lunes, 7 de marzo de 2011

Mons. François Xavier Nguyên Van Thuân En retiro anual con Juan Pablo II
Tras trece años en la cárcel, amo a Cristo por Sus «defectos»
Desde que en 1698 un antepasado suyo, ministro del rey y embajador en
China, recibió el bautismo, comenzó la persecución. El rey le quitó todas sus
posesiones y le expulsó. Desde entonces su familia sufre la persecución. En
1975, Pablo VI le nombró arzobispo de Ho Chi Minh (la antigua Saigón), pero
el gobierno comunista definió su nombramiento como un complot y tres meses
después le encarceló. Durante trece años estuvo encerrado en las cárceles
vietnamitas. Nueve de ellos, los pasó régimen de aislamiento. Una vez
liberado, fue obligado a abandonar Vietnam a donde no ha podido regresar, ni
siquiera para ver a su anciana madre. Ahora es presidente del Consejo Pontificio
para la Justicia y la Paz de la Santa Sede. A pesar de tantos sufrimientos,
o quizá más bien gracias a ellos, este arzobispo, François Xavier Nguyên
Van Thuân, es un gran testigo de la fe, de la esperanza y del perdón cristiano.
Testigo de esperanza
Desde este domingo, hasta el próximo sábado, monseñor Van Thuân predica
los ejercicios espirituales a Juan Pablo II y a sus colaboradores de la Curia
romana. Y, obviamente, el tema de las meditaciones será el de la esperanza.
«Esperanza en Dios», «Esperanza contra toda esperanza», «Aventura y
alegría de la esperanza», «Renovación y pueblo de la esperanza» son los
títulos de algunas de las meditaciones que ha preparado para el Papa. No es
casualidad que el libro que ha difundido en todo el mundo (traducido en once
idiomas) en el que narraba sus años de cárcel llevase precisamente por título
«El camino de la esperanza». Una esperanza que nunca ha desfallecido en
él, ni siquiera el 16 de agosto de 1975, cuando fue arrestado y transportado
en la noche a 450 kilómetros de Saigón, en la más absoluta de las soledades.
Su única compañía, el rosario. En esos momentos --explica Van Thuân--,
cuando todo parecía perdido, se abandonó en manos de la Providencia. A los
compañeros de prisión no católicos que le preguntaban cómo podía seguir
esperando, les respondía: «He abandonado todo para seguir a Jesús, porque
amo los defectos de Jesús». Los «defectos» de Jesús, de hecho, serán uno
de los argumentos que afrontará el predicador del Papa en estos ejercicios
espirituales. Estos son algunos de ellos.
Jesús no tiene memoria
«En la Cruz, durante su agonía, el ladrón le pide que se recuerde de él
cuando llegara a su Reino. Si hubiera sido yo --reconoce monseñor Van
Thuân-- le hubiera respondido: "no te olvidaré, pero tienes que expiar tus crímenes
en el purgatorio". Sin embargo, Jesús, le respondió: "Hoy estarás conmigo
en el Paraíso". Había olvidado los pecados de aquel hombre. Lo mismo
sucedió con Magdalena, y con el hijo pródigo. Jesús no tiene memoria, perdona
a todo el mundo».
Jesús no sabe matemática ni filosofía
«Jesús no sabe matemáticas --continúa diciendo Van Thuân al hablar de
los «defectos» de Jesús--. Lo demuestra la parábola del Buen Pastor. Tenía
cien ovejas, se pierde una de ellas y sin dudarlo se fue a buscarla dejando a
las 99 en el redil. Para Jesús, uno vale lo mismo que 99 o incluso más».

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