo: "Oráculo de Balaam hijo de Beor, oráculo del hombre de mirada penetrante;
oráculo del que oye las palabras de Dios y conoce el pensamiento del Altísimo; del que recibe visiones del Todopoderoso, en éxtasis, pero con los ojos abiertos.
¡Qué hermosas son tus carpas, Jacob, y tus moradas, Israel!
Son como quebradas que se extienden, como jardines junto a un río, como áloes que plantó el Señor, como cedros junto a las aguas.
El agua desborda de sus cántaros, su simiente tiene agua en abundancia. Su rey se eleva por encima de Agag y su reino es exaltado.
Entonces pronunció su poema, diciendo: "Oráculo de Balaam, hijo de Beor, oráculo del hombre de mirada penetrante;
oráculo del que oye las palabras de Dios y conoce el pensamiento del Altísimo; del que recibe visiones del Todopoderoso, en éxtasis pero con los ojos abiertos.
Lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no de cerca: una estrella se alza desde Jacob, un cetro surge de Israel: golpea las sienes de Moab y el cráneo de todos los hijos de Set.
Salmo 25(24),4-5.6-7.8-9.
Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador, y yo espero en ti todo el día.
Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor, porque son eternos.
No recuerdes los pecados ni las rebeldías de mi juventud: Por tu bondad, Señor, acuérdate de mi según tu fidelidad.
El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres.
Evangelio según San Mateo 21,23-27.
Jesús entró en el Templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, para decirle: "¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esa autoridad?".
Jesús les respondió: "Yo también quiero hacerles una sola pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas.
¿De dónde venía el bautismo de Juan? ¿Del cielo o de los hombres?". Ellos se hacían este razonamiento: "Si respondemos: 'Del cielo', él nos dirá: 'Entonces, ¿por qué no creyeron en él?'.
Y si decimos: 'De los hombres', debemos temer a la multitud, porque todos consideran a Juan un profeta".
Por eso respondieron a Jesús: "No sabemos". El, por su parte, les respondió: "Entonces yo tampoco les diré con qué autoridad hago esto". 
 


San Beda el Venerable (hacia 673-735), monje, doctor de la Iglesia
Sermón nº 1; CCL 122, 2


«Todos tiene a Juan por profeta»

     Si queremos saber porqué Juan bautizaba, sabiendo que su bautismo no podía perdonar los pecados, la razón es clara: para ser fiel a su ministerio de precursor, debía antes bautizar al Señor por la misma razón que había nacido antes que él, que predicaría antes que él y moriría antes que él. Al mismo tiempo era para impedir que la disputa envidiosa de los fariseos y de los escribas no influyera sobre el ministerio del Señor, en el caso que él hubiera dado primero el bautismo a los hombres. «El bautismo de Juan, ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?» Como no se atrevieron a negar que venía del cielo, se vieron forzados a reconocer que las obras del cielo de aquél de quien Juan predicaba también eran debidas a un poder que venía del cielo.
Sin embargo, aunque el bautismo de Juan no perdonaba los pecados, no dejaba, sin embargo, sin frutos a los que lo recibían... Era una señal de fe y de arrepentimiento, o sea que recordaba que todos debían abstenerse de pecado, practicar la limosna, creer en Cristo, y apresurarse a recibir su bautismo desde que él se hiciera presente, a fin de lavarse para recibir la remisión de sus pecados. Por otra parte, el desierto donde Juan permanecía representa la vida de los santos que abandonaban los placeres de este mundo. Tanto si viven en soledad o entre la multitud, sin cesar con toda la fuerza de su alma tienden a prescindir de los deseos del mundo presente; su gozo lo encuentran en no unirse más que a Dios, en el secreto de su corazón, y a no poner más que en él solo toda su esperanza. Es hacia esta soledad del alma, tan amada por Dios, que el profeta, con la ayuda del Espíritu Santo, deseaba ir cuando decía: «¿Quién me diera alas de paloma para volar y posarme?» (Sl 54,7).


domingo, 14 de diciembre de 2008

Misión apostólica





Pedro y Pablo en Roma

Después que Pedro y Pablo hubieran fundado la iglesia, pasó a ocupar el episcopado romano Lino, y después le sucedió Anacleto y tras éste Clemente, quien conoció en persona a Pedro...


Pedro y Pablo en RomaGuido Adolfo Rojas Zamorano"VerdadeCatólica"                                                                                  Misión apostólica


Decía el historiador protestante Robert Maclauner que "los inicios del cristianismo apuntan hacia Roma". Del mismo modo, agregaba San Ambrosio en el siglo IV, que "allí donde está Pedro está la Iglesia Católica". Según la tradición antigua el apóstol Pedro fue siete años obispo de Antioquía, luego al ser liberado de la cárcel en Jerusalén en el año 42, se dirigió a la capital del imperio romano, y se puso al frente de aquella comunidad cristiana que había sido escogida por Dios (1Pedro 5, 13). Eusebio y San Jerónimo sugieren que fueron veinticinco años; sin embargo, no fueron continuos, pues Pedro estuvo de nuevo en la Ciudad Santa en el año 49 o 50. Quiere decir que Roma era su sede principal, pero los apóstoles eran considerados como pertenecientes a toda la Iglesia Católica. Cuenta una leyenda piadosa que hacia el año 60 Pedro se encontraba de camino a la misma ciudad, y se le apareció Jesús que le dijo que iba para ser crucificado otra vez. El mismo Señor había anunciado que Pedro moriría por su fe, glorificando con su muerte a Dios (Juan 21, 19).


Martirio de Pedro


Cuando el primer Vicario de Cristo llegó a Roma, los cristianos la identificaban como la otra "Babilonia la grande", la ciudad construida sobre siete colinas (Apocalipsis 17, 9); era la capital de los nuevos opresores idólatras, metrópoli grande, lujosa y pecadora (14, 8; 17, 5; 18, 1ss), con un gran poder político, militar y económico. No menos corrompido era su emperador Nerón César (54-68), nombrado por San Juan en el libro de las revelaciones como la Bestia, el 666, que es un número de hombre (13, 18). Ahora bien, en el año 64 el maniático monarca mandó a incendiar la ciudad, metiéndole la culpa a los cristianos, que eran considerados como una secta judía, hostiles a la sociedad pagana, y acusados de rendirle tributo a Jesucristo en vez que al emperador y a sus ídolos. El historiador romano Tácito narra como a los cristianos se les colocaba pieles de animales para ser devorados por los leones y los mastines en el circo, o untándoles grasa de cerdo para ser luego amarrados a los postes en los jardines imperiales o en la Vía Apia, como antorchas humanas en la noche, cumpliendo así la célebre frase de Tertuliano: "la sangre de los mártires es semilla para nuevos cristianos" (comparar con Apocalipsis 18, 24).


En esta misma persecución fue hecho prisionero el apóstol Pedro en la cárcel mamertina, y luego crucificado boca abajo cerca al circo romano, en la colina vaticana. Aquí fue enterrado por sus seguidores en un cementerio contiguo; se decía que una pared de color rojo marcaba el lugar.


Pruebas históricas


Treinta años después del martirio del apóstol, el Papa San Anacleto construyó un oratorio donde los fieles se reunían. También se encuentra el testimonio del Papa San Clemente Romano, quien escribió una carta contemporánea del evangelio de San Juan (90 d.C.), en la que narra la muerte gloriosa del pescador de Galilea. En el siglo II, San Ignacio de Antioquía, San Papías, San Clemente de Alejandría, Tertuliano, el obispo Dionisio de Corintio y el llamado canon moratoriano; confirman el martirio de los príncipes de la iglesia "Pedro y Pablo" en Roma. De los relatos no cristianos resalta la crónica de Celso al emperador Adriano (117-38), quien asegura que el nombre de Pedro gozaba de popularidad en la capital del imperio. A principios del siglo III San Ireneo, obispo de Lyon, escribe la lista de los obispos de la Ciudad Eterna, en la que dice que "después de los santos apóstoles (Pedro y Pablo) hubieran fundado la iglesia, pasó a ocupar el episcopado romano Lino (mencionado por San Pablo en 2Timoteo 4, 21), y después le sucedió Anacleto y tras éste Clemente (Romano), quien conoció en persona a Pedro". Según una tradición del mismo siglo, confirmada por Tertuliano, Pedro, por humildad, pidió ser crucificado boca abajo. En el año 251, San Cipriano llama a la iglesia romana como "la silla de Pedro y la iglesia principal". Igual opinión tiene en el siglo IV el historiador eclesiástico, Eusebio de Cesarea, basado en documentos del siglo II.



El campo de la arqueología


En cuanto a las pruebas arqueológicas del sepulcro de Pedro, se tienen noticias antes que se construyera la basílica que lleva su nombre, por el emperador Constantino en el siglo IV, exactamente encima de la tumba del santo apóstol, en donde los primeros cristianos celebraban la eucaristía y enterraban en las paredes y en el suelo de las galerías a los mártires, incluyendo varios Papas (siglos I-IV). A principios del siglo XIX, las catacumbas del Vaticano fueron identificadas en su totalidad, y a finales del mismo siglo se descubrió la cripta de los Papas con los epitafios del siglo III, de Ponciano, Fabiano, Cornelio y otros. En el Vaticano se encuentran además los restos de muchos Papas de los tiempos modernos, como los cuerpos incorruptos de San Pío X y del Beato Juan XXIII, que están expuestos a la veneración pública. Asimismo, en las excavaciones efectuadas en 1915 en la gruta de la basílica de San Sebastián, se halló un muro cubierto con invocaciones a los apóstoles Pedro y Pablo, donde sus reliquias fueron llevadas por un tiempo, debido a las persecuciones del emperador Valeriano (253-60).


Desde el año 1941 se realizaron nuevas investigaciones en las catacumbas del Vaticano por orden del Papa Pío XII, el grupo estaba conformado por cuatro expertos del instituto pontificio de arqueología cristiana. Encontraron pinturas, mosaicos con símbolos de los inicios de la iglesia como el pez, la paloma, el ancla y el cordero; figuras de Cristo y escenas bíblicas, imágenes religiosas, monedas, tumbas de cristianos y paganos. En el año 1958 bajo el pontificado de Juan XXIII se dio la noticia que los arqueólogos habían dejado al descubierto un grueso muro de color rojo, al lado hallaron varias cajas de plomo llenas de restos de diferentes personas y animales domésticos. En una de las cajas se verificó por pruebas de laboratorio los huesos de un hombre robusto entre los 60 y 70 años de edad, del siglo Primero de nuestra era; los mismos fueron identificados plenamente por Pablo VI en 1968, como las "reliquias de San Pedro", que ya habían sido mencionadas en el año 200, por el clérigo romano Cayo, como el "trofeo" del Vaticano. Los huesos del apóstol fueron depositados en una capilla debajo del altar mayor de la basílica de San Pedro, y permanecen visibles en una urna con un cristal.


En otra basílica romana "San Pedro in Vincoli", se conservan según se cree las Cadenas con que ataron al santo apóstol en Jerusalén, y que fueron encontradas en una peregrinación por Eudoxia, esposa del emperador Teodosio II. Una parte de dichas Cadenas quedaron en Constantinopla, y algunos eslabones fueron enviados a Roma. Posteriormente, el Papa San León el Grande, unió milagrosamente estos eslabones con otros que se conservaban de la preciada cadena.



Martirio de Pablo


De la permanencia del apóstol de lo gentiles en la Ciudad Eterna, aparece constatada al final del libro de los hechos de los apóstoles, en la epístola a los romanos, y en la segunda carta a Timoteo; cuando estaba preso en la misma cárcel mamertina, aquí en una de sus celdas se puede observar la columna en la que se dice que fueron atados los dos santos. San Pablo por ser ciudadano romano fue decapitado en la periferia de la ciudad. La tradición cristiana asegura que la cabeza del mártir dio tres vueltas sobre la tierra, y en cada punto brotó una fuente; es por eso que este lugar es conocido como "tre fontane". La tumba de este otro príncipe de los apóstoles está en la basílica de San Pablo Extramuros, edificada también por Constantino el Grande. La iglesia se mantuvo en su forma original hasta 1823, fecha del incendio que la destruyó, siendo consagrada nuevamente en 1854. En las paredes de su interior se exhiben los Retratos de los 263 Papas sucesores de San Pedro. Igualmente, en la basílica de San Juan de Letrán, construida por el mismo emperador, es la catedral oficial del romano pontífice, y recibe el título de "iglesia madre de la cristiandad". Aquí reposa desde hace mil años las cabezas de los santos apóstoles, en dos relicarios de oro en una urna debajo del altar mayor. Hay otra reliquia de San Pedro, la mesa donde se cree celebraba la misa en las catacumbas. Esta basílica a lo largo de su historia ha estado expuesta a terremotos, saqueos e incendios; y por eso ha sido restaurada en varias ocasiones.



La fiesta litúrgica


La Iglesia Católica celebra el martirio de San Pedro y San Pablo el 29 de junio del año 67, esta es una de las conmemoraciones religiosas más antiguas y solemnes del calendario litúrgico. En el siglo IV se acostumbraba oficiar tres misas el mismo día; una en la basílica de San Pedro, la segunda en San Pablo Extramuros, y la tercera en las catacumbas de San Sebastián.


EL CÁNTICO DE LAS CRIATURAS
San Francisco de Asís

Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas,
la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.

Alabado seas, mi Señor,
en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas, mi Señor,
por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.

Alabado seas, mi Señor,
por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
¡Ay de aquellos que mueran
en pecado mortal!
Bienaventurados a los que encontrará
en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.

Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad.

La oración del zapatero...

Cuentan que un humilde zapatero tenía la costumbre de hacer siempre sus oraciones en la mañana, al mediodía y en la tarde. Se servía de un libro de plegarias porque no se sentía capaz de dirigirse al Creador con sus pobres palabras.


Un día, se sintió muy mal porque, estando de viaje, olvidó su libro. Nuestro buen zapatero le dijo entonces a Dios:


- “Perdóname, Dios mío, porque necesito orar y no sé cómo. Ahora bien, ya que Tú eres un Padre de amor voy a recitar varias veces el alfabeto desde la a hasta la z, y Tú, que eres sabio y bueno, podrás juntar las letras y sabrás qué es lo que yo te quiero decir.”

Cuenta la historia que ese día Dios reunió a sus ángeles en el cielo y les dijo conmovido que esa era la más sincera y la más bella de las oraciones que le habían hecho en mucho tiempo.


Una oración con las cualidades de la plegaria que hace milagros, cierra heridas, ilumina, fortalece y acerca los corazones, es decir, una plegaria humilde, confiada, sincera y amorosa. ¡Cuánta necesidad tenemos de estas oraciones!


Todos debemos aprender a orar con el corazón, a alabar, a bendecir, a perdonar, a agradecer. Y, claro, a tener bien presente que la oración se ve en la acción, en los buenos frutos y en un compromiso por la justicia y por la paz. En efecto, actuar sin orar es desgastarse y orar sin actuar es engañarse.



El náufrago...

Luego de un naufragio, el único sobreviviente llegó a la playa de una diminuta y deshabitada isla. Por días le pidió fervientemente a Dios que alguien le rescatara, y cada día escudriñaba el horizonte buscando ayuda... pero no parecía llegar. Cansado, finalmente optó por construirse una cabaña de madera para protegerse de los elementos y almacenar sus pocas pertenencias.

Entonces un día, tras de merodear por la isla en busca de alimento, regresó a su casa para encontrar su cabañita envuelta en llamas, con el humo ascendiendo hasta el cielo. Lo peor había ocurrido, ¡lo había perdido todo!

Quedó abrumado por la rabia y la tristeza. “Dios, ¿cómo pudiste hacerme esto?”, se lamentaba. Sin embargo, al día siguiente fue despertado por el sonido de un barco que se acercaba a la isla... ¡habían venido a rescatarlo!

- “¿Cómo supieron que estaba aquí?”, preguntó el náufrago al capitán del barco que los recató.

- “Vimos su señal de humo”, fue la respuesta.
¿Sabes?, es fácil descorazonarse cuando las cosas marchan mal... pero no debemos desanimarnos porque Dios trabaja en nuestras vidas aún en medio del dolor y el sufrimiento. La próxima vez que tu cabaña se vuelva humo, recuerda, puede ser la señal de que la ayuda y la gracia de Dios ya vienen en camino. 

La historia del burro...


Había una vez un matrimonio con un hijo de doce años y un burro que decidieron viajar, trabajar y conocer el mundo... así, se fueron los tres con su burro... pero, al pasar por el primer pueblo, la gente comentaba:

- “Mira ese chico mal educado; él arriba del burro y los pobres padres, ya mayores, llevándolo de las riendas”...

Entonces, la mujer le dijo a su esposo: “No permitamos que la gente hable mal del niño”... y el esposo lo bajó y se subió él... al llegar al segundo pueblo, la gente murmuraba:

- “Mira qué sinvergüenza ese tipo; deja que la criatura y la pobre mujer tiren del burro, mientras él va muy cómodo encima”...

Entonces, tomaron la decisión de subirla a ella al burro, mientras padre e hijo tiraban de las riendas... al pasar por el tercer pueblo, la gente comentaba:

- “Pobre hombre... después de trabajar todo el día, ¡debe llevar a la mujer sobre el burro!... y pobre hijo, ¡qué le espera con esa madre!”

Se pusieron de acuerdo y decidieron subir los tres al burro para comenzar nuevamente su peregrinaje... al llegar al pueblo siguiente, escucharon que los pobladores decían:

- “Son unas bestias, ¡más bestias que el burro que los lleva!... ¡van a partirle la columna!”

Por último, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro... pero al pasar por el pueblo siguiente no podían creer lo que las voces decían sonrientes:

- “Mira a esos tres idiotas: ¡caminan cuando tienen un burro que podría llevarlos!”

Conclusión... siempre te criticarán, hablarán mal de ti y será difícil que encuentres alguien a quien le conformen tus actitudes... entonces, deja de preocuparte tanto por lo que la gente piense de ti... y preocúpate más por escuchar la voz de Dios en tu corazón y hacer lo que Él te diga... créeme, es lo mejor... aunque no complazca a muchos...

Cuando pensabas que no miraba...

Una de las cosas más importantes en nuestro día a día... y, sin duda alguna, la más difícil de conseguir, es reflejar el amor de Cristo en nuestra persona... no me refiero a reflejarlo en situaciones extraordinarias, sino en lo ordinario, especialmente cuando pensamos que nadie nos mira...


Sobre esto trataba la reflexión que traía la hoja parroquial de esta semana... de un pequeño que le cuenta a sus padres las cosas que aprendió de ellos cuando pensaban que no miraba...


Cuando pensabas que no miraba, colgaste mi primer dibujo en la pared, y entonces quise pintar otro.

Cuando pensabas que no miraba, diste comida a un perro vagabundo, y entonces pensé lo bueno que es ser bondadoso y portarse bien con los animales.

Cuando pensabas que no miraba, hiciste un pastel de cumpleaños para mí, y aprendí que las pequeñas cosas pueden ser las mas especiales.

Cuando pensabas que no miraba, vi como preparabas comida y se la llevabas a una amiga enferma, y aprendí que tenemos que ayudarnos los unos a los otros.

Cuando pensabas que no miraba, pagabas mi entrada en el cine y no me hacías pasar por menor, y descubrí la integridad y la honestidad.

Cuando pensabas que no miraba, vi lágrimas en tus ojos, y aprendí que a veces las cosas duelen y me di cuenta de que no hay nada malo en llorar.

Cuando pensabas que no miraba, sonreíste, y vi el esplendor y la fuerza que tiene una sonrisa.

Cuando pensabas que no miraba y te preocupabas por mi, aprendí a no fallarte y a querer dar todo de mí. Cuando pensabas que no mirabas, miré... y te quiero dar las gracias por todo lo que hiciste y me hiciste sentir cuando pensabas que no miraba.

Cada uno de nosotros tenemos influencia sobre la vida de un niño... así que recuerda siempre: puede que sólo seas “alguien” en el mundo, pero hay alguien para quien tú eres el mundo.

sábado, 13 de diciembre de 2008

San Juan de la Cruz

San Juan de la Cruz


A los 21 años fue recibido como religioso en la comunidad de Padres Carmelitas, y obtuvo el permiso de observar los reglamentos con toda la exactitud posible sin buscar excepciones en nada. Al ser ordenado sacerdote en 1567, pidió a Dios como especial regalo que lo conservara siempre en gracia y sin pecado y que pudiera sufrir con todo valor y con mucha paciencia toda clase de dolores, penas y enfermedades.

Santa Teresa había fundado la comunidad de las Hermanas Carmelitas Descalzas y deseaba fundar también una comunidad de Padres Carmelitas que se dedicaba a observar los reglamentos con la mayor exactitud posible. Mientras tanto nuestro santo le pedía a Dios que le iluminara un modo de vivir tan fervoroso que lo llevara pronto a la santidad. Y he aquí que al encontrarse los dos santos, descubrió Santa Teresa que este era el indicado para empezar su nueva comunidad y con otros dos frailes fundó su nueva comunidad de Carmelitas descalzos. Los envió a vivir a un convento muy pobre, llamado Duruelo.

Al fundar su nuevo convento en Salamanca, fue nombrado como rector Fray Juan de la Cruz, dedicándose con todas sus fuerzas al apostolado.
Dios le había concedido una cualidad especial: la de saber enseñar el método para llegar a la santidad. Y eso que enseñaba de palabra a personas que dirigía, lo fue escribiendo y resultaron unos libros tan importantes que le han conseguido que el Sumo Pontífice lo haya declarado Doctor de la Iglesia. Algunos de sus libros más famosos son: "La subida del Monte Carmelo", y "La noche oscura del alma".

Como poeta ha sido admirado por siglos a causa de la musicalidad de sus poesías y de la belleza de sus versos. Es muy popular su "Cántico Espiritual".
Después de nueve meses de sufrimientos muy agudos, el santo murió el 14 de diciembre del año 1591. Apenas tenía 49 años.

Oremos

Oh Dios, que inspiraste a San Juan un amor extraordinario a la cruz y a la renuncia de sí mismo, concédenos seguir intensamente su ejemplo, para alcanzar la gloria eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


San Juan de la Cruz ,   San Nimattullah
Libro de Isaías 61,1-2.10-11.
El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. El me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros,
a proclamar un año de gracia del Señor, un día de venganza para nuestro Dios; a consolar a todos los que están de duelo,
Yo desbordo de alegría en el Señor, mi alma se regocija en mi Dios. Porque él me vistió con las vestiduras de la salvación y me envolvió con el manto de la justicia, como un esposo que se ajusta la diadema y como una esposa que se adorna con sus joyas.
Porque así como la tierra da sus brotes y un jardín hace germinar lo sembrado, así el Señor hará germinar la justicia y la alabanza ante todas las naciones.
Lucas 1,46-48.49-50.53-54.
María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,
porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia,
Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicences 5,16-24.
Estén siempre alegres.
Oren sin cesar.
Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús.
No extingan la acción del Espíritu;
no desprecien las profecías;
examínenlo todo y quédense con lo bueno.
Cuídense del mal en todas sus formas.
Que el Dios de la paz los santifique plenamente, para que ustedes se conserven irreprochables en todo su ser - espíritu, alma y cuerpo - hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo.
El que los llama es fiel, y así lo hará.
Evangelio según San Juan 1,6-8.19-28.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: "¿Quién eres tú?".
El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: "Yo no soy el Mesías".
"¿Quién eres, entonces?", le preguntaron: "¿Eres Elías?". Juan dijo: "No". "¿Eres el Profeta?". "Tampoco", respondió.
Ellos insistieron: "¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?".
Y él les dijo: "Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías".
Algunos de los enviados eran fariseos,
y volvieron a preguntarle: "¿Por qué bautizas, entonces, si tu no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?".
Juan respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen:
él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia".
Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.


 


San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia
Sermones sobre el evangelio de san Juan, nº 2, §5-7


«Vino para dar testimonio de la Luz»

     ¿Cómo vino Cristo? Apareció como hombre. Porque era hombre hasta el punto que Dios estaba escondido en él, un hombre remarcable fue enviado delante de él para hacer que los hombres reconocieran que Cristo era más que un hombre... ¿Quién era, precisamente el que debía dar testimonio de la Luz? Éste Juan era un ser remarcable, un hombre de un gran mérito, de una gracia eminente, de una gran elevación. Admírale, pero como se admira un monte: el monte queda en tinieblas mientras no viene la luz a envolverle: «Este hombre no era la Luz». No confundas el monte con la luz; no choques contra él en lugar de encontrar en él una ayuda.

     ¿Pues qué es lo que hay que admirar? El monte, pero como monte. Elévate hasta aquel que ilumina este monte que se levanta para ser el primero en recibir los rayos del sol y así podértelos mandar a tus ojos... También de nuestros ojos se dice que son unas luces, y sin embargo si no se enciende una lámpara por la noche o si no se levanta el sol durante el día, en vano se abren nuestros ojos. El mismo Juan estaba en tinieblas antes de ser iluminado; sólo llegó a ser luz a través de esta iluminación. Si no hubiera recibido los rayos de la Luz hubiera quedado en tinieblas igual que los demás...

     Y la misma Luz, ¿dónde está? ¿«la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo»? (Jn 1,9). Si ilumina a todo hombre, ilumina también a Juan a través de quien quería ser manifestado... Venía para las inteligencias enfermas, para los corazones heridos, para las almas de ojos enfermos..., gentes incapaces de verle directamente. Cubrió a Juan con sus rayos. Proclamando que él mismo había sido iluminado, Juan hizo conocer a Aquel que ilumina, a Aquel que alumbra, a Aquel que es la fuente de todo don.


La Iglesia de Jesucristo





La Iglesia de Jesucristo

Para un católico, la realidad de Cristo y Su Iglesia es una sola e indivisible, la Iglesia es el cuerpo y Cristo la cabeza... y no puede seguirse uno y rechazar al otro...


La Iglesia de Jesucristo


Hace algún tiempo, una hermana evangélica bautista estuvo por tengoseddeti y se ofendió porque en la sección de ¿Quiénes somos? decimos que la Iglesia Católica es “la única Iglesia fundada por Jesús”... Meses después volvió a ofenderse por un artículo que posteé en Apuntes del camino y que se titulaba “Un tal Orlando”...


Creo pertinente aclarar que tengoseddeti es una página católica y que no pretende ser otra cosa que eso... y siendo católicos, no veo porque alguien deba extrañarse o molestarse porque profesamos y defendemos nuestra fe... además, lo que decimos, lo decimos en nuestra casa para quien quiera leernos... no andamos imponiendo nuestros criterios u opiniones de blog en blog...


Creo que todos estamos de acuerdo en que el católico promedio está falto de formación y no conoce su fe, ni su Iglesia... Esta página nació de esa realidad... como nuestra pequeña aportación para ayudar a todos aquellos – católicos y no católicos – que quieran conocer un poco más sobre Jesucristo y la Iglesia que Él fundó hace dos mil años sobre Pedro y los Apóstoles...


También quiero puntualizar que nosotros sí creemos en el diálogo interreligioso, más específicamente entre las distintas denominaciones cristianas... pero este diálogo, para serlo, debe partir del respeto mutuo... Me llena de sorpresa como algunos “cristianos” inician su “diálogo” condenando a los católicos y a nuestra Iglesia, para renglón seguido exigir que se les tome en serio y se les respete... Para ellos, es más importante ser tolerantes y condescendientes con otras religiones no cristianas que con el catolicismo...


Este odio contra los católicos – difundido durante décadas desde los púlpitos evangélicos cuando, en lugar de predicar un evangelio de unión, de amor y de paz, se predica que la Iglesia Católica es la “ramera del Apocalipsis”, el Papa es el anticristo, y todos los católicos somos unos idólatras – no abona al diálogo, ni es una actitud que refleje el espíritu del Evangelio...


Una de las cosas que más se me ha achacado durante el último año es que yo sigo a la Iglesia en lugar de seguir a Jesucristo... La realidad es que yo amo, defiendo y sigo a la Iglesia, precisamente porque amo, defiendo y sigo a Cristo... Sé que esto es difícil de entender para un evangélico, pues nuestros conceptos de “iglesia” son distintos... pero para un católico, la realidad de Cristo y Su Iglesia es una sola e indivisible, la Iglesia es el cuerpo y Cristo la cabeza... y no puede seguirse uno y rechazar al otro...


Esta actitud de celo por la Iglesia nos lo enseña el mismo Jesús cuando Él mismo se sintió ofendido por aquellos mercaderes que habían convertido la Casa de Dios en una cueva de ladrones... Jesús no se sintió ofendido por su persona, ni por las paredes de piedra que formaban el templo, sino porque la ofensa iba dirigida a Dios mismo... «El celo por tu casa me devorará» (Juan 2,17), recordaron los Apóstoles... Es ese mismo celo por las cosas de Dios lo que me lleva a defender la Iglesia Católica...


Me resulta interesante cómo algunas personas pretenden ver la verdad de algunas cosas, mientras cierran su corazón a otras verdades más grandes e importantes... Es cierto que a Jesús le seguían muchos discípulos y que todos ellos abarcaban “la Iglesia”... pero también es cierto que Jesús escogió doce de esos discípulos para enseñarles de una manera especial... y les encomendó la tarea de seguir con el ministerio que Él había iniciado... Esos doce hacían de “la Iglesia” una Iglesia real, física y tangible... No una mera colectividad espiritual, sino una comunidad eclesial organizada sobre pilares sólidos: los Apóstoles...


Esos Apóstoles eran personas comunes y corrientes... pecadores, llenos de defectos y faltas... pero el Señor los eligió a pesar de eso y entregó la Iglesia en sus manos... la Iglesia no es “santa” en función de sí misma ni de sus miembros, sino por ser el “Cuerpo de Cristo”... es por Él y en función a Su presencia viva en ella que la Iglesia es “santa”...


Jesús, además de escoger a doce Apóstoles para ser sus testigos, les dio “autoridad”... Veamos... A Pedro le entregó «las llaves del Reino» y le dio la autoridad de «atar y desatar» (Mateo 16,19)... Esa misma autoridad se la dio a los demás Apóstoles cuando, más tarde, les dijo «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos» (Juan 20,22-23)...


El poder de «perdonar y retener pecados» le pertenece sólo a Dios, pero Jesús le dio Su Autoridad a un grupo escogido, los Apóstoles... Esta facultad dada a los Apóstoles es el Sacramento de la Reconciliación que hoy nos ofrece la Iglesia Católica... Es interesante que ninguna iglesia protestante o evangélica reconozca tener esta autoridad...


Tomemos ahora la Eucaristía... este es un concepto que no conocen las demás iglesias cristianas, sin embargo, la Iglesia Católica encuentra en la Eucaristía el cumplimiento de la promesa de Jesús: «yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mateo 28,20)...


Los tres evangelios sinópticos – Marcos, Mateo y Lucas – nos relatan el momento de la Última Cena cuando Jesús dice: «este es mi cuerpo... esta es mi sangre... haced esto en memoria mía» (Mateo 26,26-29; Marcos 14,22-25; Lucas 22,19-20)... También Pablo, en su primera carta a los Corintios, nos vuelve a repetir esta palabras y añade que «quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor» (1 Corintios 11,23-27)... Esto ha de ser algo “importante” para que los tres sinópticos y Pablo lo recojan...


No obstante, es Juan, en el capítulo seis de su evangelio, quien nos presenta la verdadera trascendencia de este sacramento en la vida del cristiano: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él» (Juan 6,53-56)...


Ese día, en Cafarnaúm, también hubo discípulos de Jesús que no creyeron sus palabras: «Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?» (Juan 6,60), y escandalizados, se alejaron de Jesús... Sin embargo, Jesús, en lugar de “aclarar” que hablaba en forma “simbólica”, se vuelve a «los Doce» y les cuestiona, y ustedes ¿creen o no creen?, «¿También vosotros queréis marcharos?» (Juan 6,67)... a lo que Pedro responde – ¡Pedro siempre el primero y hablando en nombre de todos! – «a quien vamos a ir, sólo Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios» (Juan 6,68-69)...


Para Lucas, compañero de Pablo en sus viajes, la Eucaristía es algo importante y necesario en la vida del cristiano... Por ejemplo, en su evangelio también nos relata el encuentro de Jesús con los discípulos de Emaús (Lucas 24,13-32)... Esos discípulos que se encuentran decepcionados porque no han entendido los sucesos de los últimos días, y ni siquiera han creído las palabras de «algunas mujeres» que dicen que el Maestro ha resucitado... tan es así, que se encuentran con Jesús y no lo reconocen... no es hasta que Jesús «parte para ellos el pan» que «se les abrieron los ojos» (Lucas 24,30-31)... También Lucas, en su evangelio y en libro de los Hechos de las Apóstoles, nos señala que esa primera comunidad cristiana era «asidua en la fracción del pan», o sea, la Eucaristía (Lucas 24,35; Hechos 2,42; 20,7)... Ese encuentro con un Cristo vivo, real y presente, que se da como alimento a sus discípulos sólo puede encontrarse en la Iglesia Católica...


Para los católicos es claro que Jesús dejó establecida una Iglesia sobre Pedro cuando dijo: «Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella» (Mateo 16,18)... En las Escrituras un cambio de nombre significa una nueva función o un nuevo ministerio: lo vemos en Abrahán, en Sara y en Israel... Aquí vemos a Simón, que confiesa la divinidad de Jesús... y a Jesús, que reconoce que eso sólo se lo puede haber revelado el Padre... y a renglón seguido, le da un nuevo nombre: Pedro (Petros en griego) o Cefas (en arameo), que significa “piedra”... es claro que con el nombre de Pedro, viene la misión de ser esa piedra sobre la cual el Señor edificará Su Iglesia...


En el Concilio de Éfeso (año 431), el tercer concilio ecuménico contra los nestorianos, aparece una cita sobre Pedro que dice: “A nadie es dudoso, antes bien, por todos los siglos fue conocido que el santo y muy bienaventurado Pedro, príncipe y cabeza de los Apóstoles, columna de la fe y fundamento de la Iglesia Católica, recibió las llaves del reino de manos de nuestro Señor Jesucristo, salvador y redentor del género humano, y a él le ha sido dada potestad de atar y desatar los pecados; y él, en sus sucesores, vive y juzga hasta el presente y siempre” (Esta cita proviene del discurso de Felipe, Legado del Romano Pontífice, en la sesión III)... Testimonios de que Pedro es la “piedra” sobre la que Jesús edificó su Iglesia también se encuentran en San Cirilo, San Hilario, San Juan Crisóstomo, San Agustín, San Jerónimo, Tertuliano, Orígenes... la Iglesia siempre lo entendió así...


Además, de todas las iglesias cristianas, la Iglesia Católica es la única que tiene “sucesión apostólica”... esto es una línea directa e ininterrumpida de sucesores desde Pedro, el primer obispo de Roma, hasta Benedicto XVI, obispo de Roma actualmente... y es precisamente el obispo de Roma, por ocupar la cátedra de Pedro, quien recibe su obligación magisterial... dicho de otra manera, el obispo de Roma es a quien le corresponde realizar la función de Papa...


El hecho de que la Iglesia Católica tenga una historia que se remonta a los Apóstoles y al mismo Jesús no quiere decir que no haya errado durante estos dos mil años... al contrario, son muchos y grandes sus errores... Pero esto, en lugar de restarle credibilidad, es la mayor prueba de que Dios está presente en ella: asistiéndola, sosteniéndola y guiándola a pesar de las tormentas... el Señor se ha mantenido fiel a Su Palabra: «las puertas del Hades no han prevalecido contra ella» (Mateo 16,18)...


Para los católicos también es claro que Jesús quería una Iglesia unida... Él ora por sus Apóstoles y por aquellos que creerán por medio de su palabra «para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado » (Juan 17,1-26)... La unidad es el testimonio donde se reconoce la verdadera Iglesia... la Iglesia fundada por Jesús... la Iglesia Católica...


Pero Jesús no sólo oró por los Apóstoles, sino que le manifestó su deseo de unidad a Pedro... Unidad entre los Apóstoles cuando le dijo: «¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos» (Lucas 22,31-32)... y unidad en la Iglesia cuando le repite en tres ocasiones: «Simón de Juan, ¿me amas más que estos?... Apacienta mis ovejas» (Juan 21,15-17)...


A diferencia de la Iglesia Católica, todas las iglesias cristianas actuales tienen como comienzo histórico la Reforma Protestante iniciada por Martín Lutero... un sacerdote católico que veía algunas prácticas incorrectas dentro de la Iglesia... El error de Lutero, más allá de la veracidad de sus argumentos, está en su actitud cismática que lo llevó a lacerar la unidad de la Iglesia... Es interesante ver cómo la soberbia de Lutero, que lo llevó a cuestionar la autoridad del Papa, más tarde le lleva a considerar sus argumentos libres de todo error, o sea “infalibles”...


La Reforma Protestante no es fruto del Espíritu Santo, pues este sólo produce «amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí» (Gálatas 5,22-23)... Al contrario, la Reforma y el cisma que originó, es fruto de la soberbia, la desobediencia y la arrogancia de un hombre... que no sólo dividió la Iglesia fundada por Jesús... sino que dio pie a la proliferación de las miles de sectas que vemos hoy en día... cada una ideando y enseñando doctrinas distintas... y cada una reclamando haber sido inspirada por el Espíritu Santo...


Cuando hablamos de la Iglesia Católica, cabe recordar las palabras de SS Juan Pablo II, quien decía que la Iglesia “respira con dos pulmones”, Oriente (ortodoxa) y Occidente (romana)... Las demás iglesias cristianas van desde la Iglesia Anglicana, que ha mantenido una línea doctrinal similar a la católica/ortodoxa... a las iglesias protestantes históricas: Luterana, Bautista, Metodista, Presbiteriana... hasta las iglesias pentecostales fundamentalistas, que toman literalmente cada palabra de la Biblia...


El término “iglesia evangélica” no identifica una doctrina o iglesia específica, sino que más bien se acuñó para identificar los cientos de iglesias cristianas independientes (muchas de ellas de corte fundamentalista) que surgen cada año...


También encontramos las iglesias que predican el “evangelio de la prosperidad” tan de moda hoy día, que enseñan que Dios quiere “bendecir” a sus seguidores: entiéndase un negocio próspero que permita diezmar abundantemente... Además, tenemos las iglesias “cuasi-cristianas” que, apoyadas en versiones adulteradas de la Biblia, predican un evangelio sin Jesucristo pues comienzan por negar su divinidad... Hasta llegar a la herejía de quien se hace llamar “Jesucristo hombre”, que basándose en algunos pasajes escogidos de las cartas de Pablo (según él, el único apóstol verdadero) predica que él es dios y ya nada es pecado...


Es una realidad innegable que todas las religiones cristianas que existen hoy en día son desprendimientos, directos o indirectos, de la Iglesia Católica... y si bien es cierto que algunas iglesias cristianas intentan desvincularse de la Reforma Protestante alegando que descienden directamente de las comunidades cristianas primitivas, ninguna puede presentar evidencia que sustente tales aseveraciones...


Lo más sorprendente de todo es que cada una de estas iglesias reclama tener la Verdad inspirada por el Espíritu Santo... Me pregunto: ¿Puede el Espíritu inspirar cosas tan diferentes?... la respuesta es: ¡No, sencillamente, no puede!... La Verdad – así, con mayúscula – sólo puede ser una, y sólo puede estar en la Iglesia fundada por Jesús...


Jesús «edificó» Su Iglesia – la Iglesia Católica – sobre la roca de Pedro hace dos mil años... El nombre “católica” significa universal y surge del mandato de Jesús: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mateo 28,19)... San Ignacio de Antioquía (quien fue discípulo de el apóstol Juan) fue el primero, a comienzos del siglo II, en referirse a la Iglesia como Católica, o sea, Universal: “Por doquier aparezca el obispo, ahí esté el pueblo; lo mismo que donde quiera que Jesucristo está también está la Iglesia Católica” (Carta a los Esmirniotas, año 110dC)...


Uno de los argumentos más repetidos por aquellos que quieren desvincular la Iglesia Católica con la Iglesia que Cristo nos dejó es que Constantino, con el Edicto de Milán del año 313dC, “paganizó” la Iglesia Católica... Veamos: es un hecho histórico que la Iglesia había sido brutalmente perseguida antes de Constantino... y que Constantino promulgó la libertad de culto... si fue por conveniencia política o por una conversión genuina, no cambia el hecho de que liberalizó el culto y terminó con la persecución contra la Iglesia... Esto, de ninguna manera, puede interpretarse como “paganización” de la Iglesia... si así fuera, tendríamos dos problemas: (1) la fe de la Iglesia sería distinta antes y después de Constantino, cosa que no es cierta como puede verse a través de los escritos patrísticos; (2) habrían sido erradas las palabras de Jesús cuando dijo «las puertas del Hades no prevalecerán contra ella»...


La Voluntad del Señor fue clara y precisa: Jesús eligió doce Apóstoles... les enseñó y les dio autoridad... edificó Su Iglesia sobre ellos... y oró para que fuera una Iglesia unidad... Una sola Iglesia, unida bajo la autoridad que Él mismo le confirió a los Apóstoles... «Un sólo rebaño, un sólo pastor» (Juan 10,16), esa era la Voluntad de Jesús... y sigue siendo Su Voluntad hoy día...


Sin embargo, son los hombres los que se han separado de Su Iglesia para seguir sus propias voluntades, fundando iglesias a conveniencia, haciéndolas a su medida y comodidad... Si algo no me gusta, me apoyo en un texto “inspirado por el Espíritu” y fundo mi propia iglesia, problema resuelto... Este es el verdadero saldo de la Reforma Protestante...


A pesar de todo esto... yo pienso que Jesús no ha dejado huérfanos a esos que siguen estas doctrinas de buena fe... Si bien es cierto que Él dijo: «No todo el que me diga: “Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial”» (Mateo 7,21)... También es cierto que dijo: «el que no está contra nosotros, está por nosotros» (Marcos 9,40)...


Realmente creo que el Espíritu Santo actúa en todas las denominaciones cristianas... Actúa por la fe de todos esos fieles que aman a Dios y confían en Su Misericordia... Pero actúa a medias, pues falta parte de la Verdad que Jesús le reveló a los Apóstoles... faltan los Sacramentos instituidos por Jesús... y falta la Eucaristía, presencia viva de Jesucristo entre nosotros...


Todos somos libres de elegir donde y como deseamos servirle al Señor... pero llega un momento en la vida de cada cristiano cuando se tiene que preguntar: ¿estoy realmente haciendo la Voluntad de Dios?... ¿estoy sirviéndole de la manera que Él quiere?... ¿estoy en Su Iglesia?... ¿o estoy en otra iglesia porque es más fácil o conveniente para mí?...


Para nosotros, la evidencia es clara: la Iglesia Católica ES la Iglesia fundada por Jesucristo... así lo dicen las Escrituras... lo sustenta la Tradición recogida por los Padres de la Iglesia... y lo confirman dos mil años de historia sólida y corroborable...


viernes, 12 de diciembre de 2008

Santa Lucia





La niña de las manzanas

Él se paró en seco y dio varias vueltas, antes de dirigirse a abordar otro vuelo, con esa pregunta quemándole y vibrando en su alma...


La niña de las manzanas                                                                                                                                                                     Un grupo de vendedores fue a una convención de ventas. Todos le habían prometido a sus esposas que llegarían a tiempo para cenar el viernes por la noche. Sin embargo, la convención terminó un poco tarde, y llegaron retrasados al aeropuerto. Entraron todos con sus boletos y portafolios, corriendo por los pasillos. De repente, y sin quererlo, uno de los vendedores tropezó con una mesa que tenía una canasta de manzanas y las manzanas salieron volando por todas partes.


Sin detenerse, ni mirar para atrás, los vendedores siguieron corriendo, y apenas alcanzaron a subirse al avión... todos menos uno. Este se detuvo, respiró hondo, y experimentó un sentimiento de compasión por la dueña del puesto de manzanas. Le dijo a sus amigos que siguieran sin él y le pidió a uno de ellos que al llegar llamara a su esposa y le explicara que iba a llegar en un vuelo más tarde. Luego se regresó al terminal y se encontró con todas las manzanas tiradas por el suelo.

Su sorpresa fue enorme, al darse cuenta de que la dueña del puesto era una niña ciega. La encontró llorando, con enormes lágrimas corriendo por sus mejillas. Tanteaba el piso, tratando, en vano, de recoger las manzanas, mientras la multitud pasaba, vertiginosa, sin detenerse; sin importarle su desdicha.

El hombre se arrodilló con ella, juntó las manzanas, las metió a la canasta y le ayudó a montar el puesto nuevamente. Mientras lo hacía, se dio cuenta de que muchas se habían golpeado y estaban magulladas. Las tomó y las puso en otra canasta. Cuando terminó, sacó su cartera y le dijo a la niña:

- “Toma, por favor, estos cien pesos por el daño que hicimos. ¿Estás bien?”

Ella, llorando, asintió con la cabeza. El continuó, diciéndole,

- “Espero no haber arruinado tu día.”

Conforme el vendedor empezó a alejarse, la niña le gritó:

- “Señor...”

Él se detuvo y volteó a mirar esos ojos ciegos. Ella continuó:

- “¿Es usted Jesús...?”

Él se paró en seco y dio varias vueltas, antes de dirigirse a abordar otro vuelo, con esa pregunta quemándole y vibrando en su alma: “¿Es usted Jesús?”

Y a ti, ¿la gente te confunde con Jesús? Porque ese es nuestro destino, ¿no es así? Parecernos tanto a Jesús, que la gente no pueda distinguir la diferencia. Parecernos tanto a Jesús, conforme vivimos en un mundo que está ciego a su Amor, su Vida y su Gracia.

Si decimos que conocemos a Jesús, deberíamos vivir y actuar como lo haría Él. Conocerlo es mucho más que citar los Evangelios e ir a la Iglesia. Es, en realidad, vivir su palabra cada día. Tú eres la niña de sus ojos, aun cuando hayas sido golpeado por las caídas. Él dejó todo y nos recogió a ti y a mí en el Calvario; y pagó por nuestra fruta dañada. ¡Empecemos a vivir como si valiéramos el precio que Él pagó! ¡Empecemos hoy!

 

Santa Lucía

A Santa Lucía se le ha representado frecuentemente con dos ojos, porque según una antigua tradición, a la santa le habrían arrancado los ojos por proclamar firmemente su fe.
Nació y murió en Siracusa, ciudad de Italia, y gracias a sus múltiples virtudes entre las que se destaca la sencillez, la humildad y la honradez, el Papa San Gregorio en el siglo VI puso su nombre a dos conventos femeninos que él fundó.
Según la tradición, cuando la santa era muy niña hizo a Dios el voto de permanecer siempre pura y virgen, pero cuando llegó a la juventud quiso su madre (que era viuda), casarla con un joven pagano. Lucía finalmente obtuvo el permiso de no casarse, pero el joven pretendiente, rechazado, dispuso como venganza acusarla ante el gobernador de que la santa era cristiana, religión que estaba totalmente prohibido en esos tiempos de persecución. Santa Lucía fue llamada a juicio; fue atormentada para obligarla a adorar a dioses paganos, pero ella se mantuvo firme en su fe, para luego ser decapitada.



Libro de Eclesiástico 48,1-4.9-11.
Después surgió como un fuego el profeta Elías, su palabra quemaba como una antorcha.
El atrajo el hambre sobre ellos y con su celo los diezmó.
Por la palabra del Señor, cerró el cielo, y también hizo caer tres veces fuego de lo alto.
¡Qué glorioso te hiciste, Elías, con tus prodigios! ¿Quién puede jactarse de ser igual a ti?
tú fuiste arrebatado en un torbellino de fuego por un carro con caballos de fuego.
De ti está escrito que en los castigos futuros aplacarás la ira antes que estalle, para hacer volver el corazón de los padres hacia los hijos y restablecer las tribus de Jacob.
¡Felices los que te verán y los que se durmieron en el amor, porque también nosotros poseeremos la vida!
Salmo 80(79),2-3.15-16.18-19.
Escucha, Pastor de Israel, tú que guías a José como a un rebaño; tú que tienes el trono sobre los querubines,
resplandece ante Efraím, Benjamín y Manasés; reafirma tu poder y ven a salvarnos.
Vuélvete, Señor de los ejércitos, observa desde el cielo y mira: ven a visitar tu vid,
la cepa que plantó tu mano, el retoño que tú hiciste vigoroso.
Que tu mano sostenga al que está a tu derecha, al hombre que tú fortaleciste,
y nunca nos apartaremos de ti: devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre.
Evangelio según San Mateo 17,10-13.
Entonces los discípulos le preguntaron: "¿Por qué dicen los escribas que primero debe venir Elías?".
El respondió: "Sí, Elías debe venir a poner en orden todas las cosas;
pero les aseguro que Elías ya ha venido, y no lo han reconocido, sino que hicieron con él lo que quisieron. Y también harán padecer al Hijo del hombre".
Los discípulos comprendieron entonces que Jesús se refería a Juan el Bautista.


 


San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia
Sermones sobre el evangelio de san Juan, nº 4



«Irá delante del Señor con el espíritu y poder de Elías» (Lc 1,17)

     «¿Por qué los escribas, es decir, los doctores de la Ley, dicen que primero tiene que venir Elías?». El Señor les responde: «Elías ya ha venido y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo, y si queréis comprenderlo, es Juan el Bautista». Así nuestro Señor Jesucristo dice expresamente: «Elías ya ha venido» y que se trata de Juan el Bautista. Pero cuando preguntan a Juan, él mismo declara que no es ni Elías ni Cristo (Jn 1,20s)... ¿Por qué pues afirma: «Yo no soy Elías» siendo así que el Señor dice a sus discípulos que es Elías? Nuestro Señor quería hablar simbólicamente de su venida futura y decir que Juan había venido con el espíritu de Elías. Lo que Juan ha sido para la primera venida, Elías lo será para la segunda. Hay dos venidas para el Juez, y hay también dos precursores. El juez es el mismo en las dos venidas, pero hay dos precursores... El juez tenía que venir primero para ser juzgado; envió delante de él un primer precursor y lo llamó Elías, porque Elías será para la segunda venida lo que Juan ha sido para la primera.

      Considerad, hermanos muy amados, cuan fundada está esta explicación sobre la verdad. En el momento en que Juan fue concebido... el Santo Espíritu había predicho lo que se debía cumplir en él: «Será el precursor del Altísimo, con el espíritu y poder de Elías» (Lc 1,17)... ¿Quién podrá comprender estas cosas? El que habrá imitado la humildad del precursor y conocido la majestad del juez. Nadie ha sido más humilde que este santo precursor. Esta humildad de Juan es lo que constituye su mérito más grande; hubiera podido engañar a los hombres, hacerse pasar por el Cristo, ser mirado como si fuera Cristo pues tan grandes eran su gracia y su virtud y, sin embargo, declara abiertamente: «Yo no soy Cristo. – ¿Eres Elías?... – Tampoco soy Elías».


Nuestra Señora de Guadalupe

Nuestra  Señora de Guadalupe

Un sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo en que residía a la ciudad de México a asistir a sus clases de catecismo y a oír la Santa Misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y escuchó una voz que lo llamaba por su nombre.

Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo: "Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo".

De regresó a su pueblo Juan Diego se encontró de nuevo con la Virgen María y le explicó lo ocurrido. La Virgen le pidió que al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el obispo y le repitiera el mensaje. Esta vez el obispo, luego de oír a Juan Diego le dijo que debía ir y decirle a la Señora que le diese alguna señal que probara que era la Madre de Dios y que era su voluntad que se le construyera un templo.

De regreso, Juan Diego halló a María y le narró los hechos. La Virgen le mandó que volviese al día siguiente al mismo lugar pues allí le daría la señal. Al día siguiente Juan Diego no pudo volver al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo. La madrugada del 12 de diciembre Juan Diego marchó a toda prisa para conseguir un sacerdote a su tío pues se estaba muriendo. Al llegar al lugar por donde debía encontrarse con la Señora prefirió tomar otro camino para evitarla. De pronto María salió a su encuentro y le preguntó a dónde iba. El indio avergonzado le explicó lo que ocurría. La Virgen dijo a Juan Diego que no se preocupara, que su tío no moriría y que ya estaba sano. Entonces el indio le pidió la señal que debía llevar al obispo. María le dijo que subiera a la cumbre del cerro donde halló rosas de Castilla frescas y poniéndose la tilma, cortó cuantas pudo y se las llevó al obispo.

Una vez ante Monseñor Zumarraga Juan Diego desplegó su manta, cayeron al suelo las rosas y en la tilma estaba pintada con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe. Viendo esto, el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una ermita en el lugar que había señalado el indio.

Pió X la proclamó como "Patrona de toda la América Latina", Pió XI de todas las "Américas", Pió XII la llamó "Emperatriz de las Américas" y Juan XXIII "La Misionera Celeste del Nuevo Mundo" y "la Madre de las América".

La imagen de la Virgen de Guadalupe se venera en México con grandísima devoción, y los milagros obtenidos por los que rezan a la Virgen de Guadalupe son extraordinarios.

Oremos

Señor, Dios nuestro, que has concedido a tu pueblo la protección maternal de la siempre Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, permanecer siempre firmes en la fe y servir con sincero amor à nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


 Libro de Isaías 48,17-19.
Así habla el Señor, tu redentor, el Santo de Israel: Yo soy el Señor, tu Dios, el que te instruye para tu provecho, el que te guía por el camino que debes seguir.
¡Si tú hubieras atendido a mis mandamientos, tu prosperidad sería como un río y tu justicia, como las olas del mar!
Como la arena sería tu descendencia, como los granos de arena, el fruto de tus entrañas; tu nombre no habría sido extirpado ni borrado de mi presencia. Invitación a salir de Babilonia
Salmo 1,1-2.3.4.6.
Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche!
El es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su debido tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá bien.
No sucede así con los malvados: ellos son como paja que se lleva el viento.
porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el camino de los malvados termina mal.
Evangelio según San Mateo 11,16-19.
¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros:
'¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!'.
Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'.
Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: 'Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores'. Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras".


 


Clemente de Alejandría (150-hacia 215) teólogo
Protréptico, c. 1


Juan el Bautista nos invita a la salvación

     ¿No es extraño, amigos míos, que Dios nos exhorte siempre a la salvación, y nosotros estemos siempre escurriéndonos ante esta ayuda y así la aplacemos? ¿Acaso Juan no nos está invitando a la salvación siendo todo él una voz que nos exhorta? Preguntémosle pues: «¿Quién eres tú entre los hombres, de dónde vienes? «No nos dirá que es Elías y negará ser el Cristo, pero confesará que es una voz que grita en el desierto (Jn 1,20s). ¿Quién es, pues, Juan? Para tomar una imagen, que se me permita decir: una voz del Verbo, la Palabra de Dios, que nos exhorta gritando en el desierto...: «Allanad los caminos del Señor» (Mt 1,3). Juan es un precursor y su voz es el precursor del Verbo de Dios, voz que alienta y predispone a la salvación, voz que nos exhorta a buscar la herencia del cielo.

     Gracias a ella «la abandonada tendrá más hijos que la casada» (Is 54,1). Este embarazo me lo ha anunciado la voz del ángel; esta voz era un precursor del Señor que trae la buena noticia a la mujer que no había dado a luz (Lc 1,19), tal como lo hace Juan en la soledad del desierto. Es, pues, por esta voz del Verbo que la mujer estéril da a luz con gozo y que el desierto da frutos. Estas dos voces, la del ángel y la de Juan, precursoras del Señor, me hablan de la salvación escondida en ellas, de manera que, después de la manifestación de este Verbo, recogemos el fruto de la fecundidad, la vida eterna. 


Libro de Isaías 41,13-20.

Porque yo, el Señor, soy tu Dios, el que te sostengo de la mano derecha y te digo: "No temas, yo vengo en tu ayuda".
Tú eres un gusano, Jacob, eres una lombriz, Israel, pero no temas, yo vengo en tu ayuda -oráculo del Señor- y tu redentor es el Santo de Israel.
Yo te convertiré en una trilladora, afilada, nueva, de doble filo: trillarás las montañas y las pulverizarás, y dejarás las colinas como rastrojo.
Las aventarás y el viento se las llevará, y las dispersará la tormenta; y tú te alegrarás en el Señor, te gloriarás en el Santo de Israel.
Los pobres y los indigentes buscan agua en vano, su lengua está reseca por la sed. Pero yo, el Señor, les responderé, yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.
Haré brotar ríos en las cumbres desiertas y manantiales en medio de los valles; convertiré el desierto en estanques, la tierra árida en vertientes de agua.
Pondré en el desierto cedros, acacias, mirtos y olivos silvestres; plantaré en la estepa cipreses, junto con olmos y pinos,
para que ellos vean y reconozcan, para que reflexionen y comprendan de una vez que la mano del Señor ha hecho esto, que el Santo de Israel lo ha creado.
Salmo 145,1.9.10-11.12-13.
Himno de David. Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey, y bendeciré tu Nombre eternamente
el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas.
Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder.
Así manifestarán a los hombres tu fuerza y el glorioso esplendor de tu reino :
tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones.
Evangelio según San Mateo 11,11-15.
Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él.
Desde la época de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos es combatido violentamente, y los violentos intentan arrebatarlo.
Porque todos los Profetas, lo mismo que la Ley, han profetizado hasta Juan.
Y si ustedes quieren creerme, él es aquel Elías que debe volver.
¡El que tenga oídos, que oiga!


 


Beato Guerrico de Igny (hacia 1080-1157), abad cisterciense
3er sermón para la Natividad de san Juan Bautista, 1-2; PL 185, 169


«Juan era la lámpara que arde e ilumina» (Jn 5,35)

     Cuando la justicia soberana dijo a Noé: «Tú eres el único justo que he encontrado» (Gn 7,1) fue un gran elogio de su justicia. Es signo de un mérito muy grande cuando Dios asegura a Abrahán que es por él que se cumplirán las promesas... ¡Qué gloria para Moisés, cuando Dios arde de celo para defenderle y confundir a sus enemigos! (cfr Num. 12,6s)... Y ¿qué decir de David en quien el Señor se felicita por haber encontrado en él a «un hombre según su corazón»? (1Sam 13,14).

     Y sin embargo, por muy grande que haya sido la grandeza de estos hombres, ni entre ellos ni entre los demás «nacidos de mujer», «no ha habido ninguno mayor que Juan el Bautista», según el testimonio del Hijo de la Virgen.  Es cierto que no todas las estrellas tienen el mismo brillo (1C 15,41), y en el coro de los santos astros que han iluminado la noche de este mundo antes que amaneciera el verdadero Sol, algunos han brillado con un resplandor admirable. Sin embargo ninguno de ellos no ha sido mayor ni más brillante que esta estrella de la mañana, esta lámpara ardiente y luminosa preparada por Dios para su Cristo (cfr Sl 131,17). Primera luz matutina, estrella de la aurora, precursor del Sol, anuncia a los mortales la inminencia del día y grita a los que duermen «en tinieblas y en sombras de muerte» (Lc 1,79): «Convertíos, porque el Reino de Dios está cerca» (Mt 3,2). Es como si dijera: «La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz» (Rm 13,12). «Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz» (Ef 5,14).


 


Ntra. Señora de Loreto


Traslación de la Santa Casa de Loreto
A partir del siglo XVI, la "Santa Casa de Loreto" que se encuentra en la región italiana de la Marca de Ancona, ha sido un concurrido centro de peregrinación y una instancia de oración de famosos santos como San Francisco Javier, San Francisco de Borja, San Carlos Borroméo, San Luis Gonzaga, y muchos otros más, que dieron devoción de un santuario mariano muy amado en el occidente.

Pese a que la milagrosa traslación de la casa de Nazaret a Loreto no tiene ninguna prueba histórica, existen sólidas bases de esta devoción mariana. En 1470, una bula emitida por el Papa Pablo II, autorizaba la conmemoración de una imagen de la Santísima Virgen transportada por los ángeles a Loreto, dentro de un edificio sin cimientos, "milagrosamente fundado".

Hacia 1472, uno de los rectores del templo de Loreto relató sobre la forma en que la "Santa Casa de Nazaret" llegó a las cercanías de Fiume y después, a Loreto. De acuerdo con todos los relatos escritos, la bendita construcción debe haber llegado a las cercanías de Fiume en 1291 y a Loreto en 1294.

Causa extrañeza a los investigadores el absoluto silencio sobre el suceso a lo largo de los siglos XIV y XV, pero sobre todo, que en una bula con fecha de 1320, relacionada con Loreto, no se hable para nada de la traslación. Tampoco en oriente aparece mención alguna sobre la "Santa Casa de Narazet" antes del siglo VI.


Sin embargo, hay testimonios auténticos, que datan de los años 1193, 1194 y 1285, de que existía en Loreto una iglesia dedicada a Nuestra Señora. Es posible que los católicos servios que huían de la persecución a fines del siglo XIII, transportasen hasta Loreto, donde se refugiaron, una estatua de la Virgen María, y no se puede descartar la probabilidad de que ellos mismos construyesen para proteger a su imagen, una casa a la que pusieron el nombre de Nazaret, de la misma manera que, en nuestros días, se han construido en todas partes grutas de Lourdes


Oremos
Te pedimos, Señor, que la maternal intercesión de la Madre de tu Hijo, libre de los males del mundo y conduzca à los gozos de tu reino à los fieles que se alegran al saberse protegidos por la Virgen María. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


 


Libro de Isaías 40,25-31.
"¿A quién me van a asemejar, para que yo me iguale a él?" dice el Santo.
Levanten los ojos a lo alto y miren: ¿quién creó todos estos seres? El que hace salir a su ejército uno por uno y los llama a todos por su nombre: ¡su vigor es tan grande, tan firme su fuerza, que no falta ni uno solo!
¿Por qué dices Jacob, y lo repites tú, Israel: "Al Señor se le oculta mi camino y mi derecho pasa desapercibido a mi Dios?
¿No lo saber acaso? ¿Nunca lo has escuchado? El Señor es un Dios eterno, él crea los confines de la tierra; no se fatiga ni se agota, su inteligencia es inescrutable.
El fortalece al que está fatigado y acrecienta la fuerza del que no tiene vigor.
Los jóvenes se fatigan y se agotan, los muchachos tropiezan y caen.
Pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, despliegan alas como las águilas; corren y no se agotan, avanzan y no se fatigan.

Salmo 103(102),1-2.3-4.8.10.
De David. Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios.
El perdona todas tus culpas y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura;
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia;
no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas.

Evangelio según San Mateo 11,28-30.
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.
Porque mi yugo es suave y mi carga liviana".


 


Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad
Jesús, Aquel que se invoca.


«Mi yugo es llevadero»

Dios lleva en sí mismo una gran humildad. Puede abajarse hacia gente como nosotros y hacerse dependiente de nosotros por actos tan simples como vivir, crecer, dar fruto. Hubiera podido hacerlo totalmente sin nosotros. Y sin embargo se abajó hasta nosotros, ha llevado a cada uno de nosotros hasta aquí, para llamarnos a vivir todos juntos y formar esta comunidad. Si hubierais rechazado la llamada, él no lo hubiera podido hacer. En efecto, la hubiéramos podido rechazar; cada uno hubiera podido decir no. Dios hubiera esperado pacientemente a que alguno dijera que sí.

      Esto me lo hace comprender Jesús cuando dice: «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón». Ha querido que nos convenzamos que nuestra llamada es verdaderamente un don del mismo Dios.