domingo, 8 de mayo de 2011
ORACIÓN PARA IMPLORAR FAVORES
POR INTERCESIÓN DEL BEATO
JUAN PABLO II, PAPA
Oh Trinidad Santa, te damos gracias por
haber concedido a la Iglesia al Beato Juan
Pablo II y porque en él has reflejado la ternura
de tu paternidad, la gloria de la cruz
de Cristo y el esplendor del Espíritu de
amor. El, confiando totalmente en tu infinita
misericordia y en la maternal intercesión
de María, nos ha mostrado una imagen
viva de Jesús Buen Pastor, indicándonos
la santidad, alto grado de la vida cristiana
ordinaria, como camino para alcanzar la
comunión eterna contigo. Concédenos, por
su intercesión, y si es tu voluntad, la gracia
que imploramos, con la esperanza de que
sea pronto incluido en el número de tus
santos. Amén.
Con aprobación eclesiástica
AGOSTINO CARD. VALLINI
Vicario General de Su Santidad
para la Diócesis de Roma
Para comunicación de gracias:
Postulazione della Causa di Canonizzazione
del Beato Giovanni Paolo II
Piazza S. Giovanni in Laterano, 6/a - 00184 Roma
Foto Grzegorz Galazka
viernes, 6 de mayo de 2011
lunes, 2 de mayo de 2011
domingo, 1 de mayo de 2011
La más bella confesión
El triunfo de Cristo es suyo pero también nuestro, del mismo modo que la confesión de Santo Tomas es suya pero también muy nuestra, con la victoria de Cristo resucitamos todos, en la confesión de Tomas le confesamos a Él como nuestro Dios y Señor.
Tras la pasión y la muerte vino la victoria definitiva no sólo de Cristo ya Señor de la vida y de la muerte, sino de todos nosotros. Sí, una victoria que toda la creación esperaba como el resultado primigenio del amor de Dios para los hombres, de todos los hombres sin olvidar a ninguno, a no ser de aquellos que de una forma firme y en completa libertad renuncien a Dios, lo que si me perdonáis veo muy, muy difícil. Efectivamente el triunfo de Cristo es suyo pero también nuestro, del mismo modo que la confesión de Santo Tomas es suya pero también muy nuestra, con la victoria de Cristo resucitamos todos, en la confesión de Tomas nos confesamos todos, mejor dicho le confesamos a Él como nuestro Dios y Señor.
Con la resurrección del Señor nos sabemos en camino desde el día de nuestro nacimiento y bautismo, de que volveremos a nuestra verdadera casa, la casa de Padre, de aquel que nos espera siempre, de aquel que no se cansa de esperar y que siempre nos envía mensajes de esa felicidad que hemos de vivir aquí para más tarde compartir allí.
Desde el momento en que fuimos creados se nos dio el titulo de dioses y señores de una creación puesta a nuestro servicio, se nos hizo superior a los ángeles. Pero Dios, el Dios de la resurrección tenia que quedarse de alguna forma en cada uno de nosotros, ante esto es imposible que alguna vez de nuestro corazón salga la frase “ya no puedo más”. Somos desde Cristo y desde la confesión del apóstol seres infinitos y verdaderamente maravillosos a los ojos de Dios, pero esto lo mismo que la confesión hay que creerlo, sentirlo, vivirlo y hacerlo realidad.
La confesión de Santo Tomas, nos lleva lejos, quizás demasiado, pero ¡cuanta hermosura y belleza! ¡Señor mío y Dios mío! En un momento de nuestra vida hemos de tomar una decisión, o bien, aceptar la muerte o enfrentarnos al doloroso proceso de la renovación, con la resurrección del Señor Jesús vemos que por mucho dolor que padezcamos siempre, inevitable e inexorablemente vendrá la resurrección, el triunfo sin más. Porque el amor de Dios es grande, tan grande como nosotros. Tan grande como la vida misma y nosotros somos una expansión hasta ese infinito del que Dios por medio de la resurrección de Cristo nos lleva siempre de su mano, que lastima que muchos de nosotros no nos demos cuenta de lo grandes que somos a los ojos de Dios, al fin y al cabo, los únicos ojos que importan, lo único que es verdaderamente necesario.
Si verdaderamente creyésemos cuánto se nos ama, no podríamos más que sonreír y bailar eternamente, ¡tirar a la basura todos los malos rollos!, por ello cuando hablas en la soledad de tu alma no creas que nadie te escucha, Tomas el incrédulo, el descreído, fue capaz de entonar la más bella confesión de fe, cuando se dio cuenta de que con su negación no estaba siendo capaz de ver el amor que había empezado a proyectarse en él desde hacia mucho tiempo, Tomas comienza una nueva historia y se sumerge en ella porque se reconoce parte del Creador y del Resucitado y que su existencia quedaría no sólo elevada sino expandida para siempre.
En el corazón de Santo Tomas se abrió la puerta y jamás dejo de estar abierta, porque el amor le condujo a la confesión y esta a la resurrección que ya Cristo había experimentado en sus carnes y en sus huesos. Por ello, a Santo Tomas debemos mirarlo despacio, muy despacio, para que su corazón pueda terminar la confesión completa diciendo; “Te amo Señor, por ser mi Señor. Te amo por estar, te amo por hacerme sentir que estoy acompañado. Te amo por ayudarme a despertar. Te amo por mover mis pasos. Te amo por mostrarme tu enseñanza, mientras con ella y junto a ella recuerdo mi esencia divina. Te amo porque has tenido la valentía de iluminarme. Te amo al reconocer que me amo, porque Señor tu y yo somos uno desde siempre y para siempre.
Ya estamos en la pascua florida, aquella que nos lleva a la vida y una vida que es eterna. Ahora nos queda a nosotros salir al encuentro de esta energía del amor de un Dios que vino a nacer, padecer, morir y finalmente resucitar entre nosotros y devolver, lo que podríamos llamar parte de la física Quántica, pues la energía del amor es tan fuerte, que cuanto más das, más te llega, más llena nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestra alma y nuestro corazón, nos empezaremos a sanar a nosotros mismos, pues, no existe en el Universo, medicina mejor, que la frecuencia altísima del amor. ¡Señor mío y Dios mío!
A veces solemos encerrarnos en una burbuja y nos enganchamos a una tormenta sin salida, nos convertimos en adictos al dolor. Hasta que decidimos romper esa maldita burbuja y vivir el instante que se nos regala y que por muy poquito nos perdimos, ¡Señor mío y Dios mío!, reconocemos entonces nuestro camino, el camino de Cristo resucitado ese camino, en fin, que es interior y nunca exterior, nos quieren enseñar a buscar fuera lo que llevamos dentro, porque somos seres divinos y hermosos que llevamos la simiente de Dios allí en el interior. ¡Señor mío y Dios mío!
Que la lección de la resurrección y de la confesión más hermosa hecha ante el Señor, nosotros todos, yo el primero, podamos entonar desde el amor que se nos multiplica por mil, hasta más allá de la vida que nos aguarda esa confesión, la más autentica y hermosa ante un Dios que tras morir como mueren los hombres, triunfa como sólo Dios puede hacer. Dando vida, comunicando vida, regalando vida por amor, para que al reconocerle podamos exclamar sin titubeos; ¡Señor mío y Dios mío! Que su resurrección señale el comienzo definitivo y único de la nuestra, que sepamos morir a esta vida para empezar a vivir la única y más verdadera, que esa gracia que se nos regala desde el nacimiento se encuentre en nosotros, como el santo y seña más perfecto y como el tatuaje más glorioso que cada uno llevamos en el corazón marcado por el fuego del Espíritu Santo. Que lo único que cuente en nuestro caminar diario esa que sabemos como lo supo el Apóstol que ya hemos comenzado, que ya nos hemos puesto en camino hacia la casa del Padre y podamos exclamar definitivamente al contemplarle ¡Señor mío y Dios mío!
Fr. Juan Franco Pérez
Real Convento de Predicadores, Valencia
El triunfo de Cristo es suyo pero también nuestro, del mismo modo que la confesión de Santo Tomas es suya pero también muy nuestra, con la victoria de Cristo resucitamos todos, en la confesión de Tomas le confesamos a Él como nuestro Dios y Señor.
Tras la pasión y la muerte vino la victoria definitiva no sólo de Cristo ya Señor de la vida y de la muerte, sino de todos nosotros. Sí, una victoria que toda la creación esperaba como el resultado primigenio del amor de Dios para los hombres, de todos los hombres sin olvidar a ninguno, a no ser de aquellos que de una forma firme y en completa libertad renuncien a Dios, lo que si me perdonáis veo muy, muy difícil. Efectivamente el triunfo de Cristo es suyo pero también nuestro, del mismo modo que la confesión de Santo Tomas es suya pero también muy nuestra, con la victoria de Cristo resucitamos todos, en la confesión de Tomas nos confesamos todos, mejor dicho le confesamos a Él como nuestro Dios y Señor.
Con la resurrección del Señor nos sabemos en camino desde el día de nuestro nacimiento y bautismo, de que volveremos a nuestra verdadera casa, la casa de Padre, de aquel que nos espera siempre, de aquel que no se cansa de esperar y que siempre nos envía mensajes de esa felicidad que hemos de vivir aquí para más tarde compartir allí.
Desde el momento en que fuimos creados se nos dio el titulo de dioses y señores de una creación puesta a nuestro servicio, se nos hizo superior a los ángeles. Pero Dios, el Dios de la resurrección tenia que quedarse de alguna forma en cada uno de nosotros, ante esto es imposible que alguna vez de nuestro corazón salga la frase “ya no puedo más”. Somos desde Cristo y desde la confesión del apóstol seres infinitos y verdaderamente maravillosos a los ojos de Dios, pero esto lo mismo que la confesión hay que creerlo, sentirlo, vivirlo y hacerlo realidad.
La confesión de Santo Tomas, nos lleva lejos, quizás demasiado, pero ¡cuanta hermosura y belleza! ¡Señor mío y Dios mío! En un momento de nuestra vida hemos de tomar una decisión, o bien, aceptar la muerte o enfrentarnos al doloroso proceso de la renovación, con la resurrección del Señor Jesús vemos que por mucho dolor que padezcamos siempre, inevitable e inexorablemente vendrá la resurrección, el triunfo sin más. Porque el amor de Dios es grande, tan grande como nosotros. Tan grande como la vida misma y nosotros somos una expansión hasta ese infinito del que Dios por medio de la resurrección de Cristo nos lleva siempre de su mano, que lastima que muchos de nosotros no nos demos cuenta de lo grandes que somos a los ojos de Dios, al fin y al cabo, los únicos ojos que importan, lo único que es verdaderamente necesario.
Si verdaderamente creyésemos cuánto se nos ama, no podríamos más que sonreír y bailar eternamente, ¡tirar a la basura todos los malos rollos!, por ello cuando hablas en la soledad de tu alma no creas que nadie te escucha, Tomas el incrédulo, el descreído, fue capaz de entonar la más bella confesión de fe, cuando se dio cuenta de que con su negación no estaba siendo capaz de ver el amor que había empezado a proyectarse en él desde hacia mucho tiempo, Tomas comienza una nueva historia y se sumerge en ella porque se reconoce parte del Creador y del Resucitado y que su existencia quedaría no sólo elevada sino expandida para siempre.
En el corazón de Santo Tomas se abrió la puerta y jamás dejo de estar abierta, porque el amor le condujo a la confesión y esta a la resurrección que ya Cristo había experimentado en sus carnes y en sus huesos. Por ello, a Santo Tomas debemos mirarlo despacio, muy despacio, para que su corazón pueda terminar la confesión completa diciendo; “Te amo Señor, por ser mi Señor. Te amo por estar, te amo por hacerme sentir que estoy acompañado. Te amo por ayudarme a despertar. Te amo por mover mis pasos. Te amo por mostrarme tu enseñanza, mientras con ella y junto a ella recuerdo mi esencia divina. Te amo porque has tenido la valentía de iluminarme. Te amo al reconocer que me amo, porque Señor tu y yo somos uno desde siempre y para siempre.
Ya estamos en la pascua florida, aquella que nos lleva a la vida y una vida que es eterna. Ahora nos queda a nosotros salir al encuentro de esta energía del amor de un Dios que vino a nacer, padecer, morir y finalmente resucitar entre nosotros y devolver, lo que podríamos llamar parte de la física Quántica, pues la energía del amor es tan fuerte, que cuanto más das, más te llega, más llena nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestra alma y nuestro corazón, nos empezaremos a sanar a nosotros mismos, pues, no existe en el Universo, medicina mejor, que la frecuencia altísima del amor. ¡Señor mío y Dios mío!
A veces solemos encerrarnos en una burbuja y nos enganchamos a una tormenta sin salida, nos convertimos en adictos al dolor. Hasta que decidimos romper esa maldita burbuja y vivir el instante que se nos regala y que por muy poquito nos perdimos, ¡Señor mío y Dios mío!, reconocemos entonces nuestro camino, el camino de Cristo resucitado ese camino, en fin, que es interior y nunca exterior, nos quieren enseñar a buscar fuera lo que llevamos dentro, porque somos seres divinos y hermosos que llevamos la simiente de Dios allí en el interior. ¡Señor mío y Dios mío!
Que la lección de la resurrección y de la confesión más hermosa hecha ante el Señor, nosotros todos, yo el primero, podamos entonar desde el amor que se nos multiplica por mil, hasta más allá de la vida que nos aguarda esa confesión, la más autentica y hermosa ante un Dios que tras morir como mueren los hombres, triunfa como sólo Dios puede hacer. Dando vida, comunicando vida, regalando vida por amor, para que al reconocerle podamos exclamar sin titubeos; ¡Señor mío y Dios mío! Que su resurrección señale el comienzo definitivo y único de la nuestra, que sepamos morir a esta vida para empezar a vivir la única y más verdadera, que esa gracia que se nos regala desde el nacimiento se encuentre en nosotros, como el santo y seña más perfecto y como el tatuaje más glorioso que cada uno llevamos en el corazón marcado por el fuego del Espíritu Santo. Que lo único que cuente en nuestro caminar diario esa que sabemos como lo supo el Apóstol que ya hemos comenzado, que ya nos hemos puesto en camino hacia la casa del Padre y podamos exclamar definitivamente al contemplarle ¡Señor mío y Dios mío!
Fr. Juan Franco Pérez
Real Convento de Predicadores, Valencia
CRISTO DE LA MISERICORDIA
Según Sus revelaciones a
Santa Faustina Kowalska en Polonia.
¡Jesús en vos confío!
mensaje al pie del cuadro
"Oh Sangre y Agua,
que brotaron del Corazón de Jesús
como una Fuente de Misericordia para nosotros,
en Vos confío..."
PROMESA DE JESÚS
"Yo prometo al alma que venere ésta imagen que no perecerá ... Protegeré durante toda su vida, cual madre a su hijo, a las almas que propagaren el culto a Mi Misericordia; en la hora de la muerte no seré para ellos Juez sino Salvador..." -Promesa hecha durante Sus apariciones (1931-1938) a Santa Faustina Kowalska en Plock, Polonia.
INDICE
EN ESTA PAGINA
Explicación de la devoción
La imagen
La coronilla
Verdadera devoción
Hora de la misericordia
Domingo de la Misericordia
¿Por que?
DIVINA MISERICORDIA EN OTRAS PAG. DE CORAZONES.ORG
Santa Faustina Kowalska
Vida y Espiritualidad
ORACIONES -Divina Misericordia
-Coronilla, Novena y otras.
-a Santa María Faustina
Palabras de Jesús Misericordioso a Santa María Faustina (Diario de S.Faustina)
Acto de Consagración del Mundo por JPII
Indulgencias en la Fiesta, Decreto
Homilía del Papa en consagración del santuario
Importancia actual de la Div. Mis.
Meditación hora de Mis. -M.Adela
La Coronilla de la Div. Mis. y las tribulaciones
OTRAS
Misericordia
Revelación del Corazón de Jesús a Sta. Margarita. (3 siglos antes de Sta. Faustina)
ENLACES
Sor Faustina y el mensaje
ewtn-divina_misericordia
Divina Misericordia.com
Divina Misericordia.org
Santuario Jesús Misericordioso
The Divine Mercy Org engl.
LA DEVOCIÓN A LA DIVINA MISERICORDIA
Introducción
Cuando Dios quiere revelar un mensaje a la humanidad, no busca a los más importantes y sabios, sino que se revela a través de los más sencillos y humildes, que saben ser dóciles a sus inspiraciones y gracias. Este es el caso del mensaje de la Divina Misericordia dado a la Santa Hna. María Faustina Kowalska, religiosa polaca, instrumento elegido y probado por el Señor.
Santa Faustina (como es conocida en el mundo entero) pertenecía a la Congregación de Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia, conocidas como las "Hermanas Magdalenas" que se dedican a la educación de jóvenes de bajos recursos. Vemos como el Señor empieza a poner las piezas de su "rompecabezas de gracia", en un orden perfecto. El revela Su Misericordia a una religiosa de la comunidad dedicada a Su Misericordia.
Santa Faustina estuvo en varias casas de su Orden, siempre realizando trabajos muy sencillos y desapercibidos, tales como la cocina, el jardín, la limpieza del convento o atendiendo la puerta. Precisamente es a esta hermana menos notoria a la que el Señor escoge para dar al mundo entero el gran mensaje de su Misericordia que a tantas almas ha tocado y transformado al propagarse por el mundo entero en momentos tan críticos para la humanidad.
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La imagen de la Misericordia
El 22 de febrero de 1931, santa Faustina recibió la primera revelación de la Misericordia de Dios, ella lo anota así en su diario: "En la noche cuando estaba en mi celda, vi al Señor Jesús vestido de blanco. Una mano estaba levantada en ademán de bendecir y, con la otra mano, se tocaba el vestido, que aparecía un poco abierto en el pecho, brillaban dos rayos largos: uno era rojo y, el otro blanco. Yo me quedé en silencio contemplando al Señor. Mi alma estaba llena de miedo pero también rebosante de felicidad. Después de un rato, Jesús me dijo:
Pinta una imagen Mía, según la visión que ves, con la Inscripción : "¡Jesús, yo confío en Ti!." Yo deseo que esta Imagen sea venerada, primero en tu capilla y después en el mundo entero. Yo prometo que el alma que honrare esta imagen, no perecerá. También le prometo victoria sobre sus enemigos aquí en la tierra, pero especialmente a la hora de su muerte. Yo el Señor la defenderé como a Mi propia Gloria.
Cuando contó esto en confesión, el padre le dijo que seguramente Jesús deseaba pintar esta imagen en su corazón pero ella sentía que Jesús le decía "Mi Imagen ya está en tu corazón. Yo deseo que se establezca una fiesta de la Misericordia y que esta imagen sea venerada por todo el mundo. Esta fiesta será el primer domingo después de Pascua. Deseo que los sacerdotes proclamen esta gran misericordia Mía a los pecadores."
Por orden de su confesor Santa Faustina le preguntó al Señor el significado de los rayos que aparecen en la imagen emanando del corazón y el Señor le respondió:
"Los dos rayos significan Sangre y Agua- el rayo pálido representa el Agua que justifica a las almas; el rayo rojo simboliza la Sangre, que es la vida de las almas-. Ambos rayos brotaron de las entrañas mas profundas de Mi misericordia cuando mi corazón agonizado fué abierto por una lanza en la Cruz... Bienaventurado aquel que se refugie en ellos, porque la justa mano de Dios no le seguirá hasta allí".
El Señor manifiesta su Corazón, y el agua y la sangre que de el brotaron como manantial de reconciliación para todos los hombres.
Esta revelación es una continuación de la misericordia divina que Jesús nos ofrece en la cruz y que se reveló también a Santa Margarita María.
LA VIDA Y EL MENSAJE DE
Santa Faustina
APÓSTOL DE LA DIVINA MISERICORDIA
Deseo transformamre en tu misericordia y ser un vivo reflejo de ti, oh Señor. Que este más grande atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón y mi alma al prójimo.
Ayúdame Señor, a que mis ojos sean misericordiosos para que yo jamás sospeche o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarle.
Ayúdame Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame Señor, a que mi lengua aea misericordiosa para que jamás critique a mi prójimo sino que tenga una palabra de consuelo y de perdón para todos.
Ayúdame Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargar sobre mí las tareas más difíciles y penosas.
Ayúdame Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propria fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo.
Ayúdame Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo. A nadie le rehusaré mi corazón. Seré sincera incluso con aquellos de los cuales sé que abusarán de mi bondad. Y yo misma me encerraré en el misericordiosísimo Corazón de Jesús. Soportaré mis proprios sufrimientos en silencio. Que tu misericordia, oh Señor, repose dentro de mí.
Jesús mío, transfórmame en tu porque tú lo puedes todo. (163)
Indice
DEVOCIÓN A LA DIVINA MISERICORDIA La esencia de la devoción a la Divina Misericordia
La imagen de la Divina Misericordia
La fiesta de la Divina Misericordia Explicación
Novena a la Divina Misericordia
El sacramento de reconciliación y penitencia
La santa Comunión
La coronilla a la Divina Misericordia
La hora de la Misericordia Oraciones en la hora de la Misericordia
La propagación de la devoción a la Divina Misericordia
SANTA FAUSTINA La esencia de la misión de Santa Faustina
La vida de Santa Faustina
FOTOGRAFIAS Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia - Lagiewniki
La fiesta de la Divina Misericordia '98
La fiesta de la Divina Misericordia '99
La misión de santa Faustina
Palabras del Señor Jesús a Sor Faustina:
En el Antiguo Testamento le enviaba a mi pueblo los profetas con truenos. Hoy, te envío a toda la humanidad con mi misericordia. No quiero castigar a la humanidad llena de dolor, sino sanarla estrechándola contra mi Corazón misericordioso. (1588)
Es la señal de los últimos tiempos. Después de ella vendrá el dia de la justicia. Todavía queda tiempo, que recurran, pues, a la fuente de mi misericordia, que se beneficien de la sangre y del agua que brotó para ellos. (848) Antes de venir como el Juez justo, abro de par en par las puertas de mi misericordia. Quen no quiere pasar por la puerta de mi misericordia, deberá pasar por la puerta de mi justicia... (1146)
Santa Faustina
El testimonio de vida y el mensaje de santa Faustina ayudan a realizar las tareas, planteadas por el Santo Padre Juan Pablo II ante toda la Iglesia, de "proclamar y de llevar a la práctica" el misterio de la Divina Misericordia y de orar por la misericordia para el mundo entero.
Nació en el año 1905 en la aldea de Glogowiec, cerca de Lodz, como la tercera de diez hermanos en la familia de los Kowalski. Desde pequeña se destacó por el amor a la oración, laboriosidad, obediencia y sensibilidad ante la pobreza humana. Su educación escolar duró apenas tres años. Al cumplir 16 años abandonó la casa familiar para trabajar de empleada doméstica en casas de familias acomodadas.
A los 20 años entró en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, donde - como Sor María Faustina - vivió 13 años cumpliendo los deberes de cocinera, jardinera y portera. Su vida, aparentemente ordinaria, monótona y gris, se caracterizó por la extraordinaria profundidad de su unión con Dios. Desde niña había deseado ser una gran santa y, en consecuencia, caminó hacia este fin colaborando con Jesús en la obra de salvar a las almas perdidas, hasta ofrecerse como sacrificio por los pecadores. Los años de su vida conventual estuvieron marcados, pues, por el estigma del sufrimiento y las extraordinarias gracias místicas.
La misión de santa Faustina consiste en:
recordar la verdad de la fe, revelada en la Sagrada Escritura, sobre el amor misericordioso de Dios a cada hombre, incluido el pecador más grande;
transmitir las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia;
iniciar un gran movimiento de devotos y apóstoles de la Divina Misericordia que ha de llevar a la renovación religiosa de los fieles en el espíritu de esta devoción, es decir, en el espíritu evangélico del abandono de niño en Dios y el amor activo al prójimo.
Sor Faustina, destrozada físicamente por la tisis y los sufrimientos que ofrecía por los pecadores, murió en el olor de santidad en Cracovia, el 5 de octubre de 1938, a los 33 años.
El primer domingo después de Pascua, el 18 de abril de 1993, en la Plaza de San Pedro - Roma - el Santo Padre Juan Pablo II la incluyó entre los beatos. Al día siguiente, durante la audiencia general dijo:
"Dios habló a nosotros a través de la riqueza espiritual de la beata Sor Faustina Kowalska que dejó al mundo un gran mensaje de la Divina Misericordia e invitó al abandono total en el Creador. Dios le dio una gracia especial porque pudo conocer su misericordia a través de las experiencias místicas, gracias a un don extraordinario de la oración contemplativo.
Sor Faustina, beata, te doy gracias por haber recordado al mundo este gran misterio de la Divina Misericordia. Este
Lecturas Domingo 01 de Mayo del 2011, Domingo 2º de Pascua - Ciclo A - Ciudad Redonda
Lecturas Domingo 01 de Mayo del 2011, Domingo 2º de Pascua - Ciclo A - Ciudad Redonda
Domingo II de Pascua (1 - Mayo - 2011)
Angel Moreno - Domingo 01 de Mayo del 2011
“Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”.
Gracias, Señor, por tu pedagogía y comprensión, por saber venir en la propia dolencia a curar las heridas de mi incredulidad.
Gracias porque conviertes en llamadas mis negaciones y en ellas me haces confesar tu misericordia, la mayor experiencia de que Tú eres mi Dios y Señor.
Gracias por no guardar memoria de mis huidas y ser Tú quien da el paso para que pueda restaurar mi partencia al grupo de tus discípulos, y porque en tu cuerpo has querido dejar para siempre las huellas de la vulnerabilidad humana.
Gracias por tu opción de no dejarnos sumergidos en nuestra propia duda y cavilaciones intelectuales y acortar el camino de la confesión de la fe por hacerte presente en las heridas de tantos hermanos; al poner en ellas nuestras manos, es a ti a quien palpamos y bendecimos.
Gracias, Señor, después de estos ocho días, en los que has llamado insistentemente a nuestra puerta de todas las formas posibles y a todas las horas del día, para que no tengamos excusa de no haber coincido con tu paso. En cualquier momento te haces presente en tantos acontecimientos imprevistos, a veces tan dolorosos, pero que gracias a tus llagas se convierten en posibilidad de vida.
Discernimiento
Ante la experiencia de exilio del apóstol Tomás, ¿dónde te encuentras? ¿Reafirmado en la duda, en la sospecha, en la incredulidad, en la humilde declaración de amor, en la confesión de la divinidad de Cristo? ¿Te das cuenta de que el Resucitado tiene poder para presentarse en la misma forma en la que tú te obstinas escéptico, es decir en lo que crees que más te niega?
Testimonio
Jesús de Nazaret, el que fue condenado a muerte por blasfemo y murió entre malhechores, el que fue crucificado y sepultado, es el Hijo de Dios, el Salvador. Hay que profesarlo con los labios, con la humildad de dejarse curar las heridas que se producen por las opciones independientes.
¿Sientes que Jesús es el Señor? ¿Lo crees? ¿Lo confiesas? “Dichosos los que creen sin haber visto”.
Domingo 01 de Mayo del 2011
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2,42-47):
Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían en Jerusalén. Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes, y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían juntos, alabando a Dios con alegría y de todo corazón; eran bien vistos de todo el pueblo, y día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 117,2-4.13-15.22-24
R/. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R/.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos. R/.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1,3-9):
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final. Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe –de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego– llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.
Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-31):
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espiritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Palabra del Señor
Domingo II de Pascua (1 - Mayo - 2011)
Angel Moreno - Domingo 01 de Mayo del 2011
“Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”.
Gracias, Señor, por tu pedagogía y comprensión, por saber venir en la propia dolencia a curar las heridas de mi incredulidad.
Gracias porque conviertes en llamadas mis negaciones y en ellas me haces confesar tu misericordia, la mayor experiencia de que Tú eres mi Dios y Señor.
Gracias por no guardar memoria de mis huidas y ser Tú quien da el paso para que pueda restaurar mi partencia al grupo de tus discípulos, y porque en tu cuerpo has querido dejar para siempre las huellas de la vulnerabilidad humana.
Gracias por tu opción de no dejarnos sumergidos en nuestra propia duda y cavilaciones intelectuales y acortar el camino de la confesión de la fe por hacerte presente en las heridas de tantos hermanos; al poner en ellas nuestras manos, es a ti a quien palpamos y bendecimos.
Gracias, Señor, después de estos ocho días, en los que has llamado insistentemente a nuestra puerta de todas las formas posibles y a todas las horas del día, para que no tengamos excusa de no haber coincido con tu paso. En cualquier momento te haces presente en tantos acontecimientos imprevistos, a veces tan dolorosos, pero que gracias a tus llagas se convierten en posibilidad de vida.
Discernimiento
Ante la experiencia de exilio del apóstol Tomás, ¿dónde te encuentras? ¿Reafirmado en la duda, en la sospecha, en la incredulidad, en la humilde declaración de amor, en la confesión de la divinidad de Cristo? ¿Te das cuenta de que el Resucitado tiene poder para presentarse en la misma forma en la que tú te obstinas escéptico, es decir en lo que crees que más te niega?
Testimonio
Jesús de Nazaret, el que fue condenado a muerte por blasfemo y murió entre malhechores, el que fue crucificado y sepultado, es el Hijo de Dios, el Salvador. Hay que profesarlo con los labios, con la humildad de dejarse curar las heridas que se producen por las opciones independientes.
¿Sientes que Jesús es el Señor? ¿Lo crees? ¿Lo confiesas? “Dichosos los que creen sin haber visto”.
Domingo 01 de Mayo del 2011
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2,42-47):
Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían en Jerusalén. Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes, y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían juntos, alabando a Dios con alegría y de todo corazón; eran bien vistos de todo el pueblo, y día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 117,2-4.13-15.22-24
R/. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R/.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos. R/.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1,3-9):
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final. Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe –de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego– llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.
Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-31):
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espiritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Palabra del Señor
Biografía
Juan Pablo II fue el Papa 264° (263° Sucesor de Pedro).
Karol Józef Wojtyła, conocido como Juan Pablo II desde su elección al papado en octubre de 1978, nació en Wadowice, una pequeña ciudad a 50 kms. de Cracovia, el 18 de mayo de 1920.
Era el más pequeño de los tres hijos de Karol Wojtyła y Emilia Kaczorowska. Su madre falleció en 1929. Su hermano mayor Edmund (médico) murió en 1932 y su padre (suboficial del ejército) en 1941. Su hermana Olga murió antes de que naciera él.
Fue bautizado por el sacerdote Franciszek Zak el 20 de junio de 1920 en la Iglesia parroquial de Wadowice; a los 9 años hizo la Primera Comunión, y a los 18 recibió la Confirmación. Terminados los estudios de enseñanza media en la escuela Marcin Wadowita de Wadowice, se matriculó en 1938 en la Universidad Jagellónica de Cracovia y en una escuela de teatro.
Cuando las fuerzas de ocupación nazi cerraron la Universidad, en 1939, el joven Karol tuvo que trabajar en una cantera y luego en una fábrica química (Solvay), para ganarse la vida y evitar la deportación a Alemania.
A partir de 1942, al sentir la vocación al sacerdocio, siguió las clases de formación del seminario clandestino de Cracovia, dirigido por el Arzobispo de Cracovia, Cardenal Adam Stefan Sapieha. Al mismo tiempo, fue uno de los promotores del "Teatro Rapsódico", también clandestino.
Tras la segunda guerra mundial, continuó sus estudios en el seminario mayor de Cracovia, nuevamente abierto, y en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica, hasta su ordenación sacerdotal en Cracovia el 1 de noviembre de 1946 de manos del Arzobispo Sapieha.Seguidamente fue enviado a Roma, donde, bajo la dirección del dominico francés Garrigou-Lagrange, se doctoró en 1948 en teología, con una tesis sobre el tema de la fe en las obras de San Juan de la Cruz (Doctrina de fide apud Sanctum Ioannem a Cruce). En aquel período aprovechó sus vacaciones para ejercer el ministerio pastoral entre los emigrantes polacos de Francia, Bélgica y Holanda.
En 1948 volvió a Polonia, y fue vicario en diversas parroquias de Cracovia y capellán de los universitarios hasta 1951, cuando reanudó sus estudios filosóficos y teológicos. En 1953 presentó en la Universidad Católica de Lublin una tesis titulada "Valoración de la posibilidad de fundar una ética católica sobre la base del sistema ético de Max Scheler". Después pasó a ser profesor de Teología Moral y Etica Social en el seminario mayor de Cracovia y en la facultad de Teología de Lublin.
El 4 de julio de 1958 fue nombrado por Pío XII Obispo titular de Olmi y Auxiliar de Cracovia. Recibió la ordenación episcopal el 28 de septiembre de 1958 en la catedral del Wawel (Cracovia), de manos del Arzobispo Eugeniusz Baziak.
El 13 de enero de 1964 fue nombrado Arzobispo de Cracovia por Pablo VI, quien le hizo cardenal el 26 de junio de 1967, con el título de San Cesareo en Palatio, Diaconía elevada pro illa vice a título presbiteral.
Además de participar en el Concilio Vaticano II (1962-1965), con una contribución importante en la elaboración de la constitución Gaudium et spes, el Cardenal Wojtyła tomó parte en las cinco asambleas del Sínodo de los Obispos anteriores a su pontificado.
Los cardenales reunidos en Cónclave le eligieron Papa el 16 de octubre de 1978. Tomó el nombre de Juan Pablo II y el 22 de octubre comenzó solemnemente su ministerio petrino como 263 sucesor del Apóstol Pedro. Su pontificado ha sido uno de los más largos de la historia de la Iglesia y ha durado casi 27 años.
Juan Pablo II ejerció su ministerio petrino con incansable espíritu misionero, dedicando todas sus energías, movido por la "sollicitudo omnium Ecclesiarum" y por la caridad abierta a toda la humanidad. Realizó 104 viajes apostólicos fuera de Italia, y 146 por el interior de este país. Además, como Obispo de Roma, visitó 317 de las 333 parroquias romanas.
Entre sus documentos principales se incluyen: 14 Encíclicas, 15 Exhortaciones apostólicas, 11 Constituciones apostólicas y 45 Cartas apostólicas.Publicó también cinco libros como doctor privado: "Cruzando el umbral de la esperanza" (octubre de 1994);"Don y misterio: en el quincuagésimo aniversario de mi ordenación sacerdotal" (noviembre de 1996); "Tríptico romano - Meditaciones", libro de poesías (marzo de 2003); “¡Levantaos! ¡Vamos!” (mayo de 2004) y “Memoria e identidad” (febrero de 2005).
Realizó numerosas canonizaciones y beatificaciones para mostrar innumerables ejemplos de santidad de hoy, que sirvieran de estímulo a los hombres de nuestro tiempo: celebró 147 ceremonias de beatificación -en las que proclamó 1338 beatos- y 51 canonizaciones, con un total de 482 santos. Proclamó a santa Teresa del Niño Jesús Doctora de la Iglesia. Amplió notablemente el Colegio cardenalicio, creando 231 cardenales (más uno "in pectore", cuyo nombre no se hizo público antes de su muerte) en 9 consistorios. Además, convocó 6 reuniones plenarias del colegio cardenalicio.
Presidió 15 Asambleas del Sínodo de los obispos: 6 generales ordinarias (1980, 1983, 1987, 1990, 1994 y 2001), 1 general extraordinaria (1985) y 8 especiales (1980, 1991, 1994, 1995, 1997, 1998 (2) y 1999).
Más que todos sus predecesores se encontró con el pueblo de Dios y con los responsables de las naciones: más de 17.600.000 peregrinos participaron en las 1166 Audiencias Generales que se celebran los miércoles. Ese numero no incluye las otras audiencias especiales y las ceremonias religiosas [más de 8 millones de peregrinos durante el Gran Jubileo del año 2000] y los millones de fieles que el Papa encontró durante las visitas pastorales efectuadas en Italia y en el resto del mundo. Hay que recordar también las numerosas personalidades de gobierno con las que se entrevistó durante las 38 visitas oficiales y las 738 audiencias o encuentros con jefes de Estado y 246 audiencias y encuentros con Primeros Ministros.
Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005, a las 21.37, mientras concluía el sábado, y ya habíamos entrado en la octava de Pascua y domingo de la Misericordia Divina. Desde aquella noche hasta el 8 de abril, día en que se celebraron las exequias del difunto pontífice, más de tres millones de peregrinos rindieron homenaje a Juan Pablo II, haciendo incluso 24 horas de cola para poder acceder a la basílica de San Pedro.
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