miércoles, 15 de abril de 2009

LUNES DE LA SEMANA PRIMERA DE PASCUA




 


Libro de los Hechos de los Apóstoles 2,14.22-32.

Entonces, Pedro poniéndose de pie con los Once, levantó la
voz y dijo: "Hombres de Judea y todos los que habitan en Jerusalén, presten
atención, porque voy a explicarles lo que ha sucedido. Israelitas, escuchen: A
Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó ante ustedes realizando por su
intermedio los milagros, prodigios y signos que todos conocen, a ese hombre que
había sido entregado conforme al plan y a la previsión de Dios, ustedes lo
hicieron morir, clavándolo en la cruz por medio de los infieles. Pero Dios lo
resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque no era posible que
ella tuviera dominio sobre él. En efecto, refiriéndose a él, dijo David: Veía
sin cesar al Señor delante de mí, porque él está a mi derecha para que yo no
vacile. Por eso se alegra mi corazón y mi lengua canta llena de gozo. También mi
cuerpo descansará en la esperanza, porque tú no entregarás mi alma al Abismo, ni
dejarás que tu servidor sufra la corrupción. Tú me has hecho conocer los caminos
de la vida y me llenarás de gozo en tu presencia. Hermanos, permítanme decirles
con toda franqueza que el patriarca David murió y fue sepultado, y su tumba se
conserva entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como él era profeta, sabía que
Dios le había jurado que un descendiente suyo se sentaría en su trono. Por eso
previó y anunció la resurrección del Mesías, cuando dijo que no fue entregado al
Abismo ni su cuerpo sufrió la corrupción. A este Jesús, Dios lo resucitó, y
todos nosotros somos testigos.

Salmo 16,1-2.5.7-11.

Mictán de David. Protégeme, Dios mío, porque me refugio en
ti.
Yo digo al Señor: "Señor, tú eres mi bien, no hay nada superior a ti".

El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡tú decides mi suerte!

Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi
conciencia!
Tengo siempre presente al Señor: él está a mi lado, nunca
vacilaré.
Por eso mi corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y todo mi
ser descansa seguro:
porque no me entregarás la Muerte ni dejarás que tu
amigo vea el sepulcro.
Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de
gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha.



Evangelio según San
Mateo
28,8-15.


Las
mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del
sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos. De pronto, Jesús salió a su
encuentro y las saludó, diciendo: "Alégrense". Ellas se acercaron y, abrazándole
los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: "No teman; avisen a mis
hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán". Mientras ellas se alejaban,
algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo
que había sucedido. Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo,
dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, con esta consigna: "Digan
así: 'Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras
dormíamos'. Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos
de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo". Ellos
recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido
entre los judíos hasta el día de hoy.

Extraído de la
Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
 


 


LECTURAS: 


1ª: Hch 2, 14.22-32 = PASCUA
03A


2ª: Mt 28, 8-15 





 


1. /Hch/LIBRO:


Durante la "cincuentena" pascual que sigue a la "cuarentena" de la
cuaresma, de ahí el nombre de Pentecostés, nos introduciremos en el ámbito de la
Iglesia naciente. San Lucas, como prolongación de su evangelio, nos relata los
treinta primeros años de la Iglesia, hasta el año 63 después de Jesucristo. En
los cinco primeros capítulos veremos el nacimiento de la Iglesia en Jerusalén.
En los capítulos seis a once, contemplaremos la expansión de la Iglesia hacia
Samaría y Siria. En fin, a partir del capítulo doce, el evangelio gracias a la
actividad misionera de San Pablo se extiende por todo el oriente Medio y
Grecia.


Hombres y mujeres, Apóstoles y cristianos han vivido esa
sorprendente epopeya misionera. Pero, tras los «hechos» de los apóstoles, se
halla un solo "actor", ¡el Espíritu! o, más exactamente, el Señor Jesús
viviente, glorificado, resucitado, que actúa por su Iglesia en la potencia del
Espíritu.


El dinamismo extraordinario de la Iglesia de los primeros tiempos,
proviene por entero de la convicción, de la Fe, que animaba a los primeros
creyentes: Jesús ha resucitado... Jesús está vivo... Jesús está presente entre
nosotros.


Por esta razón se leen los Hechos de los Apóstoles como
prolongación de la Pascua ¡Espíritu de Dios, ven a nosotros! ¡Abre nuestros
corazones y nuestras mentes! Durante esos cincuenta días -pentecostés significa
"cincuenta"- haznos descubrir que tu resurrección no es solamente un maravilloso
hecho histórico del pasado, que se ha desarrollado en fecha precisa y en lugar
concreto... sino que esta Resurrección es un misterio actual que perdura
siempre, un dinamismo vital que actúa continuamente todavía HOY.


-Pedro, de pie en medio de los once, decía con voz fuerte:
Escuchad...


Imagino la escena. Es el día de Pentecostés, el primer día de la
Iglesia: los apóstoles acaban de ser sorprendidos, embargados por el Espíritu.
Salen a la entrada de la casa. «El viento violento» que ha sacudido el barrio ha
provocado una aglomeración.


Pedro, rodeado de los once, toma la palabra: habla muy alto,
seguramente llegarán a tomarlo por ebrio.


-Jesús el Nazareno, el que matasteis en una cruz, Dios lo ha
resucitado. Los acontecimientos son recientes. En una ciudad limitada como
Jerusalén, se conservan en el recuerdo de todos.


De hecho, un condenado a muerte ¡no es cosa de cada semana! Se le
recuerda. Muchos de los auditores de Pedro debieron de haber ido a ver la
ejecución sobre el Gólgota.


Debieron de ver su cadáver, colgado por los clavos en el patíbulo.
Pudieron ver también el lanzazo final que abrió el corazón del
condenado.


Y Pedro acaba de decirles: después de todo esto ¡nosotros le hemos
vuelto a ver! ¡más vivo que antes!


-El salmo de David dice de Cristo: «Mi carne descansa confiada: Tú
no puedes abandonar mi espíritu al abismo... No dejarás que tu Santo vea la
corrupción. Pedro, para un público de judíos, se refiere a la Biblia, cita un
salmo.


NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 3
PRIMERAS
LECTURAS PARA ADVIENTO - NAVIDAD
CUARESMA Y TIEMPO PASCUAL
EDIT.
CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 174 s.





2. RS/SEPULCRO 


Del sepulcro vacío parten dos embajadas: la de las mujeres
convertidas en mensajeras de la resurrección, y la de los guardianes del
sepulcro, que se dirigen a los sumos sacerdotes para comunicarles lo ocurrido.
Hay un hecho cierto que nadie se atreve a negar; el sepulcro vacío. Lo afirman,
por supuesto, las mujeres mensajeras; lo declaran los guardianes del sepulcro;
no lo pueden negar los sumos sacerdotes. Sin embargo, este hecho, admitido por
todos, tiene diversas posibilidades de explicación; es decir, del sepulcro vacío
no se deduce con evidencia la resurrección de quien había sido puesto en
él.


El presente relato de Mateo recoge dos posibilidades de las
apuntadas; una: que Jesús ha resucitado; otra, que el cadáver de Jesús había
sido robado. Las dos posibilidades son expuestas por el evangelista
aparentemente con gran neutralidad. Debe ser el lector del evangelio quien se
decida por una u otra.


¿Es convincente la versión dada por los sumos sacerdotes?
Evidentemente que no. El lector debe decidirse a admitir la primera posibilidad:
la resurrección de Jesús atestiguada por las mujeres.


Pero lo que ocurrió en los primeros momentos, sigue ocurriendo. La
resurreccción de Jesús no es un hecho controlable, sino un hecho sobrenatural
admisible únicamente desde la fe. Cuando se cierra el corazón a la fe, la
resurrección pasa automáticamente al terreno de la leyenda. En el momento en que
escribe Mateo su evangelio continuaban las discusiones entre los judíos y los
cristianos. El simple hecho de la existencia de la comunidad cristiana en
Jerusalén y de su predicación era una denuncia constante contra las autoridades
judías.


El libro de los Hechos de los Apóstoles constituye el mejor
testimonio de ello.


La presencia cristiana entre los judíos era molesta e intolerable
porque, en definitiva, significaba que ya había tenido lugar la última y
definitiva intervención de Dios en la historia, que habían comenzado los últimos
tiempos, que había comenzado el mundo nuevo, el Reino de Dios. Que los judíos
siguiesen esperando todo esto para el futuro estaba, por tanto, fuera de lugar.
Ellos habían perdido ya su razón de ser. Debían, por tanto, convertirse a la
nueva realidad. Ellos, en lugar de hacerlo, prefieren divulgar una calumnia, que
volverá a repetirse muchas veces a lo largo de la historia de la
Iglesia.


COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID
1976.Pág. 1099 s.





3.


Durante la primera semana después de la Pascua, leemos algunos
relatos que nos hablan de la resurrección.


-Al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra
María...


Son amigas de Jesús.


Han vuelito a la tumba de Jesús por amistad, como entre nosotros,
después del sepelio de un ser querido suele hacerse una visita al
cementerio.


Son las mismas, precisamente que en la tarde del viernes asistieron
al amortajamiento.


(Mateo, 27, 55-56). No hay pues error posible sobre esta tumba.
¡Danos, Señor, tu amor!


Sólo se ve bien con el corazón. Sólo el amor introduce en el
conocimiento profundo de los seres con los que vivimos.


-Después de haber visto al ángel del Señor, que les había dicho:
"No temáis. Buscáis a Jesús, no está aquí, ha resucitado como había
dicho".


Se alejaron rápidamente del sepulcro... llenas de
temor...


¡Dios está ahí! Hay dos signos claros para todo el que conoce el
lenguaje bíblico:


--"el ángel", mensajero de Dios.


-- el "temor", sentimiento constante en presencia de lo
divino.


Yo también quisiera dejarme aprehender por esta
Presencia.


-Y con gran gozo corrieron a comunicarlo a los
discípulos.


Temor y gozo, a la vez.


Primera reacción: correr... ir a llevar la noticia... Son muchos
los que "corren" la mañana de Pascua. Pedro y Juan pronto también correrán para
ir a ver. (Juan, 20, 4) ¿Tengo yo ese gozo? ¿Anuncio la "gozosa nueva" de
Pascua?


-Jesús les salió al encuentro diciéndoles: Dios os salve. Ellas,
acercándose, le abrazaron los pies y se postraron ante El.


Es Jesús el que toma la iniciativa. Es El quien se presenta, quien
les da los "buenos días". Es siempre tan "humano" como antes. Probablemente les
sonríe.


Pero ellas, manifiestamente ¡están ante la majestad divina! Como
derrumbadas, el rostro en tierra. Su gesto es de adoración.


Entonces Jesús les dice: "No temáis".


Es lo que Dios dice siempre. El temor es un sentimiento natural
ante Dios. Pero Dios nos dice: "No temáis".


-"Id y decid a mis hermanos que vayan a Galilea y que allí me
verán.


Jesús, netamente, envía a la misión. Si se da a conocer a algunos,
no es para que nos regocijemos de ello... sino para que nos pongamos en camino
hacia nuestros hermanos. "Id a avisar a mis hermanos." Después de esta
meditación, ¿qué voy a hacer? Estoy entre los "amigos" de Jesús si participo en
la evangelización.


-Mientras iban ellas, algunos de los guardias vinieron a la ciudad
y comunicaron a los príncipes de los sacerdotes todo lo sucedido. Reunidos estos
en consejo tomaron bastante dinero y se lo dieron a los soldados diciéndoles:
"Decid que viniendo los discípulos de noche, lo robaron mientras nosotros
dormíamos..." Esta leyenda se difundió entre los judíos hasta ahora.


Esta es la solución que los "enemigos" han encontrado para explicar
la tumba vacía... que les estorbaba. Los jefes judíos no desmienten el "hecho":
le buscan otra explicación... inverosímil.


NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE
ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 178 s.





4.


1. Qué valentía la de Pedro cuando el día de Pentecostés, ante todo
el pueblo, proclama la resurrección de Jesús.


El que hacía pocos días le había negado, asustado ante los guardias
y las criadas del palacio de Pilato, jurando que ni le conocía, ahora comienza,
ante el pueblo y luego ante las autoridades de Israel, una serie de testimonios
a cuál más intrépidos, que iremos leyendo a lo largo de esta semana. Entre sus
negaciones y su testimonio ha habido un acontecimiento decisivo: la resurrección
de Jesús y el envío de su Espíritu en Pentecostés. Pedro y los suyos han
madurado mucho en la fe.


Esta primera predicación de Pedro es una catequesis clara y
contundente sobre la persona de Jesús, dirigida precisamente a los habitantes de
Jerusalén, los que habían estado más directamente implicados en su muerte:
«vosotros lo matasteis en una cruz, pero Dios lo resucitó, y nosotros somos
testigos».


Pedro centra con decisión su anuncio en la muerte y resurrección de
Jesús. Cuando le vieron morir, parecía como que Dios le abandonaba: «ha salvado
a otros, que se salve a sí mismo; si confía en Dios, que le salve, porque ha
dicho que es el Hijo de Dios» (Mt 27,42s).


El mismo Jesús grita desde la cruz: "¿por qué me has abandonado?".
Pero Dios le resucitó, y ahora Pedro y los suyos son testigos de cómo le ha
reivindicado delante de todos.


En la lectura, y luego en el salmo responsorial, tenemos un ejemplo
muy claro de cómo la primera generación «cristianizaba» los salmos, cómo los
interpretaba desde Cristo.


Allí donde el salmista, un judío creyente sumido en el dolor pero
lleno de confianza, afirmaba: «con él a mi derecha no vacilaré... mi carne
descansa serena, porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel
conocer la corrupción, me enseñarás el sendero de la vida», Pedro, y con él la
comunidad cristiana, ponen estos sentimientos en boca del mismo Cristo Jesús.
Consideran que la resurrección de Jesús ya estaba anunciada proféticamente en
este salmo, que ahora resulta un verdadero «Magnificat» puesto en boca del
Resucitado.


2. a) Dos grupos de personas han visto el sepulcro vacío y corren a
anunciarlo, aunque de forma muy distinta: las mujeres y los guardias.


No es pequeño el mérito de aquellas mujeres seguidoras de Jesús. Le
habían acompañado y ayudado durante su ministerio. Estuvieron presentes al pie
de la cruz, con una valentía que dejaba en evidencia la cobardía de la mayoría
de los apóstoles. Son también las que acuden antes al sepulcro, y ahora merecen
la primera aparición del Resucitado.


Al ver el sepulcro vacío y oír las palabras del ángel que les
asegura que «no está aquí, ha resucitado», se marchan presurosas, llenas a la
vez de miedo y de alegría. Y en seguida se les aparece el mismo Jesús. Ellas
venían en busca de un muerto y ahora le encuentran vivo. La primera palabra que
les dirige es: «alegraos... no tengáis miedo», y les da un encargo: «id a
comunicar a mis hermanos...». Estas mujeres creyentes son las que primero pueden
dar testimonio de la resurrección de Jesús y se convierten en mensajeras de la
gran noticia para con los mismos apóstoles: apóstoles de los apóstoles. Aunque
no les van a hacer mucho caso.


Los guardias también han visto el sepulcro vacío. Su primer
sentimiento es el miedo, porque han descuidado la misión que les habían
encomendado. Pero aceptan el soborno que les proponen: la corrupción es un mal
muy antiguo. Y hacen correr la voz de que han robado el cadáver del
crucificado.


b) No tengáis miedo. Id a decir...


También nosotros nos sentimos animados por esta palabra, que nos
invita ante todo a no perder nunca la esperanza. Y además, a seguir dando
testimonio del Resucitado en nuestro mundo.


Primero fueron aquellas mujeres. Y como ellas, cuántas otras, a lo
largo de la historia de la Iglesia, han dado parecido testimonio de Cristo Jesús
en la comunidad cristiana, en la familia, en la escuela, en los hospitales, en
las misiones, en tantos campos de la vida social.


Después de las mujeres vinieron Pedro, Juan y los demás apóstoles,
y generaciones y generaciones de cristianos a lo largo de dos mil años. Y ahora,
nosotros. En medio de un mundo que sigue prefiriendo la versión del robo, u
otras igualmente pintorescas, los cristianos recibimos el encargo de anunciar a
Cristo Resucitado, único salvador de la humanidad. Ante tantos que sufren
desorientación y desencanto, nosotros nos convertimos en testigos de la vida y
de la esperanza.


Probablemente, ante las dificultades y la apatía de muchos, también
nosotros necesitemos oir la palabra alentadora: «alegraos... no tengáis miedo...
seguid anunciando...». Nuestro testimonio será creíble si está convertido en
vida, si se nos nota en la cara antes que en las palabras. La Resurrección de
Jesús no es sólo una noticia, una verdad a creer o un acontecimiento a recordar:
es una fuerza de vida que el Resucitado nos quiere comunicar a cada uno de
nosotros.


Uno de los momentos privilegiados de nuestro encuentro con él es la
Eucaristía. Cada vez que la celebramos deberíamos salir, como las mujeres del
evangelio, llenos de la buena noticia y de la experiencia de comunión con el
Señor, dispuestos a comunicar con verdadero aire de alegría a nuestra sociedad,
a nuestra familia, a nuestra comunidad religiosa, el mensaje de vida que nos ha
encargado el Señor resucitado.


También nosotros, como el salmista creyente y como Jesús en el
trance de su muerte, podemos decir el salmo 15 con sentido. Si estamos
experimentando momentos de desconcierto o de dolor, digámosle a Dios, al inicio
de la Pascua: «con él a mi derecha no vacilaré... me enseñarás el sendero de la
vida». Las dificultades de la vida pertenecen a nuestro seguimiento de ese
Cristo que llegó a la nueva existencia a través de la pasión y de la muerte. Con
él estamos destinados todos a la vida


Por eso escuchamos y creemos la consigna del Resucitado:
«alegraos».


«El Señor ha resucitado de entre los muertos: alegrémonos todos,
porque reina para siempre» (entrada)


«Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu
presencia» (1a lectura)


«Alegraos, no tengáis miedo» (evangelio)


«Señor, que la gracia del misterio pascual llene totalmente nuestro
espíritu» (poscomunión)


J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día
tras día
Barcelona 1997. Págs. 21-24





5.


Primera lectura : Hechos 2, 14. 22-32 Dios lo resucitó rompiendo
las ataduras de la muerte


Salmo responsorial : 15,1,1-2a.5.7-8.9-10.11 Protéjeme, Dios mío,
que me refugio en ti


Evangelio : Mateo 28, 8-15 Comuniquen a mis hermanos que vayan a
Galilea; allí me verán


Las mujeres ansiosas y entusiasmadas por la noticia dada por el
Angel de sobre la resurrección de Jesús, abandonan presurosas el sepulcro y van
a avisar a los discípulos. Jesús se les aparece y las saluda. La alegría las
embarga de emoción. Jesús las insta para que vayan a avisar a sus hermanos y les
pone cita en Galilea. Este hecho, tan pronto es conocido por las jerarquías del
templo, es ocultado, para que no llegue a oídos del gobernador romano. La
pregunta obligada es: ¿por qué los sacerdotes judíos quisieron esconder la
resurrección de Jesús tanto a las autoridades romanas como al pueblo?


Existe el propósito de los sacerdotes judíos de aquel entonces que
desean contrarrestar la resurrección de Jesús. Saben que este hecho les
debilitará sus pérfidas verdades, las que han querido hacer aparecer como
grandes absolutos. La gran verdad que encierra la resurrección será su
preocupación y para desvirtuarla agotarán todos sus energías hasta sus más
mínimos recursos. Pero sus intentos siempre terminarán en el fracaso ya que la
resurrección es un fenómeno interior.


Las posteriores comunidades auténticamente cristianas saldrán
invictas frente a esta confabulación sencillamente por el hecho de que la
resurrección será interpretada como un hecho interior de fe. Ahí la aparición
física de Jesús ante sus ojos cuenta muy poco, porque al Jesús que todo lo
transforma comienzan a sentirlo desde dentro, en la medida que comienzan a
sentir la necesidad de transparentarlo. Es por lo que los judíos, por mucho que
sobornaran a soldados e inventaran cualquier cantidad de calumnias y mentiras,
no destruirían nunca ese hecho interior irrefutable. Por eso una comunidad
convencida de su fe puede pasar por todo tipo de persecuciones, calumnias o toda
suerte de vejámenes, que nunca le podrán destruir su experiencia
interior.


SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO





6.


Los discípulos se encontraban reunidos en una casa por temor a las
autoridades judías. El Espíritu de Jesús irrumpe y los obliga a enfrentar la
realidad. Al salir de la casa, Pedro se pone de pie, toma la palabra y se dirige
a los asistentes para aclarar lo que allí ha ocurrido.


"Ponerse de pie" es una expresión con alto contenido simbólico.
Muestra la transformación de un estado de postración (tullido) y de temor en un
salto decisivo hacia adelante. Se encaran las situaciones por difíciles que
sean. El espíritu del Resucitado es el que provee la fuerza e inspira las
palabras y las actitudes oportunas.


Pedro dirige su "discurso" a judíos y gentiles. A todos les
recuerda que ellos no actúan por fanatismo: "éstos no están borrachos". A los
israelitas les recuerda lo que ellos habían hecho con Jesús de Nazaret. A pesar
del juicio injusto, la muerte ignominiosa y la difamación pública de su nombre,
Dios quiso realizar sus designios en Jesús. Por la resurrección confirmó la
autenticidad de su práctica. Este acontecimiento que revierte completamente el
curso habitual de la historia, es testificado por un grupo de hombres y mujeres
que están dispuestos a dar su vida por él.


En el evangelio de Mateo, María Magdalena y la otra María son las
primeras testigos de la resurrección. Después de los bochornosos acontecimientos
del viernes, ellas van el primer día de la semana al sepulcro del Maestro. Sin
embargo, el mensajero de Dios las invita a buscar a Jesús entre los vivos y no
en medio de los cadáveres.


"Ellas salieron del sepulcro con temor y gran gozo". El estado de
postración y de sufrimiento por la muerte del Maestro es reemplazado por la
decisión y el entusiasmo. Ellas salen decididas a anunciar la "Buena Noticia".
De camino, Jesús les sale al paso y confirma la certeza de su misión. Las envía
a dar las noticias a toda la comunidad cristiana y a congregar a los discípulos
en Galilea, en el sitio de partida. La resurrección es el nuevo comienzo, el
primer día de la nueva creación. Las mujeres, las primeras protagonistas de este
acontecimiento.


SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO





7. CLARETIANOS 2002


Queridos amigos:

Estrenamos mes y estrenamos tiempo
litúrgico: ¡Estamos en Pascua! No sé cómo habréis vivido el triduo sacro y
especialmente la "madre de todas las vigilias", pero imagino que muchos de
vosotros os encontraréis ahora un poco cansados y, al mismo tiempo, serenamente
alegres. Cansados por los "excesos" de los días pasados. Alegres por esa
transformación interior que el Espíritu hace en quienes se abren al misterio de
Cristo. Tenemos 50 días para ir saboreándolo. Esta primera semana, que conocemos
como "octava de Pascua", es como una obertura a todo el tiempo pascual. A lo
largo de estos días iremos conociendo los encuentros del Resucitado con María
Magdalena y "la otra María" (lunes), con María de Magdala sola (martes), con los
discípulos de Emaús (miércoles), con la comunidad de Jerusalén (jueves), con sus
discípulos junto al lago de Tiberíades (viernes). El sábado, el evangelio de
Marcos nos presentará una síntesis catequética de los diversos
encuentros.


Hoy lunes tenemos el encuentro del Resucitado con las dos Marías,
la de Magdala y "la otra". Es a ellas, según Mateo, a quienes Jesús les sale al
encuentro en primer lugar. Este encuentro tiene tres momentos: iniciativa de
Jesús (que saluda afectuosamente e invita a no temer), reacción por parte de las
mujeres (que se postran en señal de adoración) y encargo por parte de Jesús (que
las convierte en mensajeras de la buena noticia, en misioneras).


¿No os parece que de modo parecido sigue aconteciendo hoy nuestro
encuentro con el Resucitado? Comenzamos experimentándolo como una presencia que
nos libera del temor y nos inunda de gozo. Nos estremecemos ante su gloria. Y
sentimos que esa experiencia genera en nosotros la necesidad de
comunicarla.

Vuestro amigo.

Gonzalo Fernández
(gonzalo@claret.org)





8. CLARETIANOS 2003


¡Feliz Pascua de Resurrección! Os digo esto y no sé bien lo que
digo. Detrás de este saludo, que es un eco del mensaje pascual proclamado en la
solemnidad de ayer, se esconden muchas convicciones:

Que quien ama acaba
siempre venciendo.
Que no estamos hechos para las lágrimas.
Que la muerte
no destruye nuestra vocación de vida plena.
Que la fe en Jesús no es
absurda.
Que el testimonio de su comunidad es verdadero.
Que siempre,
siempre, siempre, hay futuro.


La liturgia de este Lunes de Pascua nos propone un fragmento del
discurso de Pedro el día de Pentecostés. Sus palabras constituyen una
mini-cristología. Nos habla de Jesús mencionando los principales hitos de su
existencia:

Su origen: Os hablo de Jesús Nazareno.


Su ministerio: El hombre que Dios acreditó realizando por su medio
milagros, signos y prodigios.


Su final: Vosotros, por mano de paganos, lo matasteis en una
cruz.


Su triunfo: Dios lo resucitó rompiendo las ataduras de la
muerte.


Pedro cita el salmo 15, que es el que la liturgia incluye hoy como
salmo responsorial. Me detengo en un versículo que alcanza la plenitud de
significado en la Pascua de Jesús: Se me alegra el corazón ... porque no me
entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.


Escuchemos ahora la voz del Resucitado. Lo seguiremos haciendo,
paso a paso, a lo largo de toda esta semana.


Hoy nos dice a nosotros lo mismo que, según el relato de Mateo,
dijo a las mujeres. Son tres palabras de futuro que se van a repetir con acentos
diversos durante los próximos días:

Alegraos. La invitación de Jesús a la
alegría no es un consejo, sino una orden de obligado cumplimiento. En el círculo
de nuestras tristezas, el Resucitado enciende la llama de la alegría. ¡Tenemos
tanta necesidad de respirar!


No tengáis miedo. No hay nada que nos paralice más que el miedo.
Hemos empezado el siglo XXI acorralados por el miedo. ¿Quién nos puede
transmitir la confianza que necesitamos? ¡Sólo el Resucitado!


Id a comunicar. La resurrección inaugura una urgencia. Acomodados
en nuestras seguridades de siempre cavamos nuestra propia tumba. Cuando nos
ponemos en camino, la fuerza del Resucitado nos restaura.

Gonzalo
(gonzalo@claret.org)





9. 2001


COMENTARIO 1

Las mujeres buscan en el sepulcro a Jesús el
crucificado, es decir, piensan que Jesús está definitivamente muerto. De hecho,
habían ido a visitar el sepulcro sin esperar nada extraordinario, pensando que
allí estaba encerrado el cuerpo de Jesús.

El ángel ha corrido la losa
para que pueda constatarse que Jesús no está en el sepulcro. Las mujeres deben
ser testigos del hecho, para comunicarlo inmediatamente a los
discípulos.

Al contrario que en Mc, evangelio en el que no dicen nada a
nadie "del miedo que tenían", el miedo de las mujeres en el evangelio de Mateo
está mezclado de gran alegría, y van a cumplir el encargo, y ellas mismas tienen
un encuentro con Jesús. El saludo de éste («alegraos») es el ordinario de la
cultura griega, traducido en 27,29 por «salud». En este con­texto, sin embargo,
recuerda la recomendación de Jesús a los dis­cípulos para el tiempo de
persecución (5,12): «alegraos y regoci­jaos, que Dios os va a dar una gran
recompensa». La recompensa allí anunciada es la vida que supera la muerte,
visible ahora en Jesús.

Jesús las exhorta a no temer. Su resurrección es
sólo causa de alegría, repite el encargo del ángel: "No tengáis miedo; id a
avisar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán" (v. 10). El Resucitado
llama a los discípulos «sus hermanos». Ahora, cuando está disponible el
Espíritu, puede lla­marlos así: el Espíritu los hace hijos del mismo
Padre.

"Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron
a la ciudad e informaron a los sumos sacer­dotes de todo lo sucedido. 12Éstos se
reunieron con los se­nadores, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una
suma considerable (vv. 11-12)".

Mateo quiere subrayar de nuevo la mala fe
de los dirigen­tes judíos. Lo mismo que las mujeres han ido a dar la noticia a
los amigos de Jesús, los guardias van a sus enemigos. Ante el informe de los
guardias, se reúne de nuevo el Gran Con­sejo (cf. 26,3.59; 27,1.7.62) para
tratar de contrarrestar los hechos. No les interesa lo que realmente suceda,
sino la repercusión que pueda tener en el pueblo. Se adivina la ofensiva de las
comunida­des judías contra la primitiva predicación
cristiana.

"Encargándoles: -Decid que sus discípulos fueron de noche y
robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais, y si esto llega a oídos del
gobernador, nosotros lo calmaremos y os saca­remos de apuros. Los soldados
aceptaron el dinero y siguieron las ins­trucciones. Por eso corre esta versión
entre los judíos hasta el día de hoy" (vv. 13-15).

Encargan a los
soldados que difundan un rumor y les prometen su apoyo ante Pilato, si fuese
necesario. El gobernador es vulnerable después de la sentencia que le han
obligado a pronunciar (27,26). Los pretorianos eran mercenarios y están
dispues­tos a ser sobornados. Aceptan el dinero como lo había aceptado Judas
(26,l4-l6). Insiste Mateo en el poder corruptor del dinero, arma del sistema
opresor. Con dinero se habían apoderado de Jesús; con dinero quieren impedir la
fe en él: el dios falso se opone al Dios verdadero. El efecto del rumor llega
hasta los tiempos de Mateo.


COMENTARIO 2

Las mujeres ansiosas
y entusiasmadas por la noticia dada por el Angel sobre la resurrección de Jesús,
abandonan presurosas el sepulcro y van a avisar a los discípulos. Jesús se les
aparece y las saluda. La alegría las embarga de emoción. Jesús las insta para
que vayan a avisar a sus hermanos y les pone cita en Galilea. Este hecho, tan
pronto es conocido por las jerarquías del templo, es ocultado, para que no
llegue a oídos del gobernador romano. La pregunta obligada es: ¿por qué los
sacerdotes judíos quisieron esconder la resurrección de Jesús tanto a las
autoridades romanas como al pueblo?

Existe el propósito de los
sacerdotes judíos de aquel entonces que desean contrarrestar la resurrección de
Jesús. Saben que este hecho les debilitará sus pérfidas verdades, las que han
querido hacer aparecer como grandes absolutos. La gran verdad que encierra la
resurrección será su preocupación y para desvirtuarla agotarán todos sus
energías hasta sus más mínimos recursos. Pero sus intentos siempre terminarán en
el fracaso ya que la resurrección es un fenómeno interior.

Las
posteriores comunidades auténticamente cristianas saldrán invictas frente a esta
confabulación sencillamente por el hecho de que la resurrección será
interpretada como un hecho interior de fe. Ahí la aparición física de Jesús ante
sus ojos cuenta muy poco, porque al Jesús que todo lo transforma comienzan a
sentirlo desde dentro, en la medida que comienzan a sentir la necesidad de
transparentarlo. Es por lo que los judíos, por mucho que sobornaran a soldados e
inventaran cualquier cantidad de calumnias y mentiras, no destruirían nunca ese
hecho interior irrefutable. Por eso una comunidad convencida de su fe puede
pasar por todo tipo de persecuciones, calumnias o toda suerte de vejámenes, que
nunca le podrán destruir su experiencia interior.


1. J. Mateos-F. Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada,
Ediciones Cristiandad, Madrid


2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de
Latinoamérica)





10. 2002


Con la reacción de las mujeres, testigos de prime­ra hora de la
resurrección de Cristo, y la de los solda­dos, también testigos a su manera, se
presentan las das posibilidades que todo ser humano puede asumir frente a Jesús
y a su mensaje de vida. Las mujeres, y luego los discípulos, elegirán el
servicio del Dios de la vida, que se ha hecho presente plenamente en la
re­surrección de Jesús. Su aceptación del mensaje pascual las llena de alegría y
las capacita para transmitir un mensaje que supera la muerte.

Por el
contrario, los soldados y los jefes del pue­blo querrán silenciar ese mensaje
que pone de mani­fiesta su furia homicida y su adoración del dinero, fuente de
muerte y de silenciamiento de la verdad en la sociedad de Jesús y en nuestra
sociedad. El ídolo que produce muerte ha ocupado en ellos el lugar del Dios
verdadero, revelado por la vida y la práctica de Jesús.

Ambas prácticas
llegan hasta el "hoy" en que se escribe el Evangelio y siguen presentes a lo
largo de toda la historia humana. El dinero, aliado indisoluble de la muerte,
sigue siendo causa de opresión y de mentira. Frente a él se yergue más fuerte la
Vida reve­lada por Jesús, y nosotros debemos continuar su obra


Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de
Latinoamérica)





11. DOMINICOS 2003


El Señor ha resucitado de entre los muertos, como lo había dicho.
Alegrémonos y regocijémonos todos, porque reina para siempre.
¡Aleluya!


Quien le viera cargado con el madero,
véalo ahora radiante en su gloria.
Quien oyera de Él palabras de denuncia,
dolor, misericordia, perdón, oiga ahora el himno que en el cielo se canta al
Cordero.
Quien le creyó vencido por la traición y muerte, véalo ahora como
Rey de gloria.
Quien ascendió con Él por el camino del calvario, suba ahora
con Él al monte de esperanza. Él no defrauda.
Quien lloró arrepentido sus
miserias, reciba ahora la bendición del Hijo del Padre, que espera a las ovejas
perdidas.
Quien dudó de su poder y gracia, siéntase ahora salvado por el
amigo que le espera.


Desde hoy el gozo espiritual en Cristo se asume con la seguridad de
que “incluso el dolor” tiene sentido, pues no representa sino una dimensión de
nuestro camino hacia Dios, siguiendo las huellas del Hijo
encarnado.


Eso es verdad porque Cristo ha
resucitado, nos lo dicen sus apóstoles, nos lo proclaman los testigos, nos lo
asegura la fe.


 


Palabra y Reflexión


Hechos de los apóstoles 2,
14.22-32:


“Escuchadme, israelitas: os hablo de
Jesús Nazareno, el hombre a quien Dios acreditó ante vosotros realizando por su
medio los milagros, signos y prodigios que conocéis.


Conforme al plan previsto..., os lo
entregaron, y vosotros, por mano de los paganos, lo matasteis en la cruz. Pero
Dios lo resucitó rompiendo las ataduras de la muerte... Dios resucitó a ese
Jesús y todos nosotros somos testigos”


Las palabras de san Pedro
fueron dichas no el día de la Pascua sino tras el acontecimiento excepcional de
Pentecostés. Nos declaran, recuerdan y testifican –dirigiéndose a los judíos- la
verdad de fe que los discípulos confiesan abiertamente, y que a nosotros nos
ilumina con su resplandor: Cristo, Hijo del Padre, que se encarnó, que vivió
como uno de nosotros, sometido al realismo de la historia, que fue juzgado
inicuamente y condenado, que murió por nuestra liberación, que resucitó por la
fuerza del Espíritu, ahora vive con el Padre y es principio animador de toda
nuestra existencia. Cristo es todo en todos.


Evangelio según san Mateo 28,
8-15:


“Las mujeres,
impresionadas y llenas de alegría, se marcharon del sepulcro a toda prisa, y
corrieron a anunciar a los discípulos.


De pronto, Jesús les salió al
encuentro y les dijo: ¡Salve! Ellas se acercaron, se abrazaron a sus pies y se
postraron ante él. Jesús les dijo: no temáis; Id a avisar a mis hermanos que
vayan a Galilea, donde me verán...”


Por la forma en que san Mateo relata los hechos acaecidos tras la
resurrección de Jesús da la impresión de que quiere ofrecernos en pocas palabras
diversos datos de muy distinto valor teológico e histórico.


Por ello, para nuestro provecho espiritual, haremos bien en
concentrarnos en cuatro piezas fundamentales y fáciles de retener:

















Grandeza
de Cristo que, por amor, muere, y, por poder, resucita
.



Actitud incondicional de fe y amor en algunas mujeres
.



Persuasión de que Cristo vive para siempre.
    



Conciencia de que nos acompaña y nos otorga sus
dones.


Pero en el conjunto del relato hay que destacar
este rasgo: las personas más incondicionales de Jesús, tanto vivo como muerto,
fueron algunas mujeres que le acompañaron en el camino del calvario, y que ahora
lo hacen también en el triunfo de la resurrección.


Valoremos en alto precio esta delicadeza femenina,
por ejemplo, en el hecho de acudir al sepulcro, antes de amanecer, para
conversar espiritualmente con el Maestro que reposaba en el silencio del
sepulcro, y, si ello fuere posible, para derramar sobre él los perfumes
predilectos.


Resulta verdad incontrovertible en la historia del
corazón humano que quien ama mucho busca al amado, quien ama mucho da por él
cuanto tiene, y que quien ama y busca acaba encontrando al
Amor.


¡Señor, haz que nuestra vida sea testimonio de
una fe inquebrantable en ti, el Resucitado!





12.


Fuente: Fundación GRATIS DATE
Autor: P. Manuel Garrido Bonaño,
O.S.B.


Entrada: «El Señor nos ha introducido en una tierra que mana
leche y miel, para que tengáis en los labios la Ley del Señor. Aleluya (Ex
13,5-9). O bien «El Señor ha resucitado de entre los muertos, como lo había
dicho; alegrémonos y regocijémonos todos, porque reina para siempre.
Aleluya»


Colecta (del Misal anterior y antes del Gelasiano y
Gregoriano): «Señor Dios, que por medio del bautismo haces crecer a tu Iglesia,
dándole siempre nuevos hijos; concede a cuantos han renacido en la fuente
bautismal, vivir siempre de acuerdo con la fe que profesaron».


Ofertorio: «Recibe, Señor, en tu bondad, las ofrendas de tu
pueblo, para que, renovados por la fe y el bautismo, consigamos la eterna
bienaventuranza».


Comunión: «Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya
no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre Él. Aleluya» (Rom
6,9).


Postcomunión: «Te pedimos, Señor, que la gracia del misterio
pascual llene totalmente nuestro espíritu, para que, quienes estamos en el
camino de la salvación, seamos dignos de tus beneficios».


Hechos 2,14.22-32: Dios resucitó a este Jesús y todos
nosotros somos testigos
. Sigue Pedro anunciando a todos la resurrección de
Jesucristo, en quien se cumplieron las profecías de la Escritura. Este es el
tema central de la primera proclamación del mensaje cristiano: el Misterio de
Cristo muerto y resucitado, según el plan de salvación de Dios. La celebración
eucarística, al hacer presentes de nuevo los acontecimientos salvíficos, en-rola
y compromete toda nuestra vida actual en el plan salvífico de Dios, que se
manifestará en plenitud cuando experimentemos la liberación definitiva en la
vida gloriosa. Dice San Juan Damasceno:


 «El
Señor recibió en herencia los despojos de los demonios, o sea, aquellos que
desde antiguo habían muerto, y liberó a todos los que se hallaban bajo el yugo
del pecado. Habiendo sido contado entre los malhechores, él fue quien implantó
la justicia. La semilla de los incrédulos se abolió; el luto se cambió en
fiestas y el llanto en himnos de gozo. En medio de las tinieblas brilló para
nosotros la luz; de un sepulcro surgió la vida y del fondo de los infiernos
brotaron la resurrección, la alegría, el gozo y la exultación» (Homilía sobre
el Sábado Santo
27).


–La
resurrección de Cristo es esperanza de incorrupción. Ella hace posible que las
afirmaciones del autor del Salmo 15 tengan plenitud de sentido en
los labios cristianos. Por Cristo el cristiano puede vivir su vida en esperanza
de inmortalidad: «Protégeme, Dios mío, que me refugio en Ti; yo digo al Señor:
“Tú eres mi bien”. El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está
en su mano. Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye
internamente. Tengo presente al Señor, con Él a mi derecha no vacilaré. Por eso
se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena;
porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de
alegría perpetua a tu derecha».


Mateo 28,8-15: Id a comunicar a mis hermanos que vayan
a Galilea; allí me verán
. Las santas mujeres se encuentran con Jesús
resucitado, que les encarga que avisen a sus discípulos que vayan a Galilea.
Entre tanto, los guardianes de la tumba reciben dinero para que defiendan la
idea de que han robado el cuerpo de Jesús, mientras ellos dormían. Es una
preparación para la manifestación a los Apóstoles, que serán los verdaderos
testigos de la Resurrección. San Agustín dice atinadamente:


 «Pusieron guardas para custodiar el sepulcro. Tembló la tierra y
resucitó el Señor. Sucedieron tales milagros junto al sepulcro que aun los
mismos soldados, que habían ido a custodiarlo, habrían servido de testigos, si
hubieran querido decir la verdad. Mas aquella avaricia que se apoderó igualmente
de los soldados los inutilizó. “Os damos este dinero, les dijeron, y decid que,
estando vosotros dormidos, llegaron sus discípulos y se lo llevaron”.
Verdaderamente se cansaron en vano discurriendo tales cavilaciones. ¿Qué es lo
que has dicho, infeliz astucia? ¿Hasta ese extremo abandonas la luz de la
verdadera prudencia y te sumerges en el abismo de la malicia que dices: “afirmad
que estando nosotros dormidos, llegaron sus discípulos y se lo llevaron”?
¿Alegas testigos dormidos? Verdaderamente tú mismo dormías, cuando en tales
cavilaciones caíste» (Comentario al Salmo 63).





13. DOMINICOS 2004


Dios resucito a Jesús, nosotros somos testigos

El señor ha
resucitado de entre los muertos, como lo había dicho.
Alegrémonos,
regocijémonos todos, porque reina para siempre. Aleluya.

Jesús, el Señor,
ha vencido a la muerte con la VIDA.

Jesús, por el camino del dolor, ha
ascendido a la gloria del triunfo, y es SEÑOR.

Todos estamos salvados
por Él. Dios es nuestro Padre, Amigo, Esperanza, Hogar, Futuro.

Hoy, en
el gozo espiritual con Cristo, incluso el dolor tiene sentido, pues no
representa un castigo sino una dimensión de nuestro camino hacia Dios, siguiendo
las huellas del Hijo encarnado.

Eso es verdad porque Cristo ha
resucitado, nos dicen sus apóstoles, proclamándose sus testigos fieles.




La luz de la Palabra de Dios
Hechos de los apóstoles 2,
14.22-32:
“Escuchadme, israelitas, decía Pedro: os hablo de Jesús Nazareno,
el hombre a quien Dios acreditó ante vosotros realizando por su medio los
milagros, signos y prodigios que conocéis. Conforme al plan previsto..., os
entregaron a Jesús, y vosotros, por mano de los paganos, lo matasteis en la
cruz.

Pero Dios lo resucitó rompiendo las ataduras de la muerte... Dios
resucitó a ese Jesús y todos nosotros somos testigos”

Evangelio según san
Mateo 28, 8-15:
“Las mujeres, impresionadas y llenas de alegría [por lo que
les dijo el ángel], se marcharon del sepulcro a toda prisa, y corrieron a
anunciar a los discípulos [lo que habían visto].

De pronto, Jesús les
salió al encuentro y les dijo: ¡Salve!. Ellas se acercaron, se abrazaron a sus
pies y se postraron ante él.

Jesús les dijo: no temáis; íd a avisar a
mis hermanos que vayan a Galilea, donde me verán...”



Reflexión
para este día
Las palabras de san Pedro, dichas no el día de la Pascua sino
tras el acontecimiento excepcional de Pentecostés, declaran y testifican ante
los judíos su fe iluminada por la gracia de Cristo Señor:

Cristo, el
Hijo del Padre, que se encarnó y vivió como uno de nosotros sometido al realismo
de la historia, fue juzgado inicuamente y condenado.

Murió por nuestra
liberación, pero resucitó por la fuerza del Espíritu, vive con el Padre y es
principio animador de toda nuestra existencia. Él es todo en
todos.

Animados por esa fe, imitemos en la historia a las personas más
incondicionales de Jesús, a las mujeres que lo acompañaron vivo y muerto, y que
merecieron ser las privilegiadas por su amor en la alborada de la
resurrección.

Siempre es verdad para el corazón humano que quien ama
busca, quien ama da y quien así obra es el primer correspondido por Dios
Amor.





14.


Comentario: Rev. D. Joan Costa i Bou (Barcelona,
España)

«Las mujeres partieron a toda prisa del sepulcro, con miedo y
gran gozo, y corrieron a dar la noticia a sus discípulos»

Hoy, la alegría
de la resurrección hace de las mujeres que habían ido al sepulcro mensajeras
valientes de Cristo. «Una gran alegría» sienten en sus corazones por el anuncio
del ángel sobre la resurrección del Maestro. Y salen “corriendo” del sepulcro
para anunciarlo a los Apóstoles. No pueden quedar inactivas y sus corazones
explotarían si no lo comunican a todos los discípulos. Resuenan en nuestras
almas las palabras de Pablo: «La caridad de Cristo nos urge» (2Cor 5,14).


Jesús se hace el “encontradizo”: lo hace con María Magdalena y la otra
María —así agradece y paga Cristo su osadía de buscarlo de buena mañana—, y lo
hace también con todos los hombres y mujeres del mundo. Y más todavía, por su
encarnación, se ha unido, en cierto modo, a todo hombre.

Las reacciones
de las mujeres ante la presencia del Señor expresan las actitudes más profundas
del ser humano ante Aquel que es nuestro Creador y Redentor: la sumisión —«se
asieron a sus pies» (Mt 28,9)— y la adoración. ¡Qué gran lección para aprender a
estar también ante Cristo Eucaristía!

«No tengáis miedo» (Mt 28,10),
dice Jesús a las santas mujeres. ¿Miedo del Señor? Nunca, ¡si es el Amor de los
amores! ¿Temor de perderlo? Sí, porque conocemos la propia debilidad. Por esto
nos agarramos bien fuerte a sus pies. Como los Apóstoles en el mar embravecido y
los discípulos de Emaús le pedimos: ¡Señor, no nos dejes!

Y el Maestro
envía a las mujeres a notificar la buena nueva a los discípulos. Ésta es también
tarea nuestra, y misión divina desde el día de nuestro bautizo: anunciar a
Cristo por todo el mundo, «a fin que todo el mundo pueda encontrar a Cristo,
para que Cristo pueda recorrer con cada uno el camino de la vida, con la
potencia de la verdad (...) contenida en el misterio de la Encarnación y de la
Redención, con la potencia del amor que irradia de ella» (Juan Pablo
II).





15.


Reflexión

El mundo de muchas maneras ha tratado y seguirá
tratando de detener el anuncio del Reino, de negar de una o de otra forma que
Jesús ha resucitado, que la Vida en Abundancia es posible, que hemos sido
perdonados de nuestros pecados, que el Espíritu vive en nosotros… en fin, que
somos una nueva criatura en Cristo. Sin embargo Jesús continua saliéndonos al
camino, para decirnos: “No tengan miedo”. Por ello, debemos ahora más que nunca
mostrar con nuestra vida, con nuestras palabras que Cristo verdaderamente ha
resucitado, que vive en nosotros, que nuestra vida está unida a la de él. Jesús
nos sale al encuentro en la Eucaristía, en la Sagrada Escritura, en nuestro
mismo interior, para enviarnos a testificar que la muerte no lo retuvo, que ha
vencido el pecado y nos ha dado vida, y Vida en Abundancia. Nada detendrá este
anuncio… Jesús está vivo y es Señor. Amén.

Que la resurrección de
Cristo, llene de amor tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para
Jesús

Pbro. Ernesto María Caro





16. 2004. Comentarios Servicio Bíblico Latinoamericano


1ª Lectura
He 2,14
14 Entonces Pedro, en pie con los once,
les dirigió en voz alta estas palabras: «Judíos y habitantes todos de Jerusalén:
percataos bien de esto y prestad atención a mis palabras.

He
2,22-32
22 Israelitas, escuchadme: Dios acreditó ante vosotros a Jesús el
Nazareno con los milagros, prodigios y señales que hizo por medio de él, como
bien sabéis. 23 Conforme al plan proyectado y previsto por Dios, os lo
entregaron, y vosotros lo matasteis crucificándolo por manos de los paganos; 24
pero Dios lo ha resucitado, rompiendo las ligaduras de la muerte, pues era
imposible que la muerte dominara sobre él. 25 Porque David dice de él: Veía
siempre al Señor en mi presencia, lo tengo a mi derecha, y así nunca tropiezo.
26 Por eso se alegra mi corazón, se gozan mis entrañas, todo mi ser descansa
bien seguro, 27 pues tú no me entregarás a la muerte ni dejarás que tu fiel
amigo vea la corrupción. 28 Me has enseñado el camino de la vida me has llenado
de gozo en tu presencia. 29 Hermanos, hablemos con franqueza. El patriarca David
murió y fue sepultado, y su sepulcro subsiste entre nosotros hasta el día de
hoy. 30 Pero era profeta y sabía que Dios le había jurado solemnemente sentar
sobre su trono un descendiente suyo. Por eso 31 previó y anunció la resurrección
del Mesías cuando dijo que no sería abandonado en el abismo ni su cuerpo vería
la corrupción. 32 Dios ha resucitado a éste, que es Jesús, de lo que todos
nosotros somos testigos.

Salmo Responsorial
Sal 16,1-2
1 Canto de
David Guárdame, Dios mío, pues me refugio en ti. 2 Yo digo al Señor: «Tú eres mi
Señor, mi bien sólo está en ti».

Sal 16,5
5 Señor, tú eres mi copa y
mi porción de herencia, tú eres quien mi suerte garantiza.

Sal
16,7-8
7 Yo bendigo al Señor, que me aconseja, hasta de noche mi conciencia
me advierte; 8 tengo siempre al Señor en mi presencia, lo tengo a mi derecha y
así nunca tropiezo.

Sal 16,9-10
9 Por eso se alegra mi corazón, se
gozan mis entrañas, todo mi ser descansa bien seguro, 10 pues tú no me
entregarás a la muerte
ni dejarás que tu amigo fiel baje a la
tumba.

Sal 16,11
11 Me enseñarás el camino de la vida, plenitud de
gozo en tu presencia, alegría perpetua a tu derecha.

Evangelio
Mt
28,8-15
8 Ellas se alejaron a toda prisa del sepulcro, y con miedo y gran
alegría corrieron a llevar la noticia a los discípulos. 9 De pronto Jesús salió
a su encuentro y les dijo: «Dios os guarde». Ellas se acercaron, se agarraron a
sus pies y lo adoraron. 10 Jesús les dijo: «No tengáis miedo; id y decid a mis
hermanos que vayan a Galilea, que allí me verán».

SOBORNO DE LOS
GUARDIAS
11 Mientras ellas se iban, algunos de los guardias fueron a la
ciudad y contaron a los sumos sacerdotes todo lo que había ocurrido. 12 Éstos se
reunieron con los ancianos y acordaron en consejo dar bastante dinero a los
soldados, 13 advirtiéndoles: «Decid que sus discípulos fueron de noche y lo
robaron mientras dormíais. 14 Y si eso llega por casualidad a oídos del
gobernador, nosotros le convenceremos y conseguiremos que no os castigue». 15
Ellos tomaron el dinero e hicieron como les habían dicho. Y este rumor se
divulgó entre los judíos hasta el día
de hoy.


* * *


El discurso de Pedro (vv. 14-36): El discurso tiene dos partes: vv.
14-21 y vv. 22-36. En la primera parte Pedro se dirige a "los judíos y a todos
los habitantes de Jerusalén", donde se incluye implícitamente sobre todo a los
visitantes piadosos de todos los pueblos presentes en Jerusalén. Pedro en esta
parte responde directamente a los hechos extraordinarios de Pentecostés
(narrados en los vv. 1-13), especialmente al relato antiguo (vv. 1-4), donde se
da el fenómeno de glosolalia, que causa la impresión de que todos los que
reciben el Espíritu están borrachos (vv.12-13). En la segunda parte de su
discurso (vv.22-36), Pedro se dirige exclusivamente a los "Israelitas" y se
refiere explícitamente a los judíos de Galilea y Judea, que vivieron de cerca y
en vivo todos los hechos de Jesús hasta su muerte; ahora el hecho de Pentecostés
queda integrado en un discurso global eminentemente kerigmático y
cristológico.


Pedro utiliza tres textos bíblicos en su discurso: Joel
3, 1-5 / Sal 16, 8-11 y Sal 110,1. El discurso ha sido compuesto por Lucas, pero
ciertamente recoge la tradición histórica de la primera generación cristiana,
especialmente la forma cómo se interpretaba la Biblia Hebrea. Ninguno de los
textos bíblicos citados se refiere a lo que la comunidad está viviendo: la
resurrección y exaltación de Jesús y los hechos de Pentecostés. Sin embargo la
comunidad interpreta los hechos a la luz de las escrituras, con lo cual tanto la
realidad que viven, como los textos que citan, adquieren un nuevo sentido. Los
hechos interpretan las Escrituras y éstas explican los hechos. En esta
hermenéutica apostólica los textos son leídos e interpretados, y a veces incluso
re-construidos, con bastante libertad.


En la primera parte de su
discurso Pedro cita Joel 3, 1-5, pero cambia el comienzo del texto de Joel: en
vez de "sucederá después de esto", Pedro dice como palabra de Joel: "sucederá en
los últimos días". Es un texto claramente apocalíptico: "los últimos días"
(v.17) y "el día grande del Señor" (v. 20), no es el día del juicio final, sino
el día inaugurado por la resurrección de Jesús y que se prolonga por su
exaltación (ascensión) y la efusión del Espíritu a lo largo de la historia. Las
transformaciones cósmicas de los vv.19-20: prodigios en el cielo y señales en la
tierra; sol en tinieblas y luna en sangre, es el lenguaje típico de la
apocalíptica cristiana para interpretar transformaciones históricas del tiempo
presente (cf con el mismo sentido Apoc 6, 12-18). Los signos cósmicos son
utilizados teológicamente para interpretar la importancia transcendental de
hechos que suceden en el tiempo histórico presente. Pentecostés es la
manifestación fundamental de este tiempo escatológico y apocalíptico inaugurado
por la resurrección de Jesús. Lo fundamental de este tiempo apocalíptico del
Espíritu, es que el Espíritu es derramado "sobre toda carne": hijos e hijas,
jóvenes y ancianos, esclavos y esclavas. En este tiempo del Espíritu todos y
todas son profetas. El versículo final de la profecía de Joel subraya este
universalismo: "todo el que invoque el nombre del Señor se salvará". En el texto
griego del A.T. el título "Señor" traduce el nombre de Dios, que la comunidad
cristiana primitiva aplicó directamente a Jesús. Este versículo le sirve a Lucas
como transición para la segunda parte del discurso.


La segunda parte
del discurso de Pedro es cristológica (vv.22-36) y se dirige explícitamente a
los "israelitas" (v. 22) y a "toda la casa de Israel" (v. 36). La estructura y
contenido de esta sección es así:


(1) vv. 22: vida pública de Jesús
antes de su muerte: hombre acreditado por Dios con milagros, prodigios y
señales.

(2) v.23: muerte de Jesús: Pedro acusa directamente al pueblo
judío: "Uds. lo mataron clavándolo en la cruz por mano de los impíos". Aquí
Pedro acusa al pueblo, pero claramente la acusación es contra los jefes,
ancianos, escribas y sumo-sacerdotes (cf 4, 5.10 y 5, 28).

(3) vv.
24-32: resurrección de Jesús. A este Jesús Dios le resucitó (esta frase se
repite al comienzo y al final de este párrafo). Aquí Pedro utiliza el Salmo 16,
8-11. Este texto bíblico no habla del mesías ni de su resurrección, sino del
hombre perseguido que pone toda su confianza en Dios. Pedro, sin embargo, lo
aplica a Jesús, con lo cual reconstruye el sentido del salmo y simultáneamente
interpreta la muerte y resurrección de Jesús a la luz de las Escrituras. Como ya
dijimos: la comunidad entiende las Escrituras, cuando a la luz de ellas,
entiende la realidad actual. Pedro da testimonio de la resurrección de Jesús. El
anuncio va acompañado del testimonio: Pedro compromete públicamente su vida en
lo que afirma solemnemente. No basta interpretar las escrituras, es además
necesario el testimonio personal de los discípulos.

(4) vv. 33-35: Jesús
es exaltado, recibe el Espíritu y lo derrama a todos, que es lo que todos están
viendo y oyendo. Nueva interpretación bíblica, esta vez el salmo 110, 1. Pedro
termina refiriéndose a los hechos de Pentecostés, que es lo que motivó el
discurso.

(5) v. 36: conclusión





17.La mañana de Pascua

Fuente: Catholic.net
Autor:
Xavier Caballero

Reflexión:

La Pascua se refiere al paso del
Señor sobre la tierra de Egipto antes de la liberación del pueblo de Israel.
Aquella noche, Yahvéh hizo sentir el brazo de su justicia sobre los egipcios y
liberó al pueblo elegido. Su paso no fue indiferente. Para todo cristiano, la
Pascua, no puede sucederse sin más. La vida de estas mujeres de las que nos
habla el Evangelio, no fue la misma después del encuentro con Cristo Resucitado.
Los resucitados son los que tienen un «plus» de vida, un «plus» que les sale por
los ojos brillantes y que se convierte enseguida en algo contagioso, algo que
demuestra que la vida es más fuerte que la muerte.

El Evangelio de hoy
nos ofrece dos de las posturas que podemos adoptar tras la Resurrección del
Señor. Por una lado, las mujeres que se acercan a los pies de Jesús, se postran
y le adoran; por otro, los guardias y los príncipes de los sacerdotes han visto,
saben lo que ha ocurrido, pero se niegan a aceptarlo. Vendieron su libertad, su
salvación e incluso, un recuerdo digno en la memoria de la historia: «Esta
noticia se divulgó entre los judíos hasta el día de hoy».

Y es que, no
basta ir a la playa para mojarse. Hace falta ponerse el bañador y sumergirse sin
miedo en el agua, penetrando las profundidades del mar. Dejémonos penetrar por
la fuerza de la Resurrección del Señor. Que su “Pascua” por nuestras vidas no
nos deje indiferentes, que nos libere y nos transforme como lo hizo con los
primeros cristianos que fueron capaces, incluso, de dar su vida por la causa del
anuncio de la Buena Nueva. «El Evangelio de Jesucristo es un mensaje de libertad
y una fuerza de liberación. Liberación es, en primer lugar y de modo más
importante, liberación radical de la esclavitud del pecado. Es el fin y el
objetivo la libertad de los hijos de Dios, como don de la gracia». (Libertatis
Nuntius, Introducción).

Acerquémonos a Jesús Resucitado como aquellas
mujeres y, postrados de rodillas, adorémosle, pidámosle que nos libere con su
gracia de todo aquello que nos impida ser testimonios de alegría y de amor para
nuestros hermanos.





18.El Evangelio de Hoy me llena de un gozo inmenso. Es el gozo que
invade a estas mujeres que fueron al sepulcro y vieron la tumba vacía. El gozo
de unas mujeres que reencuentran al Amado y no hacen más que entrar en una
profunda adoración hacia Él. El Maestro está vivo y con él, están vivas todas
nuestras esperanzas y anhelos. No tenemos porque seguir buscando, Él día a día
es quien llega a nuestro encuentro. Sólo basta que le abramos nuestro corazón y
le coronemos como señor de nuestras vidas.

Feliz Pascua de
Resurrección!!!!!!!!!

Dios nos bendice,

Miosotis





19. CLARETIANOS 2004


Queridas amigos y amigas:

Cuando en nuestra vida está a
punto de suceder algo importante, algo en lo que nos hemos volcado totalmente,
en lo que hemos puesto alma, corazón y vida (el nacimiento de un hijo, los
últimos exámenes de la carrera, el alta médica después de una larga enfermedad,
la concesión de un crédito para comprar un piso,...), se mezclan en nuestro
interior dos sentimientos. Vivimos estos momentos con TEMOR, no sabiendo muy
bien si es real o no lo que estamos viviendo, y sintiendo la amarga duda de ¿y
si al final algo falla y no vemos cumplidas nuestras esperanzas? También los
vivimos con ALEGRÍA, invadidos por el gozo de ver próximo, hecho realidad,
nuestro anhelo. En esos momentos de tanta emoción es el corazón quien nos guía y
quien nos mueve; la razón, la cabeza, quedan en un segundo plano. Sentimos que
hay algo fuerte dentro de nosotros y lo expresamos con total naturalidad, sin
prejuicios, siendo plenamente nosotros mismos (aunque pasado el momento digamos
que "estábamos fuera de nosotros mismos").

Algo así debieron vivir las
primeras mujeres que se acercaron al sepulcro y escucharon el anuncio del ángel:
no está aquí, ha resucitado como dijo. Ellas, que siempre habían acompañado a
Jesús, y habían permanecido al pie de la cruz, fieles hasta el final, ven hecha
realidad la promesa de Jesús: resucitaré al tercer día. Y por si esto fuera
poco, Jesús mismo sale a su camino y les saluda. Ellas no pueden articular
palabra y simplemente le adoran. El Resucitado les tranquiliza y les envía a
decir a sus hermanos que vayan a Galilea, que allí le verán. Es decir, el
Resucitado se hará presente allí donde comenzó la historia y donde están
convocados a continuarla los que siguen creyendo en el Padre y en su sueño para
la humanidad.

La alegría del encuentro con el Resucitado nos lleva a
volver a la vida cotidiana con el deseo renovado de querer seguir colaborando en
el proyecto que Jesús inició, precisamente en Galilea: el Reino. El Resucitado
nos invita a salir, a convocar a otros, a vivir siendo Buena Noticia para los
demás, a compartir con otros lo que para nosotros es la Vida. Aquí encontramos
un criterio para saber si de verdad nos hemos encontrado con el Resucitado:
vivir la alegría de sentirnos enviados a la Misión.

Vuestra hermana en
la fe,

Miren Elejalde (mirenelej@hotmail.com)





20. 2004


LECTURAS: HECH 2, 14. 22-33; SAL 15; MT 28, 8-15

Hech. 2,
14. 22-33. A Jesús, rechazado, crucificado y muerto por nuestros Pecados, el
Padre Dios lo resucitó de entre los muertos; y fue llevado a los cielos por el
poder de Dios. Así ha sido constituido en salvación nuestra. Dios ha llevado así
adelante su plan de salvación por nosotros. A pesar de que muchos se opongan a
ese plan, no podrán impedir que se cumpla. Y los apóstoles son testigos de que
Dios ha cumplido sus promesas de salvación para todos los hombres. Por eso los
Apóstoles no son transmisores de fábulas o de inventos humanos, sino de una
realidad experimentada por ellos, que tuvieron la gracia de verlo resucitado, de
comer con Él y de haber recibido la misión de anunciarlo a todas las gentes.
Pero ellos no van con un poder propio, sino con el poder del Espíritu Santo que,
recibido del Padre, el Hijo ha comunicado a quienes Él ha elegido para esta
misión. Nosotros, Iglesia de Cristo, elegidos por Dios para proclamar al mundo
sus maravillas, no podemos dedicarnos al anuncio del Evangelio con la fuerza y
confianza depositada en nuestro planes al margen de Dios. No somos nosotros; es
Dios quien da fortaleza a nuestras palabras para que su obra de salvación se
realice conforme a sus designios de amor a favor de todos. Confiemos en Él y
dejémonos guiar por su Espíritu, que habita en nosotros.

Sal. 15. Dios no abandonó a su Hijo al poder de la muerte,
sino que al tercer día lo resucitó de entre los muertos, y lo constituyó en
causa de salvación para todos los que creen en Él. Saber escuchar a Dios día y
noche, y tenerlo a nuestro lado por caminar amorosamente fieles en su presencia,
nos hará vivir alegres y tranquilos aun en medio de las grandes pruebas. A
partir de la resurrección de Cristo sabemos que nuestro destino final está
escondido con Cristo en Dios; desde entonces tiene sentido amar sin fronteras.
Sólo quien, tras las huellas de Cristo y poseyendo su Espíritu Santo, sabe
involucrarse en el plan de salvación de Dios, caminando no conforme a los
caprichos personales, sino conforme a la Voluntad Divina, podrá gozar de la Vida
que Dios quiere concedernos para siempre en su presencia, saciándonos de alegría
perpetua junto a Él. Aprendamos a vivir con fidelidad ante nuestro Dios y
Padre.

Mt. 28, 8-15. Dios ha llevado a cabo su obra de salvación en favor
de todos los hombres de todos los tiempos y lugares. Y el Banquete está servido;
falta que los invitados quieran participar de Él. La salvación dada por Cristo
requiere de la fe personal de cada uno de nosotros. Quien evite comprometerse
con Cristo y trate de seguir sus propios caminos hacia la perfección en Dios
estará rechazando a Aquel que es el único Camino que nos conduce al Padre. El
Señor convoca a sus hermanos en Galilea. Allá lo verán. Allá donde empezó todo
se iniciará la Misión de quienes convivieron con Jesús desde que Juan Bautizaba
en el Jordán hasta que suba a los Cielos para estar en su Gloria eternamente. El
camino de la Iglesia es el hombre que sufre agobiado por la enfermedad, por la
pobreza o por la esclavitud al pecado. El Señor ha resucitado de entre los
muertos; y nos ha confiado a nosotros el anuncio del Evangelio de salvación. No
podemos hacerlo buscando nuestras comodidades o nuestra gloria; debemos empezar
por Galilea, esas galileas de gente sencilla y pobre, de gente humillada y
necesitada de salvación. Ahí, en esas galileas de nuestros tiempos es donde
veremos a Cristo. Aprendamos a servirlo amorosamente y a dar nuestra vida por
Él.

Quienes tenemos la dicha de encontrarnos con el Señor en la
Eucaristía, de escuchar su Palabra, de ser testigos de su Muerte y Resurrección
en el Sacramento, Memorial de su Pascua, no podemos vivir al margen del
testimonio de nuestra fe en los diversos ambientes en que se desarrolle nuestra
vida. Participamos del Banquete de amor y de salvación que Dios preparó para
nosotros. Pero ¿somos conscientes de las consecuencias que conlleva el aceptar
al Señor en nuestra vida, de creer en Él? Pidámosle al Señor que nos llene de su
Espíritu Santo para que, fortalecidos con su gracia, sepamos vivir como testigos
fieles de su amor en medio de nuestros hermanos. Que no queramos ocultar la
Verdad de la salvación que Dios nos ha comunicado. Que no seamos personas con
una fe cobarde solamente limitada al culto, sino que nos decidamos a confesar el
Nombre de Dios en nuestra vida diaria para poder llegar a ser, así, un auténtico
fermento de santidad en el mundo.

También nosotros, a causa de nuestro
egoísmo y nuestras esclavitudes al pecado o a lo pasajero, podemos negar la
presencia de Cristo en nosotros mismos, en los demás, en la Iglesia, en los
sacramentos. Muchos que dicen que no creen en Dios no hacen otra cosa que
expresar que no quieren tener conciencia del mal que hacen para destruir a los
demás. La Iglesia de Cristo no puede sólo proclamar el Nombre de Dios con los
labios. Mientras no nos convirtamos en una cercanía de amor para quienes viven
en situaciones de pobreza material o moral, y no nos esforcemos para remediar
sus males, estaremos negando la resurrección de Cristo, que vino no sólo a
hablarnos del Padre, sino a convertirnos en un signo de la vida nueva que,
habitando en nosotros, ha de hacerse llegar a los demás. Quien se encuentre con
Cristo no podrá sino ir y anunciarlo a sus hermanos con gran alegría. Quien se
cierre al Señor llegará incluso a robarlo del corazón de quienes, con una fe
incipiente, lo han aceptado en su vida, convirtiéndose para ellos en ocasión de
escándalo a causa de una vida llena de signos de maldad y de muerte. Tratemos de
ser congruentes con la fe que hemos depositado en el Señor como Salvador
nuestro.

Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la
Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de saber encontrarnos con
Cristo para vivir comprometidos con Él tanto en la escucha fiel de su Palabra y
puesta en práctica de la misma, así como en el Servicio amoroso a nuestro
prójimo para ayudarle en su camino hacia la plena unión con Dios.
Amén.

www.homiliacatolica.com





21. ARCHIMADRID 2004


LOS LADRONES DE CUERPOS

Hace mucho tiempo que no veo esa
película clásica de terror de los ladrones de cuerpos, aunque con tantas cadenas
de televisión seguro que estará programada cualquier día de estos. El argumento
trata de unos extraterrestres (cómo si nos hiciera falta gente de otro planeta
para hacer el bestia), que querían invadir el planeta y los muy vainas ponían
unas “idem” al lado de la persona que querían clonar y al día siguiente había un
ser físicamente igual al susodicho pero mentalmente muy rarito y que entre ellos
se comunicaban sus maldades por una especie de telepatía.


“Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo
mientras vosotros dormíais. (…) y esta historia se ha ido difundiendo entre los
judíos hasta el día de hoy”. Parece un buen antecedente del argumento de la
película de la que hablaba al principio: Los apóstoles (hombres que habían
demostrado su arrojo y su valor abandonando a Cristo en las horas difíciles) se
disfrazan de “Ninjas” para robar cadáveres moviendo discretamente una pesada
losa de piedra, mientras los soldados (misteriosamente recompensados en vez de
ser suspendidos de empleo y sueldo desde ese momento) disfrutaban de un
sueñecillo reparador. No sé si la literalidad de la historia inventada por los
sumos sacerdotes tuvo éxito en su tiempo y no voy a meterme a historiador así
que saltamos “hasta hoy”.


Hoy a muchos se les ha robado a Cristo, no han conocido nunca y
nunca han tratado al Dios encarnado para nuestra salvación, entregado para
nuestra justificación, resucitado para nuestra glorificación. Como en la
película han conocido una especie de clon de Jesucristo lleno de normas y
consejos morales, pero que parece incapaz de pronunciar las primeras palabras
que salen de sus labios una vez resucitado: “Alegraos”, “No tengáis miedo”. Nos
roban el cuerpo glorioso de Cristo y nos ponen al lado una vaina cuyo fruto es
la rutina, la tristeza, el desencanto, las caras largas, la angustia, la
depresión, el desconsuelo. Nos quitan a Jesucristo de la historia para
convertirlo en un personaje de cuento, en alguien irreal y, sinceramente, a mí
no me consuela nada que los tres cerditos se escapasen del lobo.


“No tengáis miedo”, así comenzaba el Papa su pontificado. “No
tengáis miedo”, así comienza Cristo resucitado a dar sentido a toda la historia
de la Salvación. No tengas miedo desde hoy, desde ahora, desde tu lugar de
trabajo o de descanso, desde ahora mismo a decirte en tu interior: “No quiero
que nadie me robe la alegría. No estoy dispuesto a que ninguna circunstancia me
lleve a no “enterarme bien de lo que pasa”. Me niego a que me cambien la buena
noticia que es proclamada por esas santas mujeres, por Pedro –valiente otra
vez-, por la Iglesia en toda su historia, ¡hoy!. Renuncio a las falsas imágenes
de Dios que me impiden acercarme a la alegría, rechazo a los que me roban a Dios
para poner en su lugar un ser anodino, taciturno y triste”.


“Por eso se me alegra el corazón, exulta mi lengua, y mi carne
descansa esperanzada”, acercarse a Cristo es acercarse a la alegría auténtica
del corazón que ama sin temor, sin miedos. No se nos ahorrarán esfuerzos, mil
veces diremos “protégeme, Dios mío, que me refugio en ti” y aun en medio de la
más brutal desolación oirás a María, tu madre, que reza serenamente contigo al
oído: “Reina del cielo alégrate, aleluya. Porque el que mereciste llevar en tu
seno, aleluya. Resucitó como dijo, ALELUYA”.





22. Fray Nelson Lunes 28 de Marzo de 2005


Temas de las lecturas: A este Jesús, Dios lo ha resucitado, y de
ello somos testigos * Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea;
allí me verán.

1. Sentido de la Octava Pascual
1.1 Hemos abierto ayer
con toda solemnidad las celebraciones de la Pascua. Extasiados por la luz de la
gloria, nuestros ojos saludan la alegría de la vida nueva, como se saluda un
amanecer, o como quien pudiera estar junto a Dios el primer día de la creación.
Aunque es mayor la fiesta que celebra nuestra Madre, la Iglesia, pues sin
comparación el orden de la redención rebasa y trasciende al orden mismo de la
creación cuanto la gracia sobrepasa a la naturaleza.

1.2 Hay fiesta en la
Iglesia y en todo nuestro ser. Los oídos se reponen del largo ayuno del
"aleluya", y santamente se desquitan cantando una y otra vez con el salmo:
"¡este es el día que hizo el Señor; sea nuestra alegría y nuestro gozo!". Pero
más grande aún es el alimento que esperan y por eso se abren atentos a la
Palabra Divina, que de tantos modos y con tantos testimonios quiere esclarecer
nuestro entendimiento para que el reinado de Jesús, el Vencedor, tenga sólido
trono en el alma de los creyentes.

1.3 Por eso, hermanos, unámonos al
regocijo universal y, ebrios de fe y de esperanza, dediquemos estos días de la
grande Octava de Pascua al ejercicio santo de contemplar y mejor amar a nuestro
Divino Redentor. Si tanto nos encogió el corazón verle así destrozado en la
Cruz, "que ni siquiera parecía humano" (Is 52,14), ahora, por razón de justicia,
nos corresponde abrir el alma y dejarla volar en pos de su Adorable Dueño y
Señor. Tal es el sentido de este Domingo de ocho días, de este Domingo inmenso,
de este Domingo santo, solemne y grande, que se llama "Octava de Pascua".


2. Pascua y Pentecostés
2.1 La primera lectura de hoy nos transporta
del principio al final del tiempo llamado "pascual". Este tiempo litúrgico
empieza con la Solemnidad misma de la Pascua y se prolonga hasta Pentecostés.
Pues bien, precisamente desde el día de Pentecostés nos alcanza la palabra del
apóstol Pedro: "A Jesús de Nazareth, que conforme a los planes y propósitos de
Dios, fue entregado, ustedes lo mataron, crucificándolo por medio de hombres
malvados. Pero Dios lo resucitó, liberándolo de los dolores de la muerte, porque
la muerte no podía tenerlo dominado".

2.2 Sin Pascua no hay Pentecostés,
porque Cristo dijo: "si no me voy, el Paráclito no vendrá para estar con
ustedes" (Jn 16,7). Pero sin Pentecostés no es posible recibir ni entender el
misterio de la Pascua, pues dijo Cristo también: "Cuando venga el Espíritu de la
verdad, él los guiará a la verdad completa... El Paráclito mostrará mi gloria,
porque recibirá de lo que es mío y se lo dará a conocer a ustedes" (Jn
16,13.14).

2.3 Así entendemos el vínculo íntimo entre el ascenso de
Cristo desde el seno de la tierra, que se celebra en Pascua y el descenso del
Espíritu desde el seno del Padre, que se celebra en Pentecostés. Cristo envía al
Espíritu, y el Espíritu trae a nosotros el misterio, la presencia y la gracia de
Cristo.

3. Las dos versiones
3.1 Bien quisiéramos que el gozo de la
Pascua a todos llegara y en todos se quedara para siempre; pero no puede ser
así. Bien quisiéramos que la alegría del perdón fuera el lenguaje universal y el
canto único en este día, pero por ahora no será así. Junto a la "buena nueva",
que hoy inicia su carrera, una "mala nueva", una "nueva perversa" se apresta ya
a correr, en satánica competencia con el vuelo del Evangelio de
Cristo.

3.2 Es lo que nos cuenta el pasaje del evangelio de hoy. Un
testimonio contradictorio —soldados dormidos que aseguran lo sucedido en su
sueño— es la única base de la primera mentira con que el enemigo del género
humano quiere hacer guerra a la gran verdad del amor divino manifiesto en la
resurrección de Cristo.

3.3 Corren así desde el mismo día dos versiones,
una cierta y otra engañosa, una verdadera y otra mentirosa, que quieren ser
dueñas de nuestro corazón. La versión de los apóstoles se alimenta del
testimonio inmediato de aquellos que vieron la tumba vacía y se encontraron con
el Resucitado; la versión de los sumos sacerdotes se alimenta del engaño urdido
por el temor y el odio. La versión genuina cuenta con el poder del Espíritu
Santo; la espuria, con el poder del dinero y las argucias humanas. La primera
trae la noticia novedosa del perdón; la segunda, la noticia repetida de la
envidia. Ahora hemos de escoger.





23.


Reflexión:

Hech. 2, 14. 22-23. Pedro se pone de pie, junto
con los once. Adopta la actitud de quien toma la palabra para dirigirse a
quienes se han congregado, atraídos por los signos cósmicos, que han acompañado
a la venida del Espíritu Santo sobre los discípulos de Jesús, reunidos en el
Cenáculo.

Pedro se dirige a esa multitud, y en ellos también a nosotros,
con gran valentía, para declarar que Jesús es el Mesías esperado, ya que Dios lo
acreditó como tal a través de los milagros, prodigios y señales que hizo por su
medio, pero especialmente resucitándolo de entre los muertos, ya que nosotros
fuimos los que, utilizando a los paganos, lo clavamos en la cruz. Llevado a los
cielos, ha derramado el Espíritu Santo prometido sobre su Iglesia, para que no
sólo se escuchen, sino que se vean las maravillas de Dios.

El Espíritu
Santo, que se nos ha comunicado, no es un espíritu de cobardía, sino de valentía
para proclamar, sin rodeos, el mensaje de Dios, y señalar a los culpables. Sólo
así será posible el arrepentimiento, la conversión, y el inicio de una vida
nueva a impulsos del Espíritu, para proclamar con los labios y con las obras, el
Misterio Pascual de Cristo, por cuya resurrección hemos recibido un corazón
nuevo y un espíritu nuevo para dar testimonio de nuestra fe, afrontando todos
sus riesgos, hasta llegar a ser glorificados, junto con Él, a la diestra de Dios
Padre.

Sal 16 (15) El salmista suplica pidiendo la protección de Dios.
Pero sobre todo manifiesta su confianza plena en el Señor, a quien le tiene como
única herencia, y en cuyas manos ha colocado su vida de forma total. Dios,
respondiendo a esa confianza, no abandonará a la muerte ni a la corrupción a su
siervo. Por eso no sólo hemos de buscar ser instruidos en los caminos de Dios,
sino caminar hasta saciarnos de gozo en su presencia, y de alegría perpetua a su
derecha.

En Cristo, que puso toda su confianza en su Padre Dios, y en
cuyas manos encomendó su espíritu, se ha cumplido esta Escritura, pues no fue
abandonado a la muerte, ni sufrió la corrupción. Por su filial obediencia, y por
su confianza total en Dios, ahora vive glorificado eternamente a la derecha de
su Padre Dios.

Aquellos que queramos participar de su Gloria hemos de
vivir en esa confianza total en Dios, sabiendo que, a pesar de que nos persigan
y asesinen, si permanecemos fieles hasta el final, Dios velará por nosotros, y
nos concederá la Gloria prometida a quienes le aman y le son fieles.

Mt
28, 8-15. Las mujeres han recibido la noticia de que el Señor ha resucitado, y
corren presurosas a anunciarlo a los discípulos y a decirles que Jesús les
espera en Galilea. Y en su camino se encuentran con Jesús ante quien se postran
y abrazan. ¡Lo que hace el amor! Sólo a través de él es posible reconocer que
Jesús es Dios y comprometerse con Él. Jesús confirma la misión que los ángeles
les habían encomendado a esas mujeres: anunciarles a sus discípulos que Él los
esperaría en Galilea.

Sólo en la fidelidad a lo que el Señor nos ha
confiado, sólo puestos en camino para proclamar la resurrección de Cristo es
como podremos encontrarnos con Él. En el fondo debe movernos el amor. Cuando
buscamos al Señor no es sólo para contemplarlo o para comprobar su existencia;
lo buscamos para vivir comprometidos con Él en la fe, y para esforzarnos en
darlo a conocer sabiendo que, de un modo especial, lo encontraremos en tantas
galileas, ahí donde la gente es considerada maldita, porque no conoce a Dios,
ahí donde la tierra de sombras y de muerte necesita la luz y la esperanza de una
vida renovada. Cristo nos llama para que, con la fuerza de su Espíritu
continuemos su obra salvadora en el mundo.

Por desgracia el Evangelio
también nos habla de quienes han rechazado a Cristo, y urden un sinfín de
artimañas para evitar cualquier compromiso de fe con Él. No resistamos al
Espíritu Santo; abramos más bien nuestro corazón a Él, para que la proclamación
del Evangelio llegue primero a nosotros y nos ayude a rectificar nuestros
caminos. Sólo entonces podremos ser testigos de la vida nueva que Dios ofrece a
todos, pues no hablaremos de oídas, sino desde nuestra propia experiencia del
Señor.

Participar en la Eucaristía es para nosotros todo un compromiso de
reconocimiento del Resucitado como el Señor, no sólo ante quien nos postramos,
sino a quien escuchamos para ser portadores de la Buena Nueva de su amor y de la
vida que nos comunica. Nos alegramos de estar con Él, de que nos salude con el
saludo de la paz, y de que nos invite a ser portadores de su amor. No
defraudemos esta confianza que el Señor nos ha tenido. Aprendamos a vivir a sus
pies en oración, escuchándolo para saber cuál es su voluntad y hacer que nuestra
existencia vaya por sus caminos. Ser testigos de Cristo no puede reducirse a la
transmisión de un mensaje, sino en la transformación que el Espíritu Santo
realice en nosotros para configurarnos conforme a la imagen del Hijo de Dios, y
poder ser portadores del Evangelio con nuestra vida misma. Y esta comunión de
Vida con Cristo, en que nos hacemos uno con Él, se realiza con mayor plenitud en
la celebración Eucarística. Aprovechemos, por tanto, este momento de Gracia del
Señor para nosotros.

Sólo cuando llevemos su mensaje de amor a los demás
y lo proclamemos no sólo con los labios, sino que nosotros mismos nos
convirtamos en la Buena Nueva que se hace vida en servicio de amor por los que
sufren, y por los que buscan a Dios para encontrarse con Él desde sus pobrezas y
debilidades interiores, para iniciar el camino hacia Él; sólo cuando, partiendo
de la Eucaristía cumplamos con esa misión, podremos en verdad encontrarnos con
el Señor que sale a nuestro encuentro en cada persona y en cada acontecimiento.
Algún día, finalmente lo contemplaremos en la Patria eterna; mientras, hemos de
cumplir con el encargo de dar testimonio de Él a nuestros hermanos,
especialmente a aquellos que viven en las sombras del pecado, u oprimidos por la
pobreza y sus consecuencias, pues a ellos el Señor nos ha enviado para que, en
su Nombre, los libremos de todo mal y los ayudemos a caminar con la dignidad que
les corresponde como hijos de Dios.

Que María, la mujer fiel, la del sí
amoroso a Dios, la que llevando en su seno hizo brincar de gozo al precursor del
Mesías, la que oró junto con la Iglesia naciente, ruegue por nosotros para que
nuestro encuentro con Cristo sea todo un compromiso de fidelidad a la Alianza
con Él para que, por medio nuestro, alegre a los tristes, fortalezca a los
débiles, socorra a los necesitados y conduzca a los pecadores al arrepentimiento
para el perdón de sus pecados, y poder así participar de la vida eterna que nos
ha logrado mediante su Misterio Pascual.
Amén.

Homiliacatolica.com





24. 28 de Marzo 345. La alegría de la resurrección

I. El
Señor ha resucitado de entre los muertos, como lo había dicho, alegrémonos y
regocijémonos todos, porque reina para siempre. ¡Aleluya! (Antífona de entrada
de la Misa). Nuestra Madre la Iglesia nos introduce en estos días en la alegría
pascual a través de los textos de la liturgia; nos pide que esta alegría sea
anticipo y prenda de nuestra felicidad eterna en el Cielo. Se suprimen en este
tiempo los ayunos y otras mortificaciones corporales, como símbolo de esta
alegría del alma y del cuerpo.. La verdadera alegría no depende del bienestar
material, de no padecer necesidad, de la ausencia de dificultades, de la
salud... La alegría profunda tiene su origen en Cristo, en el amor que Dios nos
tiene y en nuestra correspondencia a ese amor. Y yo os daré una alegría que
nadie os podrá quitar (Juan 16, 22). Nadie: ni el dolor, ni la calumnia, ni el
desamparo..., ni las propias flaquezas, si volvemos con prontitud al Señor,
sabernos en todo momento hijos de Dios.

II. En la Última Cena, el Señor
no había ocultado a los Apóstoles las contradicciones que les esperaban; sin
embargo, les prometió que la tristeza se tornaría en gozo. En el amor a Dios,
que es nuestro Padre, y a los demás, y en el consiguiente olvido de nosotros
mismos, está el origen de esa alegría profunda del cristiano (Santos Evangelios,
EUNSA, Pamplona ). El pesimismo y la tristeza deberán ser siempre algo extraño
al cristiano. Algo, que si se diera, necesitaría de un remedio urgente. El
alejamiento de Dios, el descamino, es lo único que podría turbarnos y quitarnos
ese don tan preciado. Por lo tanto, luchemos por buscar al Señor en medio del
trabajo y de todos nuestros quehaceres, mortificando nuestros caprichos y
egoísmos. Esta lucha interior da al alma una peculiar juventud de espíritu. No
cabe mayor juventud y alegría que la del que se sabe hijo de Dios y procura
actuar en consecuencia.

III. Estar alegres es una forma de dar gracias a
Dios por los innumerables dones que nos hace. Con nuestra alegría hacemos mucho
bien a nuestro alrededor, pues esa alegría lleva a los demás a Dios. Dar alegría
será con frecuencia la mejor muestra de caridad para quienes están a nuestro
lado. Muchas personas pueden encontrar a Dios en nuestro optimismo, en la
sonrisa habitual, en nuestra actitud cordial. Pensemos en la alegría de la
Santísima Virgen, “abierta sin reservas a la alegría de la Resurrección; sus
hijos en la tierra, volviendo los ojos hacia la madre de la esperanza y madre de
la gracia, la invocamos como causa de nuestra alegría” (Paulo VI, Gaudete in
Domino).

Fuente: Colección "Hablar con Dios" por Francisco Fernández
Carvajal, Ediciones Palabra. Resumido por Tere Correa de Valdés
Chabre

 


 


DOMINGO DE RESURRECCIÓN

 


¡ALELUYA!
¡CRISTO HA RESUCITADO!
¡ALELUYA
ALELUYA!


 


Exulten por fin los ángeles.
Que se asocien a la Fiesta
los creyentes,
y por la victoria de Jesús sobre la muerte
salga el
pregonero a las calles
anunciando la derrota del Hades.

Alégrese la
madre naturaleza
con el grito de la luna llena:
que no hay noche que no
acabe en día,
ni invierno que no reviente en primavera,
ni muerte que no
dé paso a la vida;
ni se pudre una semilla
sin resucitar en
cosecha.

Alégrese nuestra Madre la Iglesia
porque en la historia del
mundo
siguen los hombres resucitando,
y abiertos con esperanza al
futuro
confiesan a Cristo glorificado.

Esta es la noche del absoluto
vacío
que la Palabra llenó creadora.
Esta es la noche de Abraham
en que
el Cordero redime a Isaac
sobre la cumbre del monte Moria.

Esta es la
noche de Egipto
con Moisés de caudillo, 
un Pueblo peregrino a la
libertad
y los esclavos vencedores del Esbirro.

¡Qué noche
maravillosa:
Cristo subiendo del abismo
y la muerte muerta!
¡Qué
maravilla de Dios:
entregando al Hijo
salvaste al esclavo!
¡Qué
maravilla de amor:
porque hubo pecado
conocimos el perdón!
¿De qué nos
sirviera nacer
si la muerte fuera nuestro destino?

Esta es la
noche
en que cayeron dictaduras.
Esta es la noche
en que el avaro
renunció a su fortuna.
Esta es la noche
en que el lascivo dejó la
lujuria.
Esta es la noche
que acabó con viejas rupturas
engendradas en
guerras añejas,
y encontró abrazados a hermanos
que riñeron por líos de
herencias.

Esta es la noche que sacude conciencias,
quema los ídolos,
despierta vocaciones,
alumbra virginidades, engendra esperanzas,
convierte
en arados las espadas,
saca renacidos de las aguas,
alegra a los tristes,
provoca adoradores,
descarga pistolas y derriba opresores.

Esta es la
noche
que trae la Buena Noticia a los pobres,
abre los ojos de los
ciegos,
libera a los prisioneros
y anuncia el perdón a los
pecadores.

¡Sea bendito Nuestro Señor
que subiendo a la Cruz
y
entrando en la muerte,
venció para siempre
los poderes del mal!

¡A
gozar de la Luz...
rota la oscuridad...
victorioso de nuevo el
Amor...!


martes, 7 de abril de 2009

Introducción a la semana santa

Introducción a la semana santa

DOMINGO DE RESURRECCIÓN: "Mañana de Resurrección" - Radio Palabra

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SÁBADO SANTO: "Stabat Mater" - Radio Palabra

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VIERNES SANTO: "Una cruz sencilla" - Radio Palabra

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JUEVES SANTO: "Pange Lingua" - Radio Palabra

JUEVES SANTO: "Pange Lingua" - Radio Palabra

MIÉRCOLES SANTO: "Judas" - Radio Palabra

MIÉRCOLES SANTO: "Judas" - Radio Palabra

Miércoles Santo (8 - Abril - 2009) - Radio Palabra

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MARTES SANTO: "Antes que el gallo cante" - Radio Palabra

MARTES SANTO: "Antes que el gallo cante" - Radio Palabra

LUNES SANTO: "En tu cuenco" - Radio Palabra

LUNES SANTO: "En tu cuenco" - Radio Palabra

Jueves Santo (9 - Abril - 2009) - Radio Palabra

Jueves Santo (9 - Abril - 2009) - Radio Palabra

Miércoles Santo (8 - Abril - 2009) - Radio Palabra

Miércoles Santo (8 - Abril - 2009) - Radio Palabra

Martes Santo (7 - Abril - 2009) - Radio Palabra

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Lunes Santo (6 - Abril - 2009) - Radio Palabra

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Domingo de Ramos - Ciclo B (5 - Abril - 2009) - Radio Palabra

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DOMINGO DE RAMOS: "Hosanna" - Radio Palabra

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Viernes, 5ª semana de cuaresma (3 - Abril - 2009) - Radio Palabra

Viernes, 5ª semana de cuaresma (3 - Abril - 2009) - Radio Palabra

Jueves, 5ª semana de cuaresma (2 - Abril - 2009) - Radio Palabra

Jueves, 5ª semana de cuaresma (2 - Abril - 2009) - Radio Palabra

Homilia lecturas y comentario al evangelio del Miércoles 1 de Abril del 2009

Homilia lecturas y comentario al evangelio del Miércoles 1 de Abril del 2009

lunes, 30 de marzo de 2009

Una reflexión para cada día de Cuaresma

Una reflexión para cada día de Cuaresma

Web Católico de Javier

Web Católico de Javier

LA PÁGINA DE JAVIER LEOZ

LA PÁGINA DE JAVIER LEOZ

Martes, 5ª semana de cuaresma (31 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Martes, 5ª semana de cuaresma (31 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Lunes, 5ª semana de cuaresma (30 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Lunes, 5ª semana de cuaresma (30 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Domingo, 5ª semana de cuaresma (29 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Domingo, 5ª semana de cuaresma (29 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Sábado, 4ª semana de cuaresma (28 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Sábado, 4ª semana de cuaresma (28 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Viernes, 4ª semana de cuaresma A (27 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Viernes, 4ª semana de cuaresma A (27 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Jueves, 4ª semana de cuaresma (26 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Jueves, 4ª semana de cuaresma (26 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Quinto Domingo: ¡Sal fuera! - Radio Palabra

Quinto Domingo: ¡Sal fuera! - Radio Palabra

Taller de Oración II - Ciudad Redonda

Taller de Oración II - Ciudad Redonda

18. El hombre y su soledad - Ciudad Redonda

18. El hombre y su soledad - Ciudad Redonda

3. ¿Quién soy para tí? - Ciudad Redonda

3. ¿Quién soy para tí? - Ciudad Redonda

Presentación - Ciudad Redonda

Presentación - Ciudad Redonda

María, Madre de nuestra esperanza - Ciudad Redonda

María, Madre de nuestra esperanza - Ciudad Redonda

Las siete palabras de Jesús en la cruz - Ciudad Redonda

Las siete palabras de Jesús en la cruz - Ciudad Redonda

La oración de Jesús en Getsemani - Ciudad Redonda

La oración de Jesús en Getsemani - Ciudad Redonda

Adoracion Eucarística para Jueves Santo - Ciudad Redonda

Adoracion Eucarística para Jueves Santo - Ciudad Redonda

VIA CRUCIS: Pasión y muerte de Jesucristo - Ciudad Redonda

VIA CRUCIS: Pasión y muerte de Jesucristo - Ciudad Redonda

lunes, 23 de marzo de 2009

Martes, 4ª semana de cuaresma (24 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Martes, 4ª semana de cuaresma (24 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Lunes, 4ª semana de cuaresma (23 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Lunes, 4ª semana de cuaresma (23 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Sábado, 3ª semana de cuaresma (21 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Sábado, 3ª semana de cuaresma (21 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Viernes, 3ª semana de cuaresma (20 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Viernes, 3ª semana de cuaresma (20 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Tercer Domingo. "Una ardiente sed" - Radio Palabra

Tercer Domingo. "Una ardiente sed" - Radio Palabra

Cuarto Domingo: "Señor, que vea" - Radio Palabra

Cuarto Domingo: "Señor, que vea" - Radio Palabra

domingo, 22 de marzo de 2009

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - Lectura orante del Evangelio: Mc 1,12-15 Primer Domingo de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - Lectura orante del Evangelio: Mc 1,12-15 Primer Domingo de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - 2ª S de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - 2ª S de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - 3 Domingo de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - 3 Domingo de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - 3ª S de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - 3ª S de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - Lectura orante del Evangelio: Juan 2,13-25 Tercer Domingo de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - Lectura orante del Evangelio: Juan 2,13-25 Tercer Domingo de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - 2º Domingo de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - 2º Domingo de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - Lectura orante del Evangelio: Mc 9,2-10 Segundo Domingo de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - Lectura orante del Evangelio: Mc 9,2-10 Segundo Domingo de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - 1ª S de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - 1ª S de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - 1º Domingo de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - 1º Domingo de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - Evangelio 1os días de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - Evangelio 1os días de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - Lectura orante del Evangelio: Juan 3,14-21 Cuarto Domingo de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - Lectura orante del Evangelio: Juan 3,14-21 Cuarto Domingo de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - 4º Domingo de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - 4º Domingo de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - 4ª S de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

Cipecar - LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN - Ciclo - B - - Cuaresma -B- - Evangelio orado en la Cuaresma - 4ª S de Cuaresma - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

miércoles, 11 de marzo de 2009

Sábado, 2ª semana de cuaresma A (14 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Sábado, 2ª semana de cuaresma A (14 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Jueves, 2ª semana de cuaresma A (12 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Jueves, 2ª semana de cuaresma A (12 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Miércoles, 2ª semana de cuaresma A (11 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Miércoles, 2ª semana de cuaresma A (11 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Segundo Domingo: “Señor ¡Qué bien que estemos aquí!” - Radio Palabra

Segundo Domingo: “Señor ¡Qué bien que estemos aquí!” - Radio Palabra

Viernes de la 2 Semana de Cuaresma (13 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Viernes de la 2 Semana de Cuaresma (13 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Lunes, 2ª semana de cuaresma A (9 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Lunes, 2ª semana de cuaresma A (9 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Domingo 2º de Cuaresma. Ciclo B (8 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

Domingo 2º de Cuaresma. Ciclo B (8 - Marzo - 2009) - Radio Palabra

domingo, 8 de marzo de 2009

Homilia lecturas y comentario al evangelio del Domingo 8 de Marzo del 2009

Homilia lecturas y comentario al evangelio del Domingo 8 de Marzo del 2009

Homilia lecturas y comentario al evangelio del Sábado 7 de Marzo del 2009

Homilia lecturas y comentario al evangelio del Sábado 7 de Marzo del 2009

Homilia lecturas y comentario al evangelio del Viernes 6 de Marzo del 2009

Homilia lecturas y comentario al evangelio del Viernes 6 de Marzo del 2009

Homilia lecturas y comentario al evangelio del Jueves 5 de Marzo del 2009

Homilia lecturas y comentario al evangelio del Jueves 5 de Marzo del 2009

Homilia lecturas y comentario al evangelio del Miércoles 4 de Marzo del 2009

Homilia lecturas y comentario al evangelio del Miércoles 4 de Marzo del 2009

Homilia lecturas y comentario al evangelio del Martes 3 de Marzo del 2009

Homilia lecturas y comentario al evangelio del Martes 3 de Marzo del 2009

Homilia lecturas y comentario al evangelio del Lunes 2 de Marzo del 2009

Homilia lecturas y comentario al evangelio del Lunes 2 de Marzo del 2009