miércoles, 12 de junio de 2013

Papa Francisco


12.6.13.- Homilía del Papa en la Domus Santa Marta


No debemos tener miedo de la libertad que nos da el Espíritu Santo: es lo que ha destacado el Papa Francisco en la Misa de esta mañana en la Casa Santa Marta. El Papa ha destacado que en este momento la Iglesia debe tener cuidado con dos tentaciones: la de volver atrás y la del “progresismo adolescente”. En la Misa, concelebrada por el cardenal João Braz de Aviz, ha participado un grupo de sacerdotes, religiosos y laicos de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada. Entre los participantes estaba también el cardenal Bernard Agré. “No penséis que yo he venido para abolir la ley”. El Papa Francisco ha realizado su homilía partiendo de estas palabras que Jesús dirigió a los discípulos observando que esta cita evangélica va justo detrás de las Bienaventuranzas, “expresiones de la nueva ley” más exigente que la de Moisés. Esta ley, añadió el Papa, “es fruto de la Alianza”, y no se puede entender sin esta. “Esta Alianza –dijo- esta ley es sagrada porque llevaba el pueblo hacia Dios”. Comparando la “madurez de esta ley” con el “brote que se abre y se convierte en flor”. Jesús, afirmó, “es la expresión de la madurez de la ley y añadió que Pablo nos habla de dos tiempos “sin cortar la continuidad” entre la ley de la historia y la ley del Espíritu. 
“La hora del cumplimiento de la ley, la hora en que la ley llega a su madurez: es la ley del Espíritu. Este ir hacia delante en este camino es un poco arriesgado pero es el único camino de la madurez para salir de los tiempos en los que no somos maduros. En este camino hacia la madurez de la ley, que viene justamente con la predicación de Jesús, hay siempre un temor, miedo a la libertad que nos da el Espíritu. ¡La ley del Espíritu nos hace libres! Esta libertad nos da miedo porque tememos confundir la libertad del Espíritu con otra libertad humana”.

La ley del Espíritu, dijo de nuevo, “nos lleva hacia un camino de discernimiento continuo para hacer la voluntad de Dios y esto nos da miedo”. Un miedo, advirtió, que “tiene dos tentaciones”. La primera es la “de volver hacia atrás” de decir hasta aquí podemos llegar y por tanto nos quedamos aquí. Esta, dijo, es la tentación del miedo a la libertad, del miedo al Espíritu Santo”. Un miedo “que nos hace caminar a lo seguro”. 


El Papa ha contado que un superior General, en los años ’30, había recogido todas las prescripciones anticarisma” para sus religiosos, “un trabajo de años”. Fue a Roma a reunirse con un abad benedictino que, al escuchar lo que había hecho, le dijo que “había asesinado el carisma de su Congregación”, “había matado la libertad” ya que este “carisma da fruto en la libertad y él lo había detenido”.
Esta tentación de volver atrás, porque estamos más ‘seguros’ detrás: sin embargo, la seguridad plena está en el Espíritu Santo que nos lleva adelante, que nos da esta confianza –como dice Pablo- la confianza en el Espíritu, que es más exigente. Jesús nos dice: ‘En verdad os digo: hasta que no pasen cielo y tierra, no pasará una sola coma de la ley’. ¡Es más exigente! Pero no nos da esta seguridad humana. No podemos controlar el Espíritu Santo: ¡Este es el problema! Esto es una tentación.

Después, dijo, hay otra que es la del “progresismo adolescente”, que nos “hace salir del camino”. Ver una cultura y “no separarse del todo de esta”.
 
“Tomamos de aquí y de allá, los valores de esta cultura ¿quieren hacer esta ley? Adelante con esta ley ¿Quieren seguir adelante con lo otro? Hagamos más ancho el camino. Al final, como digo, no es un verdadero progresismo. Es un progresismo adolescente, como los adolescentes que quieren tenerlo todo y ¿al final? Se resbala… Es como cuando la carretera tiene hielo y nos salimos de ella con el coche… ¡Es otra tentación en este momento! Nosotros, en este momento de la historia de la Iglesia, ¡no podemos volver atrás ni salirnos de la carretera!
 
El camino, dijo, “es el de la libertad en el Espíritu Santo, que nos hace libres, en el discernimiento continuo sobre la voluntad de Dios para seguir adelante en este camino, sin volver atrás ni salirnos de él”. Pidamos al Señor, concluyó, “la gracia que nos da el Espíritu Santo para seguir hacia delante”.

12.6.13.- Audio mensaje a los socios de la Unión italiana de Ciegos e Hipovidentes

Ciudad del Vaticano, 11 junio 2013 (VIS).-El Papa Francisco ha enviado esta mañana un mensaje grabado a la Unión Italiana de Ciegos e Hipovidentes y a todas las personas con discapacidad visual con motivo del período de descanso de 75 invidentes, en su mayor parte ancianos, organizado por esa asociación en una localidad marítima italiana. 
Se que alguno de vosotros habría querido venir a Roma -dice el Papa- ¡Gracias a la técnica moderna puedo ir yo donde estáis vosotros!. Os doy las gracias por vuestra estima, por vuestro afecto y, sobre todo, por vuestras oraciones”.
El Evangelio nos dice que Jesús prestaba a los ciegos una atención especial. Curó a muchos, junto con otros enfermos. Pero la curación de las personas privadas de la vista asume un significado particularmente simbólico: representa el don de la fe. Y es una señal que nos atañe a todos porque todos necesitamos la luz de la fe para recorrer el camino de la vida. Por eso el Bautismo, que es el primer sacramento de la fe, antiguamente se llamaba también “iluminación”.
Pido al Señor que renueve en cada uno de vosotros el don de la fe para que en vuestro espíritu esté siempre la luz de Dios, la luz del amor, que da sentido a nuestra vida, la ilumina, nos da esperanza y nos hace ser buenos y disponibles con nuestros hermanos”.
Deseo también todo lo mejor a vuestra asociación, la Unión Italiana de Ciegos e Hipovidentes. Difundid siempre la cultura del encuentro, de la solidaridad, de la acogida hacia las personas con discapacidad, no solamente solicitando las justas previsiones, sino favoreciendo su participación activa en la vida de la sociedad”.
Os confío a todos a la protección de María Santísima, Madre nuestra. Os pido que recéis por mí y por mi servicio a la Iglesia y os bendigo de corazón, junto a vuestros seres queridos”.

12.6.13.- Audiencia general de los miércoles


Plaza de San Pedro
Miércoles 12 de junio de 2013
Ciudad del Vaticano, 12 junio 2013 (VIS).-La Iglesia, Pueblo de Dios, según la definición del Concilio Vaticano II, ha sido el argumento de la catequesis del Papa Francisco en la audiencia general de los miércoles. El Santo Padre ha explicado el concepto de Pueblo de Dios, a través de una serie de preguntas: “Que quiere decir ser Pueblo de Dios?, ¿Cómo se forma parte de él? ¿Cual es su ley, su misión y su fin?
Ser Pueblo de Dios, ha dicho el Obispo de Roma “significa en primer lugar que Dios no es propiedad de ningún pueblo porque es El quien nos llama ... y esta invitación está abierta a todos, sin distinción, porque la misericordia de Dios quiere la salvación de todos. Jesús no dice ni a los Apóstoles ni a nosotros que formemos un grupo exclusivo, una élite. Jesús dice: Id y haced discípulos a todas las naciones... Me gustaría decir a aquellos que se sienten lejos de Dios y de la Iglesia, a los que tienen miedo o son indiferentes, a los que piensan que ya no pueden cambiar: El Señor te llama también a tí a ser parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor”. Se entra a formar parte de este pueblo “no a través del nacimiento físico, sino de un nuevo nacimiento:... el Bautismo ... y través de la fe en Cristo, el don de Dios que hay que cuidar y cultivar en toda nuestra vida”.

¿Cuál es la ley del pueblo de Dios? “Es la ley del amor, amor a Dios y amor al prójimo... que no es un sentimentalismo estéril o algo vago, sino el reconocer Dios como único Señor de la vida y, al mismo tiempo, al prójimo como un verdadero hermano...las dos cosas van de la mano ¡Cuanto camino nos queda por recorrer para vivir en concreto esta nueva ley!”

“¿Cómo puede haber tantas guerras entre los cristianos, como vemos en los periódicos o en la televisión?- se ha preguntado el Santo Padre- ¡Cuántas guerras dentro del Pueblo de Dios! En los barrios, en los lugares de trabajo, ¡cuántas guerras por envidia o celos! Y también en la familia ¡cuántas guerras internas!. Tenemos que pedir al Señor que nos haga entender bien esta ley de amor. ¡Que bello es amarse como verdaderos hermanos¡”.

“Todos tenemos simpatías y no simpatías; quizás muchos están enfadados con algún otro - ha observado- Digamos, entonces, al Señor: Señor, estoy enfadado con éste o con ésta; te pido por él y por ella. Rezar por las personas con las que estamos enfadados es un paso adelante en esta ley de amor. ¿Lo hacemos? Empezamos hoy.”

“La misión de este pueblo- ha proseguido el Papa- es llevar mundo la esperanza y la salvación de Dios: la de ser un signo del amor de Dios que nos llama a todos a la amistad con El... Basta abrir un periódico para ver que en nuestro alrededor existe la presencia del mal, que el Diablo actúa. Pero quiero decir en voz alta: ¡Dios es más fuerte!...Vamos a decirlo todos juntos... !Dios es más fuerte! Y añadiría que la realidad más oscura, marcada por el mal, puede cambiar, si nosotros en primer lugar encendemos la luz del Evangelio, sobre todo en nuestras vidas. Si en un momento dado, aquí en el Estadio Olímpico de Roma, o en el de San Lorenzo en Buenos Aires en una noche oscura, una persona enciende una luz, se entrevé apenas, pero si cada uno de los setenta mil espectadores hace lo propio, el estadio se ilumina. Hagamos que nuestra vida sea una luz de Cristo, y juntos iluminemos con la luz del Evangelio toda la realidad”.

El fin de este pueblo es “el Reino de Dios que El ya ha comenzado en la tierra, pero que debe dilatarse hasta su consumación, cuando se manifieste Cristo, vida nuestra. El objetivo es, pues, la plena comunión con el Señor, la familiaridad con Él, entrar en su misma vida divina, donde viviremos la alegría de su amor sin medida”.


“Ser Iglesia, ser pueblo de Dios -ha concluido Francisco- ... significa ser fermento de Dios en nuestra humanidad, significa proclamar y llevar la salvación de Dios a este mundo nuestro, que a menudo se siente desorientado y necesita respuestas de aliento y esperanza para proseguir con vigor el camino.¡Que la Iglesia sea el lugar de la misericordia y la esperanza de Dios, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y animado a vivir según la vida buena del Evangelio!. Y para que el prójimo se sienta acogido, amado, perdonado y animado la Iglesia tiene que tener las puertas abiertas para que todos puedan entrar. Y nosotros tenemos que salir por esas puertas y anunciar el Evangelio”.

En español dijo:

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy quiero reflexionar sobre otro término del Concilio Vaticano II referido a la Iglesia: “Pueblo de Dios”. Lo haré en base a unas sencillas preguntas: ¿Qué quiere decir ser Pueblo de Dios? ¿cómo se forma parte de él? ¿Cuál es su ley, su misión, su fin? Dios no es propiedad de ningún pueblo. Más bien es Él quién llama a todos, sin distinción, y en Él todos somos uno. Entramos a formar parte de este pueblo por un nuevo nacimiento, el bautismo, y a través de la fe, que es don de Dios que siempre debemos cultivar. Su ley es ciertamente el amor, que significa reconocer a Dios como nuestro único Señor y al prójimo como un verdadero hermano. La misión de este pueblo es llevar al mundo la esperanza y la salvación de Dios y ser signo de su amor por todos. Su fin es el Reino de Dios, que Él ya ha comenzado en la tierra, pero que debe dilatarse hasta su consumación, cuando se manifieste Cristo, vida nuestra.
* * *

(RV).- Al final de la audiencia, saludando en italiano, el Santo Padre recordó la Jornada mundial contra el trabajo infantil.

Hoy se celebra la Jornada mundial contra el trabajo infantil, con una referencia particular a la explotación de niños en el trabajo doméstico: escuchen, esto es un deplorable fenómeno en constante aumento, especialmente en los países pobres. Son millones los menores, en su mayoría niñas, víctimas de esta forma oculta de explotación que comporta a menudo también abusos, maltrato y discriminación ¡Esta es una verdadera esclavitud!

Auspicio vivamente que la Comunidad internacional pueda poner en marcha acciones aún más eficaces para enfrentar esta auténtica plaga. Todos los niños deben poder jugar, estudiar, orar y crecer, en la propia familia, en un contexto armónico, de amor y de serenidad. Esta gente, en vez de dejarlos jugar, los hace esclavos. Esta es una plaga. Es su derecho y nuestro deber. Una infancia serena permite a los niños mirar con confianza hacia la vida y el futuro. ¡Ay del que sofoca en ellos el impulso gozoso de la esperanza! (RC-RV)

En español:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, México, Puerto Rico, Costa Rica, Colombia y los demás países latinoamericanos. Invito a todos a acoger la llamada de Dios a pertenecer a su pueblo; a hacer crecer la fe que recibimos en el bautismo; a vivir la ley de la caridad; a proclamar con convicción que Dios es más fuerte que el mal y que juntos podemos iluminar el mundo, si nuestra vida refleja a Cristo y vivimos en comunión con Él. Muchas gracias.

Gestos: Entrevista con el Papa Francisco

Que el Papa Francisco tiene un estilo todo suyo es ya evidente. A casi tres meses de su aparición en la logia central de la Basílica de San Pedro, prácticamente todos los observadores –dentro y fuera de la Iglesia- se encuentran empeñados en descifrarlo. Incluso algunos de sus más estrechos colaboradores. Porque la elección como obispo de Roma provocó una radical transformación en Jorge Mario Bergoglio. Lo rejuveneció, estampó una gran sonrisa en su rostro, agudizó su sentido del humor y lo hizo “reverdecer”, casi como una flor que manifiesta (de repente) toda la belleza de sus pétalos con la llegada de la primavera.

Andrés Beltramo Alvarez, periodista argentino
acreditado en el Vaticano y autor de esta nota
La metáfora es descriptiva, sin sentimentalismos. Porque el arzobispo de Buenos Aires no era el hombre de las grandes masas y el liderazgo que arrastra. Sí, claro, le gustaba estar entre la gente. Sobre todo los pobres. Sus palabras eran incisivas. Pero era, al mismo tiempo, parco y meditabundo. Quienes lo conocen saben que siempre fue un hombre de oración, de vida ascética, enemigo del protagonismo mundano y de la fácil adulación.
Aunque seguramente tenía (en potencia) muchas de las cualidades de líder expresivo que ahora manifiesta, sólo con la sotana blanca logró encontrar el camino para llevarlas a su máxima expresión. Para algunos esto es resultado del Espíritu Santo, para otros –deseosos por encontrarle defectos- se trata de una conversión demasiado conveniente.
Por lo pronto esta “versión” de Bergoglio tiene una innegable capacidad de atracción, no sólo por sus gestos sino también por sus palabras. Sobre los primeros, muchos se preguntan la razón última. Por ejemplo de su decisión de permanecer en Santa Marta, de evitar el apartamento pontificio, de haber renunciado a varios símbolos externos del papado.
Qué mejor que el mismo Papa para responder a estas y otras preguntas. Ya lo hizo, el viernes pasado durante una audiencia con estudiantes y directivos de escuelas jesuitas. En el Aula Pablo VI del Vaticano y ante unas ocho mil personas, Francisco dejó de lado su discurso oficial y se sometió a una peculiar entrevista. Respondió improvisando a preguntas de varios jóvenes, de diversas edades. Mientras lo hacía, en la sala de prensa del Vaticano algún periodista crítico recordó, con malicia, que Juan Pablo II había tenido reacciones similares. Casi con el objetivo de disminuir el valor de la espontaneidad del líder católico.
A continuación sus respuestas más significativas, palabras que explican los por qué de Francisco Papa.
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Un joven: Soy Francisco Bassani, del Instituto León XIII. Yo soy un muchacho que, como escribí en la carta a ti, Papa, que busca creer. Yo busco…, busco, sí, de ser fiel. Pero tengo dificultades. A veces me surgen dudas. Y creo que esto sea absolutamente normal a mi edad. Dado que tu eres el Papa que, creo, tendré más en mi corazón, en mi vida, porque te encuentro en mi fase de adolescencia, del crecimiento, te quería pedir una palabra para sostenerme en este crecimiento y sostener a todos los muchachos como yo.
Papa: Caminar es un arte porque si siempre vamos deprisa nos cansamos y no llegamos al final del camino. Y en cambio, si nos paramos, no andamos y tampoco llegamos a la meta. Caminar es el arte de mirar al horizonte, pensar adonde queremos ir pero aguantar también el cansancio del camino, que a veces es difícil… Hay días oscuros, días de fracaso, también alguna que otra caída.. Uno se cae….Pero pensad siempre esto: “No tengáis miedo de los fracasos, ni de las caídas. En el arte de andar lo que importa no es caer, sino quedarse en el suelo. Hay que levantarse, enseguida, y seguir andando. Esto es hermoso: este trabajar todos los días; esto es caminar de forma humana. Pero caminar solos es desagradable y aburrido. Caminar en comunidad, con los amigos, con los que nos quieren… Eso nos ayuda a llegar al final, adonde queremos llegar.
Una muchacha: Entonces… yo soy Sofia Grattarola del Instituto Massimiliano Massimo. Y quería pedirle, dado que usted, como todos los niños, cuando estaban en la primera, tenía amigos, ¿no? Y dado que hoy es Papa, los ve todavía a estos amigos.
Papa: Yo soy Papa desde hace dos meses y medio y mis amigos están a 14 horas de avión; están lejos. Pero tres ya han venido a verme y a saludarme, y yo les escribo, me escriben y les quiero mucho. No se puede vivir sin amigos, esto es importante, es importante.
Una niña (Teresa): ¿Pero tú querías ser Papa? Francisco, ¿querías ser Papa?
Papa: Pero ¿tú sabes que significa que una persona no se quiera mucho? Una persona que quiera ser Papa no se quiere mucho. Dios no lo bendice. No, yo no he querido ser Papa.
Una señora: Santidad, nostro somos Mónica y Antonella de la coral de alumnos del Instituto Social de Turín. Queríamos preguntarle: como nosotros, que hemos sido educados en las escuelas jesuitas, a menudos somos invitados a reflexionar sobre la espiritualidad de San Ignacio, queríamos preguntarle, en el momento en que usted eligió la vida consagrada, ¿qué lo empujó a ser jesuita antes que sacerdote diocesano o de otra orden? Gracias.
Papa: Yo me alojé muchas veces en el Social de Turín. Lo conozco bien. Lo que más me gustó de la Compañía es su misionariedad, yo quería ser misionero. Cuando estudiaba filosofía escribía al general, que era el Padre Arrupe, para que me enviase a Japón o a otra parte. Pero él pensó bien y me dijo, con tanta caridad: “Pero usted tuvo una enfermedad al pulmón, eso no es muy bueno para un trabajo tan fuerte”,y permanecí en Buenos Aires. Pero fue muy bueno el Padre Arrupe, porque no dijo: “Pero, usted no es tan santo para convertirse en misionero”… Era bueno, tenía caridad. Lo que me dio tanta fuerza para ser jesuita es la misionariedad: ir afuera, ir a las misiones y anunciar a Jesucristo. Creo que esto sea propio de nuestra espiritualidad: ir afuera, salir, salir siempre para anunciar a Cristo, y no quedarse cerrados en nuestras estructuras, tantas veces estructuras caducas.
Una niña: Soy Caterina De Marchis del Instituto León XIII y me preguntaba, ¿por qué usted –es decir tú- has renunciado a todas las riquezas de un Papa, como un apartamento lujoso o un auto enorme, y al contrario has optado por un apartamento en las cercanías o has tomado un autobús con los obispos: ¿Por qué has renunciado a la riqueza?
Papa: Creo que no se trate sólo de algo que tenga que ver con la riqueza - ha respondido- Para mí es un problema de personalidad. Yo necesito vivir en medio de la gente y si viviera solo, aislado, no me sentaría bien. Esta pregunta me la hizo ya un profesor: “¿Por qué no va Usted a vivir allí? Y yo le contesté: “Mire, profesor, por cuestiones psiquiátricas, eh?”… Porque es mi personalidad. También el apartamento, ese no es tan lujoso.. Pero no puedo vivir solo ¿me entiendes? Y además creo que los tiempos nos dicen que hay tanta pobreza en el mundo y esto es un escándalo. La pobreza del mundo es un escándalo. En un mundo donde hay tantas riquezas, tantos recursos para dar de comer a todos, es imposible entender qué haya tantos niños que pasan hambre, tantos niños sin educación, tantos pobres. La pobreza hoy es un grito. Todos tenemos que pensar en volvernos un poco más pobres: todos tendríamos que hacerlo. Habría que preguntarse: ¿Cómo puedo yo hacerme un poco más pobre para parecerme más a Jesús que era el Maestro pobre?… No, en mi caso, no es un problema de virtud personal mía, es que no puedo vivir solo” y el tema del coche depende del hecho de “no tener tantas cosas y volverse un poco más pobre.
Un joven: Yo me llamado Eugenio Serafini, soy del Instituto Cei, Centro Educativo Ignaciano. Le quería hacer una pregunta breve: ¿cómo hizo cuando decidió no de convertirse en Papa sino en párroco, jesuita? ¿Cómo hizo? ¿No fue difícil dejar la familia, los amigos, no fue difícil?
Papa: Siempre es difícil, siempre. Para mí fue difícil. No es fácil. Hay momentos bellos, Jesús te ayuda, te da un poco de alegría. Pero hay momentos difíciles, donde te sientes sólo, árido, sin alegría interior. Existen momentos oscuros, de oscuridad interior. Existen dificultades. Pero es tan bello seguir a Jesús, ir por el camino de Jesús, que después equilibras y sigues adelante. Y después llegan los momentos bellos. Pero ninguno debe pensar que en la vida no habrán dificultades. Yo también quisiera hacerles una pregunta ahora: ¿Cómo piensan ustedes de seguir adelante con las dificultades? No es fácil. Pero debemos seguir adelante con fuerza y con confianza en el señor, con el señor todo se puede.
Un profesor: Soy el profesor Jesús María Martínez, soy profesor de español porque soy español: de San Sebastián. Soy profesor también de religión y puedo decir que los maestros lo queremos mucho, esto es seguro. No hablo a nombre de ninguno, pero viendo tantos ex alumnos, también tantas personalidades y nosotros adultos, profesores, educados por los jesuitas, me pregunto sobre nuestro empeño político, social, en la sociedad. Nos puede decir alguna palabra: ¿cómo nuestro empeño, nuestro trabajo hoy, en Italia, en el mundo, puede ser jesuítico, puede ser evangélico?

Papa: Muy bien. Involucrarse en la política es una obligación para un cristiano. Nosotros los cristianos no podemos “jugar a ser Pilato”, lavarnos las manos: no podemos. Debemos involucrarnos en la política, porque la política es una de las formas más altas de la caridad, porque busca el bien común. Y los laicos cristianos deben trabajar en política. Usted me dirá: “¡Pero no es fácil!”. Tampoco ser sacerdote es fácil. No existen cosas fáciles en la vida. No es fácil, la política se ha ensuciado demasaido, pero yo me pregunto: ¿Se ensució, por qué? ¿Porque los cristianos no se involucraron en política con espíritu evangélico? Con una pregunta que te dejo: es fácil decir “la culpa es de aquel”. ¿Pero yo, qué hago? ¡Es un deber! Trabajar por el bien común es un deber del cristiano! Y tantas veces el camino para trabajar es la política. Existen otros caminos: profesor, por ejemplo, es otro camino. Pero la actividad política por el bien común es uno de los caminos. Esto es claro.

11.6.13.- Homilía de la misa de este martes en la Casa Santa Marta



El Evangelio se anuncia con sencillez y gratuidad, afirmó el Papa Francisco en la Misa de esta mañana en la Casa Santa Marta. El Papa aseguró que en la Iglesia el testimonio de la pobreza nos salva de convertirnos en meros organizadores de obras. Y advirtió que cuando queremos una “Iglesia rica”, la Iglesia “envejece”, “no tiene vida”. En la Misa, concelebrada, entre otros, por el arzobispo Gerhard Ludwig Müller, participaron los sacerdotes y colaboradores de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El Papa Francisco ha realizado su homilía a partir de la siguiente exhortación dirigida por Jesús a los Apóstoles enviados a anunciar el Reino de Dios: “No llevéis ni oro ni plata ni dinero en vuestras cinturas”.
 Un anuncio –dijo- que el Señor “quiere que se haga con sencillez”, esa sencillez “que deja sitio al poder de la Palabra de Dios”, porque si los Apóstoles no hubieran tenido fe en la Palabra de Dios”, “quizás habrían hecho otras cosas”.
 
El Papa Francisco indicó la “palabra-clave” de las consignas dadas por Jesús: “lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis”. Todo es gracia, añadió, y “cuando nosotros queremos actuar de un modo donde la gracia” “se deja de lado, el Evangelio no tiene eficacia”.
 
“La predicación evangélica nace de la gratuidad, del estupor de la salvación que llega; lo que yo he recibido gratuitamente, debo darlo gratuitamente”, continuó.
 
“Y desde el principio esto era así –dijo-: San Pedro no tenía una cuenta en un banco, y cuando ha tenido que pagar los impuestos, el Señor lo mandó al mar a pescar un pez y encontrar la moneda dentro del pez, para pagar. Felipe, cuando se encuentra con el ministro de economía de la reina Candace, no pensó: ‘Ah, bien…hagamos una organización para sostener el Evangelio…’ ¡No! No hizo negocios con él: anunció, bautizó y se fue”.
 
El Reino de Dios, prosiguió, “es un don gratuito”. Y reveló que, desde los orígenes de la comunidad cristiana, esta actitud se ha visto sometida a tentaciones.
 
Está, dijo, “la tentación de buscar la fuerza” en lugar de la gratuidad, mientras que “nuestra fuerza es la gratuidad del Evangelio”.
 
Es más, “en la Iglesia siempre ha existido esta tentación”, y esto crea “un poco de confusión”, advirtió, ya que “el anuncio parece proselitismo y por ese camino no se adelanta”. El Señor, añadió, “nos ha invitado a anunciar, no a hacer prosélitos”.
 
Citando a Benedicto XVI, destacó que “la Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción”. Y esta atracción, prosiguió, viene del testimonio de “aquellos que desde la gratuidad anuncian la gratuidad de la salvación”.
 
“Todo es gracia. Todo. ¿Y cuáles son los signos de que un apóstol vive esta gratuidad? Hay muchos, pero destacaré solo dos: en primer lugar la pobreza. El anuncio del Evangelio debe ir en el camino de la pobreza. El testimonio de esta pobreza: no tengo riquezas, mi riqueza es solo el don que he recibido: Dios. Esta gratuidad: ¡es nuestra riqueza! Y esta pobreza nos salva de convertirnos en organizadores, empresarios… Se deben llevar a cabo las obras de la Iglesia, y algunas son muy complejas, pero con corazón de pobreza, no con el corazón de la inversión o de un empresario, ¿no?”.
 
“La Iglesia –añadió- no es una ONG: es otra cosa, más importante, y nace de esta gratuidad, recibida y anunciada”. La pobreza, afirmó, “es uno de los signos de esta gratuidad”.
 
El otro signo, añadió el Papa Francisco, “es la capacidad de alabanza, cuando un apóstol no vive esta gratuidad, pierde la capacidad de alabar al Señor”. Alabar al Señor, “es esencialmente gratuito, es una oración gratuita: no pedimos, sólo alabamos”.
 
“Estos don son los signos de que un apóstol vive esta gratuidad: la pobreza y la capacidad de alabar al Señor. Y cuando encontramos apóstoles que quieren hacer una Iglesia rica y una Iglesia sin la gratuidad de la alabanza, la Iglesia envejece, la Iglesia se convierte en una ONG, la Iglesia no tiene vida. Pidamos al Señor hoy la gracia de reconocer esta gratuidad: ‘Gratuitamente habéis recibido, dad gratuitamente’. Reconoced esta gratuidad, el don de Dios. Vayamos también hacia delante con esta gratuidad en la predicación evangélica”.

10.6.13.- Mensaje para la clausura del Congreso Eucarístico alemán



(RV).- “Todos nosotros tenemos el compromiso de llevar a Dios al mundo y el mundo a Dios”. Lo afirma el Papa Francisco en el mensaje, leído ayer por la mañana al inicio de la Misa conclusiva en la ciudad alemana de Colonia, del Congreso Eucarístico nacional que se centró sobre el tema “Señor, ¿donde quién vamos a ir?”, y en el que participaron no sólo católicos alemanes, sino también muchos fieles de los países vecinos. 
Presidió la celebración eucarística el Cardenal Paul Josef Cordes, Presidente emérito del Consejo pontificio “Cor Unum”, en su calidad de enviado especial del Santo Padre. 
“Señor, ¿donde quién vamos a ir?” pregunta el Apóstol Pedro, portavoz de los seguidores fieles, ante la incomprensión de muchas de las personas que escuchaban a Jesús, y que habrían querido aprovecharse egoístamente de Él. Al plantearnos esta pregunta – escribe el Papa Francisco en su mensaje – “también nosotros somos miembros de la Iglesia de hoy”, y si bien la pregunta “es quizá más titubeante en nuestra boca que en los labios de Pedro, nuestra respuesta, como la del Apóstol, puede ser sólo la persona de Jesús”, que “vivió hace dos mil años” y “sin embargo, nosotros podemos encontrarlo en nuestro tiempo cuando escuchamos su Palabra y estamos cerca de Él, de modo único, en la Eucaristía”. 

De aquí la invitación de Francisco: “¡Que la Santa Misa no caiga para nosotros en una rutina superficial! ¡Que tomemos cada vez más de su profundidad!” El Papa explica que es precisamente su profundidad la que nos inserta en la inmensa obra de salvación de Cristo, para que afinemos nuestra “vista espiritual” por su amor. Y añade que es necesario “aprender a vivir la Misa”, como lo pedía el beato Juan Pablo II, recordando que a esto nos ayuda el hecho de detenernos en adoración ante el Señor eucarístico en el tabernáculo y recibir el Sacramento de la Reconciliación”. 

El Papa Francisco observa asimismo que la misma pregunta “Señor, ¿donde quién vamos a ir?”, “se la plantean algunos contemporáneos que – lúcidamente o con un presentimiento oscuro – están aún en busca del Padre de Jesucristo. Y añade que el “Redentor quiere salir al encuentro de ellos a través de nosotros, que gracias al Bautismo, nos hemos convertido en nexo de hermanos y hermanas, y que en la Eucaristía hemos recibido la fuerza de llevar junto a Él su misión de salvación”. 

De ahí que el Santo Padre añada que “todos nosotros, obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos tenemos el compromiso de llevar a Dios al mundo y el mundo a Dios”. A la vez que concluye afirmando que “encontrar a Cristo, encomendarse a Cristo, anunciar a Cristo, son los pilares de nuestra fe que se concentran, siempre, en el punto focal de la Eucaristía”.

(María Fernanda Bernasconi – RV).

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