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lunes, 7 de julio de 2008

eucaristia

La Eucaristía, el tesoro más grande del mundo... Jueves 01 mayo 2008 Estas últimas semanas han estado un poco complicadas, con mucho trabajo ayudando en la organización de un retiro y haciendo algunas otras cosas que el Señor puso en mi camino... esto dejó muy poco tiempo para leer y escribir... pero como ya todo está volviendo a la normalidad, comencé a leer un libro sobre la Eucaristía y hoy quiero compartir con ustedes un pasaje del mismo... El libro se titula “La Eucaristía, el tesoro más grande del mundo” y escribe el Padre Ángel Peña... lo curioso es que no tengo idea de cómo llegó a mis manos... Decía la Madre Teresa de Calcuta: Cuando mires un crucifijo, piensa en cuánto te amó Jesús para morir por ti; pero, cuando mires a Jesús Eucaristía, piensa en cuánto te ama ahora mismo, que sigue esperándote cada día en este sacramento. Lo cual nos debe hacer sentir la necesidad de hablar de Él a todo el mundo para transmitirles la más grande noticia: Cristo está vivo en la Eucaristía. ¿Serás capaz de ser apóstol de Jesús Eucaristía? Decía Paul Claudel, el gran convertido: Vosotros, que tenéis luz, ¿qué hacéis con ella, si el mundo está en tinieblas? El padre Roberto DeGrandis relata un suceso extraordinario sobre el poder de la Eucaristía y su luz divina: Recuerdo la historia de un hombre que se hizo sacerdote a los cincuenta años, después de haber sido científico investigador de la NASA y trabajar con una cámara que podía calibrar el aura de luz alrededor de un cuerpo humano. Creo que se llama fotografía Kirlian. El interés de la NASA estaba en poder identificar y supervisar el aura de los astronautas en órbita y determinar lo que les pasaba internamente. Encontraron que las personas agonizantes tienen un aura muy delgada como la luz azul, la cual se va poniendo más y más débil hasta que la persona muere. El científico y su ayudante estaban un día en un hospital, supervisando el aura de un hombre agonizante. Mientras lo observaban, entró otro hombre en la habitación y llenó la habitación de una luz, que emanaba de su bolsillo. El hombre sacó algo que ocasionó que la cámara se inundara de luz hasta el punto de que ellos fueron incapaces de ver lo que estaba pasando. Fueron a ver y descubrieron que aquel hombre estaba dando la comunión al agonizante. Ellos, entonces, observaron en su cámara que, cuando el agonizante recibió la comunión, su aura empezó a crecer y hacerse más fuerte. Este científico supo que había un poder superior, dejó su trabajo, se convirtió y se hizo sacerdote católico. Jesús lo necesitaba a él y te necesita a ti, no lo olvides. Y te sigue esperando en la Eucaristía.