viernes, 11 de junio de 2010


El Sagrado Corazón de Jesús

Jesús nos abrió su Corazón
para mostrarnos al Padre de la ternura entrañable,
para comunicarnos el Espíritu de amor;
nos abrió su Corazón y se hizo Eucaristía, pan partido y repartido.

Ya nada es lo mismo.
Al escuchar sus palabras de vida,
conocer sus sentimientos y palpar sus gestos de cercanía;
al sentir sobre nosotros su mirada,
entrar en su Corazón y contemplar el amor…
nos hemos puesto en camino.

Vivimos con gozo la vida de Dios,
la que nos ha comunicado el Corazón de un amigo.
El encuentro con Jesús nos ha dejado dentro un gemido,
una extrañeza, una esperanza,
nos ha puesto en camino.

Está viva en nosotros la fraternidad,
caminamos con alegría.
Nos acompaña la presencia del Espíritu
y el aliento de todos los peregrinos que, fascinados por Jesús,
ya no han sabido vivir sin él.

Nos sentimos convocados a la comunión con Dios.
El Corazón de Jesús nos grita a cada paso: ¡Venid a mí!
Y en cada Eucaristía el Espíritu y la Esposa dicen a Jesús: ¡Ven!
Y nosotros, que hemos escuchado este gemido, decimos:
¡Ven, Señor Jesús!

Alcanzados por el amor del Corazón de Jesús,
Caminamos, caminamos juntos.
Nuestros pies van ligeros, nuestros deseos.
Porque un Corazón nos ha tocado y nos ha ganado para él,
caminamos y cantamos,
tejemos entre todos un mundo nuevo.

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