jueves, 15 de noviembre de 2012

MIGUEL RIOS - Himno a la alegria (1970) - YouTube

MIGUEL RIOS - Himno a la alegria (1970) - YouTube










Escucha hermano la cancion de la alegria
el canto alegre del que espera
un nuevo día
ven canta sueña cantado
vive soñando el nuevo sol
en que los hombres
volveran a ser hermanos.
Ven canta sueña cantado
vive soñando el nuevo sol
en que los hombres
volveran a ser hermanos.
Si en tu camino solo existe la tristeza
y el llanto amrgo
de la soledad completa,
ven canta sueña cantado
vive soñando el nuevo sol
en que los hombres
volveran a ser hermanos.
Si es que no encuentras la alegria
en esta tierra
buscala hermano
mas haya de las estrellas,
ven canta sueña cantado
vive soñando el nuevo sol
en que los hombres
volveran a ser hermanos.

jueves, 11 de octubre de 2012

Radio Vaticano: Estreno: Documental sobre el Concilio Ecuménico Vaticano II

Radio Vaticano: Estreno: Documental sobre el Concilio Ecuménico Vaticano IIEstreno: Documental sobre el Concilio Ecuménico Vaticano II


(RV).- El Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales y Micromegas Comunicación realizaron un film documental sobre el Concilio Vaticano II, cuya distribución inicia este 11 de octubre, en la celebración del cincuentenario de la apertura del Concilio Vaticano II y fecha del inicio del Año de la Fe. El martes pasado, al concluir la cuarta Congregación General de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, fue proyectada en el Aula sinodal una síntesis de 50 minutos del film a los Padres Sinodales, y demás participantes que pudieron ver las tomas originales de la época, las mismas que narran los momentos más significativos, la larga fase de preparación y la extraordinaria organización en la Basílica de San Pedro, transformada para la ocasión en sede del Evento que contó con la presencia de 2,540 prelados provenientes de los cinco continentes.
(PLJR - Radio Vaticana

Porta Fidei: Inminente apertura del Año de la Fe

Porta Fidei: Inminente apertura del Año de la Fe

Porta Fidei: Inminente apertura del Año de la Fe

2012-10-09 Radio Vaticana
(RV).- (Audio) "Para dar renovado impulso a la misión de toda la Iglesia de conducir a los hombres fuera del desierto en el que a menudo se encuentran hacia el lugar de la vida, la amistad con Cristo que nos da su vida en plenitud", cardenales, obispos, sacerdotes, religiosas y religiosos, laicos y peregrinos se darán cita este 11 de octubre en el Corazón de la Iglesia Universal, la Plaza de San Pedro, para acompañar a Benedicto XVI en la Celebración Eucarística con la que abrirá el Año de la Fe.
El 16 de octubre de 2011 en la clausura de los trabajos del Primer Encuentro internacional de los Nuevos Evangelizadores, organizado por el Pontificio Consejo para la promoción de la nueva evangelización -el dicasterio instituido en septiembre de 2010 mediante la Carta Apostólica en forma de Motu Proprio: Ubicumque et Semper, y cuyo presidente es Mons. Salvatore Rino Fisichella; el Sucesor de Pedro, al final de su homilía hacía el feliz anuncio: “Quisiera anunciar en esta Celebración eucarística que he decidido declarar un 'Año de la fe' que ilustraré con una especial Carta apostólica. Este 'Año de la fe' empezará el 11 de octubre del 2012, en el 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará el 24 de noviembre del 2013, Solemnidad de Cristo Rey del Universo. Será un momento de gracia y de compromiso por una conversión a Dios cada vez más plena, para reforzar nuestra fe en Él y para anunciarlo con alegría al hombre de nuestro tiempo”.
Desde la promulgación de la Carta Apostólica en forma de Motu Proprio: “Porta fidei”, “Puerta de la fe” que lleva la fecha del 11 de octubre de 2011 -en el séptimo año de pontificado de Benedicto XVI- ha transcurrido un año. Con la mirada puesta sobre la gran tarea de la Iglesia de anunciar a Cristo, camino, verdad y vida, llegamos a la feliz apertura del Año de la Fe con un renovado espíritu, haciendo tesoro del Concilio Ecuménico Vaticano II, cuyo cincuenta aniversario de apertura de trabajos se celebra en esta misma fecha.
En resumen, es voluntad del Santo Padre la de convocar a la Iglesia Universal para que esta celebración que en definitiva está a las puertas suscite en los creyentes la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza, pero también para intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía, que es "la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y también la fuente de donde mana toda su fuerza".
El próximo jueves acompañaremos al Santo Padre, y nos sumaremos a las intenciones que elevará desde el atrio de la basílica vaticana. En todo el mundo, y unidos a la Oración que surja desde el corazón mismo de la Santa Madre Iglesia, católicos, nos encontraremos para pedir al Señor de la Misericordia y a María Santísima, Estrella de las Misiones, por los buenos frutos en este arduo recorrido que nos disponemos a emprender, pero también para pedir por quien mirando hacia delante y conduciendo el timón de la Barca de Pedro en el tiempo y el espacio de la Iglesia de hoy, nos anticipa.
Patricia L. Jáuregui Romero – Radio VaticanoCorregido: Hrs. 15.29

La mujer contribución consistente en la evangelización

La mujer contribución consistente en la evangelizaciónRV).- El Crucifijo es signo distintivo de quien anuncia el Evangelio: amor, paz, conversión y reconciliación. Benedicto XVI, en su homilía de la Santa Misa para la inauguración de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, sobre La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana, invitó a contemplar al Señor Jesús, «coronado de gloria y esplendor, por su pasión y muerte» (Hb 2,9), para que sea centro, meta y luz de nuestra vida:
«La Palabra de Dios nos pone ante el crucificado glorioso, de modo que toda nuestra vida, y en concreto la tarea de esta asamblea sinodal, se lleve a cabo en su presencia y a la luz de su misterio. La evangelización, en todo tiempo y lugar, tiene siempre como punto central y último a Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios (cf. Mc 1,1); y el crucifijo es por excelencia el signo distintivo de quien anuncia el Evangelio: signo de amor y de paz, llamada a la conversión y a la reconciliación. Que nosotros venerados hermanos seamos los primeros en tener la mirada del corazón puesta en él, dejándonos purificar por su gracia».
(CdM – RV)2012-10-09 Radio Vaticana
(RV).- (Audio) Continúan los trabajos de la décimo tercera asamblea ordinaria del sínodo de los obispos, ayer por la mañana tuvo lugar la primera sesión de los círculos menores, a puertas cerradas. Luego se retomó la discusión general por la tarde, con la intervención del arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, para ilustrar el desafíos de la nueva Evangelización desde el punto de vista anglicano.
Ayer por la tarde, la asamblea de los obispos reflexionó sobre numerosas temáticas, entre ellas el papel de la mujer en la Iglesia. En el aula se dijo que representan los dos tercios de los miembros eclesiales y sin embargo muchas de ellas se sienten indiscriminadas. En la discusión sinodal se afirmó con claridad, que si la Iglesia no ordena mujeres sacerdotes, no es porque sean o no capaces o dignas, sino porque el sacerdote es un representante de Cristo, venido para casarse con la humanidad. Por consiguiente es fundamental la contribución consistente de las mujeres en la evangelización. También se recordó la importancia de la nueva evangelización en el ámbito ecológico, porque esto implica el respeto de todos los seres vivientes, y del diálogo entre fe y cultura.
Con nosotros Mons. Julio Hernando García Peláez, obispo de Istmina-Tadó, Colombia quien en primer lugar nos dice ¿qué espera de este sínodo para su país?
En la apertura del año de la fe ¿cómo relacionarán las directrices que saldrán de este sínodo, y en este contexto cómo vivirán el año de la fe?
¿Cómo están viviendo en su diócesis el año de la fe?
Tenemos con nosotros al arzobispo de Camaguey, Cuba, Mons. Juan de la Caridad García Rodríguez. Mons. ¿Cuál es su experiencia en este sínodo para transmitirla a su país.
A partir de hoy inicia el año de la fe, en el marco de los 50 años del Concilio Vaticano II y los 20 años de institución del Catecismo…
(PY-RV)
América Latina espera muchas luces de este sínodo
(RV).-(audio) Tenemos con nosotros al padre sinodal y arzobispo de Monterrey México, Mons. Rogelio Cabrera López quien en primer lugar nos habla sobre su intervención en el sínodo de los obispos.
Mons. Estamos por iniciar el año de la fe... en el ámbito de la Nueva Evangelización ¿qué nos puede decir?
¿Qué se espera de este sínodo para el continente latinoamericano y para su país?
(PY-RV)
Partiendo de la Palabra para evangelizar
(Rv).- (Audio) Hemos entrevistado al presidente de la Conferencia Episcopal nicaraguense, Mons Sócrates René Sándigo quien nos habla sobre la aportación que está dando América lLtina al sínodo.
En la conferencia de prensa del lunes, el Cardenal Wuerl dijo que por evangelizar a las masas, se ha olvidado el estudio de la catequesis y la profundización de las enseñanzas de la Iglesia, debilitando la evangelización. Ayer intervino el cardenal Ouellet prefecto de la Congregación para los Obispos, al respecto.
Coincidiendo con la apertura del Año de la Fe y el 50 aniversario del Concilio Vaticano II…
¿Cómo está celebrando Nicaragua el año de la fe?
(PY-RV)
En el signo de Aparecida, América Latina presente en el sínodo
(RV).-(Audio) Hemos entrevistado al presidente del Celam, y Padre sinodal, Mons Carlos Aguiar Retes, le preguntamos en primer lugar, como Padre Sinodal y representando al CELAM, que aporte está dando al sínodo?
América Latina esta afrontando el desafío de las sectas para alcanzar la Nueva Evangelización
Mons. Eterovic el secretario de la secretaría del Sínodo de los Obispos dijo que este sínodo esta dirigido no sólo a los agnósticos sino también para aquellos cristianos enfriados….
Mons ¿Cómo ve el sínodo desde el ámbito de los Padres sinodales de otras realidades como la africana, la asiática o la europea?
El Santo Padre Benedicto XVI convocó el Año de la fe, que dará comienzo el próximo jueves 11 de octubre de 2012 (día en que se cumple el cincuenta aniversario del inicio del Concilio Vaticano II) y que durará hasta noviembre de 2013. Con esta celebración se nos invita a redescubrir y volver a acoger este don valioso que es la fe, conociendo de manera más profunda las verdades que son la savia de nuestra vida, de forma que podamos tener un renovado encuentro con Jesucristo que es “el camino, la verdad y la vida”, y ello se manifieste después en nuestras obras.
Y es un Dios misericordioso que perdona, durante este año de la fe, se harán indulgencias plenarias en Roma, se hará lo mismo en América Latina?
Mons. ¿Cómo ve el continente latinoamericano y México dentro de un año luego de haber vivido intensamente el año de la fe?
(PY-RV)

Hoy es más necesario que hace 50 años, el Papa al inaugura el Ano de la Fe

Hoy es más necesario que hace 50 años, el Papa al inaugura el Ano de la Fe2012-10-11 Radio Vaticana
(RV).- Esta mañana a las 10.00, el Papa Benedicto XVI ha presidido en la plaza de san Pedro, ante la fachada de la Basílica Vaticana, la Santa Misa de apertura del Año de la Fe, que el Pontífice ha proclamado en ocasión del 50 aniversario de inicio del Concilio Vaticano II, que abría sus puertas en un día como hoy de 1962. Aquella solemne ceremonia ha recordado en tantos aspectos la de esta mañana, en la que han participado, el patriarca ortodoxo de Constantinopla, el arzobispo anglicano de Canterbury, patriarcas y arzobispos mayores de las Iglesias católicas Orientales, presidentes de las Conferencias Episcopales, cardenales y obispos de todo el mundo, muchos de ellos llegados al Vaticano, donde se está celebrando el Sínodo de los obispos sobre el tema de la Nueva Evangelización.
En su homilía Benediucto XVI ha invitado “a entrar más profundamente en el movimiento espiritual” que caracterizó aquel gran Concilio, “para hacerlo nuestro y realizarlo en su verdadero sentido”, volver a las verdaderas enseñanzas que nos dejó, “redescubrir la belleza de la fe en Cristo”, “la fe apostólica, animada por el impulso interior de comunicar a Cristo a todos y a cada uno de los hombres durante la peregrinación de la Iglesia por los caminos de la historia”.
(ER – RV)


TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA DEL SANTO PADRE
INICIO DEL AÑO DE LA FE
50 AÑOS DE LA INAUGURACIÓN DEL VATICANO II

Venerables hermanos,
queridos hermanos y hermanasHoy, con gran alegría, a los 50 años de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, damos inicio al Año de la fe. Me complace saludar a todos, en particular a Su Santidad Bartolomé I, Patriarca de Constantinopla, y a Su Gracia Rowan Williams, Arzobispo de Canterbury. Un saludo especial a los Patriarcas y a los Arzobispos Mayores de las Iglesias Católicas Orientales, y a los Presidentes de las Conferencias Episcopales. Para rememorar el Concilio, en el que algunos de los aquí presentes – a los que saludo con particular afecto – hemos tenido la gracia de vivir en primera persona, esta celebración se ha enriquecido con algunos signos específicos: la procesión de entrada, que ha querido recordar la que de modo memorable hicieron los Padres conciliares cuando ingresaron solemnemente en esta Basílica; la entronización del Evangeliario, copia del que se utilizó durante el Concilio; y la entrega de los siete mensajes finales del Concilio y del Catecismo de la Iglesia Católica, que haré al final, antes de la bendición. Estos signos no son meros recordatorios, sino que nos ofrecen también la perspectiva para ir más allá de la conmemoración. Nos invitan a entrar más profundamente en el movimiento espiritual que ha caracterizado el Vaticano II, para hacerlo nuestro y realizarlo en su verdadero sentido. Y este sentido ha sido y sigue siendo la fe en Cristo, la fe apostólica, animada por el impulso interior de comunicar a Cristo a todos y a cada uno de los hombres durante la peregrinación de la Iglesia por los caminos de la historia.
El Año de la fe que hoy inauguramos está vinculado coherentemente con todo el camino de la Iglesia en los últimos 50 años: desde el Concilio, mediante el magisterio del siervo de Dios Pablo VI, que convocó un «Año de la fe» en 1967, hasta el Gran Jubileo del 2000, con el que el beato Juan Pablo II propuso de nuevo a toda la humanidad a Jesucristo como único Salvador, ayer, hoy y siempre. Estos dos Pontífices, Pablo VI y Juan Pablo II, convergieron profunda y plenamente en poner a Cristo como centro del cosmos y de la historia, y en el anhelo apostólico de anunciarlo al mundo. Jesús es el centro de la fe cristiana. El cristiano cree en Dios por medio de Jesucristo, que ha revelado su rostro. Él es el cumplimiento de las Escrituras y su intérprete definitivo. Jesucristo no es solamente el objeto de la fe, sino, como dice la carta a los Hebreos, «el que inició y completa nuestra fe» (12,2).El evangelio de hoy nos dice que Jesucristo, consagrado por el Padre en el Espíritu Santo, es el verdadero y perenne protagonista de la evangelización: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres» (Lc 4,18). Esta misión de Cristo, este dinamismo suyo continúa en el espacio y en el tiempo, atraviesa los siglos y los continentes. Es un movimiento que parte del Padre y, con la fuerza del Espíritu, lleva la buena noticia a los pobres en sentido material y espiritual. La Iglesia es el instrumento principal y necesario de esta obra de Cristo, porque está unida a Él como el cuerpo a la cabeza. «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo» (Jn 20,21). Así dice el Resucitado a los discípulos, y soplando sobre ellos, añade: «Recibid el Espíritu Santo» (v. 22). Dios por medio de Jesucristo es el principal artífice de la evangelización del mundo; pero Cristo mismo ha querido transmitir a la Iglesia su misión, y lo ha hecho y lo sigue haciendo hasta el final de los tiempos infundiendo el Espíritu Santo en los discípulos, aquel mismo Espíritu que se posó sobre él y permaneció en él durante toda su vida terrena, dándole la fuerza de «proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista»; de «poner en libertad a los oprimidos» y de «proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4,18-19).
El Concilio Vaticano II no ha querido incluir el tema de la fe en un documento específico. Y, sin embargo, estuvo completamente animado por la conciencia y el deseo, por así decir, de adentrase nuevamente en el misterio cristiano, para proponerlo de nuevo eficazmente al hombre contemporáneo. A este respecto se expresaba así, dos años después de la conclusión de la asamblea conciliar, el siervo de Dios Pablo VI: «Queremos hacer notar que, si el Concilio no habla expresamente de la fe, habla de ella en cada página, al reconocer su carácter vital y sobrenatural, la supone íntegra y con fuerza, y construye sobre ella sus enseñanzas. Bastaría recordar [algunas] afirmaciones conciliares… para darse cuenta de la importancia esencial que el Concilio, en sintonía con la tradición doctrinal de la Iglesia, atribuye a la fe, a la verdadera fe, a aquella que tiene como fuente a Cristo y por canal el magisterio de la Iglesia» (Audiencia general, 8 marzo 1967). Así decía Pablo VI. Pero debemos ahora remontarnos a aquel que convocó el Concilio Vaticano II y lo inauguró: el beato Juan XXIII. En el discurso de apertura, presentó el fin principal del Concilio en estos términos: «El supremo interés del Concilio Ecuménico es que el sagrado depósito de la doctrina cristiana sea custodiado y enseñado de forma cada vez más eficaz… La tarea principal de este Concilio no es, por lo tanto, la discusión de este o aquel tema de la doctrina… Para eso no era necesario un Concilio... Es preciso que esta doctrina verdadera e inmutable, que ha de ser fielmente respetada, se profundice y presente según las exigencias de nuestro tiempo» (AAS 54 [1962], 790. 791-792).
A la luz de estas palabras, se comprende lo que yo mismo tuve entonces ocasión de experimentar: durante el Concilio había una emocionante tensión con relación a la tarea común de hacer resplandecer la verdad y la belleza de la fe en nuestro tiempo, sin sacrificarla a las exigencias del presente ni encadenarla al pasado: en la fe resuena el presente eterno de Dios que trasciende el tiempo y que, sin embargo, solamente puede ser acogido por nosotros en el hoy irrepetible. Por esto mismo considero que lo más importante, especialmente en una efeméride tan significativa como la actual, es que se reavive en toda la Iglesia aquella tensión positiva, aquel anhelo de volver a anunciar a Cristo al hombre contemporáneo. Pero, con el fin de que este impulso interior a la nueva evangelización no se quede solamente en un ideal, ni caiga en la confusión, es necesario que ella se apoye en una base concreta y precisa, que son los documentos del Concilio Vaticano II, en los cuales ha encontrado su expresión. Por esto, he insistido repetidamente en la necesidad de regresar, por así decirlo, a la «letra» del Concilio, es decir a sus textos, para encontrar también en ellos su auténtico espíritu, y he repetido que la verdadera herencia del Vaticano II se encuentra en ellos. La referencia a los documentos evita caer en los extremos de nostalgias anacrónicas o de huidas hacia adelante, y permite acoger la novedad en la continuidad. El Concilio no ha propuesto nada nuevo en materia de fe, ni ha querido sustituir lo que era antiguo. Más bien, se ha preocupado para que dicha fe siga viviéndose hoy, para que continúe siendo una fe viva en un mundo en transformación. Si sintonizamos con el planteamiento auténtico que el beato Juan XXIII quiso dar al Vaticano II, podremos actualizarlo durante este Año de la fe, dentro del único camino de la Iglesia que desea continuamente profundizar en el depisito de la fe que Cristo le ha confiado. Los Padres conciliares querían volver a presentar la fe de modo eficaz; y sí se abrieron con confianza al diálogo con el mundo moderno era porque estaban seguros de su fe, de la roca firme sobre la que se apoyaban. En cambio, en los años sucesivos, muchos aceptaron sin discernimiento la mentalidad dominante, poniendo en discusión las bases mismas del depositum fidei, que desgraciadamente ya no sentían como propias en su verdad.
Si hoy la Iglesia propone un nuevo Año de la fe y la nueva evangelización, no es para conmemorar una efeméride, sino porque hay necesidad, todavía más que hace 50 años. Y la respuesta que hay que dar a esta necesidad es la misma que quisieron dar los Papas y los Padres del Concilio, y que está contenida en sus documentos. También la iniciativa de crear un Consejo Pontificio destinado a la promoción de la nueva evangelización, al que agradezco su especial dedicación con vistas al Año de la fe, se inserta en esta perspectiva. En estos decenios ha aumentado la «desertificación» espiritual. Si ya en tiempos del Concilio se podía saber, por algunas trágicas páginas de la historia, lo que podía significar una vida, un mundo sin Dios, ahora lamentablemente lo vemos cada día a nuestro alrededor. Se ha difundido el vacío. Pero precisamente a partir de la experiencia de este desierto, de este vacío, es como podemos descubrir nuevamente la alegría de creer, su importancia vital para nosotros, hombres y mujeres. En el desierto se vuelve a descubrir el valor de lo que es esencial para vivir; así, en el mundo contemporáneo, son muchos los signos de la sed de Dios, del sentido último de la vida, a menudo manifestados de forma implícita o negativa. Y en el desierto se necesitan sobre todo personas de fe que, con su propia vida, indiquen el camino hacia la Tierra prometida y de esta forma mantengan viva la esperanza. La fe vivida abre el corazón a la Gracia de Dios que libera del pesimismo. Hoy más que nunca evangelizar quiere decir dar testimonio de una vida nueva, trasformada por Dios, y así indicar el camino. La primera lectura nos ha hablado de la sabiduría del viajero (cf. Sir 34,9-13): el viaje es metáfora de la vida, y el viajero sabio es aquel que ha aprendido el arte de vivir y lo comparte con los hermanos, como sucede con los peregrinos a lo largo del Camino de Santiago, o en otros caminos, que no por casualidad se han multiplicado en estos años. ¿Por qué tantas personas sienten hoy la necesidad de hacer estos caminos? ¿No es quizás porque en ellos encuentran, o al menos intuyen, el sentido de nuestro estar en el mundo? Así podemos representar este Año de la fe: como una peregrinación en los desiertos del mundo contemporáneo, llevando consigo solamente lo que es esencial: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni dos túnicas, como dice el Señor a los apóstoles al enviarlos a la misión (cf. Lc 9,3), sino el evangelio y la fe de la Iglesia, de los que el Concilio Ecuménico Vaticano II son una luminosa expresión, como lo es también el Catecismo de la Iglesia Católica, publicado hace 20 años.Venerados y queridos hermanos, el 11 de octubre de 1962 se celebraba la fiesta de María Santísima, Madre de Dios. Le confiamos a ella el Año de la fe, como lo hice hace una semana, peregrinando a Loreto. La Virgen María brille siempre como estrella en el camino de la nueva evangelización. Que ella nos ayude a poner en práctica la exhortación del apóstol Pablo: «La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente… Todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él» (Col 3,16-17). Amén

El hermano de Jesús

El hermano de Jesús2012-10-01 Radio Vaticana
(RV).-(audio) "Se ha dicho que San Francisco representa un alter Christus, era verdaderamente un icono vivo de Cristo. También fue llamado "el hermano de Jesús". De hecho, éste era su ideal: ser como Jesús, contemplar al Cristo del Evangelio, amarlo intensamente, e imitar sus virtudes. En particular, quiso dar un valor fundamental a la pobreza interior y exterior, enseñándola también a sus hijos espirituales. El testimonio de Francisco, que amó la pobreza para seguir a Cristo con dedicación y libertad total, sigue siendo hoy una invitación a cultivar la pobreza interior para crecer en la confianza en Dios, uniendo también un estilo de vida sobrio y el desprendimiento de bienes materiales".
Son palabras de Benedicto XVI en la Audiencia general, 27 de enero de 2010 que expresan el fervor que existe en el mundo por la figura del poverello, y especialmente en Italia, donde desde 1939, es el santo patrono. Cada año, el 3 y el 4 de octubre, Asís hace honor a su hijo más famoso. Todas las regiones italianas, por turno, peregrinan a Asís y para ofrecer el aceite de la lámpara que arde continuamente en su tumba: este año cumple el significativo gesto la región de Friuli Venezia Giulia.
Desde el domingo 30 de septiembre hasta el martes 2 de octubre, en Asís se celebra el Triduo de preparación a la Fiesta de san Francisco que culminará con los actos del miércoles y del jueves, 4 de octubre, fiesta de san Francisco.
Entre los muchos eventos que se han programado este año para honrar la memoria de San Francisco hay que señalar el reconocimiento "Rosa de plata Frate Jacoba 2012", que se entregará a Angela Alioto, una madre de cuatro hijos que vive y trabaja en San Francisco, California. Abogado de origen siciliano cuya contribución política se ha vuelto cada vez más importante en las últimas décadas, para el apoyo a las personas sin casa, ni hogar. Además, a través de su despacho de abogados, está comprometida con la defensa de las muchas personas discriminadas por motivos raciales, sexuales y religiosos. (ER –RV)

jueves, 27 de septiembre de 2012

Lourdes TV - The Sanctuary directo sobre la vida de Nuestra Señora de Lourdes Lourdes |

Lourdes TV - The Sanctuary directo sobre la vida de Nuestra Señora de Lourdes Lourdes |

Cine Católico: Hechos de los Apóstoles

Cine Católico: Hechos de los Apóstoles

Lourdes TV - The Sanctuary directo sobre la vida de Nuestra Señora de Lourdes Lourdes |

Lourdes TV - The Sanctuary directo sobre la vida de Nuestra Señora de Lourdes Lourdes |Jueves 27 de Septiembre del 2012
Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiastés (1,2-11):

¡Vanidad de vanidades, dice Qohelet; vanidad de vanidades, todo es vanidad! ¿Qué saca el hombre de todas las fatigas que lo fatigan bajo el sol? Una generación se va, otra generación viene, mientras la tierra siempre está quieta. Sale el sol, se pone el sol, jadea por llegar a su puesto y de allí vuelve a salir. Camina al sur, gira al norte, gira y gira y camina el viento. Todos los ríos caminan al mar, y el mar no se llena; llegados al sitio adonde caminan, desde allí vuelven a caminar. Todas las cosas cansan y nadie es capaz de explicarlas. No se sacian los ojos de ver ni se hartan los oídos de oír. Lo que pasó, eso pasará; lo que sucedió, eso sucederá: nada hay nuevo bajo el sol. Si de algo se dice:«Mira, esto es nuevo», ya sucedió en otros tiempos mucho antes de nosotros. Nadie se acuerda de los antiguos y lo mismo pasará con los que vengan: no se acordarán de ellos sus sucesores.

Palabra de Dios
Salmo
Sal 89,3-4.5-6.12-13.14.17

R/.
Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación


Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó;
una vela nocturna. R/.

Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R/.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R/.

Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,7-9):

En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?»
Y tenía ganas de ver a Jesús.

Palabra del Señor
3-8. DOMINICOS 2003

Templo Corazón y Reino

Dios está en el corazón del pueblo, en los labios de todos los corazones nobles. Dios inmensamente más popular que cualquiera de nosotros. Alaben su nombre y sean fieles a sus designios todos los que le aman: poetas, pastores, gobernantes, religiosos y mendigos.
Alfonso Daudet se refería un día al encanto y felicidad que acompaña a una ‘popularidad’ venturosa, y, al mismo tiempo, a la amargura que genera su desbordamiento pernicioso, y decía así: ¡Qué buena es la escudilla grande de la popularidad cuando uno la tiene delante; pero cómo escalda cuando se vierte hecha fuego!
Atrevámonos a aplicar esa imagen al Pueblo de Dios con su templo, profetas, sacerdotes, culto, corazón y reinado espiritual
¡Qué grande y buena es la escudilla de la felicidad de un pueblo que tiene ante sí a un Dios que a todos llama y todo lo llena de gracia: como padre y amigo que abre a los hombres horizontes de eternidad, como creador que nas otorga dignidad de ‘persona’ y calidad de ‘hijos’, como providencia que acompaña todos nuestros pasos de ‘criaturas’, como revelador del valor de los ‘otros’ como iguales y hermanos...! Pero ¡qué amargo el momento de nuestra historia en que los mensajes de la Voz y la Palabra desbordan de ira y se vierten sobre nosotros como condena por nuestras infidelidades!
Dicho en otros términos bíblicos: ¡Ay de los ‘hijos’ que se hacen ‘extraños’ en el templo, hogar, tierra, convivencia, trabajo, fraternidad, porque de su corazón fue borrado el nombre de Dios, su salvador y padre!
OREMOS:
Señor, Dios nuestro, danos la gracia de no ser ingratos al amor, de no ser injustos con la justicia divina y humana, de no ser manipuladores de nuestros iguales en dignidad, de no olvidar tu nombre de Creador y Padre fabricando becerros de oro, de no ser malditos sino benditos ante tos ojos y en el corazón. Amén.
 
1. (Año I) Ageo 1,1-8
a) Ageo fue profeta precisamente en este período de la vuelta del destierro, junto con otros personajes clave como Zorobabel o Josué.
Levantó su voz porque los recién vueltos no parecían tener mucha prisa en reconstruir el templo. El profeta les anima a que todos colaboren en la tarea, que es urgente, para que sirva como punto de referencia para todas las demás dimensiones de la reconstrucción nacional.
Estamos en el año 520 antes de Cristo. Ya habían transcurrido dieciocho años de la vuelta del destierro. Se ve que las casas propias sí las habían reconstruido, y bien. Pero el templo, no. Pasaba lo contrario que con David, que tomó la decisión de construir el templo porque le sabía mal vivir en una casa lujosa, sin haber edificado antes un templo en honor de Yahvé. Aunque el profeta le disuadió de la idea, que llevaría a cabo su hijo Salomón. Ageo dice a sus contemporáneos que el templo -símbolo de los valores religiosos- debe tener prioridad en esta tarea de la nueva instalación en Judá. Lo que le sucedió a Israel se debió, en gran parte, a su infidelidad a la Alianza. Ageo quiere que no se repita la historia, descuidando la vida de fe. ¡Manos a la obra!
b) Los valores éticos y religiosos son, también hoy, sintomáticos para saber cómo entendemos la historia y el futuro de la sociedad. Aunque lo cierto es que nos atrae más lo aparente y lo material, y sentimos pereza por lo espiritual.
No se trata sólo -como tampoco era el caso en tiempos de Ageo- de levantar materialmente las paredes de un edificio. Sino de renovar la actitud de Alianza con Dios y las costumbres coherentes con ella. De no dejarse llevar sólo por intereses materialistas, sino de cuidar también los valores humanos y religiosos, según el proyecto de Dios. La prosperidad económica es importante, pero no es lo principal en la vida de una persona o de una comunidad.
Todos estamos empeñados en alguna clase de construcción o reconstrucción, en el nivel personal o el comunitario: no descuidemos los aspectos religiosos, porque son básicos. Jesús nos dijo que el que construye sobre su Palabra es el que construye sobre roca. Si no, estamos edificando sobre arena. Y entonces nuestra casa está destinada a la ruina.
1. (Año II) Qohelet 1,2-11
a) Después del Libro de los Proverbios, durante tres días leemos una breve selección de otro libro sapiencial del AT: el Qohelet, o Eclesiastés.
"Qohelet" significa "el predicador", el que habla a los demás en una asamblea de hermanos: de ahí el nombre griego de "Eclesiastés", el que habla a la asamblea o iglesia.
Contiene unas recomendaciones que nos orientan a vivir según la voluntad de Dios. El predicador tiñe sus palabras de un sano escepticismo, fruto de la experiencia humana.
La primera frase, dicen los estudiosos que ya resume todo el espíritu del libro: "vanidad de vanidades, todo es vanidad". O "vaciedad". Las comparaciones se suceden expresivamente: una generación sigue a la otra, el sol sale y se pone, el viento va cambiando de dirección y nunca se está quieto, los ríos van al mar y no parecen saciarlo.
Lo que pasó, eso pasará, "nada hay nuevo bajo el sol"...
b) Es una perspectiva que no parece precisamente alentadora: "¿qué saca el hombre de todas las fatigas que lo fatigan bajo el sol?".
Pero es un escepticismo que nos puede resultar sano. ¿Para qué nos afanamos tanto y andamos con tantas preocupaciones por la vida, víctimas del estrés? ¿vale la pena? ¿no estaremos perdiendo el humor y la serenidad, y por tanto, calidad de vida y de fraternidad y de acción misionera? Jesús nos enseñó a no angustiarnos por las pequeñeces de la vida: y nos puso el ejemplo de los pájaros y los lirios, invitándonos a un poco más de confianza en Dios y un poco menos de angustia.
Si trabajáramos con un poco más de serenidad, todo seguiría su curso igual y no habríamos perdido la paz. Y no tendríamos los desengaños que nos pasan por buscar la felicidad donde no está.
Es interesante que hace dos mil doscientos años ya se nos diga que "nada hay nuevo bajo el sol". Si alguien afirma que algo es nuevo, tanto de las cosas buenas como de las malas, será porque ha perdido la memoria, porque seguro que ya ha pasado antes. Cada uno tiende a creer que es el único o el primero en amar o en sufrir o en hacer cosas importantes o en ser inteligente.
Lo único que no pasa es Dios. Por eso el salmo nos hace decir: "Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación... mil años en tu presencia son un ayer, que pasó". Este salmo 89 tiene un versículo que gustaba mucho a Juan XXIII, porque le parecía que ahí estaba el secreto para ver con sabiduría el discurrir de la historia: "enséñanos a calcular nuestros años para que adquiramos un corazón sensato". Sin entusiasmarnos demasiado por nada. Sin desanimarnos demasiado por nada. Fija la mirada en Dios, que no cambia y da sentido a todo.
2. Lucas 9,7-9
a) La fama de Jesús se extiende y llega a oídos de Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y Perea, el asesino de Juan el Bautista.
Este Herodes era hijo de Herodes el Grande, el de los inocentes de Belén. Su actitud parece muy superficial, de mera curiosidad. Está perplejo, porque ha oído que algunos consideran que Jesús es Juan resucitado, al que él había mandado decapitar.
Este Herodes es el que más tarde dice Lucas que amenaza con deshacerse de Jesús y recibe de éste una dura respuesta: "id y decid a ese zorro..." (Lc l 3,3132). En la pasión, Jesús, que había contestado a Pilato, no quiso, por el contrario, decir ni una palabra en presencia de Herodes, que seguía deseando verle, por las cosas que oía de él "y esperaba presenciar alguna señal o milagro" (Lc 23,8-12).
b) Ante Jesús siempre ha habido reacciones diversas, más o menos superficiales.
Entonces unos creían que era Elías, que ya se había anunciado que volvería (Jesús afirmó claramente que este anuncio de Malaquías 3,23 se había cumplido con la venida del Bautista, su Precursor). Otros, que había resucitado Juan o alguno de los antiguos profetas. Por parte de Herodes, el interés se debe a su deseo por presenciar algo espectacular. Otros reaccionaron totalmente en contra, con decidida voluntad de eliminarlo.
En el mundo de hoy, por parte de algunos, también hay curiosidad y poco más. Si lo vieran por la calle, le pedirían un autógrafo, pero no se interesarían por su mensaje. Otros buscan lo maravilloso y milagrero, cosa que no gustaba nada a Jesús: "esta generación malvada pide señales". Para otros, Jesús ni existe. Otros le consideran un "superstar", o un gran hombre, o un admirable maestro. Otros se oponen radicalmente a su mensaje, como pasó entonces y ha seguido sucediendo durante dos mil años. Abunda la literatura sobre Jesús, que siempre ha sido una figura apasionante. Una literatura que en muchos casos es morbosa y comercial.
Sólo los que se acercan a él con fe y sencillez de corazón logran entender poco a poco su identidad como enviado de Dios y su misión salvadora. Nosotros somos de éstos. Pero ¿ayudamos también a otros a enterarse de toda la riqueza de Jesús? Son muchas las personas, jóvenes y mayores, que también en nuestra generación "desean ver a Jesús", aunque a veces no se den cuenta a quién están buscando en verdad. Nosotros deberíamos dar testimonio, con nuestra vida y nuestra palabra oportuna, de que Jesús es la respuesta plena de Dios a todas nuestras búsquedas.
"Meditad en vuestra situación, construid el templo, dice el Señor" (1ª lectura I)
"Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación" (salmo II)
"Tenía ganas de verlo" (evangelio)
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 103-107

Lecturas Domingo 23 de Septiembre del 2012, Domingo 25º del Tiempo Ordinario - Ciclo B - Ciudad Redonda

Lecturas Domingo 23 de Septiembre del 2012, Domingo 25º del Tiempo Ordinario - Ciclo B - Ciudad Redonda

Lecturas Domingo 25º del Tiempo Ordinario - Ciclo B

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Domingo 23 de Septiembre del 2012
Primera lectura
Lectura del libro de la Sabiduría (2,12.17-20):

Se dijeron los impíos: «Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones,nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.»

Palabra de Dios
Salmo
Sal 53,3-4.5.6 y 8

R/.
El Señor sostiene mi vida

Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras. R/.

Porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte,
sin tener presente a Dios. R/.

Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago (3,16–4,3):

Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia. ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones.

Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,30-37):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se entera se, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»Palabra del Señor
José María Vegas, cmf
La cruz elegida y la elección del servicio
Jesús continúa con sus discípulos la enseñanza sobre la cruz que había iniciado en Cesárea de Filipo. La incomprensión y oposición que esta enseñanza provoca hace que Jesús la limite exclusivamente a los más cercanos y que evite el encuentro con las masas. En verdad el mensaje de la cruz sólo puede ser comprendido en el trato personal con el Maestro y, aún así, entenderlo y, sobre todo, aceptarlo no es cosa fácil. Y más si nos damos cuenta de que la cruz no es sólo la aceptación resignada de males que no podemos evitar, sino también un destino elegido. Esta es la clave que nos ofrece la primera lectura. Como un eco de los poemas del siervo de Yahvé del segundo Isaías (cf. Is 42, 1-7; 49, 1-7; 50, 4-9; 52, 13-15. 53, 10) este texto nos habla de la persecución del justo, que, en un dramático crescendo, llega hasta la condena a una muerte ignominiosa. Existen, de hecho, formas pasivas de presencia de la cruz que no podemos ni debemos buscar, como la enfermedad o la pobreza. Son males indeseables que, cuando resultan inevitables, hemos de tratar de sobrellevar, descubriendo en ellos un sentido que nos une a la cruz de Jesucristo. Pero, en la medida en que podamos evitarlos, debemos hacerlo. Jesús mismo alivia el hambre y la enfermedad de los que sufren, enseñándonos con ello que también nosotros debemos ayudar a los que padecen a superar sus males.
En cambio, el texto de la Sabiduría nos habla de una forma de sufrimiento que procede de la propia coherencia de vida, del compromiso con la verdad y la justicia, de la fidelidad a la propia conciencia y a Dios. No es raro que esta fidelidad y coherencia se atraigan la enemistad de algunos, del ambiente dominante que nos rodea, que no puede soportar un comportamiento que, por sí mismo, y aun sin pretenderlo, es una denuncia que pone al descubierto la inmoralidad entorno. La consecuencia de esta coherencia suele ser el rechazo y la persecución, en ocasiones incruenta (ridiculizar, difamar, hacer el vacío…), pero que a veces llega hasta el derramamiento de sangre. Se trata así de acallar la voz incómoda del profeta, presionándola para que se amolde a formas de mal socialmente aceptadas. Y, ante esta presión, el perseguido tiene que hacer una elección. Puede ceder y evitar la persecución adaptándose, y renunciando así a su propia conciencia, a sus convicciones morales o religiosas. Pero, a diferencia de las otras cruces, que en lo posible deben ser evitadas, aquí la única opción válida es la de aceptar la persecución para mantenerse fiel a uno mismo, al bien, la verdad, la justicia y la fe. Es decir, esta forma de cruz, si se presenta, ha de ser expresamente elegida, y siempre debemos estar en la disposición de cargar con ella. Así hay que entender este caminar lúcido y libre de Jesús hacia Jerusalén, donde sabe que le espera un proceso injusto y una muerte ignominiosa.
Este es el sentido de las palabras con las que Jesús cerraba el evangelio de la semana pasada: “el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará”. Estas palabras nos ayudan a comprender que elegir esta forma de cruz no tiene nada que ver con una especie de masoquismo espiritual, ni de heroísmo trágico. El anuncio de la pasión va acompañado de la profecía de la resurrección. El mensaje de la cruz es un mensaje pascual, que sin ocultar el rostro terrible y amenazante de la muerte, y una muerte de cruz (es decir, atroz e injusta), habla también del triunfo final del bien, de la justicia y de la Vida.
La instrucción a los discípulos, que de momento son incapaces de entender, significa que quien sigue a Jesús ha de aceptar no sólo el hecho de su trágico final, sino la disposición a vivir del mismo modo que él, con la misma coherencia y con las consecuencias negativas que pueden sobrevenir, como el único camino de salvación verdadera. Es una instrucción importante porque, como se ve en el texto de hoy, mientras Jesús les habla de su próxima pasión, ellos están preocupados por el éxito en este mundo, por alcanzar posiciones de prestigio y poder, que incluso se disputan entre ellos. Se puede decir que, al menos de momento, están en ondas completamente distintas. Pero Jesús no desespera por ello. Al contrario, toma pie en esa discusión de los apóstoles para introducirlos en la sabiduría de la cruz por la vía pedagógica del espíritu de servicio.
Frente a la lógica del poder, que busca el reconocimiento, la fama, la riqueza, el ser servido, Jesús propone otra forma de primacía: por un lado, hacerse servidor. No se trata de adoptar un espíritu servil, sino de hacer una libre elección. El servicio realizado libremente es parte de la esencia del amor. Pero, para ello, hay que dejar a un lado las actitudes arrogantes y autosuficientes. Y aquí entra en juego la enseñanza sobre los niños. Estos eran en la cultura del momento el prototipo de la insignificancia social. Jesús toma un niño y lo abraza, y lo señala como “el primero” y el más importante. Es claro que para los apóstoles el más importante era Jesús, al que confesaban como Mesías e Hijo de Dios. Pues bien, Jesús les dice que para acogerle a él, el más importante, tienen que acoger a los que, según los parámetros sociales, carecen de importancia, como ese niño, del que hace sacramento de su persona; y acogiéndole a él en los más pequeños acogen al mismo Dios. El verdadero camino de seguimiento de Jesús, que conduce a la salvación y a la vida, es el camino de la pequeñez (como la “infancia espiritual” de santa Teresa de Lisieux), del servicio y de la cruz.
La carta de Santiago nos da un cumplido ejemplo de esta sabiduría de la cruz. Cuando uno elige “ser importante”, “el más importante”, surge inmediatamente el conflicto, la envidia, la rivalidad, el desorden y toda clase de males. Esto es lo que sucede cuando uno pretende ante todo dar satisfacción a sus pasiones, poniendo a su servicio a los demás y las cosas más sagradas. Como atestigua Santiago, esto puede pasar incluso en el seno de la comunidad cristiana. Lo que indica hasta qué punto muchos creyentes siguen y seguimos sin entender ni aceptar el camino de la cruz y del servicio que nos propone Jesús. Y si esto es así, ¿qué testimonio pueden (podemos) dar? ¿Cómo anunciar el evangelio de Jesucristo, del amor y de la paz, si vivimos en contradicción con la enseñanza de nuestro Maestro? Cuando tal sucede, ¿no estamos volviendo sosa la sal y escondiendo la luz bajo el celemín? (cf. Mt 5, 13-16). Una fe vivida de modo tan incoherente hace estéril nuestra vida y vacía nuestra oración. Pero, no lo olvidemos, los discípulos tampoco entendieron enseguida las enseñanzas de Jesús. Igual que ellos, también nosotros estamos en camino, y tenemos la posibilidad de volvernos a la escucha de la Palabra, que es el mismo Cristo, y que nos comunica la sabiduría que viene de arriba, con sus actitudes de paz, comprensión, tolerancia y misericordia, y que da frutos de justicia y buenas obras, de servicio constante y sincero. Esta es la consecuencia de la escucha, acogida y comprensión de la Palabra del Señor, de la sabiduría de la cruz: convertirnos en mensajeros y agentes de paz, primero en la propia comunidad cristiana y, después, en el mundo entero.