En aquellos días, dijo
Amasías, sacerdote de Casa-de-Dios, a Amós: «Vidente, vete y refúgiate en tierra
de Judá; come allí tu pan y profetiza allí. No vuelvas a profetizar en
Casa-de-Dios, porque es el santuario real, el templo del país.» Respondió Amós:
«No soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor
me sacó de junto al rebaño y me dijo: "Ve y profetiza a mi pueblo de
Israel."»Palabra de Dios
R/. Muéstranos, Señor, tu
misericordia y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el
Señor:
«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.»
La salvación está
ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra.
R/.
La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y
la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde
el cielo. R/.
El Señor nos dará lluvia,
y nuestra tierra dará
su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.
R/.
los Efesios (1,3-14):
Bendito sea Dios, Padre nuestro Señor
Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de
bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes
de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el
amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a
ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha
concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su
sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su
gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a
conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado
realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo
todas las cosas del cielo y de la tierra.
Por su medio hemos heredado también
nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su
voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de
su gloria. Y también vosotros, que habéis escuchado la palabra de verdad, el
Evangelio de vuestra salvación, en el que creísteis, habéis sido marcados por
Cristo con el Espíritu Santo prometido, el cual es prenda de nuestra herencia,
para liberación de su propiedad, para alabanza de su gloria.Palabra
de Dios
(6,7-13):
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando
de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que
llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero
suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y
añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y
si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los
pies, para probar su culpa.» Ellos salieron a predicar la conversión, echaban
muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los
curaban.Palabra del Señor
Llamados a Evangelizar
Este domingo comienza la lectura de la carta de Pablo a los Efesios. Toca
la introducción. Pero Pablo además de creyente y apóstol era muy inteligente y
no daba puntada sin hilo. El comienzo de su carta es una alabanza a Dios pero de
paso nos habla de lo que somos nosotros, los hombres y mujeres a los que Dios
ama y bendice en la persona de Cristo.
De paso nos informa que nuestro destino es ser hijos, no siervos. Y que no ha
derrochado medios para ayudarnos a completar en nosotros esa vocación a la que
nos ha llamado porque “el tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un
derroche para con nosotros.” Esa vocación no es para unos pocos sino para todos.
No la tiene Pablo en exclusiva o los apóstoles en exclusiva sino todos los que
escuchan la palabra de verdad, el evangelio de la salvación.
Vocación de hijos en el Hijo
Es bueno
comenzar la reflexión de este domingo tomando conciencia de lo que estamos
llamados a ser: hijos e hijas de Dios. No estamos llamados a ser siervos. La
comunidad de los creyentes es una comunidad de iguales. Habrá diferentes
servicios, diversos ministerios, pero esa variedad no diferencia a sus miembros
porque básicamente somos todos iguales: hijos e hijas en el Hijo. Ese es el
mayor título de gloria del cristiano. Luego, algo casi secundario por más que
sea necesario, vendrán los cargos y los servicios en la comunidad. Eso ya lo
explica Pablo más adelante. Pero conviene tener claro lo más importante, lo
fundamental, lo central. Todos hemos sido salvados por Cristo, todos somos
destinados a ser sus hijos.
Es
además una vocación con proyección universal porque la Palabra de Dios no se
dirige a un grupúsculo, a una secta sino que es para todos los hombres y mujeres
de todos los tiempos. La Palabra de la Buena Nueva se pronuncia abiertamente
para que todos la puedan acoger en sus corazones. Todos están llamados a formar
parte de la familia de Dios. Todos estamos llamados a ser sus hijos. Esa es la
gloria de Dios. Esa es la mayor alabanza que podemos rendir al Padre: formar
todos una familia bien avenida, sin distinciones, sin violencias, sin envidias,
sin rencores. Una familia donde reine el perdón y la reconciliación, la paz y la
justicia.
De ahí a decir que la comunidad de los creyentes es un
pueblo de profetas, de apóstoles y de evangelizadores hay sólo un paso. Porque
el misterio de la voluntad de Dios que se nos ha dado a conocer no es sólo para
nosotros, para los que ya estamos en la comunidad. Es para todos. Nadie queda
fuera de ese misterio de la voluntad de Dios.
Enviados a reunir a
los hijos de Dios
Desde esta perspectiva hay que releer el
Evangelio de este domingo. Los Doce de que habla el Evangelio no son un grupo
específico. Los Doce son el símbolo del nuevo pueblo de Dios. Como aquel estaba
formado por 12 tribus, éste está formado por 12 apóstoles, símbolos de todas las
familias del mundo. Ellos son enviados a predicar la buena nueva de la
salvación. Y, en ellos, todos somos enviados.
La misión no pertenece
en exclusiva a los sacerdotes o a las religiosas. La misión es para todos los
cristianos. Todos
somos enviados a liberar a los que están oprimidos por la injusticia, el
egoísmo, la violencia, etc. Todos estamos llamados a curar las heridas de los
que sufren de cualquier manera. Porque no podemos permitir que un hijo de Dios,
un hermano nuestro, sufra o esté alejado de la mesa común a la que Dios nos ha
invitado a todos a participar.
No todos comprenden así la buena nueva
de la salvación. Hay quienes sienten como si tuvieran en propiedad la voluntad
de Dios, como si tuvieran la exclusiva de su conocimiento. Hay a quienes les
gusta determinar lo que se puede decir y lo que no se puede decir en nombre de
Dios. Como se lee en la primera lectura, hay sacerdotes que se sienten los
dueños del santuario y echan al profeta, lo expulsan. No quieren que se proclame
la buena nueva de que todos estamos llamados a ser hijos e hijas de Dios en el
hijo Jesús.
Pero eso no puede arredrar a los creyentes. Si no nos
dejan hablar en un sitio, iremos a otro. Así se lo dijo Jesús a los discípulos:
si no os reciben en un lugar... La Palabra de salvación no puede ser encadenada.
La liberación no puede ser encarcelada. Allá donde estemos con nuestras acciones
y con nuestras palabras daremos testimonio del amor de Dios manifestado en
Cristo Jesús, de la libertad que nos ha regalado, de la Vida a la que nos ha
llamado. Sin temor, sin miedo. Porque hemos conocido su amor para con nosotros.
Fernando Torres Pérez, cmf
fernandotorresperez@earthlink.net
Hijo mío, si aceptas
mis palabras y conservas mis consejos, prestando oído a la sensatez y prestando
atención a la prudencia; si invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia;
si la procuras como el dinero y la buscas como un tesoro, entonces comprenderás
el temor del Señor y alcanzarás el conocimiento de Dios. Porque es el Señor
quien da sensatez, de su boca proceden saber e inteligencia. Él atesora acierto
para los hombres rectos, es escudo para el de conducta intachable, custodia la
senda del deber, la rectitud y los buenos senderos. Entonces comprenderás la
justicia y el derecho, la rectitud y toda obra buena.Palabra de
Dios.
R.
Bendigo al Señor en todo momento.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mí boca; mi alma se gloría en el Señor: que los
humildes lo escuchen y se alegren. R.
Proclamad conmigo la
grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Contempladlo, y quedaréis
radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. R.
Gustad y ved qué
bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. Venid, hijos, escuchadme: os
instruiré en el temor del Señor. R.
Guarda tu lengua del mal, tus
labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras
ella. R.
19, 27-29
En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús: -«Nosotros lo hemos
dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar? » Jesús les dijo: -«Os
aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono
de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce
tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos
o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y
heredará la vida eterna. »Palabra del Señor.
Sábado de la 14ª semana de Tiempo Ordinario. San Benito Abad,
patrono de Europa.
distintas dimensión de la llamada a construir la propia vida como seguimiento
del proyecto esperanza que Jesús, el Mesías. San Benito traduce el seguimiento
en su tiempo como vida monástica, entendida como “escuela del divino
servicio”.
- Vocación
El seguimiento parte del
encuentro actual con Cristo. Cristo llama desde la gloria. Sigue llamando y
atrayendo como resucitado de entre los muertos. Sigue llamando desde el futuro;
arrastra hacia sí la peregrinación de la historia humana. La historia humana
está llamada hacia la plenitud. Existe un punto de atracción final, un punto
Omega donde convergen los dinamismos de los corazones humanos. Mientras vivimos
en la historia como Benito: “no anteponer nada al amor de Cristo”. - E-vocación
La vocación es
evocación; se constituye como memoria de las llamadas de Jesús a la escuela del
discipulado. El paradigma de aquella llamada y de aquella convivencia sigue
siendo un acicate a lo largo de la historia de la iglesia. La evocación de la
llamada y de la respuesta de los primeros discípulos es fuente de fecundidad.
Hoy celebramos la vocación y fecundidad de Benito. Constituye un hito especial
en las historias de seguimiento de Jesús. “El que por mi deja casa, hermanos y
hermanas, padre o madre, mujer, hijos y tierras, recibirá cien veces más y
heredera la vida eterna”. - Pro-vocación
La vocación al
seguimiento es provocación; es vocación hacia delante; a dejar el pasado; a
inventar el futuro nuevo. Pedro lo confiesa en el texto de hoy: “nosotros lo
hemos dejado todo y te hemos seguido” Somos llamados a mirar hacia el futuro,
hacia la renovación…hacia la gloria del Hijo del Hombre. Como Pedro somos
llamados a proseguir la misión mesiánica de Jesús. Participamos en su misterio y
en su misión: La causa del reino de Dios, como reunión de la gran familia de los
hijos y de los hermanos sigue siendo una incómoda pro-vocación para un estilo de
vida acomodado, que ha renunciado a proseguir el camino de la utopía de Dios,
que ha dejado de creer que otro mundo es posible; en la letra minúscula de la
vida personal y la en la mayúscula de la historia colectiva.
Primera Lectura:
Lectura del libro del Génesis 46, 1-7.28-30
En aquellos días, Israel, con todo lo suyo, se puso en camino,
llegó a Berseba y allí ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. Dios le
dijo a Israel en una visión de noche: -«Jacob, Jacob.» Respondió: -«Aquí estoy.»
Dios le dijo: -« Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas bajar a Egipto,
porque allí te convertiré en un pueblo numeroso. Yo bajaré contigo a Egipto, y
yo te haré subir; y José te cerrará los ojos.» Al salir Jacob de Berseba, los
hijos de Israel hicieron montar a su padre, con los niños y las mujeres, en las
carretas que el Faraón había enviado para transportarlos. Tomaron el ganado y
las posesiones que habían adquirido en Canaán y emigraron a Egipto Jacob con
todos sus descendientes, hijos y nietos, hijas y nietas, y todos los
descendientes los llevó consigo a Egipto. Jacob despachó por delante a Judá, a
visitar a José y a preparar el sitio en Gosén. Cuando llegaban a Gosén, José
mandó preparar la carroza y se dirigió a Gosén a recibir a su padre. Al verlo,
se le echó al cuello y lloró abrazado a él. Israel dijo a José: -«Ahora puedo
morir, después de haberte visto en persona, que estás vivo.»Palabra
de Dios.
R.
El Señor es quien salva a los justos.
Confía en el Señor y haz el
bien, habita tu tierra y practica la lealtad; sea el Señor tu delicia, y él te
dará lo que pide tu corazón. R.
El Señor vela por los días de los
buenos, y su herencia durará siempre; no se agostarán en tiempo de sequía, en
tiempo de hambre se saciarán. R.
Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa; porque el Señor ama la justicia y no abandona a sus
fieles. Los inicuos son exterminados, la estirpe de los malvados se extinguirá.
R.
El Señor es quien salva a los justos, él es su alcázar en el
peligro; el Señor los protege y los libra. los libra de los malvados y los salva
porque se acogen a él. R.
10, 16-23
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: -«Mirad que os
mando como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos
como palomas. Pero no os fiéis de la gente, porque os entregarán a los
tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores
y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis:
en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que
habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos
entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se
rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi
nombre; el que persevere hasta el final se salvará. Cuando os persigan en una
ciudad, huid a otra. Porque os aseguro que no terminaréis con las ciudades de
Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre.»Palabra del Señor.
Viernes de la 14ª semana de Tiempo Ordinario.
de fe y de realismo. Refleja una viva experiencia del camino de la misión
cristiana, de sus dificultades y de sus motivaciones. Las comunidades que están
detrás del texto evangélico han experimentado ya la dureza de la misión. El
texto lo expresa con la metáfora elocuente: como ovejas entre lobos.
Continuar la misión de Jesús es peligroso. Se invita a tomar conciencia de
ello. El peligro viene tanto de la gente como de la propia familia.
Otra metáfora de tipo animal expresa la confianza y la prudencia en la
realización de la misión: sed sagaces como serpientes y sencillos como
palomas.
El acento del evangelio está puesto en la confianza, sean
cuales sean las vicisitudes históricas de la misión. Hay que contar con la
persecución, con la expulsión de las sinagogas, con el procesamiento. Pero no os
preocupéis. El Espíritu de vuestro Padre está con vosotros, hablará por
vosotros.
La misión va para largo. Se abre con Jesús. Se continúa con
los seguidores de Jesús que se hacen misioneros itinerantes. Está en marcha… No
se ofrece a los misioneros promesas de éxito; no se les evita el fracaso. Hay
que contar con la oposición y con el sufrimiento.
Recordar hoy estas
dimensiones de la misión significa ver con naturalidad lo que nos sigue pasando.
Y sobre todo reafirmar la confianza básica de que el Espíritu no abandona la
obra del Mesías. Sigue actuando en los enviados. Y todos los bautizados hemos
recibido la gran misión. No hay nadie pasivo. Ninguno somos imprescindibles.
Todos somos necesarios para llevar adelante el sueño de Dios sobre la humanidad.
En
aquellos días, Judá se acercó a José y le dijo: -«Permite a tu siervo hablar en
presencia de su señor; no se enfade mi señor conmigo, pues eres como el Faraón.
Mi señor interrogó a sus siervos: "¿Tenéis padre o algún hermano?", y
respondimos a mi señor: "Tenemos un padre anciano y un hijo pequeño que le ha
nacido en la vejez; un hermano suyo murió, y sólo le queda éste de aquella
mujer; su padre lo adora." Tú dijiste: "Traédmelo para que lo conozca. Si no
baja vuestro hermano menor con vosotros, no volveréis a verme." Cuando subimos a
casa de tu siervo, nuestro padre, le contamos todas las palabras de mi señor; y
nuestro padre nos dijo: "Volved a comprar unos pocos víveres." Le dijimos: "No
podemos bajar si no viene nuestro hermano menor con nosotros"; él replicó:
"Sabéis que mi mujer me dio dos hijos: uno se apartó de mí, y pienso que lo ha
despedazado una fiera, pues no he vuelto a verlo; si arrancáis también a éste de
mi presencia y le sucede una desgracia, daréis con mis canas, de pena, en el
sepulcro." » José no pudo contenerse en presencia de su corte y ordenó: -«Salid
todos de mi presencia.» Y no habla nadie cuando se dio a conocer a sus hermanos.
Rompió a llorar fuerte, de modo que los egipcios lo oyeron, y la noticia llegó a
casa del Faraón. José dijo a sus hermanos: -«Yo soy José; ¿vive todavía mi
padre?» Sus hermanos se quedaron sin respuesta del espanto. José dijo a sus
hermanos: -«Acercaos a mi.» Se acercaron, y les repitió: -«Yo soy José, vuestro
hermano, el que vendisteis a los egipcios. Pero ahora no os preocupéis, ni os
pese el haberme vendido aquí; para salvación me envió Dios delante de
vosotros.»Palabra de Dios.
R.
Recordad las maravillas que hizo el Señor.
Llamó al hambre sobre
aquella tierra: cortando el sustento de pan; por delante había enviado a un
hombre, a José, vendido como esclavo. R.
Le trabaron los pies con
grillos, le metieron el cuello en la argolla, hasta que se cumplió su
predicción, y la palabra del Señor lo acreditó. R.
El rey lo
mandó desatar, el Señor de pueblos le abrió la prisión, lo nombró administrador
de su casa, señor de todas sus posesiones. R.
7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
-«ld y
proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad
muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo
gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para
el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero
su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de
confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa,
saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se
lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al
salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el
día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel
pueblo.»Palabra del Señor Fernández, cmf
Jueves de la 14ª semana de Tiempo Ordinario.
desiguales. La primera repite palabras del texto de ayer: Id y proclamad… La
segunda parte recoge instrucciones concretas para el desarrollo de la misión en
el medio ambiente palestino.
Al describir la misión de los doce el
texto lo hace resaltando la continuidad con la misión mesiánica de Jesús. Los
enviados son privilegiados. Han recibido gratis una misión que cambia su vida,
que la ocupa y la preocupa, que la organiza y la llena. Los apóstoles prosiguen
la misión de Jesús proclamando la gran buena noticia de la llegada del reino de
Dios.
Las instrucciones concretas resaltan la sencillez, la pobreza,
la dedicación plena a la causa del reino. En su materialidad, las indicaciones
que escuchamos en el evangelio de hoy pertenecen al tiempo de la comunidad
palestina. Escucharlas hoy no implica imitarlas sino actualizarlas a las
condiciones sociales y culturales de hoy.
Me parece importante
resaltar que la misión original es la misión sobre la base familiar. La nueva
fe y el nuevo estilo de vida se trasmiten de familia en familia, de hogar en
hogar. Escuchar hoy estas instrucciones de misión es recuperar y valorar el
ámbito familiar como espacio de vivencia y configuración de la fe. Y hacerlo con
gratitud. Gracias al ejemplo, a la catequesis y la persuasión de muchos padres
y abuelos, la familia sigue siendo un lugar de fe. Un espacio sagrado en lo
secular.
En
aquellos días, llegó el hambre a todo Egipto, y el pueblo reclamaba pan al
Faraón; el Faraón decía a los egipcios: -«Dirigíos a José y haced lo que él os
diga.» Cuando el hambre cubrió toda la tierra, José abrió los graneros y
repartió raciones a los egipcios, mientras arreciaba el hambre en Egipto. Y de
todos los países venían a Egipto a comprarle a José, porque el hambre arreciaba
en toda la tierra. Los hijos de Jacob fueron entre otros a comprar grano, pues
habla hambre en Canaán. José mandaba en el país y distribuía las raciones a todo
el mundo. Vinieron, pues, los hermanos de José y se postraron ante él, rostro en
tierra. Al ver a sus hermanos, José los reconoció, pero él no se dio a conocer,
sino que les habló duramente: -«¿De dónde venís?» Contestaron: -«De tierra de
Canaán, a comprar provisiones.» Y los hizo detener durante tres días. Al tercer
día, les dijo: -«Yo temo a Dios, por eso haréis lo siguiente, y salvaréis la
vida: si sois gente honrada, uno de vosotros quedará aquí encarcelado, y los
demás irán a llevar víveres a vuestras familias hambrientas; después me traeréis
a vuestro hermano menor; así probaréis que habéis dicho la verdad y no
moriréis.» Ellos aceptaron, y se decían: -«Estamos pagando el delito contra
nuestro hermano, cuando le veíamos suplicarnos angustiado y no le hicimos caso;
por eso nos sucede esta desgracia. » Intervino Rubén: -«¿No os lo decía yo: "No
pequéis contra el muchacho", y no me hicisteis caso? Ahora nos piden cuentas de
su sangre.» Ellos no sabían que José les entendía, pues había usado intérprete.
Él se retiró y lloró; después volvió a ellos.Palabra de
Dios.
R. Que tu
misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de
ti.
Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de
diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones,
R.
El Señor deshace los planes de las naciones, frustra los
proyectos de los pueblos; pero el plan del Señor subsiste por siempre, los
proyectos de su corazón, de edad en edad. R.
Los ojos del Señor
están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar
sus vidas de la muerte y a reanimarlos en tiempo de hambre. R.
10, 1-7
En aquel tiempo, Jesús, llamando a sus doce discípulos, les
dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y
dolencia. Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón,
llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan;
Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo;
Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó. A estos doce los envió
Jesús con estas instrucciones: -«No vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en
las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y
proclamad que el reino de los cielos está cerca.»Palabra del Señor
fragmento que se proclama y medita hoy. Es el comienzo del discurso apostólico.
Lo seguimos durante los demás días de esta
semana, excepto el sábado por ser
la fiesta de San Benito.
El fragmento de hoy contiene tres partes. La
primera versa sobre la llamada y el otorgamiento de la autoridad apostólica a
doce discípulos, que se convierten en apóstoles. En segundo lugar se nos
trasmiten sus nombres propios. En la autorización de los doce discípulos se
continúa la autoridad exorcista y taumatúrgica de Jesús: “expulsar espíritus
inmundos y curar toda enfermedad y dolencia”. La institución de los 12 tiene un
gran significado simbólico. Se refiere a la totalidad de Israel, precisamente
cuando históricamente ya solo existen dos tribus y media. Los doce discípulos
convertidos en 12 apóstoles constituyen todo un signo de esperanza. Si nos
fijamos en los nombres de los 12, caemos en la cuenta de que hay nueve nombres
semitas y tres griegos, tal vez señal del influjo griego en la muy judía
Galilea
En tercer lugar, se menciona el envío de los doce con ciertas
instrucciones. Su misión se dirige a los ovejas perdidas de la casa de Israel.
El contenido de su mensaje es mismo que el de Jesús: “El reino de los cielos
está cerca”.
Somos intimados a detenernos y actualizar cualquiera de
estas palabras: discípulos, autorizados, nombre propio, enviados. En cualquiera
de ellas podemos reconocernos. Desde ellas podemos releer la experiencia más
significativa que estemos viviendo en el día de hoy. En cuanto palabras de
Jesús, de ellas brota la energía que renueva, personaliza y plenifica.
Martes de la 15ª semana de Tiempo Ordinario
historia de Moisés y, por extensión, la historia de la liberación de Israel de
la opresión de los egipcios. Dios actuó en favor de su pueblo con brazo
extendido y mano poderosa. Dios escuchó el clamor de los hebreos, sometidos a
esclavitud por los egipcios. Dios no podía no escuchar el clamor de los que
sufrían la injusticia. Al final, como dice un teólogo moderno, todo empezó
porque Dios intervino en un conflicto laboral en favor de los que siempre llevan
la peor parte.
Ese relato ha sido y es un elemento clave en la
espiritualidad judía y cristiana. La relectura del libro del Éxodo se impone
para comprender al Dios de Jesús, un Dios-Abbá que desea la libertad para
nosotros, sus hijos, que nos rescata de la opresión y de la injusticia, y nos
abre el futuro y el horizonte a un reino de fraternidad y de justicia, de
libertad y de amor. Está bien que la liturgia diaria nos invite a la escucha
atenta y orante de aquel relato en el que se fundan nuestras esperanzas. También
nosotros sentimos la opresión y la injusticia. También nosotros vivimos
aterrados por el dolor y la muerte que en todas sus formas nos atenazan. Y
sentimos vivamente la necesidad de la esperanza. Dios se nos hace necesario
porque es el único que da sentido a nuestra lucha, a nuestro compromiso diario
en favor del reino o, lo que es lo mismo, en favor de nuestros hermanos y
hermanas.
Lo malo es cuando no queremos ver los signos de Dios
presentes en nuestra historia. A los que están ciegos por no querer abrir los
ojos, sólo les rodea la oscuridad. El Dios que liberó a los hebreos por medio de
Moisés se manifestó totalmente en Jesús. Y en él y por él sigue actuando en el
día a día de nuestra historia. Hoy la palabra de Jesús en el Evangelio nos
desafía a descubrirse vivo y actuando en nuestro mundo, en nuestra historia
personal y comunitaria. ¡Abrid los ojos y dejaros guiar por la luz!
En aquellos días, todavía
de noche se levantó Jacob, tomó a las dos mujeres, las dos siervas y los once
hijos y cruzó el vado de Yaboc; pasó con ellos el torrente e hizo pasar sus
posesiones. Y él quedó solo. Un hombre luchó con él hasta la aurora; y, viendo
que no le po-día, le tocó la articulación del muslo y se la dejó tiesa, mientras
pelea-ba con él. Dijo: -«Suéltame, que llega la aurora.» Respondió: -«No te
soltaré hasta que me bendigas.» Y le preguntó: -«¿Cómo te llamas?» Contestó:
-«Jacob.» Le replicó: -«Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado
con dioses y con hombres y has podido.» Jacob, a su vez, preguntó: -«Dime tu
nombre.» Respondió: -«¿Por qué me preguntas mi nombre?» Y le bendijo. Jacob
llamó aquel lugar Penuel, diciendo: -«He visto a Dios cara a cara y he quedado
vivo. » Mientras atravesaba Penuel salía el sol, y él iba cojeando. Por eso los
israelitas, hasta hoy, no comen el tendón de la articulación del muslo, porque
Jacob fue herido en dicho tendón del muslo.Palabra de Dios.
R. Yo con
mi apelación vengo a tu presencia, Señor.
Señor, escucha mi
apelación, atiende a mis clamores, presta oído a mi súplica, que en mis labios
no hay engaño. R.
Emane de ti la sentencia, miren tus ojos la
rectitud. Aunque sondees mi corazón, visitándolo de noche, aunque me pruebes al
fuego, no encontrarás malicia en mí. R.
Yo te invoco porque tú me
respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras. Muestra las
maravillas de tu misericordia, tú que salvas de los adversarios a quien se
refugia a tu derecha. R.
Guárdame como a las niñas de tus ojos, a
la sombra de tus alas escóndeme. Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante. R.
9, 32-38
En aquel tiempo, presentaron a Jesús un endemoniado mudo.
Echó al demonio, y el mudo habló. La gente decía admirada: -«Nunca se ha visto
en Israel cosa igual.» En cambio, los fariseos decían: -«Éste echa los demonios
con el poder del jefe de los demonios. » Jesús recorría todas las ciudades y
aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando
todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía
de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen
pastor. Entonces dijo a sus discípulos: -«Las mies es abundante, pero los
trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores
a su mies.»Palabra del Señor
10-22a
En aquellos días, Jacob salió de Berseba en dirección a Jarán.
Casualmente llegó a un lugar y se quedó allí a pernoctar, porque ya se había
puesto el sol. Cogió de allí mismo una piedra, se la colocó a guisa de almohada
y se echó a dormir en aquel lugar . Y tuvo un sueño: Una escalinata apoyada en
la tierra con la cima tocaba el cielo. Ángeles de Dios subían y bajaban por
ella. El Señor estaba en pie sobre ella y dijo: -« Yo soy el Señor, el Dios de
tu padre Abrahán y el Dios de Isaac. La tierra sobre la que estás acostado, te
la daré a ti ya tu descendencia. Tu descendencia se multiplicará como el polvo
de la tierra, y ocuparás el oriente y el occidente, el norte y el sur; y todas
las naciones del mundo se llamarán benditas por causa tuya y de tu descendencia.
Yo estoy contigo; yo te guardaré dondequiera que vayas, y te volveré a esta
tierra y no te abandonaré hasta que cumpla lo que he prometido.» Cuando Jacob
despertó, dijo: -«Realmente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía.» Y,
sobrecogido, añadió: -«Qué terrible es este lugar; no es sino la casa de Dios y
la puerta del cielo.» Jacob se levantó de madrugada, tomó la piedra que le había
servido de almohada, la levantó como estela y derramó aceite por encima. Y llamó
a aquel lugar «Casa de Dios»; antes la ciudad se llamaba Luz. Jacob hizo un
voto, diciendo: -«Si Dios está conmigo y me guarda en el camino que estoy
haciendo, si me da pan para comer y vestidos para cubrirme, si vuelvo sano y
salvo a casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios, y esta piedra que he
levantado como estela será una casa de Dios.» Palabra de
Dios.
R. Dios mío,
confío en ti.
Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la
sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío
en ti.» R.
Él te librará de la red del cazador, de la peste
funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás. R.
«Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación.»
R.
9, 18-26
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un
personaje que se arrodilló ante él y le dijo: -«Mi hija acaba de morir. Pero ven
tú, ponle la mano en la cabeza, y vivirá.» Jesús lo siguió con sus discípulos.
Entretanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años se le
acercó por detrás y le tocó el borde del manto, pensando que con sólo tocarle el
manto se curaría. Jesús se volvió y, al verla, le dijo: -«¡Animo, hija! Tu fe te
ha curado.» Y en aquel momento quedó curada la mujer. Jesús llegó a casa del
personaje y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo: -«¡Fuera!
La niña no está muerta, está dormida.» Se reían de él. Cuando echaron a la
gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se puso en pie. La noticia
se divulgó por toda aquella comarca.Palabra del Señor.
Lunes de la 15ª semana de Tiempo Ordinario
Comenzamos hoy el gran
macro-relato del Éxodo. Tras la muerte de José, comienza una etapa de opresión
para los israelitas que viven en Egipto. Los naturales del país se sienten
amenazados en dos frentes:
- El número (los israelitas experimentan un
enorme crecimiento demográfico).
- La fuerza (se revelan más fuertes que
los egipcios).
Para salir al paso de estas amenazas, el faraón de turno
toma dos medidas de gobierno:
- Controlar el crecimiento de la población
israelita eliminando a los varones recién nacidos.
- Encauzar la fuerza
de los ocupantes hacia la construcción de las ciudades-granero de Pitom y
Ramsés.
El cuadro de la opresión queda perfectamente dibujado. Sobre este
telón de fondo se desarrollará la posterior historia de la liberación.
El
mensaje de Jesús tiene también dos grandes acentos:
- Por una parte, la
radicalidad. Seguirle a Él está por encima de todo. Él es el criterio para
discernir una situación. Ni siquiera la familia (valor sacrosanto en las
sociedades semitas) puede colocarse por encima de Él.
hospitalidad. Siguiendo la mejor tradición oriental (recibir a un huésped es
recibir a Dios mismo), Jesús hace ver que cualquier gesto de acogida, por
pequeño que sea (por ejemplo, dar un vaso de agua fresca), supone acogerlo a
Él. Torres
Misionero Claretiano