domingo, 3 de abril de 2011





Domingo, 3 de abril
“El Señor me untó los ojos, fui, me lavé y empecé a ver y a creer en Dios” (Jn 9,11).

Métete tú en esta historia apasionante que va de la oscuridad a la luz.

Mira lo que hace Jesús con el ciego y pídele que también te lo haga a ti. Que ponga barro en tus ojos y haga de ti una creación nueva. Que te unte los ojos y haga de ti un ungido/a, un/a hijo/a de Dios. Contrasta la actitud de Jesús con la de la gente y de los fariseos. Estos son más amigos de la ley que de la vida, más amigos del curioseo que de la alegría del ciego. Jesús se alegra de poder levantar la vida, no abandona a los que quieren vivir de verdad, ofrece su casa a los que se han quedado sin morada. Muéstrale a Jesús tu fe y tu amor. Coge la luz que Él te da, bebe el agua que te ofrece. No eres dueño de la fuente, pero puedes cantarla y saciarte con su frescor.

Jesús, tú eres mi luz, tú eres mi vida. Jesús, tú eres mi verdad, tú eres mi salvación. Jesús, tú eres mi alegría. Creo en ti. Me postro y te adoro, Señor de mi vida. Me abro a tu amor. Quiero seguirte.

Lunes, 4 de abril
“El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino” (Jn 4,50).

Donde Jesús está, rebrota la vida, aunque ésta estuviera a punto de perderse. Preséntale a Jesús con sencillez y confianza una necesidad vital. Jesús pronuncia su palabra de vida y libera sin alarde de fuerza ni ostentación de poder. Cree en la palabra de vida de Jesús y ponte en camino.

Señor, haz fuerte mi fe, capaz de confiar en tu Palabra de vida.

Martes, 5 de abril
“Y dijo que era Jesús quien lo había sanado” (Jn 5,15).

Era un inválido y no sabía ni hablar. Con el paso de los años le había invadido una dañina tristeza y un hondo pesimismo. No tenía palabra. Muy cerquita de donde él estaba, se celebraba un culto muy pomposo, aunque muy alejado de los enfermos. Y pasó Jesús junto a él. Su cariño le infundió ánimo. Su apoyo le ayudó a ponerse de pie. Su confianza le invitó a tirar lejos las muletas. Y el inválido se hizo misionero y habló, dando un testimonio limpio de Jesús.

Ayúdame a estrenar la vida con la mirada puesta en ti, con el corazón lleno de tus sentimientos.

Miércoles, 6 de abril
“Mi padre sigue actuando y yo también actúo” (Jn 5,17).

Dios sostiene con su amor la vida. El es la fuente de toda novedad. Por muy mal que vayan las cosas, alegra saber que el Espíritu sigue dibujando un horizonte de vida para la humanidad. Únete tú también a la actuación de la Trinidad, para que la bondad de Dios llegue a todos los rincones. Ora. Las cosas bellas empiezan naciendo en el corazón.

Señor, Tú estás presente. Tú eres presente. Tú eres mi Presente.

Jueves, 7 de abril
“Las obras que el Padre me ha concedido realizar dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado” (Jn 5,36).

¿Cómo continuar el camino cuando se asoma la prueba, cuando parece que hasta los amigos desconfían de ti? ¿En quién apoyarse cuando las cosas están confusas y surge la confrontación? A Jesús le acorralan, intentan despojarle de lo que vive. ¿Cómo probar la validez de su causa? Jesús, como testimonio, deja que hablen silenciosamente las obras, todo lo que ha hecho a favor del ser humano. Cuando las cosas se ponen mal, puede seguir hablando el lenguaje callado del amor. Y en ese lenguaje se percibe el misterio de Dios, porque Dios hace cosas grandes en los que le aman.

Orar es muchas veces callar y obrar.

Viernes, 8 de abril
“Yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz” (Jn 7,28).

A Jesús le aflora en la noche la experiencia honda de saberse amado por el Padre. Le da fuerza saber que su Padre, que es veraz, está siempre con Él. La experiencia que tienes de Dios es fundamental para no caer en la tentación en las horas de prueba. Oras cuando te fías de Dios y “dejas tu cuidado entre las azucenas olvidado”.

Ayúdame a vivir consciente de esta realidad: En ti soy, me muevo y existo. Tú eres mi verdad.

Sábado, 9 de abril
“Jamás ha hablado nadie así” (Jn 7,46).

Mira el rostro de Jesús, rebosante de luz y de palabras de vida. La gente sencilla lo tiene claro: nadie ha hablado como El. La palabra de Jesús no está encadenada. Junto a Él, tu vida cristiana se fortalece. Él te descubre tu dignidad. Junto a Él puedes tomar las más fuertes decisiones. Cuando oras, la fe en ti se hace viva y los miedos se alejan.

Que tu Espíritu ponga al descubierto mis miedos, mis heridas, mis cansancios, mis desconfianzas, y me cure.

No hay comentarios: