lunes, 26 de diciembre de 2011

VIRGEN DE FÁTIMA - WEB DE CULTO Y ORACIÓN





























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Los tres mendigos



Los Reyes Magos habían salido del pesebre de Belén, donde habían ofrecido al Niño Dios sus regalos de oro, incienso y mirra. Regresaban a sus casas, pero habían tomado un caminos distinto, como se los había pedido el ángel. Apenas se fueron se presentaron otros tres personajes… extraños, solos sin cortejo, no había parecer en ellos ni hermosura: enfermos, fatigados, cubiertos de tanto barro y polvo que nadie podía decir de qué raza o de qué país eran.

El primero vestía harapos, parecía sediento y hambriento, su mirada cansada por las privaciones. El segundo caminaba torcido, trayendo cadenas pesadas en sus pies y en sus brazos, llevaba en su cuerpo heridas profundas y marcas de su cárcel. El último tenía el cabello largo y sucio, y su mirada perdida buscaba alivio sin saber dónde encontrarlo.

Los vecinos del pesebre habían visto llegar a varios visitantes, pero estos les asustaban. En verdad, cada uno se sentía pobre y miserable a su manera, sin embargo estos extranjeros eran diferentes… era como si fueran la personificación misma de las miserias de los hombres.

Así que empezaron a decirse unos a otros: ¡¡Nos dan miedo!! ¡¡Que no entren y se presenten al Niño!! ¡¡No!! ¡¡Hay que impedírselo!! Y se postraron delante de la puerta como para protegerla. Además, no llevaban consigo ningún regalo. Tal vez querían mendigar o quien sabe, ¡¡¡robar!!! Todos habían oído hablar del oro, y se sabe que el oro atrae ladrones… ¡¡Cuidado!!

En medio de sus argumentos se abrió la puerta y apareció José:
- ¡Hola José! Ten cuidado, aquí esta mala gente que quiere entrar. No les dejes acercarse al pesebre de la Navidad. No sabemos que intención traerán.

José miró a María, que con tierno cuidado acunaba al Niño, y, con una sonrisa les respondió:
- ¡¡No digan eso!! Cada hombre puede presentarse delante del Niño: sea pobre o rico, necesitado o magnífico, feo o hermoso, digno de confianza o de mala apariencia. El Niño no pertenece a nadie en particular, ni siquiera a nosotros que somos sus padres. Dejen entrar a estos viajeros… se ven cansados.

Poco a poco fueron abriendo un camino estrecho entre las gentes. José les acogió y dejó la puerta abierta. Todos se empujaban uno al otro para ver lo que habría de suceder.

Los visitantes entraron y se quedaron inmóviles, callados delante del Niño Dios. En aquel silencio, nadie podía decir cuál de los cuatro era más pobre: el Niño acostado en la paja del pesebre o los tres mendigos contemplándolo. Era como si el Niño, el hambriento, el prisionero y el extraviado compartieran todos la misma pobreza.

María hizo una seña a José y dijo algo a su oído. Entonces él se dirigió hacia el lugar donde había colocado los regalos que habían traído los Reyes Magos. La gente afuera empezó a murmurar de indignación: ¡¡No irá a hacerlo!! ¡¡No tiene derecho!! ¡¡El oro, el incienso y la mirra pertenecen al Niño!!!

José tomó los regalos y entregó el oro al hambriento desnudo, la mirra al prisionero herido y el incienso al triste desvariado.

Dijo al primero:
- Toma este oro, cómprate vestidos decentes y comida. Yo soy carpintero, puedo sostener a mi familia con mi trabajo…

Al segundo le dijo:
- No puedo romper tus cadenas, pero toma el bálsamo para aliviar tus heridas…

Y acercándose al tercero, le dijo:
- Para ti, el incienso. Cuando suba su perfume, estarás menos triste y desamparado. Ese incienso aliviará tu espíritu entristecido…

La gente estaba furiosa. Lo había regalado todo, gastándolo en aquellos mendigos. Despojó al Niño de sus regalos, ¡¡eso es un escándalo!! Y miraban a María buscando que ella actuara, pero ella les hizo un ademán para que se calmaran.

De pronto, habló el hambriento y respondió:
- Gracias por el oro. Pero si me voy a hacer compras con mis bolsillos llenos de riquezas, el comerciante creerá que soy un ladrón. Nunca he tenido fortuna, quédate con el oro, a ustedes le servirá.

El prisionero añadió:
- Hace mucho tiempo que mis miembros me duelen. Ahora ya me acostumbré. Aprendí a soportar el dolor. Pero cuando el Niño se hiera o se golpee, podrás curarlo con la mirra. Guárdala.

Finalmente, el desvalido dijo:
- Pertenezco al mundo de los pensamientos… He estudiado tantas filosofías y religiones. He pensado, buscado, preguntado, hablado… ahora ya no sé dónde está Dios en medio de todo esto. ¿Qué puede para mí el perfume del incienso? Sería solamente un poquito de humo… quédatelo y guárdalo para el Niño.

La curiosos que miraban estaban atónitos y José no entendía porqué rechazaban su ofrecimiento. Sólo el Niño y su Madre estaban tranquilos y parecían comprender. De ellos emanaba Paz y sus rostros resplandecían con una brillantez difícil de describir.

Entonces sucedió otra cosa extrañísima. El harapiento se acercó al Niño y dejó a sus pies su abrigo envejecido y remendado, el prisionero colocó sus pesadas cadenas y el desviado dejó su mirada perdida… apenas terminaron, le dijeron:

- Acepta estos humildes regalos. Un día te encontrarás desnudo y sin túnica, entonces te servirá este viejo abrigo roto, señaló el primero.

- Un día cargarás sobre ti una carga muy pesada, te apresarán y acusarán injustamente, entonces necesitarás unas cadenas, dijo el segundo.

- Un día te encontrarás solo, perdido y deshonrado. Acuérdate de mí en ese día en que compartas mi duda, mi terror, mi vergüenza y te sientas alejado de Dios, completó el tercero.

- No podemos llevar nuestras cargas solos, son demasiado pesadas: ¡¡Ayúdanos!! Grita con nosotros nuestra común desesperación, ¡¡qué Dios la oiga, qué el mundo la entienda!! Ese día será tu Hora y lo cambiarás todo.

José quiso proteger al Niño, echar fuera los mendigos y sus regalos. La gente gritaba furiosa. Pero no pudieron hacer nada. El abrigo, las cadenas y el terror estaban como pegados al Niño Dios. Desde el pesebre, el pequeño Jesús miraba tranquilo y atento, con los ojos fijos en aquellos pobres miserables y sus regalos. Y su Madre, silenciosa en un rincón, aunque no comprendía lo que sucedía, aceptaba la espada que desde ese instante comenzaba a traspasar su corazón.

Se hizo un silencio largo, larguísimo, eterno. Los tres mendigos se levantaron poco a poco, como liberados de una pesada carga. Sabían que en las manos de ese Niño se puede colocar todo: la pobreza, los sufrimientos, la tristeza por estar lejos de Dios… y con una mirada clara y su esperanza renovada salieron del pesebre, consolados y fortalecidos en sus necesidades: las habían compartido con su Dios.

Apuntes del camino | tengo sed de Ti

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jueves, 22 de diciembre de 2011

Luis Miguel - Noche de Paz - YouTube

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A Bélen Pastores - Villancicos - Musica Navideña - YouTube

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Blanca Navidad - Andrea Bocelli (Spanish Version) - YouTube

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QUE CANTEN LOS NIÑOS JOSE LUIS PERALES - YouTube

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NAVIDAD - JOSE LUIS PERALES VIDEO ORIGINAL - YouTube

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RAPHAEL...EL NINO DEL TAMBOR. - YouTube

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martes, 1 de noviembre de 2011

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

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Cine católico

Cine católicoBIENAVENTURANZAS DEL JOVEN



1. Felices nosotros, los jóvenes, si participamos activamente y con plena libertad en nuestra familia, contribuimos a su desarrollo y fomentamos su entusiasmo día a día. ¡Alegrémonos, porque desde la familia construiremos una sociedad en paz que crezca on el amor.



2. Feliz tú, joven, si haces de tu casa un hogar y no una pensión, y eres levadura de amor y alegría. ¡Alégrate, porque gozarás con el cariño y el respeto de los tuyos y de Dios.



3. Felices nosotros, los jóvenes, si con la fuerza de Cristo y de la Comunidad somos capaces de vencer las barreras que nos impiden crecer en unión y comunicamos con todas las personas. ¡Alegrémonos, porque seremos testigos de unidad.



4. Felices nosotros, los jóvenes, si construimos una Iglesia joven, creíble y coherente con el mensaje de Jesús, asumiendo sus fallos y dificultades. ¡Alegrémonos, porque aparecerá mas claro en ella el rostro de Cristo.



5. Feliz tú, joven, si eres capaz de ir contra corriente, de estar junto al hermano, de dar la cara por Cristo y su Iglesia, sin miedo al qué dirán. ¡Alégratel, porque serás testigo de Jesús.



6. Feliz tú, joven, si valoras el estudio como instrumento de formación y de servicio, nunca como medio para competir. ¡Alégrate, porque estarás abriendo caminos que conducen el auténtico progreso.



7. Feliz tú, joven, si das lo que sabes y agradeces lo que te enseñan. ¡Alégrate, porque estarás, más cerca de la verdad.!



8. Feliz tú, joven, si, analizando tus propios valores, te sitúas allí donde tu finalidad no sea ganar más, sino servir mejor; si te entregas al trabajo con responsabilidad y constancia, haciéndote solidario de tus hermanos en paro; si. ante la falta de trabajo, no te dejas vencer por la desesperanza y buscas nuevos caminos. ¡Alégrate¡, porque harás presente el Reino de Dios y reconocerás al hombre como señor de la creación.



9. Felices nosotros, los jóvenes, si sabemos hacer la síntesis entre fe y cultura, que nos lleve a renovar nuestros sistemas de valores, líneas de pensamiento y modelos de vida. ¡Alegrémonos, porque una fe que se hace cultura es una fe plenamente acogida y fíelmente vivido.



10. Felices nosotros, los jóyenes, si tenemos el coraje de la autenticidad y lealtad cuando la mentira y las ofertas son fascinantes y tentadoras; si utilizamos nuestra fuerza joven para crear y difundir un sistema nuevo de vida frente a la indiferencia y la crítica destructiva. ¡Alegrémonos¡, porque seremos levadura de una nueva sociedad.



11. Felices nosotros, los jóvenes, si por encima de barreras deshumanizadoras nos sentimos hermanos de mujeres y hombres de cualquier raza, ideología, religión, lengua, cultura o condición social. ¡Alegrémonos!, porque sembraremos huellas de paz entre los hombres.



12. Feliz tú, joven, si crees en la locura de cambiar este mundo de guerras, violencias, desigualdades, opresiones, manipulaciones e injusticias, y, con todas tus fuerzas, a un a riesgo de tu vida, eres constructor de la nueva civilización del amor. ¡Alégrate¡, porque tu ideal de fraternidad y justicia puede ser una realidad.



13. Felices nosotros, los jóvenes, si rompemos nuestra coraza de comodidad; si, como Jesús nos comprometemos con los marginados y ponemos a su disposición cuanto somos y tenemos; si, con nuestra vida, gritamos su angustia y animamos a otros a caminar en esta aventura. ¡Alegrémonos¡, porque se cumplirá en nosotros la palabra de Cristo «Cuanto hiciste a uno de mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis.»



14. Felices nosotros, los jóvenes, si ocupamos el tiempo de ocio en desarrollar integralmente nuestras personas a través del deporte, la naturaleza, la música, la fiesta, las artes...¡Alegrémonos!, porque seremos felices y haremos felices a los que nos rodean.



15.Feliz tú, joven, si tu tiempo libre es creativo, alegre y compartido con los demás. ¡Alégrate!, porque harás del ocio tu tiempo de libertad y comunicarás paz y deseos de vivir.



16. Felices nosotros los jóvenes si adoptamos una actitud crítica frente a la manipulación de los medios de comunicación social; si tenemos los oídos atentos para escuchar la verdad y el clamor de los pueblos; si transmitimos el mensaje de Jesús con las técnicas modernas de comunicación social. ¡Alegrémonos!, porque seremos puente entre Cristo y los hombres.

Web católico de Javier


MARCO-TODOS-LOS-SANTOS

MARCO-TODOS-LOS-SANTOS
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Ver más comentarios el DOMINGO/04A y DOMINGO/06C
1. Bienaventuranzas

El texto comienza con un escenario de excepción. Con bastante probabilidad, en la intención del autor, el monte desborda toda ubicación geográfica en Palestina para situarse en el Sinaí, el monte por excelencia en la tradición judía, donde tuvo lugar la constitución del pueblo de Dios. Este pueblo había ido perdiendo su identidad hasta el punto de ser uno más en el conjunto de pueblos, con los mismos recursos, los mismos intereses y las mismas metas.

Presentando a Jesús subiendo al monte, Mateo quiere significar con ello que va a tener lugar el acto fundacional del nuevo pueblo de Dios, con Jesús como nuevo Moisés, como nuevo líder.

El acto constitucional del nuevo pueblo no son principios abstractos, sino que recoge situaciones de hecho de sus miembros.

De estas situaciones, unas son pasivas, en cuanto que sus miembros las padecen (vs.3. 4. 6. 10 y 11), y otras activas, en cuanto las generan (vs. 5. 7-9). A las primeras pertenecen la pobreza, el llanto, el hambre y la sed, los malos tratos y la persecución. Se trata de situaciones de sufrimiento físico que el miembro del pueblo de Dios se ve obligado a padecer por causa de su dedicación a la justicia, es decir, a la construcción de un nuevo modelo de sociedad llamado Reino de Dios. No se deja vencer por ellas, sino que las sufre con gozo. A estos que viven así el realismo de la vida, Jesús los declara bienaventurados. No son, pues, las situaciones las que son objeto de la bienaventuranza de Jesús, sino las personas que no se dejan derrotar por ellas; las personas, por ejemplo, que aceptan vivir el mal de la pobreza.

Esto es lo que significa la formulación "pobres de espíritu" de Mateo.

El comienzo del acto constitucional del nuevo pueblo de Dios es un canto a las personas que sufren por intentar hacer posible el Reino de Dios. Es un canto fantástico por su sencillez y que ciertamente gustan en toda su hondura las personas que saben de sufrimiento por construir algo mejor.

DABAR 1980, nº 55


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2.ABNEGACIÓN RESIGNACIÓN BITS/QUE-SON

Las bienaventuranzas no son propiamente una enseñanza sino una declaración. Jesús declara dichosas a todas aquellas personas que se encuentren en las siguientes situaciones: pobreza voluntaria, no violencia, llanto, ansia de justicia, ayuda a los demás, limpieza de miras, búsqueda de la paz y, por último, persecución por causa de la justicia o por seguir a Jesús.

Las personas que Jesús declara dichosas son todas ellas activas y comprometidas en la consecución de un orden de cosas diferente al habitual. A todas ellas Jesús les abre un futuro y una esperanza: el futuro y la esperanza que tienen su origen en el orden de cosas en el que Dios en persona está comprometido.

Comentario. Resulta iluminador leer este texto después de tantos domingos de familiaridad con el evangelio de Mateo. Estamos así en posición mejor para poder comprender que Mateo ha escrito su evangelio teniendo presente un proyecto ambicioso y arriesgado de discípulo. Ambicioso porque apunta a un orden de cosas diferente al existente; arriesgado porque compromete la tranquilidad y la vida misma del discípulo.

En una ocasión hablábamos del negarse a sí mismo no como una autodisciplina sino como un ponerse en la cola y un estar a disposición de los demás. Hoy, en este texto, encontramos situaciones típicas de negación de sí mismo.

Permítaseme repetirlas para que se nos queden bien grabadas: pobreza con los que son pobres, no-violencia, llanto con el que sufra, ansia de justicia, ayuda a los demás, limpieza de miras, compromiso con la paz, persecución.

Probablemente podrían formularse tantas situaciones cuantas personas concretas estamos en el mundo. Pero probablemente también, las ocho recogidas en este texto reflejan y engloban los mil y uno casos concretos.

J/MAESTRO. Estamos ante un texto grandioso por muchas razones. Hoy quiero apuntar sólo una. La actividad docente de un Maestro de la categoría de Jesús no se inaugura dando doctrina, sino teniendo una palabra de ánimo para todos aquellos que tienen el coraje y la altura de hacer algo por los demás y por cambiar el orden existente. Todos ellos están en la línea de lo que significa ser discípulo de Jesús. Discípulo de Jesús sólo se es en la medida en que se haga algo por los demás y por cambiar el orden existente.

ALBERTO BENITO
DABAR 1990, 53


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3.

Las bienaventuranzas no son una compensación fantaseada para hacer que las masas se resignen más fácilmente ante las frustraciones que ofrece la realidad; no son un consuelo por las privaciones que impone la vida, no son un estímulo para encajar situaciones injustas; no son un freno al cambio activo de la realidad.

Las bienaventuranzas son más bien la voluntad inconformista y decidida de transformar la realidad. Jesús en esta catequesis habla de hombres y mujeres activos que, frente a situaciones concretas injustas, adoptan actitudes justas. Y por el solo hecho de adoptarlas, son bienaventurados, no desgraciados o ilusos según criterios de muchísimos humanos. Porque en realidad sólo Dios es capaz de hacer justicia, y es él quien los llama dichosos.

EUCARISTíA 1988, 52


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4.POBREZA/CONFIANZA:

Llamando bienaventurados a los pobres, Jesús no expresa simplemente un buen deseo para que todo les vaya bien, sino que proclama un hecho: que "de ellos es el Reino de los Cielos" (esto es, el Reino de Dios; los judíos hablaban de los "Cielos" refiriéndose a Dios, no a un lugar). Aunque este Reino está por venir, vendrá ciertamente para los pobres y no para los que no lo son. A partir de la cautividad de Babilonia se llamaba "pobres" a los fieles o "justos" y a la inversa, pues eran precisamente los pobres los que mantenían la esperanza y conservaban la fe de Israel. Jesús llama "pobres" a quienes, no teniendo nada (sentido social de la pobreza) ponen su confianza en Dios (sentido religioso de la pobreza). A partir de ahí Mateo acentuaría más el sentido religioso y Lucas el sentido o significado social de la pobreza. La especial atención que presentó Jesús a los desposeídos, a los enfermos y marginados de su tiempo, demuestra que puso en primer plano la pobreza real sin la que no es posible la pobreza espiritual. Sólo cuando nos olvidamos de que Jesús exigió la pobreza real como condición para seguirle, podemos utilizar ideológicamente lo que en la versión de Mateo se dice de "los pobres de espíritu". La pobreza espiritual no es otra cosa que la radicalización e interiorización de la pobreza real y, de ningún modo, un pretexto para hacer más confortable el cristianismo a los que siguen siendo ricos a costa de los pobres.

......

Mientras Lucas se refiere al hambre corporal, Mateo nos habla del hambre y sed de Justicia. Ciertamente que la "justicia" es aquí el cumplimiento de la voluntad de Dios o de la palabra de Dios, que es el alimento de la verdadera vida; pero los que sienten hambre de esta justicia no pueden estar satisfechos con las injusticias sociales. Por otra parte, cuando se manifiesta toda la justicia de Dios no quedará sin cumplir cualquier otra justicia.

EUCARISTÍA 1985, 50


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5.

La liturgia de hoy nos presenta las Bienaventuranzas como síntesis del mensaje cristiano, como proyecto de vida para vivir la santidad de Dios. Exegéticamente, el género bienaventuranza no es nuevo en el NT, ni tampoco es exclusivo de los evangelios. El AT nos presenta numerosos ejemplos de bienaventuranzas; sólo en el libro de los Salmos nos encontramos con más de 20 (cf. Sal 4O, 2; 127, 1 etc.). El Apocalipsis de Juan ritma su texto con 7 bienaventuranzas (cf. 1,3; 14,13; 16,15; 19,9; 2O,6; 22,7; 22,14).

Las ocho bienaventuranzas con que Mateo introduce el Sermón de la Montaña se muestran literariamente bien construidas, lo que nos muestra la mano del redactor eclesial: la primera y la última contienen la misma promesa y la cuarta y la octava (dos mitades!) mencionan la justicia. Cuatro de ellas presentan situaciones de conflicto: pobreza, llanto, sufrimiento, hambre-sed y persecución. Y tres se centran en acciones positivas: misericordia, limpieza de corazón, esfuerzo por la paz. No pretenden ser exhaustivas, presentar todas las situaciones humanas susceptibles de dicha evangélica: pero sí nos muestran un amplio abanico de situaciones de indigencia y de compromiso por el prójimo: en todos ellos se hace patente el rostro de Dios.

En la novena bienaventuranza recae el acento: en la misma persecución por causa del Evangelio se manifiesta el gozo de Dios. Cualquier situación humana, vivida en la línea del Evangelio, es buena para realizar el proyecto de santidad que Dios espera de nosotros.

JORDI LATORRE
MISA DOMINICAL 1991, 15
















Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal