Powered By Blogger

domingo, 4 de julio de 2010

MediaPlayer

MediaPlayer

Homilías - Predicación - Orden de Predicadores

Homilías - Predicación - Orden de Predicadores

Homilías - Predicación - Orden de Predicadores

Homilías - Predicación - Orden de Predicadores
Página web de Francisco Fernández Carvajal
Décimo cuarto Domingo
ciclo c

COMO UN Río DE PAZ

— El Señor viene a dar la paz a un mundo que carece de ella.

— La violencia y la inquietud tienen sus raíces en el corazón de los hombres. Son consecuencias del pecado.

— La paz comienza en el alma con el reconocimiento de aquello que separa de Dios; con una profunda contrición. Promotores de paz en el mundo, comenzando por las personas más cercanas.

I. La Liturgia de este Domingo se centra de modo particular en la paz como un gran bien para el alma y para la sociedad. En la Primera lectura1, el Profeta Isaías anuncia que la era del Mesías se caracterizará por la abundancia de este don divino; será como un torrente de paz, como un torrente en crecida, resumen de todos los bienes: el gozo, la alegría, el consuelo, la prosperidad prometida por Dios a la Jerusalén restaurada tras el destierro de Babilonia. Como un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo. Isaías se refiere al Mesías, portador de esa paz que es, a un mismo tiempo, gracia y salvación eterna para cada uno y para todo el pueblo de Dios. La nueva Jerusalén es imagen de la Iglesia y de todos nosotros.

El Evangelio de la Misa2 relata el envío de los discípulos anunciando la llegada del Reino de Dios. A su paso se repiten los milagros: ciegos que recuperan la vista, leprosos que quedan limpios, pecadores que se mueven a penitencia, y por todas partes van llevando la paz de Cristo. El mismo Señor, antes de partir para esta misión apostólica, les había encargado: Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa. Y si hay allí gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz... Este mensaje lo repetirá la Iglesia hasta el fin de los tiempos.

Después de tantos años vemos, sin embargo, que el mundo no está en paz; la ansía y clama por ella, pero no la encuentra. En pocas ocasiones se ha nombrado tanto la palabra paz, y quizá pocas veces la paz ha estado más lejos del mundo. Incluso «dentro de cada país, y en no pocas naciones, el estado habitual tampoco tiene nada que ver con la paz. No que haya guerra, lo que generalmente se entiende por guerra, pero sí falta de paz. Lucha de razas, lucha de clases, lucha entre ideologías, lucha de partidos. Terrorismo, guerrillas, secuestros, atentados, inseguridad, motines, conflictos, violencia. Odios, resentimientos, acusaciones, recriminaciones»3. Paz, paz, dicen. Y no hay paz4. No hay paz en la sociedad, ni en las familias, ni en las almas. ¿Qué ocurre para que no haya paz? ¿Por qué tanta crispación y tanta violencia, por qué tanta inquietud y tristeza en las almas, si todos desean la paz?

Quizá el mundo esté buscando la paz donde no la puede encontrar; quizá se la confunde con la tranquilidad, es posible que se haga depender de circunstancias externas y ajenas al hombre mismo. La paz viene de Dios y es un don divino que sobrepuja todo entendimiento5, y se otorga solo a los hombres de buena voluntad6, a quienes procuran con todas sus fuerzas acomodar su vida al querer divino. «La paz, que lleva consigo la alegría, el mundo no puede darla.

»—Siempre están los hombres haciendo paces, y siempre andan enzarzados con guerras, porque han olvidado el consejo de luchar por dentro, de acudir al auxilio de Dios, para que Él venza, y conseguir así la paz en el propio yo, en el propio hogar, en la sociedad y en el mundo.

»—Si nos conducimos de este modo, la alegría será tuya y mía, porque es propiedad de los que vencen; y con la gracia de Dios –que no pierde batallas– nos llamaremos vencedores, si somos humildes»7. Entonces seremos portadores de la paz verdadera, y la llevaremos como un tesoro inapreciable allí donde nos encontremos: a la familia, al lugar de trabajo, a los amigos..., al mundo entero.

II. En los comienzos, antes de que se cometiera el pecado original, todo estaba ordenado para dar gloria a Dios y para felicidad de los hombres No existían las guerras, los odios, los rencores, la incomprensión, las injusticias... Por ese primer pecado, al que se añadieron luego los pecados personales, el hombre se convirtió en un ser egoísta, soberbio, mezquino, avaro... Ahí hemos de buscar la causa de todos los desequilibrios que vemos a nuestro alrededor: «la violencia y la injusticia –señala Juan Pablo II– tienen raíces profundas en el corazón de cada individuo, de cada uno de nosotros»8. Del corazón proceden «todos los desórdenes que los hombres son capaces de cometer contra Dios, contra los hermanos y contra ellos mismos, provocando en lo más íntimo de sus conciencias un desgarrón, una profunda amargura, una falta de paz que necesariamente se refleja en el tejido de la vida social. Pero es también del corazón humano, de su inmensa capacidad de amar, de su generosidad para el sacrificio, de donde pueden surgir –fecundados por la gracia de Cristo– sentimientos de fraternidad y obras de servicio a los hombres que como río de paz (Is 66, 12) cooperen a la construcción de un mundo más justo, en el que la paz tenga carta de ciudadanía e impregne todas las estructuras de la sociedad»9. La paz es consecuencia de la gracia santificante, como la violencia, en cualquiera de sus manifestaciones, es consecuencia del pecado.

El futuro de la paz está en nuestros corazones10, pues el pecado no fue tan poderoso que pudiera borrar completamente la imagen de Dios en el hombre, sino solo «ensuciarla, deformarla, debilitarla; pudo herir su alma, pero no aniquilarla; oscurecer su inteligencia, pero no destruirla; dar entrada al odio, pero no eliminar la capacidad de amar; torcer la voluntad, pero no hasta el punto de hacer imposible la rectificación»11. Por eso, aunque el hombre tiende al mal cuando se deja llevar por su naturaleza caída, sin embargo puede, con la ayuda de la gracia, vencer estas pasiones desordenadas, y poseer y comunicar la paz que Cristo nos ganó. La vida del cristiano se convierte entonces en una lucha alegre por rechazar el mal y por alcanzar a Cristo. En esa lucha encuentra una seguridad llena de optimismo, y cuando pacta con el pecado y con sus errores la pierde, y se convierte entonces en una fuente de malestar o de violencia para sí mismo y para los demás.

Como un niño a quien su madre consuela, así os consolaré Yo. Solo en Cristo encontraremos la paz que tanto necesitamos para nosotros mismos y para quienes están más cerca. Acudamos a Él cuando las contrariedades de la vida pretendan quitarnos la serenidad del alma. Acudamos al sacramento de la Penitencia y a la dirección espiritual si, por no haber luchado suficientemente, hubiera entrado la inquietud y el desasosiego en nuestro corazón.

III. La presencia de Cristo en el corazón de sus discípulos es el origen de la verdadera paz, que es riqueza y plenitud, y no simple tranquilidad o ausencia de dificultades y de lucha. San Pablo afirma que Cristo mismo es nuestra paz12; poseerle y amarle es el origen de toda serenidad verdadera.

Este fluir de paz en nuestro corazón, como un torrente en crecida, comienza por el reconocimiento de nuestros pecados, de las faltas, negligencias y errores. Entonces, si somos humildes y miramos a Cristo, descubriremos su gran misericordia, «como si estuviese ahí detrás como escondido para decirnos: esas son las miserias que he tomado sobre Mí para mostrarte muy personalmente, en esta soledad y en este dolor, cuál es el amor del Padre, único capaz de librarte de ellas, de darles en cierto modo la vuelta y utilizarlas para tu salvación. Entonces podrá resonar en el oído de nuestro corazón la palabra: tu fe te ha salvado y te ha curado. ¡Vete en paz!»13. No hay paz sin contrición, sin una profunda sinceridad con nosotros mismos que lleva a reconocer aquello que en nuestra vida aleja de Dios y de los hermanos, y sinceridad honda, sin paliativo alguno, en la Confesión.

Con este sosiego interior, que habremos de encontrar recomenzando muchas veces y no pactando jamás con nuestros defectos y errores, podremos entonces salir al mundo, a ese espacio en el que se desenvuelve nuestro quehacer diario, para ser promotores de la paz que el mundo no tiene y que, por tanto, no puede dar.

Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa... No se trata de un simple saludo, es la paz de Cristo que han de llevar sus discípulos a todos los caminos. Diremos a todos que la verdadera paz «se funda en la justicia, en el sentido de la dignidad inviolable del hombre, en el reconocimiento de una igualdad indeleble y deseable entre los hombres, en el principio básico de la fraternidad humana, es decir, en el respeto y amor debido a cada hombre»14. La paz del mundo comienza en el corazón de cada hombre.

El cristiano que vive de fe es el hombre de paz que contagia serenidad; se está bien a su lado y los demás buscarán su compañía. Pidamos a Nuestra Señora, al terminar este rato de oración, que sepamos acudir con humildad a la fuente de la paz (el Sagrario, la Confesión, la dirección espiritual) si viéramos que el desasosiego, el temor, la tristeza o la inquietud quieren penetrar en nuestro corazón. Regina pacis, ora pro nobis... ora pro me.

1 Is 66, 10-14. — 2 Lc 10, 1-12, 17-20. — 3 F. Suárez, La paz os dejo, Rialp, Madrid l973, p. 47. — 4 Cfr. Jer 6, 14 — 5 Flp 4, 7 — 6 Cfr. Lc 2, 14. — 7 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 102. — 8 Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada de la Paz, 8-XII-1984, n. 1. — 9 A. del Portillo, Homilía a participantes del Año Internacional de la Juventud, 30-III-1985. — 10 Cfr. Juan Pablo II, o. c., n. 3 — 11 F Suárez, o. c., p. 63. — 12 Ef 2, 14. — 13 S. Pinckaers, En busca de la felicidad, Palabra, Madrid 1981, p. 157. — 14 Pablo VI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1971.

† Nota: Ediciones Palabra (poseedora de los derechos de autor) sólo nos ha autorizado a difundir la meditación diaria a usuarios concretos para su uso personal, y no desea su distribución por fotocopias u otras formas de distribución.

SANTO TOMÁS, APÓSTOL*

Fiesta

— En ausencia de Tomás.

— Su incredulidad.

— Su fe.

I. Cuando Jesús, llamado por las hermanas de Lázaro enfermo, se disponía a ir a Judea, donde le esperaban asechanzas y odio por parte de los judíos, dijo Tomás a los demás discípulos: Vayamos nosotros también y muramos con Él1. El Señor aceptaría con gratitud este gesto valiente y generoso del Apóstol. Son las primeras palabras de él recogidas por San Juan.

Más tarde, durante el discurso de despedida en la Última Cena, Tomás hizo una pregunta al Maestro por la que le debemos estar reconocidos, ya que dio lugar a que Jesús nos legara una de las grandes definiciones de Sí mismo. Preguntó el discípulo: Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podremos saber el camino? Jesús respondió con estas palabras tantas veces meditadas: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; nadie va al Padre sino por Mí2.

La misma tarde del domingo en que resucitó se apareció Jesús a sus discípulos. Se presentó en medio de ellos sin necesidad de abrir las puertas, ya que su Cuerpo había sido glorificado; pero para deshacer la posible impresión de que era solo un espíritu, les mostró las manos y el costado. A los discípulos no les quedó duda alguna de que era Jesús mismo y de que verdaderamente había resucitado. Les saludó por dos veces con la fórmula usual entre los judíos, con el acento propio que tantas veces pondría en estas mismas palabras. Los Apóstoles, poco propensos a admitir lo que excedía los cauces de su experiencia y de su razón, no podían albergar ya duda alguna al ver a Cristo, al que ellos conocían bien, hablando como en otras ocasiones. Con su conversación amigable y cordial quedaban disipados el temor y la vergüenza que tendrían por haber abandonado al Amigo cuando más necesidad tenía de ellos. De esta forma, se creó de nuevo el ambiente de intimidad, en el que Jesús va a comunicar sus poderes trascendentales3. Pero Tomás no estaba con ellos. Es el único que falta. ¿Por qué no estaba allí? ¿Fue solo una casualidad? Quizá San Juan, el Evangelista que nos narra con todo detalle esta escena, calla por delicadeza que Tomás, después de haber visto a Cristo en la cruz, no solo había sufrido como los demás, sino que se encontraba alejado del grupo y sumido en una particular desesperanza4.

Por los relatos de San Mateo y de San Marcos sabemos que los Apóstoles recibieron la indicación de Jesús de marcharse enseguida a Galilea, donde le verían glorioso. ¿Por qué aguardaron ocho días más en Jerusalén, cuando ya nada les retenía allí? Es muy posible que no quisieran marcharse sin Tomás, al que buscaron enseguida e intentaron convencer de mil formas distintas de que el Maestro había resucitado y les esperaba una vez más junto al mar de Tiberíades. Al encontrarle, le dijeron con una alegría incontenible: ¡Hemos visto al Señor!5. Se lo repitieron una y otra vez, con acentos distintos. Intentaron en este tiempo recuperarlo para Cristo por todos los medios. Es seguro que el Señor, que siempre nos busca a cada uno como Buen Pastor, aprobaría esta demora. ¡Cómo agradecería Tomás más tarde todos estos intentos, y que a pesar de su tozudez no le dejaran solo en Jerusalén! Es una lección que nos puede servir hoy a nosotros para que examinemos cómo es la calidad de nuestra fraternidad y de nuestra fortaleza con aquellos cristianos, nuestros hermanos, que en un momento dado pueden caer en el desaliento y en la soledad. No podemos abandonarlos.

II. Trae tu mano y toca la señal de los clavos: y no seas incrédulo, sino creyente6.

El desaliento y la incredulidad de Tomás no eran fácilmente vencibles. Ante la insistencia de los demás Apóstoles, él respondió: Si no veo la señal de los clavos en sus manos, y no meto mi dedo en esa señal de los clavos y mi mano en su costado, no creeré7. Estas palabras parecen una respuesta definitiva, inconmovible. Es una réplica dura a la solicitud de los amigos. Sin duda la alegría de los demás ¡qué inmenso gozo llenaría su alma! le abrió una ventana a la esperanza. Por eso vuelve y ya no se separa de ellos. Esta oscura tozudez de Tomás contrasta con la grandeza de Jesús y con su amor por todos. El Señor no permite que ninguno de los suyos se pierda; ya había rogado por sus discípulos en la Última Cena, y su oración es siempre eficaz8. Él mismo interviene ante Tomás. San Juan lo relata así: A los ocho días, estaban de nuevo dentro sus discípulos y Tomás con ellos. ¡Al menos han conseguido que permanezca unido a ellos! Y estando cerradas las puertas, vino Jesús, se presentó en medio y dijo: La paz sea con vosotros. Se dirigió entonces amablemente a Tomás, y le dijo: Trae aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente9.

Es un motivo de esperanza para nosotros considerar que el Señor no nos dejará nunca, si nosotros no le abandonamos, porque también ha rogado por nosotros10. Tampoco nos desampararán los que Dios ha puesto a nuestro lado. Si alguna vez estamos a oscuras, cualquiera que sea nuestra situación interior, podremos apoyarnos en la fe de los demás, en su ejemplaridad y en la fortaleza de su caridad. Nosotros tenemos el deber de «arropar» y cuidar a quienes de alguna manera el Señor nos ha encomendado o comparten con nosotros la misma fe y los mismos ideales, si alguna vez pasaran por un mal momento. La responsabilidad de la fidelidad de los demás será siempre un buen soporte de la propia fidelidad. «Todo iría mejor y seríamos más felices si nos propusiéramos conocer siempre mejor –para poder amar más– esas verdades y esas personas a las que nos hemos vinculado con lazos de responsabilidad permanente. Reflexionar sobre los propios deberes, sobre las circunstancias que afectan la vida y la paz de otros, meditar en las consecuencias de nuestra conducta, evaluar el daño que puede causar la deserción, es la primera garantía de fidelidad. A la que debemos siempre agregar una consideración sobrenatural: Fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas (1 Cor 10, 13)»11. Nunca nos fallará el Señor. No fallemos nosotros a nuestros hermanos. No olvidemos que todos nosotros también podemos pasar por una etapa de ceguera y de desaliento. Nadie en la familia y entre los amigos es irrecuperable para Dios, porque contamos con la poderosa ayuda de la caridad y de la oración, que adquiere entonces manifestaciones tan diversas, y de la gracia.

III. Cuando Tomás vio y oyó a Jesús expresó en pocas palabras lo que sentía en su corazón: ¡Señor mío y Dios mío!, exclama conmovido hasta lo más hondo de su ser. Es a la vez un acto de fe, de entrega y de amor. Confiesa abiertamente que Jesús es Dios y le reconoce como su Señor. Jesús le contestó: Porque me has visto has creído; bienaventurados los que sin ver creyeron12. Y comenta el Papa Juan Pablo II: «Esta es la fe que nosotros debemos renovar, siguiendo la estela de incontables generaciones cristianas que a lo largo de dos mil años han confesado a Cristo, Señor invisible, llegando incluso al martirio. Debemos hacer nuestras, como las hicieron suyas antes otros muchos, las palabras de Pedro en su primera Carta: Vosotros no lo visteis, pero lo amáis; ahora, creyendo en Él sin verlo, sentís un gozo indecible. Esta es la auténtica fe: entrega absoluta a cosas que no se ven, pero que son capaces de colmar y ennoblecer toda una vida»13.

Desde aquel momento, Tomás fue un hombre distinto, gracias en buena parte a la caridad fraterna que tuvieron con él los demás Apóstoles. Su fidelidad al Maestro, que parecía imposible en aquellos días de oscuridad, fue para siempre firme e incondicional. Sus palabras nos han servido quizá para hacer muchas veces un acto de fe ¡Señor mío y Dios mío! ¡Mi Señor y mi Dios!- al pasar delante de un Sagrario o en el momento de la Consagración en la Santa Misa. Su figura es hoy para nosotros motivo de confianza en el Señor, que nunca nos dejará, y motivo de esperanza si alguna vez aquellos que tenemos más cerca por voluntad divina pasan momentos de desconcierto en su fidelidad a Dios. Nuestro aliento en esa situación y la gracia del Señor harán milagros.

Con la Liturgia pedimos hoy al Señor: ...concédenos celebrar con alegría la fiesta de tu Apóstol Santo Tomás; que él nos ayude con su protección para que tengamos en nosotros vida abundante por la fe en Jesucristo, tu Hijo, a quien tu Apóstol reconoció como su Señor y su Dios.

La Virgen, que tan cerca de los Apóstoles estaba en aquellos días, seguiría atenta la evolución del alma de Tomás. Quizá fue Ella la que impidió que el Apóstol se alejara definitivamente. Nosotros le confiamos hoy nuestra fidelidad al Señor y la de aquellos que de alguna manera Dios ha puesto a nuestro cuidado. ¡Virgen fiel... ruega por ellos... ruega por mí!

1 Jn 11, 16. — 2 Jn 14, 5-6. — 3 Cfr. Sagrada Biblia, Santos Evangelios, EUNSA, 2ª ed., Pamplona 1985, nota a Jn 20, 19-20. — 4 Cfr. O. Hophan, Los Apóstoles, Palabra, Madrid 1982, p. 216. — 5 Jn 2, 25. — 6 Antífona de comunión, Cfr. Jn 20, 27. — 7 Jn 20, 25. — 8 Cfr. Jn 17, 9. — 9 Jn 20, 26-27. — 10 Cfr. Jn 17, 20. — 11 J. Abad. Fidelidad, Palabra, Madrid 1987, pp. 66-67. — 12 Jn 20, 29, — 13 Juan Pablo II, Homilía 9-IV-1983.

* Tomás es conocido entre los demás Apóstoles por su incredulidad ante Jesús resucitado, que se desvaneció ante la aparición de Cristo. Su falta de fe da ocasión al Señor para invitarnos a afianzar la nuestra, que tiene su piloto sólido en el hecho histórico de la Resurrección de Cristo. Nada sabemos con certeza acerca de su vida, salvo las breves referencias que se contienen en los Evangelios. Según la Tradición evangelizó la India. Desde el siglo vi se celebra su fiesta el 3 de julio, fecha del traslado de su cuerpo a Edesa.
† Nota: Ediciones Palabra (poseedora de los derechos de autor) sólo nos ha autorizado a difundir la meditación diaria a usuarios concretos para su uso personal, y no desea su distribución por fotocopias u otras formas de distribución.

Homilías - Predicación - Orden de Predicadores

Homilías - Predicación - Orden de Predicadores

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

miércoles, 30 de junio de 2010

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

MediaPlayer

MediaPlayer

Palabra al día - Predicación - Orden de Predicadores

Palabra al día - Predicación - Orden de Predicadores

Palabra al día - Predicación - Orden de Predicadores

Palabra al día - Predicación - Orden de Predicadores

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

Palabra al día - Predicación - Orden de Predicadores

Palabra al día - Predicación - Orden de Predicadores

Lecturas Miércoles 30 de Junio del 2010, Miércoles de la 13ª semana del Tiempo Ordinario - Ciudad Redonda

Lecturas Miércoles 30 de Junio del 2010, Miércoles de la 13ª semana del Tiempo Ordinario - Ciudad Redonda

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

LUNES DE LA SEMANA 13ª DEL TIEMPO ORDINARIO

LUNES DE LA SEMANA 13ª DEL TIEMPO ORDINARIO

Estéreo Católica - La mejor música Católica en linea, Musica religiosa

Estéreo Católica - La mejor música Católica en linea, Musica religiosa

Estéreo Católica - La mejor música Católica en linea, Musica religiosa

Estéreo Católica - La mejor música Católica en linea, Musica religiosa

martes, 29 de junio de 2010

MARCO SAN PEDRO Y SAN PABLO

MARCO SAN PEDRO Y SAN PABLO

MARCO SAN PEDRO Y SAN PABLO

MARCO SAN PEDRO Y SAN PABLO

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

MediaPlayer

MediaPlayer

Estéreo Católica - La mejor música Católica en linea, Musica religiosa

Estéreo Católica - La mejor música Católica en linea, Musica religiosa

Estéreo Católica - La mejor música Católica en linea, Musica religiosa

Estéreo Católica - La mejor música Católica en linea, Musica religiosa

Estéreo Católica - La mejor música Católica en linea, Musica religiosa

Estéreo Católica - La mejor música Católica en linea, Musica religiosa

:: Fray Leopoldo de Alpandeire ::

:: Fray Leopoldo de Alpandeire ::

MediaPlayer

MediaPlayer

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

domingo, 27 de junio de 2010

Apuntes del camino - 20.03.2010, 10:49 Un corazón que escuche
Tags: reflexiones
Había un médico que atendía una consulta de psicología en un hospital. Sus pacientes eran adolescentes. Cierto día le trajeron un joven de 14 años que vivía internado en un orfanato y desde hacía un año no pronunciaba ni una palabra.

El padre del joven había muerto cuando él era muy pequeño, desde entonces había vivido con su madre y su abuelo hasta hacía un año. Al cumplir los 13 años murió su abuelo y, tres meses después, su madre.

Cuando el joven llegó al consultorio se sentó mirando las paredes, sin pronunciar palabra. Estaba pálido y nervioso, y el médico no conseguía hacerlo hablar. Así que comprendió que el dolor del muchacho era tan grande que le impedía expresarse, y él, por más que le dijera, tampoco serviría de mucho.

El médico optó por sentarse y observarlo en silencio, acompañándolo en su dolor. Después de la segunda consulta, cuando el muchacho se marchaba, el doctor le puso una mano en el hombro y le dijo: “Duele, ¿verdad?… ven la semana próxima si gustas”. El muchacho lo miró, no se había sobresaltado ni nada, sólo lo miró y se fue.
Cuando volvió a la semana siguiente, el doctor lo esperaba con un juego de ajedrez. Así pasaron varios meses, sin hablar, pero él notaba que David (así se llamaba el joven) ya no parecía nervioso y su palidez había desaparecido.

Un día, el doctor miraba la cabeza del muchacho mientras él estudiaba agachado en el tablero, y pensaba en lo poco que sabemos sobre el misterio del proceso de curación. De pronto, David alzó la vista, lo miró y le dijo: “Le toca”…

Ese día David empezó a hablar, hizo amigos en la escuela, ingresó a un equipo de ciclismo y comenzó una nueva vida: ¡su vida!

Es posiblemente que el médico, con su afecto y actitud paciente, ayudara a David, pero también aprendió mucho de él. Aprendió que el tiempo hace posible lo que nos parece dolorosamente insuperable. Aprendió a estar presente cuando alguien lo necesita. Aprendió a comunicarse sin palabras, pues muchas veces sólo basta un abrazo, un hombro donde llorar, una caricia y, sobre todo, un corazón que escuche.

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

Web Católico de Javier

Web Católico de Javier
Apuntes del camino - 12.05.2010, 20:14 La vasija de barro
Tags: reflexiones
El maestro estaba buscando una vasija para usar. En el estante había muchas… ¿Cuál escogería?

“Llévame”, gritó la dorada. “Soy brillante, tengo un gran valor y todo lo que hago, lo hago bien; mi belleza y mi brillo sobrepasa al resto y para alguien como tú, Maestro, el oro sería lo mejor”.

El maestro pasó sin pronunciar palabra; él vio una plateada, angosta y alta. “Yo te sirvo amado Maestro, vertería tu vino y estaría en tu mesa cada vez que comieras; mis líneas son agraciadas y mis esculturas son originales, y la plata te alabaría para siempre”.

Sin prestar atención el Maestro camino hacia la de bronce, era superficial, con una boca ancha y brillaba como un espejo: “Aquí… Aquí”, grito la vasija. “Se que te seré útil, colócame en tu mesa donde todos me vean”.

“Mírame”, gritó una copa de cristal muy limpia. “Mi transparencia muestra mi contenido claramente, soy frágil y te serviré con orgullo y sé con seguridad que seré feliz de morar en tu casa”.


Vino el maestro seguidamente hacia la vasija de madera, sólidamente pulida y tallada: “Me puedes usar Maestro amado, pero úsame para las frutas dulces y no para el insípido pan”.

Luego el Maestro miró hacia abajo y fijó sus ojos en una vasija de barro, vacía, quebrantada y destruida, ninguna esperanza tenía la vasija de que el Maestro la pudiera escoger para depurarla y volverla a formar, para llenarla y usarla.

“Ah, esta es la vasija que he deseado encontrar, la restauraré y la usaré, la haré toda mía… No necesito la vasija que se enorgullezca de si misma, ni la que se luzca en el estante, ni la de boca ancha, ruidosa y superficial, ni la que demuestre su contenido con orgullo, ni la que piensa que todo lo puede hacer correctamente, pero sí esta, sencilla y llena de mi fuerza y de mi poder”.

Cuidadosamente el Maestro levantó la vasija de barro; la restauró y purificó, la llenó y le habló tiernamente diciéndole: “Tienes mucho que hacer solamente viértete en otros como yo me he vertido en ti”.

Ayúdame Señor, a no creerme una vasija de cristal, de bronce, de oro o de plata, sino a recordar que en mi diario caminar soy simplemente una vasija de barro, quebrantada y restaurada por tus manos.

tengo sed de Ti – Apuntes del camino

tengo sed de Ti – Apuntes del camino
Apuntes del camino - 26.06.2010, 22:31 Un adelanto del cielo
Tags: reflexiones, santidad
Cuenta un joven misionero…

Ocurrió durante un mes de voluntariado en las vacaciones de verano. Cuando llegamos a Nairobi (Kenya) nos preguntábamos cómo nosotros, inexpertos universitarios, podríamos ayudar en aquella África sucia, polvorienta y calurosa. Quizá arreglando tejados…, pero no teníamos experiencia en construcción. Quizá pintando un colegio…, pero no sabíamos de pintura. Lo que sí teníamos claro era nuestra intención de darnos totalmente a los demás. Sin embargo, recibiríamos mucho más de lo que logramos dar: tuvimos la suerte de entrar en contacto con el Tercer Mundo, a través de un alojamiento para niños moribundos de las Hermanas de la Caridad en Nairobi.

Todos entramos en aquella casucha, un tugurio sin muebles y con poca luz. Contrastaban las hamacas llenas de niños enfermos y lloriqueando con los limpísimos trajes talares blancos y azules de las Hermanas de la Caridad, que rebosaban alegría. Yo me quedé bloqueado, en mitad de la habitación. Nunca había visto nada así. Mis compañeros universitarios se esparcieron por las estancias, siguiendo a distintas monjas, que requerían su asistencia. Una hermana me preguntó en inglés:

- ¿Has venido a mirar o quieres ayudar?

Sorprendido por tan directa pregunta y en estado de sopor, balbuceé:

- A ayudar…


- ¿Ves a ese niño de allí, el del fondo que llora?

Lloraba desconsoladamente, pero sin fuerza.

- Sí, ése, le dije señalándolo.

- Bien: tómalo con cuidado y tráelo. Lo bautizamos ayer.

Lo noté con una fiebre altísima. El niño tendría un par de años.

- Ahora tómalo y dale todo el amor que puedas…

- No entiendo…, me excusé.

- Que le des todo el cariño de que seas capaz, a tu manera… Y me dejó con el niño.

Le canté, lo besé, lo arrullé… dejó de llorar, me sonrió, se durmió… Al cabo de un rato busqué llorando a la hermana:

- Hermana: no respira…

La monja certificó su muerte:

- Ha muerto en tus brazos… Y tú le has adelantado quince minutos con tu cariño el amor que Dios le va a dar por toda la eternidad.

Entonces entendí tantas cosas: el cielo, el amor de mis padres, el amor de Jesús, los detalles de afecto de mis amigos. Mi viaje a Kenya supuso un antes y un después en mi vida. Ahora sé que todos tenemos “kenyas” a nuestro alrededor que necesita de nuestro amor cada día.

La madre Teresa de Calcuta decía: “Voy a pasar por la vida una sola vez, cualquier cosa buena que yo pueda hacer o alguna amabilidad que pueda hacer a algún ser humano, debo hacerla ahora, porque no pasaré de nuevo por ahí”… ayúdanos, Señor, a vivir conscientes de estas palabras, para que te amemos en cada una de las personas que se cruce en nuestras vidas…

tengo sed de Ti – Un adelanto del cielo

tengo sed de Ti – Un adelanto del cielo

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo

En el Corazón de Jesucristo nos realizamos y confiamos

En el Corazón de Jesucristo nos realizamos y confiamos

En el Corazón de Jesucristo nos realizamos y confiamos

En el Corazón de Jesucristo nos realizamos y confiamos

“Señor Jesús, Redentor de los hombres, nos dirigimos a tu Corazón con humildad y veneración, con el deseo de darte gloria y honor. Te damos gracias porque te has acercado a nosotros para compartir nuestra condición humana en todo excepto en el pecado.
Te alabamos por el amor que has revelado en tu Corazón traspasado por nosotros y hecho fuente de alegría y manantial de vida eterna.
Perdona nuestra poca fe, nuestras ingratitudes. Conviértenos a ti y ayúdanos a proclamar tu misericordia a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Unidos en tu nombre, el más grande de todos, nos consagramos a tu Sagrado Corazón en el que habita la plenitud de la divinidad y de la caridad.
Te presentamos nuestro deseo de responder a la continua manifestación de tu misericordia. Rey del amor y príncipe de la paz, reina en nuestros corazones, en nuestras familias, en nuestra Diócesis de Pamplona- Tudela, en Navarra y en el mundo entero. Nos ofrecemos nosotros mismos, todo lo que somos y tenemos. Haznos instrumentos de tu amor, de tu paz.
Alabanza a ti, Hombre-Dios, víctima inocente, cordero inmolado, puerta del Corazón del Padre, Hijo eterno del Dios vivo. Alabanza a ti que vives y reinas desde toda la eternidad y para siempre con Aquel-que-es. Amen”.

Consolar al afligido

Consolar al afligido

TVE a la CARTA#812513

TVE a la CARTA#812513

PUBLICACIONS EN CASTELLA

PUBLICACIONS EN CASTELLA

Homilías - Predicación - Orden de Predicadores

Homilías - Predicación - Orden de Predicadores

Homilías - Predicación - Orden de Predicadores

Homilías - Predicación - Orden de Predicadores

Palabra al día - Predicación - Orden de Predicadores

Palabra al día - Predicación - Orden de Predicadores

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

MARCO DOMINGO 13C

MARCO DOMINGO 13C

MediaPlayer

MediaPlayer

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

sábado, 26 de junio de 2010

CRISTO, NUESTRA ESPERANZA

CRISTO, NUESTRA ESPERANZA

Paraules de Vida 27-06-10

Paraules de Vida 27-06-10

Paraules de Vida 20-06-10

Paraules de Vida 20-06-10

MediaPlayer

MediaPlayer

Comentaris 27-06-10

Comentaris 27-06-10

Estéreo Católica - La mejor música Católica en linea, Musica religiosa

Estéreo Católica - La mejor música Católica en linea, Musica religiosa

Palabra al día - Predicación - Orden de Predicadores

Palabra al día - Predicación - Orden de Predicadores

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

viernes, 25 de junio de 2010

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

MediaPlayer

MediaPlayer

Le thème pastoral des pèlerinages à Lourdes en 2010 | Lourdes

Le thème pastoral des pèlerinages à Lourdes en 2010 | Lourdes

Bernadette Soubirous | Lourdes

Bernadette Soubirous | Lourdes

Lectura del santo evangelio según san Mateo 8, 1-4
En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo:
-«Señor, si quieres, puedes limpiarme.»
Extendió la mano y lo tocó, diciendo:
-«Quiero, queda limpio.»
Y en seguida quedó limpio de la lepra.
Jesús le dijo:
-«No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.»

Le site officiel des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes (France) | Lourdes

Le site officiel des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes (France) | Lourdes

Palabra al día - Predicación - Orden de Predicadores

Palabra al día - Predicación - Orden de Predicadores

VIERNES DE LA SEMANA 12ª DEL TIEMPO ORDINARIO

VIERNES DE LA SEMANA 12ª DEL TIEMPO ORDINARIO

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

TV Lourdes - Le direct avec la vie des Sanctuaires Notre-Dame de Lourdes | Lourdes

MediaPlayer

MediaPlayer

jueves, 24 de junio de 2010

MARCO SAN JUAN BAUTISTA

MARCO SAN JUAN BAUTISTA

MARCO SAN JUAN BAUTISTA

MARCO SAN JUAN BAUTISTA

MARCO SAN JUAN BAUTISTA

MARCO SAN JUAN BAUTISTA

MARCO SAN JUAN BAUTISTA

MARCO SAN JUAN BAUTISTA

HOMILÍAS SANTORAL Y FIESTAS PATRONALES

HOMILÍAS SANTORAL Y FIESTAS PATRONALES

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal

MediaPlayer

MediaPlayer

martes, 22 de junio de 2010

Cartas de Mons. Francisco Pérez González

Cartas de Mons. Francisco Pérez González


MediaPlayer

MediaPlayer

Paraules de Vida

Paraules de Vida

Ejercicios Espirituales en la Vida Corriente

Ejercicios Espirituales en la Vida Corriente

Cartel José Luis Martín Descalzo

Cartel José Luis Martín Descalzo

RADIO MARÍA

RADIO MARÍA

RADIO MARÍA

RADIO MARÍA