lunes, 3 de enero de 2011
domingo, 2 de enero de 2011
Seremos buenos hijos de Dios Padre si contemplamos y tratamos a Jesús. Él nos enseña en todo momento el camino que lleva al Padre. Lo recordaremos con frecuencia cuando nos acerquemos a besar y a adorar al Niño. Pro nobis egenus et foeno cubantem...14, hecho pobre por nosotros, yace entre las pajas; le daremos calor, le abrazaremos con cariño. Contemplamos a Jesús en el Nacimiento, que es en estos días el centro de nuestra atención y de nuestra piedad. Hablamos con Él en nuestra oración, le miramos, le escuchamos, le adoramos en silencio. Sic nos amantem, quis non redamaret15: a quien así nos ama, ¿quién no le corresponderá con amor? Ese amor que se ha de traducir en un trato más delicado y amable con quienes están a nuestra vera.
La filiación divina nos lleva a tratar a los demás con un gran respeto, como corresponde a hijos de Dios. La Virgen nos invita a pasarnos largos ratos delante del belén mirando a su Hijo. A Ella le pedimos que afine nuestras maneras de acuerdo con la altísima dignidad que hemos recibido; le suplicamos también que nos ayude a no olvidar en ningún momento del día, en ninguna circunstancia, que somos, en verdad, hijos de Dios. Y si somos hijos, también herederos, coherederos con Cristo16. Somos hijos a quienes espera un lugar en el Cielo, preparado por su Padre Dios.
La filiación divina nos lleva a tratar a los demás con un gran respeto, como corresponde a hijos de Dios. La Virgen nos invita a pasarnos largos ratos delante del belén mirando a su Hijo. A Ella le pedimos que afine nuestras maneras de acuerdo con la altísima dignidad que hemos recibido; le suplicamos también que nos ayude a no olvidar en ningún momento del día, en ninguna circunstancia, que somos, en verdad, hijos de Dios. Y si somos hijos, también herederos, coherederos con Cristo16. Somos hijos a quienes espera un lugar en el Cielo, preparado por su Padre Dios.
Al terminar el año
Como cristianos, no hay otra forma de terminar el año que dando gracias a Dios por todas las cosas que hemos recibido de sus manos durante estos doce meses… las que creemos “buenas” y las que pensamos “malas”, pues de todo se vale el Señor para traer bendiciones y gracias a nuestras vidas… el secreto está en aguardar confiadamente, pues al final de todo, siempre se ve su mano poderosa bendiciendo aquellos que se abandonaron en Él…
Gracias, Señor
Gracias, Señor… por todo cuanto me diste en este año que termina… Gracias por los días de sol y los nublados tristes; por las tardes tranquilas y las noches oscuras…
Gracias por la salud y la enfermedad; por las penas y las alegrías… Por todo cuanto me prestaste y luego me pediste…
Gracias por la sonrisa amable y por la mano amiga; por el amor y todo lo que es hermoso y todo lo que es dulce… Por las flores y las estrellas, por la existencia de los niños y de las almas buenas…
Gracias por la soledad, y por el trabajo, por las inquietudes, las dificultades y las lágrimas… Por todo lo que me acercó a Ti más íntimamente…
Gracias por haberme conservado la vida y por haberme dado techo, abrigo y sustento… Por Tu presencia en el sagrario, y en cada hermano, y por la gracia de Tus sacramentos…
¿Qué me traerá el año que empieza? ¡LO QUÉ TÚ QUIERAS SEÑOR!
Te pido FE para mirarte en todo, ESPERANZA para no desfallecer y CARIDAD para amarte cada día más y para hacerte amar de los que me rodean…
Dame paciencia y humildad; desprendimiento y generosidad… Que sea grande en lo pequeño y pueda olvidarme de mí mismo… Dame Señor, lo que Tú sabes me conviene y que yo no sé pedirte…
Que siempre tenga el corazón alerta, el oído atento y las manos prestas, y que me halle siempre dispuesto a hacer Tu Santa Voluntad… Derrama Señor, Tu gracia sobre todos los que amo y concede Tu Paz este mundo, que tanto te necesita… Amén.
Como cristianos, no hay otra forma de terminar el año que dando gracias a Dios por todas las cosas que hemos recibido de sus manos durante estos doce meses… las que creemos “buenas” y las que pensamos “malas”, pues de todo se vale el Señor para traer bendiciones y gracias a nuestras vidas… el secreto está en aguardar confiadamente, pues al final de todo, siempre se ve su mano poderosa bendiciendo aquellos que se abandonaron en Él…
Gracias, Señor
Gracias, Señor… por todo cuanto me diste en este año que termina… Gracias por los días de sol y los nublados tristes; por las tardes tranquilas y las noches oscuras…
Gracias por la salud y la enfermedad; por las penas y las alegrías… Por todo cuanto me prestaste y luego me pediste…
Gracias por la sonrisa amable y por la mano amiga; por el amor y todo lo que es hermoso y todo lo que es dulce… Por las flores y las estrellas, por la existencia de los niños y de las almas buenas…
Gracias por la soledad, y por el trabajo, por las inquietudes, las dificultades y las lágrimas… Por todo lo que me acercó a Ti más íntimamente…
Gracias por haberme conservado la vida y por haberme dado techo, abrigo y sustento… Por Tu presencia en el sagrario, y en cada hermano, y por la gracia de Tus sacramentos…
¿Qué me traerá el año que empieza? ¡LO QUÉ TÚ QUIERAS SEÑOR!
Te pido FE para mirarte en todo, ESPERANZA para no desfallecer y CARIDAD para amarte cada día más y para hacerte amar de los que me rodean…
Dame paciencia y humildad; desprendimiento y generosidad… Que sea grande en lo pequeño y pueda olvidarme de mí mismo… Dame Señor, lo que Tú sabes me conviene y que yo no sé pedirte…
Que siempre tenga el corazón alerta, el oído atento y las manos prestas, y que me halle siempre dispuesto a hacer Tu Santa Voluntad… Derrama Señor, Tu gracia sobre todos los que amo y concede Tu Paz este mundo, que tanto te necesita… Amén.
“¡Queridos hijos! También hoy los invito en este tiempo de gracia a orar para que el Niño Jesús pueda nacer en el corazón de ustedes. Él, que es sólo paz, done a través de ustedes la paz al mundo entero. Por eso, hijitos, oren sin cesar por este mundo turbulento y sin esperanza, a fin de que ustedes se conviertan en testigos de la paz para todos. Que la esperanza fluya en sus corazones como un río de gracia. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”
Medjugorje, mensaje del 25 de noviembre de 2008
Medjugorje, mensaje del 25 de noviembre de 2008
viernes, 31 de diciembre de 2010
El hombre puede con todo derecho dirigirse a Dios como Padre. Pero esta experiencia es inseparable de la presencia y la actuación del Espíritu. Con Él y sólo con Él podemos experimentar y manifestar nuestra conciencia de filiación divina. Crea una relación de entrañable confianza filial. Más tarde, en su ministerio, Jesús nos enseñará a tratar y dirigirnos a Dios con el mismo título y del mismo modo que lo hacía Él. Los hombres necesitan que les descubramos el verdadero rostro de Dios. Dios no es "un algo" que está allá arriba, como muchas gentes piensan y opinan; ni un Dios justiciero, insensible y ajeno a las preocupaciones y problemas de los hombres. Nuestro Dios es cercano, entrañable, lleno y desbordante de noble y serena ternura. Encontrar el verdadero rostro de Dios es urgente.
Evangelio: (Lucas 2,16-21)
Marco: El relato recuerda la vuelta de los pastores a sus majadas. Lo pastores cuentan por todas partes lo que han visto y oído causando la admiración de todos. Los pastores son un anticipo de la tarea evangelizadora de la Iglesia. María comienza su camino de meditación y búsqueda de sentido en la vida de Jesús que la caracterizará toda su vida.
Evangelio: (Lucas 2,16-21)
Marco: El relato recuerda la vuelta de los pastores a sus majadas. Lo pastores cuentan por todas partes lo que han visto y oído causando la admiración de todos. Los pastores son un anticipo de la tarea evangelizadora de la Iglesia. María comienza su camino de meditación y búsqueda de sentido en la vida de Jesús que la caracterizará toda su vida.
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