jueves, 31 de marzo de 2011



Alfa y Omega > Nº 729 > JMJ 2011
Encuentro del arzobispo de Madrid con jóvenes universitarios católicos
Defended vuestra fe
Dos días después de que un grupo de vándalos asaltara la capilla del Campus de Somosaguas, de la Universidad Complutense, el cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco Varela, se reunió con los jóvenes universitarios católicos, en una cita anual, que comenzó hace tres años, organizada por la Delegación de Pastoral Universitaria, y que este año se ha centrado en la JMJ. El cardenal de Madrid instó a los jóvenes a no tener miedo y a defender la fe entre sus compañeros


El cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco Varela, acudió, el sábado, a la cita anual con los universitarios madrileños, en la III Jornada de Universitarios Católicos (JUC), organizada por la Delegación de Pastoral Universitaria, 48 horas después de que un grupo de estudiantes -en su mayoría chicas- entrase gritando consignas feministas contra la Iglesia y se desnudasen, de cintura para arriba, en la capilla del Campus de Somosaguas.
Acompañados por la Cruz y un Icono de la Virgen, los universitarios peregrinaron desde la Facultad de Derecho, de la UCM, hasta la catedral de la Almudena, donde el cardenal habló con ellos, largo y tendido, sobre la situación actual en la que se encuentran en la universidad y les aconsejó sobre cómo afrontar las dificultades, además de animarles a acudir a la JMJ.
Una estudiante de Filología Hispánica planteó al cardenal de Madrid sus miedos frente al rechazo sistemático que los católicos están sufriendo en el ambiente universitario: «En la Autónoma se canceló que usted diese una conferencia: está siendo un momento de verificación de la fe. A nivel legal, ¿qué puede hacer la universidad con las capillas católicas?», preguntó. «Es cierto que existen grupos extremistas, que son relativamente nuevos y más activos, dispuestos a la ofensa y a la agresión de palabra, pero no es el estilo general de los jóvenes», respondió.
Acuerdos legales
Respecto a los términos legales, el cardenal arzobispo de Madrid añadió que «hay derecho a la libertad religiosa y a la práctica pública y privada de la religión, en cualquier ámbito de la vida. También están los Acuerdos entre España y la Santa Sede, donde se dice que la Iglesia podrá desarrollar su actividad pastoral en las universidades; y los convenios entre el Rectorado de la Complutense y de otras universidades con el Arzobispado, firmados hace más de 20 años, donde se regula esa presencia y los medios con los que cuenta: un local para el culto y un espacio para los grupos de jóvenes, donde puedan desarrollar actividades. Siguen vigentes, nadie los ha denunciado y, si lo hubieran hecho, se negociarían otros, porque los principios jurídicos básicos no los puede cambiar un organismo interno de la facultad. En la práctica, a veces, aparecen personas o tendencias que buscan reducir el espacio de presencia de la Iglesia en la universidad, o si pueden, eliminarlo. Argumentan que en una universidad pública no puede haber presencia religiosa. Sería anticonstitucional si se prohíbe. Tenemos que defenderlo y lo haremos».
Testimonio y argumentos

Un momento de la peregrinación de los jóvenes
universitarios, desde la Facultad de Derecho de la UCM
hasta la catedral de la AlmudenaUn joven, estudiante de Ingeniería de Caminos, preguntó al cardenal de Madrid cómo pueden, los jóvenes universitarios católicos, introducir la idea de Dios en el debate intelectual de hoy, en un momento en el que está de moda la negación de toda creencia. «Daría consejos prácticos según la Facultad -afirmó el cardenal Rouco Varela-, sobre todo si se quiere dar una contestación teórica, aunque la mejor respuesta siempre tiene que ver con la vida, viendo el testimonio de entrega; por ejemplo, de las Hermanas de la Madre Teresa. Hay que dar también una respuesta intelectual; no hay que tener miedo al debate, pero hay que empaparse bien de autores que lo faciliten. Heiddeger o Habermas, un filósofo de lo empírico que tuvo un diálogo con el Papa sobre los fundamentos prepolíticos de la democracia. Y, por supuesto, del Papa».
También otro estudiante de Ingeniería, esta vez Industrial, que se va a confirmar este año, pidió algunos consejos para dar ejemplo al resto de universitarios:«Sed buenos estudiantes y buenos compañeros, que saben a estar al lado del otro. Después, no ocultéis la fe; incluso haced ver que vuestra forma de ser tiene esa fuente, la relación con el Señor. Y cuando se produzcan situaciones de debate, incluso de ofensa..., sabed hablar al corazón del compañero e invitadle también a la JMJ», señaló.
Jóvenes sin prejuicios
El cardenal de Madrid animó a los chicos y chicas allí reunidos a no tener miedo de defender la fe, y los definió como jóvenes sin prejuicios, muy diferentes de la generalidad de los jóvenes de los años 80, década en la que comenzaron las Jornadas Mundiales de la Juventud, que vivían envueltos en un pluralismo ideológico y cultural quelos apartaba del camino de la fe. «¿Con qué jóvenes se encontrará Benedicto XVI en agosto? Con jóvenes libres de prejuicios respecto a Dios y a la vida. Es verdad que tenemos grupos de vándalos que asolan las capillas universitarias, pero son minorías. Estáis abiertos a la gracia de Cristo en unas circunstancias muy complejas: el cuestionamiento ideológico del cristianismo ha ido a más; estáis inundados en un mar de posiciones intelectuales que niegan a Dios. Vivís en un mundo sin condiciones, quebrantadísimo desde el punto de vista intelectual y moral. En estas circunstancias, ponemos en marcha la Jornada Mundial de la Juventud, centrada en Cristo, con el lema Arraigados en Cristo, firmes en la fe».
La clave está en la oración
El cardenal Rouco Varela también recordó a los jóvenes la importancia de abrir el corazón al otro, tanto para el bien de la JMJ, como para sucesos como el ocurrido en la capilla de Somosaguas: «¿Qué debe hacer un grupo de universitarios cercanos a la Pastoral Universitaria, a la vivencia cristiana configurada en las capillas universitarias, para que resulte bien la JMJ?» La clave está en la oración: «La condición previa es la apertura del corazón a la acción del Señor. Como no tengamos la base de una Iglesia que ora, las cosas no van a salir bien. Si están saliendo medianamente bien es porque hay muchas almas que rezan. Por eso, el primer requisito para que resulte bien la JMJ es prepararse espiritualmente para ella; y hay que hacerlo a fondo, con un estilo humano caracterizado por la generosidad de corazón y la apertura al otro, ensayando ya, desde la Universidad, la acogida. La Pastoral Universitaria tendrá una gran labor en la acogida: por ejemplo, en la Complutense, se van a congregar muchos jóvenes; nos han dejado instalaciones para poder acogerlos, en contraste con lo que pasó el otro día», concluyó.
Cristina Sánchez
Ante los ataques a la capilla de la UCM
El Arzobispado de Madrid publicó, el viernes, un comunicado, ante los hechos ocurridos en la capilla del Campus de Somosaguas, de la Universidad Complutense de Madrid, cuando varios estudiantes -en su mayoría chicas- entraron en el templo y profirieron insultos a la Iglesia católica, al Santo Padre y a la fe cristiana, además de desnudarse completamente, de cintura para arriba. En la Nota, el Arzobispado señala que «estos hechos, absolutamente reprobables, son objeto de delito, y denigran en primer lugar a quienes los cometen». Asimismo, eleva su queja «al Rectorado de la Universidad y recuerda que estas acciones son un atentado a la libertad de culto y una profanación de un lugar sagrado, lo cual conlleva penas canónicas en el caso de que quienes las han cometido estén bautizados».
«Es indigno que, en una sociedad democrática, donde se pide el respeto a las personas, a las instituciones religiosas y al derecho de la celebración pública de la fe en la Universidad Complutense -con la que la Iglesia mantiene una estrecha y amigable relación de colaboración-, algunos jóvenes puedan manchar con este tipo de comportamientos el buen nombre y trabajo de la comunidad universitaria», finaliza la Nota.
Mañana, viernes 18 de marzo, a las 13.30 horas, se celebrará una Misa de desagravio por la profanación del lugar sagrado. La Misa será en la propia capilla de Somosaguas, de la UCM.
Testimonio de una testigo directa de lo ocurrido en la capilla de Somosaguas
Los católicos debemos lanzarnos, de una vez, a dar la cara



Un aspecto de la capilla del Campus de Somosaguas,
de la UCMCuando el jueves, 10 de marzo, llegué a la Facultad de Psicología, de la Universidad Complutense, un amigo me avisó de las pintadas contra la Iglesia en la capilla y de lo guerreras que estaban las asociaciones de izquierda. Le prometí pasar por el templo y rezar por los alumnos del Campus. Sabía que, en Somosaguas, el colectivo de lesbianas y feministas era muy peleón, pero nunca imaginé que iba a verlas en acción.
Al llegar, pude leer en las fachadas del templo varios eslóganes: La única Iglesia que ilumina es la que arde; Cerdos pederastas; Arderéis como en el 36; y otra típica: Alejad vuestros rosarios de nuestros ovarios. Ya dentro, recé.
Cuando me disponía a marcharme, el ruido desde un megáfono muy próximo me alertó de alguna concentración en el exterior. Pensé que se trataba de un acto en el Campus, hasta que una voz femenina dijo: Vamos a cantar, y entonó una especie de gregoriano. ¡Estaban en la puerta y, entonces, lo vi claro! Venían a manifestarse en son de burla, pero no pensé que fueran a entrar.
De dos en dos, como en procesión, aparecieron en el interior del templo. Me levanté para detenerlas, me puse delante frenándolas con las manos y dije a la primera pareja: «Aquí no podéis entrar así, ni hacer nada»…; pero me sobrepasaron y siguió entrando gente. «Sólo vamos a hacer un comunicado», me contestó la que dirigía al grupo y portaba el megáfono. Me pregunté qué podía hacer o decir, cómo impedirlo o pararlo, pero la prudencia y el silencio del capellán, que permaneció en la entrada, me hicieron ver que hacerles frente podría provocar un aumento de blasfemias o algún destrozo en el templo.
El grupo no llegaba a las 50 personas. La mayoría eran mujeres, y unas veinte llevaban la cabeza cubierta con un pañuelo morado. Algunas portaban fotos de Benedicto XVI, con una cruz gamada en el pecho. En la introducción, se quejaron de la presencia de una capilla en un espacio público y varias proclamaron distintos textos de la Iglesia sobre el papel de la mujer y la homosexualidad. También reivindicaron la prostitución como promiscuidad sin límites de ningún tipo, y lo hicieron ya sin palabras. Había llegado el momento de los hechos, de demostrar en un templo católico que se negaban a ser beatas y vírgenes y que querían ser prostitutas. Que no querían estar bajo la represión de la Iglesia. Las veinte se quitaron el pañuelo de la cabeza, la camiseta y más de cinco se quedaron completamente desnudas de cintura para arriba. Se trasformaron, ya eran libres. Había llegado el culmen, el momento esperado, y aplaudieron exultantes. Dos de ellas se besaron.
En sus brazos o torsos desnudos podía leerse Prostitutas y libres -expresado en términos más vulgares, claro-, Bolleras, Violentas o Bisexual. Mientras, coreaban Contra el Vaticano poder clitoriano; Me gustan las peras y las manzanas y yo me acuesto con quien me da la gana… La Conferencia Episcopal también fue nombrada. Radiantes, recogieron sus ropas del suelo y se marcharon felicitándose por la hazaña. Habían contribuido a la lucha contra las capillas católicas en la universidad, y, además lo habían grabado, y se habían hecho fotos.
Lo que ellas denominan performance -arte en vivo-, no fue otra cosa que exhibicionismo, blasfemia, profanación de un lugar sagrado, alteración del orden público, grabación ilícita y atentado contra la libertad religiosa y de culto.
Sé que esta semana, en muchos lugares, se está reparando el agravio. Dios, que de los males puede sacar bienes, puede hacer que los católicos nos lancemos, de una vez, a dar la cara, a hacer apostolado abiertamente y sin complejos, a manifestar con la vida la alegría de seguir a Cristo; salgamos de nuestros miedos, cobardías y de nuestro secularismo interno. Muchos lo hacen, pero hay tantos dormidos... Yo, la primera que necesito conversión. Aun así repito: Jesús, te quiero.
Altagracia Domínguez

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