jueves, 2 de septiembre de 2010

ORACIÓN:
Haznos, Señor Jesús, discípulos de la Verdad, agradecidos a los Dones divinos y humanos, firmes en la Esperanza, pacientes en la adversidad y mutuamente solidarios para que siempre nos demos la mano, como hijos de Dios que somos. Amén.

Tú nos has seducido, Dios de ternura,
con la solicitud por nosotros.
Tu amor se ha hecho pasión
para revelarnos tu proyecto:
prendernos en las redes de tu benevolencia.
Haz que sepamos abandonarnos a semejante pasión:
danos a conocer el gozo de ser amados para siempre.

DIOS CADA DIA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
SEMANAS XXII-XXXIV T.O. EVANG.DE LUCAS
SAL TERRAE/SANTANDER 1990.Pág. 27
Seguimos a vueltas con la necedad y la sabiduría. San Pablo nos recuerda una vez más que la sabiduría que cuenta no es la que solemos valorar como tal sino aquella que, por venir de Dios, nos da las claves de la vida y de la muerte, del bien y del mal, de la alegría y del dolor... de todo aquello que, más pronto o más tarde, nos enfrenta a todos con la verdad más honda, la única que realmente importa.

Curiosamente, este "secreto" se descubre a los de corazón sencillo. Es el salmo el que nos proporciona la clave: encuentra a Dios "el hombre de manos inocentes y limpio corazón, el que no entrega su alma a la mentira y nunca jura en falso". La transparencia es condición indispensable para llegar a ser sabio, para llegar a comprender el mundo que nos rodea, el "por qué" y el "para qué" de nuestros días sobre la tierra. Es la meta de la búsqueda en la que, de un modo u otro, solemos empeñar la existencia.

Aunque a simple vista no lo parezca, el texto del Evangelio de Lucas que leemos hoy viene decirnos lo mismo: para encontrar, para "pescar" tenemos que aceptar definitivamente que hay Alguien que sabe más que nosotros y que es a su Sombra donde nuestras búsquedas alcanzan su objetivo, donde nuestras preguntas encuentran respuesta.

Lucas nos presenta a pescadores expertísimos intentando explicar a Jesús que El sabrá mucho del Reino de su Padre... pero que de peces son ellos los que entienden. Sin embargo, Pedro deja que Jesús se "meta" en su vida cotidiana, en sus asuntos más triviales en apariencia y tiene la lucidez suficiente para responder a Jesús: "fiado en tu palabra echaré la red". No hizo falta más. Su gesto fue bastante para poner en evidencia el poder de Dios y, sobre todo, para descubrir que Dios es más grande que todos nuestras teorías, más poderoso que nuestra ciencia.

Pero necesitamos Fe. Sin ella no tendremos el valor de echar las redes, no nos determinaremos a abandonar la seguridad de lo que conocemos para buscar allí donde la Palabra nos asegura que hemos de encontrar.

Simón Pedro creyó y alcanzó la sabiduría -"¡Señor!"- y, con la Sabiduría la serenidad para acogerla en la propia vida y dejar que le marcara un rumbo diferente: "No tengas miedo; desde ahora serás pescador de hombres."

¡Dios está con nosotros! Basta tener la Fe y la transparencia de corazón suficientes para saber mirar... y para arriesgarnos. ¿No os parece que es motivo más que suficiente para una verdadera y profunda alegría?
Olga Elisa Molina (olgamolicapo@yahoo.es)

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