jueves, 11 de octubre de 2012

Radio Vaticano: Estreno: Documental sobre el Concilio Ecuménico Vaticano II

Radio Vaticano: Estreno: Documental sobre el Concilio Ecuménico Vaticano IIEstreno: Documental sobre el Concilio Ecuménico Vaticano II


(RV).- El Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales y Micromegas Comunicación realizaron un film documental sobre el Concilio Vaticano II, cuya distribución inicia este 11 de octubre, en la celebración del cincuentenario de la apertura del Concilio Vaticano II y fecha del inicio del Año de la Fe. El martes pasado, al concluir la cuarta Congregación General de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, fue proyectada en el Aula sinodal una síntesis de 50 minutos del film a los Padres Sinodales, y demás participantes que pudieron ver las tomas originales de la época, las mismas que narran los momentos más significativos, la larga fase de preparación y la extraordinaria organización en la Basílica de San Pedro, transformada para la ocasión en sede del Evento que contó con la presencia de 2,540 prelados provenientes de los cinco continentes.
(PLJR - Radio Vaticana

Porta Fidei: Inminente apertura del Año de la Fe

Porta Fidei: Inminente apertura del Año de la Fe

Porta Fidei: Inminente apertura del Año de la Fe

2012-10-09 Radio Vaticana
(RV).- (Audio) "Para dar renovado impulso a la misión de toda la Iglesia de conducir a los hombres fuera del desierto en el que a menudo se encuentran hacia el lugar de la vida, la amistad con Cristo que nos da su vida en plenitud", cardenales, obispos, sacerdotes, religiosas y religiosos, laicos y peregrinos se darán cita este 11 de octubre en el Corazón de la Iglesia Universal, la Plaza de San Pedro, para acompañar a Benedicto XVI en la Celebración Eucarística con la que abrirá el Año de la Fe.
El 16 de octubre de 2011 en la clausura de los trabajos del Primer Encuentro internacional de los Nuevos Evangelizadores, organizado por el Pontificio Consejo para la promoción de la nueva evangelización -el dicasterio instituido en septiembre de 2010 mediante la Carta Apostólica en forma de Motu Proprio: Ubicumque et Semper, y cuyo presidente es Mons. Salvatore Rino Fisichella; el Sucesor de Pedro, al final de su homilía hacía el feliz anuncio: “Quisiera anunciar en esta Celebración eucarística que he decidido declarar un 'Año de la fe' que ilustraré con una especial Carta apostólica. Este 'Año de la fe' empezará el 11 de octubre del 2012, en el 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará el 24 de noviembre del 2013, Solemnidad de Cristo Rey del Universo. Será un momento de gracia y de compromiso por una conversión a Dios cada vez más plena, para reforzar nuestra fe en Él y para anunciarlo con alegría al hombre de nuestro tiempo”.
Desde la promulgación de la Carta Apostólica en forma de Motu Proprio: “Porta fidei”, “Puerta de la fe” que lleva la fecha del 11 de octubre de 2011 -en el séptimo año de pontificado de Benedicto XVI- ha transcurrido un año. Con la mirada puesta sobre la gran tarea de la Iglesia de anunciar a Cristo, camino, verdad y vida, llegamos a la feliz apertura del Año de la Fe con un renovado espíritu, haciendo tesoro del Concilio Ecuménico Vaticano II, cuyo cincuenta aniversario de apertura de trabajos se celebra en esta misma fecha.
En resumen, es voluntad del Santo Padre la de convocar a la Iglesia Universal para que esta celebración que en definitiva está a las puertas suscite en los creyentes la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza, pero también para intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía, que es "la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y también la fuente de donde mana toda su fuerza".
El próximo jueves acompañaremos al Santo Padre, y nos sumaremos a las intenciones que elevará desde el atrio de la basílica vaticana. En todo el mundo, y unidos a la Oración que surja desde el corazón mismo de la Santa Madre Iglesia, católicos, nos encontraremos para pedir al Señor de la Misericordia y a María Santísima, Estrella de las Misiones, por los buenos frutos en este arduo recorrido que nos disponemos a emprender, pero también para pedir por quien mirando hacia delante y conduciendo el timón de la Barca de Pedro en el tiempo y el espacio de la Iglesia de hoy, nos anticipa.
Patricia L. Jáuregui Romero – Radio VaticanoCorregido: Hrs. 15.29

La mujer contribución consistente en la evangelización

La mujer contribución consistente en la evangelizaciónRV).- El Crucifijo es signo distintivo de quien anuncia el Evangelio: amor, paz, conversión y reconciliación. Benedicto XVI, en su homilía de la Santa Misa para la inauguración de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, sobre La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana, invitó a contemplar al Señor Jesús, «coronado de gloria y esplendor, por su pasión y muerte» (Hb 2,9), para que sea centro, meta y luz de nuestra vida:
«La Palabra de Dios nos pone ante el crucificado glorioso, de modo que toda nuestra vida, y en concreto la tarea de esta asamblea sinodal, se lleve a cabo en su presencia y a la luz de su misterio. La evangelización, en todo tiempo y lugar, tiene siempre como punto central y último a Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios (cf. Mc 1,1); y el crucifijo es por excelencia el signo distintivo de quien anuncia el Evangelio: signo de amor y de paz, llamada a la conversión y a la reconciliación. Que nosotros venerados hermanos seamos los primeros en tener la mirada del corazón puesta en él, dejándonos purificar por su gracia».
(CdM – RV)2012-10-09 Radio Vaticana
(RV).- (Audio) Continúan los trabajos de la décimo tercera asamblea ordinaria del sínodo de los obispos, ayer por la mañana tuvo lugar la primera sesión de los círculos menores, a puertas cerradas. Luego se retomó la discusión general por la tarde, con la intervención del arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, para ilustrar el desafíos de la nueva Evangelización desde el punto de vista anglicano.
Ayer por la tarde, la asamblea de los obispos reflexionó sobre numerosas temáticas, entre ellas el papel de la mujer en la Iglesia. En el aula se dijo que representan los dos tercios de los miembros eclesiales y sin embargo muchas de ellas se sienten indiscriminadas. En la discusión sinodal se afirmó con claridad, que si la Iglesia no ordena mujeres sacerdotes, no es porque sean o no capaces o dignas, sino porque el sacerdote es un representante de Cristo, venido para casarse con la humanidad. Por consiguiente es fundamental la contribución consistente de las mujeres en la evangelización. También se recordó la importancia de la nueva evangelización en el ámbito ecológico, porque esto implica el respeto de todos los seres vivientes, y del diálogo entre fe y cultura.
Con nosotros Mons. Julio Hernando García Peláez, obispo de Istmina-Tadó, Colombia quien en primer lugar nos dice ¿qué espera de este sínodo para su país?
En la apertura del año de la fe ¿cómo relacionarán las directrices que saldrán de este sínodo, y en este contexto cómo vivirán el año de la fe?
¿Cómo están viviendo en su diócesis el año de la fe?
Tenemos con nosotros al arzobispo de Camaguey, Cuba, Mons. Juan de la Caridad García Rodríguez. Mons. ¿Cuál es su experiencia en este sínodo para transmitirla a su país.
A partir de hoy inicia el año de la fe, en el marco de los 50 años del Concilio Vaticano II y los 20 años de institución del Catecismo…
(PY-RV)
América Latina espera muchas luces de este sínodo
(RV).-(audio) Tenemos con nosotros al padre sinodal y arzobispo de Monterrey México, Mons. Rogelio Cabrera López quien en primer lugar nos habla sobre su intervención en el sínodo de los obispos.
Mons. Estamos por iniciar el año de la fe... en el ámbito de la Nueva Evangelización ¿qué nos puede decir?
¿Qué se espera de este sínodo para el continente latinoamericano y para su país?
(PY-RV)
Partiendo de la Palabra para evangelizar
(Rv).- (Audio) Hemos entrevistado al presidente de la Conferencia Episcopal nicaraguense, Mons Sócrates René Sándigo quien nos habla sobre la aportación que está dando América lLtina al sínodo.
En la conferencia de prensa del lunes, el Cardenal Wuerl dijo que por evangelizar a las masas, se ha olvidado el estudio de la catequesis y la profundización de las enseñanzas de la Iglesia, debilitando la evangelización. Ayer intervino el cardenal Ouellet prefecto de la Congregación para los Obispos, al respecto.
Coincidiendo con la apertura del Año de la Fe y el 50 aniversario del Concilio Vaticano II…
¿Cómo está celebrando Nicaragua el año de la fe?
(PY-RV)
En el signo de Aparecida, América Latina presente en el sínodo
(RV).-(Audio) Hemos entrevistado al presidente del Celam, y Padre sinodal, Mons Carlos Aguiar Retes, le preguntamos en primer lugar, como Padre Sinodal y representando al CELAM, que aporte está dando al sínodo?
América Latina esta afrontando el desafío de las sectas para alcanzar la Nueva Evangelización
Mons. Eterovic el secretario de la secretaría del Sínodo de los Obispos dijo que este sínodo esta dirigido no sólo a los agnósticos sino también para aquellos cristianos enfriados….
Mons ¿Cómo ve el sínodo desde el ámbito de los Padres sinodales de otras realidades como la africana, la asiática o la europea?
El Santo Padre Benedicto XVI convocó el Año de la fe, que dará comienzo el próximo jueves 11 de octubre de 2012 (día en que se cumple el cincuenta aniversario del inicio del Concilio Vaticano II) y que durará hasta noviembre de 2013. Con esta celebración se nos invita a redescubrir y volver a acoger este don valioso que es la fe, conociendo de manera más profunda las verdades que son la savia de nuestra vida, de forma que podamos tener un renovado encuentro con Jesucristo que es “el camino, la verdad y la vida”, y ello se manifieste después en nuestras obras.
Y es un Dios misericordioso que perdona, durante este año de la fe, se harán indulgencias plenarias en Roma, se hará lo mismo en América Latina?
Mons. ¿Cómo ve el continente latinoamericano y México dentro de un año luego de haber vivido intensamente el año de la fe?
(PY-RV)

Hoy es más necesario que hace 50 años, el Papa al inaugura el Ano de la Fe

Hoy es más necesario que hace 50 años, el Papa al inaugura el Ano de la Fe2012-10-11 Radio Vaticana
(RV).- Esta mañana a las 10.00, el Papa Benedicto XVI ha presidido en la plaza de san Pedro, ante la fachada de la Basílica Vaticana, la Santa Misa de apertura del Año de la Fe, que el Pontífice ha proclamado en ocasión del 50 aniversario de inicio del Concilio Vaticano II, que abría sus puertas en un día como hoy de 1962. Aquella solemne ceremonia ha recordado en tantos aspectos la de esta mañana, en la que han participado, el patriarca ortodoxo de Constantinopla, el arzobispo anglicano de Canterbury, patriarcas y arzobispos mayores de las Iglesias católicas Orientales, presidentes de las Conferencias Episcopales, cardenales y obispos de todo el mundo, muchos de ellos llegados al Vaticano, donde se está celebrando el Sínodo de los obispos sobre el tema de la Nueva Evangelización.
En su homilía Benediucto XVI ha invitado “a entrar más profundamente en el movimiento espiritual” que caracterizó aquel gran Concilio, “para hacerlo nuestro y realizarlo en su verdadero sentido”, volver a las verdaderas enseñanzas que nos dejó, “redescubrir la belleza de la fe en Cristo”, “la fe apostólica, animada por el impulso interior de comunicar a Cristo a todos y a cada uno de los hombres durante la peregrinación de la Iglesia por los caminos de la historia”.
(ER – RV)


TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA DEL SANTO PADRE
INICIO DEL AÑO DE LA FE
50 AÑOS DE LA INAUGURACIÓN DEL VATICANO II

Venerables hermanos,
queridos hermanos y hermanasHoy, con gran alegría, a los 50 años de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, damos inicio al Año de la fe. Me complace saludar a todos, en particular a Su Santidad Bartolomé I, Patriarca de Constantinopla, y a Su Gracia Rowan Williams, Arzobispo de Canterbury. Un saludo especial a los Patriarcas y a los Arzobispos Mayores de las Iglesias Católicas Orientales, y a los Presidentes de las Conferencias Episcopales. Para rememorar el Concilio, en el que algunos de los aquí presentes – a los que saludo con particular afecto – hemos tenido la gracia de vivir en primera persona, esta celebración se ha enriquecido con algunos signos específicos: la procesión de entrada, que ha querido recordar la que de modo memorable hicieron los Padres conciliares cuando ingresaron solemnemente en esta Basílica; la entronización del Evangeliario, copia del que se utilizó durante el Concilio; y la entrega de los siete mensajes finales del Concilio y del Catecismo de la Iglesia Católica, que haré al final, antes de la bendición. Estos signos no son meros recordatorios, sino que nos ofrecen también la perspectiva para ir más allá de la conmemoración. Nos invitan a entrar más profundamente en el movimiento espiritual que ha caracterizado el Vaticano II, para hacerlo nuestro y realizarlo en su verdadero sentido. Y este sentido ha sido y sigue siendo la fe en Cristo, la fe apostólica, animada por el impulso interior de comunicar a Cristo a todos y a cada uno de los hombres durante la peregrinación de la Iglesia por los caminos de la historia.
El Año de la fe que hoy inauguramos está vinculado coherentemente con todo el camino de la Iglesia en los últimos 50 años: desde el Concilio, mediante el magisterio del siervo de Dios Pablo VI, que convocó un «Año de la fe» en 1967, hasta el Gran Jubileo del 2000, con el que el beato Juan Pablo II propuso de nuevo a toda la humanidad a Jesucristo como único Salvador, ayer, hoy y siempre. Estos dos Pontífices, Pablo VI y Juan Pablo II, convergieron profunda y plenamente en poner a Cristo como centro del cosmos y de la historia, y en el anhelo apostólico de anunciarlo al mundo. Jesús es el centro de la fe cristiana. El cristiano cree en Dios por medio de Jesucristo, que ha revelado su rostro. Él es el cumplimiento de las Escrituras y su intérprete definitivo. Jesucristo no es solamente el objeto de la fe, sino, como dice la carta a los Hebreos, «el que inició y completa nuestra fe» (12,2).El evangelio de hoy nos dice que Jesucristo, consagrado por el Padre en el Espíritu Santo, es el verdadero y perenne protagonista de la evangelización: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres» (Lc 4,18). Esta misión de Cristo, este dinamismo suyo continúa en el espacio y en el tiempo, atraviesa los siglos y los continentes. Es un movimiento que parte del Padre y, con la fuerza del Espíritu, lleva la buena noticia a los pobres en sentido material y espiritual. La Iglesia es el instrumento principal y necesario de esta obra de Cristo, porque está unida a Él como el cuerpo a la cabeza. «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo» (Jn 20,21). Así dice el Resucitado a los discípulos, y soplando sobre ellos, añade: «Recibid el Espíritu Santo» (v. 22). Dios por medio de Jesucristo es el principal artífice de la evangelización del mundo; pero Cristo mismo ha querido transmitir a la Iglesia su misión, y lo ha hecho y lo sigue haciendo hasta el final de los tiempos infundiendo el Espíritu Santo en los discípulos, aquel mismo Espíritu que se posó sobre él y permaneció en él durante toda su vida terrena, dándole la fuerza de «proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista»; de «poner en libertad a los oprimidos» y de «proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4,18-19).
El Concilio Vaticano II no ha querido incluir el tema de la fe en un documento específico. Y, sin embargo, estuvo completamente animado por la conciencia y el deseo, por así decir, de adentrase nuevamente en el misterio cristiano, para proponerlo de nuevo eficazmente al hombre contemporáneo. A este respecto se expresaba así, dos años después de la conclusión de la asamblea conciliar, el siervo de Dios Pablo VI: «Queremos hacer notar que, si el Concilio no habla expresamente de la fe, habla de ella en cada página, al reconocer su carácter vital y sobrenatural, la supone íntegra y con fuerza, y construye sobre ella sus enseñanzas. Bastaría recordar [algunas] afirmaciones conciliares… para darse cuenta de la importancia esencial que el Concilio, en sintonía con la tradición doctrinal de la Iglesia, atribuye a la fe, a la verdadera fe, a aquella que tiene como fuente a Cristo y por canal el magisterio de la Iglesia» (Audiencia general, 8 marzo 1967). Así decía Pablo VI. Pero debemos ahora remontarnos a aquel que convocó el Concilio Vaticano II y lo inauguró: el beato Juan XXIII. En el discurso de apertura, presentó el fin principal del Concilio en estos términos: «El supremo interés del Concilio Ecuménico es que el sagrado depósito de la doctrina cristiana sea custodiado y enseñado de forma cada vez más eficaz… La tarea principal de este Concilio no es, por lo tanto, la discusión de este o aquel tema de la doctrina… Para eso no era necesario un Concilio... Es preciso que esta doctrina verdadera e inmutable, que ha de ser fielmente respetada, se profundice y presente según las exigencias de nuestro tiempo» (AAS 54 [1962], 790. 791-792).
A la luz de estas palabras, se comprende lo que yo mismo tuve entonces ocasión de experimentar: durante el Concilio había una emocionante tensión con relación a la tarea común de hacer resplandecer la verdad y la belleza de la fe en nuestro tiempo, sin sacrificarla a las exigencias del presente ni encadenarla al pasado: en la fe resuena el presente eterno de Dios que trasciende el tiempo y que, sin embargo, solamente puede ser acogido por nosotros en el hoy irrepetible. Por esto mismo considero que lo más importante, especialmente en una efeméride tan significativa como la actual, es que se reavive en toda la Iglesia aquella tensión positiva, aquel anhelo de volver a anunciar a Cristo al hombre contemporáneo. Pero, con el fin de que este impulso interior a la nueva evangelización no se quede solamente en un ideal, ni caiga en la confusión, es necesario que ella se apoye en una base concreta y precisa, que son los documentos del Concilio Vaticano II, en los cuales ha encontrado su expresión. Por esto, he insistido repetidamente en la necesidad de regresar, por así decirlo, a la «letra» del Concilio, es decir a sus textos, para encontrar también en ellos su auténtico espíritu, y he repetido que la verdadera herencia del Vaticano II se encuentra en ellos. La referencia a los documentos evita caer en los extremos de nostalgias anacrónicas o de huidas hacia adelante, y permite acoger la novedad en la continuidad. El Concilio no ha propuesto nada nuevo en materia de fe, ni ha querido sustituir lo que era antiguo. Más bien, se ha preocupado para que dicha fe siga viviéndose hoy, para que continúe siendo una fe viva en un mundo en transformación. Si sintonizamos con el planteamiento auténtico que el beato Juan XXIII quiso dar al Vaticano II, podremos actualizarlo durante este Año de la fe, dentro del único camino de la Iglesia que desea continuamente profundizar en el depisito de la fe que Cristo le ha confiado. Los Padres conciliares querían volver a presentar la fe de modo eficaz; y sí se abrieron con confianza al diálogo con el mundo moderno era porque estaban seguros de su fe, de la roca firme sobre la que se apoyaban. En cambio, en los años sucesivos, muchos aceptaron sin discernimiento la mentalidad dominante, poniendo en discusión las bases mismas del depositum fidei, que desgraciadamente ya no sentían como propias en su verdad.
Si hoy la Iglesia propone un nuevo Año de la fe y la nueva evangelización, no es para conmemorar una efeméride, sino porque hay necesidad, todavía más que hace 50 años. Y la respuesta que hay que dar a esta necesidad es la misma que quisieron dar los Papas y los Padres del Concilio, y que está contenida en sus documentos. También la iniciativa de crear un Consejo Pontificio destinado a la promoción de la nueva evangelización, al que agradezco su especial dedicación con vistas al Año de la fe, se inserta en esta perspectiva. En estos decenios ha aumentado la «desertificación» espiritual. Si ya en tiempos del Concilio se podía saber, por algunas trágicas páginas de la historia, lo que podía significar una vida, un mundo sin Dios, ahora lamentablemente lo vemos cada día a nuestro alrededor. Se ha difundido el vacío. Pero precisamente a partir de la experiencia de este desierto, de este vacío, es como podemos descubrir nuevamente la alegría de creer, su importancia vital para nosotros, hombres y mujeres. En el desierto se vuelve a descubrir el valor de lo que es esencial para vivir; así, en el mundo contemporáneo, son muchos los signos de la sed de Dios, del sentido último de la vida, a menudo manifestados de forma implícita o negativa. Y en el desierto se necesitan sobre todo personas de fe que, con su propia vida, indiquen el camino hacia la Tierra prometida y de esta forma mantengan viva la esperanza. La fe vivida abre el corazón a la Gracia de Dios que libera del pesimismo. Hoy más que nunca evangelizar quiere decir dar testimonio de una vida nueva, trasformada por Dios, y así indicar el camino. La primera lectura nos ha hablado de la sabiduría del viajero (cf. Sir 34,9-13): el viaje es metáfora de la vida, y el viajero sabio es aquel que ha aprendido el arte de vivir y lo comparte con los hermanos, como sucede con los peregrinos a lo largo del Camino de Santiago, o en otros caminos, que no por casualidad se han multiplicado en estos años. ¿Por qué tantas personas sienten hoy la necesidad de hacer estos caminos? ¿No es quizás porque en ellos encuentran, o al menos intuyen, el sentido de nuestro estar en el mundo? Así podemos representar este Año de la fe: como una peregrinación en los desiertos del mundo contemporáneo, llevando consigo solamente lo que es esencial: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni dos túnicas, como dice el Señor a los apóstoles al enviarlos a la misión (cf. Lc 9,3), sino el evangelio y la fe de la Iglesia, de los que el Concilio Ecuménico Vaticano II son una luminosa expresión, como lo es también el Catecismo de la Iglesia Católica, publicado hace 20 años.Venerados y queridos hermanos, el 11 de octubre de 1962 se celebraba la fiesta de María Santísima, Madre de Dios. Le confiamos a ella el Año de la fe, como lo hice hace una semana, peregrinando a Loreto. La Virgen María brille siempre como estrella en el camino de la nueva evangelización. Que ella nos ayude a poner en práctica la exhortación del apóstol Pablo: «La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente… Todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él» (Col 3,16-17). Amén

El hermano de Jesús

El hermano de Jesús2012-10-01 Radio Vaticana
(RV).-(audio) "Se ha dicho que San Francisco representa un alter Christus, era verdaderamente un icono vivo de Cristo. También fue llamado "el hermano de Jesús". De hecho, éste era su ideal: ser como Jesús, contemplar al Cristo del Evangelio, amarlo intensamente, e imitar sus virtudes. En particular, quiso dar un valor fundamental a la pobreza interior y exterior, enseñándola también a sus hijos espirituales. El testimonio de Francisco, que amó la pobreza para seguir a Cristo con dedicación y libertad total, sigue siendo hoy una invitación a cultivar la pobreza interior para crecer en la confianza en Dios, uniendo también un estilo de vida sobrio y el desprendimiento de bienes materiales".
Son palabras de Benedicto XVI en la Audiencia general, 27 de enero de 2010 que expresan el fervor que existe en el mundo por la figura del poverello, y especialmente en Italia, donde desde 1939, es el santo patrono. Cada año, el 3 y el 4 de octubre, Asís hace honor a su hijo más famoso. Todas las regiones italianas, por turno, peregrinan a Asís y para ofrecer el aceite de la lámpara que arde continuamente en su tumba: este año cumple el significativo gesto la región de Friuli Venezia Giulia.
Desde el domingo 30 de septiembre hasta el martes 2 de octubre, en Asís se celebra el Triduo de preparación a la Fiesta de san Francisco que culminará con los actos del miércoles y del jueves, 4 de octubre, fiesta de san Francisco.
Entre los muchos eventos que se han programado este año para honrar la memoria de San Francisco hay que señalar el reconocimiento "Rosa de plata Frate Jacoba 2012", que se entregará a Angela Alioto, una madre de cuatro hijos que vive y trabaja en San Francisco, California. Abogado de origen siciliano cuya contribución política se ha vuelto cada vez más importante en las últimas décadas, para el apoyo a las personas sin casa, ni hogar. Además, a través de su despacho de abogados, está comprometida con la defensa de las muchas personas discriminadas por motivos raciales, sexuales y religiosos. (ER –RV)