martes, 4 de junio de 2013

Pueblo de Dios - Cristianos en Tierra Santa, Pueblo de Dios - RTVE.es A la Carta

Pueblo de Dios - Cristianos en Tierra Santa, Pueblo de Dios - RTVE.es A la Carta3.6.13.- Homilía de la misa de este lunes en la Casa Santa Marta


Pecadores, corruptos y santos, el Papa Francisco colocó sobre este trípode su homilía de la Misa celebrada este lunes por la mañana en la Casa Santa Marta. El Papa destacó que los corruptos hacen mucho mal a la Iglesia porque se adoran a sí mismos; y que los santos hacen mucho bien, son luz en la Iglesia. En la Misa, concelebrada con el cardenal Angelo Amato- participó un grupo de sacerdotes y de colaboradores de la Congregación para las Causas de los Santos y un grupo de Caballeros de Su Santidad. ¿Qué pasa cuando queremos convertirnos nosotros en patrones de la viña? El Papa Francisco predicó su homilía partiendo del Evangelio de hoy sobre los viñadores malvados y se detuvo en los “tres modelos de cristianos que hay en la Iglesia”: los pecadores, los corruptos y los santos”. El Papa observó que de los pecadores “no es necesario hablar mucho, porque todos nosotros lo somos”. Nos conocemos “desde dentro- prosiguió- y sabemos qué es un pecador. Y si cualquiera de nosotros no se siente así, que se vaya a visitar a su médico espiritual”, porque “algo no va bien”.
 
La parábola, sin embargo, habla de otra figura, prosiguió: la de aquellos que quieren “hacerse con la viña y que han perdido la relación con el dueño de la misma”, un Señor que nos ha llamado con amor, que nos custodia, pero que también nos da la libertad”. Estas personas “se sienten fuertes, se sienten autónomas de Dios”.
 
“Estos, poco a poco, van cayendo en esta autonomía, la autonomía en la relación con Dios: ‘Nosotros no necesitamos de este Señor, ¡que no venga a molestarnos!’ Y vamos adelante con esto –dijo-: ¡Estos son los corruptos! Estos que eran pecadores como todos nosotros, pero que han dado un paso adelante, como si se hubiesen consolidado en el pecado: no necesitan a Dios!”.
 
“Pero esto, no puede ser, porque en nuestro código genético está la relación con Dios –prosiguió-. Y como esto no pueden negarlo, hacen un dios especial: ellos se convierten en Dios. Son los corruptos”.
 
Esto, añadió, “también es un peligro para nosotros”. En las comunidades cristianas”, dijo, “los corruptos piensan sólo en su grupo: “Bueno, bueno, es nuestro –piensan-, pero en realidad “son ellos para sí mismos”.
 
“Judas comenzó como pecador avaro y terminó en la corrupción –subrayó-. Es un camino peligroso, el camino de la autonomía: los corruptos son grandes desmemoriados, han olvidado el amor con el que el Señor ha hecho la viña, ¡les ha hecho a ellos! ¡Han cortado la relación con este amor! Y se han convertido en adoradores de sí mismos”.
 
¡Cuánto mal han hecho los corruptos en las comunidades cristianos! –aseguró-. Que el Señor nos preserve de deslizarnos por el camino de la corrupción”. 
El Papa habló también de los santos, recordando que hoy, 3 de junio, es el 50º aniversario de la muerte de Juan XXIII, “modelo de santidad”. En el Evangelio de hoy, añadió, los santos son los que “van a por la renta que produce la viña”. Ellos “saben lo que les espera, pero saben que lo deben hacer y lo hacen”. Habló de los santos como “los que obedecen al Señor, los que adoran al Señor, los que no han perdido la memoria del amor, con el que el Señor creó la viña”.
 Y dijo que “así como los corruptos hacen mucho mal a la Iglesia, los santos hacen mucho bien”. “De los corruptos, el apóstol Juan dice que son el anticristo, que están en medio de nosotros, pero que no son de los nuestros –continuó-. De los santos, la Palabra de Dios nos habla como de luz, ‘los que están delante del trono de Dios, en adoración’. Pidamos al Señor hoy la gracia de sentirnos pecadores, pero verdaderamente pecadores, no pecadores indefinidos, sino pecadores por esto, esto y esto, cosas concretas, con la concreción del pecado. La gracia de no volvernos corruptos: ¡pecadores sí, corruptos no! Y la gracia de ir por el camino de la santidad. Así sea”.

2.6.13.- Homilía en la Misa en Casa Santa Marta



(RV).- (Con audio) MP3 “La guerra es el suicidio de la humanidad porque mata el corazón y mata el amor”. Es uno de los pasajes de la homilía del Papa Francisco, durante la Misa celebrada esta mañana en la capilla de la Casa de Santa Marta. 
Participó en esta celebración un grupo de ochenta personas, compuesto por parientes de militares italianos caídos en las misiones de paz en los últimos cinco años, en particular en Afganistán, y por algunos militares heridos en el curso de estas misiones. 
Los parientes de los caídos eran cincuenta y cinco, en memoria de veinticuatro militares y trece heridos, acompañados por algunos parientes. 
El 2 de junio, se celebra en Italia la Fiesta de la República, “un día significativo” – tal como recordó en su saludo Monseñor Vincenzo Pelvi, Ordinario Militar para Italia, quien concelebró con el Papa Francisco – en el que el país – dijo – expresa “una deuda de amor hacia la familia militar”. 
“¡El Señor escucha la oración de todos!”, la de Salomón en el día de la consagración del Templo, pero también la oración de cada uno de nosotros, dijo el Papa al resaltar, citando también el episodio evangélico del centurión que le pide a Jesús la curación de su siervo, “nuestro Dios es así – añadió Francisco – escucha la oración de todos, de todos no como si fuéramos anónimos, sino la oración “de todos y de cada uno”. “Nuestros Dios es Dios de lo grande y Dios de lo pequeño; nuestro Dios es personal”, escucha a todos con el corazón y “ama con el corazón”: 

“Nosotros hoy hemos venido a rezar por nuestros muertos, por nuestros heridos, ¡por las víctimas de la locura que es la guerra! Es el suicidio de la humanidad, porque mata el corazón, mata precisamente donde está el mensaje del Señor: ¡mata el amor! Porque la guerra viene del odio, de la envidia, del deseo de poder, y también - lo vemos tantas veces – de ese afán por más poder”.
El Obispo de Roma constató que “tantas veces hemos visto que los problemas locales, los problemas económicos, las crisis económicas”, “los grandes de la tierra quieren resolverlos con una guerra”:

“¿Por qué? ¡Porque el dinero es más importante que las personas para ellos! Y la guerra es precisamente esto: es un acto de fe en el dinero, en los ídolos, en los ídolos del odio, en el ídolo que te lleva a matar al hermano, que lleva a matar el amor. Me viene a la mente esa palabra del nuestro Padre Dios a Caín quien, por envidia, había asesinado a su hermano: ‘Caín, ¿dónde está tu hermano? Hoy podemos oír esta voz: es nuestro Padre Dios que llora, que llora por esta locura nuestra, que nos dice a todos nosotros: ‘¿Dónde está tu hermano?’; que dice a todos los poderosos de la tierra: ‘¿Dónde está tu hermano? ¡Qué han hecho!’”
De aquí la exhortación del Pontífice a rezar al Señor para que “aleje de nosotros todo mal”, repitiendo esta oración “también con las lágrimas, con esas lágrimas del corazón”: 

“‘Dirígete a nosotros, Señor, y ten misericordia de nosotros, porque estamos tristes, estamos angustiados. Mira nuestra miseria y nuestra pena y perdona todos los pecados’, porque detrás de una guerra siempre están los pecados: está el pecado de la idolatría, el pecado de explotar a los hombres en el altar del poder, y sacrificarlos. ‘Dirígete a nosotros, Señor, y ten misericordia, porque estamos tristes y angustiados. Mira nuestra miseria y nuestra pena. Estamos seguros de que el Señor nos escuchará y hará, hará algo para darnos el espíritu de consuelo. Así sea”.
Al término de la Misa se rezó la “Oración por Italia”, compuesta por el Beato Juan Pablo II. La comunidad eclesial del Ordinariato militar regaló al Papa Francisco una obra de artesanía napolitana en terracota realizada por los maestros de Nápoles, Raffaele, Salvatore y Emanuele Scuotto. Se trata de una composición que representa a San José Obrero, que muestra los instrumentos del carpintero al pequeño Jesús, quien sostiene un cesto que contiene los objetos símbolo de la Crucifixión:

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