Viernes de la 4ª semana de Pascua.
Primera Lectura:
Lectura del libro de los Hechos de losapóstoles 13, 26-33
En aquellos días, habiendo llegado Pablo a
Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga:
- «Hermanos, descendientes de
Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha enviado este mensaje
de salvación. Los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a
Jesús ni entendieron las profecías que se leen los sábados, pero las cumplieron
al condenarlo. Aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a
Pilato que lo mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito
de él, lo bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios lo resucitó de entre los
muertos. Durante muchos días, se apareció a los que lo habían acompañado de
Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo. Nosotros os
anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres,
nos la ha cumplido a los hijos resucitando a Jesús. Así está escrito en el salmo
segundo:
"Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy."» Palabra
de Dios
Salmo:
Sal 2, 6-7. 8-9. 10-11R. Tu eres mi
Hijo: yo te he engendrado hoy.
Yo mismo he establecido a mi rey en
Sión,
mi monte santo.»
Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha
dicho:
«Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.»
R.
«Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión,
los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los
quebrarás como jarro de loza.» R.
Y ahora, reyes, sed
sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con
temor,
rendidle homenaje temblando. R.
Evangelio:
Lectura del santo evangelio según san Juan14, 1-6
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-
«Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa
de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a
prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo,
para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el
camino.»
Tomás le dice:
- «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo
podemos saber el camino?»
Jesús le responde:
- «Yo soy el camino,
y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.» Palabra
del Señor
VIDA
A la paz de Dios.
Me vais a decir que soy poco
original: lo sé. Incluso que soy un poco copión: no me importa. Para hablar de
CAMINO, VERDAD Y VIDA me dejo acompañar por tres: Kaváfis, Machado y Serrat.
Gracias a ellos, y a muchos como ellos, he comprendido mejor lo que en mi vida
significa CAMINO, VERDAD Y VIDA.
Camino
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el
camino sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a
los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Poseidón.
Nunca tales
monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una
exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y
los cíclopes
y el feroz Poseidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas
ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el
camino sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar
con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte
en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral,
ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas
ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en
tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con
prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya
viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar
que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás
habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras
pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta
experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las
Ítacas.
Verdad.
“Tu verdad no; la verdad
y ven conmigo a
buscarla.
La tuya, guárdatela.”
Vida.
Buena ocasión para dar “Fe de vida”:
Desde mis ojos que
miran,
desde mis manos que tocan,
desde mi lengua y mi
boca
doy
fe de vida.
De vida por todas partes,
de vida por
dondequiera,
de cualquier modo y manera,
a pesar de los
pesares.
Vida,
vida
de mi vida,
vida que da vida,
vida,
vida que
apresa,
vida que ríe,
vida que
besa,
vida,
vida bienvenida,
vida que
convida,
vida,
vida que duele,
vida que
mata,
vida que muere,
vida,
vida compañera,
vida por
bandera,
vida.
Desde los sueños pendientes
y los fracasos
cumplidos,
la memoria y el olvido
dan fe de vida.
En las luces y en las
sombras,
con su miel y su vinagre,
a mi espejo miserable
viene a
mirarse la vida.
Oscar Romano, cmf
Jueves de la 4ª semana de Pascua
Primera Lectura:
apóstoles 13, 13-25
En aquellos días, Pablo y sus compañeros se
hicieron a la vela en Pafos y llegaron a Perge de Panfilia. Juan los dejó y se
volvió a Jerusalén. Desde Perge siguieron hasta Antioquía de Pisidia; el sábado
entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Acabada la lectura de la Ley y los
profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron a decir:
- «Hermanos, si
queréis exhortar al pueblo, hablad.»
Pablo se puso en pie y, haciendo
seña de que se callaran, dijo:
- «Israelitas y los que teméis a Dios,
escuchad: El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros padres y multiplicó
al pueblo cuando vivían como forasteros en Egipto. Los sacó de allí con brazo
poderoso; unos cuarenta años los alimentó en el desierto, aniquiló siete
naciones en el país de Canaán y les dio en posesión su territorio, unos
cuatrocientos cincuenta años. Luego les dio jueces hasta el profeta Samuel.
Pidieron un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín,
que reinó cuarenta años. Lo depuso y nombró rey a David, de quien hizo esta
alabanza: "Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que
cumplirá todos mis preceptos." Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia
un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel
un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: "Yo no
soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las
sandalias." » Palabra de Dios.
Salmo:
Sal 88, 2-3. 21-22. 25 y 27R. Cantaré
eternamente tus misericordias, Señor.
Cantaré eternamente las
misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las
edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el
cielo has afianzado tu fidelidad.» R.
Encontré a David, mi
siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con
él
y mi brazo lo haga valeroso. R.
Mi fidelidad y misericordia
lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder.
El me invocará: «Tú eres
mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora.» R.
Evangelio:
Lectura del santo evangelio según san Juan13, 16-20
Cuando Jesús acabó de lavar los pies a sus discípulos, les
dijo:
- «Os aseguro, el criado no es más que su amo, ni el enviado es más
que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en
práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero
tiene que cumplirse la Escritura: "El que compartía mi pan me ha traicionado."
Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy.
Os lo aseguro: El que recibe a mi enviado me recibe a mí; y el que a mí me
recibe recibe al que me ha enviado.»
A la paz de Dios.
“Hay hombres que luchan un
día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan
muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son
los imprescindibles.” (Bertolt Brecht).
De estos quiero hablar, de los
que luchan toda la vida. Y son felices en la lucha, y son felices en el
servicio. Jesús habla después de haber lavado los pies a los discípulos. En su
vida felicidad y servicio son una misma cosa. ¿Y en la nuestra?
Un cuento
para pensar:
Hay un bonito cuento de una niña que, al pasar por un prado,
ve una mariposa clavada en un espino.
La niña la libera con todo cuidado
y la mariposa alza el vuelo. Luego da media vuelta y se convierte en un hada.
"En premio a tu bondad, quiero concederte un deseo", dice a la niña.
Esta
lo piensa un momento y responde: Quiero ser feliz…
El hada se inclina, le
dice unas palabras al oído y desaparece.
A medida que la niña iba
creciendo, no había en todo el lugar nadie más feliz. Cuando alguien le
preguntaba el secreto de su felicidad, ella sonreía y decía: "Escuché las
palabras de un hada".
Cuando fue anciana, los vecinos temían que pudiera
llevarse a la tumba su maravilloso secreto. "Cuéntanos por favor qué te dijo el
hada", le suplicaban. Y la viejecita respondió con una sonrisa: "El hada me dijo
que por muy seguros de sí mismos que parecieran todos, me
necesitaban".
Dichos vosotros cuando os ponéis a los pies de los que os
necesitan. Os hacéis imprescindibles.
Comentario: Rev. D. David Compte i Verdaguer
(Manlleu-Barcelona, España)
«Después de lavar los pies a sus discípulos...»
Hoy, como
en aquellos films que comienzan recordando un hecho pasado, la liturgia hace
memoria de un gesto que pertenece al Jueves Santo: Jesús lava los pies a sus
discípulos (cf. Jn 13,12). Así, este gesto —leído desde la perspectiva de
la Pascua— recobra una vigencia perenne. Fijémonos, tan sólo, en tres ideas.
En primer lugar, la centralidad de la persona. En
nuestra sociedad parece que hacer es el termómetro del valor de una
persona. Dentro de esta dinámica es fácil que las personas sean tratadas como
instrumentos; fácilmente nos utilizamos los unos a los otros. Hoy, el
Evangelio nos urge a transformar esta dinámica en una dinámica de
servicio: el otro nunca es un puro instrumento. Se trataría de vivir una
espiritualidad de comunión, donde el otro —en expresión de Juan Pablo II—
llega a ser “alguien que me pertenece” y un “don para mí”, a quien hay que “dar
espacio”. Nuestra lengua lo ha captado felizmente con la expresión: “estar por
los demás”. ¿Estamos por los demás? ¿Les escuchamos cuando nos hablan?
En la sociedad de la imagen y de la comunicación, esto no es
un mensaje a transmitir, sino una tarea a cumplir, a vivir cada día:
«Dichosos seréis si lo cumplís» (Jn 13,17). Quizá por eso, el Maestro no
se limita a una explicación: imprime el gesto de servicio en la memoria de
aquellos discípulos, pasando inmediatamente a la memoria de la Iglesia; una
memoria llamada constantemente a ser otra vez gesto: en la vida de tantas
familias, de tantas personas.
Finalmente, un toque de alerta: «El que come mi pan ha
alzado contra mí su talón» (Jn 13,18). En la Eucaristía, Jesús resucitado
se hace servidor nuestro, nos lava los pies. Pero no es suficiente con la
presencia física. Hay que aprender en la Eucaristía y sacar fuerzas para hacer
realidad que «habiendo recibido el don del amor, muramos al pecado y vivamos
para Dios» (San Fulgencio de Ruspe).
Constitución dogmática sobre la divina revelación «Dei
Verbum», § 7-8
Dispuso Dios benignamente que todo lo que había revelado para la salvación de
los hombres permaneciera íntegro para siempre y se fuera transmitiendo a todas
las generaciones. Por ello Cristo Señor, en quien se consuma la revelación total
del Dios sumo (2Co 1,20; 3,16-4,6), mandó a los Apóstoles que predicaran a todos
los hombres el Evangelio, comunicándoles los dones divinos. Este Evangelio,
prometido antes por los Profetas, lo completó El y lo promulgó con su propia
boca, como fuente de toda la verdad salvadora y de la ordenación de las
costumbres. Lo cual fue realizado fielmente, tanto por los Apóstoles, que en la
predicación oral comunicaron con ejemplos e instituciones lo que habían recibido
por la pala¬bra, por la convivencia y por las obras de Cristo, o habían
aprendido por la inspiración del Espíritu Santo, como por aquellos Apóstoles y
varones apostólicos que, bajo la inspiración del mismo Espíritu, escribieron el
mensaje de la salvación.
Mas para que el Evangelio se conservara
constantemente íntegro y vivo en la Iglesia, los Apóstoles dejaron como
sucesores suyos a los Obispos, "entregándoles su propio cargo del magiste¬rio".
Por consiguiente, esta sagrada tradición y la Sagrada Escritura de ambos
Testamentos son como un espejo en que la Iglesia peregrina en la tierra
contempla a Dios, de quien todo lo recibe, hasta que le sea concedido el verlo
cara a cara, tal como es (cf. 1 Jn., 3,2)...
Esta Tradición, que
deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu
Santo: puesto que va cre¬ciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras
transmiti¬das, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las
meditan en su corazón (Lc 2,19.51) y, ya por la percepción íntima que
experimentan de las cosas espirituales, ya por el anuncio de aquellos que con la
sucesión del episcopado recibieron el carisma cierto de la verdad. Es decir, la
Iglesia, en el decurso de los siglos, tiende constantemente a la plenitud de la
verdad divina, hasta que en ella se cumplan las palabras de Dios
Miércoles de la 4ª semana de Pascua.
Primera Lectura:
Lectura del libro de los Hechos de losapóstoles 12, 24-13, 5
En aquellos días, la palabra de Dios
cundía y se propagaba. Cuando cumplieron su misión, Bernabé y Saulo se volvieron
de Jerusalén, llevándose con ellos a Juan Marcos.
En la Iglesia de
Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, apodado el Moreno, Lucio
el Círeneo, Manahén, hermano de leche del virrey Herodes, y Saulo.
Un día
que ayunaban y daban culto al Señor, dijo el Espíritu Santo:
- «Apartadme
a Bernabé y a Saulo para la misión a que los he llamado.»
Volvieron a
ayunar y a orar, les impusieron las manos y los despidieron.
Con esta
misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre.
Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los
judíos, llevando como asistente a Juan. Palabra de Dios.
Salmo:
Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8R. Oh Dios, que
te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
El Señor
tenga piedad nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la
tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.
Que
canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges
los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
R.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te
alaben.
Que Dios be día, que le teman hasta los confines d orbe.
R.
Evangelio:
Lectura del santo evangelio según san Juan12, 44-50
En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando:
- «El que
cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve
al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí
no quedará en tinieblas.
Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no
lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo.
El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que
yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por
cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y
cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo
hablo lo hablo como me ha encargado el Padre.»
Comentario: Rev. P. Julio César Ramos González SDB
(Salta, Argentina)
«El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha
enviado»
Hoy, Jesús
grita; grita como quien dice palabras que deben ser escuchadas claramente por
todos. Su grito sintetiza su misión salvadora, pues ha venido para «salvar al
mundo» (Jn 12,47), pero no por sí mismo sino en nombre del «Padre que me
ha enviado y me ha mandado lo que tengo que decir y hablar» (Jn 12,49).
Todavía no hace un mes que celebrábamos el Triduo Pascual:
¡cuán presente estuvo el Padre en la hora extrema, la hora de la Cruz! Como ha
escrito Juan Pablo II, «Jesús, abrumado por la previsión de la prueba que le
espera, solo ante Dios, lo invoca con su habitual y tierna expresión de
confianza: ‘Abbá, Padre’». En las siguientes horas, se hace patente el estrecho
diálogo del Hijo con el Padre: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen»
(Lc 23,34); «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc
23,46).
La importancia de esta obra del Padre y de su enviado, se
merece la respuesta personal de quien escucha. Esta respuesta es el creer, es
decir, la fe (cf. Jn 12,44); fe que nos da —por el mismo Jesús— la luz
para no seguir en tinieblas. Por el contrario, el que rechaza todos estos dones
y manifestaciones, y no guarda esas palabras «ya tiene quien le juzgue: la
Palabra» (Jn 12,48).
Aceptar a Jesús, entonces, es creer, ver, escuchar al Padre,
significa no estar en tinieblas, obedecer el mandato de vida eterna. Bien nos
viene la amonestación de san Juan de la Cruz: «[El Padre] todo nos lo habló
junto y de una vez por esta sola Palabra (...). Por lo cual, el que ahora
quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo sería
una necedad, sino que haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en
Cristo, evitando querer otra alguna cosa o novedad» Papa Benedicto XVI Encíclica Spe Salvi, § 26
mundo»
hombre es rescatado por el amor. Esto es válido ya en el dominio puramente
humano. Cuando alguien, en su vida, hace la experiencia de un gran amor, para él
se trata de un momento de «redención» que da un sentido nuevo a su vida. Pero,
muy pronto, se dará cuenta de que este amor que le ha sido dado no resuelve, por
sí sólo, el problema de su vida. Se trata de un amor que sigue siendo frágil;
puede ser destruido por la muerte. El ser humano tiene necesidad de un amor
incondicional. Tiene necesidad de poseer la certidumbre que le hace decir: «ni
muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni
potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del
amor de Dios manifestado en Cristo Jesús» (Rm 8,38-39). Si existe este amor
absoluto, con una certeza absoluta, entonces –y solamente entonces- el hombre es
«rescatado», sea lo que fuere que le suceda en un caso particular.
Es lo que se quiere decir cuando se dice: Jesucristo nos ha «rescatado». Por él
hemos llegado a ser, ciertamente, de Dios –de un Dios que no es una lejana
«causa primera» del mundo- porque su Hijo único se hizo hombre, y de él puede
cada uno decir: «Vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse
por mí» (Gal 2,20).
Martes de la 4ª semana de Pascua
Primera Lectura:
Lectura del libro de los Hechos de losapóstoles 11, 19-26
En aquellos días, los que se hablan
dispersado en la persecución provocada por lo de Esteban llegaron hasta Fenicia,
Chipre y Antioquia, sin predicar la palabra más que a los judíos. Pero algunos,
naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquia, se pusieron a hablar
también a los helenistas, anunciándoles la Buena Noticia del Señor Jesús. Como
la mano del Señor estaba con ellos, gran número creyó y se convirtió al
Señor.
Llegó la noticia a la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a
Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró mucho, y
exhortó a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño; como era hombre de
bien, lleno de Espíritu Santo y de fe, una multitud considerable se adhirió al
Señor.
Más tarde, salió para Tarso, en busca de Saulo; lo encontró y se
lo llevó a Antioquía. Durante un año fueron huéspedes de aquella Iglesia e
instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez llamaron a los
discípulos cristianos. Palabra del Señor
Salmo:
Sal 86, 1-3. 4-5. 6-7R. Alabad al
Señor, todas las naciones
Él la ha cimentado sobre el monte
santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión a todas las moradas de
Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
R.
«Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles;
filisteos,
tirios y etíopes han nacido allí.»
Se dirá de Sión:
«Uno por uno todos han
nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.» R.
El
Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y
cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.» R.
Evangelio:
Lectura del evangelio según san Juan 10,22-30
Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del
templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
- «¿Hasta cuando nos vas a tener
en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente.»
Jesús les
respondió:
- «Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en
nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mi. Pero vosotros no creéis, porque
no sois ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me
siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las
arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie
puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos
uno.» Palabra del Señor
Primera Lectura:
Lectura del libro de los Hechos de losapóstoles 11, 1-18
En aquellos días, los apóstoles y los hermanos de
Judea se enteraron de que también los gentiles habían recibido la palabra de
Dios. Cuando Pedro subió a Jerusalén, los partidarios de la circuncisión le
reprocharon:
- «Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con
ellos.»
Pedro entonces se puso a exponerles los hechos por su
orden:
-«Estaba yo orando en la ciudad de Jafa, cuando tuve en éxtasis
una visión: Algo que bajaba, una especie de toldo grande, cogido de los cuatro
picos, que se descolgaba del cielo hasta donde yo estaba. Miré dentro y vi
cuadrúpedos, fieras, reptiles y pájaros. Luego oí una voz que me decía: "Anda,
Pedro, mata y come. " Yo respondí: "Ni pensarlo, Señor; jamás ha entrado en mi
boca nada profano o impuro." La voz del cielo habló de nuevo: "Lo que Dios ha
declarado puro, no lo llames tú profa-no. " Esto se repitió tres veces, y de un
tirón lo subieron todo
al cielo.
En aquel preciso momento se
presentaron, en la casa donde estábamos,tres hombres que venían de Cesarea con
un recado para mí. El Espíritu me dijo que me fuera con ellos sin más. Me
acompañaron estos seis hermanos, y entramos en casa de aquel hombre. Él nos
contó que había visto en su casa al ángel que, en pie, le decía: "Manda recado a
Jafa e invita a Simón Pedro a que venga; lo que te diga te traerá la salvación a
ti y a tu familia."
En cuanto empecé a hablar, bajó sobre ellos el
Espíritu Santo, igual que había bajado sobre nosotros al principio; me acordé de
lo que habla dicho el Señor: "Juan bautizó con agua, Pero vosotros seréis
bautizados con Espíritu Santo" Pues, si Dios les ha dado a ellos el mismo don
que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para
oponerme a Dios?»
Con esto se calmaron y alabaron a Dios
diciendo:
-«También a los gentiles les ha otorgado Dios la conversión que
lleva a la vida.» Palabra de Dios.
Salmo:
Sal 41, 2-3; 42, 3. 4R. Mi alma tiene
sed de ti, Dios vivo.
Como busca la cierva corrientes de agua,
así
mi alma te busca a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo
entraré a ver el rostro de Dios? R.
Envía tu luz y tu
verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta
tu morada.R.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi
alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.
R.
Evangelio:
Lectura del santo evangelio según san Juan10, 11-18
En aquel tiempo, dijo Jesús:
-«Yo soy el buen
Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es
pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y
el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las
ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen,
igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las
ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las
tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla.
Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para
entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi
Padre.» Palabra del Señor.