domingo, 1 de mayo de 2011

Lecturas Domingo 01 de Mayo del 2011, Domingo 2º de Pascua - Ciclo A - Ciudad Redonda

Lecturas Domingo 01 de Mayo del 2011, Domingo 2º de Pascua - Ciclo A - Ciudad Redonda
Domingo II de Pascua (1 - Mayo - 2011)
Angel Moreno - Domingo 01 de Mayo del 2011
“Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”.

Gracias, Señor, por tu pedagogía y comprensión, por saber venir en la propia dolencia a curar las heridas de mi incredulidad.

Gracias porque conviertes en llamadas mis negaciones y en ellas me haces confesar tu misericordia, la mayor experiencia de que Tú eres mi Dios y Señor.
Gracias por no guardar memoria de mis huidas y ser Tú quien da el paso para que pueda restaurar mi partencia al grupo de tus discípulos, y porque en tu cuerpo has querido dejar para siempre las huellas de la vulnerabilidad humana.

Gracias por tu opción de no dejarnos sumergidos en nuestra propia duda y cavilaciones intelectuales y acortar el camino de la confesión de la fe por hacerte presente en las heridas de tantos hermanos; al poner en ellas nuestras manos, es a ti a quien palpamos y bendecimos.

Gracias, Señor, después de estos ocho días, en los que has llamado insistentemente a nuestra puerta de todas las formas posibles y a todas las horas del día, para que no tengamos excusa de no haber coincido con tu paso. En cualquier momento te haces presente en tantos acontecimientos imprevistos, a veces tan dolorosos, pero que gracias a tus llagas se convierten en posibilidad de vida.

Discernimiento

Ante la experiencia de exilio del apóstol Tomás, ¿dónde te encuentras? ¿Reafirmado en la duda, en la sospecha, en la incredulidad, en la humilde declaración de amor, en la confesión de la divinidad de Cristo? ¿Te das cuenta de que el Resucitado tiene poder para presentarse en la misma forma en la que tú te obstinas escéptico, es decir en lo que crees que más te niega?

Testimonio

Jesús de Nazaret, el que fue condenado a muerte por blasfemo y murió entre malhechores, el que fue crucificado y sepultado, es el Hijo de Dios, el Salvador. Hay que profesarlo con los labios, con la humildad de dejarse curar las heridas que se producen por las opciones independientes.
¿Sientes que Jesús es el Señor? ¿Lo crees? ¿Lo confiesas? “Dichosos los que creen sin haber visto”.
Domingo 01 de Mayo del 2011
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2,42-47):

Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían en Jerusalén. Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes, y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían juntos, alabando a Dios con alegría y de todo corazón; eran bien vistos de todo el pueblo, y día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando.

Palabra de Dios
Salmo
Sal 117,2-4.13-15.22-24

R/. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R/.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1,3-9):

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final. Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe –de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego– llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.

Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-31):

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espiritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Palabra del Señor

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