jueves, 27 de diciembre de 2012

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TIEMPO DE NAVIDAD

DICIEMBRE
Dia 27: San Juan, apóstol y evangelista
- El evangelio nos presenta lo que es fundamental de los apóstoles: seguidores de Jesús, testigos de la resurrección, creyentes en Jesús resucitado y en todo su camino. Hoy, mientras contemplamos al Niño de Belén, somos invitados a vivir esta misma fe plena.
- Juan (1. Iectura) es testigo de lo que Jesús vivió e hizo, y nos invita a reconocer en Jesús la Palabra del Padre. Y escribe su evangelio "para que creamos y tengamos vida". Vale la pena que valoremos la presencia de Jesús entre nosotros, a través de la Escritura. Y también todas las demás presencias. Y que así tengamos alegría.
- Juan, en sus escritos, nos habla del amor-comunión de Dios con nosotros, y del amor que hemos de tener a los hermanos. Que la fiesta de hoy nos ayude a revivirlo.

1-1.
Quizá no sea ocioso que en el momento en que la liturgia acude a la primera carta de Juan y nos ofrece, primeramente, su prólogo, tratemos de exponer cómo este último encierra los principales temas de la carta y permite orientarnos sobre su argumentación.
* * *
a) El primer tema importante es el de la comunión con Dios (v. 3): esa es, a los ojos del autor, la finalidad y la razón de ser de su ministerio evangélico.
Este tema aparece bajo diversas formas en su carta: Juan hablará así de "nacer con Dios" (2, 29; 4, 7), de "permanecer en la luz", y esa luz es Dios (2, 8-11); de "permanecer en Dios" (3, 5-6; 4, 16), de "comulgar con Dios" (1, 5-7), de "conocer a Dios" (4, 7-8).
Todas las exposiciones de Juan tienden hacia la misma conclusión: Dios se revela a través de ciertas cualidades (justicia, amor, luz, etc.), y el cristiano que actúa de conformidad con esas cualidades (hace justicia, ama, camina en la luz), penetra en una determinada relación existencial con Dios a la que Juan designa aquí con el nombre de comunión.
La epístola precisará más adelante en qué consiste esa comunión: una presencia de Dios en el hombre y una presencia del hombre en Dios, por comunicación de vida, esa comunión realizada plenamente en Cristo, pero que está ya en marcha en cada cristiano (1 Jn 5, 11-12; 2, 5-6; 3, 6; 3, 24; 4, 13-16; 5, 19).
Esta comunión es también una alianza mediante la cual Dios concede al hombre un corazón nuevo para conocerle (Jer 31, 31-34; Ez 36, 25-28; cf. 1 Jn 5, 19; 2, 27).
b) D/CONOCIMIENTO: El segundo tema importante de la carta de Juan y de su prólogo es el del conocimiento de Dios (v. 1). Este tema coincide poco más o menos con el de la comunión. Pero reviste un valor particular que interesa captar. Para un semita como San Juan, el conocimiento no tiene nada de intelectual; es esencialmente concreto: se conoce a Dios en la medida en que se observan sus maravillas y sus intervenciones en el mundo; no se le conoce cuando se calla, por ejemplo, durante el destierro. Ahora bien, Juan explica con toda claridad un conocimiento también experimental: "él ha oído, él ha visto, él ha contemplado, él ha tocado" a Dios en la persona del Verbo de vida. Se trata, pues, de un conocimiento existencial de Dios del que los apóstoles quieren hacer beneficiarios a sus oyentes y corresponsales. No llegamos a Dios como si fuera una realidad abstracta, deducida a partir de pruebas silogísticas, sino como a un ser que vive y que, ahora, vive en Cristo y permanece en nosotros con ciertas condiciones.
c) En ese contexto de comunión y de conocimiento es donde se sitúa, por tanto, para San Juan la proclamación misionera (v.3) y la tarea del apóstol. Los términos con que se describe esa misión son significativos: Juan habla de "testimonio", de "anuncio", de "alegría" (vv. 2, 3, 5). También aquí nos encontramos en un plano existencial: la misión no es una enseñanza, es transmisión de experiencias y de aunación de una vida.
* * *
Un programa así pone seriamente en tela de juicio el cristianismo y su testimonio en el mundo moderno. El mundo se ha hecho ateo porque ya no encuentra a Dios: ya no tiene necesidad de El intelectualmente, apenas emotivamente, y, desde luego, no absolutamente en el plano moral... Entonces, ¿cómo pueden los cristianos, que no tienen más que un concepto de Dios a través de una enseñanza racional e intelectual, revelar al mundo de hoy la experiencia de Dios propuesta por San Juan? De hecho, el cristiano habla frecuentemente de una comunión con Dios y de un conocimiento de Dios que no pueden por menos de chocar al hombre moderno. Habla de Dios a veces porque no puede imaginarse al mundo sin Dios, noción vaga, justo suficiente para apuntalar una sana moral y una explicación de los acontecimientos. No es de ese Dios de quien habla San Juan.
Tampoco del Dios del judaísmo, en la medida en que se le ha tomado como parte contratante frente al hombre, como el simple "objeto" de una búsqueda, como el autor de estructuras legales o políticas preestablecidas, puede satisfacer al cristiano. Ese Dios es una causa distinta de su objeto; se convierte en un sujeto para el hombre y este último en un objeto para Dios, y nada más.
El Dios a quien Juan ha visto y oído (el mismo a quien los profetas habían presentido) supera al Dios del teísmo. Al Padre de Jesús es al único a quien se podía decir "Tú", porque era más El que El mismo, un El más fuerte que la muerte, la angustia y el pecado. No hay religión más inmanente al hombre que el cristianismo.
MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA I
MAROVA MADRID 1969.Pág. 234

1-2.
Lo que existe desde el principio. Lo que hemos oído.
Lo que hemos visto con nuestros propios ojos.
Lo que palparon nuestras manos:
El verbo eterno de Dios -la Palabra de Vida- pues la vida se hizo visible.
La Encarnación no es un sueño, un fruto de la imaginación. "Esta vida eterna que estaba junto al Padre -esta Palabra de vida- mediante la cual Dios se expresa a sí mismo, de una manera absoluta, perfecta, se manifestó, se hizo visible.
"Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros".
Nosotros, a 20 siglos de distancia, aceptamos este mensaje que nos transmiten los testigos oculares, de que la Palabra de vida se ha hecho visible, de que ha entrado en la limitación. Nosotros sabemos que si aceptamos en la fe este mensaje, entonces él nos integra en la comunión de los testigos. Y muchos más aún; nos integra en la comunión con Dios mismo.
Porque la comunión con Dios no se comunica a cada individuo en particular, sino que se transmite por medio de la comunión con hombres. La gran comunión de la Iglesia, en la cual esto acontece, y también los distintos hombres particulares, por medio de los cuales Dios quiso comunicarnos personalmente su comunión, son un regalo que Dios nos hace, y nosotros sabemos que la fe en la comunión con Dios nos da la plena alegría, el gozo colmado, que Dios ha destinado para nosotros.
Por medio de la comunión con los testigos, nosotros mismos llegamos a ser testigos. Todo depende ahora de que estemos convencidos de la realidad de "la vida" que "se manifestó".
Sin genuina experiencia de la fe, nadie puede convertirse en instrumento para suscitar en otros la fe. Cuando anunciamos a Cristo como la vida, entonces no sólo queremos comunicar saber, sino también atraer a otros a nuestra comunión, y con ello a la comunión con el Padre y el Hijo, lo cual significa la salvación y el "gozo colmado".
Atraer a otros a la "comunión con nosotros", es decir, a la iglesia.
Es curioso que Jn. no emplee esta expresión.

1-3.
Lo que existía desde el principio, Lo que oímos,
Lo que contemplaron nuestros ojos,
Lo que palparon nuestras manos,
¡Es el Verbo, la palabra de vida!
La epístola que empezamos hoy es una meditación personal de Juan: recuerda, tiene los «ojos» llenos de esas escenas evangélicas. Y todos sus sentidos, sus ojos, sus o+dos, sus manos recuerdan: el sonido de la voz de Jesús, su rostro.
«Lo que palparon nuestras manos.» No, la Encarnación no es un sueño, un fruto de la imaginación. Juan es de los que han tocado a Jesús. En su mano tuvo el contacto de la mano de Jesús. Se comprende que se nos propongan esas lecturas en esos días de Encarnación.
Nosotros, hombres modernos, deseamos también pruebas tangibles. Nos gustan las cosas muy probadas, experimentadas, verificadas. Si nuestra fe fuera más viva, tendríamos también como Juan, el "contacto" del Señor:
-la eucaristía es ciertamente Jesús en nuestras manos...
-el servicio a los hermanos es ciertamente Jesús en nuestras manos...
Para los que han elegido en adelante comulgar «en la mano», es ésta una meditación muy realista: «lo que palparon nuestras manos, es el Verbo de vida».
-El verbo, la palabra de vida... sí, la vida se manifestó, la contemplamos y os anunciamos esa vida eterna...
Los dos términos «verbo» y «palabra» son equivalentes. Jesús es la «palabra» de Dios, Jesús revela a Dios.
Dios no es «algo», es "alguien". Dios no es algo estático, inmóvil, rígido, pasivo, insensible. Dios es «vida», actividad, dinamismo vital, pensamiento, palabra.
Para tratar de entender mejor esto es preciso evocar algunas imágenes, aunque imperfectas: es el único medio de hacerse una idea de esa vida divina.
-Dios, como un niño pequeño, exulta de su vida siempre nueva y desborda vitalidad...
-Dios, como un corazón palpitante de amor, está impulsado por incontables emociones...
-Dios, como una inteligencia viviente, rebosa de inmensos y complejos pensamientos...
-Dios, como una persona adulta y responsable, se desborda en actividades, proyectos y pensamientos. Dios es «vida».
Dios ha comunicado todo eso por medio de una «Palabra» en la que se ha expresado totalmente: Jesucristo.
¡Se me invita a vivir! Participar a la «vida» de Dios, es pues «pensar», «reflexionar», «amar», «actuar», «trabajar», como El... es tratar de reproducir la vida de Jesús. De ahí la importancia de la meditación.
-Esa vida eterna que estaba de cara al Padre y se manifestó a nosotros, os la anunciamos ahora para que estéis en comunión con nosotros, como nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
La «vida» de Dios es esencialmente una «vida de amor», una vida de familia: es la vida de muchas personas que viven en común-unión. Una vida paternal, una vida filial, una vida conyugal. En esto, también nos vemos obligados a usar comparaciones humanas: el amor de una madre en total comunión con su hijo... el amor de un matrimonio perfectamente unido... Ia unidad de una familia feliz. Todo esto, multiplicado al infinito y realizado en perfección.
NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 3
PRIMERAS LECTURAS PARA ADVIENTO - NAVIDAD
CUARESMA Y TIEMPO PASCUAL
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 62 s.

La solemnidad del fragmento es impresionante. Hay una resonancia de autoridad, de seguridad. Se pueden distinguir dos partes: la primera es como una obertura, el pórtico de un escrito peculiar y único en el NT. Es una parte enunciativa que hay que leer poco a poco para saborear el contenido añejo, experimentado y vivido (vv 1-5). Después entramos en otra parte más directa, más interpelante que nos juzga y nos penetra: si decimos, si confesamos, si caminamos... El autor ha dejado ya la introducción y nos habla con la misma solemnidad, con la misma autoridad, pero nos pide cuentas (6-10); y, en el fondo, lo hace a la luz del mensaje que nos transmite, a la luz del criterio fundamental de la fe cristiana: la experiencia del logos de vida.
Hay que prestar atención a la serie de verbos de experiencia que marcan el punto de referencia del testimonio del autor: hemos oído, hemos visto con nuestros ojos, hemos observado, lo que nuestras manos han palpado, lo que hemos visto y hemos oído os lo anunciamos (vv 1 y 3). Pero es importante destacar que lo que anuncia y de lo que da testimonio el autor no es el Verbo visto, palpado, contemplado..., sino más bien lo que ha visto, palpado y contemplado en el Verbo de la vida: que Dios es luz (5). Lo que el autor ha visto, palpado, contemplado es que Dios se ha manifestado. El objeto del testimonio del autor va más allá de su experiencia directa, va más allá de lo que ven los ojos y palpan las manos.
El cuarto Evangelio nos habla en términos semejantes cuando se refiere al testimonio de Juan Bautista: ve al Espíritu que se posa encima de Jesús en forma de paloma, pero su testimonio es: «éste es el hijo de Dios» (Jn 1,32-34). O, si se prefiere, el mismo evangelista da testimonio de la sangre y el agua que brotan del costado abierto de Jesús, pero su testimonio va más allá: ha visto al Espíritu unido al agua y brotando del costado de Cristo muerto. El cordero verdadero nos ha dejado el Espíritu que vive en los creyentes.
Nosotros hablamos mucho de testimonio. El cristiano ha de ser un testigo. Pero podemos preguntarnos si nuestro testimonio no se limita demasiado a las apariencias, a las cosas que vemos y palpamos. ¿No necesitaríamos profundizar nuestra mirada? Quizá entonces el objeto de nuestro testimonio sería más profundo. Quizá entonces nuestro anuncio tendría un poco más de seguridad y la convicción del fragmento de hoy.
ORIOL TUÑI
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 616 s.

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viernes, 14 de diciembre de 2012

VIERNES DE LA SEGUNDA SEMANA

I. Contemplamos la Palabra

Lectura del libro de Isaías 48,17-19:

Así dice el Señor, tu redentor, el Santo de Israel: «Yo, el Señor, tu Dios, te enseño para tu bien, te guío por el camino que sigues. Si hubieras atendido a mis mandatos, sería tu paz como un río, tu justicia como las olas del mar; tu progenie sería como arena, como sus granos, los vástagos de tus entrañas; tu nombre no sería aniquilado ni destruido ante mí.»

Sal 1,1-2.3.4.6 R/. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11,16-19:

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado." Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores." Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios.»

II. Compartimos la Palabra

  • ¡Si hubieras atendido a mis mandamientos!

El profeta Isaías se lamenta de que el pueblo era rebelde y no había querido obedecer a Dios. No eligió el camino del bien, sino su propio capricho. Así somos que muchas veces queremos andar por nuestros propios caminos sin tener en cuenta a Dios. Y sin embargo Dios nos enseña para nuestro bien y nos guía por el camino de sus mandatos. Pero muchas veces no hacemos caso de sus mandatos y nos desviamos del buen camino, pero así nos va la vida cuando nos apartamos de Dios, no tiene nuestra vida paz y vivimos sin ilusión, sin alegría. Los que están unidos a Dios, serán como un carbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón, y cuanto emprende tiene buen fin.
Ayer nos decía en la lectura Isaías, «No temas gusanito de Jacob, oruga de Israel, yo mismo te auxilio» Si Dios mismo nos auxilia como podemos apartarnos de sus mandatos, que es el mismo amor gratuito.
«El que te sigue Señor tendrá la luz de la vida».
  • No hacen caso ni de Juan ni del Hijo del Hombre.

¿A quién se parece esta generación? Jesús echa en cara a su generación que no reciben a los enviados de Dios, ni al Bautista ni a Jesús mismo. Esto ilustra el no rotundo de su pueblo a Jesús: ni han entendido que Juan era el precursor (Mt 11, 7-15), ni han sabido descifrar las obras de Jesús (Mt 11, 2-6). A pesar que el anuncio del reino les ha llegado a través de la austeridad de Juan, y la alegría de Jesús, han rechazado la invitación a convertirse. Jesús se hace eco de los insultos que le dirigían sus adversarios: comilón... borracho. Para él, sin embargo, las comidas con los pecadores y la costumbre de no observar el ayuno eran gestos elocuentes de la presencia del reino de Dios. Cuando critican a Jesús es porque en el fondo no quieren cambiar. Se encuentran bien como están, y hay que quitar de en medio como sea al profeta de turno, para no hacer caso a su mensaje, y a las obras que hace Jesús que pone de manifiesto la sabiduría de Dios.
El retrato de muchos cristianos que no toman en serio a Cristo en sus vidas puede ser en parte el mismo que el de los dirigentes de Israel, al no aceptar ni a Juan ni a Jesús: terquedad, obstinación y también infantilismo e inmadurez. Nos cuesta comprometernos. Y es que si tomamos en serio a Cristo, y a su Iglesia, y los dones de su gracia, eso cambia nuestra vida, y se pone en juicio nuestros criterios, y se nos coloca ante la alternativa del seguimiento del Evangelio de Cristo o de este mundo.
Cada año se nos invita a dejar entras a Dios en nuestras vidas, con todas las consecuencias. No nos dejemos llevar por la comodidad y disimular y dejar pasar el tiempo sin esforzarnos. Digamos con sinceridad ven Señor Jesús a mi vida, y que yo me deje abrir a tu llegada sin escatimar nada. Así sea.
Monasterio Sta. María la Real - MM. Dominicas
VIERNES DE LA SEGUNDA SEMANA
TIEMPO DE ADVIENTO


VIERNES DE LA SEGUNDA SEMANA




-El destierro es para el pueblo una prueba de Dios, para que conozca sus caminos, para que vea a dónde le lleva su infidelidad. Todo pecado priva de la bendición divina. Por eso toda infidelidad exige el destierro, símbolo de la lejanía de Dios.

El mayor pecado del pueblo no fue quebrantar los mandamientos de Dios sino considerarlos inútiles en su vida. Prescindir de Dios y de su voluntad para convertirse en seres autónomos sin otra ley que su propio arbitrio. Por eso Dios se presenta, dolorido, ante ellos para hacerles comprender el verdadero sentido de los mandamientos que les dio. No fue para imponerles un yugo, para oprimirlos con carga pesada. Se los dio como señales de tráfico para que no se equivocaran en el camino que habían de seguir, para enseñarles y marcarles el verdadero camino, el camino de la paz, la justicia y la felicidad.

Preciosa concepción de la ley antigua, tan olvidada no sólo por los israelitas sino incluso por muchos cristianos de nuestros días.

El hombre, ciego por su autosuficiencia egoísta, sigue caminando al azar, haciendo su camino, despreciando las indicaciones de tráfico, sin percatar del gran peligro que corre de no llegar a la única meta a la que está destinado.




-Así habla el Señor, tu Redentor.

En nuestro lenguaje corriente, ese término «redención» evoca la idea de «rescate»: pagar en lugar de otro para rescatarlo.

Ciertamente, Jesús se puso en nuestro lugar y pagó duramente, nuestra justificación.

Pero de hecho, el término, de origen hebreo, tiene otro matiz «Yo, el Señor, soy tu redentor, tu 'goel'». En el derecho tribal primitivo había un «goel»: era el hombre encargado de «vengar la sangre», el responsable del honor de la tribu. De hecho la idea es pues la de «un amor de Dios que se ha comprometido en el destino de los hombres».

La idea principal no es la de un Dios que requiere sangre para aplacarse. Es la idea de un Dios que ama «apasionadamente la humanidad y se compromete totalmente para salvarla».

«¡Yo, el Señor, vengo a auxiliarte!» «Yo, el Señor, soy tu «goel», tu redentor!»

¡Qué misterio! Contemplo en Belén a Jesús encarnado, compartiendo totalmente nuestra condición humana, y muriendo en la cruz.

-Yo, el Señor tu Dios, te instruyo en lo que es provechoso y te marco el camino por donde debes ir.

Dios se ha comprometido en nuestra salvación.

Pero no nos reemplaza. Nos invita a "caminar", a aceptar la instrucción "provechosa", la que salva.

La enseñanza de Jesús, el Evangelio.

"Te doy una instrucción, una enseñanza" dice Jesús también.

¿Cómo es mi fidelidad en recibir y meditar esa enseñanza? ¿Cómo me esfuerzo en aumentar mi cultura religiosa? ¿Y en ser fiel a la oración?

-Si hubieras estado atento a mis mandatos...

«Atento»...

Es una cualidad esencial a la oración... y a toda la vida del hombre. Haznos atentos, Señor.

Jesús hablaba a menudo de vigilancia: «velad y orad» ¡Tan a menudo vivo como adormilado, dejándome llevar!

«Os doy un mandamiento nuevo: ¡que os améis los unos a los otros!»

¡Estar atentos a amar! ¡No dejar pasar las ocasiones de amar!
-...Tu paz sería como un río.
El que se deja "guiar" por Dios, el que escucha la «enseñanza provechosa», el que está «atento a amar», ¡está lleno de paz! ¡Un río!
Evoco esa imagen...
-...Tu dicha y tu justicia serían como las olas del mar. ...Tu posteridad sería como la arena del mar, y tus hijos tantos como los granos de arena.
Repetición de la promesa hecha a Abraham.
A pesar de todos nuestros rechazos, de todas nuestras faltas de amor, Dios quiere nuestra felicidad, nuestra «justicia» nuestra «rectitud», nuestra «santidad»... ¡vasta y potente como las olas del mar! Y Dios quiere que nuestra vida sea fecunda, que «nuestros talentos rindan el céntuplo»... ¡como los granos de arena de las riberas! Una sola condición: estar atento a tus mandatos, Señor.
NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 3

Presbítero, carmelita descalzo, doctor de la Iglesia

Fontiveros (Ávila), 1542 - Úbeda (Jaén), 14-diciembre-1591

[...] Juan, nuestro santo nació en Fontiveros en 1542, ignorándose el mes y el día. El nombre de Juan responde a Juan el Bautista. En 1551 pasa, junto a su familia, a vivir a Medina del Campo. [...] En 1563, habiéndose planteado seriamente la elección de estado, se decide por la vida religiosa carmelitana y entra en el convento de Santa Ana de Medina del Campo. Toma el nombre de fray Juan de San Matías. Al año siguiente hace su profesión. De 1564 a 1568 estudia en la Universidad de Salamanca. ordenado sacerdote en 1567, en el verano-otoño de ese año se encuentra con Santa Teresa de Jesús. Tiene la madre 52 años y fray Juan 25. [...] Teresa le gana para su causa: comenzar la reforma de la vida religiosa entre los frailes del Carmen, como ya la ha comenzado ella en 1562 entre las monjas. Fray Juan acepta la propuesta con una sola condición: que se haga pronto, que no se tarde mucho. [...] A la reforma dedicará el resto de su vida.
[...] Ejemplo para todos en la enfermedad como lo ha sido siempre en toda su vida, muere santamente en Úbeda a las 12 de la noche del 13 al 14 de diciembre de 1591. Se va como dice a cantar maitines al cielo, con Nuestra Señora, de la que era devotísimo y de la que había escrito cosas preciosas en verso y en prosa. Los maitines celestes a que acude presuroso eran de Nuestra Señora, al ser sábado y rezarse de Santa María. Tenía 49 años.
Su cuerpo fue trasladado a Segovia en mayo de 1593. Beatificado por Clemente X en 1675. Canonizado por Benedicto XIII el 27 de diciembre de 1726. Su fiesta litúrgica ha sido ya definitivamente cambiada del 24 de noviembre al 14 de diciembre, su dies natalis.
Pío XI le declara Doctor de la Iglesia universal el 24 de agosto de 1926. Juan Pablo II lo declaró patrono de los poetas de lengua española en 1993. Por los años cuarenta, el 21 de marzo, comienzo de la primavera, los poetas españoles lo habían proclamado su patrono, haciendo gran fiesta con profusión de poesías en ese día de cada año.
La ejemplaridad de Juan de la Cruz es inmensa. Ya Santa Teresa dice de él que ha sido siempre santo, que es hombre celestial y divino, que no halla ningún otro que tanto afervore en el camino del cielo. Afervoraba con su palabra y con la santidad de su vida llena de pruebas y tribulaciones. No se le había regalado nada. Señalado con la cruz desde su tierna infancia, se ha distinguido por su conformidad con la voluntad divina, por su dulzura, por su espíritu de oración y trato con Dios, por su enorme paciencia en los sufrimientos de la cárcel y de su última enfermedad.
Además de santo y maestro de viva voz es escritor, doctor de la Iglesia, que por boca de Pío XII ha calificó sus libros de «pura fuente del sentido cristiano y del espíritu de la Iglesia».
No sólo fue fundador de los descalzos carmelitas, sino también formador: maestro de novicios, maestro de estudiantes, demoledor de extravagancias, gran consejero, hombre de gobierno local, provincial, general en el seno de su familia religiosa.
Su magisterio entre los frailes y monjas del Carmelo fue muy abundante, de viva voz y escrito. Sabía iluminar el camino, acompañar al caminante, estimular en el seguimiento de Cristo, quitando tropiezos y alentando positivamente desde la vida teologal. Se desvivió en su apostolado múltiple no sólo en pro de frailes y monjas, sino también de sacerdotes y seglares. Sembraba a manos llenas, teniendo como lema que no había que tener acepción de personas, sino mirar a todos como almas redimidas por la sangre de jesucristo nuestro Señor. Su buena dirección espiritual en Ávila, Baeza, Granada, Segovia era proverbial.
Ahora todo su saber y su experiencia de Dios están puestos más que nunca a disposición de la Iglesia entera. Quien batalló tanto por defender lo teologal frente a las fantasmagorías de visiones y revelaciones, por las que andaban desaládas tantas personas, sigue con su cátedra abierta en este orden de cosas. Es el gran maestro en los caminos del espíritu, en las vías de la oración y del discernimiento. Espiritualidad alegre y sana la suya. [...]
José Vicente Rodríguez, O.C.D.

Textos de apoyo - rezandovoy







SAN JUAN DE LA CRUZ(1542-1591)

VIVO SIN VIVIR EN MI
Vivo sin vivir en mí,
y de tal manera espero,
que muero, porque no muero.

En mí yo no vivo ya,
y sin Dios vivir no puedo,
pues sin él, y sin mí quedo,
¿este vivir qué será?
mil muertes se me hará,
pues mi misma vida espero,
muriendo, porque no muero.

Esta vida, que yo vivo
es privación de vivir,
y así es continuo morir,
hasta que viva contigo:
oye mi Dios, lo que digo,
que esta vida no la quiero,
que muero, porque no muero.

Estando ausente de ti,
¿qué vida puedo tener,
sino muerte padecer,
la mayor que nunca vi?
lástima tengo de mí,
pues de fuerte persevero,
que muero, porque no muero.

El pez que del agua sale,
Aún de alivio no carece,
que la muerte que padece,
al fin la muerte le vale;
¿qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero,
pues si más vivo, más muero?
»
Cuando me empiezo aliviar
de verte en el Sacramento,
háceme más sentimiento,
el no te poder gozar:
todo es para más penar,
y mi mal es tan entero,
que muero, porque no muero.

Y si me gozo, Señor,
con esperanza de verte,
en ver que puedo perderte,
se me dobla mi dolor,
viviendo en tanto pavor,
y esperando, como espero,
me muero, porque no muero.

Sácame de aquesta muerte,
mi Dios, y dame la vida,
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte,
mira que muero por verte,
y de tal manera espero,
que muero, porque no muero.

Lloraré mi muerte ya,
y lamentaré mi vida,
en tanto, que detenida
por mis pecados está:
¡oh mi Dios, cuándo será,
cuando yo diga de vero
vivo ya, porque no muero!

¡OH LLAMA DE AMOR VIVA!
¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya si quieres,
rompe la tela deste dulce encuentro.

¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida la has trocado.
»
¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba escuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido!

¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras!
Y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
¡cuán delicadamente me enamoras!

¡OH LLAMA DE AMOR VIVA!
¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya si quieres,
rompe la tela deste dulce encuentro.

¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida la has trocado.
»
¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba escuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido!

¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras!
Y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
¡cuán delicadamente me enamoras!